Mi pequeña obra de teatro

De la tarde que aconteció la ceremonia pasamos a la noche, siendo aquel día el comienzo de una desagradable mentira en un mundo desértico de verdades.

La paciencia es algo que no está en la genética de los Uchiha o por los sucesos demostrados anteriormente, no en la de Sasuke. Él no es una persona tolerante y tampoco desborda un aura condescendiente con otros, exceptuando a su familia, él es y será un maldito déspota con todo aquel que se encuentre perturbándolo a menos de 100 metros. Hinata sería su nuevo y hasta tal vez su único objetivo predilecto; desde el preciso momento en que él accedió a dar inicio al desastroso y fúnebre futuro que le esperaba junto a una Hyuuga, supo que ella sería su infelicidad personificada y sería ella la receptora de todas las consecuencias que tal situación ocasionaría.

Sasuke aborrecía todo lo que estaba aconteciendo su persona, primero era libre de toda atadura y luego se debía desposar con una desconocida por dinero, fue la humillación más grande que pudo ocurrirle a un Uchiha, descartar todo orgullo y dignidad para venderse por dinero como si fuera una ramera. Para él, era injusto y ruin que el destino le deparara un final tan indigno, porque Hinata no era y no llegaría a ser un decente desenlace para la vida indecorosa que él vivía en sus años de soltería. Noches y mujeres, mujeres y noches. Todo su mundo giraba en pequeños detalles, como un buen trago en un reconocido bar y una nueva mujer merecedora de una espectacular noche en los brazos de Sasuke Uchiha, porque eran las mujeres las que debían sentirse honradas si él las escogía para pasar la noche. Todas las que desfilaron por sus aposentos, lo presumían como si hubieran ganado el primer lugar en la lotería. Ellas solo lograban un extasiado clímax de una noche y lo que salían de sus labios solo aumentaba su ego, los rumores lo ensordecían y las mentiras lo enceguecían, él lo sabía pero le encantaba no tener que preocuparse por tales tonterías.

Solo una persona conseguía quitarlo de su zona de confort y era su hermano mayor Itachi y con mucho esfuerzo de años y años también lo pudo lograr la joven testaruda de Sakura, la gran bocona, es como la apodó Sasuke. Ella se enamoró de él desde la primera vez que sus ojos percibieron su figura a los 13 años y, es en aquel instante que ella se propone conquistar el corazón del joven quien la había cautivado por completo. Actualmente la historia de ellos se convirtió en un simple recuerdo en el olvido, de muchas formas el destino se interpuso entre ambos, cantidades innumerables de situaciones controversiales rondaban su camino. No importaba cuanto perseveraba el amor de Sakura hacía él, ella nunca fue más que una amiga con beneficios, los cuales Sasuke aprovechaba más.

Sasuke tuvo sus minutos o casi una hora de ordenar sus ideas, él debía utilizar su tiempo en algo mientras intentaba no perder la mínima tolerancia que le debe a Hinata, porque no importa cuán agotador sea su compañía, ella jamás dejara de ser una mujer y su madre lo había educado como se debe educar a un decente caballero, lo cual lo demuestra cuando el ambiente lo amerita, eso quiere decir que en sus noches turbias es difícil de creer que haya sido un caballero y mucho menos un ser decente por lo tanto está en su sangre respetar a las mujeres siempre y cuando sean reconocidas damas pero Hinata es diferente de todas las mujeres, porque aunque él no lo quiera aceptar, ella es su mujer. Pero aquello no cambiaba la tardía salida de Hinata del sanitario, para él llevaba horas ahí dentro pero en realidad, estuvo alrededor de 45 minutos desde que llegaron. A Sasuke no le gusta esperar y tampoco que esperen por él y considera intolerable saber que hay quienes se dan cuenta de su ausencia, porque en una fiesta de bodas en donde se requiere la presencia de los novios, es inevitable darte cuenta de que si están ahí o no. El disgusto de Sasuke aumentó exponencialmente al oír las palabras de una temerosa voz que provenía del cuarto en donde Hinata se había encerrado.

- N-No me apetece ir. Di-diles que me sentía mal, por favor te lo im-imploro. Uchiha yo.

- Que graciosa eres Hinata. Solo dime que desde cuando se hace lo que deseamos, queremos o nos apetece. No te comportes como una maldita niña insoportable y sal ahora mismo, que por tu culpa ya se nos hizo tarde. Es que no te enseñaron la cortesía Hyuuga, no es cortés dejar esperando a tus invitados.

