Capítulo 5: Corazón enredado
Había pasado una semana ya en casa de Levi, antes habría sido algo hasta normal para Petra, ella y su novio pasaban largas temporadas en la casa del otro, pero en estas circunstancias, nada podía ser más incómodo para ella, estaba rogando que este periodo de reposo acabara pronto. Hasta ahora no había tenido que convivir demasiado con él, debido a su trabajo, Levi salía temprano y regresaba hasta la noche, sólo se dedicaba a darle de desayunar y ayudarla a acomodarse por las noches, en el resto de tareas contaba con la ayuda de Isabel, quien había resultado ser más agradable de lo esperado, aunque seguía hablando demás.
Para el disgusto de Petra, ya era domingo y el padre de su hijo no trabajaba, por lo que ese día no "habría" Isabel, sólo Levi.
—¿Acaso te volviste loco? —cuestionó la peli naranja, arqueando una ceja ante la absurda idea de que su ex novio la ayudará a tomar un baño. Ella estaba sentada sobre la cama, con su bata de dormir puesta, acababa de levantarse.
Levi frunció el ceño, mientras observaba el berrinche de niña pequeña de Petra, era difícil pensar que ella pronto se iba a convertir en madre.
—¿Qué tiene de malo? Necesitas un baño y no puedes hacerlo sola con ese yeso —le señaló con su índice, haciendo hincapié en lo obvio y evidente de la situación.
Petra bajó la mirada, estaba muy avergonzada, ¿por qué tenía que pasarle esto a ella?
—No somos nada, así que se me hace incómodo… —confesó, sintiendo que sus mejillas se ponían rojas y calientes, no podía ser que Levi no se diera cuenta de eso.
—¿Es una broma? —cuestionó el azabache, arqueando una ceja—. Petra, ya te he visto desnuda un montón de veces, ¿o se te olvida cómo hicimos al mocoso? —añadió una ligera sonrisa sarcástica al final de su frase, le causaba demasiada gracia ver lo roja que estaba ella.
—C-cállate…
Él, ignorándola olímpicamente, la cogió entre sus brazos y la levantó de la cama, tomándola por sorpresa, a pesar de la baja estatura de Levi, tenía muchísima fuerza y podía con ella sin problemas.
—¿Qué haces? ¡Suéltame! —se quejaba Petra.
—Deja de hacer escándalo, mocosa —respondió el hombre, llevándola entre sus brazos hasta el baño.
Ya había preparado previamente la bañera, la cual estaba llena de agua tibia, llegar ahí y cerrar la puerta del cuarto de baño le hizo recordar a Levi una vez en la cual él y Petra se metieron a la tina juntos, aunque lo que menos hicieron fue preocuparse de tomar el baño.
—Listo —dijo el mayor, dejándola cuidadosamente sobre el piso.
La chica, cruzada de brazos, solamente le hizo un desprecio, sabía que no iba a poder librarse de esto, así que era mejor que lo hiciera rápido, para acabar cuanto antes con el tema.
—Dijeron que tu yeso no debe mojarse, espérame aquí —avisó Levi, saliendo un momento del baño.
La peli naranja se dio la vuelta cuidadosamente para ver su rostro en el espejo del lavabo, ya no lucía demacrada como antes y las heridas de su rostro ya sólo se veían como pequeños rasguños, aunque la tristeza de sus ojos continuaba ahí, no podía simplemente borrarla. Durante las horas en las que Levi estaba fuera, ella se preguntaba si acaso estaba viendo a su novia, amante o lo que fuera, ¿acaso sería cierto que no estaba saliendo con su secretaria?
—No puedo creerle… —murmuró.
En ese momento, la puerta del baño se abrió, asustando un poco a Petra, que dio un ligero salto.
—Ven aquí —dijo Levi, que había ido en busca de una bolsa de plástico para envolver la bota ortopédica de Petra. La hizo sentarse con cuidado junto al borde de la bañera y delicadamente cubrió su yeso con el plástico, aunque ella sintió una ligera molestia y no pudo evitar quejarse—. Lo siento, ¿te dolió?
—Sólo un poco —respondió Petra, asintiendo con la cabeza.
