Esto me lo pidieron en septiembre, y ahora es que lo hago y lo subo (tarde pero seguro). La cosa es que aquí estoy con un OS bastante inusual, y ojalá que les guste esto. En todo caso, Naruto Naruto Shippuden no me pertenecen (a Boruto no lo incluyo porque no me gusta y ya).
Mizukage frustrada y Samui al servicio
Un día más de trabajo, y Mei por fin tiene la oportunidad de cerrar los ojos y descansar un rato el cerebro después de todo aquel esfuerzo realizado. Incluso se permite estirarse a pesar de que algunos subalternos iban y venían para recoger todos los documentos y registros del día. Que mirasen todo lo que quieran, no le importa.
Pese a ello, la verdad era que Mei se sentía bastante frustrada por algo más. No recordaba la última vez que había compartido la cama con alguien. Ya a estas alturas ni siquiera recordaba con quién se había acostado la última vez. El trabajo la había absorbido por completo, y eso significaba privarse de prácticamente cualquier placer al no tener tiempo libre para ello.
Cosas como esas hacían que Mei se preguntara si valía la pena tanto trabajo y sacrificio, por más que sea por el bien de toda su gente. Realmente no había una respuesta clara en su cabeza para ella. Sólo sabía que quería descargar toda la tensión acumulada, aunque no tenía con quien.
Para cuando abre los ojos ve que su despacho estaba completamente a solas. Sus subalternos, incluyendo Ao y Choujuro, se habían ido a atender otros asuntos y la habían dejado completamente sola. Era una manera bastante fidedigna y triste para definir su vida sentimental y sexual, especialmente en los últimos años.
─ Supongo que pronto pediré relevo en el puesto de Mizukage. Esto es demasiado.
Varios días después
En Kiri había cierto revuelo por la llegada de una comitiva diplomática enviada por la aldea de Kumo. Se les da la bienvenida de rigor y se presentan ante Mei con sus credenciales y el mensaje oficial de parte del Raikage para la Mizukage para que acepte las designaciones puestas a los shinobis diplomáticos. Todo estaba en orden. A había mandado a algunos de sus subordinados más capaces justamente para que se conviertan en integrantes del cuerpo diplomático de Kumo dentro de Kiri, y eso era algo que a Mei le gustaba. Se notaba con eso que al Raikage le importaban las relaciones entre ambas aldeas. Semejante acto obviamente merecía una renovación igualmente competente de su propio cuerpo diplomático en la aldea ninja principal del país del Rayo. Ya pensaría en quiénes tendría que enviar para así mostrar su gratitud, junto con la respectiva carta con la cual expresar sus sentimientos directos ante tal acto.
Pero más allá de las capacidades mostradas de los nuevos diplomáticos en Kiri, a Mei le llamaba especialmente la atención de una de sus integrantes. Samui era una persona bastante seria y capaz en lo que hacía, pero también resultaba que tenía un cuerpo tremendo y envidiable. Mei no entendía qué comían en Kumo para hacer posible tal desarrollo como el que mostraba la rubia (bueno, también estaba su compañera Karui, que era todo lo contrario en cuanto a su desarrollo corporal), pero la cosa es que el físico que desplegaba Samui simplemente no era normal, llegando a despertar el deseo de Mei en más de una ocasión. La Mizukage había tenido algunas relaciones lésbicas en su adolescencia, a veces llegando al plano sexual, y lo cierto es que poco o nada se había esforzado en negarlo, pero jamás había tenido a una amante que estuviera tan siquiera cerca de tener ese cuerpo que tenía la rubia de Kumo.
─ ¿En ese caso estamos de acuerdo con la expansión de nuestras relaciones comerciales? ─ dice Samui imperturbable, un par de días después de su llegada a Kiri.
─ ¿Eh? ¡Ah, sí! Por supuesto que me interesa hacer una revisión y expansión de nuestros tratados ─ dice Mei algo perdida, todo por estar mirándole las tetas a la rubia.
─ En ese caso me gustaría disponer de algunas horas de su tiempo para hacer una revisión exhaustiva de los documentos y registros. Usted me dirá cuándo acordamos esa reunión ─ continúa Samui como si nada.
