Mentira convertida en verdad

Finalmente ha llegado el día en que nos largaremos de esta maldita isla. Al principio había creído que era una excelente idea estar apartados de todos los metiches y tentaciones de sensuales mujeres, pero al parecer me equivoqué. Ella se enfermó, no tuvimos sexo, como odio la abstinencia y de hecho es un record no haberlo hecho por veinte un días, más los otros días de ceremonia son fácilmente treinta. ¡Un mes! No lo puedo creer. Y después, el bono extra fue la discusión que nos delineó un límite entre nosotros.

Al mi lado hay una mujer rezando con miedo y ¿Fe? Cómo si no saliera viva de esto. Es solo un avión señora, no moriremos o por lo menos, no yo.

- Maldita eres Hyuga entre todas las mujeres – aquella frase lo almacenaré como un recurso en los días que me toca desahogarme. – Maldita estas – estoy pensando en crear una original oración en honor a mi loca esposa.

Ella reposa su cabeza en la ventanilla del avión, sus parpados están cerrados, no puedo asegurar si está dormitando o fingiendo. En el helicóptero fue diferente, estuvo despierta, no se asustó como la primera vez y, sé que lo hizo para molestarme, se pasó conversando con un tal Kiba, otro copiloto interesado en ella. Pero en todo el día, desde que nos encontramos en el arribo del viaje, no me ha dirigido la mirada ni me dedicó palabra alguna después de la conversación que entablamos un día antes de dar por terminado nuestra estúpida y agobiante luna de miel. Una que ni siquiera pudo cumplir su función: sexo, maldita sea ¿Soy un obseso sexual? Tal vez.

Todavía puedo recordar lo idiota que puedo llegar a ser por el beneficio de mi familia, debía hablar con ella, arreglar o mínimo dejar en claro que debíamos parecer más unidos al llegar a casa.

- Necesito decirte algo… - ¿Qué le digo? En realidad, la había visto desde el balcón y decidí que era el momento de hablar pero no sé qué decir. ¡Carajo! Debo ser coherente – Es por los sucesos ocurridos anteriormente y los que están por pasar. Ser tu esposo, no fui mi decisión y sé, que tal vez tampoco fue la tuya – sus ojos me miraron fijamente y al pronunciar "tal vez" su rostro hizo una mueca de desagrado ¡Oh mierda! No metas la pata – Quiero decir que aunque no esté en nosotros ser o no felices – Bien, hablar sobre lo que ella me preguntó – ya no depende de nosotros, sino de la felicidad de nuestras familias. Sigamos como antes, seamos farsantes por el bienestar de ellos – aunque fueran las personas más cercanas a nosotros quienes nos hayan esclavizados a nuestra miserable vida actual - ¿Qué dices, Hyuga? ¿Seguirás siendo mi falsa esposa?

Ella vuelve su vista hacía el crepúsculo con el océano como personaje principal, su cabello suelto no me deja ver su rostro, el viento lo guía salvajemente, con un par de sus finos dedos acomoda unos mechones traviesos detrás de su oreja izquierda y me mira fijamente.

- … En ningún momento tuviste un pensamiento, una probabilidad de intentar conocerme o amarme ¿Amar no es un opción para ti? – Sino es la felicidad es el amor. Las mujeres, no, solo ella es complicada – Nunca dejaras que el amor albergue tu corazón ¿Cierto? ¿Es por miedo? ¿Temes del amor Uchiha? – ella no es como lo fue en la ceremonia de bodas, en la fiesta o en los días anteriores. Ella no es Hyuga Hinata, no es con quien me casé. ¿Y qué importa si cambió? ¿Qué demonios con su discurso psicológico? Yo, un Uchiha de sangre y alma, ¿Temerle a algo? Imposible, en mi no hay lugar para el miedo y la inseguridad o la inconformidad. Deseaba vociferarle un rotundo no. Amarla era parecido a castrarme, a suicidarme. Definitivamente no lo veía como una opción… pero no podía decirle tales cosas que empeorarían nuestra inestable relación.

- Hyuga, quiero que entiendas, no depende de mí amar o no a alguien, solo sucede y en estos días puedo decir que llegué a conocerte un poco más – encantado hubiera estado de conocerte… en términos fisiológicos – y ten por seguro que tendremos más tiempo para conocernos mutuamente pero no podré amarte. – me rehúso a hacerlo.

- Bien. No te preocupes en ninguna circunstancia pensaría en perjudicar la familia de mi querido esposo – el sarcasmo era evidente en sus palabras pero no importaba, el hecho que seguiríamos fingiendo me aliviaba un poco.

Al terminar aquella desastrosa conversación, ella se dirigió hacía su habitación y de allí no salió hasta que fue el día de nuestra partida. La idea de abandonarla en la isla, aparecía de vez en cuando, tentándome a ser libre.

