Hey, aquí ando de vuelta con otro fic, de nuevo espero y este material sea de su agrado, intentaré actualizar de manera regular, sin lapsos muy largos entre cada capítulo, quisiera agradecer de a todos aquellos que han seguido dejando reviews en mi fic pasado "Ladrona en industrias futuro" gracias a todos, no suelo pasarme muy seguido por aca, una disculpa por eso, en verdad gracias por el apoyo, si todo va de acuerdo al plan seguro que publico más de una historia, espero concluir una de Life is Strange que comencé hace rato... y tal vez abrir algún one shot the Bubbline, claro un poco más de Korrasami y eeeen fin, aquí les dejo el inicio de este fic ;)
El cielo se encontraba despejado, ni una nube opacaba el brillante azul que cubría a los marineros, ni rastros de la terrible tormenta que agitó los mares la noche anterior, el mar se encontraba calmo y parecía un día perfecto para pescar, los hombres iban y venían por la pequeña embarcación preparando las redes que iban a lanzar al agua.
- Todo listo capitán. Decretó uno de los pescadores.
- Lancen la red. Ordenó el hombre de barbas blancas, el marinero con más edad y experiencia, el capitán Tanaka, todo marchaba con normalidad hasta que se escuchó una exclamación de uno de sus marinos.
- ¿Qué ocurre Will? Preguntó el viejo capitán al más joven de sus hombres que se encontraba asomado por la borda del barco señalando algo en el agua.
- ¡Allá! Parece ser una chica.
Las tupidas cejas blancas del capitán se juntaron mientras el hombre intentaba enfocar el objeto que era señalado por sus pescadores, efectivamente, en el mar se podía divisar lo que parecía ser un témpano de hielo del grosor de un colchón de cama y con forma ovalada encima del cual reposaba el cuerpo de una joven mujer de tez morena, la chica parecía estar dormida o inconsciente, no respondía a los llamados de los marineros, confundidos y alarmados decidieron mandar a uno de sus hombres con un salva vidas con el fin de revisar el estado de la misteriosa chica, el capitán observó de forma atenta mientras se llevaba acabo el rescate.
- ¡Está viva! Afirmó el pescador al llegar a ella, luego de cerciorarse de que no tuviera heridas aparentes la tomó entre sus brazos para llevarla hacia el barco, Tanaka arrugó la nariz sin despegar su vista del témpano de hielo ¿De donde había salido esa chica? ¿De donde había salido semejante trozo de hielo? Los polos se encontraban demasiado lejos de esas aguas, no había manera de que hubiese llegado flotando desde aquellos territorios hasta donde estaban, a penas iniciaba el otoño, cualquier trozo de hielo se habría derretido antes de llegar ahí, una vez en el barco la chica fue llevada al dormitorio del capitán donde se le dejó reposar.
- ¿Qué haremos con ella? Preguntó uno de los marinos al capitán.
- Pregunta más absurda, hay que volver al puerto, no sabemos en que condiciones se encuentra, necesita atención médica, la dejaremos en el puerto y volveremos al mar de inmediato a continuar con la pesca, no podemos darnos el lujo de perder el tiempo pero tampoco podemos dejarla sin atender.
Lentamente comenzó a abrir los ojos ¿Dónde estaba? Suspiró, su mirada era borrosa, sus pensamientos confusos, su cuerpo estaba entumido y dolorido.
- Maldición… - Musitó cubriendo sus ojos con la mano derecha, hacía tiempo que no se sentía tan apaleada ¿Había ido a un entrenamiento? No, ya había terminado con eso, lentamente se enderezó en su lugar, al recuperar la visión comenzó a mirar alrededor, se encontraba en una extraña habitación de madera, no parecía un lugar conocido, bajo ella había un cómodo colchón, algo maltrecho y manchado pero a comparación con otras camas en las que había estado esta era una de las mejores.
- Veo que has despertado. – Se escuchó una voz femenina, al dirigir su mirada al marco de la puerta divisó a una pequeña de cabello castaño y ojos claros, sus vestimentas lucían limpias ¿En donde demonios estaba?
- Pareces confundida ¿Te duele algo? El médico te examino y concluyó que no tenías ningún trauma físico aparente.
