Disclaimer: Black Clover no me pertenece.
De lo difícil (e importante) que es no rendirse
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Fuegoleon mira a su hermano menor con aire pensativo. Se enteró por la fuente más confiable de todas (los rumores de pasillo), lo que sucedió en la cena de celebración de la Orden hace varios días y tomó las medidas disciplinarias correspondientes. Fuera de eso, Leo no le ha dicho nada al respecto; ni qué ocurrió esa noche, ni qué se dijeron ambas jóvenes como para levantar todo ese revuelo, ni de qué hablaron el par de tórtolos que, hasta entonces, Fuegoleon pensó que eran ideales el uno para el otro (Mereoleona y él los embarcaban con total entretención, para total pesar de Nozel).
Pero desde ese día (noche), Leo no dice una palabra. No que antes hubiera sido un parlanchín sobre lo que hace (o hacía) o no con Noelle, ¿pero de eso a no mencionarla en absoluto?
El capitán suspira.
Sabe que no puede hacer nada para ayudarlo, él deberá resolverlo solo.
O eso piensa, hasta que ve el informe que tiene encima el escritorio, relativo a la misión que tuvo un pequeño equipo de los Toros negros y del Amanecer dorado en el Reino del Corazón.
Fuegoleon sonríe. Tal vez sí pueda echarle una mano, después de todo.
La guerra se les viene encima. No contentos con haber salvado al Reino del Trébol de los Elfos, ahora tienen que hacerlo con el mundo entero respecto de los Demonios.
Supo por su hermano que varios Caballeros inferiores serán enviados al Reino del Corazón a prepararse y entrenar para no morir tan fácilmente al luchar contra ellos. Su capitán le ha propuesto para que vaya.
Por supuesto que irá: su hermano tiene fe en que vaya y vuelva en una sola pieza y que se haga más fuerte, y no piensa decepcionarlo. Porque, claro, no quiere morir en la guerra.
Porque se entera que Noelle y la mitad de su escuadrón también van a ir, que ella ya conoció a la Reina Lolopechka durante su misión, así que por supuesto que hará lo posible por ayudarle a ella y al Reino. Porque, si conoce a Noelle, ella no se sentará de brazos cruzados ante la posibilidad de mejorar.
Así que: va
Porque él tampoco se quedará haciendo nada mientras el resto avanza.
Porque, por muy herido que se sienta; allá donde va Noelle, irá él.
Intenta no mostrarse sorprendido por quienes se presentan. Es decir, por supuesto que espera ver a todos esos Toros negros ahí, y realmente se alegra por eso, ya que alcanza a hacer buenas migas con ellos. Por otro lado, ver a los capitanes Rill y Charlotte es novedoso.
Lo que sí, intenta no mirar demasiado en dirección a sus primas. Tampoco a Asta. No es su culpa que esté dolido, que en realidad le molesta la forma en que su autodesignado rival hace que ellas dos se sientan cómodas junto a él, cuando Leo jamás lo logró.
No quiere que se le note que está celoso.
Son divididos en grupos de acuerdo a la naturaleza de sus atributos, y en un inicio, a él y a Magna le asignaron el mismo Espíritu guardián, pero al final, éste decide que entrenará con Gadja junto a Luck y Asta.
Algo sobre viejas rivalidades. Y Leo no puede decir que no lo respeta un poco más ahora.
Así que se queda solo con Folga. No es tan malo; al menos será un entrenamiento personalizado.
Lo malo es que, con menos alumnos, Folga se da cuenta más fácilmente que está desconcentrado.
Leo le dice que es porque está ansioso por aprender de él y creer, después de la primera demostración de su fuerza, ¡ni loco le reconocerá que en realidad está pensando en una chica!
―¿Qué pasó entre tú y la princesa, si no te importa que pregunte?― le pregunta Finral mientras él y los otros están tomando un baño en el Lago Elmora al final del entrenamiento.
Si bien no sin las aguas termales a las que está acostumbrado, sí cumplen perfectamente la función. Se siente limpio y revitalizado. O al menos eso hasta que todas las miradas de sus compañeros se centran en él tras la pregunta de Roulacase.
El capitán Rill y Gadja le miran también, curiosos. La conversación que está a punto de producirse entre los más jóvenes alcanza a llamar su atención, con seria contemplación.
Leo, por su parte, confirma su primera impresión sobre Finral, muy simpático y todo, pero eso no le quita lo chismoso.
Y ahora todos esperan una respuesta.