─ He podido completar el registro de todas las promociones de los nuevos genin de la aldea, por lo que estoy bastante menos ocupada a partir de mañana, si te parece bien ─ dice Mei mirando con disimulado deseo la cintura y las piernas de Samui.
─ No tengo problema. En ese caso ya tenemos un acuerdo ─ Samui hace una leve reverencia, permitiendo ver cómo se movía ese generoso escote que tenía, y luego da la media vuelta para retirarse ─. Que tenga buenas tardes, Mizukage-sama.
─ Lo mismo para ti, Samui-san. Descansa bien ─ dice Mei sonriente, y cuando está segura de que Samui no está se levanta y se echa aire con la mano ─. Apenas la estuve viendo y siento que estoy ardiendo, y no es por el méndigo aire acondicionado. Ese cuerpo definitivamente no es normal ─ Mei no podía parar de pensar en el cuerpo de Samui, en cómo se vería debajo de aquella ropa ─. Vamos, necesito tranquilizarme. Debo evitar problemas con ella, pues de lo contrario nos vamos a joder todos. Necesito enfriar mi cabeza si no quiero perderla completamente y terminar haciendo una locura. Debo recordar lo que quiero, que es casarme y descargar toda mi frustración sexual con mi marido… ¡A la mierda! Ese cuerpo de Samui me está llamando a gritos. Realmente… De verdad quiero tener ese cuerpo para mí, para poder disfrutarlo…
Mei hacía lo posible para despejar sus ideas, pero eso era sencillamente imposible. De alguna manera quería acostarse con aquel portento que era la rubia de Kumo, pero lo importante era el avance de las conversaciones diplomáticas. No podía cagarlo todo al último momento.
Pero nuevamente volvía al punto de partida y deseaba echarle mano a ese cuerpo. Mei corre entonces al baño para darse una ducha fría, aunque sentía que lo más probable es que igual se masturbaría varias veces pensando en Samui.
Al día siguiente
Samui se presentó en la oficina de la Mizukage bastante temprano. De hecho, llegó antes que la propia Mei, y pacientemente la había estado esperando en la puerta.
─ ¿Ha tenido una buena noche? ─ dice Samui con curiosidad notable, más allá de que su gesto no había mutado mucho del acostumbrado.
─ La tuve, muchas gracias ─ responde Mei con toda la calma que podía ─. Muy bien, ¿pasamos y nos ponemos a trabajar?
─ Con gusto, Mizukage-sama.
La realidad era que Mei apenas había descansado, todo por pensar justamente en lo que el cuerpo de Samui podría esconder tras esas molestas capas de ropa. Buena parte de la noche se había dedicado a masturbarse, llegando a perder la cuenta después de la cuarta vez que se había venido, y con todo y eso seguía sintiéndose condenadamente excitada por sólo pensar cómo se verían realmente los pezones de la rubia de Kumo. De cualquier modo ambas se sentaron y revisaron todos los documentos que estaban allí referentes a los tratados de cooperación comercial y diplomática existente entre ambas aldeas, y si bien no fue una tarea demasiado larga, a la Mizukage se le complicaba un poco seguir el hilo de lo que había que hacer, o qué detalles del acuerdo podrían cambiar para mejorar las relaciones entre ambas aldeas. De entrada el trabajo marchaba bastante bien, nada malo que reportar de parte de ninguna de las dos féminas en la habitación, y tampoco había entrado nadie a molestar con avisos inútiles.
─ De estas frutas estamos teniendo pocas importaciones ─ Samui señala uno de los documentos a Mei ─. Raikage-sama me ordenó que le solicitara un mayor cargamento de estas frutas en los envíos regulares.
─ En ese caso deberé revisar qué tal las exportaciones a otras aldeas, o si tenemos la capacidad para extender la producción de nuestra aldea y otras aldeas vecinas, y dependiendo del resultado podría proponer al consejo una mayor cantidad de nuestros productos para enviarlos a Kumo.
─ Me honra que considere esta petición, Mizukage-sama.
─ No hace falta tanta pompa a la hora de referirte a mí, Samui-san.
─ Es usted bastante amable.
