Capítulo 3: Siempre contigo

—Entonces, ¿ves esa pequeña manchita en la esquina inferior? —señalaba la doctora sobre la pantalla del monitor que estaba junto a ella—. Ese es tu bebé, todavía es muy pequeño, es difícil verlo bien con este tipo de ecografía —explicaba, moviendo el aparato de escaneo por sobre el vientre aún plano de Petra, que no apartaba sus ojos de la imagen.

—¿A qué se refiere? —preguntó, un tanto confundida.

Levi estaba ahí, había venido a recoger a Petra, pues ya le estaban dando el alta del hospital, siempre y cuando, primero se realizara un ultrasonido para comprobar que el embarazo iba bien.

—Bueno —habló la mujer de mediana edad—. Normalmente el primer ultrasonido se hace de modo transvaginal… —Levi dejó de escuchar la explicación en cuanto se deslizó con tedio sobre su asiento, todo esto no era más que un fastidio, además, no se veía nada más que un montón de manchas en esa bendita pantalla.

¿Eso en serio era un bebé? Porque no tenía forma de nada, bueno, era normal, apenas tenía un mes y medio, pero ¿cómo rayos podían observar alguna cosa ahí?

—… y debido a su accidente, sería un poco riesgoso —terminó de decir la ginecóloga, justo cuando el hombre volvía en sí—. En cualquier caso, señorita Ral, todo luce bien, sólo procure no moverse mucho, al menos unas dos semanas.

Petra asintió con desgana, la idea de quedarse estas dos semanas en casa de Levi no le emocionaba para nada, pero no tenía opción, ya le habían dicho que no podía estar sola y él insistía en cuidarla, no había de otra.

—¿Ya podemos irnos? —preguntó el azabache a la mujer, quien asintió con la cabeza, en lo que terminaba de limpiar el vientre de Petra con un par de toallas de papel, ya que todavía tenía encima el gel transparente.

Después de que le dieron el alta a la joven, ella y Levi fueron hacia el estacionamiento del hospital, en donde él había dejado su auto. Como Petra aún no debía caminar, le dieron una silla de ruedas para movilizarse.

—Ya le pedí a Hange que lleve algunas de tus cosas a mi casa —dijo él, mientras abría la puerta de su auto, ya que ahí había más espacio y dudaba que Petra quisiera ir sentada a su lado, seguro estaría más cómoda ahí.

—Ah, gracias —respondió la joven, tratando de ponerse de pie de su silla, pero rápidamente el hombre se acercó a ayudarla, sosteniéndola por la cintura con suavidad—. Yo puedo sola, Levi —se quejó.

Levi frunció el ceño.

—Déjame ayudarte, ya te dijeron que no debes hacer esfuerzos —contestó el mayor—. No seas tan orgullosa, joder.

La peli naranja no dijo nada, se mordió la lengua para no explotar de rabia y permitió que Levi la ayudara a subirse al auto, afortunadamente, el asiento era suave y cómodo y no le produjo nada de dolor cuando tomó su lugar.

—Iré a devolver esto —dijo el Ackerman, cerrándole la puerta a Petra y tomando la silla de ruedas para regresarla al personal del hospital, ya que, obviamente, no les pertenecía a ellos.

Al verlo retirarse por un momento, Petra miró por la ventana y suspiró. ¿En serio aguantaría dos semanas con Levi? Así como iban las cosas entre ellos, en menos de un día, uno de los dos iba a acabar siendo asesinado por el otro.

—Si tan sólo las cosas fueran diferentes… —murmuró, dejando que la tristeza que sentía se apoderara de su mirada. Cómo hubiese deseado que la noticia del bebé hubiera llegado cuando aún estaban juntos, que fueran felices al saber que tendrían un hijo, pero incluso si hubiese pasado de ese modo, todavía Levi estaba saliendo con otra persona desde antes, ¿no?

Pensar en eso no ayudaba en nada, se moría de celos y rabia de sólo imaginar a Levi besando a otra mujer, que sus manos tocaran el cuerpo de otra, no podía soportarlo.

—Ya, Petra, no vale la pena —se regañó, apretando los puños con enojo.

