/15/
.
.
.
— Eres muy bonita. —
— Espero que te guste, hija. —
— ¿Por qué no te juntas? —
— No porque eres bonita, significa que tengas razón. —
— La reina dorada. —
— Te queda bien el violeta, idiota. —
— La belleza lo es todo… —
.
.
.
Terminemos con esto.
.
.
.
Ring-ring-ring.
— ¡Aaaaah! —
Ring-ring-crack
— … —
El sonido de un objeto romperse se escucha en la habitación.
— Dios… —
La voz se queja por despertarse repentinamente. Había tirado un despertador a la pared, rompiéndola en cientos de pedazos. Los engranes, los cristales y las agujas adornaban el suelo.
— … Maravilloso. —
Esa voz procede a levantarse, suspira y se quita las lagañas de sus ojos. Viendo mejor, observa que su cortina está cerrada, inhala y exhala pesadamente.
Se sienta al borde de la cama, sus piernas de porcelana desnudas se emparejaban con el suelo blanco. Ahí mismo se estira la espalda, cuello y brazos. También se truena los dedos. Busca sus pantuflas que son de color morado.
Se levanta completamente, tronado su espalda en el proceso, tiene una melena desarreglada que caía por la gravedad. Camina un poco y se detiene un momento al encontrarse con un espejo grande.
Es una chica que ya hemos visto antes. Cabello rubio albino, cara bonita. Ella tiene una playera y un short morado con algunos bordes detallados. El color de sus ojos es violeta, al estar encerrada era más notable.
Sus pechos son de un tamaño promedio, no eran tan grandes como cierta madura, pero tampoco como cierta tabla. Da un pequeño brinco para hacer rebotar sus pechos, sonríe al ver que hoy están perfectos como nunca.
Mira un pequeño cepillo para el cabello. Toma su melena y se frustra que todos los días debía arreglarlo. Desea peinarse el cabello. Pero, primero debe tener luz en el cuarto. Directamente abre las cortinas. Permitiendo que el sol brille en su habitación.
— Mucho mejor. — Ella se encontraba en un edificio de tres pisos con un balcón.
Regresa a tomar el cepillo y con el apoyo de su espejo. Se empieza a arreglar su cabello. Pasada tras pasada, con delicadeza y elegancia. Ella nota su pasador morado favorito, se acomoda la frente, hace su flequillo, toma el pasador y se la coloca.
Se concentra plenamente en cepillarlo, cierra sus ojos y entonaba una melodía. A pesar de escuchar a los pájaros cantar, los cláxones de los autos y los gritos de los locales. Todos esos sonidos, la ignoraba completamente. Nada le va a importar más…
— ¡Señorita Astrid! ¿¡Se encuentra bien?! —
— Que fastidio… —
.
El siguiente paso: Preparación.
.
— Señorita, no entiendo por qué sigue rompiendo los relojes. —
— Clarissa, te he había comentado que estos artilugios baratos son demasiados defectuosos. —
Una chica de una estatura mediana y de cuerpo delgado, su color de piel crema, cabello castaño que está amarrado en dos coletas y un flequillo en forma de W. No tiene tantas curvas como la princesa que tiene en frente. Tiene su ropa de dormir aun, de un juego completo, playera y pants de color naranja.
Ella recoge todos los pedazos que se podían agarrar. Y los colocaba en el escritorio de la chica rubia.
Es una habitación estándar. Todos los muebles de madera. Un escritorio hay una lampara, una computadora, encima del mueble hay una estantería para guardar libros. Si lo vemos en una retrospectiva, mirando desde afuera en el balcón. La puerta se halla en el lado derecho con estos muebles.
En el lado izquierdo hasta el fondo, hay un armario grande, después esta una cama matrimonial, hasta el frente por donde está cerca el balcón, hay tocador con un gran espejo.
En el centro, hay un aire acondicionado de última generación. Toda la habitación está decorada con figuras de destellos o este coloreada en su mayor parte un color violeta o morada.
— ¿Cómo van a estar baratos, señorita? Sí estos despertadores son bastantes caros, podría morirme de hambre dos semanas por comprar uno. — Tomando una escoba y un recogedor para levantar y tirar las pequeñas cositas en el cesto de basura.
— No es mi culpa que no puedas comprar uno. — Se lacia el cabello sin mirarla.
— Eso duele, señorita. — Que ya había dejado a un lado la escoba y el recogedor. — Ya recogí todo, señorita Astrid. — Había dejado impecable el piso.
— Maravillo, Clarissa. Ahora si no te importa. — Busca su uniforme de la escuela. Un chaleco y una falda de color morado con líneas fucsia y botones blancos. Y una camisa blanca.
— Cierto, perdóneme. Con permiso. — Se despide la chica de cabello castaño. Dejándole privacidad a Astrid de cambiarse. La rubia suspira… pero no por ella.
Mira con atención su camisa. — … — Recordando el encuentro de ayer. Ella se había enfadado muchísimo por como termino. No sentía una victoria como tal. Y los sueños que ha tenido reciente agregaron ese recuerdo en su dormir. Se quita la playera de dormir, busca su brasier favorito, y se coloca tanto la ropa interior como la camisa. — Inculto. —
¿Puedes tener empatía por esta persona?
¿Habrá una solución para su forma de ser?
¿Su historia debe perdonarse?
— … — Se mira al espejo con un ceño fruncido. Respira un poco y su cara se pone neutra. Trata de elevar los lados de los labios para aparentar una sonrisa. — … — Se quita su short. Se queda con su braga explicita, ella le da un jalón. — Perfecto. — Procede a ponerse su falda de la escuela. — … — Se mira al espejo otra vez. Aunque no estaba completamente vestida. Se podía destacar que, aun así, es muy hermosa. Ahora sonríe naturalmente. — Un día más para verse bella… —
Otro día menos para lamentarse.
.
— ¡Espéreme, señorita! — Dice la chica de cabello castaño. Como si estuviera corriendo una maratón se pone a lado de Astrid. — Es muy… mala… conmigo… — Inhala y exhala rápidamente.
— Oh, eres tú. — No importándole demasiado de su llegada. — Me ves que tengo ganas de esperar ¿Querida? — Astrid habla sarcásticamente y va caminando hacia una dirección.
Ambas chicas están vestidas del mismo uniforme, las botas del mismo color y llevaban un pañuelo blanco en sus cuellos para combinar los colores de sus botones, traen una mochila convencional, Clarissa tiene una mochila medio infantil y Astrid uno simple pero bonito color. Se dirigen al Colegio de Kalos. El lugar más prestigioso para estudiar.
Al paso de ellas, un montón de personas que llevan el mismo uniforme que van caminando o pedaleaban en bicicleta con el mismo objetivo. Cada uno llevaba un estilo de peinado, vestimenta y mochilas.
— Mmh mou~ — Clarissa saca un pañuelo de su mochila y se quita el sudor de la frente. — … … … — Infla un poco sus mejillas y luego toma un poco de aire. Mira fijamente a la rubia.
— Será mejor que me dejes de mirar. — No la ve directamente, pero si siente esa presión. Astrid mira a su lado derecho, hay boutiques que van abriendo apenas. — Sé que soy hermosa. Pero, ya déjalo. —
— Tengo una pregunta señorita. — Clarissa mira el pañuelo. — ¿Ocurrió algo ayer? — Solamente vio como su "amiga" entro a su departamento directamente. Sin molestarse en "saludarla" por lo menos. Además, que había empujado a unas personas, algunas se quejaron y otras sintieron un tipo de bendición.
— No. — Niega cortantemente. Mira ahora a su lado izquierdo. Ve que hay unos jóvenes que están tomando café, los amigos riendo de la vida, y chicas arriba de las piernas de los chicos. — "Vulgares." —
— Comprendo. — No queriendo hacerla molestar, no dice de más. Se había quedado callada por unos segundos, el ambiente es incómodo, así que cambia de tema. — Señorita, muchas felicidades. Hoy se encuentra en el puesto 10. — Celebra Clarissa saltando de alegría.
— ¿Eh? — Se sorprende al escuchar eso. Voltea a ver a Clarissa, ya se había quitado lo sudorosa. — ¡¿Enserio?! — La toma de los hombros y ve que ella asiente feliz. — ¡Si! Pronto le quitaré el puesto y seré la número 1. — Ella llamo la atención de los chicos que van pasado. Algunos se sonrojan y otros tienen pensamientos pervertidos. Las chicas tienen celos y envidia de la rubia que va robando miradas desde hace rato. Pero, desde adentro sienten admiración y deseo en convertirse en ella.
El Colegio de Kalos, se rige por agrupaciones y clasificaciones.
Astrid entró por el Examen de Admisión en Conocimiento General. Así que, tiene que juntarse con los nerds. Ella los nombró así. Los que desean ser Maestros Pokémon, Artista Pokémon, Lideres de Gimnasio, Investigadores Pokémon, etc. Todos se deben de agrupar por como entraron. Esto es por la dura competencia en la vida laboral. Así que, no es raro encontrar personas presumiendo sus carreras. Astrid básicamente está estudiando Estudios de la Cultura y Comunicación.
— Que mala suerte… y yo bajé de 132 a 140. — Dice Clarissa algo triste. Había tenido una racha subiendo de puestos. Astrid aun esta extasiada por la noticia.
Y la clasificación, son de todos los estudiantes votan por una persona. Ya sea por apariencia, trabajos y reconocimiento. Ser el Primer Top es todo un privilegio. Puede hacerse o deshacerse la vida de un estudiante. Una carta de recomendación, un lugar fijo y el prestigio absoluto en la vida laboral. El primer lugar tiene total libertad en juntarse en otros grupos. Aunque es raro que se dé el caso. Pues siguen permaneciendo el mismo grupo donde ingresaron.
— Oh. Sigue intentando, querida. — Dándole igual. No le importaba tanto la situación de la chica. Todavía sonríe así misma.
Clarissa entró por Artista Pokémon. Fue una de las más altas en su Examen de Admisión en Habilidades Artísticas. Pero, la que se lleva en primer lugar es Astrid, casi llevándose el 100% de su examen. Y tal vez llegando al top examen nacional.
— ¡Muchas gracias por el apoyo, Señorita Astrid! — Clarissa le responde inocentemente. No distinguió el comentario sarcástico.
— Lo que digas… — Rodea sus ojos y sigue caminando. Clarissa va al paso.
¿Por qué Astrid no es top 1?
Si ella con creces terminó el examen en tiempo y forma.
Si ella era reconocida por las redes sociales.
Si ella es tan malditamente hermosa.
— Va de nuevo con ella. —
— Que asco. ¿No entiende ella que no se debe juntar con la Reina Dorada? —
— Esa plana no aprende su lugar. Después de meses cursos intensivo sobre las clases sociales. —
— Pero, está bien… la Reina Dorada es una nerd. Así que debe estar con su clase… los de Coordinación son tal para cual. Y por la forma que veo, la niña castaña es más su esclava. —
— Que vergüenza será egresar de esa forma. Tampoco podemos negar que la Reina Dorada es una mujer de clase alta. —
— ¡Ja! La Diosa Afrodita, ella si es una mujer con clase. —
— Di eso de nuevo y te mato. —
— ¡Inténtalo! —
— ¡Reina Dorada! —
— ¡Diosa Afrodita! —
Si… ella no estaba en top 1. Por Clarissa. Sí se le alejara de ella, tal vez, el día de hoy este en top 3. Y en poco tiempo darse con el primer puesto. Todas estas personas estaban opinando a sus costados. Las miran con una mala cara y de asco, recordándoles de donde provienen. Aunque no debería demorar tanto, mientras vean la belleza de la rubia, cambiaran de idea sobre Astrid nuevamente.
Sin embargo, Clarissa por su parte, bajaría puntos cada día más. Es así todos los días.
La belleza y la fealdad juntas en un mismo nivel que han decidido así la sociedad.
— … — A pesar de que ambas escucharon eso. Prosiguen a caminar a la escuela. Ninguna había mencionado nada. Clarissa bajaba su mirada, le dolía esos comentarios de los demás. Astrid solamente pensaba. Mira al cielo con algunas nubes. No eran gran cosa, pero… por un momento se dejó llevar por esas esponjosas nubes. Se pregunta internamente. — "¿Por qué hoy amanecieron más hermosa?" —
Demos el arco final.
De como llego a ser lo que hoy.
De como ella es un…
.
Desastre: Superficialidad.
.
_ Hace 10 años. ¿? ¿? Kalos. _
— ¿Astrid no vas a parar de comer? —
— ¿Eh? —
En una primaria local, estudiaba una pequeña niña. Donde todo su mundo era color de rosas y no había ningún peligro alguno. Esa niña es la mismísima Astrid.
Ella tiene calificaciones promedio, no sabe distinguir mucho los verbos y las matemáticas se le dificultaba a mas no poder. Podríamos decir que es la típica rubia tonta de la escuela. Sin embargo, esta rubia es demasiada bonita para su edad, sus ojos eran tan llamativos que hacían suspirar algunos niños queriéndose perder en su color violeta. Su cabello rubio lo tiene en forma de cola de caballo.
— Pero, si es mi almuerzo. Amelia. —
La chica que tiene en frente. Es la hija de la señora Mely. Tiene un parecido en particular con su madre. La diferencia es que tiene sus ojos morados. Su larga cabellera negra sin atar, delgada y tiene un sombrero blanco en la cabeza. Tanto ella y Astrid tienen el uniforme infantil.
La rubia está sentada en un pupitre individual y la pelinegra pegada a la ventana.
— ¿Y la de hace rato? — Pregunta y se pone las manos a las caderas.
— Fue mi desayuno, ehe~ — Saca la lengua y se golpea la cabeza. Su almuerzo consistía en un clásico sándwich y jugo de manzana típica. — ¿Quieres? — Le ofrece el jugo porque la comida es sagrada para ella.
— Nada de ehe~. Y no quiero. — Lo rechaza formando una equis con sus brazos. — Siempre son todos los días. Comer y comer. — Amelia suspira pesadamente.
— Es que tengo hambre… — Procede a tomar un poco de jugo. — Y pues me gusta la comida de mi papi. — Toma de nuevo su sándwich y mastica con la boca abierta mientras sigue hablando.
— Puaj… — Le desagrada por la forma que come. — Espera… ¿Aun te hace el almuerzo tu papá? — Mueve de lado su cabeza y arquea su ceja.
— ¿No debería? — Ya llevaba más de la mitad de la comida.
— Mi mamá me da dinero para que compre en la escuela. — Saca unos cuantos billetes de su bolsillo. — Pues ella no tiene tiempo para prepararme algo. — Se había comprado su desayuno antes, un pan y leche. — Pero, si tiene tiempo para salir y preparar comida en un salón. — Su madre la llevaba siempre a sus cursos de cocina.
— Oh… Pues mi papi cuando me prepara mis comidas… siempre corre. No entiendo porque se apresura. Si tiene el tiempo del mundo. — Recuerda que su padre, le arropaba, hace el desayuno, almuerzo, cena, juega, y duerme con ella. Solo no lo veía cuando iba a clases. No tenía idea en ese momento que él tenía trabajo.
Amelia se toma un brazo y se rasca en ella. Mostrando una cara de incomodidad.
Había pocos alumnos en el salón. Era un pequeño receso, donde podía ir al baño o simplemente descansar unos minutos. Algunos niños corrían por los pasillos, otros dormían en su pupitre, niñas hablando de cómo veían a sus madres ponerse cosméticos. En eso, la puerta se abre y entra la maestra en turno. Los que estaban en el salón miran a verla, para ese entonces Astrid ya había acabado de almorzar.
— Vaya, aún no han regresado sus demás compañeros… — La maestra se lleva la mano a su mejilla y lo infla un poco. Los parpados de la maestra se encontraban unas grandes bolsas grises, tenía ojera, pareciera que nunca se fue a dormir. Y con el simple hecho de salir a buscar era un fastidio para ella. Sin embargo, una luz le dio su esperanza de vida.
— ¡Maestra! ¡Los puedo buscar! — Astrid se levanta de su asiento. Ofreciéndose para una búsqueda. Mantiene una sonrisa. —
— ¡Astrid! Te lo agradecería. — La maestra con sus manos forma un corazón. —… Solo quítate las migajas… por favor. — Le señala los pequeños residuos de su cachete. Amelia le pasa un pañuelo y la misma rubia agradece por eso y se limpia.
— ¡Ya vuelvo! — Dándole el pulgar de aprobación a la maestra. Amelia suspira un poco. Siempre Astrid era tan participativa en todo. Todos los estudiantes se sientan o se acomodan nuevamente.
Pasan los minutos y la maestra tomaba algunas hojas de su escritorio. Sonríe al ver lo contiene las hojas. Llega Astrid con todos los demás, quienes tenían tanto rostro de tonto y enamorado. La chica de sus sueños les había hablado personalmente. Pues, siempre se encontraba con Amelia todo el tiempo.