Al terminar de prepararla, nuevamente Levi la ayudó a ponerse de pie, entonces, mientras la miraba, llevó sus manos hacia la atadura de la bata femenina y la abrió, pudo notar que mientras lo hacía, ella tembló un poco, como si tuviera frío, pero ignoró aquello y continuó en lo suyo, deshaciéndose de la prenda.
—Levanta los brazos —le indicó, a lo que ella lo hizo con cuidado. Tomando su pijama desde el borde, lo alzó por arriba de sus brazos, despejando poco a poco su piel blanca y suave, aquella que lo enloquecía.
Cuando Petra estaba en ropa interior, Levi se sintió ligeramente inquieto, se suponía que él tenía una fuerza de voluntad inquebrantable, pero debía admitir que esa mujer era su punto débil.
—Voltea —dijo con seriedad, su rostro no mostraba para nada lo que estaba sintiendo.
La joven rodó sus ojos, Levi se comportaba como si fuera su padre, le ordenaba todo lo que tenía que hacer, cosa que nunca le había gustado, aunque no podía quejarse ahora. Se dio la media vuelta y escuchó el "click" que hizo su prenda interior superior cuando él la soltó, para luego dejarla aflojarse, pero ella la sostuvo para que no se cayera.
—Tu herida de la espalda se ve bien —comentó el azabache, pasando de forma suave las yemas de sus dedos por sobre esa zona, la cual ya había cicatrizado, ese gesto estremeció a Petra—. ¿Ya no te duele aquí? —interrogó.
—No —fue todo lo que ella dijo.
El Ackerman bajó la mirada y puso sus ojos sobre la otra prenda que portaba la joven, sentía que le estaba costando más trabajo del esperado el mantener la compostura, esto era como una tortura, porque no dejaba de recordar escenas y momentos en los cuales ya había desnudado a Petra antes, pero con otras intenciones. Encajó los pulgares de ambas manos en el borde de la tela y bajó las bragas con bastante rapidez, teniendo cuidado de no pasar a llevar la parte que todavía no se curaba de la pierna de ella, entonces Petra también dejó que el sostén cayera al suelo.
Después de eso, Levi la ayudó a entrar a la bañera y cuando por fin el agua con espuma cubrió gran parte del cuerpo desnudo de Petra, él se sintió aliviado; había subestimado su propia libido al pensar que no sentiría nada haciendo esto.
—Yo puedo hacerlo sola —dijo Petra, tomando la esponja impregnada de jabón de las manos del hombre, quien asintió.
—Tsk, como sea.
Petra empezó a frotar su cuerpo con la esponja, haciendo más espuma en el agua, daba las gracias de que eso cubriera su desnudez, aunque no dejaba de sentirse avergonzada, era tal y como Levi lo decía, ya la había visto desnuda muchas veces y, aun así, ella no podía evitar sentirse incómoda ante sus ojos.
Por otro lado, Levi estaba mirando en otra dirección, se había puesto de pie y sus ojos estaban pegados a la puerta, sólo podía oír el sonido del agua cuando Petra se movía, lo que le daba ideas que sabía que no podía llevar a cabo, así que tragó saliva.
—Levi… —escuchó que ella lo llamaba—. Necesito… ayuda con mi espalda…
El azabache se dio la vuelta y la vio, Petra se veía tan hermosa con la espuma sobre su piel, cubriendo las partes que él más ansiaba tocar, las puntas de su cabello también estaban mojadas y se le habían pegado a la espalda y los hombros.
—Claro —respondió, acuclillándose junto a la bañera. Tomó la esponja y con ella comenzó a frotar la espalda de Petra, lo hacía con mucha calma y procurando no usar demasiada fuerza, pues, aunque ella dijera que ya no le dolía esa cicatriz, no quería arriesgarse.
Mientras observaba como la espuma acariciaba la piel de la chica, Levi se sintió hipnotizado, su mente se puso en blanco y sólo podía concentrarse en ella, en el deseo casi insano que tenía de besarla en ese momento, de meterse ahí con ella y estrecharla contra su cuerpo.
—L-Levi… —se quejó la chica, dejando salir un inesperado suspiro.
