El lado frío de la cama

Los sueños mantuvieron la esencia de la pasión y algo más.

Ambos tuvieron sueños, en donde sus anhelos se plasmaron con fervor. La imagen de Hinata semidesnuda rogando por más, lograba satisfacción y soberbia en Sasuke Uchiha y el inconsciente de Hinata reveló sus intenciones, la esperanza de una familia que se plasmaba con la presencia de niños correteando por los alrededores, su esposo sonriéndole cálidamente y pronunciando una frase que ella deseaba oír: "Soy tan feliz, gracias Hinata".

Después de sus sueños reveladores. La pareja disfuncional se dirigió, por lados separados a la cocina. Una vez ahí, sus miradas chocaron y los sonrojos se apoderaron de Hinata mientras que la incapacidad de formular palabra alguna sellaba los labios de Sasuke.

- Ehhm, no pienses mal. Fue solo una coincidencia, no premedité verte de nuevo en la cocina – su voz se hacía cada vez menos audible. La reacción de Hinata fue aclarar la situación del encuentro como si la culpa de los eventos anteriores fuera suya.

Sasuke se limitó a observarla y no le era fácil mantener el control sobre su libido. Las prendas de su esposa eran dignas de lencería erótica, destinada a ser arrebatadas con fiereza; hacerla suya estaba a solo un movimiento pero él no se podía permitir decaer ante ella, la destrucción de su soltería. Pero aquel mínimo camisón beige de seda que cubría poco y dejaba al descubierto tanto. No dejaba nada a la imaginación, le dificultaba a su orgullo no saltar sobre ella cual animal encelo.

-Hmpf, cómo si me importara Hyuga.

El retiro repentino de su esposo la sorprendió, ya que al parecer no había cumplido su objetivo por el cual había ido en primer lugar a la cocina. "Será que no quiere desayunar ¿O sí? ¿Por qué sus ojeras eran tan grandes? No habrá podido dormir… igual que yo" Las conjeturas se imponían en su mente, y mientras intentaba desvelarse por completo y olvidarse de aquel sueño profético de su alma. "¿Niños? ¿De verdad Hinata? No seas tonta" se reprendía a si mima por sus anhelos tontos e imposibles con la situación real de ambos. "Gracias Hinata. Él nunca me dirá algo parecido" su mirada se tornó oscura y triste; sus pensamientos la inundaron y se quedó viendo un punto fijo hasta que una voz la despertó.

- ¡Hey! ¡Algo se quema! – El grito provenía desde el salón principal y la trajo a la realidad; en unos rápidos movimientos apagó la cocina – Cualquier cosa que estés haciendo – a cada palabra, más cerca se escuchaba – lo quiero en término medio.

Hinata miró el relajado porte de su "afable" esposo y la reacción de él la cautivó. Unos fuertes abrazos la rodearon por completo.

Por un fuerte olor a quemado Sasuke se dirigió a la cocina, un motivo para molestarla y poder escrutarla de pies a cabeza pero al llegar solo pudo encontrar una escena típica de su esposa. De sus ojos derrapaban voraces lágrimas que sus cristalinos ojos perlados no pudieron retener. Su cuerpo se movió sin su consentimiento y en un par de pasos la tenía completamente ceñida a él y las lágrimas traspasaron su camiseta blanca hasta la piel y un escalofrío recorrió su cuerpo y, la abrazó con más fuerza mientras ella se dedicaba a desahogar sus anhelos deshechos.

- Sa…Sasuke, nunca seremos felices juntos ¿no?… no seremos un matrimonio normal y feliz ¿Cierto? – lo decía entre sollozos y su receptor no sabía que contestar. "¿Por qué importa tanto ser felices? Un matrimonio arreglado jamás estará acompañado de la felicidad" un pensamiento que gobernaba la mente del azabache.

- No… - a tal contundente respuesta Hinata se aferró a él con sus brazos en su pecho – y tampoco es que importe Hyuga. No venía en el paquete matrimonial.