¿Médico? Dios, no tenía ni idea de lo que esa joven mujer hablaba.
- Estoy bien. – Acertó a responder, al parecer su mirada la delató frente a los ojos de la pequeña chica pues esta sonrió de forma cálida y se acercó para tomar asiento en la silla que se encontraba enseguida de la cama.
- Me alegra escuchar eso, pero aún pareces confundida ¿Recuerdas algo de lo ocurrido antes de que te trajeran aquí?
Recordaba muchas cosas, podía arriesgarse a decir que recordaba todo a la perfección, todo menos la paliza que la había dejado dolorida y aturdida ¿Qué había estado haciendo antes de despertar en ese extraño lugar?
- ¿Quién me trajo aquí? – Cuestionó sin perder de vista todas y cada una de las reacciones de la chica que se encontraba frente a ella.
- Oh, ese fue el capitán Tanaka, es un hombre muy honrado, dijo que su tripulación la rescató en medio del mar cuando acababan de lanzar sus redes de pescar.
El mar, por un momento su mirada se perdió, recordaba grandes olas, lluvia torrencial, relámpagos y truenos ensordecedores, un auténtico infierno, sonrió de lado, que idiota había sido, al parecer su oponente de la noche anterior no había sido otra cosa que una implacable y furiosa tormenta marina.
- ¿Disculpa? – Escuchó la dulce voz de la pequeña.
- Dime. – Se apresuró a responder al darse cuenta de que se había perdido en sus pensamientos y había ignorado por completo las palabras que la joven le dedicaba.
- Lo lamento, comprendo que debes estar exhausta y aturdida, no debería exigirte demasiado, pero ¿Cómo te llamas?
- Korra. – Afirmó con una suave sonrisa. - ¿Y tú?
- Jinora, soy ayudante del médico aquí, me alegra que recuerdes tu nombre Korra, iré a avisar al médico que has despertado.
Médico, el lugar donde se encontraba debía tener un muy buen sustento de recursos para poder darse el lujo de contar con un alguien que se especializase en la salud, no paso mucho tiempo antes de que apareciera un hombre de tez morena en la habitación, de cabello largo color castaño obscuro y ojos azul celeste, se presentó a si mismo como Tarlok, parecía ser muy culto e inteligente, definitivamente se había dado el lujo de estudiar, atenta no le perdía de vista mientras este le hacía todo tipo de preguntas respecto a su condición física.
- Pues bien Korra, no parece que tengas ningún daño externo o interno.
- Me alegra escuchar eso. – Respondió intentando parecer aliviada, sabía que no tenía nada, había perdido la consciencia debido al esfuerzo físico que le había exigido su encuentro con la tormenta, una experiencia que preferiría no repetir, había sido algo estúpido de su parte.
- Ahora, si no te molesta tengo algunas preguntas que hacerte ¿Te sientes lo suficientemente bien como para responder? Jinora me explico que aún te encuentras algo aturdida.
- Estoy bien, intentaré responder lo mejor que pueda. – Tal vez el que le hubieran encontrado inconsciente en medio del mar no había sido tan malo después de todo, podía usar eso a su favor, podía decir que tenía pérdida de memoria y así se evitaría el tener que dar demasiadas explicaciones.
El hombre se disponía a comenzar cuando por fuera de la puerta de la habitación se escuchó la voz molesta de una mujer, aquello no podía tratarse de nada bueno, el médico, también preocupado por la discusión que se llevaba acabo en el pasillo, se disculpó y salió de la habitación.
- Lin, tranquila, es solo una jovencita, me atrevo a decir que no pasa de tener diez y seis años, no había nadie con ella, ninguna embarcación cercana o restos de algún accidente, tranquilízate.
- ¿Escuchas algo de lo que estás diciendo? ¡¿Pretendes entonces que crea que esta chica salió de la nada?! Disculpa por preocuparme entonces, parece que todo aquí está bajo control.
- Comprendo que es extraño, estaba a punto de comenzar con las preguntas para averiguar de donde viene.
- ¡¿Extraño?! Esa chica llego aquí con ayuda de una embarcación, por más que lo pienses, no hay manera de que pudiese llegar hasta este punto viajando sobre ese cubo de hielo desde alguno de los polos, la temperatura no lo permitiría, alguien la dejo aquí, a ella y a su inusual balsa, según mi razón me da a entender bien podría haber ya extraños caminando en nuestras costas ¡Hay que interrogarla!