Ambas siguen revisando, pero para este punto Mei nuevamente estaba desvariando su atención. Desde donde estaba podía ver el escote de Samui, notando que estaba usando un sostén negro debajo de su indumentaria. Mei traga con dificultad. Estaba agradecida de ser mujer, pues de ser hombre no conocía la existencia de ningún jutsu en la faz del planeta que pudiese disimular de manera efectiva la erección que sufriría solamente con esa vista tan sensual que tenía de la rubia. El movimiento de esos senos de un lado a otro tampoco ayudaba. Mei sentía que en cualquier momento se le saldrían los ojos de tanto enfocarse en esos enormes globos de carne.
─ Disculpe, Mizukage-sama.
─ ¿S-sí?
─ ¿Por qué me mira tanto? ¿Acaso estoy haciendo algo mal?
─ ¡No! Quiero decir, hasta ahora vas bien, Samui-san. Disculpa si te estoy incomodando, es que ando con algunas preocupaciones con respecto a unos ascensos a jounin que tengo pendientes para la tarde, y a veces esos pensamientos me generan dificultades.
─ Ah, ya veo. Pero no se preocupe de si me incomoda o no, porque la realidad es que no me siento incómoda. Sólo me generaba curiosidad lo que estaba haciendo.
─ Y-ya veo. Me alegra saber que no se siente mal por mi culpa.
Mei sentía que le iba a dar algo. Samui estuvo a nada de descubrirla, pero de alguna manera la pelirroja había logrado mantener su tapadera. Quién sabe qué tan grandes serían los problemas en que Kiri se metería con Kumo si al Raikage le llega un informe de que la Mizukage tiene pretensiones incorrectas o le genera incomodidad de manera innecesaria a sus shinobis enviados. Sería el acabose para ella, sin lugar a dudas. Necesitaba centrarse nuevamente en el trabajo, olvidar el tema del cuerpo de Samui y…
─ Hace mucho calor ─ Samui mira el aire acondicionado, notando que estaba apagado ─ ¿Me permite activarlo para trabajar mejor, Mizukage-sama?
─ Encantada te lo permitiría, pero es que está descompuesto, y los técnicos no vendrán hasta pasado mañana ─ responde Mei con un tono de disculpa ─. Realmente lamento que esto te signifique un problema para trabajar. Si quiere podemos trasladar los papeles a otro lugar y…
─ Si no se puede hacer nada, entonces yo misma debo tomar medidas ─ Samui se quita entonces la camiseta que llevaba, quedando únicamente su sostén para proteger mínimamente el aspecto de sus pezones ─. No permitiré que un poco de calor detenga mi trabajo. Por favor sigamos, Mizukage-sama.
Aquello era como una condena para Mei. Ahora no solo podía ver más de esas enormes tetas que tenía Samui, sino que también podía detallar más el abdomen de la rubia, hasta la última marca en aquel trabajado cuerpo que revelaba que era más fuerte de lo que podía verse a primera vista. Mei sentía que se le cortaba la respiración, y ahora le costaba todavía más quitarle los ojos de encima.
─ S-Samui-san, ¿por qué se quitó parte de la ropa?
─ Dije que era porque me estaba dando calor ─ responde Samui sin levantar la mirada del papeleo ─. Además somos mujeres, por lo que no debería significar gran cosa, ¿verdad?
─ Nunca se sabe, Samui-san ─ ¡Claro que significaba mucho para ella! Ese cuerpo divino que tenía Samui simplemente no podía ser pasado por alto por la Mizukage, especialmente cuando ya tenía aquel desorden hormonal por las nubes ─. P-pues creo que también me está dando algo de calor. Tendré que quitarme también la ropa…
Al ser el vestido de Mei de una sola pieza, el hecho de quitárselo implicaba que sólo se quedaría con su ropa interior y las medias. La propia Mizukage no tenía en absoluto un físico despreciable, sino todo lo contrario. Pese a que no era ya ninguna jovencita de veinte años, la verdad es que su físico estaba muy bien cuidado, además de tener un toque de belleza que sólo podía portar con una madurez bien llevada. Samui se la queda mirando, haciéndola sentir algo intranquila.
─ ¿Luzco muy atrevida así?
─ Eso depende de cómo luzca a la vista del ciudadano promedio de Kiri. A mí simplemente me llama la atención que haya tomado la misma iniciativa, Mizukage-sama.
─ Jaja, pues ya ves.
─ Y todavía hace algo de calor. Realmente es usted admirable por trabajar todo el día de esa manera.
