Sumario: Levi y Hanji son abogados penalistas y están a cargo del divorcio de Mikasa y Eren. Tienen experiencia en ello, después de todo, así comenzó el final de su propia historia.
Capítulo 05: Lo que los separó
Hanji miró el reloj, sintiendo el tiempo avanzar de una manera absurdamente irreal, como si estuviera viendo su vida transcurrir y fuese la vida de otra persona.
Ella trataba de ordenar sus pensamientos, sin saber qué es lo que iba a suceder ahora con Levi.
Fue a su habitación y se cambió su camiseta manga larga por una más corta y amarilla. Estaba por cambiarse de zapatos cuando escuchó el timbre. No creyó que Levi llegara tan rápido.
Abrió la puerta, observándolo con esa expresión sombría y cansada que creaba una muralla metafórica a su alrededor.
—Hola—repitió su saludo de hace minutos atrás.
—Llegaste...— observó ella, dándole paso.
Levi ingresó con cautela, observando el departamento mediano y con un desorden bastante común en ella. En otras circunstancias aquello lo hubiera hecho sonreír porque era un signo que Hanji estaba en su vida.
Hanji buscó en su bolso el pendrive que Petra le había dado y se lo mostró a Levi. Ella notó el brillo de ansiedad en sus ojos por aquel objeto.
—Necesito a cambio mi información.— replicó Hanji, su voz bastante tensa.
Levi obtuvo del bolsillo de su pantalón el otro pendrive. Se lo colocó en su mano y cerró la mano alrededor de la de ella. Parecía que él quería decir algo, pues abrió la boca, pero de inmediato la cerró. Analizó mejor sus palabras y se decidió a hablar.
—Necesito el pendrive— dijo Levi, soltando la mano de Hanji y extendiéndola para que ella le entregara el otro dispositivo.
Hanji se lo entregó y se volvió, dándole la espalda. Su corazón golpeando con fuerza en su pecho. También quiso preguntar, tenía tantas cosas en su mente, pero no sabía por dónde comenzar.
Levi avanzó hacia la salida, su mano tocando la perilla de la puerta.
—También necesito saberlo...— dijo Levi con la voz ronca. —Si alguna vez... me amaste...
—¿Alguna vez lo hiciste tú?— preguntó ella, a su vez.
Levi se mantuvo en silencio unos instantes.
Hanji llegó a pensar que él se marcharía, sin buscar más respuestas porque él tampoco quería dar las suyas. Cuando se volvió, lo encontró arrimado a la puerta, sus ojos azul gris más sombríos, apagados y atormentados.
—Te lo diré— respondió Levi. —Dame las respuestas que necesito. Y te juro que tendrás todas las que quieres.
Hanji se sentó en el sofá más cercano.
—Tú dirás— replicó ella.
Levi se mantuvo arrimado contra la puerta. Sus ojos fijos en los labios de ella.
—Quiero saber...— comentó Levi. — ¿Por qué?
Hanji se recostó más en el sofá.
—Tienes que ser más específico— dijo, tratando de mantenerse en calma.
Levi soltó esa risa irónica que ella tanto odiaba.
—Más específico— repitió él entre dientes. Se apartó de la puerta yendo hacia ella, como si fuera un león acechando a su presa. —¿Qué tan específico puedo ser?
—Lo que desees para que obtengas tus respuestas.
—Umm... ¿Sabes cuándo fue la última vez que hice el amor?
Hanji arqueó una ceja, soltando una irónica risa.
—No me interesa hablar de tus aventuras.— dijo Hanji, empezando a enojarse porque Levi quiera restregarle cómo siguió su vida sin ella.
Levi la aprisionó, colocando los brazos a los lados de ella.
—Tres años y dieciocho días— le susurró él, su mirada sin dejar de verla. —Te tenía en mi cama, desnuda, con tu cabello castaño suelto, desparramado en la sábana. — tomó la trenza que ella se había armado, pareciendo odiarla. — Me dijiste que no usara condón. Y pensé... tsk... De verdad asumí que era tu sutil forma de pedirme un hijo. Me sentí en la cúspide de la vida. Pero ya sabes la ley de la vida... Todo lo que sube, tiene que caer. Ahora ¿Sabes cuándo fue la última vez que besé a alguien? —Levi no esperó una respuesta, soltó su cabello y deslizó la mano por la barbilla de ella. —Tres años y tres días. Un beso amargo, esquivo y frío que pude robarte antes que me dijeras que querías el divorcio, que no podías seguir en un matrimonio sin amor. Creí que todo era un error, pero el error fue no decírtelo en ese momento. Tuve que irme, maldita sea, de verdad tuve que salir de nuestro departamento. Y en el transcurso del día, me llega la notificación del juzgado de Erwin, con la demanda de divorcio. Y entonces me di cuenta que REALMENTE no me querías en tu vida. Dime, entonces, Hanji... ¿qué fue lo que cambió en apenas quince días? ¿Qué pasó para tenerte entre mis brazos y luego perderte? Si alguna vez me amaste...quítame de este maldito infierno, porque necesito avanzar y de verdad aprender a vivir sin ti.