—¿Qué pasa? —le preguntó él, dejando lo que estaba haciendo para poder ver su rostro, ella estaba todavía más roja que antes, casi parecía que su cara estaba hirviendo—. Petra… —murmuró, esbozando una sonrisa ladina, casi invisible—. ¿Te excita que te toque?
Al escuchar la pregunta, ella se volteó para mirarlo, con su rostro a punto de explotar.
—¡N-no, pervertido! —contestó, frunciendo el ceño—. Ayúdame a lavarme el cabello.
—No soy pervertido, sólo hice una pregunta —dijo el Ackerman, encogiéndose de hombros.
Después de asistirla con el lavado de su cabello y a salir de la bañera, Levi le entregó una toalla para que se pudiera secar y salió del baño para traerle ropa limpia. Gracias al cielo –para ambos–, habían terminado.
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—¿Es en serio? —cuestionó Hange, mirando a su prometido fijamente. Ella y Erwin se encontraban desayunando en el departamento de ella, después de pasar la noche juntos, solían charlar y contarse las cosas que les pasaban en la semana.
El hombre suspiró.
—No sé por qué te sorprende tanto, conoces a Levi, sabes que no engañaría a Petra —dijo, cogiendo entre sus manos la taza de café, para luego soplarle un poquito el calor y beber un sorbo.
—Ya sé —dijo la mujer, ajustándose los anteojos—. Sabía que Levi no podía estar hablando en serio cuando le dijo a Petra que tenía una amante, lo que me sorprende es que ese enano haya admitido su error.
—Me asesinará si sabe que te lo conté —Erwin no pudo evitar reír un poco, ya podía ver en su mente al Ackerman tramando las peores y más crueles formas de tortura para él, aunque probablemente no sucediera, ya que Levi le tenía un gran aprecio, pero uno nunca sabe.
Hange se carcajeó al oírlo —Te lo mereces, por chismoso.
—Oye —se quejó el rubio, frunciendo el ceño—. Sólo te lo digo porque eres su amiga y porque eres mi futura esposa, no debo tener secretos contigo.
Aquella última frase, sin duda, tomó desprevenida a la mujer, que no pudo evitar sentirse tocada por esa sinceridad y caballerosidad de su novio, que eran las cosas que más la habían enamorado de él, a pesar de que eran tan diferentes, uno era el complemento del otro, Erwin era la estabilidad y el cable a tierra, mientras ella era la que aportaba la locura y no sacaba de su zona de confort, y de qué manera lo había.
—Dios, eso fue tan lindo —dijo Hange, cubriéndose la cara con ambas manos—. Deja de ser tan lindo, Erwin, eso es ilegal, me vas a matar y tú no quieres una novia muerta.
El Smith, un poco avergonzado, se aclaró la garganta.
—Lo lamento, procuraré ser menos adorable —comentó con seriedad, aunque lo dicho sólo había sido una broma, la cual Hange captó a la perfección, por lo que le sonrió.
—Eres un tonto —dijo divertida—. En fin, volviendo a lo del enano furioso, ¿crees que se atreva a decirle la verdad a Petra?
Por encima de la mesa, Erwin tomó la mano de su prometida y negó con la cabeza, pero le mostró una sonrisa.
—No creo que lo sea pronto, pero lo va a hacer —aseguró—. Ese tonto está enamorado completamente y ahora que van a tener un hijo, está que se derrite por estar con ella.
A pesar de lo enojada y cabreada que podía estar Hange con el cabezota de su amigo, ella también podía reconocer que lo que dijo Erwin era cierto, esos dos se amaban demasiado como para soportar el no estar juntos por mucho tiempo, lo mejor era dejarlos arreglar sus problemas solos, tarde o temprano lo harían.
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Después de terminar de vestirse, Petra se sentó en una silla de la cocina, Levi le había dicho que le ayudaría a secarse el cabello, así que fue por el aparato eléctrico al baño, dejándola a solas. Mientras ella lo esperaba, se distrajo mirando algunos de los adornos que colgaban de las paredes, el Ackerman no era muy aficionado de la decoración, ya que odiaba que los objetos acumularan polvo, aquella obsesión por la limpieza era una de las cosas que más llamaban la atención de Petra.