─ Nada de eso. De vez en cuando salgo para que me dé el aire, además que usualmente la puerta suele abrirse mucho para mandarme más y más informes, por lo que de esa manera el aire circula un poco por lo menos.
─ Ya veo ─ Samui mira entonces cómo ambas tenían sus torsos bastante al descubierto ─. Y en la circunstancia en que estamos sería desventajoso para nuestra imagen que alguien abra la puerta sin avisar. Si me lo permite puedo echar el seguro de la puerta, Mizukage-sama.
─ De acuerdo. Siéntete libre de hacerlo.
Samui entonces se levanta y va hasta la puerta para echar el pestillo, y después de eso se quita la falda y las medias, quedando únicamente su ropa interior, para sorpresa de Mei.
─ Espero no ser demasiado inoportuna haciendo esto, Mizukage-sama.
─ N-no… Está bien. Tú bien lo dijiste. Somos mujeres, así que no debería haber ningún problema. Lo que es más, también debería estar así, para garantizar que no me va a dar un golpe de calor.
Mei se quita las medias para así quedar también con su ropa interior y nada más. Y de esa manera ambas quedan semidesnudas, revisando más papeles, aunque el trabajo en cuestión no dura mucho. De hecho, para ese punto estaban revisando los últimos documentos, y Mei sentía que podría respirar tranquila un rato.
Pero otra vez su lujuria la traicionaba. No podía dejar de mirar las hermosas curvas de Samui, ver el contorno de un culo que lucía mejor de lo que se había imaginado, hundir la vista en esas tetas que recibían cada gota de sudor del cuerpo de la kunoichi de Kumo. Se preguntaba si ella tenía novio, pues en ese caso no dudaba que aquel era el hombre más afortunado de todo el país del Rayo como mínimo, teniendo libre y feliz acceso a tal cuerpo de diosa. Se imaginaba a Samui siendo una tigresa en la cama, usando sus tetas, su culo, sus hermosas piernas, todo para dar placer al bastardo afortunado que estuviera a su lado. Mei se tiene que morder el labio para no exteriorizar la frustración que le generaba la idea de que alguien más pudiese sacar provecho de las bondades físicas de Samui mientras que ella debía conformarse con mirar.
─ Parece que hemos logrado anotar todos los detalles que tenemos que trabajar en los próximos días, Mizukage-sama ─ dice Samui mientras ordenaba a conciencia los documentos que le había tocado revisar ─. Han sido más puntos de los que esperaba, pero al menos podemos descansar un rato y pensar en las siguientes líneas de acción para los próximos días.
─ Sí, y esto ha sido gracias a tu colaboración, Samui-san. Realmente no tengo cómo agradecerte.
─ No te preocupes por eso. Además, hay otra cosa que me gustaría hablar con usted.
─ ¿Y esa cosa es?
Samui no contesta. Simplemente se levanta, deja en su lugar los documentos ordenados y vuelve al lado de Mei para, sin previo aviso, quitarse lo poco que le quedaba puesto. Mei queda boquiabierta al ver cómo los detalles finales de la anatomía de Samui eran revelados tan cerca de sus ojos, en vivo, y encima siente que le temblaban las manos.
─ ¿S-Samui-san?
─ Usted no puede engañarme, Mizukage-sama ─ Samui se acerca todavía más, casi al punto de hundir el rostro de Mei entre sus enormes y redondas tetas ─. Sé que me has estado comiendo con la mirada desde que nos presentamos por primera vez. Me deseas, ¿no es así?
Desde luego, Mei pecaba de ingenua al pretender que Samui no se iba a dar cuenta de nada, si es una kunoichi igual que ella misma. No podía ser tan descuidada y esperar que no pasara nada. Incapaz de apartar la mirada de aquellos apetitosos pezones que parecían invitarla a saborearlos, Mei tenía problemas para responder, y Samui sonríe de manera maliciosa al ver que estaba en lo correcto.
─ Lo suponía. Raikage-sama me instruyó que estuviera a disposición de cualquier cosa que Mizukage-sama desee, siempre y cuando no sea dañina para los intereses de Kumo. Y de momento no veo que esto signifique un perjuicio para los intereses de mi aldea, así que no veo razón para negarme, además que debo confesar que la idea se me antoja interesante, y su cuerpo también se me hace tentador ─ Samui toma la barbilla de Mei para alzarla y hacerla mirarla a los ojos ─. La pregunta en ese caso es ¿Quiere dar rienda suelta a sus deseos, Mizukage-sama? ¿Qué es lo que usted quiere?