— ¡Hola! ¡Aquí estamos! — Astrid va a sentarse en su pupitre. Sentándose enfrente de Amelia.
— Perfecto, muchas gracias, mi niña. — Dice la maestra y en respuesta la niña se ríe un poco. Pasa lista la profesora y da un anuncio posteriormente. — Como estamos todos, quiero avisarles niños que tendremos un evento para la escuela. — Daba los panfletos que había tomado del escritorio y se las pasaba a los niños. — Esto se lo darán a sus padres. Para que estén enterados de este evento. —
— ¿De qué se trata maestra? — Algunos niños les costaba leer lo que decía la hoja. Amelia suspira pesadamente. — "¡Están en primaria! ¡Aprendí a leer a los 6 años!" — Recordaba las veces que su mamá le obligaba a leer.
— El evento es una obra de teatro. Los niños del otro salón interpretaran el cuento de la Princesa de Fuego. * — La mayoría había escuchado de ese cuento, pero nunca le dieron una hojeada. Amelia quedo en shock pues no sabía ese cuento para nada. Sin embargo, Astrid si sabía de pie a cabeza el cuento.
— ¡SI! — Astrid obviamente salto de alegría. Por fin vería en vivo como es la historia de ese cuento. Por cierto, ella también sabe leer, a medias, pero sabe. Todos veían como se expresaba hasta la profesora se rio el comportar de esta. Los alumnos solo sonrían mientras guardaban el panfleto en sus mochilas. Amelia por su parte, está pensando ir a la biblioteca después para estar en contexto del cuento.
.
— ¡¿Cómo que se lesionó?! —
— No se lesiono... solamente… también se enfermó. Los padres me dijeron que se irán a la Capital para llevar a su hija a cuidados. —
Las dos maestras hablan sobre el evento que una semana va a ocurrir. La que iba a interpretar a la princesa por un descuido en prácticas se lastimó su tobillo y parte de su cuello. Al día siguiente, se enfermó de un virus y le impedía respirar un decentemente. Tanto los padres y los responsables se disculparon mutuamente.
— Rayos, rayos, rayos. ¡Te había dicho que no la sobre explotaras! — Dice la maestra de Astrid jalándose el cabello.
— ¿Hola? Yo te dije que nos dieron muy poco tiempo para prepararnos. — Desde entonces habían pasado tres días después de dar los panfletos. Tenían menos de una semana para prepararse y buscar a otro. — Lo bueno que tenemos todo. Solo falta la chica. — Termina la otra maestra con una cara aburrida.
— ¡Es porque me esmere haciendo todo! Casi no dormí por cuatro días. — En esas fechas se tenía que hacer mínimo un teatro. Para incentivar a los niños a expresarse sin pena. Y perder el miedo ante el público, era una política de la escuela. — Y lo haces sonar tan fácil. — Le fulmina la mirada.
Si no se entendió muy bien. Paso esto, primeramente.
Antes de dar a conocer el evento. La maestra de Astrid trabajó día y noche por cuatro días para tener todo listo. Ya tenía cosas para reutilizar, el escenario y los trajes. Cuando da el anuncio, tres días después la alumna que iba a interpretar a la princesa de fuego se da de baja. Tienen menos de una semana para buscar a otra protagonista.
— Seh. De hecho, lo es. Mis niños ya tienen su papel. Y otros tiene vergüenza de salir así que no los obligo. — Bosteza de aburrimiento. Aun siente esa presión en el aire, pues la maestra de Astrid le quiere dar unos cuantos golpes. — No me mires así… Es tu culpa en no pensar en una suplente. — Se aleja un poco de ella.
— Uy, perdóname, señorita, cuéntame todo. No sabía que tenía que hacer también audiciones. — La maestra tenía una vena saliendo de su frente. Ella había dividido las tareas con la otra maestra. Ella crea el escenario y la otra maestra hace audiciones. — Rayos ¿Por qué te hice caso de que todo a lo último no era mala idea? — Se toca las sienes con suavidad.
— Teníamos vacaciones. No me digas que no te divertiste de la Ciudad Romantis. Casi atrapas a un chico. — Tratando de apaciguar la discusión. De hecho, todo se debía haber hecho con anticipación y eso fue hace casi dos meses para prepararse. Por ello, estaban alteradas de no cumplir con la política y fueran sancionados o peor, despididas por el director. — Oye, tienes a esa chica rubia. La bonita. Ella queda perfecta. —
— Casi… porque tú me lo robaste. Ahora si no te importa… Hablaré con mis niños. — Antes de que se retire le propina un golpe a la cabeza de la otra maestra. Ella toleró lo de Ciudad Romantis, pero no tolerará las bromas. — "Tiene razón. Astrid quedaría bien para el papel." —
.
— Bueno, clase. Seré breve. — La maestra se pone al frente de todos en el salón. — No habrá evento… — Lo dice rápido y sencillo.
— ¿¡Qué!? — Todos se sorprende y más Astrid. Pareciera que su alma estuviera saliendo de su cuerpo.
— Pero… sí una niña está dispuesta a ser un papel importante del cuento. Entonces si habrá cuento. — Tratando de negociar con las niñas, sin embargo, ninguna levantó la mano. A excepción de…
— ¡Yo! / ¡Profesora! — Astrid y Amelia levantan su mano. La rubia quería salvar el teatro y la pelinegra ya había leído el cuento.
El caso de Amelia es distinto. Cuando le había entregado el panfleto a su madre. Pregunto si de casualidad seria la protagonista. Amelia le responde que no. Su madre lo toma un poco mal. En respuesta dice que a su edad ya protagonizaba películas y series.
/ — Sí fueras un poco más participativa como Astrid. Te darían el papel sin dudar. — /
Amelia y Astrid de por sí. Son amigas cuando ingresaron a la primaria. Ya habían tenido encuentros cuando el padre de Astrid se presentó al funeral. Mely escuchaba al padre como presumía a su hija que apoyaba todo proyecto que se presentaba. Como una animadora extrovertida.
Amelia no entendía este sentimiento. Era como si Astrid fuera molesta. Antes no tenía problemas con ella, pero cada vez que alguien la menciona. Se pone incomoda del como la compararan o halagan.
Este momento… es cuando fue su amistad fue cambiando poco a poco. La maestra vio a las dos que se levantaron rápidamente. En sus caras definían seriedad y confianza. Esas dos eran sus mejores alumnas. El conocimiento y la actitud. Pero, ya había ganado una antes de que intentara participar otra.
— Astrid… —
El comienzo de la envidia.
.
/16/
Érase una vez, una princesa bellísima, inteligente y bañada en riqueza. Pero, no transmitía ninguna emoción.
Un día decidió publicar a su reino que se casaría con la persona que le trajese el regalo más valioso, tierno y sincero a la vez. Pues estaba cansada de los pretendientes que solo la buscaban por su poder y riqueza.
Desde entonces, todo el palacio se llenó de flores y regalos de todos los tipos y colores, canciones y poemas que harían a suspirar a la más fría persona.
Hasta que encuentra un regalo muy curioso entre todos los regalos magníficos. Era una piedra simple y corriente piedra. Llamó a los guardias y pidió que se buscara al responsable aquella falta de respeto. Y antes que se prepararan a buscar. Un joven muchacho se hace presente a la mirada ofendida de la princesa.
— ¿Deseas avergonzar a tu princesa por este regalo insignificante? ¿Cuál es tu explicación ante tal motivo? ¿Qué tiene de especial esto a comparación de las joyas y del poder que me otorgan?
Todo el palacio murmuraba y hasta se burlaban de aquella pobre alma. Las consecuencias serían graves, exilio o hasta la muerte si es necesario. Solo Dios lo salvara por crear esta broma. Pero, el joven no se inmuto ante la mirada de la princesa.
— Es mi corazón. Esa piedra representa lo más valioso que puedo regalarle. Y también es sincera, porque aún no es de usted y es duro como una piedra. Solo una cosa lo ablandará y será más tierno que ninguno otro. Y eso sucederá cuando se llene de amor. —
El joven termina de explicar y se marcha tranquilamente, dejando sorprendidos a todos, incluso a los guardias. Todos se abrían para dejarlo pasar a la gran entrada. La princesa quedo atrapada por sus palabras y se quedaron grabadas en su mente. Quedo tan enamorada que siempre llevaba a todos lados esa piedra.
Durante ese lapso, la princesa se encontraba al joven muchacho, le regalaba cosas valiosas y le inundaba de atención completa. Sin embargo, su corazón aún seguía tan dura como se le dio ese día. El pueblo sufría por no tener avances y la hambruna llegaría tarde o temprano. La caída del reino estaría puesta en sentencia. Pero, esto no lo veía la propia princesa. Ella regresa a su habitación real. Mira a la piedra y con suspiro alza su mirada.
Totalmente decepcionada y desanimada, arroja la piedra al fuego intenso de su chimenea. Iba a llorar pronto hasta que ve como la piedra se deshacía. Y de aquella piedra tosca surgía una bella figura de oro.
Inmediatamente comprendió, no simbolizaba que la piedra era ella. Era el fuego, ella tendría que ser el fuego, y transformar cuanto tocaba separando lo inútil de lo importante. Ella lloro con alegría y se dispuso a salir de su habitación con toda las buenas vibras que se le podría otorgar a una persona.
Los meses siguientes, la princesa fue cambiando, su actitud y la sabiduría. Dejo de lado las riquezas, los lujos y los excesos. Cambió a su reino para mejor, la hambruna no sucedería y los avances llegaban, nuevas escuelas, nuevos trabajos, nueva vida.
Todos estaban encantados con el carácter de la princesa. Los años que pasaron, donde ella solo daba frialdad con su mirada. El ahora con su sola presencia transmitía el calor, la pasión y la humanidad. Maravillados llegaron a una conclusión y la apodaron cariñosamente "La Princesa de fuego".
¿Qué paso con el joven muchacho?
.
— ¡Bravo! ¡Bravo! ¡Bravo, mi niña! ¡Esa es mi hija! ¡Bravo! —
— "Papá ya para… jiji" —
Su padre aplaudía furiosamente, chiflaba, gritaba y animaba. Cuando le contó a su padre que tendría que ensayar a en una obra y si podía ayudarla en leer el guion. Él sin pensar mucho acepto gustosamente, hasta decidió tomarse unos días de descanso para enseñarle cómo actuar. Pues, él era un coordinador en sus tiempos y decía que no importaba que tan energético es uno. El pánico escénico es una enfermedad muy loca. Y se disponía a vacunarla.
Su ayuda fue muy rigorosa y práctica. Tenía ideas ingeniosas y creativas de cómo perder ese pánico. Aunque Astrid decía que no le molestaba las miradas de los demás. La puso a prueba a que hable en un parque y llame la atención todo lo posible. La rubia no pudo, se avergonzó tanto que le dio la razón a su padre.
— ¡Bravo! — Veía como su padre se abrazaba con un hombre a su lado. Pero, notaba algo raro ese hombre, es como tuviera miedo. Aunque no tuvo tiempo para procesar. Ya que la maestra habló con todos que debían ir a los vestidores.
— Muchas gracias por venir, padres de familia. Espero que les haya gustado. — Decía la maestra con una sonrisa de satisfacción. Todo fue un éxito. El telón se cerraba poco a poco.
En otro lado.
Mely veía al padre como aplaudía. Amelia se encontraba a lado de ella.
— Hija… ¿Por qué no me dijiste que Astrid seria la protagonista? — La madre sigue mirando a su enamorado.
— Bueno… — Iba a decir que ella también quería participar al último momento.
— Sabes qué. No importa… — Se lleva una mano al mentón. Analizando que próximo movimiento hará. — Por supuesto, no habría otra persona en la escuela que interprete este cuento. Que descuidada. — Se golpea la cabeza señal de su idiotez. — Debía haberlo adivinado. ¿Qué hago? —
Amelia al escuchar eso, sintió una presión en su pecho. Se separa de su madre para encontrar a su amiga. Y al menos darle las felicitaciones.
.
— ¡Bien hecho, Astrid! — Dice la maestra dándole palmaditas en la cabeza.
— Jiji~ — Se sonroja un poco por como la mimaban. Todos los que interpretaron, le decían felicidades y le daban el pulgar de aprobación. Todos estaban encantados en su actuar, parecía que ella misma fuese la princesa siempre.
— ¡Bien, todo el mundo, pónganse de este lado! ¡Es hora de tomar la foto del recuerdo! — Decía la maestra que en un principio dio la audición.
Se acercaron al castillo hecho de cartón. Sus disfraces y accesorios eran tan reales. Que si realmente se esmeró la maestra de Astrid. La rubia primeramente quería ver a su amiga. Pues, la misma pelinegra juzgaba algunas cosas de ella cuando leía. Le corregía mas bien. Así que le pidió que la buscará al terminar quería agradecerle.
— Oye bonita. Faltas tú. —
— ¿Eh? ¿Yo? ¿Soy bonita? — La rubia se apuntaba a sí misma. Ambas maestras asintieron.
— Pues si… eres muy bonita. Así que vente para acá. — La maestra de Astrid toma de la muñeca a la pequeña y la pone al centro.
— A la cuenta de tres, dirán Astrid… — Da un aviso de grito de victoria. — Una, dos y tres. ¡Astrid! — Pues ella fue la salvadora de la obra.
— ¡Astrid! — Todos hacían señal de paz o poses ridículas. Astrid por su parte sonríe con los dientes. — ¡Astrid! ¡Astrid! ¡Astrid!
…
Amelia vio esto, siendo oculta por el telón. Sus ojos mostraban un vacío de emociones.
.
— ¡Astrid! Oiga ¡Señorita Astrid! —
— ¿Eh? —
_ Actualidad. Colegio de Kalos. Kalos. _
— ¿Qué ocurre Clarissa? —
— Señorita Astrid ya llegamos a la escuela. —
La rubia se había quedado pensando mientras caminaba, no recuerda exactamente como llego. Pero, era cierto, está en la entrada de la escuela. Su cuerpo se puso en automático mientras pensaba.
Clarissa veía desde hace rato que ella no decía nada y caminaba derecho. Solo la siguió en su andar. Miró que ella estaba perdida en sus adentros y decidió no molestarla hasta llegar a la escuela.
— Ya lo sabía. — Camina tras la puerta. Realmente la escuela era grande, prestigiosa y con clase.
Meses antes de que se fuera de casa. Tuvo un curso intensivo de modales. Desde cómo usar una cuchara hasta como dirigirse a una persona de alto rango y calibre. Así que se mantenía siempre firme y hermosa.
— Claro… — Clarissa sigue su ejemplo y se mantiene atrás de ella. Observa como muchos volteaban a verla… mejor dicho, miran a Astrid. Algunos se esconden en sus cuadernos, unos balbucean y otros tienen que ir al baño a urgencias.
Pasa por verificación de carnets, dejan sus zapatillas en un casillero, sacan sus cosas y pasan por las casetas administrativas. Las cuales son, pedidas de libro, comida rápida y ventas de objetos.
En eso llega una señorita de cabellos y ojos verdes con el mismo uniforme. El peinado que traía era bastante raro, como si fuese una cola de caballo invertida. Es una chica delgada y al tamaño de Clarissa. Tiene un pañuelo azul en la colita. Y tiene un tipo de listón en su hombro. Se acerca a ellas.
— Señorita Hashimoto. Buenos días. — Saluda la chica que llego. Ese listo decía "Consejo estudiantil".
— Señorita Cyn Lee. Buenos días. — Dice en su lugar Clarissa.
— Oh, recuerda que no debes llamarme por mi nombre… Clarissa. — Mantiene una mirada neutral y le susurra lo suficientemente para que escuche.
— "Pero ¿Si ella misma dijo mi nombre?" — La castaña se queda extrañada. Muy confundida.
— Ahorrémonos esto. ¿Qué deseas guisante? — Astrid no tenía ganas de escuchar tonterías.
— ¿Guisante? — Retrocede un poco y suda en su frente. Una referencia de un juego en particular y que ella la comprare con eso. Es caer muy bajo. — Como siempre… La Reina Dorada, siempre fría. — Vuelve a mantener una mirada neutral. — Para no hacerle perder el tiempo. El director solicita su… presencia. — Su semblante cambio a seriedad pura.
— … ¿Es urgente? — El ambiente entre las tres cambió completamente. Clarissa estaba un poco preocupada.
— No sabría decirle exactamente… Le recomiendo que vaya a verlo después de clases. — Se inclina un poco y procede a irse.
Astrid se mantenía estoica y Clarissa solo la miraba de reojo.
— ¿Qué me toca el día de hoy? —
— … —
— Clarissa. —
— … Oh si, hoy toca Historia I. En el salón 101. Tercer piso. Lado Izquierdo, señorita Astrid. — Vuelve a sus sentidos. Clarissa era un tipo secretaria. Memorizó todo el plan de estudios y los horarios que trabaja la Reina Dorada.