Ella siguió llorando aunque sus intentos de recuperar la compostura eran ignorados por su sensibilidad emocional ante su inminente y destructiva realidad. Sasuke posó una de sus manos en su pálida mejilla, quitó una que otra lágrima y la deslizó hasta llegar a su mentón y lo elevó hacia él para finalmente evocar un simple y corto beso a la indefensa esposa que yacía en sus brazos.

-… Pero sabes Hinata – la volvió a besar de forma pasiva y sin arrebatos bruscos, un simple rose de labios – podemos coexistir sin la necesidad de la felicidad, de hecho… - el siguiente beso fue uno más intenso e impulsivo, un verdadero beso de un Uchiha – creo que solo necesitamos llevarnos bien – su mano derecha se había trasladado del mentón a su nuca y la otra la tenía sujetada de la cintura mientras que Hinata permanecía inmóvil y sucumbida en las erráticas palabras del azabache porque ella no quería "llevarse bien" con su esposo, ella quería amarlo, ni siquiera le importaba si él la llegaba amar, ella solo quería sentir amor por la persona que la había desposado.

- …no…no – Sasuke recorría el cuello de Hinata con su lengua y había deslizado el camisón que llevaba puesto haciéndolo caer por su menudo cuerpo hasta llegar al suelo - … basta… Sasuke – él seguía sin escucharla y su objetivo de hacerla suya se había puesto en marcha.

Cuanto más se negaba, Sasuke más se excitaba. Cansado de sus negativas le profirió un comentario que aturdió y molestó a su esposa.

- Sólo deja que pase, igual tarde o temprano terminaras cediendo. Todas lo hacen.

Ella no era parte de su regla, ella no era todas. Su arraigada ilusión de ser la única para él de ahora en adelante se había esfumado en el instante que su esposo había dejado a la vista su yo verdadero. Hinata lo apartó con todas sus fuerzas, con su pálido y frágil cuerpo semidesnudo le dedicó una bofetada y él se paralizó expectante.

- No me vuelvas a tocar, yo no soy una de las tantas conquistas a las cuales estas acostumbrado. ¡Soy tu esposa, imbécil! Respétame. No me refriegues en el rostro tus amoríos como si fueran triunfos, al fin y al cabo ellas también son personas, maldito arrogante – Sus lágrimas habían dejado unos ojos, nariz y mejillas rojas pero los besos de Sasuke habían logrado detenerlas. Sin miramientos se esfuma de la cocina y le atina una frase que punzó en el lugar equivocado: su pecho – Hasta que el plazo de los días no llegue a su fin, no quiero volver a verte.

El adolorido azabache, paralizado e irritado permaneció quieto en su lugar apretando sus puños hasta que una sonrisa se posa en sus labios.

- Preferiría no verte nunca más en mi vida, maldita desquiciada. ¿Imbécil? ¿Arrogante? Si, tal vez lo sea pero prefiero tales cualidades que ser una torpe, inútil e infeliz mujer y ah, como olvidar, una frígida que necesita con urgencia sentir un mísero rastro de placer sexual en su vida. ¡Un orgasmo no te haría mal! – mientas su mente se conectaba con sus labios sin filtro alguno y liberaba la exasperación que aquella mujer le provocaba, no se había percatado de la presencia de su esposa, ya que había dicho tales cosas creyendo que ella ya no estaba. Al darse vuelta, se encontró con una mujer en ropa interior lila pero con un rostro inexpresable. Su hermoso rostro estaba vacio de expresiones, solo había una gélida y dura mirada. No supo qué hacer, sí que el mundo lo tragara o pensar que es mejor que supiera sus verdades. Su escuálida mujer le provocaba dudar de sí mismo.

- Sólo vine por el camisón – ella pasa por su lado, se acuclilla en el piso para luego irse sin decir ni una palabra. Un silencio que irritó aún más al azabache que se encontraba perdido en las diferentes y contrarias reacciones de su "inestable" esposa.