En ese momento, vio por el rabillo del ojo que Levi venía de regreso, así que se mordió el labio inferior. Solamente tenía que hacerse la tonta por dos semanas y podría irse a su casa, no importaba lo que pasara, ella ya no sería la tonta chica, enamorada eternamente del arrogante director Ackerman, cuando volviera a casa, lo evitaría lo más posible y sólo tendrían que verse para las cosas relacionadas con su hijo; podía hacerlo.

—Vamos —dijo el azabache, que se subió al asiento del piloto y se ajustó el cinturón de seguridad. Acomodó el espejo retrovisor y observó como el rostro de la joven se reflejaba en el mismo, así que frunció un poco el ceño al notar la expresión que ella llevaba—. Petra, ponte el cinturón.

—Ah, sí… —ella le hizo caso sin chistar, no deseaba cruzar más palabras de las necesarias con él.

Levi entonces volvió su vista al frente, encendió el motor y el auto empezó a moverse.

La mujer dejó el bolso con ropa y algunas otras cosas sobre el suelo de la sala, eran los insumos básicos de Petra, que pasaría dos "hermosas" semanas de vacaciones en casa de Levi, y ella era la encargada de transportar dichos objetos hasta la casa de su amigo, que seguramente llegaría en cualquier momento, así que los esperaría ahí.

—¿No olvidamos nada? —escuchó la voz de Erwin, quien también dejó un bolso más pequeño sobre el piso—. Uhm, no creo que a Levi le agrade que dejemos esto en la sala, ya sabes que es un maniático del orden y la limpieza.

Hange, haciéndole caso omiso, se acercó al refrigerador y lo abrió.

—Pues que se aguante —respondió ella, sacando una botella de agua para beber un poco, pero al volver a dejarla dentro, no pudo evitar notar que todo estaba muy bien organizado, los productos estaban ordenados por color y tamaño, era como entrar a un pasillo de supermercado—. Pero qué obsesionado… —murmuró.

Erwin rio ligeramente, esa mujer de la cual se había enamorado, era realmente una persona desquiciada y despreocupada, era su total opuesto, pero le gustaba tanto estar con ella, aunque Hange Zoe lo sacaba de su zona de confort, era la mujer perfecta para él, de eso no tenía dudas.

—Levi te matará si sabe que bebiste su agua —comentó, ligeramente divertido al observar que ella se le acercaba y le guiñaba un ojo.

—Por eso, cariño, no vas a decirle nada —dijo Hange, rodeándole el cuello al hombre y mirándolo con cierta expresión de picardía. Él, por supuesto, sonrió de forma elegante, como solía hacerlo, pero bajando sus manos para sostenerla por la cintura.

Se quedaron viendo fijamente durante un par de segundos, hasta que escucharon el sonido de dos voces que discutían.

—No quiero que me cargues, Levi, quiero caminar —se quejaba la voz aguda y furiosa de Petra.

—Cállate ya, mocosa escandalosa y obedece —oyeron a Levi.

Erwin y Hange miraron hacia la puerta, luego se vieron entre ellos y, finalmente, se separaron, intentando aparentar normalidad, para cuando observaron entrar a un fastidiado Levi, que traía en brazos a Petra, al estilo princesa; ella, al verlos a los dos ahí, enseguida se puso roja como un tomate.

—Oh, ya llegaron —dijo Hange, que enseguida sonrió jovialmente—. Petra, mira nada más, estás tan bonita que no se nota que te accidentaste.

—H-Hange-san —replicó la oji miel, pues, en realidad, tenía todavía algunos golpes y moretones, además de no poder mover bien la pierna derecha, donde llevaba puesta una bota ortopédica de yeso.

El rubio se apresuró a acercarse a los recién llegados.

—Les ayudo a llegar a la habitación —dijo, sosteniendo a Petra con cuidado, en lo que Levi lentamente la soltaba, realmente parecía que se había vuelto alérgica a tenerlo cerca.

—Sí, gracias, es la segunda a la derecha —indicó el más bajo, cerrando la puerta y soltando un suspiro. Cuando Erwin se alejó junto con Petra, Levi se dio cuenta de que su "querida" amiga no dejaba de verlo con el ceño fruncido, eso era tremendamente incómodo—. ¿Qué? —cuestionó.

—¿Ahora sí vas a decirme qué fue lo que pasó exactamente? —interrogó la peli marrón, sentándose –sin invitación alguna– sobre el sofá de la sala de la casa.

A Levi casi le dio un ataque cuando vio que el sillón se arrugaba ligeramente ante la poca delicadeza de esa mujer.