—Así que ella falleció cuando era niño… —pensó, deteniendo su vista sobre la única fotografía de la madre de Levi que alguna vez había visto. Desde que visitó su hogar por primera vez, esa foto siempre había estado ahí, sobre una encimera de la sala, pero Petra sabía poco o nada de esa mujer.
Estaba nerviosa, muy nerviosa, aunque ya llevaban saliendo un par de semanas, hoy era la primera vez que ella entraba a la casa de su novio; todavía le daba un poco de vergüenza siquiera pensar en que ambos estaban juntos, que eran una pareja finalmente.
—P-permiso… —murmuró la muchacha, ingresando a la propiedad con la vista en el piso y las manos empuñadas, como si fuera a ser la víctima de un asesinato premeditado.
Levi cerró la puerta detrás de ella y la miró de pies a cabeza, la chiquilla temblaba como un gatito mojado, era ciertamente adorable y algo gracioso.
—¿Por qué no te relajas un poco? —le dijo, quitándose la larga gabardina que llevaba puesta; afuera hacía un frío de esos que te congelan hasta los huesos—. Petra, no voy a morderte —soltó Levi, parándose delante de ella—. Bueno, a menos que tú quieras —añadió.
Con la mención de la última frase, la peli naranja sintió que le ardía el rostro; era cierto que ya se habían acostado una vez, pero eso no significaba que ella podía hablar libremente de esos temas, aunque a Levi parecía no importarle o incomodarle.
—S-solamente estoy nerviosa porque es la primera vez que vengo —contestó ella, desviando su mirada hacia un costado.
El azabache suspiró, todavía un poco conmovido por la timidez de su novia. Era gracioso, ya que nadie de su círculo sabía aún sobre su relación, apostaba a que Hange iba a poner el grito en el cielo y es que, aparte de ser como una hermana mayor para Petra, también lo iba a joder como loca, porque ella sabía que Levi nunca había tenido una relación formal con nadie antes.
—Tranquila —murmuró él, tomando delicadamente una de sus manos—. No estés nerviosa, sólo somos tú y yo.
Petra asintió con la cabeza, dibujando una pequeña sonrisa en sus labios. Levi la soltó para ir a colgar su gabardina en el perchero que estaba junto a la puerta, al lado del pequeño armario de los zapatos.
—¿Quieres un té? —ofreció el hombre, buscando hacerla sentir bienvenida y segura—. Sé que prefieres el café, pero yo sólo bebo té.
—Un té está bien, gracias —respondió la menor, a lo que él se dirigió a la cocina, que sólo estaba separada de la sala por un arco ancho, muy simple, pero bonito.
Mientras él se retiraba a preparar el té, Petra se quedó mirando a sus alrededores, ya sabía que Levi era un maniático del orden y la limpieza, así que todo estaba reluciente, no había ni una mota de polvo en ninguna parte. Mientras inspeccionaba la decoración, se quedó viendo la foto de una hermosa mujer, quien sostenía entre sus brazos a un bebé de cabellera negra, igual que la de ella.
Se acercó para verla un poco mejor, inclinándose ligeramente hacia la imagen, entonces notó que ese bebé era idéntico a su actual pareja y anfitrión.
—Se está calentando el agua —oyó la voz del susodicho, lo que le hizo dar un ligero saltito de la impresión—. ¿Qué estabas viendo? —cuestionó Levi, notando que Petra se enderezaba.
—La fotografía de aquí —dijo Petra, señalando con su dedo índice de la mano derecha—. Ella es tu madre, ¿no? Y ese eres tú, eras muy lindo.
—Bueno, sí… —dijo el azabache, un poco avergonzado, no traía a mucha gente a su casa, así que no le preocupaba que fueran a ver esa foto suya de bebé, pero lo cierto era que le incomodaba un poco—. Es de cuando tenía unos dos años.
—Oh… —Petra volvió su vista hacia la foto una vez más—. Tu madre es muy hermosa, Levi, ¿cómo se llama? Me gustaría conocerla un día.