Ahora estamos sobrevolando las provincias de Japón, dejamos Australia y los recuerdos atrás, tenemos que borrarlos de nuestras memorias y más aún aquella extraña pesadilla que tuve con ella… donde no hubo sexo sino olas, vestido blanco y mi tonta sonrisa. Jamás entenderé qué origino aquel desequilibrado sueño y no pretendo buscar su origen tampoco.

Al llegar iré a uno de mis prodigioso clubes nocturnos, de ahí saldré satisfecho. Las mujeres me acorralaran, coquetearan conmigo, llegaran al clímax y me lo agradecerán; todo lo contrario a mi neurótica compañera de vida.

El viaje en el avión y su descenso no padecieron de turbulencias provocadas por el clima o como por mi esposa. Es extraño referirme a ella con la designación de esposa. Nunca pensé que poseería una, es exótico pero perturbador.

No debería estar casado, atado a ella en un lazo matrimonial es demencial. Y los rumores con respecto a sus lados negativos, ciertos. ¿Lados positivos? Quién fue el desgraciado que lo dijo ¡No hay ninguno!... puede que se deba porque es un matrimonio arreglado. Hmpf, no importa.

Por suerte, las maletas no fueron ultrajadas o demoradas, llegaron a nuestras manos sin problemas pero la maldita maleta roja me sigue molestando; un cosquilleo en la sien aparece cada vez que la veo. Pocas veces pude ver a Hyuga con aquellas prendas, era imposible que no las usar porque otras no tenía. La última discusión dificultó mi exanimación en ella como nuestro contacto físico. Solo debo aguardar a la noche y volveré a ser el de antes, tengo que tener paciencia aunque sea irritante.

De repente, sentí una helada cosa que se enredó entre mis dedos. Estaba a punto de apartar mi mano cuando se escucha a lo lejos genéricos gritos de mi nombre. Busco su perpetrador y observo a mi eufórica madre corriendo a mi dirección. Verla me hizo feliz pero la rabia hacía mi familia no quería disiparse… sin darme cuenta, correspondí al agarre de Hyuga. Estábamos preparados para iniciar de nuevo la mentira que ellos crearon.

La obra de una feliz pareja matrimonial daba inicio en aquel aeropuerto de Tokio.

- ¡Sorpresa! Quería verte lo más pronto posible, nadie me había dicho que su estadía en Australia duraría más de dos semanas – mientras sigue explicando el porqué de su aparición, ella me abrasa con todo el furor de una madre cariñosa.

- Bueno, la felicidad no durará demasiado tiempo si sigues asfixiándome.

- Que gracioso, Sasuke. ¿Es que ahora no puedo abrazarte? No sabes cuánto te extrañe – después de soltarme, en seguida vuelvo estar en su agarre de madre desconsolada.

La mano fría de Hyuga se había vuelto cálida, cuando ya me estaba acostumbrando, ella me suelta para saludar a mi padre. Se ofrecen unas forzadas sonrisas y observan la humillante escena que presentábamos. Con sutileza me alejo de mi madre y traigo hacia mí a Hyuga de un tirón de su brazo.

- Madre, no te olvides de tu nuera. Asfíxiala – ambas me miraron aturdidas pero mi madre procedió a ejecutar mi petición, la abrazó de igual o peor manera que mi complicada mujer se volvía más pálida.

Al terminar de saludarnos afectivamente, y dar un par de miradas expectantes a la situación decidimos seguir adelante y llegar a la salida. Ahora, es mi padre quién habla, una vez dentro de la camioneta Peugeot.

- ¿Qué tal les fue en el viaje? ¿Algo cambió? – aquellas preguntas iban dirigidas sin rodeos a mí, y no a un "nosotros".

- Fascinante, padre. Sydney es un hermoso lugar en el que puedes pasar una romántica luna de miel, de hecho, mi esposa y yo nos hemos acercado mucho más ¿Es lo que querías escuchar? ¿No te parece creíble? Entonces qué te parece…

- Suficiente, Sasuke. Es suficiente – mi madre me interrumpe y no pude seguir dejando a la vista mi frustración – Perdónanos Hinata, sé que debe ser incómodo para ti presenciar el mal comportamiento de tu esposo.

¿Qué demonios le sucedía a mi madre? ¿Por qué lo dice cómo si realmente le preocupara mi falsa esposa? ¿Por qué parece que ella quiere creer la mentira? ¿Qué está pasando? Los sucesos recientes me estaban desconcertando como enfureciendo.

- Solo eran unas simples preguntas, Sasuke. No actúes como un despechado y resentido personaje de película

Su comentario me helo la sangre, lo quería golpear. Definitivamente algo había cambiado pero no en mí o en Hinata sino en ellos y escalofrío recorrían mi piel al querer saber el porqué.