—No te sientes ahí… —masculló—. Y no tengo nada que decirte.

Ella ignoró la molestia del anfitrión y simplemente sonrió —¿Nada? ¿Y qué hay de lo que le dijiste a Petra? —insistió, ahora se sentía un poco enojada, pero su rostro no lo demostraba—. ¿Realmente la engañaste? Dime, ¿con quién fue?

Tener que darle explicaciones de su vida a Hange, era lo último que podría emocionar a Levi, odiaba hablar de su vida privada, pero estaba claro que Petra lo había delatado sin más, eso era algo –de las pocas cosas– que no le gustaban de ella, que siempre tenía que andar ventilando sus temas personales.

—Eso no es de tu incumbencia y sal de mi sofá —respondió de mala gana, estaba por decir algo más, pero se vio interrumpido con los pasos de Erwin, que se acercaban desde las escaleras.

—Petra está en su cama —avisó el rubio, mirando la expresión de enojo de su mejor amigo, supo enseguida que algo que dijo su novia lo puso así—. Esto… —carraspeó su garganta—. Hange, vámonos, tengo trabajo que hacer y tú también.

—¡Ah, sí! —exclamó ella, poniéndose de pie como un resorte—. Mis estudiantes tienen examen mañana, debo estar preparada para reprobar… corregirles a todos —añadió, riendo nerviosamente—. Nos vemos, Levi.

El director no dijo nada, sólo se dedicó a estirar las arrugas de su preciado sofá.

—Nos vemos mañana en el trabajo —se despidió Erwin, antes de salir de la casa, a lo que Hange le siguió el paso con premura, pero se detuvo junto a la puerta.

—Ni creas que me olvidé de esto, Levi —dijo, llamando la atención del azabache—. No hagas sufrir a Petra, idiota, compórtate como un hombre.

Por toda respuesta, Levi chasqueó la lengua, dándole la espalda, entonces oyó que la puerta se cerraba. Suspiró y se acomodó el cabello hacia atrás.

—Quisiera no ser tan idiota… —murmuró para sí mismo.

Afuera de la casa, Erwin y Hange caminaban hacia el auto del primero, en el cual habían venido y que dejaron estacionado a unos metros de la casa.

—¿Discutieron otra vez? —preguntó el rubio, abriendo la puerta del piloto, en lo que ella se subía al otro asiento, cerrando la puerta y poniéndose el cinturón.

Hange negó con la cabeza.

—No, sólo le pregunté algo que lo puso de mal humor —respondió—. De todos modos, le advertí que trate bien a Petra.

Erwin cerró la puerta de su lado y se apresuró a cruzar el cinturón de seguridad sobre su hombro, mostrando una sonrisa en su rostro.

—Realmente te preocupas por ella —comentó, tomando delicadamente la mano de Hange, que le correspondió la sonrisa—. Eres una muy buena amiga.

—Pues claro… —Hange rio, mirando a otro lado, a pesar de que conocía a Erwin desde hace años, no podía evitar sentirse cautivada por su amabilidad y por su forma de ser, siempre la ponía nerviosa.

—Oye —él soltó su mano y encendió el motor del auto, empezando a avanzar al poco rato—. ¿Cuándo le diremos a Levi sobre nuestro compromiso? Yo ya le comenté algo, pero ya sabes…

Mientras Hange observaba por la ventana cómo se movían a través de la calle, soltó un suspiro.

—No lo sé, así como van las cosas, a Levi le dará un infarto cuando lo sepa.

El rubio ahogó una carcajada.

—Tienes razón.

Después de dormir durante un par de horas, Petra despertó en su nueva cama temporal. La habitación estaba muy tranquila, ella notó que todo estaba tremendamente limpio y ordenado, era de esperarse de Levi, era el tipo de persona que no admitiría siquiera una mota de polvo en su hogar.

—Me pregunto si sigue en casa… —se dijo la chica, tallándose un ojo, ya que todavía estaba un poco cansada.

No le gustaba demasiado estar en cama, pero era lo recomendado, aunque eso no significaba que no podía levantarse para ir al baño, ¿no? Así que, con cuidado, bajó de la cama, poniendo sus pies sobre el frío piso de madera, que brillaba como si fuera nuevo.