En ese momento, él sólo atinó a bajar la cabeza, el sólo hecho de saber que aquella petición no iba a poder llevarse a cabo, le hacía sentir triste, aunque no le gustara demostrar ese tipo de emociones.
—Su nombre era Kuchel —contestó—. Estoy seguro de que también estaría contenta de conocerte, pero… ella murió hace tiempo.
Petra se sorprendió bastante, no tenía idea de ese hecho y ahora se sentía muy culpable por haber sido imprudente y, quizá herir a Levi con un mal recuerdo, así que se acercó a él y buscó su mirada, aunque él era de estatura baja, todavía era un poco más alto que su persona, así que se inclinó ligeramente hacia un costado para ver sus ojos azules.
—Lo lamento, no lo sabía —dijo la chica, acariciando la mejilla del hombre, quien apoyó su mano sobre la de ella—. Perdóname por preguntar lo que no debo.
Levi negó con la cabeza.
—No tiene nada de malo, no podías saberlo si yo no te lo digo, es normal que preguntes —dijo, observando el brillo característico de los ojos de esa chica, ese que lo estaba llevando por un camino totalmente desconocido para él—. Aunque sí eres una mocosa muy metiche.
—¡Levi! —exclamó Petra en tono de reproche, no obstante, fue rápidamente callada por un beso bastante demandante de parte del Ackerman, que la rodeó por la cintura y la apegó a su cuerpo. Ella enseguida correspondió el toque delicado, pero apasionado, provocando que se olvidara de su momentáneo enfado casi enseguida.
Sus manos rodearon el cuello del mayor, en lo que el beso cobraba más intensidad, entonces Levi la empujó con cuidado sobre el sofá y comenzó a acariciar sus piernas y sus caderas, metiéndose bajo su blusa y el abrigo que todavía no se quitaba. Petra se estremeció, dejando salir un pequeño jadeo a través de sus labios, apenas Levi liberó los mismos.
—Espera… —susurró la Ral, agitada y avergonzada a más no poder, su pecho subía y bajaba a un compás demasiado acelerado para su gusto, además, podía sentir que él estaba igual—. Levi, no deberíamos…
—¿Por qué no? —cuestionó el hombre, un poco ofuscado, honestamente, no la había invitado a su casa con la intención de que acabaran teniendo sexo, pero ahora que estaban así, teniéndola debajo de su cuerpo, dudaba poder detenerse.
Cuando Petra iba a responder, los dos escucharon el pitido de la tetera, que acababa de hervir el agua y demandaba su atención, así que Levi se levantó y la dejó sola por un instante, para ir a apagar el fuego de la cocina y preparar su té.
Claro, después de eso, esa misma noche, ambos hicieron el amor por segunda vez, aún con lo vergonzoso que le resultaba a la chica.
Ahora que lo pensaba, Petra nunca volvió a preguntarle a Levi sobre su madre después de eso, por la tristeza que vio en sus ojos aquella vez, le daba mucho miedo hacerlo sentir mal, así que prefirió obviar el tema, creyó que era lo mejor, pero se estaba dando cuenta de que había muchas cosas que no sabía de él, cosas que, tal vez, él había querido decirle o por las cuales necesitaba su apoyo y compresión.
Siempre era doloroso que acabaran peleando por cualquier estupidez, porque, aunque se amaban, no habían aprendido a comunicarse como era debido, Levi jamás le confiaba lo que lo agobiaba y Petra no le preguntaba por temor a ser imprudente, algo que en ambos no estaba bien, se suponía que debían ser una pareja para todo, incluso para lo malo.
Era ahora que Petra se daba cuenta de las cosas en las que le había fallado a Levi, tal vez por eso él había dejado de amarla, o eso pensaba ella.
—Esta porquería estaba escondida —dijo con molestia el Ackerman, bajando las escaleras del segundo piso con el secador de cabello en mano—. Lamento la espera, seguro fue la idiota de Isabel que olvidó dónde lo puso, es una experta en perderlo todo —explicó mientras conectaba el enchufe a la corriente.
La peli naranja asintió con la cabeza —Está bien… —respondió, sin agregar nada más.