―Finral-senpai, no creo que sea buena idea entrometernos: Noelle dijo que fue cosa suya― interviene Asta en una manifestación tan poco usual de prudencia, que Leo se pasma un poco.
Es difícil para él no sentirse molesto con Asta por todo lo que pasó con Noelle, aunque sepa que no tiene la culpa sobre el asunto, y además agradecerle por el voto de confianza. Como viven juntos, piensa Leo sin poder evitarlo, habría pensado que sería más fácil para ellos pintarlo a él como el malo de la historia.
―Sí, pero no ha dicho nada más. Creo que simplemente no quiere decirnos para que no lo matemos― asegura Luck.
―Y si así fuera, eso quiere decir que ella no quiere que lo matemos…
―¡Oh, oh! Podemos tener un duelo a muerte por el honor de Noelle― propone nuevamente Luck, con una alegría anticlimática, ignorando completamente el intento de Asta (el más desordenado, por lejos, en circunstancias normales, pero claro, las circunstancias son todo salvo dentro de lo normal) por controlar a las masas.
Leo piensa un poco antes de contestar, sin saber exactamente cómo. Sobre todo, porque no puede evitar recordar cómo pensó que Nozel le retaría a un duelo a muerte para recomponer el honor de Noelle.
―¿Honestamente? No lo sé. Todo parecía ir bien, y de pronto…― acompaña su respuesta con un pequeño gesto que simula una explosión.
―¿Y de pronto qué?― Finral, a un lado, le insta con paciencia.
―Me dijo que lo dejáramos― la frustración de no entender empapa su voz―. Tal vez no pudo soportar la presión… quizás fue demasiado.
―No hay manera de que eso sea cierto y lo sabes― la voz de Asta, tan severa como suave por partes iguales, le corrige―; si hay alguien que puede soportar la presión y las opiniones del resto, es Noelle. Lo ha hecho siempre.
Y Leo, dentro de todo, sabe que tiene razón, y se siente pésimo por haber siquiera pensado en eso. Frente a él, los Toros negros, e incluso Gadja, muestran su conformidad con Asta con un asentimiento.
Un silencio se forma entonces, ninguno sabe bien qué decirle.
―Tal vez― intenta de nuevo Asta con cautelosa sensibilidad, lo que es rarísimo: Asta suele ser sensible, mas nunca jamás le ha visto ser cauteloso― lo haga porque siente que todo esto es por obligación.
―Pero si yo nunca la obligué: desde el inicio acordamos que seguiríamos adelante solo si ella así lo decidía― protesta el pelirrojo un poco ofendido por la implicancia de la propuesta de su amigo.
―Y eso hizo, ¿no es así?― la voz de Finral es suave. Leo se pregunta cómo alguien tan agradable como él puede ser hermano de Langris―. Tal vez ella decidió dejarlo porque le pareció que fuiste tú quien no pudo elegir.
No le ha visto casi desde que llegaron al reino del Corazón (y eso fue hace varias semanas); coincidir es difícil, considerando que entrenan con personas distintas, en ligares distintos y a ritmos distintos. ¡Incluso ver a Mimosa es raro, y eso que usan el mismo turno para el baño!
Así que topárselo de frente en el templo le pilla con la guardia baja; ella acaba de terminar una maniobra y él viene desde uno de los pasillos internos.
Al principio, casi cree que se equivocó de persona; está mucho más alto y más musculoso que la última vez que le vio en ese mismo lugar (ella se pregunta con algo de pica cómo es que hacen los hombres para ganar músculo de esa forma), pero a pesar de tener el flequillo más corto, sus ojos azules son inconfundibles, aún cuando sus rasgos leoninos se vuelven más firmes, muy parecidos a los de su hermano mayor.
No sabe cuánto tiempo se le queda mirando como una loca acosadora, solo se da cuenta de que lo está haciendo cuando él la saluda a la distancia. Tiene un aire jovial que disimula muy bien el rictus de sus hombros (lo que es raro, teniendo en cuenta que viene saliendo del Lago).
Ella no puede evitar sentirse avergonzada; luego de lo que sucedió en la cena de los Leones carmesíes, ella siente que anda con pies de plomo a su alrededor, culpable y tímida. Andar toda sucia y sudorosa, mientras que él viene impecable y luciendo como una escultura, no ayuda para nada.
―Hey― saluda él con simpleza―, tiempo sin verte.