Astrid sin decir nada más. Va al salón dejando atrás a la castaña, pues tenía otra clase. Se despide de ella, pero no recibe ninguna respuesta. Clarissa suspira un poco y se marcha de ahí.
.
— Reina Dorada. —
— Astrid, la belleza encarnada. —
— Dorada destello. —
Eran tantos los apodos que se le brindaba a Astrid. Ella había caminado por el pasillo y lo escuchaba sin parar, sonríe con arrogancia y prepotencia. Aunque no sentía ninguna emoción por eso.
Entra a su salón y escucha lo mismo de siempre. Halagos por halagos, hasta las mujeres gritaban como fanáticas. Una hermosura brindaba su luz al prestigioso colegio.
— "¿Solo eso?" —
Se sienta en su pupitre designado. Ella se mantiene a lado de la ventana y cerca del centro. El salón contaba con 50 sillas. Por lo tanto, tenía 98 ojos mirándola. Ella ignora esto, no quiere perder su tiempo con plebeyos.
— "Maldición… ¿Por qué no te desvaneces de una vez?" — Mira por la ventana todavía las nubes. Niega con la cabeza al recordar una persona con una gorra roja. — "Ese maldito plebeyo me mintió" —
_Dia anterior en la tarde. _
En el medio de Plaza Central. Momentos durante la escapada de Ash y Pikachu.
— ¿Qué demonios? — Observa como todo el mundo corre a un lado.
— Señorita, señorita. — Una persona enmascarada le detiene el paso. Le intenta dar una hoja de papel.
— No me interesa. — Restándole importancia pasando de lado. Rechaza con su mano.
— Señorita, no se moleste. No le quitare tanto tiempo. — Se pone al frente de ella.
— Lo estás haciendo. Tu capacidad intelectual no comprende que no me interesa lo que digas… Bien… Si quieres una foto, te la daré, para que aumente el número de seguidores en tu cuenta. — Lo que quería es ir a su habitación lo más pronto posible y empezar transmitir.
— Vaya… que agresiva. — Baja sus hombros en decepción.
— ¿Disculpa? — Le da una mirada furiosa.
— Digo… Usted se ve tan culta que necesita ir a un lugar tan prestigiosa. — Se pone nervioso el personaje.
— Oh vaya. Gracias… ¿Bien cuál es el juego? — No cayendo en la labia que le da.
— ¡No hay ningún juego! Solo quería invitarla a la Gran Expo del Museo de Lumiose. — Sudaba un poco. Este personaje esta disfrazado como para ir al carnaval.
— … — No le interesaba demasiado y ya se había hartado un poco la rubia.
— Si va a al museo, le aseguro que aumentara el 20% de sus seguidores. La tendencia de hoy es artes modernas. — Intentando negociar un poco más.
— No sabía sobre eso… — Ahora está un poco desubicada, siempre estaba al pendiente de las tendencias. — Aun así, no me interesa. — Ya queriendo darle fin a esta conversación sin sentido.
— … Pasó por mucho, señorita… y tal vez odié a la gente… Pero, le aseguro que si va a al museo… — Le dice sin mirarla. Ella había pasado de él nuevamente. — Su corazón de piedra se ablandará pronto. —
— ¿Qué quieres decir? — Ahora si interesada, se gira a verlo. Y arquea su ceja.
— Tercer piso. — Yéndose del lugar. Pero, antes de eso. Darle la hoja con detalles. Astrid iba a exigirle más cosas. Pero, había desaparecido rápidamente.
— "Tonterías." — Ve la hoja y la arruga. Formándolo una bolita de papel. — No he visitado a la guardería. Necesito más fotos. — Sigue su camino a departamento… sin importarle tanto lo que el sujeto promociono sobre el museo… solo iría a su cama y a transmitir en vivo… tenía que aumentar su estatus de la escuela y la vida social. Había aun gente que no la reconocía completamente. Ella necesitaba ir a casa y subir sus seguidores… ella se fue…
.
.
.
— Gran Expo. Las mejores obras de artes modernas de la ciudad y la región. — Ella se fue al museo. — Tercer piso… ¿eh? — Camina hacia adentro.
El encuentro de Ash y Astrid.
.
— Bien, futuros conocedores. Demos inicio a la clase. — El profesor en turno entra al salón, saluda a todos antes y se sonroja levemente al ver a la rubia. Como todos por supuesto. La mayoría sacan sus libros que van a utilizar en la Experiencia Educativa.
— "Historia I." — Astrid saca su cuaderno y libro que va a utilizar. Pero, siente una necesidad nuevamente en perderse en sus pensamientos. No escuchaba al profesor y no sentía esa mirada de todos a su alrededor.
_ Hace 7 años. ¿? ¿? Kalos. _
— ¿Por qué no te juntas? —
— ¿Enserio? —
La rubia se encontraba apartada de todos en la secundaria. Su papá se había ido a realizar un viaje de negocios. Al principio no quiso aceptarlo ya que un año es mucho tiempo.
Su amiga Amelia ya no se juntaba tanto con ella. No entendía porque si toda la primaria estuvo en buenos términos. Ahora que la ve, Amelia solo le mira desagradablemente. Ambas habían ingresado en la misma secundaria. Ahora tiene 11 años. Había disfrutado tanto su niñez. Ya no eran tan idiota. Pero, seguía siendo inocente y pura.
— Si, ósea. Tu chica, desperdicias tu presencia en este horrible salón. — Era un grupo de niñas. Astrid no entendía porque decía eso. Si el salón estaba limpio. — Si te juntas con nosotras. Podrás tener clase como yo. — Al parecer era la líder del grupo.
— ¿Necesito clase? — Se preguntaba debía tomar más clases. Tal vez cursos para matemáticas.
— Si chica. Tu estas muy bella como para desperdiciar tu potencial. Mira tu cabello horroroso. — La líder le recalca su pelo descabellado.
— Bueno, mi papá no está en casa y me lo tengo que amarrar sola. — Se reía inocentemente. Desde que su padre se fue hace días, dejo de llamar la atención como antes. Prácticamente la ignoraban los compañeros, pues toda esa melena cubría su cara. Y se vestía un tanto regular.
— ¿Papá? ¿Vaya, dependes de tu papá? — La líder le mira con una cara de desagrado.
— Pues me quiere tanto. Así que le dejo mi cabello. Me lo deja hermoso siempre. Ehe~ — Siempre le gustaba los estilos de su papá, era tan creativo con su cabello rubio.
— Oh querida. Eso va a cambiar. Papi no está aquí. — Empezó hablar otra niña.
— No te preocupes, tus nuevas amigas te ayudaran a ser hermosa con clase. — Otra niña habla con arrogancia.
— Prepárate para tu transformación… — Habla la líder con una sonrisa muy diabólica y sus ojos eran tanto color sangre.
.
_ Hace 6 años y 11 meses. ¿? ¿? Kalos. _
— ¿Así? — Tomaba de una tasa de porcelana, contenía té verde. Lo hacía con elegancia. Pero, fallaba en el intento. Hace un gesto de asco.
— No idiota. Es así. — Una niña del grupo le muestra como servirse y tomarlo sin problemas.
— Oh, ya entiendo. Voy de nuevo. — Se vuelve a servir.
Empezó de manera inofensiva.
_ Hace 6 años y 10 meses. ¿? ¿? Kalos. _
— Ahora camina. — La líder le había dicho a Astrid que modele con tacones altos. Estos lo habían robado de su madre.
— Guau, esto se siente raro. — Esto algo más difícil, antes le había dicho que tomar té y comer elegantemente era tener alta clase. Le habían enseñado como amarrarse el cabello, poco a poco aprendía palabras vulgares por parte de sus compañeras. — Mierda. — Casi se resbala.
— No digas esas cosas, Astrid. Solo las perdedoras usan esas palabras. Debes hacerlo con clase. — Una chica diferente le regaña a la rubia. La mencionada asiente ante su consejo.
Poco a poco tomaba las costumbres.
_ Hace 6 años y 9 meses. ¿? ¿? Kalos. _
— ¿Por qué le pegaron? —
— Este idiota se atrevió a mirarme. Y lo peor, dirigirme la palabra. —
Astrid miraba como un niño estaba tendido en el suelo. Este se quejaba del dolor por las patadas consecutivas del grupo. El niño solo la estaba saludado por educación.
— ¿Eso es malo? — Desde pequeña nunca vio la violencia entre personas. Así que no podría juzgar correctamente.
— Astrid. No seas estúpida. Por supuesto que es malo. Solo los chicos guapos y con clase nos pueden hablar. No con esta basura. — Menciona una niña del grupo y le escupía al niño sin un poquito de piedad.
— … — Se queda callada por el suceso.
Por primera vez, ve la violencia en primera mano. Pero, como ella las considera sus amigas. No ve lo malo en ello.
_ Hace 6 años y 8 meses. ¿? ¿? Kalos. _
— Miren lo que me regaló mi mamá. — Una niña enseñaba su smartphone de última generación.
— Ja, mis aretes valen más que eso. — Otra niña presumía sus aretes de cuarzo.
— A mi llevaran a Disneyland. No sientan tanta envidia de mí, chicas. — Dice la líder con tanta arrogancia. — ¿Y tú Astrid, tu mamá te regaló algo? — Voltea a ver su discípula.
— ¿Eh? — Esa pregunta la confunde un poco. — No, no tengo mamá. — Se señala a sí misma y con una cara sonriente.
— Vaya que lastima… No podrás tener regalos buenos… los regalos que te dará tu padre serán tan malos que será mejor venderlos a la chatarrería. — La juzga por como traía algunas cosas, un estuche infantil, una mochila infantil, hasta un borrado infantil. Las demás se reían por lo que decía la líder.
— Líder… — Al menos una niña si era consciente de lo que dijo Astrid. Sintió algo de pena.
— Oh guarda silencio. — La mira fulminante. Como si le pidiera que se esfumara inmediatamente. — Astrid, lo más seguro es que tu mamá no haya dejado nada. Así que tendrás que pedirle a tu papá que se esfuerce más en los regalos que dará. — Le aconseja de la peor manera.
— Mi papá me dijo que mi mamá me regaló la vida. — Dice sintiéndose algo incomoda. No le molestaba para nada lo que le compraba su papá.
— Tu padre… no sabe lo que dice… dice mentiras. — Ahora si estaba completamente confundida. ¿Acaso su padre le mentía? — De seguro no te quiere llevar a un Spa. La belleza lo es todo, Astrid. — Las otras niñas al ver como menciono un spa hablaron de qué lugar es el mejor para embellecer su cara.
Sentía su corazón lastimarse. Su padre nunca le mentiría. ¿Y si tienen razón en lo que decían?
Ella poco a poco ve lo material.
_ Hace 6 años y 7 meses. ¿? ¿? Kalos. _
— Vaya tantas fotos pequeña Astrid. —
— Si, algo. —
Los cuidadores de Astrid se hacían presente. Eran vacaciones y pues tenían que dedicarle unas horas a la pequeña. Por petición del padre por supuesto. Astrid mayormente era cuidada por ellos. No ha visto a Absol todo el tiempo. Pero, sentía que la cuidaba de lejos.
Estos cuidadores miraban con atención. El señor Hashimoto y con su esposa Astrid.
— Bueno, preparemos la comida. Te avisaremos cuando esté listo. — Le dedican una sonrisa a la pequeña. Y se dirigen a la cocina. — Vaya, todo está en perfecto estado. — Observan como hay botes, verduras y frutas, todo en buenas condiciones para cocinar. Había dejado todo preparado. — Aun no me pregunto cómo no se han podrido. — En la primera vez que abrieron el refrigerador vieron todo tipo de contenido. Ahora han pasado más de 4 meses.
— De seguro, su esposa le habrá dado un consejo. — Era una vecina del padre. Sonría al recordar a Astrid.
— Si, siempre la seguía. — Pues la esposa siempre estaba al pendiente de todo. Y con anticipación esta lista para todo adversidad y complejidad.
— ¿Será que el señor Hashimoto la haya superado? — Pregunta la vecina a su pareja.
— No lo creo. ¿Recuerdas a Mely? —
— ¿La madre de Amelia? — La vecina saca algunas cosas de los cajones
— Si, ella. Esta locamente enamorada del señor Hashimoto. ¿Supiste que ella entró a un curso de cocina solamente para cocinarle? — Pregunta el vecino a su pareja.
— No me digas… ella entro únicamente por él. — Ve que su esposo asiente. — Vaya… me acuerdo de que también, el señor Hashimoto ha hablado a solas con Mely. Y discuten mayormente. — Dice la esposa poniendo agua a una cazuela.
— Como sea… no nos incumbe. La pequeña Astrid es su prioridad ahora. — Ya dejando de lado el tema. Pues, no son los jueces de lo correcto o incorrecto. Esta noche habrá sopa de tomate. La pareja de vecinos bailaba con la cocina. Se movían de aquí a allá con el fin terminar a tiempo y regresar a casa.
Sin embargo, lo malo… es que Astrid empezó a escuchar las primeras veces que su padre era alguien patético.
¿Por qué rechazar a una bella persona? ¿Por ella?
Que lamentable.
_ Hace 6 años y 6 meses. ¿? ¿? Kalos. _
— Patéale… —
— Por favor… no. —
La chica que un principio intento simpatizar con Astrid yace tirada en el barro. Sus amigas veían que ella deseaba ayudar a Astrid cómo comportarse nuevamente bien. Cuando se enteraron, fueron tras ella, le jalaron el cabello, una cachetada propinada y la humillación de su integridad.
Astrid su boca sonreía. Ella había sido la que delato a su compañera. Todas fueron en bola para dejarla humillada. La líder le dice a la rubia que le pateé para que vean cómo comportarse con los traidores.
.
Los representantes de Astrid estaban en la oficina del director disculpándose de rodillas por el comportamiento de ella. El director veía fijamente a Astrid, decepción e ira. Quería expulsarla, pero la victima pidió que no la sacaran.
Astrid sonreía.
Ella experimento como es hacer sufrir a alguien.
_ Hace 6 años y 5 meses. ¿? ¿? Kalos. _
Después de regreso a clase. Ella había perfeccionado las costumbres de su grupo. Hablaba diferente con clase, se vestía como ella quería, pero con elegancia, hasta se había pintado las uñas.
Su grupo de niñas. Quedaron boquiabiertas de ella muy hermosa.
Los pobres niños que intentaban hablarle fueron brutalmente rechazados.
Su actitud en casa era cuestionable. Los vecinos se preguntaban qué estaba pasando. ¿Por qué ese cambio repentino? Sin saber que la semilla se puso hace 7 meses.
_ Hace 6 años y 4 meses. ¿? ¿? Kalos. _
Absol ya no podía quedar de espectadora. Era muy grosera con la gente. Su gente.
Desconocía a esta niña.
Un día tuvieron un pleito sobre que Absol es muy protectora y paranoica. Ella siempre ha sido así, solo que no sabía.
Absol se queda confundida. Es imposible que ella fuese así.
Como no podía hablar con ella. Solo fue ignorada por Astrid. Diciéndole que la deje en paz. Y que vaya a vigilar a alguien más.
Absol se retira del lugar furiosamente y sin decir nada. La rubia sonría ante el hecho.
_ Hace 6 años y 3 meses. ¿? ¿? Kalos. _
Una encuesta de la escuela determinaba quien era la mejor estudiante y a la vez quien es la más bonita de la escuela.
Astrid quedó en primer lugar dejando atrás las demás de sus compañeras y su grupo que se junta. La líder se sentía fuera de lugar, como si no la respetaran. Todas las demás sentían admiración por la rubia que estaba surgiendo y este es el primer año.
La líder intenta pensar en un plan para hacerles recordar quien es la jefa.
_ Hace 6 años y 2 meses. ¿? ¿? Kalos. _
Su plan falló todas se le fueron en su contra, no tenía aliados la líder. Alguien ya la había derrocado hace tiempo y ella no se había dado cuenta. Era una pesadilla, no tenía que haber sido así.
Astrid sería un juguete para ella, sumisa pero inteligente, una secretaria a futuro. Ahora ella es la líder y posiblemente la dueña de la escuela.
La líder no es ni de menos la secretaria, ella era un cero a la izquierda. Todo su mundo se robó.
No. No se robó…
Ella había regalado su mundo sin saberlo. Le enseñó su ser. Le enseñó como tener clase. Le enseñó ser hermosa. Le enseñó… como ser… Astrid de verdad.
_ Hace 6 años y 1 meses. ¿? ¿? Kalos. _
Astrid era la reina de la escuela.
Todos deben inclinarse ante su presencia.
Quien no obedezca sus mandamientos será desterrado.
Quien la mire sin su permiso será desterrado.
Quien le hable sin su permiso será desterrado.
Quien la toque sin su permiso será desterrado.
Salve a la reina Astrid.
_ Hace 6 años. ¿? ¿? Kalos. _
Todos los alumnos se abrían paso de su presencia. Nadie debía tocarla o serán desterrados.