Levi frunció el ceño, no sabía por qué, pero aquella contestación le había parecido muy vacía, casi dada con el ánimo de quien está harto de la vida, pero decidió ignorar eso y se paró detrás de Petra, junto a la silla, de ese modo, comenzó a soltar el aire caliente sobre su húmedo cabello. El aroma de su champú empezó a esparcirse, le gustaba mucho esa fresca fragancia, llenaba su mente de recuerdos, de aquellas noches en las cuales hacía toda suya a esa mocosa malcriada, de las veces que Petra le gimió su nombre al oído, mientras rasguñaba su espalda con sus uñas largas, ella siempre se duchaba después de que hacían el amor y luego dormían juntos, era por eso que el aroma lo trastornaba.
—Petra… —comenzó a hablar, en un intento desesperado por calmar el calor que empezaba a emanar desde sus entrañas—. ¿Cuándo debes ir a ver al médico? —le preguntó, pensaba que un tema como ese lo ayudaría.
—La siguiente semana —respondió la joven Ral, cerrando sus ojos ante el delicado masaje y las suaves cosquillas que proporcionaba el viento tibio sobre la piel de su cuello y espalda, lo poco que quedaba al descubierto bajo la tela de su pijama limpio, pues ella siempre usaba ropa de dormir, ya que casi no se levantaba—. Dijeron que revisarían si el embarazo avanza con normalidad, ya sabes, por lo que pasó…
—Sí —dijo Levi, a pesar del ruido que hacía la secadora, aún la escuchaba muy bien—. Dime a qué hora será, iré contigo.
—No es necesario que vayas —dijo Petra, moviendo un poco su cabeza para dirigir su mirada al suelo, lo cual provocó que el aire templado diera más de lleno contra su piel, estremeciéndola de golpe y haciéndola dar un salto. Levi, al notar el hecho, rápidamente alejó la secadora de ella.
—Lo lamento —dijo con el ceño fruncido—. Pero no deberías moverte cuando hago esto —añadió, volviendo a su tarea de secarle el cabello a Petra, ahora siendo un poco más cuidadoso—. De todos modos, sí es necesario que vaya, y lo haré.
Petra, sin saber cómo contradecirlo, simplemente suspiró.
—Como sea —contestó—. Siempre haces lo que quieres —masculló lo último, lo cual Levi logró escuchar, pero fingió que no, no deseaba discutir con ella una vez más, sabía que no era bueno para su salud.
Cuando terminó su labor de ayuda con la joven, Levi apagó el aparato electrónico y regresó a guardarlo, esta vez, en un lugar donde él pudiera recordar. Se dio prisa en regresar, pues sabía que esa chica inquieta seguramente no escucharía nada de lo que él decía y estaría tratando de hacer las cosas por su cuenta, en ese sentido, ella era igual de terca que él y, por desgracia, no se equivocaba, pues al regresar a la sala, Petra estaba yendo a la cocina para abrir el refrigerador.
—¿Qué estás haciendo? —cuestionó, se sentía como un padre regañando a su hija malcriada, se preguntaba si también sería así cuando naciera su bebé, ¿quizá iba a ser el doble de terco dado que era hijo de ambos?
—Quería un poco de leche —dijo la peli naranja, frunciendo ligeramente los labios en un puchero, lucía muy tierna e infantil, seguro que esa chica que aparentaba inocencia, sabía muy bien cómo provocar a ese hombre que estaba frente a ella, porque él nunca se resistía a aquella expresión.
Pero, haciendo uso de todo su autocontrol –de nuevo– el Ackerman cerró la nevera y señaló hacia la mesa con su dedo índice —Ve a sentarte, prepararé el desayuno, tú debes descansar.
—No quiero —Petra negó con la cabeza—. Yo puedo hacer las cosas, no necesito que me trates como a una inútil.
—No es eso —dijo Levi, un poco sorprendido de que ella pensara eso—. Sólo estoy intentando cuidarte a ti y al bebé, ya te lo dije… —desvió la mirada antes de continuar—. No quiero que les pase nada…
Sin saber muy bien por qué, después de ver aquella expresión ligeramente avergonzada en el rostro del mayor, Petra enrojeció, odiaba que Levi luciera tan bien ese día (y todos los días) y que no pudiera abrazarlo ni besarlo como a ella le gustaría, porque debía tener, aunque sea, un poquito de dignidad.