Mei no podía aguantar más. Rápidamente se pone de pie y se quita la ropa interior, quedando de ese modo completamente desnuda como Samui mientras la mira con deseo desenfrenado. Si la rubia no le veía ningún problema y estaba dispuesta a complacerla sexualmente, entonces no había razón para contenerse. Era algo bastante conveniente, pues Mei cada vez se sentía menos capaz de aguantar.
─ Samui-san… Quiero tu cuerpo… Y lo quiero ahora…
─ Si así lo ordena Mizukage-sama, pues así se hará.
Samui se acerca, cortando completamente la distancia que había entre ellas hasta que las tetas de ambas se aprietan mutuamente, sus cuerpos se pegan por completo, y las bocas de ellas tienen un primer encuentro que no resulta tierno en absoluto, sino que más bien resultaba dinámico, desesperado, hambriento, especialmente de parte de la pelirroja. Mei mete su lengua en la boca de Samui como si estuviera urgida por probar su saliva y devorarle completamente la boca, mientras que la rubia rodea a la Mizukage con sus brazos y se dedica a apretarle el culo una y otra vez, como si el tacto de sus nalgas resultase lo más placentero y delicioso del mundo. Los pechos de ambas se restriegan mutuamente, y de tanto en tanto era posible ver sus pezones asomándose de manera breve, y en un par de ocasiones hasta se podía ver restregando de manera mutua aquellos picos rosados. Mei rápidamente había perdido la cabeza, y ahora era simplemente imposible que se eche para atrás. La bestia de su lujuria había sido desatada, y ahora no tenía manera de domarla de nuevo.
Definitivamente no iba a parar hasta estar completamente satisfecha, hasta saciarse con ese cuerpo de diosa que tenía pegado al suyo.
Samui deja por un momento la boca de la Mizukage para atacar su cuello a base de besos y lamidas sin disminuir la intensidad en lo más mínimo. Mei estaba completamente desbordada por los estímulos, y Samui fácilmente podía notar aquello, lo que llevaba a que siguiese así, manteniendo el ritmo y sacándole gemidos sin darle tiempo a respirar siquiera.
Era lo que la pelirroja había querido desde el mismo primer segundo en que había visto el espléndido físico de Samui, y ahora podía comprobar que lo que estaba recibiendo se sentía incluso mejor. Realmente estaba necesitada de este tipo de placer luego de mucho tiempo de privación sexual por sus responsabilidades. Cada roce de su piel, cada beso, cada toque de esos habilidosos dedos, todo cuanto hacía Samui se sentía como el paraíso mismo. Sus propios intentos por masturbarse no podían compararse tan siquiera a nada de lo que sentía de la mano de esa ardiente rubia extranjera.
─ ¡Oh, sí! ¡Más! ─ rogaba mientras Samui mordisqueaba y dejaba chupetones en varias partes de su cuello.
─ Si Mizukage-sama lo pide, eso es lo que le daré ─ Samui ahora lleva su mano hasta la entrepierna de la pelirroja, usando sus dedos para frotar sus labios vaginales ─. Me pregunto qué tan efectivo es este movimiento si uso mi chakra para mejorar el estímulo.
─ Es tan bueeeno ─ Mei no se podía creer lo bien que se sentía el toque de Samui. Su cuerpo no podría jamás tener suficiente de algo así de bueno ─. ¡Síiii! Me encanta, Samui-saaaaaaan.
Otra vez las dos féminas se besan, esta vez por la iniciativa de Mei. La pelirroja estaba completamente fuera de control. No quería otra cosa que no fuese dar y recibir placer de esa candente y hábil enviada de Kumo. Sabía que ella era la indicada para echar por la borda toda esa frustración sexual que tenía acumulada, y ahora quería hacerle de todo y disfrutarla hasta que sus fuerzas se agotaran, además de ver también agotada a Samui por la lujuria. Estaba segura de que esa visión sería la culminación perfecta para lo que estaban haciendo.