—Realmente le gusta limpiar —murmuró Petra, un poco divertida ante la imagen de Levi que apareció en su cabeza, el cual limpiaba con todas sus fuerzas y ganas aquel piso, haciendo que quedara tan luminoso.

Con aquella bota ortopédica puesta, no le fue fácil caminar hacia la puerta, pero ella logró cojear hasta la misma y la abrió muy despacio, no sabía si Levi estaba en casa, pero era seguro que la regañaría si la veía levantada, ese hombre estaba demasiado obsesionado con que las cosas se hicieran a su manera y odiaba que le desobedecieran.

—Baño, baño —murmuraba en voz baja, caminando por el pasillo.

Conocía esa casa, había estado ahí muchas veces, así que no le fue difícil encontrar su objetivo. Ingresó al baño y se sintió aliviada al descargar su vejiga, al terminar se aseó, se lavó las manos y volvió a abrir la puerta; no parecía que el dueño de la casa anduviera cerca, así que regresó a la habitación, pero cuando entró, se llevó el susto de su vida, ya que él estaba ahí, de brazos cruzados y mirándola con su cara de pocos amigos.

—¡Levi! —exclamó.

—Petra —respondió el hombre, frunciendo el ceño—. ¿En dónde estabas? —interrogó.

—Fui al baño —dijo Petra, regresando lentamente hacia la cama, frunció sus labios y se sentó con cuidado, esta vez él no intentó ayudarla, sabía que sería apartado—. ¿Por qué estás en mi cuarto?

Levi cogió una silla que estaba en la habitación, la acercó un poco a la cama y se sentó en ella, mirando a Petra con su habitual expresión fría, aquella que él llevaba desde que se conocieron.

—Si necesitas hacer algo, debes decirme —comentó con seriedad, recorriendo con su mirada el pequeño cuerpo de la joven que estaba frente a él. Siempre le había parecido que Petra era hermosa, desde su bonito rostro, hasta la forma de sus piernas, incluso si ella estaba enojada hasta morir con él, no podía evitar detallarla al estar usando sólo un camisón de dormir—. Vine para preguntarte qué deseas de cenar, además, hay que curar tus heridas.

Petra bajó la mirada, asintiendo con la cabeza.

—No necesito que me acompañes al baño, puedo hacerlo sola —aseguró—. Y sobre la comida, cualquier cosa está bien.

Levi no dijo nada, sólo se levantó y se acercó a ella, tomando el botiquín de primeros auxilios que estaba sobre uno de los muebles de la habitación.

—Entonces hagamos esto rápido —habló al fin. Dejó el botiquín sobre la cama y le quitó suavemente el camisón a la chica, dejándola sólo en ropa interior. Ella se sonrojó, porque recordaba las veces que Levi la había desnudado para hacerle el amor, extrañaba demasiado eso, el solo tacto de sus dedos contra la piel desnuda la hizo temblar—. ¿Te duele? —preguntó Levi, quitando con cuidado la venda que ella llevaba por sobre el hombro y debajo del brazo, tenía una herida grande ahí.

—N-no… —respondió, bajando la mirada y manteniéndose así.

Él simplemente se dedicó a retirar por completo la venda y el parche que cubrían la herida, para proceder a desinfectarla con un poco de alcohol, Petra se quejó un poco del ardor, pero se mordió el labio para mantenerse callada. Cuando Levi acabó de desinfectar su herida, ya que se había dado un buen golpe contra el pavimento, él volvió a ponerle la venda con cuidado, aunque no lograba dejar de observar la maravillosa figura de esa chica, la que siempre lo había vuelto loco, desde la primera vez que sintió su forma y calidez.

Habían pasado dos años desde que se conocieron en aquella fiesta, Levi y Petra no eran los mejores amigos, pero se llevaban bastante bien, para sorpresa de todos los conocidos del azabache, que nunca pensaron que él podría ser cercano a una chica como ella.

Esa tarde estaban todos en una celebración de Liberty, habían cerrado un buen negocio y el CEO decidió celebrarlo a lo grande. Aunque era una fiesta formal, Hange no tardó en embriagarse, como siempre hacía, llevándose consigo a la pobre e inocente Petra, que con dos tragos se emborrachó y perdió la noción de todo a su alrededor.

Levi no dejaba de verla desde su lugar, Petra estaba bailando con uno de sus amigos, Auruo, parecía totalmente desinhibida, cosa que al Ackerman le estaba jodiendo demasiado.