Tantos las niñas gritaban internamente de cómo es bonita y los niños que sonrojaban por tan siquiera mirarla de reojo. La emoción de que sean desterrados es brutal. Con gusto aceptarían si tan solo cruzan miradas o palabras.
Astrid miro a lo lejos el carro de su padre. Sus cuidadores le habían dicho a ella que este mes llegaría y que espere verlo. Ellos ya se habían quejado con el padre repetidas veces. Sin embargo, él no creía estas acusaciones.
Ella suspira por ver cómo será controlada de nuevo. Pues sus amigas compartieron vivencias y experiencias con su padre. Sus respuestas fueron negativas y que es muy controlado con su vida. Ya debía dejarla en paz. Ella ya no es una niña es una adulta.
Cuando cumpla los 18 ella será libre de esa cárcel.
Ella abre la puerta del carro. Cuando estaba caminado veía que él hablaba por teléfono. Ya le daba igual.
— Hola, mi vida. ¿Cómo has estado? ¡Papi ya regreso! —
Ella se había ido a los 17.
La que era inocente se influenció en malos pasos todos los días. Solo está la punta de iceberg.
La que antes era la reina ahora vaga por la soledad. Pues ella misma dio su reino a otra vaga con potencia. Irónicamente cambiando de puestos.
.
_ Actualidad. Colegio de Kalos. Kalos. _
— ¡Ya regresé! —
— ¿Qué? —
Clarissa se encuentra enfrente de Astrid. La rubia se queda confundida, en qué momento paso ya las clases.
— Es receso, señorita. ¿Nos vamos? — Tomando la mochila de Astrid.
— Si, claro. — Habían pasado tres materias. Y nunca se dio cuenta. — "¿Qué me esta pasado el día de hoy?" — Salen del salón yéndose al comedor del colegio. — "Necesito dormir más temprano, esto de las transmisiones si me afecta." — Se rasca sus ojos.
— ¿Le ocurre algo señorita? — Clarissa ve como ella se estaba comportando muy rara.
— No. ¿Qué hay de comer? — Cambiando de tema inmediatamente.
— ¿No se acuerda? Hoy es día de hamburguesas. — Camina sin saber que se quedó atrás la rubia.
— … — Se queda estática, se sentía un poco nerviosa. Niega con la cabeza y suspira. — Ya veo, veré si encuentro algo más. —
— Claro, señorita. De hecho, ya puede pedir algo más, ya que es el puesto 10. Es todo un privilegio comer otra cosa y preparado por la chef. — Clarissa estaba emocionada por como las clasificaciones era un reto.
— Por supuesto querida. Mi estatus debe ser prestigioso. No te sientas mal. Algún día lo entenderás. — Lo dice sarcásticamente. Aunque Clarissa se emociona aún más, parecía que ella le daba ánimos de subir en la clasificación.
.
— ¿Por qué quiso venir aquí Señorita Astrid? —
Ellas estaban en el jardín de la escuela. Habían pedidos sus cosas para llevar. Esto le extrañaba bastante, Astrid siempre desea llamar la atención con su belleza. Los pobres alumnos no podrán deleitar su rostro angelical.
— No siento ganas de que me vean, desperdiciaría oxígeno en un lugar tan pobre. ¿Algún problema? — Saca un sándwich de tamaño medio. Era nutritivo y no tenía bastantes calorías. Ella detestaba las calorías.
— Oh, claro. Disculpe la pregunta. — Se inclina nerviosamente.
El viento se hacía presente, el sonido de los Pokémon voladores, las risas de otros compañeros que ahí estaban. Todo era demasiado tranquilo. No estaba mal por un ratito desconectarse de la gente. Cierra sus ojos y se acuesta. Deja a medio comer el sándwich.
Escucha como el aire se calmó, desaparecieron los Pokémon y las risas se callaron repentinamente. Clarissa quien, si veía todo, se queda boquiabierta. Un grupo de chicas se acercaban a ellas. Se robaban los suspiros y las miradas. Algunos se sonrojaban y otros sangraban por la nariz. Una persona se pone delante de ellas. Y habla.
— Mira nada más. —
Astrid escucha esa voz. La reconocería entre miles de personas. Mantiene su semblante serio. Abre sus ojos y mira las nubes por segunda vez, pero se mueven un poco más rápido.
_ Hace 3 años. ¿? ¿? Kalos. _
— ¡Astrid! ¡Astrid! ¡Astrid! —
— Ja, ja, ja. —
La punta del auge de Astrid. Ya la conocían por secundaria. Era demasiada popular más que el propio director. Ella era una diosa baja de los cielos y está compartiendo suelo con aquellos mortales que solamente tienen el privilegio de besar sus pies… eso es asqueroso para ella. Así que el único privilegio seria…
— ¡Astrid! —
Mencionar su nombre.
.
La relación con su padre era controlada. Ya se sentía cansada de estarle pidiendo permisos, avisándole de sus llegadas y salidas, en la casa era una pordiosera, su belleza era muy limitada o más bien se oculta en la casa.
Se sintió traicionada cuando Absol se pone de parte del padre.
Cada vez que quería salir con unos amigos en la noche, su padre lo impedía diciendo que era peligroso salir. Que nadie debe confiar incluso si es su mejor amigo.
Cada vez que la recogía de la escuela, siempre llamaba la atención con sus pitidos y como le avisaba donde estaba. La avergonzaba y perdía seriedad según creía.
Cada vez que intenta comprar algo, es limitada. ¿Gastar 20,000 Pokédolares es mucho?
Solo quiere escapar. Escapar de su patético padre, que le hablan a sus espaldas. Que no ha superado la muerte de su esposa. Muchos se burlaban de como seguía soltero, como la avergüenza con su control y protección.
Ella era la reina. Una diosa. ¿Por qué un simple ignorante intentaba corregirla? Es una lástima…
Pero, como hay un viejo dicho.
Todo lo que sube…
.
— Te queda bien el violeta, idiota. —
Tiene que bajar.
Astrid estaba bañada de pintura. Había amanecido como siempre, había desayunado como siempre, había entrado a clases como siempre, había comenzado sus clases como siempre… debía haber terminado sus clases como siempre.
Pero, aquí se encuentra. Cubierta de pintura violeta. El color favorito de Astrid.
— … — Astrid estaba en shock. Los estudiantes se carcajeaban de su apariencia, los profesores no hacían nada, un grupo de niñas fueron las causantes de esta broma. — ¿Por qué? —
— Por ser una perra. —
— Nada más, eres una estúpida rubia. —
— Tu misma lo causaste idiota. —
Astrid no entendía. Era todo muy confuso. Solamente era una pesadilla. Sabía que ver esas películas dramáticas le afectaría. Solo desea despertar y hacer lo de siempre. Humillar y dejar en claro quién es la reina.
Siente como jalan su cabello.
— ¿Eh? —
— Bonito cabello… ¿Qué tal si lo cortamos un poco? Soy estilista. —
— Te apoyo. Toma estos guantes. —
— No te quieras ensuciar de una perra. —
Tres personas le estaban viendo su cabello, la que dijo que es estilista. Cruelmente corta el cabello de la chica. Quien trataba de alejarse. Sin embargo, no puede. Esta encerrada en un círculo, las risas no paraban y los maestros solo apartaban la mirada. La empatía no existía. La caída de Astrid era inevitable.
— Mira nada más. —
_ Actualidad. Colegio de Kalos. Kalos. _
— Amelia… —
_ Hace 3 años. ¿? ¿? Kalos. _
— ¿Qué se siente estar en el suelo? —
_ Actualidad. Colegio de Kalos. Kalos. _
— … —
_ Hace 3 años. ¿? ¿? Kalos. _
— Tu siempre… llevándote la atención. — Unas niñas sostenían a Astrid de los brazos. Y sujetaban su cara. La rubia pintada lloraba de impotencia. — Te aborrezco… Te detesto… Te odio. —
El circulo abría paso a una muchacha joven. Era la segunda chica más hermosa de la preparatoria. Porque pronto será coronada como la primera.
Amelia se acerca a la rubia. Se arrodilla un poco para ver mejor el rostro de Astrid.
— ¿Qué se siente estar en el suelo? ¿Frio no? —
— ¿Por qué? —
— Ja, ja, ja. ¿Por qué dices? —
— ¡¿Qué quieres?! —
— Lo que quiero es tu caída. Anhelo tu sufrimiento. Deseo que vivas con esta humillación…
Desde pequeña… tu fuiste la más querida. La más amada. Debiste ser nada más la estúpida rubia.
Pero, no. Vives como si fueras la reina del mundo.
Desde pequeña… mi madre no me amaba lo suficiente. No me sentía completa. Le eche bastante ganas para tener la aprobación de mi madre.
Pero, no. Viví como si fuera la sirvienta de la reina.
Desde pequeña… te he tenido rencor. Tu padre siempre te protege… mi madre apenas me dirige la palabra. así que dime… ¿Estará tu papi cuidándote?
Ojalá te pudras bella Astrid. Porque hoy. Me proclamo la más hermosa del pueblo. Y pronto de Kalos.
Tu estúpida madre y tu patético padre son los mayores canceres. Pero, enhorabuena. Tu madre está muerta y tu padre solo te avergonzara más… deberías de abandonarlo.
Grábate mis palabras niña ignorante… no eres bonita ni de lejos. Solo eres una versión pirata de mí.
Entonces… ¿Qué se siente estar en el suelo? —
.
/17/
_ Actualidad. Colegio de Kalos. Kalos. _
— ¿Qué te puedo decir? Tu deberías de saberlo. Viviste de ahí abajo por mucho tiempo. —
Contesta Astrid levantándose del suelo y la encara neutralmente.
— Ja, no te sientas especial. Que tú también fuiste y eres una pordiosera. —
Responde Amelia, ella creció hasta parecerse a su madre en sus tiempos de gloria. Estas dos amigas que en un principio tenían una amistad. Ahora se encuentran en el colegio de Kalos. Con una rivalidad de quien es el mejor.
En el tiempo que estaba aun con su padre. Astrid mejoró otra vez su aspecto, incluso aparentando a su madre. Había empezado desde 0. El respeto que tenían en ella no existía y debía cortar cabezas poco a poco. Iba al gimnasio, comía las menos calorías posibles, se tomaba fotos en lugares concurridos pues se maquillaba para estar tan hermosa que el paisaje quedara en segundo plano, realizaba en vivos y publicitaba productos por patrocinadores.
Llevándose un nombre de la persona que era una vagabunda para llegar a ser una diosa. Dicen los mitos que esta reina sangró y en consecuencia explotó el máximo potencial de su belleza. Los que se burlaban, se callaban la boca. Los que rieron, se lamentaban. Los que alguna vez le juraron lealtad, sienten que la traición a su belleza fue un error.
Astrid es hermosa. Cuando se escapó de su casa en la noche en que se le dio la cachetada. Ella se fue a un árbol a reflexionar. Y llegó a una conclusión.
Regresar a sus viejos hábitos, o es que nunca se fueron. Si antes no confiaba en sus amigas, ahora no confiaba en nadie más. No necesitaba a alguien leal, ella confiaba en su propia palabra. Todos la halaban y eso le daba beneficios, aquellos que la promocionaban solo estaban por su estatus. Ella lo sabía y está orgullosa de eso. Nadie sería más alto que ella.
Sin embargo, las consecuencias.
Fue que su padre…
¿Por qué recordarlo?
— Me imagino que aun sientes envidia de como soy ahora, ¿No es así? — Astrid se lleva las manos a las caderas. Resaltando su figura.
— Por favor. Esas pintas no me quedan cariño. — Amelia también hace resaltar sus atributos.
La poca gente que ahí estaba presencia como el número uno estaba enfrente del número diez.
— La Reina Dorada y la Diosa Afrodita… — Clarissa estaba hecho un mar de nervioso. Era la primera vez que presencia como dos seres legendarios se juntan en un lugar.
— Deberías comprar maquillaje para que se te quite lo pálida que estas, Amelia. — Suelta el primer comentario hiriente a la pelinegra.
— Debería decirte lo mismo, pero este caso, sería tu cabello, revisaste que sean tintes y no agua oxigenada. — Las chicas que estaban a su lado ovacionaban a ambas chicas. Si ellas fueran disparadas por aquellas palabras, sus dignidades serian desecho en segundos.
— Incluso con el agua oxigenada me vería hermosa, si tú lo haces, solo te mirarás como una anciana. — Replica a la provocación de Amelia, quien no retrocede.
— Anciana pero sexy. Mira mis pechos. Son el tamaño perfecto y estas caderas que envidiaran a cualquier madura. — Se toca sus pechos y su trasero. Los poquitos muchachos abrían su boca y babeaban como perros. La persona que se tire a la Diosa Afrodita será reconocida como el Campeón de Kalos.
— Ojalá estuviéramos en la Costera. No tendríamos problemas en prestarte a los surfistas. Tablita negra. — Contesta ingeniosamente. Amelia se queda estática a lo que dijo. Y vuelve a responderle…
Los comentarios de las chicas que están ahí dicen.
— Oh… —
— Vaya… —
— … —
Si demasiado fuerte esta la discusión. Cada vez que soltaban una respuesta a la otra, ellas giraban a la contestación. Lo bueno que no estaban en la conversación. Ya fuese un problema mayor meterse en esa situación.
— Ya basta… por favor. — Clarissa ya no aguantó más que se insultaran y peor que le digan de cosas a la que considera amiga.
— Oh, no sabía que tenías animalitos… que linda perrita ¿Qué raza es? — Miraba con atención de arriba abajo a la castaña. Sus piernas temblaban.
— También vienes acompañada… y son más cinco… ¿Tanto tienes miedo me acerca a mí? — No defendió a Clarissa. Pero, tampoco se dejó por el comentario. Las muchachas ahora miran de mala manera a la castaña. Ahora también serian el foco de la discusión.
— Ja, ja, ja. Que graciosa Astrid. Si tengo unas acompañantes… pero tu… solo tienes a una. Felicidades por llegar al puesto diez. Así tendrás a otra sirviente más a tu colección. — Esto no llevaba a ninguna parte, así que decide llegar a un punto. — Aunque no entiendo del porque estas con ella. — Amelia rodea a Clarissa que solo se queda como un tronco. Se siente examinada.
— … — No responde Astrid.
— Diosa Afrodita. Si me permite declarar… Ella es Clarissa, estudiante de Coordinación Pokémon. Fue la que se humilló en la plena apertura del Colegio. — Dice una chica del grupo.
— Ya recuerdo. Eres quien casi se orina de la vergüenza en demostrar tus pasos. Fue muy gracioso. — Se acuerda y sonríe ante el hecho. — Y de ahí entro la Reina Dorada para rescatarte. Vaya amiga que tienes. — Poniéndose al frente de Clarissa.
— No es mi amiga. — Lo dice sin más.
— … — Clarissa siente vacía. ¿Qué fue lo que dijo Astrid?
— … Vaya, esperaba con que no respondieras unos segundos. Pero, mira. Respondiste sin mucho tacto. — Tiene una impresión genuina. No se esperaba en absoluto. Así que empieza a burlarse. — ¿Y se puede saber por qué estas con ella? — Toca el cabello de Clarissa.
— Mi acto de presentación era primero. No iba a tolerar que alguien vaya antes que yo. — Dice Astrid con mucha seriedad. Ella entro al escenario para corregir eso. Y sacando a la chica del escenario. — Y no estoy con ella. Se pega conmigo como un chicle… no la soporto. — No midiendo sus palabras.
— … ¿Señorita Astrid? — Veía como su ídolo habla sin titubear. Aun siendo tocada por Amelia.
— Veo… no te molestará que este conmigo. ¿Verdad? — Suelta el cabello de la castaña.
— Me harías un favor al llevártela. — Regresa a su mirada neutral y sonríe.
— … — Clarissa no se sentía bien. Es cierto que algunas veces se acercaba con ella, pero no para molestarla sino ayudarla en sus quehaceres. Pues ella trabajaba y quería hacerle la vida más sencilla. Pues ella viene de muy lejos. Ella pensaba que estaba siendo bien. — ¿Señorita? — Clarissa aguantaba las ganas de llorar. Amelia arquea su ceja y las fulmina inmediatamente. Astrid no cambia su semblante.
— Bien, ahora que no tengo a un estorbo. Será mejor que se vayan de aquí. Pronto acabará el receso y necesito descansar. — Tomaba sus cosas y el medio sándwich que durante este tiempo se ha enfriado.
Clarissa se va del lugar llorando. Pensó que realmente era la amiga de Astrid. El grupo de Amelia se ríe de cómo se va.
— No cambias… — Sonríe Amelia. — Vamos chicas. De algo tiene razón esta rubia tonta. El receso se acabará y no voy a poder comprar mis golosinas. — Todo el grupo se aleja de la zona. Dejando sola Astrid, ella guarda la mitad del sándwich. Amelia mira de reojo a Astrid. — "Sigue así…"—
.