—Está bien, voy a sentarme —dijo ella, caminando con mucho cuidado hacia la mesa, que sólo estaba a unos pasitos de distancia de ellos, así que no necesitó que él la llevara hasta ahí.
A pesar de lo mucho que detestara ser cuidada por el hombre que le había roto el corazón, Petra debía reconocer que él realmente se estaba esforzando y se preocupaba genuinamente por ellos, eso sólo la confundía más, porque quería patearlo, pero también quería estar a su lado; no era justo que Levi jugara así con su corazón.
—Haré algo rápido —avisó el azabache, que antes de comenzar a cocinar, le sirvió un vaso de leche a Petra.
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Durante la tarde, Levi había tenido que salir a hacer un par de compras, por lo que dejó a Petra al cuidado de Hange, que había ido de visita. Las dos estaban charlando en la habitación en donde se estaba quedando la más joven, que estaba recostada en la cama, bajo las sábanas.
—Y dime, ¿cómo te ha tratado el enano furioso? —cuestionó la castaña, riendo divertida al imaginarse a Levi totalmente irascible, como siempre. A decir verdad, ella sabía que su amigo era un buen hombre, pero no entendía cómo es que Petra lo soportaba, porque el ser bueno no le quitaba lo gruñón; siempre pensó que sería ella quien rompería la relación, si eso llegaba a ocurrir.
—Él me trata bien —dijo Petra, con expresión de completa tristeza, lo cual descolocó un poco a su amiga, que la miró confundida.
—¿Y por qué lo dices con ese ánimo?
La joven Ral se mordió el labio inferior, recordaba lo sucedido en la mañana, cuando él la ayudó a bañarse, luego le secó el cabello y hasta le hizo de comer, también dijo que la acompañaría al ginecólogo, estaba haciendo tantas cosas que parecían simples, pero no lo eran, no para Petra, porque sabía bien que Levi Ackerman no era un hombre que se portara de ese modo con muchas personas.
—Es que… —ahora que él no estaba cerca, Petra se permitió que sus emociones salieran a flote, por lo que sus ojos se llenaron de lágrimas—. Hange-san, es que… amo a Levi… me duele estar aquí con él y saber que él no siente lo mismo —confesó, cubriéndose el rostro con las dos manos—. Sé que le preocupa nuestro hijo, pero siento que sólo hace todo esto porque se siente obligado.
—Oh… Petra… —Hange, sin saber qué decirle, sólo atinó a abrazarla, no quería abrir la boca y decir algo que no debía, aún sabiendo que eso podría hacer sentir mejor a Petra, el saber que Levi sí la quería y que jamás la engañó, pero eso también podría desatar una nueva discusión entre ambos y ella no se sentía con el derecho de intervenir—. Oye, tranquila, no debes alterarte, le hace mal a tu bebé —decía, acariciando la espalda de su amiga, mientras la reconfortaba, pero Petra no dejaba de llorar.
Finalmente, Hange se rindió y la dejó seguir desahogándose, sabía que eso probablemente era lo que más necesitaba Petra en estos momentos, pero más tarde le daría una paliza a Levi y lo obligaría a decirle la verdad a Petra, no importaba que delatara a Erwin con ello, seguro que él la perdonaría por eso.
Luego de un rato de llorar, Petra se secó las lágrimas y se disculpó con Hange por haberla usado como pañuelo, aunque su amiga no estaba enfadada.
—Dime, Hange-san —Petra intentó cambiar el tema—. ¿Qué es eso que traes ahí? —preguntó, señalando una bolsa de compras que Hange había dejado sobre el piso al entrar a la habitación.
La mayor se entusiasmó con la pregunta, había olvidado por completo que le traía un regalo a la joven.
—¡Es cierto! —exclamó, poniéndose de pie para ir por la bolsa, la cual puso encima de la cama—. Lo vi mientras venía hacia aquí y no me resistí a comprarlo —explicó, sacando un hermoso enterito de bebé desde el interior, era pequeño y de color blanco, Petra abrió mucho sus ojos cuando lo vio—. Sé que mi sobrino todavía está muy pequeño, pero mira, ya tiene su primera vestimenta.