- Lin, confía en mí, haré las preguntas que sean necesarias.
- Tú no eres el problema aquí Tarlok, ella lo es, muévete.
La puerta se abrió de golpe y tras de esta apareció una mujer de rostro severo, sus ojos verdes la miraron como si intentara ver a través de ella, sin muchos rodeos se acercó a la cama donde se encontraba reposando y habló con tono firme.
- Escucha mocosa, no tengo tiempo que perder, voy a hacerte unas preguntas que debes responder de forme breve, concisa y sincera. Primera pregunta ¿Viajabas sola?
- Si. – Respondió sin dudar, la verdad era que la figura de aquella mujer era imponente, vestía un uniforme militar y en su rostro se veía la marca de una cicatriz.
- ¿Cómo llegaste hasta aquí?
- No recuerdo… - Pretendió dudar un momento y parecer confundida. – Provengo de las tierras frías del sur, allí vivía con mis padres, antes de llegar aquí solo recuerdo que me introduje de polizonte en una embarcación que descansaba en el muelle, luego de dos días en el mar se agotaron mis reservas de comida y me vi forzada a salir en busca de alimento, esperé a que fuera de noche para que resultara más seguro salir de mi escondite pero... – Meditó un momento y con su mano izquierda comenzó a sobar su nuca. – No lo se, todo es tan confuso, caminaba por la embarcación rumbo al cuarto de reservas cuando de pronto todo se volvió negro, creo que alguien me golpeo por detrás, lo siguiente que se es que desperté en medio de una tempestad encima de un bloque de hielo, requerí de todas mis fuerzas para intentar no caer al agua en medio de las olas y la lluvia, cuando el mar al fin se apaciguó a penas tenía fuerzas, cerré los ojos y lo siguiente que recuerdo es que aparecí aquí. – Concluyó mirando fijamente los ojos de la mujer que la interrogaba.
- La embarcación a la cual subiste… ¿Sabes a quién pertenecía?
- No tengo ni idea.
- A las tierras frías del norte, a la gente del reino tierra, a la nación del fuego ¿Algo?
- Lo siento, no tuve tiempo de ver a quién pertenecía, yo solo quería escapar de casa y subí a la embarcación.
- Escúchame bien mocosa, más vale que lo que digas sea verdad o si no ten por seguro que serás la primera en caer.
Y así como había entrado también se fue, el lugar permaneció en silencio por un par de minutos antes de que el médico volviese a tomar protagonismo en la charla.
- Lo lamento, ella es Lin, nuestra líder militar, debes disculparla, se encarga de toda la seguridad del asentamiento y…
-Si, comprendo. – Lo interrumpió bruscamente, luego de su charla con aquella mujer comenzaba a darse una idea del lugar en donde se encontraba y quería confirmar sus sospechas, era importante saber con quien estaba tratando y en donde la estaban alojando. – Disculpa mi interrupción… pero ¿Dónde estamos? – El médico sonrió y rió un poco.
- Lin está perdiendo la cabeza por tu presencia y tú no tienes idea si quiera del lugar en donde te encuentras.
La morena sonrió. – La entiendo, pero no miento, vengo sola.
- Así parece, y bueno, te encuentras en los asentamientos de ciudad república.
Un profundo suspiro de alivió surgió de sus labios, había llegado, lo había logrado.
- Aún pareces cansada, recuéstate y duerme un poco, Jinora te asistirá si te hace falta algo, por favor no vallas a salir de esta habitación ya que eso causaría muchos problemas, toca en la puerta si necesitas cualquier cosa.
Asintió con la cabeza y observó como aquel hombre abandonaba la habitación, ahora se sentía un poco más tranquila, sin dudarlo ni un momento se recostó, debía descansar lo más que pudiera, sabía que tendría pocas oportunidades como esa una vez empezara su misión así que sin más cerró los ojos y disfrutó de la suavidad de la almohada que sostenía su cabeza, con su respiración volviéndose cada vez más pausada y profunda fue perdiendo la conciencia.