_ Tarde. _
Las clases habían terminado. Clarissa no se presentó al final. Así que con un peso fuera, se disponía a irse a su departamento. — Oh, es cierto. La oficina del director. — Pues se hallaba en la entrada de la escuela, así que regresa inmediatamente.
— Señorita Hashimoto. — Corre Cyn Lee hacia a ella.
— Si lo sé. Ya voy para allá. Gracias guisante. — Dejándola hasta atrás.
— ¡Que no soy un guisante! — Grita fuertemente la peliverde.
.
La rubia pasa por la secretaria, la misma le responde que el director la anda esperando desde hace rato. Así que se dispone a tocar la puerta del director.
— Adelante. — Se escucha una voz dentro de la habitación.
Astrid abre la puerta.
— Buenas tardes, director. —
Astrid se adentra y cierra la puerta detrás suya.
La oficina del director era algo grande, era lo clásico de una escuela, un escritorio grande, impresoras y computadoras, una ventana grande, un mesa grande y montón de papeles. Incluso tenía una chimenea de piedras preciosas.
El director es una persona amable, guapo y rico. Era conocido por toda la escuela. Amelia era reconocida después de este. En una pared hay muchos marcos con papeles de egreso. Especialización, maestría y doctorados. Era todo un campeón el director.
— Oh eres tú Astrid. — El señor tomaba algunos papeles y firmaba con aprobación. — Toma asiento, por favor. — Le señala una de las sillas de cuero.
— … Gracias… — Jala la más cercana que tenía. Se sonroja un poquito por como este vestido el director, no había que negar se miraba muy bien.
— ¿Agua? — El director le ofrece una taza. Sonríe simpáticamente.
— No, gracias… — Escucha como el minutero de un reloj pegada a la pared hace ruido. — Bien, ¿Qué necesita de mí? ¿Estoy en problemas? Gran director. — Ella no respeta mucho a todos.
— No te preocupes… no estas en problemas. Por cierto, felicidades por subir de rango. — Deja de escribir, ya había acabado con todo. De un cajón saca una especie de regalo.
— Muchísimas gracias. Fue fácil, solo tenía pequeños imprevistos. — Se enorgullece mucho. Al principio fue de la top 50. Pues era una foránea e ingresada en Conocimiento General. — ¿Qué es esto? — Ve como el director le entrega una cajita pequeña.
— Oh, un presente mío. Para la hermosa Astrid. Mi hermosa Astrid. — La mira de sus pechos hacia arriba.
— Pues veamos que hay. — Se sonroja un poquito al escuchar como le dice hermosa. Necesitaba controlar ese impulso. No desea comportarse como lo hizo en el museo. Abre la caja y nota una llave. — … ¿Eh director?... ¿Qué esto? — Saca una llave dorada.
— Bueno, Astrid. Por lo que sé. Ya pronto cumplirás tus 18 años. Y quiero que no la pases sola. Debes tener compañía… ya sabes… algo adulta. — Se levanta de su asiento. Rodea el escritorio. — Sabes… me has llamado la atención desde que llegaste. Incluso en esa presentación veía potencial en ti. — Se dirige atrás de la rubia. — Alguien apasionada, alguien con deseos de poder, eres alguien bonita para tu edad. — Le toca los hombros de la chica que se estremece un poco al contacto.
— "¡¿Me dijo bonita?! ¡Lo dijo! ¿Verdad? Yo… siendo bonita." —
— Así que estoy invitándote a una cena. En mi lugar. Es grande, cálida y acogedora. — Y no habla de una casa precisamente.
— Yo… no sé qué decir director. — Muchas veces ya imaginaba esto. Que el director le llamase a su oficina. Pues había escuchado rumores de que el director llamaba a las chicas top para ofrecer algo y a cambio tenían más privilegios en la escuela, desde obtener algo valioso hasta llegar al puesto uno. — Es un honor… —
— Bueno, tenemos mucho tiempo para que decidas. Te puedo garantizar que será la mejor noche de tu vida. Tendrás prestigio en el colegio de lo que ya es. Tu belleza no debe ser desperdiciada. — Le habla cerca del oído. Manteniendo una cara coqueta.
— Seré la top uno en poco tiempo… es mi meta. — Sonrojándose y jadeaba un poco. Le daba calor este momento. — ¿Se cumplirá? —
— Mi bella Astrid. Le hablas a la persona más poderosa del Colegio. ¿Cómo crees que Diantha llego a lo que es hoy? — …
— … —
…
— Entiendo director. — Se sentía nerviosa después de escuchar eso. ¿Acaso escuchó bien?
— Perfecto… — Deja de tocar a Astrid y regresa a su escritorio. — Puedes retirarte. — Se sienta con una buena satisfacción.
— Por supuesto… — Eso le había impactado demasiado. Aun estando en shock se levanta erróneamente y se dirige a la puerta.
— Por cierto… no me falles. — Le mira seriamente a Astrid. — Si no llegas a una decisión. Tu beca se anulará… — Le hace la señal que ya se vaya de prisa. La rubia asiente a lo que dijo.
.
— ¿Qué es lo que está pasando? —
— Ya pasaron fácilmente más de 5 ambulancias. —
— Mucha gente está corriendo de ahí. ¿La policía que estará haciendo? —
— ¿El líder de gimnasio dónde está? —
Astrid ya había salido del Colegio, se mantenía pensativa por la revelación. No era posible… ¿O sí? Tener de primera mano al campeón regional. Es un sueño para muchos hombres y tal vez para las mujeres que dudarían de su sexualidad.
La gente está viendo el humo que sale del Laboratorio de Kalos. Opinan si hay un atentado o una falla operativa. Pues hace momentos antes tembló un poco el suelo. De plano están asustados y se resguardan en las tiendas cercanas por un posible bombardeo.
La rubia por su parte sigue caminando. Sin prestarle tanta atención a todo el ambiente generado. Decide ir a su departamento para descansar de este día.
.
¿Qué ha pasado con Absol?
¿Dónde está Clarissa?
¿Cómo responderá Astrid?
.
Absol desde que esta con ella. No la ha obedecido para nada. No es que la odie o algo. Sino más bien rencor del despedirse de su dueño de esta manera.
Desde un principio quería viajar con su niña. Y protegerla ante cualquier adversidad. Sin embargo, esa niña ya sabía cómo comportarse ante los adultos. Ella no servía más que vigilarla.
Le había fallado a sus dueños. En respuesta a la desobediencia. Astrid le dio la oportunidad de dejarla libre. Pues de nada servía tenerla, no hace caso ante sus mandamientos. Casi arruinaba su presentación de hace tiempo. Pero, dijo que no. Astrid tomo la decisión de guardarla en su Pokébola por el día y las noches que haga lo que quiera.
No quiere que la vigilen ahora. Ella esta guardada en su mochila de la escuela. Así ha pasado desde entonces.
.
Clarissa, solo se fue a los baños. Lloró por un tiempo, pensaba que al menos Astrid si se preocupaba por ella.
Recuerda ella como la salvo de la presentación. En el fondo sabe que ella la salvó. Y quiere creer eso.
— Bien te toca… ve, ve, ve. — Un asistente le avisa a Clarissa que se presente a la tarima. Este asistente empuja a la castaña.
— Dios, es mucha gente… — Camina nerviosamente al gran espacio. Era unos de eso días de presentación. Donde algunos alumnos realizaban sus habilidades y talentos. En retrospectiva, se elige al azar, esto se hace porque la mayoría no desea participar y quedar humillados. Así que por azares del destino le toco a ella.
La castaña en su mano tiene una Pokébola. Iba a enseñar como realizar vuelo con aros de fuego. Ya había practicado esto desde antes.
Pero, se puso bastante nerviosa a notar la cantidad de estudiantes. Demasiados ojos le miraban intensamente de lo que iba a hacer. Sus piernas le traicionaban pues temblaba como un chihuahua.
Tarde o temprano iba a llorar y juraba que iba a orinarse… Mas, nunca sucedió eso…
— ¿Quién te crees al subirte antes que yo? — Dice una voz que pronto iba a seguir a la actualidad. Gira su cabeza en dirección a la voz. Y ve a una preciosa rubia con un semblante serio pero sonriente. — ¿No te bajarás o tengo que sacarte yo? — Sube la rubia a la tarima con una Pokébola.
…
Se quedo ahí por el resto de la tarde. No queriendo regresar a la casa ni al departamento.
.
_ Noche. _
Astrid suspiraba no tenía ganas de transmitir. Hasta se le había olvidado sacar a su Pokémon. Desde que llegó solo procedió a dormirse y comenzar otro día mañana. Pero, la mente la traicionó y eligió despertarse en unas horas.
— Vamos… maldito cerebro. Solo déjate llevar. — Se toca las sienes. Ve que no le ayuda en nada se levanta de su cama. — Un paseo estaría bien para despejarme. — Aun vestida con su uniforme se dispone a salir. Ve la mochila que está en el escritorio y se la lleva consigo. Nota la piedra llave que le fue regalado por su padre.
Lo había hecho en forma de arete. Al principio presumía como tenía una piedra llave. Pero, se le prohibió, pues si activaba por error, habría grandes consecuencias. Había escuchado la historia, la revolución, los corazones y demás. Sin embargo, se le hacia una idiotez la mega evolución. ¿Para qué juntar los corazones de los Pokémon y con eso accedas al poder? Al mismo tiempo, ya tenía prestigio así que para que tener una piedra si nunca lo va a ocupar.
Así que la toma. — ¿Cuánto valdrás exactamente? — Y se dispone a buscar un comprador que le interese. Pues había escuchado que cuentas más de 40,000 Pokédolares.
.
Ella camina cerca de la Plaza Central. Ve como hay gente disfrutando de la noche. Tomando un café, comprando ropas, entrando al Centro Pokémon. Es muy relajante. Levanta su mirada para mirar a la luna. Pero, lo que se encuentra…
— ¿Nubes? Desde la mañana se han estado juntando… no revisé el pronóstico del tiempo. — El cielo este nublado, era una señal que pronto o tal vez pueda llover. — Bueno, eso no impide que termine esto y me vaya a dormir en paz. — Ve la piedra llave. Sonríe un poco.
Ve una joyería en frente. Era muy concurrido por las parejas y matrimonios. Con eso, se daba a entender que le comprarían a precio alto. Ella camina hacia allá.
— … —
Pero, sus pasos disminuyeron un poco.
— … —
No le gustaba lo que sentía en estos momentos. Como si estomago estuviera bailado por dentro y deseaba salir a exponerse.
— … —
Se encuentra casi a la entrada de la joyería. Mira la piedra una vez más.
— … —
/ — Mira... quería darte esto para tu cumpleaños. — /
— … —
/ — Esto es una piedra llave… fue difícil conseguir una. — /
— Yo… —
/ — Sé que no… no quisieras nada de mi… pero, por favor… A-A-Acepta este regalo. — /
— Yo… me voy a dormir… mañana hay escuela. Será otro día que pueda vender a tiempo esto. —
Astrid ya se sentía rara. Desde ayer cuando cruzó con el chico. Su mentalidad esta confusa. No entendía, ella no lo entendía.
Su mente ha estado fuera de sí. Cuando se perdía en esas nubes del cielo, recordaba algunos sentimientos. Como si lo que estaba haciendo era incorrecto.
/— No porque eres bonita significa que tengas razón. —/
Recuerda las otras palabras de ese chico de cabellos alborotados y una gorra roja.
— "… él me dijo bonita…" No importa… No tiene clase. — Se sonríe para sí misma. Sin más que hacer por la noche. Empieza a retirarse. Y alejándose de la tienda. Hasta que escucha como alguien grita.
— ¡Auxilio! ¡Socorro! ¡Ese par se robaron las joyas! — Un muchacho levanta la voz pidiendo ayuda a los transeúntes y la policía. Era de la misma joyería.
— Prepárense para los probl- — Era el trio que le pelearon contra Ash hace rato, se había recuperado muy rápido.
— Jessie, cállate, no es momento. ¡Corre! — Dice Meowth empujando a Jessie. Quien se queja por como uso fuerza bruta. El equipo Rocket peleaba una vez más.
— ¡Cuidado! — James avisa a Meowth.
— Auh. — Es golpeada Astrid y es tirada al suelo. — ¿Qué demonios? — Se queja Astrid. El trio había impactado contra la rubia.
— ¡Meowth deprisa recupera la bolsa! — Por accidente dejó caer todos los objetos que habían robado. Recuperan en su mayoría todo.
— Espera… — Busca su piedra llave que llevaba consigo. Pero, no lo encuentra… Hasta que ve como Meowth guarda la piedra en su bolsa. — Eso es mío… — Astrid intenta tomar la bolsa.
— Vámonos… Rápido. Mandé la señal para que llegue el globo. — Empiezan a correr y dejan a la rubia e ignorando sus quejas. Esto lo dice James.
— ¿Dónde nos recogerá? — Jessie siente miradas por todos lados. Como si quisieran rodearlos.
— Rayos… en el centro de la Torre Prisma… — Dice el chico de cabello azul con un aparato electrónico en sus manos.
— Maldición James… — Se queja Meowth. Van corriendo despavoridos a la Torre Prima.
La rubia no se iba a dejar que le robaran. Así que los persigue detrás ellos.
— Primero muerta que perder eso. —
Cuando estuvo a punto de alcanzarlos en la Torre Prisma, ellos se dieron cuenta de la rubia. Así que cerraron la puerta que accede a la parte alta de la torre.
.
/18/
— Guau. —
— (Si…) —
Ash y Pikachu. Entran a la escena.
Habían seguido las instrucciones del Profesor Sycamore. Salieron de un callejón oscuro. Nadie pensaría que salieron de la alcantarilla.
Se reincorporan a la calle donde muchas personas estaban viendo hacia la punta de Torre Prisma.
— (¿Qué hacemos?) — Pregunta Pikachu, se baja del hombro de Ash. Él truena un poco sus huesos. Queriendo ya acción.
— Mmm… no nos dejaran pasar… — Mira por todas partes si había una posibilidad de entrar entre la gente. Pero, no hay ninguna. Hasta que mira al techo de un edificio… — ¡Pikachu usa vuelo! —
— (Ya voy… espera ¿Qué?) — Mantiene un aura de felicidad.
.
— (Esto es una mala idea) — Mantiene un aura de tristeza.
— Una. — Ash y Pikachu se subieron a las escaleras que estaban pegadas afuera del edificio. — Dos. — El entrenador vio como unas cuerdas de un anuncio se dirigen a la Plaza Central. — Y tres. — Satoshi tomaba de la cuerda y se impulsa hacia adelante. No le afecta que se lastime ya que tiene guantes. Pikachu está agarrando parte de su cuello para no caerse.
— (Pikaaaa) — Pikachu grita por la velocidad. Abajo a la multitud se preguntaban que era eso.
— Ah caray. —
— ¿Un Pikachu? —
— Ja, gané la apuesta. Sabía que los Pikachu vuelan. —
Ash y Pikachu están bajando con estilo. Ya ven que se acabará la cuerda porque el entrenador decide saltar.
— ¡Vamos Pikachu! — Una vez que toca suelo, corre inmediatamente sin perder la velocidad.
— (Espero que te llamen loco. ¡Porque no existen los Pikachu voladores!) — Se suelta de Ash y corre a su lado.
.
— ¡Ábrete! ¡Maldita puerta! ¡Ábrete! —
Escuchan a lo lejos una voz femenina. Ellos se miran, asienten y corren hacia la voz. Cuando llegan…
— ¡Guau! —
— ¿Eh? —
— ¡¿Qué?! —
— (Eres tú.) —
— ¿Un Pikachu? ¡Espera! —
— ¿Qué haces aquí? / ¿Qué haces aquí? — Astrid y Ash hablan al unísono y se apuntan.
.
— Que te importa. Tengo pendientes. — Dice Astrid con una cara de molestia. Patea una puerta cerrada.
— ¿Ah sí? ¡Yo igual! — Replica Ash igual de molesto. Se aleja un poquito.
— (Es la chica que me dio el dulce.) — Se sube al hombro de Ash. — (¿Te acuerdas en el museo?) — Señala a la rubia. — (¿También la conoces?) — Le pregunta algo desubicado.
— … No muy bien que digamos… pero un poco. — Responde el entrenador casi susurrando. — Dejando eso ¿Cómo entramos? — Quiere evitar el hecho de ella le pego.
— Niño, deja de susurrar con ese Pikachu, me das miedo. — Dice Astrid atrás de él. Lo escuchó desde que Pikachu dijo… ¿Pika? — Supongo que mi cachetada fue muy fuerte para ti y ahora hablas normalmente a un Pokémon. Tranquilo, es normal humanizar a los Pokémon. He escuchado casos donde se casan con los Pokémon. Por ejemplo, en Hoenn… ¿Eh? — Se detiene de golpe al ver que Pikachu se acerca a ella. — Me acuerdo de ti, eres el lindo Pikachu del museo. ¿Qué haces con este pordiosero? —
— (¿Así que fuiste quién le pegó?) — Pikachu la miraba con una sonrisa maléfica.