Ese día, desde el comienzo hasta el fin, ninguno de ellos había probado un bocado y eso que comida no les faltaba, la heladera y alacena estaba abarrotada de alimentos perecederos.

Los días pasaron, las noches englobaba el mundo de ambos porque siempre permanecían despiertos en los balcones observando a la luna y sintiendo la soledad que les deparaba el futuro y se sentía con fuerza en su presente. Sus mentes estaban llenas de críticas, de las palabras dichas por el otro, de culpas, de conjeturas sobre sus vidas de ahora en adelante y del sexo y sus consecuencias pero Hinata tenía una preocupación más: el amor.

De los días que transcurrían, se evitaban encuentros que eran inevitables: se turnaban para usar áreas que debían ser compartidas, cocina y salón como el jardín. Una de las soluciones con respecto al salón principal, fue la siguiente: Hinata pasaba la mayor parte del día en la playa, deleitándose del encantador paisaje que le ofrecía, no retornaba a la mansión hasta no presenciar su escena favorita, el sol volviéndose uno con el océano. Sin que ella lo supiera, Sasuke la observaba desde la amplia vista que los ventanales le permitían.

Una de las tantas noches desoladas de ambos, la aparición de un sueño inusual los desorientó hasta el punto de reconsiderar su situación actual.

Sus lados opuestos intervinieron en sus fantasías; Sasuke con la idealización de su esposa en frente del océano, con un vestido blanco y sus cabellos siguiendo la dirección del viento y con una encantadora sonrisa y de sus labios se formaron dos palabras que él no logró distinguir pero no se percató de una sincera sonrisa en su propio rostro. Con respecto a Hinata su lado salvaje aparece, deseos, caricias, su esposo sin camisa, un pecho fornido que sus dedos delinean sin titubeo y sus labios piden por más. Gemidos producidos por la boca de Sasuke provocaron una sonrisa diferente en ella, una eróticamente siniestra. Ambos despiertan creyendo que fueron pesadillas, unas desagradables pesadillas que suplicaban no volver a tener pero al abrir sus parpados en la penumbrosa noche, solo escucharon el ruido de las olas chocar contra la arena y percatarse de la soledad que les acompañaba en el lado frío de la cama. Quisieron volver a dormir dando espalda a su realidad, a tal frialdad indescriptible.

Creyendo que tal sueño o pesadilla había sido producto de las palabras de cada uno había repercutido en el otro, quisieron buscar una solución rápida y eficaz para la erradicación de tales pesadillas que merodearían de ahora en adelante sus descansos nocturnos. Era necesario aclarar las dudas, temores, toda clase de indiferencia para no volver a tener esa clase de sueños porque no podían regresar al ámbito social de la ciudad cuando era evidente el malestar que los rodeaba.

Siendo esposo y esposa, recién casados en un matrimonio legal y religioso, no pueden encontrar una forma amable y convincente de hablar con el otro desde lo ocurrido, dos situaciones que "provocó cambios irreversibles" en su vida de casados. Tuvieron intentos fallidos de parte de ambos al querer entablar una conversación, o huían cuando había oportunidad o esquivaban al otro cuando su rostro presentaba un reconocible y determinante "tenemos que hablar".

Después de idas y vueltas, el día se dio y fue el ante-último día para dar por terminado su luna de miel. Y fue Sasuke quien se armo de valor y con el orgullo sobrevolando las nubes, la acorraló en la playa mientras el sol se escondía del desastre o épico cierre de la pareja disfuncional de casados.

- Necesito decirte algo… - inició Sasuke sin titubeos.


Hola a todos los queridos seguidores de esta problemática pero linda historia.

Por fin me veo posibilitada para continuar con mis historias despues de haber estudiado exhaustivamente para un parcial, o tal vez solo exagero :P

Bueno, con el tiempo en mi contra y mi inspiración que viene y se va, me quedé hasta la madrugada escribiendo pero valió la pena con solo traerle una parte más de esta historia para ustedes. Gracias por todo.

Los derechos de autor con respecto a los personajes son de Masashi Kishimoto y mios con la historia.