Luego de un buen rato en que todo se resumía en aquella salvaje batalla de lenguas y en los dedos de Samui moviéndose rápidamente sobre la superficie de la flor de Mei, era momento en que la Mizukage, dejándose llevar por las ansias, quiso probar algo más y tumbó a Samui sobre el escritorio. Acto seguido Mei levanta una pierna de su invitada para así facilitar la unión de los coños de ambas.
─ E-esa postura… ─ Samui estaba sorprendida.
─ ¿Te han puesto así alguna vez? ─ dice Mei mientras se relame los labios con lujuria ─ No te preocupes, Samui-san. Vas a ver que esto se siente genial. Ya verás que no he perdido la práctica.
Y Mei empieza a frotarse frenéticamente con Samui. La Mizukage se daba un gusto sintiendo cómo su clítoris se rozaba continuamente con el sexo de Samui, y de tanto en tanto podía chocar con el clítoris de la rubia, desencadenando una explosión de placer que para Mei no tenía límites. Pronto para la conciencia de Mei no había espacio para otra cosa que no fuera sentir el placer que ese frote de vaginas le estaba dando, y eso la empujaba a ir todavía más rápido. Samui estaba prácticamente en las mismas condiciones, al punto de que ella misma acababa moviendo también sus caderas para reforzar ese frenético frote entre ambas. No había espacio para la paciencia ni para la sutileza. Mei tenía el control en ese momento, y lo que quería era descargar su lujuria rápido y con fuerza.
El muslo de Samui se sentía de maravilla. Esa piel tan suave, esos músculos tan bien trabajados, eran algo que Mei podría manosear y apretar todo el día y no se cansaría. No tenía dudas de que Samui habría pasado por procesos de entrenamiento que dentro de Kumo serían de máximo nivel para tener como resultado ese físico tan perfecto y deseable, y ahora tenía la oportunidad para, por sí misma, disfrutar de ese cuerpo. El día que Mei se encuentre con A estaba segura de que se cansaría de darle las gracias.
─ ¡Ohhh! Mizukage-sama… Es usted tan… buena… ¡Ahhh!
─ Me encanta… Amo tu cuerpo, Samui-san… Eres la mujer más hermosa… ¡Ahhh! Síiiii… Que he visto en mi vida… No puedo… pensar con claridad… ¡Oh, yeah!
La rubia estaba prácticamente en las mismas condiciones que Mei. El frote entre ambas no se detiene hasta que ambas sienten que estaban por correrse juntas, y todavía así tratan de acelerar todavía más el ritmo para sentirse en la gloria. En la cabeza de una, el coño de la otra era sin duda un tesoro al cual debía sacarle provecho al máximo. Era prácticamente un deber autoimpuesto.
─ Me vengo, Samui-san… Me vengo, me vengo, me vengo… ¡ME VENGOOOOO!
─ ¡ME VENGO, MIZUKAGE-SAMAAAAAAAA!
Ambas gimen y gritan con todas sus energías. No tenían idea de si estaban siendo escuchadas afuera de la oficina, pero de momento eso las tenía enteramente sin cuidado. Hacía un intenso calor en ese lugar, pero todavía no era suficiente. Mei y Samui estaban deseosas de más calor todavía, incluso si se derretían por ello. Ese orgasmo que acababan de tener no era más que el comienzo de mucho más placer que estaban a punto de dar y recibir de manera mutua, de eso estaban seguras.
La primera en reaccionar es Samui, la cual lleva su rostro hasta la vagina de Mei y empieza a lamerla para sorpresa de la pelirroja.
─ ¡Ahhh! S-Samui-san…
─ Me disculpo por mi brusquedad, pero es que en Kumo no nos gusta perder. Considere esto como una revancha de mi parte.
La lengua de Samui probaba cada parte de los pliegues de Mei, no dejando un solo centímetro de esa jugosa y sensible parte sin lamer. Se notaba que Samui era buena en esas cosas. Mei no tenía idea de qué clase de "entrenamiento" habría tenido para desarrollar semejante habilidad para complacerla, y francamente le daba igual. En ese mismo momento tenía a esta rubia perfecta y hermosa para ella sola, y eso era lo único que le importaba.