No estaba segura de cuanto tiempo más había dormido, pero era momento de despertar, su cuerpo seguía dolorido, pero eso era normal, la batalla contra el mar no había sido cosa fácil, se aseguraría de añadir eso a su lista de "cosas que no debía volver a intentar" se dispuso a abrir los ojos cuando frente a su cama diviso la figura de un joven, perezosa tallo sus ojos para obtener una mejor imagen de sus alrededores, el chico no parecía muy contento de estar ahí, alto, cabello negro y de ojos color miel, debía admitir que se trataba de un joven atractivo, en su pecho podía ver el escudo que lo identificaba como miembro de los asentamientos de ciudad república.
- Veo que al fin despertaste. – Señaló el joven.
- ¿Al fin? – Preguntó alzando una de sus cejas.
- Llevo un rato aquí esperando a que lo hicieras, Lin me asigno la tarea de cuidar de ti mientras vivas en los asentamientos.
- ¿Cuidar de mi? – Eso no podía ser bueno.
- Si, es natural, acabas de llegar, saliste de la nada, no podemos arriesgarnos a que estés planeando un ataque.
- Tranquilo, entiendo. – Suspiró, no podía hacer nada al respecto, como aquel joven lo había mencionado, era natural que aquellas medidas fueran tomadas frente a un extraño del que no sabían nada, ninguna precaución venía demás en aquellos tiempos, debería ganarse la confianza de las autoridades antes de poder mover un solo dedo.
- Bien. – Suspiró resignada. – Y ¿Cuál es tu nombre?
- ¿Disculpa?
- No me veas con esa cara, si vas a cuidar de mi significa que pasaremos mucho tiempo juntos ¿No? Empecemos con el pie correcto, mi nombre es Korra, provengo de las tierras frías del sur ¿Cuál es tu nombre?
- Mako. – Respondió a secas.
- Un gusto Mako. – El ambiente era incómodamente silencioso, aquel hombre no parecía para nada conversador, no tenía tiempo para cosas absurdas como intentar establecer amistad con sus guardias asignados, pero de nuevo, era cuestión de estrategia.
- Comienzo a sentir un poco de hambre ¿Sabes en donde puedo conseguir comida?
- Te traerán algo para comer en cuanto salga a avisar que has despertado, vuelvo, no vallas a salirte.
A medida que recuperaba las energías también comenzaba a perder la paciencia, quería salir de ahí y conocer los asentamientos, aquel lugar en el cual Ang había invertido gran esfuerzo y dedicación, era ahora que se percataba de que no había ventanas en aquella habitación de madera, uno a uno los minutos pasaban y no había señales de aquel "Mako" su estómago rugió, debía comer algo y pronto antes de que comenzara a sentirse de mal humor, no quería que algo tan absurdo le robase el entusiasmo que sentía por conocer esas nuevas tierras, cansada de reposar en la cama se enderezó para sentarse en la orilla, un par de minutos después se aventuró a ponerse de pie y una vez de pie comenzó a curiosear alrededor hasta que al fin llego a la puerta, en esta había un pequeño orificio a la altura de su rostro por donde podía ver a través, llena de energías y sin nada más que hacer se aventuró a asomarse, acercó su ojo lentamente a aquel orificio pero antes de que pudiese enfocar algo del otro lado la puerta esta se abrió, sorprendida pego un brinco hacia atrás evitando el golpe de la madera contra su rostro, cuando la puerta se abrió pudo ver tras de esta a una chica, cabello negro, largo y ondulado perfectamente acomodado sobre una chaqueta de cuero color vino, labios color carmín que resaltaban sobre el pálido color de piel de la joven y ojos color verde claro, parpadeo un par de veces antes de volver en sí.
- Lo lamento. – Se disculpó la elegante chica, con la ropa que vestía bastaba para concluir que se trataba de una de las pocas personas en el mundo con el poder suficiente como para preocuparse por la apariencia, debía tratarse de alguien importante ¿Pero quién en ciudad república?
- No hay cuidado, fue mi culpa, no tenía nada que hacer pegada a la puerta.
- No, insisto, debí llamar antes de entrar.
Ambas rieron al darse cuenta de lo absurdo que parecía tanta cordialidad por parte de las dos.