Nos invitaron a pasar la velada nocturna en su mansión que antes era mi hogar pero me negué a estar con las personas que creía que eran mis padres hasta que me entregaron a esta gata. Hyuga apoyó la idea de pasar la primera noche después de los arribos a Japón, juntos y separados del resto. Mis padres nos regalaron una perturbadora sonrisa antes de marcharse.

Una vez en el hotel, hicimos lo mismo, tomamos una ducha, cenamos casi nada y luego a descansar, todo por separado, como los individuos desconocidos que éramos. La idea de ir a un club y chicas se desbarató al ver el radical cambio de mis padres con mi matrimonio arreglado.

Cada uno de nosotros siguió con su rumbo de vida antes del martirio de ser esposos, ella siguió ejerciendo lo que fuera que haga y yo me pasaba la mayor parte del día encerrado en las cuatros paredes de mi oficina poniéndome al tanto del avance de las empresa y su poco crecimiento pero continuo. Los reportes de mi hermano mayor se ven favorables para los accionistas, después de todo es bueno recibir buenas noticias. De esta manera debió haber sido antes, sí solo… No puedo hablar de situaciones irreales, tengo que aceptar el destino que me tocó. Soy un sacrifico financiero.

Los días pasaban sin preocupación por nadie. Hyuga no me dedicaba mirada alguna a menos que no fuera en frente de una cámara o con un conocido público de alta sociedad. Cuando estaban presentes, ahí si se convertía en una esposa atenta y afectuosa. Interpretaba de una forma eficiente y sin errores, tal era su prolijidad al fingir que, aunque no quiera admitirlo, me confundía; me encontraba perdido en qué era verdad y en qué no.

Meses nos golpearon sin una diminuta consideración. Los paparazzi no descansaban y nuestra obra siempre tenía funciones, era agotador ser una pareja del año y llevar al límite cada mentira. No creo que me pueda olvidar de aquella vez que hubo un rumor de un embarazo en la familia de Uchiha-Hyuga. Lo desmentimos apenas salió a la luz pero la mirada de Hyuga Hinata tampoco la olvidare fácilmente. Las mujeres sufren más que cualquier hombre sensible; afirmativo.

Nunca la volví a ver llorando ni oír quejas de su parte. Es más, casi nunca la veo. Ella se pasa el día afuera igual que yo, al llegar al departamento cada uno hace lo suyo y ella se va a la habitación y yo duermo en el sofá. Parecemos una pareja en pleno plan de divorcio. Pero esta tranquilidad se vio afectada por una tonta llamada.

Era un día típico de nuestra vida de casados, cada uno encerrado en su mundo, papeles de allá para acá, teclas de la computadora resonando en el lugar, tazas de café o tés por doquier, llamadas en un rincón, la rutina. Desde la sala llego a escuchar el timbre del teléfono y espero que vaya ella, al final lo hace.

- Hola- puedo oír su dulce voz – Si, se comunica con Hinata Hyuga de U...Uchiha – al escuchar su actual nombre de casada mis latidos se detuvieron por un milisegundo, fue escalofriante - ¡Ah, claro! Cómo podría olvidarla. Si él está aquí ¿Quiere hablar con él? – mi incertidumbre acrecía a cada palabra que ella comentaba ¿Quién estaba al otro lado de la línea? - ¡Sasuke! – mi nombre al ser pronunciados por sus labios… fue una sensación extraña, una que me molestó - ¿Cómo? ¿Qué? Pero… está bien ¿Amor? Quieren hablar contigo. – Al verla decir aquella palabra, me paralicé – Toma el teléfono, es tu mamá.

Deja el auricular en la mesada y se retira ágilmente sin tropezarse, algo que se hizo costumbre en ella hace unas semanas atrás, y sin compartir una mirada pero pude observar plácidamente el rubor en sus mejillas.

- Hola ¿Madre? ¿Qué pasó?

- Hola Sasuke, no pasa nada. Te llamaba para comunicarte que el día catorce de agosto tu hermano Itachi llegará de Londres con su prometida – lo decía con un toque de alegría.

- ¿Prometida? ¿Cuándo fue que comenzó una relación? – estaba conmocionado.

- ¿Cómo que cuándo? Hace unos meses atrás te mencioné que tu hermano había conocido a un chica y bueno, parece que le pidió para casarse y ella aceptó ¿No es grandioso? Ahora mis dos hijos están felizmente casados. – no podía creer lo que estaba escuchando pero solo lo ignoré, no discuto amenos que te tenga frente a frente.

- Sí, claro. Realmente no me interesa saber la vida amorosa de mi hermano ¿Para qué me llamaste, madre? Dudo que sea para informarme de su compromiso.

