Basta de mariconerias

Un "Te quiero" puede derrumbar cualquier sensación de seguridad. Puede desorientarte. Puede hundirte o salvarte.

En ese mismo segundo después de escuchar las palabras más temidas por cualquier "semental indomable", su reflejo fue apartarse de ella lo más rápido posible. Al costado de la cama, parado, observó a la mujer más extraña que conoció en su vida: ¿Quién dice "eso" después de tener sexo casual? Porque para el gran Sasuke Uchiha, aquello no había significado nada en lo absoluto. Nada.

Su mirada de sorpresa, pasa de una pensante a una de frialdad condescendiente.

-Después de todo era una virgen - da un suspiro - Que patética.

Él se dirige al cuarto de baño para darse una refrescante ducha que lograra quitarle aquella extraña sensación que sentía. Cuando las gotas frías recorrieron su espalda, un pequeño dolor punzante apareció. Al terminar de ducharse, fue en busca del espejo para saber qué le molestaba tanto. Rasguños.

- Genial - eran cortas y finas lineas horizontales - Maldita gatita.

Se viste y termina en el sofá. El lugar donde siempre debió estar.

Unas horas más tarde, Hinata palpa su rostro con su delicadas manos para despertar. Sin saber por qué una sonrisa ilumina su rostro y termina por estirar su cuerpo. Aquel día se sentía diferente y no sabía porqué. Además, ella no recuerda la noche anterior. Se destapa, se dirige al baño y una brisa vespertina le eriza la piel. Desnuda. Ella se percata de su desnudez y un pequeño pero sonoro grito sale de su boca. Todo aparece de golpe en su cabeza. Ese "todo" provocó que ella sintiera mareos y terminara vomitando. Hinata había dejado de ser virgen y con un hombre que no la amaba.

Ella no recuerda el "te quiero". Su cerebro borró aquel diminuto detalle que podría cambiar sus vida para siempre.

Hinata recorre los mismos pasos que su esposo. La ducha (purificame), la reflexión (¿Qué hice?) y la examinación corporal (¿Y estos moretones?). Luego de alistarse - vaqueros azules y una blusa rosada - no sabía si salir o no, qué debía decir cuando lo viera o qué hacer. Ella estaba perturbada por lo ocurrido, temía que todo volviera a ser lo mismo. Temía que algo tan importante para ella, no representara nada para él. Hinata no quería enfrentarse a su esposo después de aquella noche, la cual ella "rogó" que la hiciera "suya".

- Bésame. ¿Por qué demonios le dije eso? ¿Por qué lo besé? ¿Por qué permití que esto ocurriera? ¿Por qué soy tan estúpida?

Al terminar de recriminar su debilidad, decide salir a enfrentar la realidad. A tomar el desayuno con el primer hombre de su vida. La puerta se abre y deja a la vista la nada misma. Él no estaba en el departamento. Un suspiro de alivio abandonó su cuerpo.

Hinata comenzó a preparar su te y unas tostadas cuando el sonido de la puerta corrediza al cerrarse la alarmó. Él no se había ido por completo; había estado todo ese tiempo en el balcón y ella ni se dio cuenta. En la forma en cómo apareció la estremeció más de lo que ya estaba.

Sasuke tenía una apariencia despreocupada. La cabellera azabache despeinada, unas pequeñas ojeras debajo de sus oscuros orbes negros con el torso descubierto y con unos pantalones polar, holgados y grises. Y por último, se estaba lamiendo el dedo gordo de la mano derecha. A cualquier mujer provocaría mariposas en el estómago tal presencia pero a Hinata le volvían las ganas de vomitar.

Sasuke aparta su mirada de ella y se dirige a la habitación. Hinata siguió inmóvil en la cocina. Al cabo de unos minutos, él sale con mejor apariencia. Su cabellera domada por el gel y vestido con unos pantalones negros de vestir y un chaleco del mismo color acompañado de una camisa celeste. No le dirige ni una palabra a su esposa y desaparece detrás de las plateadas puertas del ascensor. Y ella solo permaneció observando su propio reflejo en la taza de té. Aquello no había sido lo que esperaba.

Ella lamentaba ser tan patéticamente ilusa.

El día de ambos se diferenció por la eficiencia que demostró cada uno en el desarrollo de su trabajo. El de Hinata fue deplorable,no pudo dejar de pensar en la noche anterior, en el silencio de su marido y muchas cosas más que no dejaron que ella se concentrara o se alimentara correctamente. Mientras que el de Sasuke fue por encima de la excelencia, hasta logro un elogio de su padre. Porque en su cabeza no hay espacio más que para si mismo.