— Tranquilo Pikachu, tranquilo. — Intenta acercarse a Pikachu para que no haga ninguna escena.
— Entiendo Pikachu, estas asustado, te salvaré pequeño Pikachu, pero ahorita necesito abrir esta maldita puert- ¡Aaaaah! —
— ¡Aaaaah! —
Astrid y Ash reciben una descarga eléctrica. La energía proporciona fue suficiente que abrieron las puertas que estaban cerradas por el Equipo Rocket. Los cabellos de ambos estaban erizados a lo máximo.
— Au… — La piel de Astrid estaba medio carbonizada. En un instante grita. Siente que debe esta desarreglada de su cabello y ropa. — ¡NO! — Se arregla por arte de magia. — Uf… — Suspira al no estar tan mal.
Quien sí se llevó la peor parte fue Ash tomó a Pikachu con todo su cuerpo. Así recibiendo la mayor parte de electricidad.
— (Déjame Ash ¡Por qué me sobran energías!) — Se queja Pikachu estar cargado en los hombros de Ash.
— No eres nada bonito. Mi maquillaje se arruinó. — Comenta Astrid al sentir como se manchó la mano al tocar su rostro. — ¿Eh? La puerta se abrió… — Corre hacia adentro de la puerta. Dejándolo impactados de cómo se retira sin quejarse mucho.
— ¡Oye espera! — Ash grita estando con el cabello afro. — Rayos. Tenemos que seguirla. — Pikachu protesta al decir que no. — De por si tenemos que ir por el Equipo Rocket. — Explica Ash ingresando a la puerta.
.
Primer piso.
Astrid corre deprisa. No había otro lugar a donde subir más que arriba de la torre.
Ash ya recuperado va detrás de ella. Pikachu está en el suelo corriendo a su lado.
— ¡Peligro! ¡Pokémon salvajes dentro de los pasillos! ¡Peligro! — Se escucha una voz en los altavoces. Repitiéndose cada segundo. Esa advertencia se avisó desde que el Equipo entró así activando el sistema de alarma.
— (Mag…)— De la nada sale un Magneton salvaje y ataca con una Electrobola.
— Ya entiendo porque estaba en mantenimiento. — Ash esquiva el ataque del Pokémon saltando hacia atrás. — Por más que gustara combatir… No tenemos tiempo para juegos. — Reanuda su carrera. — Pikachu solo corre y con Cola de Hierro desvía los ataques eléctricos. — El roedor asiente y se adelanta.
Astrid por su parte esquivo la mayoría de los Pokémon. Porque uno u otro, le habían impactado con Chispa o empujándola de lado con Sonido Metálico. Esto no le importó demasiado y solo piensa que perseguir y capturar a las personas que le robaron su piedra llave.
— ¡Déjenme pasar! — Avienta su mochila que lleva consigo. En consecuencia, se enfurecen más los Pokémon. Sin embargo, Astrid ni se inmuta y corre todavía. Pasando de largo y subir al segundo piso.
— Pikachu, abre paso con Ataque Rápido. — Ash esquivaba épicamente, resbalándose, impulsándose de una pared, girando su cuerpo para que no le pegue ningún poder eléctrico. Pikachu hace caso y envía a los Pokémon que estaban bloqueando las escaleras para acceder al segundo piso. El entrenador había visto como ella aventó su mochila contra un Pokémon.
Él quería regañarla que no debía haber hecho eso, ni debe hacerlo. A pesar de eso, toma la mochila tirada y corre tras ella.
.
Segundo piso
— Si que las escaleras son largas… ¿No había un elevador? — Pregunta Ash sosteniéndose la pared. Siente como su bolsillo se mueve. — ¿Eh? — Saca lo que tenía. — ¿La Pokédex? — Mientras los sacaba corría todavía. Pikachu se mantiene al frente.
— Descarga de la actualización completa. Por favor. Espere a que se instale correctamente. —
— No pues gracias después de un tiempo. — Siente como vibra la Pokédex. — Luego, tenemos que seguir. — Restándole importancia.
— (Tric.) — Un Manetric salvaje ataca con Ataque Rápido.
— Pikachu, Electrobola al suelo¡Ya! — Siente como también la mochila se mueve desde adentro.
— (A esto le llamo, entrada triunfal.) — Crea una cortina de humo al pegar la bola eléctrica al piso.
— Ahora Cola de Hierro. — Ash se aparta de donde le atacaría principalmente. Así cambiando las posiciones con Pikachu. Al salir Manectric del humo al correr con Ataque Rápido. Pikachu le espera con un golpe en toda su cara. Enviado lo a una pared. — Perdón, perdón. — Ash se disculpa de como los aparta. Corre para el tercer piso.
— ¡Buenas noches joven entrenador! Esta es la Pokédex nacional de Kanto. Felicida- —
— Oh vamos, no puedes estar jugando conmigo… ahora no. — Se queja Ash mientras veía como la Pokédex cambiaba la forma en su inicio de viaje de entrenador.
Varios Manetric llegaban y atacaban con Mordida o Chispa, por suerte estaba Pikachu, usando Cola de Hierro todo el momento.
— ¡Buenas noches entrenador! Esta es la Pokédex nacional de Johto. Felicida- —
— ¿Qué? — Ve cómo cambia de forma otra vez a la Pokédex de su segundo viaje. — Pikachu cuidado. ¡Ataque Rápido! — Al ver como su Pokémon seria rodeado.
— Entrenador, se le felicita por tener una Pokédex. Y lo mejor que de Hoenn. —
— ¿Qué le hicieron señoritas? — Cambia por tercera vez. Desde que llego a Kalos, tuvo la Pokédex actualizada en su momento, el profesor Oak le había otorgado esa edición en los tres días que estuvo en Kanto.
— Joven entrenador, felicidades al obtener la Pokédex nacional de Sinnoh, encontrara nuevas caracteristi- — La cuarta forma de cuando estuvo en esa región.
— Ya casi llegamos Pikachu. — Al llegar casi la entrada, él había visto que se estaban acercando a la rubia. Se había retenido ella por los constantes ataques de los Pokémon, nadie esperaba que entraran al piso y se sintieron amenazados.
— Felicidades entrenador. La Pokédex nacional de Unova, está presente. — Llegando a su penúltima forma de la región que ha viajado. Se adentran a las escaleras.
— Por fin. Ya la alcanzamos… ¡Niña! — Ash gritaba a la rubia que estaba subiendo las escaleras.
— ¿Tú de nuevo? Déjame en paz. — Astrid jadeaba por el cansancio de correr. Pero, no se podía detener, se sentía mal sentirse robada.
— No entiendo del porque estás aquí. Es muy peligroso. — Grita a unos cuantos metros de ella. Pikachu está en su retaguardia protegiéndolo de los ataques de Manetric y algunos Magneton.
— No lo entenderías… un chico como tu… no lo entenderías. — Abriendo la puerta que accedía a la tercera puerta.
Pikachu usa Atactrueno lo suficientemente potente para dejar estáticos a los Pokémon salvaje. Ash se queda parado unos segundos.
— ¿Cómo no lo voy a entender si no me explica? — Ash se molesta del comportamiento de la chica. — ¿Qué tendrás aquí dentro? — Mira como la mochila se mueve más intenso. — ¿Listo? —
— (Uf no había sentido con más energías.) — Estaba emocionado por la electricidad que se compartía con algunos Pokémon. Asiente a lo que dice y ambos entran.
— Bienvenido joven maestro… —
.
Tercer piso.
— Esto es una pésima idea. — Dice Ash al ver un montón de Electrode. Astrid no se movió para nada. Cuando entró vio como uno se Autodestruyo. — No quieras pasar por ahí ¿Verdad? — Prácticamente tenían que pasar con cuidado o fin del juego.
— Son minas andantes. — Astrid se queda boquiabierta. Había leído que ellos son muy sensibles al tacto.
Escuchan por atrás como se recuperaron los Pokémon que Pikachu había dejado fuera de combate. Golpean la puerta y llaman a atención de esas bolas explosivas. Los Pokémon pudieron entrar al final de todo. Estaban furiosos.
— … —
— … —
— (…) —
— ¡Aaaaah! / ¡Correeee! / (¡Noooo!) — Los tres corren para acceder al cuarto piso.
Cada uno a su manera esquivaba. Astrid elegantemente saltaba de un lado a otro. Ash se patinaba contra el suelo evitando los rayos y Pikachu repeliendo los atacas como podía.
Algunos Pokémon salían de combate por la Autodestrucción de Electrode. Básicamente era una guerra la habitación. Explosiones por todos lados y ataques eléctricos por todas partes. Las cortinas de humo hacían dificultar la vista de aquellos tres. Los cráteres se hacían presente y los vidrios de las ventanas que tenían a su lado se agrietaban o simplemente se rompían.
Hasta que Ash mira como Astrid iba a ser lastimada por un Electrode.
— ¡Pikachu! ¡Protégela! — Ash va corriendo para alcanzar a cubrir, pero tanto él y Pikachu. No llegarían a tiempo.
— Oh. — Astrid al ver de cerca como un Electrode tenía toda intención de explotar. Cierra sus ojos y por instinto se cubre con sus brazos. Sus piernas se sintieron como gelatina y se cae de rodillas. Todo fue en cámara lenta para todos. Pasaría algo trágico en esta noche…
…
O a lo mejor no.
— (Sol.) —
El Pokémon siniestro golpea a Electrode con una intención de matar. Llevándolo a la pared y dejándolo fuera de combate.
— Absol, el Pokémon catástrofe. Cuando detecta catástrofes con su cuerno, Absol baja de las montañas para advertir a las personas. — La Pokédex detecta a la presente Pokémon dando su entrada. Mostraba su información completa la Pokédex, esto lucia más diferente la que fue otorgado por el Profesor Oak. Ash quería examinarlo mejor pero no era momento.
Absol salió de la mochila con demasiada dificultad sentía como su dueña estaba en peligro extremo. Nunca se le fue tan difícil salir. Tal vez era la mochila que la mantenía atrapada o estaba fuera forma.
— … — Astrid abre sus ojos al no sentir nada. Y mira como su Pokémon yacía enfrente de ella.
Esta la mira sin girar su cuerpo. Sus ojos color rojo la miraba neutralmente. Astrid esta impresionada por repentina llegada.
— Pikachu ¡Electrobola al suelo una vez más! —
Astrid recupera lo que estaba haciendo, se levanta y comienza a correr al cuarto piso sin agradecer a su Pokémon.
— ¡¿Qué le pasa a esta niña?! — Trota rápido y llega entrada que accedía al último piso. — Pikachu vámonos. — Su Pokémon inicial corre deprisa y llega con él. — Oye, es tu entrenadora ¿Verdad?... ¿Nos puedes ayudar? — Mira como Absol se quedó ahí en el momento en que se fue Astrid.
— (…) — Ella lo mira intensamente, está asombrada por la presencia del entrenador. Un aura poderosa padecía dentro y fuera de él. — (…) — No quería quedar mucho tiempo más, alguien estaba en peligro y no necesitaba preocuparse de más. Sin avisarle al entrenador que va con él.
— Supongo que es un sí. —
.
Cuarto y último piso.
Observan como ella entro a la puerta. Pikachu inexplicablemente se sentía lleno. Absol apenas salió y se está acostumbrando a la vista, y Ash poco a poco ya se iba cansando.
— Niña tonta. ¿No se detiene a ver que está en peligro? — Lo dice pensando… pero en voz alta.
— (Absol, sol. Ab) — Quien escucho eso. Le da una mirada fulminante.
— (Dice que se llama Astrid. Si le dices tonta una vez más… no querrás saber.) — Esta aun lado de Ash voltea a cada instante si los seguían persiguiendo. Pero, al parecer no. Aun se escuchaba las explosiones del tercer piso.
— Ups… perdón, perdón. — Juraba en sus adentro que si lo había pensado. Absol lo deja de mirar y solo mantiene su rostro serio.
.
— ¿Ese es un ascensor? — Ven los tres como Astrid tocaba un botón y esperaba impacientemente.
— (Si y es mejor que atraigamos la atención…) — Pikachu observa como varios Ampharos se aproximaban a Astrid.
— Atactrueno. — El roedor amarillo lanza un rayo al centro. Todos los Pokémon miran a los nuevos visitantes. — … Debimos pensar mejor. —
.
— ¡Pikachu! ¡Cola de Hierro!
— (Sol.) — Está usando Megacuerno, el movimiento que protegió a Astrid momentos atrás.
Los Ampharos disparaban Electrobolas e pretendían golpear con Golpe Trueno a Absol. Ella los bloquea con su cuerno.
— (Sol.) — Usa garra de sombra para apartar a los Pokémon eléctrico.
— (Pero, que boquita.) — Pikachu escucha de primera mano una grosería fuerte.
— Ataque Rápido… ¿Qué dijo? — Ash le pide a su Pokémon que ataque.
— (No querrás saber.) —
— (¡Sol!) — Vuelve a mentar mientras lanzaba otro ataque diferente. Y era Psicocorte. Ya no podía estar peleando, aun no recuperaba su fuerza.
— (Definitivamente no querrás saber.) —
.
_ Laboratorio de Kalos. _
— Se reporta incidentes en la Torre Prisma. Una banda de ladrones despojó objetos valiosos de una joyería. Se cree que estos son los causantes de que haya explosiones en la Capital. La torre se cree que si no se detiene estas acciones de parte de los terroristas. Se tomará medidas fuertes por parte de la Campeona. El líder de gimnasio aún no se presenta ante los hechos y el clima de hoy será de nublado con vientos altos. Quienes estén cerca de la Plaza Central, se le recomienda entrar al Centro Pokémon o un lugar seguro. — Es el reportaje de un noticiero local, esto está siendo proyectado en la pantalla grande del laboratorio.
— Esto si es bastante serio. — Decía Cosette al ver el noticiero.
— No me digas. Que comes que adivinas. — Sophie se lo dice sarcásticamente.
— Por favor, se le recomienda entrar en un lugar seguro. Para que no cometa la irresponsabilidad de entrar a la Torre Prisma. Como verán a este muchacho que se adentró y provocó algunos desastres. ¿Será que también este implicado en el caso de la mañana? —
— Oye ¿No creen que sería el principal sospechoso de la destrucción del laboratorio? —
— ¿Podrán explicar eso? ¿Verdad? —
Ambas cuestionan sarcásticamente al Profesor Sycamore que están enfrente de ella. Preparándose algunas cosas para la batalla. Se demoró en llegar al Laboratorio y buscando a Garchomp.
— Je, je, je. — Toma algunas cosas de un estante. — Bueno, lo dije en su momento. No pensé que pasaría esto… —
Ambas lo miran muy furiosas. Ahora vería como Ash seria atrapado y encarcelado por cómplice.
— Bien, ya me voy. En un rato vengo para cenar. — No aguantando la presión se retira del lugar y se va a la entrada, pero recibe un flash en su cara.
— ¡Profesor Sycamore! —
— ¡Profesor! —
— ¡Investigador! —
Era la prensa que estaban aun afuera por fin ven que salió. Deseando que ya declare de una vez y más ahora con la Torre Prisma en peligro.
— Mas tarde, damas y caballeros. Toca sacar a los invasores de la Capital. — Lo dice mientras sacaba a Garchomp de su Pokébola. Este ruge muy fuerte al punto de romper algunas lentes de cámara y muchos se tapaban sus oídos por el potente tono. — No era necesario eso, pero gracias. — Se sube en su lomo para irse inmediatamente a la torre.
.
Las chicas vieron el momento que salió y voltearon a ver la transmisión. Se reproducía la escena donde Ash y Pikachu hacían su desmadre.
— Tú puedes Ash / Satoshi. — Sophie se toma de las manos y Cosette aprieta con mucha fuerza a sus manos. Ambas estaban absolutamente preocupadas por el azabache.
.
— Rápido, rápido, rápido. — Ash pisaba el suelo repetidamente. No habían alcanzado a la rubia. Así que estaban llamando otro ascensor.
— (Toma te tu tiempo, aun puedo unos cuantos minutos.) — A pesar de estar energizado, su cola ya le dolía por estarlo usando para atacar y sus pies pedían a gritos un descanso. Absol falla algunos ataques, se le dificultaba precisar los movimientos. — (O segundos…) —
Muchos Ampharos preparaban Electrobolas y el entrenador pulsaba el botón de subir al ascensor.
Cinco.
Cuatro.
— Listo, Absol y Pikachu. ¡Vamos! — Llega a tiempo el ascensor y se adentra. Llama los otros dos y se suben rápidamente. La puerta ahora se cerraba lento. — Dios… llévame con tu espíritu. —
Tres
Dos
Uno.