—Cambia esa cara, se supone que estamos celebrando nuestro logro —le dijo Erwin, que no era nada tonto y se daba cuenta de lo que le pasaba a su amigo, aunque actuaba como si no—. Bebe un poco, aunque sea.

—Sabes que no me agrada —respondió el más bajo, cruzándose de brazos—. Aunque deberías preocuparte de la loca de Hange, está dando un espectáculo —señaló, en donde la mujer estaba riendo a carcajadas, mientras charlaba con algunos empresarios y socios de Erwin y Levi.

—Déjala, lo está pasando bien —dijo el rubio, que no pareció darle importancia al actuar de su "amiga" y, en cambio, volteó a mirar hacia donde Petra estaba bailando con el chico que siempre se mordía la lengua y trataba de actuar genial—. Por otro lado, ¿eso no te incomoda? —preguntó.

El azabache frunció el ceño, haciéndose el tonto.

—¿El qué?

Erwin se rio sin poderlo evitar, ¿acaso Levi creía que él era idiota? Evidentemente no, luego de haber construido tal imperio, era bastante osado de su parte el tratar de verle la cara.

—Levi, por favor, soy tu mejor amigo, sé honesto conmigo —habló, llevándose a los labios un trago de whisky—. Sientes algo por Petra, puedo darme cuenta por el modo en que siempre la ves —aseguró.

Al principio, cuando Levi escuchó sus palabras, tuvo ganas de negar fervientemente y de reírse a carcajadas por lo ridículo que eso sonaba, pero, aunque hubiese querido hacer eso, sabía que no podía, que negar las palabras de Erwin sería estúpido, ya que él era la única persona que podía leerlo como un libro abierto.

—¿Y eso qué? —cuestionó, chasqueando la lengua y tratando de no seguir viendo a la jovencita, que estaba casi totalmente desinhibida por las copas que seguramente se había bebido, tal y como cuando la conoció.

El Smith se encogió de hombros, no había mucho que decir al respecto, parecía que Levi no planeaba negar sus sentimientos, pero tampoco iba a hacer algo al respecto, ¿por qué era tan denso?

—Nada, sólo digo que deberías evitar que la chica que te gusta haga algo de lo que se pueda arrepentir.

Su amigo estaba dispuesto a ignorar el consejo, pero apretó los dientes con rabia cuando vio que Auruo tomaba por la cintura a Petra, acercándola a su cuerpo, con toda la intención de robarle un beso, al cual, la peli naranja se resistía, moviendo su rostro hacia un costado. Levi podía soportar que ella bailara con otro, ya que no eran más que amigos y, claro, Auruo también era amigo suyo, aunque no fueran tan cercanos; pero no iba a aguantar que nadie la forzara a hacer algo que ella no quería, así que, sin esperar otro segundo, se acercó a la pareja.

—Oye, Auruo —llamó al más alto, un hombre rubio, de expresión un poco dura, se notaba que quería parecer genial ante los ojos de la jovencita, pero no lo conseguía del todo—. Deja a Petra, ella no quiere seguir bailando contigo.

—Levi-saaaan —canturreó ella al verlo llegar, soltándose del todo del agarre del rubio, para luego guindarse del cuello de Levi—. He querido bailar con Levi-san toda la noche, pero ni te me acercabas, ¿acaso soy un insecto? —se quejó con lágrimas en los ojos.

—Petra… —una venita se marcó en la frente del Ackerman, parecía bastante molesto—. Estás jodidamente ebria, te llevaré a casa.

Auruo, que no quería que alejaran a la chica de su lado, frunció el ceño y se cruzó de brazos.

—No es justo, Levi, yo estaba bailando con Petra —dijo con enfado, pero al ver la expresión casi asesina que tenía el director, tan sólo sintió que un escalofrío lo recorría de pies a cabeza, tragó saliva y se echó para atrás, no importaba que ese hombre fuese más bajo que él, daba mucho miedo—. I-igual no importa, puedo bailar con Hange, sí —aseguró, dándose la vuelta para salir rápido de ahí, aunque, cuando se iba, se mordió la lengua.

—Levi-san —Petra volvió a llamarlo, no se había soltado de él todavía—. No me lleves a casa, bailemos una canción, anda.