Aprovechando que ambas estaban sobre el escritorio de la Mizukage, y haciendo caso omiso a los folios y demás materiales que habían allí, Samui se acomoda para estar en posición 69 con Mei estando abajo. De ese modo Mei podía llegar a sentirse dominada, pero la realidad es que no le importaba mucho esa situación, sino todo lo contrario. Podía hasta ser divertido estar así, por lo que deja hacer a la rubia mientras se centra en el coño de Samui e introduce su lengua hasta el fondo.
Una vez más, no había espacio para sutilezas. Samui no estaba siendo suave en lo absoluto, y Mei tampoco iba a serlo. Ambas se lamen mutuamente con toda la fiereza que eran capaces de mostrar mientras eran envueltas por el mayor de los placeres que sus cuerpos podían recibir. Mei podía ver el ano de Samui en todo su esplendor, y aquello le daba una grandiosa idea. Si metía sin avisar un par de dedos en aquel fruncido agujerito, seguramente sería capaz de hacerse con el control de la ronda, por lo que justamente eso hace.
─ ¡Ohhh! ¡Mizukage-sama, eso es jugar sucio!
─ Gracias por el cumplido ─ Mei guiña un ojo antes de seguir lamiendo y aprovechar la situación ventajosa en que se encontraba.
Pero la ventaja de Mei no iba a durar mucho tiempo. Dos podían jugar ese luego, y Samui también mete dos dedos en el culo de Mei y empieza a moverlos con ánimo al tiempo que usa nuevamente su chakra para estimular a la pelirroja. De esa manera la contienda sexual estaba nuevamente igualada, y ninguna de las dos daba su brazo a torcer. El objetivo era clarísimo, y era hacer que la otra se corriera antes y de la mejor manera posible. Una batalla en la que ambas lo estaban dando todo, e igualmente lo iban a disfrutar en grande.
Mei se sentía bastante afortunada pudiendo agarrar el culo de Samui como mejor le plazca. El poder apretar a gusto esas nalgas en sí mismo era un placer indescriptible, y Mei estaba segura de que jamás tendría la suerte de poder hacerlo con una mujer que esté igual de buena que Samui, o por lo menos no esperaba lograrlo con ninguna otra mujer de Kiri. Definitivamente Kumo debía compartir su secreto para haber logrado formar a semejante portento como Samui, y Mei misma deseaba también dominar ese manejo tan exquisito del chakra que estaba mostrando Samui.
La rubia de Kumo introduce completamente su lengua para llegar tan hondo como le fuese posible en el interior de Mei. Le encantaba el sabor. Perfectamente podría estar horas allí si las fuerzas conseguían acompañarla en ese frenesí sexual. Mei estaba exactamente igual. Seguirían así hasta quedar extenuadas.
─ Esto… Me vengo de nuevo, Samui-san…
─ Y-yo también me vengo, Mizukage-sama…
Eso, lejos de hacerlas parar, sólo las animaba a redoblar esfuerzos. La idea fue siempre obtener y dar el mejor orgasmo posible, y no iban a echarse para atrás cuando estaban justamente logrando el objetivo. Mei abre completamente las nalgas de Samui y juega con su agujero para que la corrida de Samui fuese todavía más intensa, y Samui hacía lo propio con Mei. Ambas estaban sudando mucho, en parte por lo que estaban haciendo y en parte por el calor que estaba haciendo en esa habitación. Pero eso igual no iba a detenerlas. Disfrutarían el encuentro hasta lo último que pueda el mismo darles.
Ambas sienten finalmente que sus coños se estaban contrayendo, como queriendo apresar la lengua ajena mientras disparaban sus líquidos. El orgasmo que estaban recibiendo era incluso mejor que el anterior, y eso que Mei sentía que venía del mejor sexo de toda su vida, y ahora esa idea se viene abajo en apenas minutos. La pelirroja no se podía creer lo bueno que había sido para ella tener semejante oportunidad al lado de Samui.
El grito que ambas hembras dan perfectamente podría resonar en toda la mansión de la Mizukage. Podría ser que varios subordinados se preocupen y vengan para tratar de abrir la puerta, pero a Mei no le importaba en lo más mínimo todo aquello. Acababa de tener el mayor placer de su vida al lado de aquella rubia de portentosas proporciones que ahora se dejaba caer a su lado. Sus cuerpos estaban perlados de sudor, sus vaginas, muslos y rostros estaban empapados con sus propios fluidos, pero eso no las molestaba, sino que hasta les alegraba. De momento sólo necesitaban un momento para recuperar el ritmo normal de sus respiraciones.