- Pero Uchiha aquí no hay público por favor, no te estoy mintiendo, de verdad no quiero ir y.

- Qué demonios pasa contigo Hyuuga, es que no entiendes, nada es como queremos y tampoco lo será si hay o no un público a quien impresionar. Yo no seré un amigo para ti, no seré tu amable esposo que entiende lo frágil que eres, no seré el hombre en donde te puedes refugiar, yo no seré nada para ti Hyuuga, grábatelo en tu cabeza y, tú no será nada para mí. Ahora muévete y sal del maldito cuarto. Cambia tu rostro miserable por uno de irradiante felicidad, no te costará nada, ya que está en ti ser una farsante. – De todo lo dicho por el Uchiha, algo provocó que la joven de cabellera azulada y ojos como perlas abriera la puerta de una forma brusca y con su apariencia dejó perplejo al inmutable Uchiha Sasuke. Su rostro estaba lleno de lágrimas, sus ojos cristalizados y la punta de su pequeña nariz estaba roja, como también sus mejillas, se puede deducir que llevaba tiempo llorando. Pero sin apreciar la imagen que deslumbraba, ella se mantuvo inamovible al estar en frente del Uchiha y luego de unos segundos en donde intentó dejar de derramar lágrimas que no solucionarían nada, pudo producir sonido alguno.

- Nunca olvidaré lo que dijiste, por lo tanto no debes tomarlo como un signo de preocupación. Pero déjame aclararte algo, yo no soy ninguna farsante, puedo llegar a mentir por mi familia pero eso no me convierte en una maldita mentirosa o falsa, puedo hacer estupideces que serán de tu desagrado, puedo ser la persona que más odies en tu vida, puedo llegar a ser una ilusa al haber creído que serías bondadoso conmigo, que comprenderías nuestra situación, porque recuerda esto Sasuke Uchiha, no eres el único en este enredo que terminará por destruirnos completamente. Y yo sé que nunca seré una mujer digna para ti y tú nunca serás el hombre que anhelo.- Aquellas palabras la consumieron por dentro, aquella verdad solo le provocaba tristeza, dolor y llanto.

- Bravo Hyuuga, me sorprende tu vasto vocabulario para ser una dama. Entiendo que al ser una mujer, sufres el doble, sientes el doble y mientas el triple, porque no te creo nada, no creo en tus palabras, en tu rostro ni en tu mirada. Y debo decirte que tu actuación en la iglesia fue respetable. Ahora, me encantaría seguir con esta conversación tan amena que tenemos desde que nos "vincularon", sería la palabra correcta, pero es nuestro deber presentarnos en nuestra fiesta, porque sin nosotros, no hay motivo de festejo. – Hinata reflejó enfado y luego resignación, no importara cuanto intentara hacerle entender que ella no era su enemiga. Ella lo hubiera vuelto a intentar si no fuera porque la volvió a callar - No digas nada, vístete, arréglate, haz lo que sea que te falte.

Hinata no estaba desnuda pero tampoco estaba lista, llevaba puesto su vestido de fiesta que era uno cómodo que se componía de dos partes, de un corto vestido color blanco sin tirantes, que se ajustaba a sus voluminosos pechos, a su vientre y cintura, luego se abría paso a su cadera dejando caer la tela a los costados, la prenda se acercaba hasta la mitad de su muslo y luego estaba la otra parte, que era una tela transparente con las mismas proporciones que el primero pero este tenía una apertura en V en el cuello que cubría sus clavículas, hombros y espalda, era de corte largo, hasta el suelo, era un magnífico complemento que le otorgaba al principal vestido un ligero toque de elegancia. Su maquillaje era simple con unos toques de lila y plateado, casi ni se percibían, solo faltaba sus labios, mejillas y cabello. En un santiamén, sin tener conocimiento alguno, se puso brillo en los labios, rubor en las mejillas y se levantó el pelo en una coleta, produciendo un aspecto angelical y casual. Su cabello tenía rastros de su antiguo peinado, que fue el rodete, por lo que su cabellera suelta tenía ondas en las puntas pero aquellos detalles hacían resaltar sus delicadas facciones de su rostro. Lo que tenía que haber hecho en el sanitario en sus 45 minutos, en los que se pasó lamentando su situación y su eterno dolor que la acompañará de ahora en adelante, solo le tomó un par de minutos, ella deslumbraba la apariencia de una feliz recién casada. Finalmente se dirigió a la alcoba, se sentó en la cama y se colocó los tacones de color blanco, que en la parte de atrás tenía una imagen de una rosa florecida de color azul violáceo. Sin poder evitarlo sus ojos se orientaron hacia donde se encontraba el insensible de su esposo, ella se sorprendió al notar cómo él la observaba cautivado, inspeccionando cada rincón de su cuerpo, provocándole escalofríos, ella volvió en sí y con una temblorosa pero audible voz le hizo saber que ya estaba lista para volver al show de mentiras y de mantener apariencias.