Él la miró fijamente, las mejillas de la –aun– estudiante de pedagogía estaban rojas, se veía muy adorable, pero era obvio que no estaba en sus cinco sentidos.

—No, nos vamos —respondió categórico, la chica ni siquiera pudo replicar, él era demasiado llevado a sus ideas.

Levi no se despidió de nadie, ni siquiera de Erwin, simplemente se fue de la fiesta junto con Petra, que no dejaba de balbucear cosas incoherentes mientras iban en el auto. Nunca la había visto tan ebria, ¿acaso le había pasado algo como para que bebiera tanto?

Al llegar al edificio donde ella y Hange vivían, Levi la ayudó a salir del auto y la llevó desde el estacionamiento hasta su piso, por medio del elevador. Petra prácticamente se quedó dormida sobre su hombro, estando de pie, así que no le fue difícil subir, incluso cuando tuvo que hacerla caminar, ella movía sus piernas a pesar de su inconsciencia. Digitó la clave del departamento de Petra, la cual se sabía, porque ya había estado un par de veces ahí, pues se llevaban bastante bien como para ir a la casa del otro.

—Petra, muévete un poco —le dijo con fastidio, ya que de pronto ella no parecía querer entrar—. Anda, ya casi llegamos.

—¿Vas a llevarme a mi cuarto? —susurró la peli naranja, todavía con sus ojos cerrados—. Yo quiero ir a mi cuarto con Levi-san.

Él no respondió nada, simplemente suspiró y la cargó en brazos, ya que ella parecía anclada al piso. Cerró la puerta con su pie y caminó hasta la habitación de su "bella durmiente". El cuarto estaba muy limpio y bien decorado, nunca había estado ahí antes, siempre se limitaba a reposar en la sala, pero debía admitir que Petra tenía buenas habilidades de limpieza.

—Muy bien —dijo para sí mismo, pretendiendo dejarla dormida sobre su cama, pero cuando la recostó, ella abrió sus ojos y lo rodeó por el cuello, obligándolo a caer sobre su cuerpo—. Petra, suelta —se quejó de mala gana, sin embargo, en lugar de ello, la chica sólo lo atrajo más—. Oe, ¿desde cuándo tienes tanta fuerza? —cuestionó, pues intentaba liberarse en vano.

Los labios de Petra se fruncieron levemente y sus mejillas se abultaron, ¿por qué siempre tenía que hacer esos gestos tan lindos?

—No quiero soltarte, Levi-san —respondió, todavía seguía ebria, pero ahora estaba muy despierta—. Hace mucho tiempo quería estar así contigo —añadió, esbozando una suave sonrisa, se comportaba como toda una niña berrinchuda, Levi odiaba esa clase de personalidad, pero, por algún motivo, ahora mismo no se sentía enfadado, sino algo mucho peor; estaba ansioso y nervioso.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó, tratando de alejarse nuevamente—. Deja de jugar, no entiendo por qué bebiste tanto, esto no es normal en ti.

Petra lo miró a los ojos, la única luz que había en su cuarto era la que entraba a través de la puerta abierta que daba al pasillo, iluminando solamente sus rostros, entonces, los ojos de ella se humedecieron con lágrimas.

—Es porque me gustas mucho —dijo Petra, dejándolo sin habla—. Me gustas y no tenía el valor de decirlo si no estaba borracha.

—Basta de tonterías —el azabache por fin se liberó de los brazos que lo aprisionaban desde el cuello, tomando ambas manos de la jovencita y sosteniéndolas sobre la cama, a la altura de su cabeza—. Sólo dices esto porque estás ebria, mañana, cuando vuelvas a la normalidad, te vas a arrepentir.

—No me arrepentiré, me gustas mucho.

Vio que algunas lágrimas se deslizaban por las sonrosadas mejillas de la chica y, aunque eso lo conmovió, decidió actuar como si nada pasara. La soltó y se sentó sobre la cama, dándole la espalda. Nada de esto tenía sentido, ¿por qué iba a gustarle a Petra? Ella era una joven dulce y alegre, él no era más que un "viejo" amargado de ya casi treinta años, a parte de su apariencia física –porque él sabía que era apuesto– no había nada más de él que pudiera atraerle a alguien como Petra.