─ Ha sido… espectacular ─ dice Mei casi con un suspiro.
─ Ha sido un placer… Mizukage-sama ─ Samui se notaba igual de complacida.
Al día siguiente
Haber limpiado y aireado la habitación antes de que sus empleados entrasen a ver lo que había pasado no había sido fácil para Mei, pero lo había logrado. Sus gritos ciertamente generaron preocupación, pero la pelirroja fácilmente pudo barrer todo bajo la alfombra diciendo que se había tropezado y se le habían caído varios libros encima mientras Samui la estaba ayudando. Seguía siendo algo sospechoso, pero los anbu de Kiri lo dejaron pasar por tratarse de la Mizukage y lo amenazante que podía poner su rostro si se atrevían a contradecirla.
Y ahora que estaba empezando otro día de arduo trabajo y habiendo abierto las ventanas para no permitir que el calor se acumule ahí (y para que tampoco se acumule ningún posible rastro del lascivo aroma del día anterior), Mei estaba revisando un montón de papeles con solicitudes de aldeanos de campos vecinos solicitando los servicios de Kiri. Otro día más en la oficina, como quien dice.
─ Disculpe mi intromisión, Mizukage-sama ─ aparece nuevamente Samui, para sorpresa de Mei.
─ ¡Vaya! ¿Qué te trae nuevamente, Samui-san? Pensé que estabas enviando un nuevo reporte a Raikage-sama.
─ He dejado que Karui y Omoi se encarguen de esa tarea. De momento me preocupa más una solicitud que me envió Raikage-sama el día de ayer ─ la rubia le acerca un pergamino a Mei para que lo leyese ─. Raikage-sama está solicitando que Kiri reduzca el cobro de impuestos de los productos de Kumo dentro de Kiri a un 7%.
─ ¿Tan poco? ─ Mei alza una ceja extrañada ─ Pero si hasta ahora nos ha ido bien cobrando nada más un 10%, Samui-san.
─ ¿O sea que no hay la posibilidad de reducir el cobro? ─ Samui se acerca de manera sensual a Mei, permitiendo que viese sus tetas bambolearse.
─ B-bueno… Supongo que si reviso bien las cuentas de la aldea, podría haber la posibilidad para reducir un poquito el cobro de los impuestos de los productos que traen de Kumo. Supongo que al menos eso puedo hacer.
─ Sabía que usted era una persona magnánima y razonable, Mizukage-sama ─ dice Samui haciendo una reverencia que permitía volver a ver sus tetas a detalle y da la media vuelta para irse ─. Por cierto, si esta noche no tiene nada que hacer, podría venir para "atender" cosas con usted.
─ Por mí está perfecto, Samui-san. Gracias por el ofrecimiento.
La rubia finalmente se va, y Mei sonríe de lado mientras suspira. Tal vez aquello había resultado ser demasiado maravilloso para ser de gratis, pero no podía arrepentirse. Había salido ganando de muy buena manera.
Sólo quedaba apurar a quienes tienen que arreglar el aire acondicionado para que lo hagan esa misma tarde, y es que no podía esperar más. Y también tendría que designar de una vez a una kunoichi adecuada para enfrentar al Raikage con el tema de los acuerdos. Ciertamente no tenía bajo su mando a nadie (o no se le venía nadie a la cabeza) que estuviese igual de buena que Samui, pero igual mandaría a alguien que por lo menos sea digna de representar un gesto de agradecimiento ante A. El Raikage se lo había ganado, y con eso Mei estaba segura de que estrecharía los lazos entre ambas aldeas.
─ Nunca trabajar en pos de los intereses de Kiri me había parecido tan divertido ─ dice Mei para sí misma con una media sonrisa.
Fin
¿Y bien? ¿Les gusto este lemmon MeixSamui? ¡No los escucho! Ok, espero que les haya gustado. Hay todavía bastantes emparejamientos inéditos, y puede que quieran darme ideas y tal. En todo caso, tendría que hacerlo para el mes de enero, que tengo otras cosas pendientes, pero no duden en dejar sus ideas, que las leo. Pásenlo bien y que la creatividad los ilumine.
Hasta otra