.
(1/5)
— ¡Ustedes! — Astrid llego a la parte del techo.
El suelo tiembla un poco, pero ella se mantiene equilibrada.
— Ah. — James se resbalo por el movimiento de la torre. — ¿Ella hizo eso? —
— Claro que no, idiota. El bobo está aquí, debemos irnos pronto. — Dice Jessie algo paniqueada.
— Es tu culpa James. Si hubieras puesto el dirigible en centro, nos hubiéramos ido hace ratito. — Dice Meowth reclamándole.
— Perdóname, no sabía que las fallas meteorológicas no deberían dañar la ubicación del GPS. — El globo se conserva aún por los casi fuerte vientos.
— Cállense los dos, James solo ya quita los seguros pegados al techo. — Desde hace tiempo que intentaban retirar unos clavos. Pues esto servía para no este moviéndose al cielo por este viento.
(2/5)
— No querida. Ustedes tres cállense. No preguntaré del como un gato habla o del porque se visten de esos trajes horrendos. Pero, quiero que me devuelvan lo que me pertenece. — Astrid no tuvo paciencia ni tolerancia al ver como ellos la ignoraban nuevamente.
— ¿Quién te crees? — Dice Jessie bajándose del globo. Los demás se quejan de no salga y no que se provoque.
— La reina de Kalos, mucho gusto. Ahora devuelvan mi objeto. — No cambia su seriedad en ningún momento.
— Tan chiquita y te crees grande… te daré el gusto de hablarme así… — Dice Jessie con arrogancia. — ¿Qué te quitamos? — Su cabello largo se movía al son del viento.
(3/5)
— Es un arete común y corriente, es medio colorido. — Astrid no quería revelar que es una mega piedra.
— … Meowth. — Le ordena al gato sin dejar de mirar a Astrid.
— No puedes hablar en serio. — No escucha ninguna respuesta y se dispone a buscar entre las cosas. Y lo encuentra. Se lo lanza Jessie. — Atrapa. —
Jessie lo atrapa con una mano. Lo examina y ve esta bonito.
— Común y corriente. No lo creo, niña. — Aprieta un poco la piedra. — Esta duro. Parece de cristal… como sea… No creo solamente estés aquí por este arete… — Vuelve a ver a los ojos de Astrid. — Si es que no fuera especial por algo. — Sonríe simpáticamente.
(4/5)
Astrid esta entre la espada y la pared. Si le revelaba que era una piedra llave. Se llevarían lejos… Ella necesitaba venderlo… ganar dinero extra… no lo ocupaba…
— Es un regalo de mi padre. — Diciendo un poco la verdad de que es especial.
— ¿Falleció? — Dice Jessie admirando la piedra.
— No… aun no. — Responde y observa detenidamente.
— ¿Cómo qué? ¿Aún no? — Jessie arquea un poco la ceja. ¿Escucho bien? — Hubiera esperado que dijeras, por suerte aun no. — Quería corregirla ante su enunciado. Pero, veía que habla en serio. — Vaya, vaya. ¿Lo odias? — Baja sus manos a la altura de su cintura.
— Eso no te incumbe. — No quería que se entrometiera más de lo que ya está.
(5/5)
— ¡Listo! ¡Vámonos antes de que caiga la lluvia! — James le avisa a su compañera para que se retiren. Él la jala en dirección al globo.
— ¡Espera! — Astrid se alarma al ver que ya se retiraban.
— Lo siento, querida. Me gustó tanto tu arete. Que me lo quedaré. — Se ríe Jessie subiéndose después de James. Astrid se acerca hacia ellos. — No lo tomes personal. Un buen regalo se debe apreciar. — Se lleva el arete a la oreja. Se burlaba de ella.
— ¡NO! — Levanta su brazo simulando que la alcanzaría.
— ¡Electrobola! — Una voz que ya conoce se escucha detrás de ella.
La esfera eléctrica impacta al globo.
— ¡Ya llegó! — Dice Meowth tratando de estabilizar el globo. Este movimiento hizo que sacudieran fuerte el globo y eso aumentando con el viento de por las nubes. — Nos tenemos que ir. ¡Será para la próxima que nos enfrentemos! —
— ¡Hasta luego bobos! — El globo y los tripulantes se escapaban lo más pronto posible.
— ¡No lo harán! ¡Pikachu Atactrueno! — Sin embargo, no hay ningún ataque que dirija al globo. — ¿Pikachu? — Ve como su amigo este tendido en el suelo.
— (Mis patas ya me duele… además es una mala idea… no sé si notaste que está nublado.) — Comenta Pikachu, no queriendo ser un pararrayos y ahora si lastime a Ash.
— … Rayos… — Ve como ellos se escapan todo derecho. Ya estaban a una distancia. Se dirige al lugar donde están detenido antes. Porque observo como Jessie se le cayó una bolsa al momento de impactar la Electrobola.
Astrid cayo de rodillas.
— … —
— … —
— (…) —
— (… ) —
Absol no se acercó a su dueña actual. Mantiene su distancia.
Pikachu se queda en el mismo lugar, tomará unos cuantos minutos para que se recupere.
Ash llega a la bolsa y mira que hay bastantes joyas y demás. Nota algo en particular.
Astrid no hablaba para nada. Esta en completo shock. ¿Qué es lo que está pasando?
— Oye, vámonos adentro. Nos vamos a enfermar. — Ash guarda las cosas en su mochila. Y se acerca a la rubia. — No podemos hacer nada… vamos, levant- — Él quería tomar uno de sus brazos de Astrid.
— ¡No me toques! —
— … —
— Te había dicho que no me tocaras. —
— Niña… ¿Qué es lo que tienes? ¿Qué te molesta? ¿Por qué te arriesgaste a venir aquí? — Ash la observa con atención. — Llegar aquí fue una tontería… —
— ¡Cállate! — Le responde furiosa. — ¡Tú… no sabes nada! —
— … "¿Quién te hizo tanto daño?" … Por lo que sé… no tenías motivos de estar aquí. — Le explica el entrenador.
— ¡Si tenía y… tengo motivos! — Pareciese que su voz quería quebrar.
— Me imagino. Vaya, esos motivos es que te enfrentes a una banda criminal sin apoyo de nadie y estando aquí en este viento para terminar. — Sentía un poco de pena por la chica.
— ¿Y a ti que te importa? — Poco a poco su voz se quiebra. — ¿Q-Qué esperas? ¿No me dirás niña tonta? ¿Felicidades por subir a lo más alto solamente para llorar? —
— ¿Debo hacerlo? —
— Es lo que todos piensan. —
— ¿Perdiste algo? — Dice Ash tratando de empatizar por la chica. Mucha gente se preguntaba qué está pasando. Y el molesto viento no dejaba de soplar. Pero, esto no le importaba al grupo. A excepción de Pikachu, no quería que su amigo se enfermarse.
— Me robaron… me robaron… —
— ¿Qué te robaron? —
— Me robaron mi infancia… — Unas lágrimas salían de los ojos de esos ojos violetas.
— … ¿Qué te hicieron?... —
— … Que más bien no hicieron… — Ash podía ver las lágrimas que dejaba la rubia.
— … —
— No importa… ya perdí algo… esto no debe afectarme tanto. — Al no escuchar que Ash hablara. — Solo me queda mi belleza únicamente. Tengo mejorarla de hora en adelante. — Se quita las lágrimas y aparenta sonreír.
.
/19/
Pensó que solo recolectaría medallas. Conocer a sus próximos compañeros de viaje de manera esperada.
— … ¿Eso es más importante ahora? —
— Oh… no sabes niño… La apariencia es un regalo de Dios. — Astrid le dice sinceramente.
— Eres muy superficial. No entiendo del porque quieres ser más bella. —
Comer los exquisitos alimentos de pueblo a pueblo, de ciudad a ciudad. Aprender otro sistema de combate.
— Porque el estatus social lo cambia todo. Las posesiones y los beneficios te hacen la vida más fácil. Deseo ser la reina de mi mundo y que todos estén detrás de mí. —
— Lo que me dices es como si no tuvieras ningún amigo. ¿No tienes a alguien que te quiera? — Ash siente completa pena de la chica.
Realizar sus movimientos improvisados. Terminar la liga como primer lugar. Desafiar al alto mando. Derrotar al campeón de la región. Salvar el mundo una vez más. Todo monótono y lineal.
— Para que ser leal a una persona, si al final siempre es quien abandona. —
— Eres curiosa… ¿Esa es la opinión o alguien te dijo que es así la amistad? —
— Ja, que bromista… solo confío en mi opinión. — Se ríe Astrid.
Y, no. Es como si el destino estuviera llamado a todos los desastres que hay en la región o tal vez en todo el mundo.
— Sí escoges bien a las personas. Podrás encontrar a un amigo fiel. —
— … —
— ¿Quieres que todos estén arrodillados por ti? … quieres que todos sean peones ¿No es así? Pero, la pregunta es ¿Has sido al menos honesta alguna vez? Esa la clave para hacer un amigo. —
— No quieras conectar conmigo. —
Pensó que viajar en rutas, capturar Pokémon y dormir mucho. Sería el pan de cada día. Sin tantos problemas que causarían.
— No creo que pueda aun conectarme contigo… Solo tu corazón tiene la respuesta. A la pregunta que te dije… —
— No me quieras dar una catedra. No me lograrás herir. —
— Yo no… pero a otro si… Deja de herir a los demás. —
— Tú no sabes porque pasé… yo sufrí… yo… fui abandonada… tenía todo. Pero, ahora… solo estoy… Es mejor que estén sufriendo como yo… Mi padre, mis amigos, Amelia, todos me mintieron… ¿Quién más me falta? —
— Y a ti misma. —
— … — Astrid se queda callada.
.
El corazón de Ash late más rápido.
— La verdadera belleza está dentro, la única que nunca se va, la única belleza que no se puede quitar, la única belleza que solo se puede ver con los ojos del alma. No se mide por lo que podemos ver a simple vista, porque la verdadera belleza es una actitud.
El significado de un nombre que conozco es alguien jovial, alegre y fresca. Su nombre proviene de la belleza y fuerza divina. Concuerda con tu nombre… Astrid. —
— ¿Cómo sabes mí nombre? —
— ¿No es obvio?... solo la mejor y más bonita tendrá ese nombre. —
El corazón de Ash se relaja.
Ash recuerda la noche anterior. Había leído la introducción y parte de unos capítulos. Todo derivaba con el nombre en particular. Astrid, la diosa. Y fue una coincidencia que Absol dijera el nombre de su dueña. Fue una suerte… una absoluta suerte.
Astrid por su parte…
_ Hace algunos meses y minutos antes de que se retire su pueblo. ¿? Kalos. _
Astrid se sienta en la parte de atrás. Mirando hacia la ventana donde veía un parque el cual jugaba desde pequeña.
_ Hace 10 años. _
— ¡Astrid te vas a lastimar! Déjame la hamburguesa. — Dice su padre intentando agarrar su comida. Mientras ella se columpiaba parada. Con una mano agarrando las cadenas y con la otra comiendo, sus cachetes estaban llenos de migajas de pan e ingredientes.
— ¡NO! ¡Te la vas a comer! Ji, ji. — Se reía, y daba más fuerza al columpio.
— Bueno, bueno. — Ya no podía hacer nada. Solo quedaba vigilarla. A los lejos Absol los checaba. A pesar de que no había gente en el parque. El día esta soleado, el aire fresco y las risas de la niña que se columpiaba. Todo era paz y calma.
Pero, de un momento a otro, su hija se cae del columpio. — ¡Astrid! — Ella se cae de pompas. — ¡¿Te encuentras bien?! ¡¿Te duele algo?! Debería llevarte al hospital. — Sus ojos estaban hechos espirales y tomaba su teléfono para llamar a la ambulancia.
— Ji, ji, ji. — Sin embargo, su hija se estaba riendo de él. Del como actuaba muy nervioso. — Estoy bien, papi. — Ella se levantaba del suelo con un mano se limpiaba en la zona donde cayó. — Mira, no derramé nada. — Su hamburguesa está intacta. La había protegido con su vida.
— Ay Astrid. — Dejando los nervios aparte, la abraza con cariño, ella era tan linda. Su hija se reía. — ¿Me das un poco de tu hamburguesa? — Tentándose de robársela.
La niña se queda mirando a su padre. Ella sonríe, la respuesta era obvia. — No, es mía. — Salía de los brazos de su padre y empieza a correr a los demás juegos. El padre la persigue contento. Absol los miraba, se ponía contenta por la sonrisa de la niña. Y mira con atención al padre… niega de lados, no quería encariñarse de él.
_Actualidad. Torre Prisma. Kalos. _
— Perdí un arete… perdí una piedra… perdí a mi padre… — Astrid lloraba amargadamente. — Yo… lo lamento… no quería… yo… perdón… — Baja su mirada y trata de quitarse las lágrimas, pero sin éxito. — Debí quedarme en casa… Me equivoqué… — Su voz no era para nada bella, su rostro no era para nada hermosa, su ropa no era para limpia. Pero, su arrepentimiento era puro y bonito.
Ash escuchaba como ella se desenvolvía por fin. Pikachu poco a poco ya recuperó sus energías, al principio se enojó de enterarse por como ella le pego, y Absol, solo queda ahí mismo.
— Entonces… Comienza de nuevo. —
— ¿Eh? —
Ash le muestra la piedra llave que tiene. Tenía una ligera sospecha que ella era lo que buscaba. Pues, la enseñanza del Profesor Sycamore, decía que era un objeto difícil de conseguir.
Ella lo toma con cuidado, como si fuese un pájaro que no debía espantar. No hacerle daño.
— Papá… —
El viento ya puso más potente. Haciendo que los dos se muevan del techo. El suelo esta resbaloso si no se sujetaba lo suficiente.
— (¡Ash regresa!) — Dice Pikachu levantándose no quería que tuvieran un accidente.
— Vámonos. — Le ofrece una mano a la chica.
— … — Ella se pone su arete donde corresponde y mira la mano de Ash… sonríe un poco y toma su mano.
— (¡Sol!) — Absol presiente una catástrofe.
La Torre Prisma una de las habitaciones exploto por última vez. Haciendo que ambos chicos temblaran del techo. Astrid se resbala por el techo.
— ¡NO! — Grita el entrenador.
— ¡Aaaaaaaaahhhhh! — Astrid cae de la torre. Ash también se lanza.
— (¡Aaaaash!) — Grita Pikachu a ver como su entrenador se une a salvarla.
En una gran torre iluminado de luz amarilla. En lo más alto de aquella torre.
Dos corazones estaban cayendo a una caída libre.
El interés de un corazón puro salvando a un corazón corrupto.
— Te tengo… —
— … — Ella es abrazada. Se sonroja un poquito,
Es bonito gesto de simpatía.
— ¡Dios! — Los transeúntes que estaban cerca de la Torre Prisma y miraban como dos personas caían hacia a ellos.
— ¡Van a morir! — Una mujer gritaba desde lo lejos observa como Ash atrapaba a Astrid.
¿Cómo ella corresponderá?
— Rayos… — No lo pensó muy bien Ash. ¿Ahora como saldrán vivos?
— ¡Aaaaash! — Escucha a lo lejos una voz.
El profesor Sycamore ya había llegado. Pero, no tenía caso subir, había visto el globo irse. Lo más importante era esperar a Ash. Sin embargo, esto no era lo que esperaba.
Garchomp toma al dúo.
— Los tenemos… vámonos de aquí. — Garchomp vuela a otra parte para salir desapercibidos.
El profesor suspira al salvarlos.
Ash suspira que son salvados.
Astrid… suspira por que fue… salvada.
Esta noche podría haber llovido. Pero, no. Se necesita continuar la historia sin que Ash se enferme. Seria dramático y demás. No todo es como uno quiere.
.
— (¿Si te dicen que saltes por un volcán lo harías?)—
— Dependiendo si me dan un traje contra el calor. —
El profesor dejó a la pareja en un edificio. Ash pidió que si pudiera traer a su compañero y a la Pokémon de Astrid. Este asiente y fue por ellos.
Se quedaron solos, Astrid y Ash. Pero, no decían nada. Ya habían dicho todo allá arriba.
Cuando regresa Pikachu le recrimina a su entrenador. Después de que dijo eso, le lanza un Atactrueno a Ash.
— Oye, niña. ¿Te encuentras bien? Podemos ayudarte. — Dice el Profesor Sycamore, pues también puede suceder que tenga un trauma o se haya golpeado con el impacto de Garchomp.
— … Vámonos Absol. — Se levanta sin más.
— Espera ¿A dónde vas? — Dejo de jugar con Pikachu, aunque no era juego. Pikachu seguía enfadado.
— Que te importa. — Ve una puerta que conecta al edificio. Ve que Ash todo momento tuvo su mochila, se lo quita de las manos. Abre la entrada y espera que Absol vaya. Quien obedece por primera vez. — Adiós. —
— … —
— … —
— (…) —
— Profesor, aquí están las joyas robadas. — Le da una bolsa, pero dejar de ver la puerta.