—Será mejor que duermas y que olvidemos esto, prometo no decirte nada cuando nos veamos, así que no te sientas aver… —antes de que pudiera terminar su frase, sintió que ella lo jalaba de la corbata y lo besaba en los labios. Sus ojos se abrieron como platos y se quedó paralizado, mientras el suave toque de los cálidos cerezos de petra se iba alejando, sintió como si todo su mundo se removiera dentro de él, jamás experimentó nada igual con un solo beso antes.

—No quiero olvidarlo —dijo la joven, que todavía estaba bajo los efectos del alcohol, pero ya mucho más consciente que antes, sólo anhelaba ser tomada en serio, sabía que Levi también sentía algo por ella, pero le frustraba que él siempre se hiciera a un lado y ella era demasiado tímida como para tomar la iniciativa; excepto hoy, hoy tenía de su lado la inhibición de la bebida.

—Petra… joder… —murmuró Levi, relajándose un poco al sentir que una de las manos de la peli naranja se apoyaba suavemente sobre su pecho—. No me hagas esto, no quiero hacerte sufrir, no puedo cumplir tus expectativas.

Petra esbozó una sonrisa, negando con la cabeza.

—No espero nada, simplemente me gustas —respondió, ahogándose en el deseo de volver a besarlo—. ¿Yo no te gusto, Levi-san?

Los ojos negros del hombre la miraron fijamente en ese momento, sentía el anhelo sofocante de abrazarla, besarla y desnudarla ahí mismo, pero todavía le quedaba autocontrol, lo cual, en el caso de Petra, se había esfumado por completo.

—¿Acaso eres tonta? —cuestionó, con el ceño fruncido—. Por supuesto que me gustas, tendría que estar ciego y ser idiota si no lo hicieras.

Las mejillas de Petra se colorearon un poco más ante aquella "peculiar" forma de confesarse que él tenía, a pesar de que era bruto y usaba palabras bruscas, era lindo a su manera, a ella le encantaba esa terquedad, esa forma casi salvaje de hacer las cosas, ese aire de vencedor que siempre tenía, como si fuese siempre victorioso, como si fuera el hombre más fuerte del mundo.

—Levi-san —susurró Petra, acercándose nuevamente a los labios del hombre sentado junto a ella, en su propia cama—. Tómame… —dijo antes de besarlo.

Esta vez, Levi no se quedó quieto y, aunque su petición lo agarró con la guardia baja, no permitió que eso nublara por completo sus reacciones, sus labios comenzaron a moverse casi furiosos contra los adversos, procurando quitarle todo el aire. El sabor de esos besos era adictivo, dulce, con una ligera mezcla del alcohol que ella había ingerido, pero seguía siendo bueno.

Ambos cayeron de vuelta a la cama, besándose como si ya no quisieran separar sus labios de los contrarios, la lengua del azabache inspeccionaba cada rincón de la boca de la joven debajo de él, mientras, la de ella, respondía tímidamente, pero tomando cada vez más confianza. Las manos de Levi se deslizaron sobre la cintura de Petra y el contacto casi lo incendió por dentro, a pesar de que todavía ella llevaba puesto el vestido.

—No, Petra… —dijo él, separándose, su respiración era agitada y su voz estaba ronca, más de lo normal—. No podemos…

Petra lo miró ansiosa, ella no quería parar, deseaba llegar hasta el final, sabía que no iba a tener remordimientos después.

—Pero yo quiero…

El Ackerman cogió la mano de la mujer –porque sí, no era una niña– y le dio un suave beso sobre el dorso, sin dejar de mirarla a los ojos.

—Yo también quiero —le respondió, la forma en que su cabello tocaba su frente, medio despeinado, hacía a Petra sentir que iba a perder la razón—. Quiero, pero me gustaría que estés totalmente consciente cuando eso pase, ahora sigues bajo el efecto de lo que bebiste.

—Levi-san… —Petra lo abrazó con fuerza, el hecho de que él le dijera eso, la hizo sentir demasiado feliz, sabía que los dos deseaban lo mismo, pero tenía que ser estando en sus cinco sentidos, así podrían disfrutarse mutuamente, amarse como era debido.

—¿Qué tal si dormimos ahora? —dijo Levi, rompiendo el abrazo y recostándose junto a ella, para luego volver a abrazarla. Petra lo rodeó por el torso, acurrucándose contra su pecho, él juraba que ella iba a poder escuchar la fuerza con la cual latía su corazón.