- De cualquier manera, lo siento, Korra ¿Cierto?
- Así es… y tú eres… - Respondió dando pie a que la pelinegra se presentase.
- Asami Sato. – Al escuchar aquel apellido todo encajo en su lugar, claro, los más poderosos dentro de los asentamientos de ciudad república, los Sato, era incluso absurdo el que llegase a preguntarse de donde había salido aquella elegante chica, tal vez su belleza había contribuido a su falta de lógica.
- Un gusto.
- Igualmente, decidí venir a presentarme ya que fue una de las embarcaciones de mi padre la que te trajo a este lugar, no se cuanto tiempo planeas quedarte aquí, pero claro que si tu visita no es breve necesitarás contribuir en algo a nuestra comunidad y para ello necesitarás un empleo y somos mi padre y yo los encargados de repartir el trabajo.
- Ya veo, debo agradecer a tu padre y a sus hombres por rescatarme. – Acertó a decir al concluir que aquello sería lo que una persona normal expresaría al ser sacada del medio del mar en tan precaria situación.
- No hay nada que agradecer, en nuestro asentamiento mantenemos la costumbre de ayudar a todo aquel que lo necesite, entre más personas se unan a nosotros tenemos más manos para ayudar a construir un mejor lugar para vivir.
- Una manera de actuar bastante inteligente.
La chica de rojo parecía ser agradable, era un tanto novedoso conocer a personas que adoptaran un comportamiento confiado y amigable desde la primera vez que se presentaban, aunque considerando su posición no era para menos, era la heredera de los Sato, dentro de sus territorios tenía el poder suficiente para hacer con las personas lo que se le viniera en gana ¿Por qué habría de ser cautelosa?
La chica Sato le ofreció salir a conocer el asentamiento, había estado esperando escuchar aquellas palabras todo el día así que sin titubear aceptó la invitación, antes de poner un pie afuera de la habitación sintió como su estómago gruñía reviviendo en su mente la sensación de hambre que había olvidado por completo luego de la sorpresa que se llevo cuando la puerta casi choca con su cara, Asami notó el extraño sonido que emergió de su abdomen y sonrió.
- Debes estar hambrienta luego de tan dura travesía, te conseguiré algo para comer en el camino, vamos.
Fue entonces que recordó el inexpresivo rostro del joven que antes se había marchado con la promesa de que volvería con algo de comida, al mencionar esto a la chica de rojo ésta arrugo el entrecejo y rodó los ojos.
- Si esperas a que Mako vuelva se acabarán las pocas horas de luz que aún nos restan, vamos, si estas conmigo no habrá problema, yo te vigilo.
No pudo evitar sonreír, la compañía de aquella chica resultaba ser más que placentera y en aquellos días eso era algo difícil de lograrse en el primer encuentro, o en el segundo, e incluso el tercero, la gente era cautelosa y desconfiada, lo cual no estaba demás, pero era agradable encontrarse con alguien que se saliera de los márgenes de vez en cuando.
El asentamiento, había escuchado varias anécdotas de aquel lugar pero era muy distinto verlo por si misma a tener que escuchar en base a las experiencias vividas por otras personas, sus ojos no dejaban de examinar todo a medida que caminaba por las calles, los restos del pavimento que pudieran haber quedado luego de los bombardeos habían sido removidos por completo, se caminaba y transitaba por calles de tierra, las pequeñas casas habían sido construidas de adobe, los recursos se transportaban en carretas jaladas por caballos, burros o bueyes, todas las casas contaban con pequeños jardines y huertas en las cuales la gente cultivaba sus verduras para el consumo personal, todo se conservaba de la manera más natural posible, se reducía al mínimo el uso de materiales compuestos creados por el hombre, a las afueras del asentamiento se podía observar un pequeño bosque, se notaba que las personas cuidaban de los árboles, sonrió, Ang había hecho un trabajo maravilloso en aquel lugar, lo más admirable era la cantidad de personas que habitaban ahí, según las anécdotas de Asami su población ascendía a los trecientos habitantes, todos laboraban de forma ordenada en sus puestos, había hombres en el campo labrando la tierra, mujeres separando el grano recién cosechado y otros dedicándose a levantar más casas de adobe, otros habitantes pasaban el día limpiando la tierra, buscando alrededor deshechos para poder clasificarlos y apartarlos a un lugar donde no contaminaran su frágil ecosistema, el agua también era inspeccionada a diario por hombres y mujeres que portaban redes con las cuales atrapaban cualquier resto de basura que pudiese llegar a aparecer, durante el transcurso Asami entró a un pequeño establecimiento del cual consiguió un plato de arroz blanco con un filete de pollo, con el hambre que tenía aquella sencilla comida le supo a gloria, no podía pedir nada más, poco a poco el sol se fue escondiendo en el horizonte hasta que de el no quedo rastro alguno, ambas habían terminado sentadas en una roca cerca de un acantilado obteniendo de él una vista hermosa al mar el cual reflejaba la imagen de la luna de manera tan fiel que daba la impresión de ser un enorme espejo.