Noelle no sabe si indignarse o agradecer por la forma en que hace como que está bien. Una parte de sí, la egoísta y malcriada, se espanta por cómo se ve normal luego de lo ocurrido, como si lo correcto fuera que estuviera todo triste y melancólico porque le dejaron. Pero la otra, su parte competitiva y orgullosa, la que realmente se preocupa por la gente que quiere, se alegra de que Leo se vea contento y motivado, que su estupidez no haya hecho gran cosa en su estado de ánimo.
―Sí, un par de meses― acota ella como saludo con una pequeña sonrisa.
Él le habla fluidamente y ella responde, pero entre ellos se atisba esa timidez adolescente propia de quienes no tienen una guerra en ciernes en la cual participar activamente y no están bajo nada de presión.
―Te ves bien, ¿te ha crecido el pelo?― comenta como si ella en realidad no estuviera hecha un desastre.
―Sí, supongo― responde ella, tocándose las puntas de una de sus colitas―, no he tenido tiempo de cuidar adecuadamente de él, así que solo crece― luego alza la mirada hasta que hace contacto con sus ojos color turquesa, y como teme perderse en ellos, busca otra cosa que mirar. Su cabello está disparejo (más de lo normal)―, ¡el tuyo está más corto?
―Oh, sí― sonríe con un poco de vergüenza, como si acabara de recordar algo obvio―, se chamuscó un poco en un ejercicio el otro día y tuve que cortarlo. No salió muy bien, ¿eh?
Noelle se ríe ante la anécdota que le cuenta Leo sobre el hecho en cuestión. De pronto, de verdad son dos adolescentes que charlan y se ríen casualmente, si guerra, si la oposición de la alta sociedad, sin las obligaciones que ellos mismos contrajeron el uno para con el otro, sus familias y el Reino.
Ella decide que lo disfrutará mientras dure.
Ellos alcanzan a verse brevemente antes de que estalle la guerra. Se topan de frente, a las carreras y se miran intensamente por un largo segundo que perfectamente pudieron haber sido varios minutos. Minutos que no les sobran.
Él está preocupado. Quiere decirle que no vaya, pero no puede. Porque Noelle sabe lo que hace, es lista, valiente, poderosa y tendrá el apoyo de todos los fenómenos de su escuadrón que son sus amigos.
Confía en ella tal como espera que ella confíe en su fuerza.
Así que lo hará. Noelle estará bien.
No la ve al inicio de la lucha, pero no pasa mucho tiempo antes de hacerlo. Es imposible no hacerlo. Es radiante y poderosa, con esa armadura que no solo la hace ver bellísima (¿cómo es que se lo perdió durante la invasión?), sino que también irradia una cantidad abrumadora de maná.
Leo se debate entre cuál de varias emociones sentir; si aliviado, porque sabe que está (y estará) bien; o celoso, por la forma en que ella solo mejora y mejora; u orgulloso, porque simplemente no puede no estarlo.
Así que lo está todas ellas, al mismo tiempo.
Cuando la batalla acaba, parece irreal. Todo indica que no ha muerto nadie, a pesar de lo cerca que han estado varios de palmarla.
Cree que podría besar a Mimosa por eso, por mantenerlos a todos sanos y salvos. Pero no, no lo hará. No solo porque entre ellos sí existe un grado de parentesco real y rastreable, sino porque tiene deseos de besar a otra persona.
Entonces la busca entre los Caballeros en pie.
Se muere de pánico ante la idea de que esté entre los heridos, así que, por el momento, prefiere no pensar en eso.
Diablos, está agotada. Demasiado, pero lo ha hecho. Ha ganado y ha sobrevivido. Ha vencido a Vanica y ha roto la maldición de su madre, la que les vinculaba a todos al tabú incluso aún diecisiete años después de su muerte.
¡Y no solo eso! Ahora es libre. Ya no está presa del estigma que se le impuso al nacer y ser virtualmente, para toda la comunidad mágica, la culpable de la muerte de Lady Acier, no: ella ha vengado a su madre y ha limpiado su propio nombre.
No ha sido su hermano Solid, ni su hermana Nebra, ¡ni siquiera Nozel! ¡Ha sido ella!
Pero ahora mismo se muere de cansancio.
Podrá celebrar y regocijarse en su felicidad y satisfacción luego de dormir un poco; sí, descansará. Y luego celebrará: le dirá a su hermano mayor Nozel lo que ha hecho y él estará orgulloso.
También le dirá a Leo lo que siente.
Sí, eso hará.
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Este capítulo me costó mucho, mucho. Quería que fueran algo así como pequeños episodios de su vida "separados" aunque no sé qué tan bien me resultó.
Díganme qué les parece.