Ambos son muy distintos pero generan sentimientos en el otro.

El día llegó a su fin, y ellos se volvieron a encontrar. Desafortunadamente para Hinata, todo seguía el mismo curso de antes. Y hasta peor se podría decir. Ella sentía que su corazón se partía en miles de pedazos diminutos. Y Sasuke deseaba cuanto antes volver a su vida de antes, a los clubes nocturnos y a las noches con distintas mujeres.

Los días fueron pasando y la separación de ambos se fue haciendo más fuerte. Sasuke salía casi todas las noches y volvía al día siguiente. Hinata se pasaba las noches llorando hasta quedarse dormida. Ninguno de ellos se dirigía la palabra a menos que fuera necesario, en reuniones, en fiestas, en celebraciones, en fin, frente a un público al cual impresionar.

Todas sus salidas juntos por mantener apariencias terminaban lo más pronto posible, de lo contrario Hinata empezaría a llorar y él a ir detrás de las mujeres. Todo iba de mal a catastrófico.

Por lo que Hinata decide hablarlo con su querida nana, porque sabía que con su familia no hallaría contención alguna. Sus padres no están interesados en su vida matrimonial y su hermana cree que ella es una cualquiera. Solo quedaba su nana.

- Ya no sé qué hacer, Nana. - ella lo decía con una voz quebrada, los ojos cristalizados y con el corazón roto - Hice lo que estaba en mis manos. Yo sé que lo intenté.

- ¿Has estado alimentando bien tu cuerpo, mi niña? - A la nana solo le preocupaba una sola cosa y eso era Hinata y su salud.

- ¡Nana! ¿Me estas escuchando? - Con una sonrisa, Hinata demuestra su enojo - Mi matrimonio es un gigantesco fiasco y me está arrastrando a un abismo. Quiero el divorcio.

- Pero mi niña, no llevas ni un año de casada y ya te quieres divorciar. Tu padre no lo aceptará. - A ella no le importaba, lo que pensaba el señor Hyuga pero Hinata estaba tomando una decisión "apresurada".

- No me importa, nana. Quiero apartarme lo más lejos posible de los Uchiha. Quiero dejar a Sasuke - Su rabia se acrecentaba más que su tristeza.

Hinata no sabía si contarle todos los detalles a su nana pero al final lo hace.

- ¿Qué? - y la nana no lo podía creer - ¿Qué hizo qué? Definitivamente debes divorciarte.

- Si, gracias por entenderme, nana - Hinata sabía que podía contar con ella.

- Pero esa no es la mejor opción. - Hinata estaba desconcertada y su nana prosiguió - Mira mi niña, sí tu eliges el divorcio le dejarás el camino libre a ese infeliz y él no se lo merece. Él debe sufrir y mucho - ella cierra su arrugado puño y una flamante sonrisa aparece en su anciano rostro. La nana quería venganza.

Hinata se quedó con el consejo y el sentimiento de venganza que su nana le atribuyó a ella.

- No debes sentir tristeza sino enojo, furia. Venganza, mi dulce niña. Por una vez en tu vida debes valerte por tu misma y demostrar que puedes ser toda una mujer capaz de doblegar a un hombre, como ese cretino de Sasuke Uchiha.

Y con eso en mente, Hinata daba comienzo a la venganza que tendría un despliegue lento y doloroso. Primero comenzaría con su orgullo. Después desmantelaría su figura de "macho alfa". Luego terminaría por atacar a su debilidad sexual. El planeamiento de esas etapas le producía un cosquilleo en el estómago y una felicidad que hace mucho no se mostraba en ella.

Mañana daría por comenzado la etapa numero uno : Desarticulación del orgullo.

La primera etapa comenzó aquella mañana del décimo mes y dos semanas y medias de su matrimonio con su vulgar e insensible esposo. Su primer movimiento bien analizado fue, que la única manera de "hundir" a su esposo era quitando todo rastro de las cosas de las cuales él se enorgullece. Su trabajo, su imagen de "ser perfecto y respetado". En fin, despretigiarlo, pero sin que le afecte a ella o a las familias de ambos. Fue algo difícil pero logró desarrollar una idea brillante : una entrevista. Una periodista tergiversaría todo lo que ellos dijeran y además una que odie a los narcisistas como él. Hinata necesitaba a Ino.