- Ha sido un largo camino el que hemos recorrido para llegar hasta donde estamos, pero con esfuerzo y dedicación estoy segura de que podremos devolver al planeta la vida que él una vez nos regalo.
- Si… el trabajo que hizo Ang es digno de admirarse. – Tras este comentario el silencio reino por un momento, podía sentir como Asami la miraba con ojos expectantes, había cometido un error, hablar del Avatar no era algo que se pudiese hacer con naturalidad, había muchos conflictos alrededor del tema, se maldijo por dentro, se había dejado llevar por la actitud relajada de su acompañante hasta el punto de llegar a hablar sin detenerse a pensar sus palabras, un descuido fatal, los nervios no tardaron en hacerse presentes y la chica de la chaqueta roja pareció percatarse de inmediato, para su grata sorpresa en el rostro de su acompañante apareció una cálida sonrisa.
- Tienes razón, le debemos mucho al Avatar Ang. – Y así los ojos verdes de la chica volvieron a fijarse sobre el mar.
- Es extraño…
- ¿Qué cosa?
- Bueno, no siempre te encuentras con alguien que se muestre amable la primera vez que lo conoces.
- Bueno, tampoco es usual conocer a alguien que es seguidor del Avatar y lo comente de forma abierta sin conocer a la persona con quien platica.
Sonrió de lado al escuchar aquella respuesta.
- Aunque, en el asentamiento de ciudad república no es peligroso hablar de ello, somos uno de los pocos pueblos que seguimos al Avatar de forma abierta, la ayuda que hemos recibido de él es la que nos trajo hasta donde estamos, él limpió el agua y la tierra, purificó el aíre, sin su ayuda no podríamos trabajar la tierra o beber el agua, no tendríamos animales, se que a lo largo de la historia hay cosas que no se pueden olvidar con facilidad, pero no por un solo incidente se pueden olvidar los siglos y siglos de ayuda incondicional que el Avatar ha realizado a lo largo de todas sus vidas… no me importa cuantas personas estén dispuestas a asesinar a todo aquel que le defienda, nuestro pueblo lo apoya y eso no va a cambiar, así que eres libre de hablar del Avatar dentro de nuestros territorios, es solo que me sorprendió ver que un foráneo se atreviera a hablar del tema tan a la ligera.
- En realidad se me salió, no estaba pensando con claridad... resultaste ser tan buena anfitriona que bajé la guardia.
- Me halagas. – Sonrió la de ojos verdes, así ambas continuaron disfrutando de la vista, era una noche fresca, tal parecía que había tomado una buena decisión al iniciar su misión en aquel lugar, podía empezar con algo fácil y después ir escalando en sus viajes aumentando la dificultad de a poco para poder ir ganando experiencia, cualquier descuido podría costarle la vida, uno de los tantos riesgos de ser el Avatar en aquel mundo en agonía, el último maestro de los elementos y el único que había prevalecido desde hacía ya más de seis generaciones, querido por pocos y perseguido por los cabecillas militares a lo largo y ancho del mundo, tenía mucho que aprender y debía hacerlo pronto.
Y aquí termina este capítulo, estamos en la punta del iceberg, aún me falta mucho por escribir, ustedes disfruten y lean xD gracias a todos aquellos que se tomen el tiempo de leer este fic, ojalá y sea de su agrado ;) espero críticas y comentarios en los reviews, hasta la próxima, chau!