- Deberíamos irnos, a menos que no estés listo. Esposo. – la reacción de Sasuke la aturdió, él sonrió y un brillo en sus ojos se hizo presente.

- Uchiha solo pudo sonreír por lo bajo, nunca creyó oír de los labios de una mujer aquella palabra que le provocó un cosquilleo en el estómago. Él sabía lo que debía responder, ella era su "esposa", es una palabra que tiene varios significados, pero para él era el término utilizado por los policías.

- Eres interesante Hyuuga pero no me interesa saber cuánto y de hecho, estoy listo desde que inicio todo. Esposa - El azabache seguía vistiendo el mismo traje que tenía puesto en la ceremonia, camisa blanca, saco, corbata y pantalones de vestir negros. El mismo peinado de siempre, uno ligeramente despeinado hacia un costado, su apariencia era de un hombre apuesto e importante.

Él le extiende la mano derecha y ella, sin "ánimos de seguir con el juego", se encamina hacia la salida y cuando puede observar su reflejo en las puertas del ascensor ella decide dejar una verdad en los oídos del azabache.

- Eso lo haremos cuando haya público, no es necesario si estamos solos Uchiha.

A Sasuke no le desagradaba la nueva Hyuuga, menos lágrimas que ver pero él la quería tener bajo control, no que ella pudiera volverse una molestia

- ¿Qué pasó con la tímida y tonta de Hinata? ¿Qué sucedió para que ahora si quieras ir? Acaso fueron mis palabras las que provocaron tu transformación.

La joven Hyuuga debía aceptar que las palabras de su verdugo, no eran mentiras sino crudas verdades y ella también podía decirlas.

- Si, me has dicho una verdad que no quería admitir. Ya no se trata de lo que queramos, de nuestras comodidades, ahora todo gira en torno a las necesidades de los demás, nosotros somos simples títeres de ellos y solo nos queda aceptarlo, no gano nada al llorar y victimizarme, no ganamos nada Sasuke.

Hinata siguió su camino al ascensor y no esperó por el asombrado azabache. Él se quedó sorprendido por las palabras de la joven y sin saber qué hacer, la observó sin perderla de vista y cuando ella dijo algo, él solo pudo entenderla al delinear sus carnosos labios: "te espero abajo". Uchiha Sasuke no era ningún títere, él estuvo de acuerdo con todo esa porquería como también podía haberse negado, él no es ningún títere de nadie, solo él puede ser su propio dueño. Sasuke se repetía una y otra vez lo mismo: yo no soy un títere, yo no soy como tu Hyuuga.

Ella estaba en la limosina, ni si quiera lo esperó en la recepción, descendió del ascensor y se fue directo al auto, a su refugio de las miradas entrometidas, para su suerte, los que trabajaban en el hotel sabían quién era ella y cómo debían tratarla, toda su vida había odiado el trato que tenían con su persona, siempre exageradamente distantes y hasta algunas veces eran frívolos, ella sentía que no la querían en ninguna parte, que no encajaba en nada y que a nadie le gustaba lo que hacía, para su padre nunca era suficiente y ella teme que nunca lo será. Hoy es una excepción, hoy es cuando adora ser invisible, cuando ama ser odiada y teme ser vista.

Sasuke con paso firme se dirige a la puerta de cristal, intentando mantener la compostura después de lo dicho por Hinata. Al estar afuera, en medio del mundo, respiró profundo y quiso creer que podía despertar de aquella pesadilla, producto de una mala noche y unas copas de más, pero ve la limosina y la ve a ella abriendo la puerta para que ingresara y descubre su verdad: no era una pesadilla, era el infierno.

En unos 15 minutos estarían en el lujoso salón de fiestas rodeados de gente que no conocían, de personas importantes que dejaron de importar y de amigos que no saben nada. Un público diverso y un sinfín de sentimientos, emociones y escalofríos. El espectáculo es para y por ellos.