— Falta otra… — Le comentaron que fueron 2 bolsas que robaron. James no llevaba ninguno. Y también estaba en la misma posición de Ash.
— Las encontraré después. —
— No te preocupes, las puedo pagar… —
— Genial… —
— Si… dura noche ¿No? —
— Lo fue. —
.
/20/
_ Mañana. _
Era otro día para la ciudadela de Kalos. Los pájaros cantan, los cláxones se escuchaban y el ruido de la gente pasar por la calle se hacía notar que la ciudad estaba viva.
— Oigan… ¿Pueden dejarme en paz? —
— No. — Dice Cosette cortantemente.
— ¿Al menos me pueden soltar? —
— Tampoco. — Dice Sophie con la misma actitud de su compañera.
Si. Otro día más para Ash.
El entrenador está en una posición comprometida. Desde ayer en la noche llego a la mansión, fue recibido por claros regaños y llamadas de atención. Era una idiotez saltar de un edificio sin siquiera un paracaídas, prácticamente era un suicidio vieras como lo vieras.
— Chicas… Tiene que irse pronto. Recuerden la Federación. — Se sentía un poco celoso por como recibía la atención de sus asistentes.
Las dos están abrazando a Ash de los brazos. Cosette por la izquierda y Sophie por el derecho. Le hicieron todo tipo exámenes. Para saber si estaba bien de salud, ningún hueso roto o algo más. Se encuentra en perfectas condiciones. Ash esta incomodo, unas suaves cositas le están tocando sus brazos. Esta levemente sonrojado.
— Podemos decirle que es asistente del Laboratorio. ¿Verdad? — Dice Cosette con el fin de que Ash se quede y no haga más locuras.
— Oye, es una solución. Que se meta en la nómina. — Afirma positivamente.
— Este… — Ash le pide ayuda con sus ojos al profesor. Quien suspira y acepta.
— Recuerden que Ash no se ha registrado a la liga. Es mejor tarde que nunca. Pronto cerraran su inscripción. — Miente para que tenga un motivo para salir. Sin embargo…
— ¡ES CIERTO! ¡SE ME OLVIDOOOOO! Vamos Pikachu. — Se zafa del encarcelamiento de pechos. Cuando llego a Kalos, se dejó llevar por la ciudad y por la hermana de Astrid. Que se le olvido registrarse primero a liga. Pikachu se sube al hombro de Ash. — Señorita Sophie, Profesor Sycamore y señorita Cosette. Les agradezco muchísimo el apoyo que me han brindado. ¡Nos vemos pronto! — Sale de la puerta del laboratorio.
— Mmm… —
— Uuh… —
Sophie y Cosette estaban medio cabreadas de nuevo. Otra vez se despedían mal.
.
Ash cierra detrás la puerta.
— Hasta que sales por fin. —
— (Tú) —
Astrid está enfrente del entrenador. Ella le mira seriamente.
— ¿Qué estás haciendo aquí? — Pregunta genuinamente confundido. No se esperaba que la encontrara de nuevo y pronto.
— ¿Eres realmente un entrenador? ¿Qué es lo que hacen? — Pregunta Astrid con los hombros abrazados.
— Si lo soy, viajamos por toda la región para entrenar a nuestro Pokémon. Y a medida de eso, entramos a un gimnasio para obtener medallas por nuestro esfuerzo. — No tan alejado del concepto, pero era algo.
— Ya veo… — Se retira de la mansión. Sin siquiera despedirse. Pasando por todavía la multitud de gente y la prensa. Lo que paso ayer todo el día, era un boom en Kalos.
— ¿Adiós? — Ash le pregunta a Pikachu que es lo que paso. Este le responde que ni le pregunte porque solo se enfadara más.
.
_ Colegio de Kalos, Kalos. _
— Señorita Hashimoto. ¿No ve la hora que llega? Tendré que mandarla a la detención. — Cyn Lee la regaña porque llega tarde a clases.
— No te preocupes, guisante… iré directamente con el director. — Pasando de lado. Cyn Lee vio el rostro de Astrid, era de confianza y una sonrisa genuina. Nota que tiene un envoltorio de papel blanco en su mano y la otra tiene su teléfono.
.
— El director está ocupado, señorita… — La secretaria le avisa a Astrid que se detenga. Su jefe le había dicho que ni por ninguna razón alguien entrara a la oficina.
— No me importa… — Como lo hizo con Cyn Lee, la batea épicamente. Patea la puerta y entraba.
.
— ¿Astrid? — El director estaba en su momento feliz. Los sonidos obscenos salían de su computadora.
— Buenas tardes director. Hoy le vengo a dar una respuesta a lo que me dijo ayer. — Dice sin más la rubia. Se notaba la sonrisa.
— No te dijo la secretaria, ¿Que no podías pasar? Pudiste habérmelo dicho más al rato. — El director se halla enojado por esta falta de respeto. — Pero, como ya estás aquí… tal vez necesites modales correctos. —
— Por supuesto, usted tiene toda la razón. — El papel envuelto que tiene la mano, la desenrolla y de ahí saca una hamburguesa grande — Perdoné… tuve que llegar corriendo y tengo hambre. — Procedía a comer.
— Que asco Astrid. Tu bella figura corrompiéndose por estas malditas calorías. Pero, no te preocupes BONITA, tendrás un alimento sano. Puro y proteínico. — Se levanta de su asiento dejando ver su intimidad. — No te quiero ver panzona… Por ahora… — Dando entender a planes a futuro.
El profesor pensó que tal vez ella se sonrojaría por ver su tamaño, o al decirle bonita, que siempre la derrite. Pero…
— Seh… eso no va a pasar. — Le sonría al director. Este no se esperaba eso, se imaginó que tal vez ella ya está dispuesta a su propuesta, posiblemente hasta ya lo quiera antes de tiempo. Es un regalo de Dios. — Porque quiero que se vaya al maldito puto infierno enfermo de mierda, ojalá se pudra en un callejón y lo violen por ser un maldito poco hombre, mentiroso, bastardo, hijo de puta y por supuesto… pene chico. —
…
Guau.
El director se queda en shock. Esto para nada estaba previsto. Astrid dijo un monto de groserías. Incluso hasta mencionó órganos sexuales.
Ella comía todavía su hamburguesa con tranquilidad.
— ¿Sabes que esta una falta? Podría quitar tu beca… es más lo haré… pero como soy un buen samaritano. Lo dejaré pasar, te corromperé y pequeña dominatrix. —
— No es necesario, no ocupo la beca. No me importa de hecho. — No se dejaba llevar por ninguna palabra de seducción.
— ¿Y si mejor te expulso?… no tendrás educación y será una pordiosera. No quieres serlo ¿Verdad? — Se acerca a ella. — Solo tienes que inclinarte y besar a mi amigo para que te perdone. —
— No… no quiero serlo. — Sigue comiendo la hamburguesa. — Porque ya soy una reina y tengo un monto de seguidores… dígales hola a mis fans director. — Astrid enseña su celular la cual está transmitiendo en vivo.
— ¿Qué? — Dice el director con los ojos abiertos.
— La belleza lo es todo, director… Su pequeño amiguito ya se juzgará en una encuesta que haré. — Se ríe de como el director no hace nada y se queda sorprendido. — Pero, primero. Y es lo que quise hacer siempre… — Le patea en las bolas con una fuerza que todos los hombres en el planeta empatizarían con el sujeto. — Demonios. Ahora tengo impregnado tu piel en mi zapato… que asco… bueno no te daré el lujo de quedártelos… — Nota que la chimenea se encuentra encendido.
Se acerca hacia al fuego abrazador. Le pone más carbón y madera para que prenda más la intensidad. El director se quejaba de dolor, los gritos eran tan fuertes que llamaron a la atención de algunos jóvenes y de la propia secretaria.
— El día de hoy. Me proclamo como la princesa de fuego. — Lanza sus zapatos de la escuela al fuego. — No se preocupe profesor, la piedra ya se quemó ayer. Y encontré oro. — Procede a retirarse. — A la mierda el Colegio de Kalos. No necesito estudiar si no tengo práctica. Así que no me expulsa… yo renuncio. — La gente que estaba por ahí, se abrían paso. La mayoría abrió sus celulares cuando llego la notificación de Astrid transmitiendo en vivo. Era raro, ya que eran horas de clases.
Ven cómo va pasando y juraban que por primera vez. Veían sonreír. Era tan hermosa. Su cabello, ojos, boca, nariz, piel, todo. Incluso ese arete que trae su oreja, la hacía ver salvaje por faltar al código del colegio.
Este día se conoció como la Reina Dorada. Paso a ser la Diosa Freya. Aunque en futuros días y meses, no le agrada ese apodo. Porque en un tiempo determinado. Alguien en particular, le dice por un apodo y un halago que ella le encanta. Y solo él tendrá ese privilegio. Solo él y nadie más.
Astrid está contenta.
.
— Bien… por fin salimos de toda esa fila. ¿Cuánto nos demoramos? — Dice Ash, se sentía eterno la atención. Salían del Centro Pokémon.
— (Pensé que ya viviríamos ahí.) — Contesta Pikachu y Ash solo asiente en aburrimiento. — (¿Listo?)
— Nunca he estado más que preparado. — Le da la señal de aprobación. — Además, esta nueva Pokédex es interesante… "La Enfermera Joy me preguntó de modelo es". — Ya se le dijo que no existía una así en ninguna región. Hasta ella pensó que, si era falsificación, pero ve que la identificación y tanto el modelo es genuino.
— (No sé qué dices… pero yo tengo ganas de correr… ¿Unas carreritas?) — Dice Pikachu a su entrenador con una mirada retadora.
— Ja, ja, ja. — Quien acepta el desafío. — Hoy dormirás en el suelo, mi amigo —
.
Nunca me sentí… tan miserable
Nunca he tenido ganas de pensar que esto durará para siempre
Bebé, quédate conmigo… (bebé, quédate conmigo)
Tienes que decirme, tu amor me invadió
.
— Oye ¿No se acuerdas de ese chico? —
— Se me hace conocido… —
— Tiene una ropa similar al chico de ayer. —
— Solo tienes vagas ideas. Sigue trabajando y de opinar. —
Ash y Pikachu. Llaman la atención de la Plaza Central, ellos se dirigen a la Avenida Invierno para entrar a la ruta 4. Y empezar ya de una vez con su aventura.
.
Nunca me sentí… tan diferente en este momento
No parece que hemos estado muy separados, me pone tan celoso
Mi vida terminará… (mi vida terminará)
No parece que pueda ser lo último de-mi-vida
.
— ¡Mira mamá un Pikachu! —
— Es cierto, que lindo. —
— Ja, parece que está teniendo una carrera con ese muchacho. Que gracioso, competir con un Pokémon veloz. —
— 100 Pokédolares a que le gana. —
— Dinero fácil. —
Ash todo el tiempo se mantenía a la velocidad de Pikachu. Ninguno estaba dispuesto a ceder. Ambos reían al esquivar a varias personas.
.
Cuando las estrellas le sonríen a la luna
Me pregunto cómo se ven en tus ojos
Solo marcando tu número
.
— Ahí va otro entrenador. —
— ¿Será? Tiene un Pikachu. —
— Nadie dice que debas tener un inicial para iniciar tu aventura. —
— Ojalá pudiera regresar a mi juventud hermano. —
— Dios te escuche… —
El fin de la Avenida está aproximándose. La competencia pronto va a acabar. ¿Quién va a ganar?
.
No presionar los dos últimos
¡Rezando el corazón!
Cuando la luna llega a las estrellas, si me abrazas fuerte
Sintiendo el corazón latir tan cerca, … ¿durará tanto? *
.
Hasta que ven a esa rubia de nuevo…
— … ¿Qué haces aquí? —
Astrid sonríe a su pregunta. — ¿Es lo único que vas a decir? —
— … —
— No te quedes callado. Tendrás la suerte de viajar con una belleza como yo. Muchos matarían estar en tu posición. ¿Sabes? Soy muy reconocida y estar conmigo solo aumenta… tu capacidad intelectual. — Saca una Pokédex de la región y se la muestra a Ash. En la otra mano tiene una hamburguesa distinta. — ¿A dónde vamos? Ruta 4 ¿Verdad? —
Una persona común diría del porque tiene una hamburguesa o porque está aquí. Dentro de Astrid tenía un pequeño miedo a rechazo… pero lo que dijo Ash a continuación…
— ¿Me das un poco de tu hamburguesa? —
Astrid abre un poco su boca. Un sonrojo en sus mejillas aparece.
Tarde o temprano va a caer enamorada. Pasaran por pruebas muchas pruebas. Pero, no hay duda alguna. Su corazón se robará.
— No, es mío. —
Ella corre a la ruta 4. — ¡Espera! — Ash se apresura para alcanzarla.
.
.
.
¡Astrid Hashimoto se une al grupo!
.
.
.
Arco terminado.
Desastre detenido. Superficialidad.
El siguiente paso: Preparación.
.
.
.
* La Princesa de Fuego si existe. Una googleada y se asemejará al cuento escrito. Escrito por Pedro Pablo Sacristán.
* Yuki Kawamura. (2006). When The Moon's Reaching Out Stars [Cancion].En Persona3 Original Soundtrack. Persona 3.
.
Ataques usados en el combate.
Pikachu de Pikachu (Tipo eléctrico): Atactrueno. — Cola de Hierro. — Ataque Rápido. — Electrobola. — ¿Vuelo?
Absol de Astrid (Tipo siniestro): Psicocorte. — Megacuerno. — Pulso oscuro. — Garra de Sombra.
Wobbuffet del Jessie (Tipo psíquico): Escudo espejo. — Contraataque. — ¿? — ¿?
Magneton Salvaje (Tipo eléctrico/acero): Electrobola. — Chispa. — Sonido Metálico. — ¿?
Manetric Salvaje (Tipo eléctrico): Ataque Rápido. — Mordida. — Chispa. — ¿?
Electrode Salvaje (Tipo eléctrico): Autodestrucción. — ¿? —¿? — ¿?
Ampharos Salvaje (Tipo eléctrico): Electrobola. — Golpe Trueno. — ¿? —¿?
.
.
.
.
.
.
En otra parte de Kalos.
— ¿Se puede saber porque estamos aquí? —
— No lo sé, solo quiero irme a mi ciudad pues estuvo en completo peligro, por favor. Sean breves, chicos. —
— Es la reunión mensual, Clemont. Fue una casualidad, pero también quiero que sean breves. —
— Tranquilos todo a su orden. Olympia pronto va a llegar. —
— Esa líder de gimnasio… ve el futuro y no puede llegar a tiempo en el presente. —
— No se molesten… ya esto acabará pronto. No quiero que me pase igualmente como la Capital. —
— ¿Disculpa? —
— Por cierto, ¿Cuándo será la boda Señorita Valerie? —
— … Quien sabe… —
— Entiendo… espero la invitación señorita. —
— Claro… —
— Oigan vieron eso de la chica que transmitió a nuestro ex director de colegio. —
— Ya tenía mis ligeras sospechas. Vaya, que fue intenso. —
— Señorita Diantha… no ha dicho nada. ¿Tiene algo que decir? —
La mirada de la campeona es sumamente fría. Sus ojos vacíos y su piel pálida. Ella responde…
— No… —
.
En el próximo capitulo vendrá menos cargado como este. (20,000K de palabras)
.
Sección de comentario: (¡Puede interesarle los datos o si no! ¡Ignórelo y no vemos hasta la próxima!)
Salomon: Buenas días, tarde o noches.
Me cerro la boca completamente. Le pido una disculpa si me escribí tan sarcásticamente. Para no hacerla tampoco de larga. Le contestare a sus preguntas.
Es tiempo de las chicas secundarias y terciarias. Así que está en lo correcto. No puedo poner todas las que dijo, pero si meteré probablemente ¾ de todas. Como está enterado a partir de este capítulo. Clarissa, Cyn Lee y por supuesto Connie. Son parte del elenco. En siguiente y posteriores capítulos se revelará que paso con ellas.
La huevada ja, ja, ja. Algo, algo. Pero, en mi historia será relevante a futuro. No solo servirá para megaevolucionar. Spoiler.
Bueno, de hecho, estaba pensando desde el inicio en mejorar a la Pokédex. Qué se me paso de largo los demás objetos. Sin embargo, puedo introducirlos. Solo con una cosa si estaba pensarlo de ley. Y es el Videomisor. La tarjeta de crédito, lo pensaré a más tardar. Pero, los demás, si tratare meterlos al fic. Incluso si Ash no tuviera. Buscare la forma. Gracias por los comentarios.
Y recuerden… no es necesario darme Review. ¡Le agradezco que lo lean!
Si tienen más preguntas. Háganmelo saber. Eso claro sin intentarse spoilear.