—¡Es hermoso! —la peli naranja se apresuró a tomar la prenda entre sus manos, en ese momento, Levi acababa de regresar y se había puesto de pie junto a la puerta, observando la escena—. Oh, Hange-san, es muy bonito, muchas gracias.
—El mocoso todavía no nace —dijo el Ackerman, cruzado de brazos—. ¿No crees que es muy pronto?
Hange, dibujando una sonrisa ligeramente sarcástica, miró al más bajo desde su lugar.
—Enano, llegaste —enseguida, a él se le marcó una venita en la frente, estaba por replicar, pero la mujer siguió hablando—. Nunca es demasiado pronto para regalarle algo a mi hermoso sobrino o sobrina —dijo, volviendo a mirar a su amiga—. Lo compré en blanco porque todavía no sabemos qué va a ser.
—Me gusta mucho —aseguró la peli naranja.
—¿Ves? —cuestionó Hange—. Amargado.
—Tsk —Levi simplemente chasqueó la lengua, mirando en otra dirección.
Mientras sostenía ese pequeño trajecito, Petra se empezó a imaginar el momento en que su hijo estuviera entre sus brazos, seguro que sería muy diminuto y frágil, tal vez fuese una niña, ¿se iba a parecer a Levi? Seguro que sacaba su mal humor.
—Este será el primer conjunto que usará… —murmuró, acariciando suavemente su vientre, en lo que captaba la atención de los otros dos, que no pudieron evitar sonreír, aunque él disimuló un poco.
—Bueno, bueno —Hange se levantó de la cama, en donde estaba sentada, acomodándose los anteojos—. Debo irme ya, todavía tengo algunas cosas que organizar para la boda.
—Oh, sí —la Ral asintió con la cabeza—. Suerte con eso, Hange-san, todo saldrá muy bien.
—Ya estoy ansiosa de que llegue —añadió la mayor.
Las dos estaban tan felices y distraídas, que ninguna se dio cuenta de lo que estaban diciendo, o, más bien, de que lo decían frente a la persona menos indicada.
—¿Boda? —cuestionó el hombre presente—. ¿No que el que se casaba era Erwin?
Apenas escucharon la pregunta que acababa de hacer Levi, las dos se volvieron totalmente piedra, rompiéndose en mil pedacitos después, en sentido figurado, se habían quedado paralizadas al olvidar que, se suponía que él no sabía que la mujer que estaba a punto de unir su vida en el lazo del sagrado matrimonio con Erwin Smith, era precisamente ella.
—Eh… bueno…
El Ackerman frunció el ceño al darse cuenta de algo que, sin duda alguna, le pareció repugnante, notó como Hange se cubría el anillo de compromiso que llevaba puesto en la mano izquierda, entonces lo entendió todo.
—¿Tú eres la novia de Erwin?
Sólo pudo ver que tanto Petra como Hange abrían los ojos como platos al haber sido descubiertas. ¡No podía creerlo! Petra lo sabía y también se lo ocultó, sus dos mejores amigos se iban a casar y ninguno tuvo la decencia de decirle.
Par de traidores.
Continuará…
...
Holaaaa, ¿cómo han estado? Hace un ratito ya que no nos vemos por aquí, no he tenido mucho tiempo de escribir, me lastimé la mano y me impide ir a un ritmo más rápido, pero ahí hago la lucha, jajaja. TT
Este capítulo fue más o menos tranquilo, quería mostrar un poco la convivencia de estos dos, Levi es bastante descarado, me da mucha risa, jajaja, pero no lo imagino siendo tímido a estas alturas, sabemos que él es un hombre directo, por otro lado, Petra todavía es joven y me parece más normal que algunas cosas le causen impresión. Ya pronto mostraré más cositas, ella no estará convaleciente para siempre, o sería muy aburrido, jaja.
¿Cuál creen que sea la reacción de Levi ante la boda de Erwin y Hange? ¿Será que se lo toma muy mal? Uy, quién sabe.
¡Nos vemos! Gracias por leer y dejar sus reviews.