La limosina ya había comenzado su recorrido asignado, los minutos faltantes se hacían eternos y ellos querían no darse cuenta de la presencia del otro pero no lo conseguían. Sasuke no podía quitarle la mirada de encima ahora que tenía el tiempo necesario para apreciar su aspecto corporal, pudo percatarse de su elegancia y el toque de sensualidad que aparentaba con aquel vestido, que dejaba visibles sus largas piernas, la mitad de sus muslos y luego se ceñía a la perfección a su vientre y demás. Sus generosas proporciones hacían resaltar la belleza del vestido, su apariencia era digna de una diosa griega.

Uchiha Sasuke odiaba cómo su cuerpo reaccionaba al observarla detenidamente, al imaginara que podía recorrer cada centímetro de la joven Hyuuga, que sus dedos lograra descubrir la textura de la piel blanquecina, perderse en el aroma de su cabello y cuando estaba a punto de imaginarla de una forma inapropiada comenzó un hormigueo detestable en las puntas de sus dedos y se fue expandiendo a su columna y nuca, el azabache no entendía por qué era o no quería entender.

Hinata se perdía en las copas de los arboles, todos tan llenos de vida, con cientos de hojas verdes, niños corriendo en los parques; ella sintió que la escena que estaba presenciando se había repetido en algún momento de su vida y finalmente lo recuerda, fue en el atardecer y sucedió después del casamiento, cuando se acercaban al escondite de la limosina, fue cuando vio el mismo paisaje, solo que ahora los acorralaba la noche y la luna sería cómplice de la mentira, igual que el sol. Con los ojos llenos de lágrimas pero sin dejarlas caer siguió observando, siguió perdiendo un poco más de su alma.

Ella se encontraba perdida en sus pensamientos, inundada de sentimientos pero no pudo evitar darse cuenta de la incomodidad del azabache, se cambiaba de un lugar a otro, clavaba sus dedos en sus rodillas y movía su nuca en giros circulares para luego detenerse y apoyar su espalda en el asiento e ir de la izquierda hacía la derecha y viceversa, de una manera nada sutil. Hinata no comprendía su comportamiento por lo que empezó a preocuparse, y sí no era incomodidad, y sí le ocurría algo grave. Su cabeza estaba llena de dudas, ella no sabía si estaba fingiendo pero para socavar sus dudas, ella se acercó a él y con mucho temor posó su mano en la frente del joven inquieto.

- Uchiha ¿Se encuentra bien? ¿Qué le sucede?

El azabache se paralizó a su tacto, el solo posar su delicada mano en su frente lo inmovilizó por completo, no sabía qué decir ni cómo actuar y él solo podía pensar: ¿Qué demonios me está sucediendo? ¿Por qué ahora y por qué con ella? Demasiadas preguntas y reclamos colapsaron su mente y él se dejó guiar por la adrenalina y preguntó la duda que quisiera olvidar.

- ¿Por qué me besaste? Dime por qué Hyuuga.

La confusión los abordó, por una parte Hinata retiró rápido su mano, no sabía el por qué de la pregunta y mucho menos cómo responderla y por otra, Sasuke no quería admitir que dijo lo que oyó, no quiso aceptar que se dejó llevar por el momento. Ambos querían desaparecer de la faz de la tierra.

Cuando estaban a punto de articular palabra alguna, es cuando el chofer les dice que llegaron y les abre la puerta, la luz artificial de la noche ingresa parcialmente a la limosina y Hinata se escapa de la situación por reflejo, ni si quiera se percató en qué momento salió del automóvil y quiso huir de él, de la situación más vergonzosa pero no debía hacerlo, porque ella podía pero ya era tarde para intentarlo. Uchiha se demora al salir, para recuperar la compostura que lo abandonó por unos segundos, al tocar sus zapatos el suelo, él se yergue como si nunca hubiera sucedido nada de lo cual debía avergonzarse pero cuando su mirada se encuentra con la de Hinata, quiso estar lo más apartado posible de ella. Mientras su mente estaba perdida en la nada, él intentaba no volver a perder el control de la situación, se acomodó el traje y le acercó su antebrazo izquierdo a Hinata, ella con sus mejillas teñidas de distintas tonalidades de rojo, lo envolvió con su delgado brazo derecho y con un paso tras otro se dirigen al mayor teatro de su vida, en donde ellos son los personajes principales.


Hola, sé que me tardé en actualizar, tuve problemas con mi computadora y cables rotos por doquier :P

espero que les guste, este es más largo como me pidieron ehhm los derechos le pertenecen a masashi kishomoto menos mi historia. ;)