—No dejaré que te vayas en toda la noche —advirtió la oji ámbar, cerrando sus párpados lentamente.

—No me iré —aseguró él, también cerrando sus ojos.

Quizá estaba haciendo mal en aceptar sus sentimientos por Petra, pero ya no había marcha atrás, ya lo había hecho, ahora sólo quedaba afrontarlos.

Antes de terminar de guardar los instrumentos de curación, Levi revisó la herida en la cabeza de Petra, bajo su cabello, en donde le habían puesto puntos y un parche, le habían rapado un poquito esa zona, pero casi no se notaba, porque el resto de su pelo la escondía bien.

—Parece que aquí también está todo bien —dijo, volviendo a cubrir la herida con el hermoso cabello de Petra, ese que a él le gustaba acariciar cuando hacían el amor.

—Gracias… —susurró la chica, tomando su camisón para volver a ponérselo. Levi se levantó de su lugar y la ayudó a volver a vestir la prenda.

—Iré a preparar la cena —avisó el azabache, tomando el botiquín de primeros auxilios para salir junto con él del cuarto.

Petra odiaba esta situación, ¿por qué él tenía que ser tan amable y atento? ¿Por qué tenía que hacer que se enamorara más de él, si ya nunca iban a estar juntos? Sin poder aguantarlo, se metió bajo las sábanas y empezó a sollozar en silencio.

—Ojalá te pudiera odiar, idiota… —dijo para sí misma.

Después de un rato, Levi llegó con algo delicioso para comer, en verdad admiraba y envidiaba sus habilidades culinarias, él era bueno en todo, no había una sola cosa que Levi Ackerman hiciera mal, excepto, tal vez, estar en una relación. Petra comió en silencio, todo sabía muy bien, así que lo acabó rápidamente.

Luego de eso, Levi se fue y ya no regresó, la dejó sola, como ella quería, así que vio televisión un rato, hasta que se quedó dormida. Eran casi las tres de la madrugada cuando Levi escuchó los gritos aterrorizados de Petra, él estaba durmiendo en la silla de su despacho, el que usaba para trabajar desde casa, así que casi se cayó de la misma cuando la oyó. Fue corriendo hacia la habitación y la vio en la cama, ella seguía dormida, pero se removía y gritaba como si estuviera teniendo la peor de las pesadillas.

—Oe, oe, Petra —la llamó, trataba de despertarla, pero sabía que debía ser delicado, ya había sido testigo de los terrores nocturnos de Petra antes, ella parecía sufrir muchísimo cuando éstos la atacaban—. Petra, tranquila… —dijo, abrazándola para calmarla—. Estoy contigo, no tengas miedo…

Lentamente, al sentir su calor, el cuerpo de Petra se empezó a relajar, ella seguía durmiendo, pero poco a poco se fue calmando, dejándose arrullar por los brazos del hombre que tanto amaba.

—No te preocupes, no te dejaré sola… —murmuró Levi, no se atrevía a hacer ese tipo de cosas mientras ella estaba consciente, pero muchas veces había calmado a su adorada chiquilla de ese modo, ella no lo sabía, pero, siempre que sus pesadillas se convertían en dulces sueños, era porque Levi le brindaba su cariño.

Continuará…

...

Heeey, muchas gracias por sus reviews, me alegra mucho leerlos, jajaja. Por ahí leyendo una publicación que hablaba sobre cómo sería Levi en una relación, diciendo que se comportaría algo "torpe" y "tímido", porque no sabe cómo expresarse, se me hizo tan bonito, jajaja.

Como pueden ver, hay más flashbacks en este episodio, porque a parte de contar la historia principal, también me agrada narrar cómo se dio la relación de estos dos en primer lugar y qué los llevó a terminar, es como contar dos historias en una, ¿no? Jajaja, pero ¿imaginaban que Petra sería la primera en declararse? Yo sí, no puedo pensar en Levi tomando la iniciativa en cuestiones románticas, creo que no se animaría porque no es lo suyo, por suerte, nuestra Petra es una chica valiente (aunque le ayudó ponerse ebria). Al final me derretí de imaginar a Levi haciendo algo romántico sin que ella lo sepa, he oído que los terrores nocturos son peores que las pesadillas, la verdad, yo no los he experimentado, pero imagino que debe ser feo. :c

En fin, ¡nos vemos en el sigiente capítulo!