- Sasuke, no me escuchaste en absoluto. Él viene de visita a la casa en compañía de su prometida, creo que sí no me equivoco se llama Konan y nos pusimos de acuerdo en hacer día de campo en Shirakawa, Gifu. Estas invitado a participar. Es obligatorio, no te puedes rehusar. Adiós

Cuelga sin dejar que me niegue. No estoy de humor para ver a nadie y menos a mi familia. Vuelve a sonar, contesto y era nuevamente mi madre, espetándome sin preámbulos que, y la cito: lleva contigo a tu encantadora esposa, ella es infaltable. Adiós y besos.

¡Maldito sea el universo! ¿Cómo diablos la iba a convencer para ir si parecemos perro y gato? Algo tengo que inventar.

- Hyuga

Es la segunda noche después de la terminante llamada de mi madre y todavía no le he dicho nada. Tengo que ir aunque no quiera y ya estamos once de agosto, solo faltan dos días para decirle a mi agobiante esposa sufre su requerimiento en una estúpida reunión familiar para celebrar un verdadero compromiso de amor. Para ellos es fácil pedir nuestra asistencia pero ¿Y qué hay de nuestra situación actual? ¿Qué fue aquel comentario de mi madre al teléfono?

- Hyuga, ¿Me estas escuchando?

- ¿Qué quieres?

La puerta de la habitación se abre y deja ver la delicada silueta de mi mujer. Era urgente el visitar uno de los clubes pero nunca tenía el tiempo para hacerlo. Maldición, su conjunto rosa pálido le sienta bien.

- Sin rodeos. Necesito que asitas a un evento conmigo, es por caridad y…

- No – estaba a punto de cerrarme la puerta en la cara cuando lo evito con mi mano.

- Hyuga, es importante – ella responde ejerciendo más fuerza en la puerta - ¡Carajo Hinata! Solo requiero de tu presencia, no será necesario que finjas, con solo que estés ahí me basta

- ¡No, te he dicho que no! ¡No quiero ir y no iré! – aunque intentara con más fuerza cerrar la puerta yo no lo permitiría además que su fuerza no se comparaba con la mía.

- No tendrás que hacer nada, será como una estatua, solo quieren verte a mi lado. Lo que te pido no es imposible – ella seguía empujando la puerta.

- ¡No, no y no! Si solo debo parecer una estatua, consíguete una y llévala. Estatuas abundan y dinero no te falta.

¿Estoy rogando para que una mujer me acompañe? Hay centenares de mujeres que harían fila por mí compañía pero mi madre precisamente quiere que la lleve a ella. Bien podría decir que está enferma, que se rompió una pierna o que yo se la rompí, pero sé que mi madre no me creería y si lo hiciera quedaría como un bastado, era necesario que ella fuera. Necesitaba su compañía para no quedar en ridículo.

- Necesito que vayas, Hyuga. Te necesito - al terminar de decir aquellas humillantes palabras quise tirarme del edificio pero supongo que más tarde valdrá la pena. Ella no dijo nada, solo me miró confundida. Verla vestida con un conjunto, un pantalón liso de seda con aberturas en los bordes de la pierna una diminuta pero holgada musculosa y con aquel rostros era una combinación explosiva de sensualidad.

- No – y en mi desconcierto se aprovecha para, por fin cumplir su objetivo, cerrar la puerta en mi rostro.

No sabía que pensar. Ni con rogarle o pronunciar que toda mujer quiere oír, ni con eso aceptó mi petición. ¡Púdrete Hyuga! Aunque seas una dulzura sexual, eso no cambia que eres una frígida. Ahora me quedaba pensar qué mentiras le diría mi madre. No pude dormir en toda la noche, tenía que ir al trabajo y no sabía que excusa era más creíble.

El desempeño laboral en el trabajo fue pésimo, no pude conseguir sacarme la figura de Hinata con su conjunto, la primera vez que rogué por algo y que no soy bueno inventado mentiras para mi madre.

Cansado llego al departamento, quiero recostarme, cerrar los ojos y nunca más abrirlos. Una vez que pongo en marcha mi plan, ella me interrumpe.

- ¿Qué clase de evento de caridad es?

Bueno, al parecer no perdí mi encanto con las mujeres. Su pregunta significaba una cosa: accedía a ser mi falsa esposa en el evento de caridad, bautizo que conferí a tal estúpida reunión.


Hola a todos! Bueno quiero decirles que sus reviews siempre me hacen feliz, son unos lectores maravillosos. Los amodoro :P

Bueno con respecto al capítulo de hoy, no es algo nuevo, ya que anteriormente había narrado desde la perspectiva de Sasuke y bueno como que esta parte de la historia sería mejor narrada por él, seguramente en el otro capítulo también sea narrado por él o como tal vez no.

¿Que les pareció? ¿Lindo, loco o un giro radical? Espero que les guste.

Characteres: Masashi Kishimoto

Story: mine