—¡Eso dímelo tú, maldito imbécil!— Hanji lo golpeó en el pecho repetidas veces, sus manos aferrándose a su camisa. —Es tal como lo dijiste. Un momento estaba entre tus brazos... en otro...— la voz le falló y empezó a llorar de la rabia, sus manos no lo soltaron y escondió el rostro en su pecho.
Levi se acomodó junto a ella, sus brazos envolviendo su figura, la puso en su regazo, dejando que ella llorara. Hanji pareció entender que él no se marcharía. No ahora, aunque fuera tres años tarde para tomar esa decisión. Aquel desfogue emocional hizo que ella se calmara un poco aunque no apartó el rostro del pecho de Levi.
—Pregúntalo— dijo ella. Levi inspiró una profunda cantidad de aire. Desde su posición Hanji escuchó el acelerado latir de él. —Lo leiste en el expediente clínico. ¿Verdad?
—Quiero escucharlo de ti y dejar de suponer.— respondió Levi, las manos acariciando la tensa espalda. —Estoy cansado de suponer, porque me he equivocado tanto .
—¿Qué tanto leíste?— preguntó Hanji.
—Unas líneas más que suficiente para quemarme por dentro.— Levi deslizó las manos por la tensa espalda de ella.—Pero no avancé más, porque no era lo que estaba buscando.
Hanji volvió a ver su vientre, vacío y sin vida.
—Estuve con náuseas y mareos. Tenía un atraso en mi periodo y saqué una cita para confirmar un embarazo... por eso te dije para hacerlo sin condón porque... más embarazada no podía quedar. — Hanji deslizó una mano hacia su vientre. —Tuve una primera consulta para los exámenes y al día siguiente una posterior consulta para verificar los resultados... Pero la prueba de sangre salió negativo. No creí que fuera posible y pedí una ecografía de Emergencia. No había nada...— Hanji se encogió más sobre sí misma. —Me lo registraron como embarazo psicológico e iba a decírtelo pero algo en ti había cambiado... estabas apartado, aislado... — Hanji sintió reseca la garganta ante sus siguientes palabras. — Te escuché hablar con Petra. — Las manos de Levi se detuvieron. —Estabas suplicándole. Le dijiste que estabas viviendo una mentira, que todo era irreal y falso. ¿Eso era yo para ti? Era obvia la respuesta. Nada contigo era real. Ni el embarazo, ni nuestro matrimonio, ni tu amor.
—Y entonces me pediste el divorcio porque lo que le dije a Petra terminó por cerrar mi actitud hacia ti. A eso te referías cuando me dijiste que no podías vivir en un matrimonio sin amor.—observó Levi. Hanji quiso escapar de sus brazos ante la incomodidad por remover esas heridas, pero él la aferró más contra sí mismo. —Yo también te hubiera pedido el divorcio si te hubiera escuchado decirlo.
—Levi... déjame ir— pidió Hanji, con la voz rota. —No puedo más con esto...
—Lo sé... yo tampoco resisto más.— a pesar de ello, Levi abrió sus brazos y fue soltándola poco a poco. Su mano envuelta alrededor de un brazo, ella lentamente se puso de pie ante él. —Hanji... Cuando nos conocimos, te dije algunas cosas de mi pasado... Solo tenía a Mikasa, y que mis tíos y padres murieron cuando cumplí doce años. El padre de Erwin me tomó a su cargo, pero no te dije que existió otro hombre que pidió la custodia de Mikasa y la mía. No supe de ello hasta años después y no creí que fuera relevante. Sannes Djel y Shi Smith, ninguno de los dos tenían relación sanguínea con nosotros pero terminaron entregando mi custodia a Smith puesto que él era viudo y tenía un hijo contemporáneo a mí, a diferencia de Sannes, que era un hombre sin familiares conocidos. Mikasa, en cambio, fue acogida por la tía paterna de Erwin, pero siempre nos recordaban que éramos los dos últimos Ackerman. Eso es lo que te conté, porque es lo que creí toda la vida.
Hanji notó que algo había cambiado en Levi, por lo cual se sentó a sus pies. Levi dejó a un lado el sofá y la acompañó, sentándose en el piso.
—Cambió algo... sí, una jodida llamada. Yo ya era abogado penalista, ya estaba casado contigo. Ya me sentía el puto dueño del mundo. Y entonces, una llamada y un maldito muerto reviviendo para decir "rata enana, pronto nos volveremos a ver". — Levi soltó un chasquido de fastidio, porque de pequeño siempre odió esa forma de cómo él lo llamaba. —Era Kenny, el hermano de mi madre, a quien yo creía muerto. Al inicio pensé que era una maldita broma, luego, busqué su expediente y encontré que fue sentenciado a 18 años de cárcel por homicidio involuntario de mis otros tíos, los padres de Mikasa, mi padre y mi madre. No fue sentenciado a la pena capital porque en el reporte informa que estaba drogado y borracho, era su familia la que había muerto y además no existía quién reclamara la pena máxima. Así que tenía al maldito asesino de mi familia queriendo contactarse conmigo. Yo estaba dispuesto a reabrir el proceso y buscar que Kenny fuera sentenciado a muerte. —Levi se pasó la mano por el rostro, ante los errores que estuvo a punto de cometer, pero afortunadamente no logró nada al inicio. —Kenny seguía llamándome, no sé cómo demonios conseguía contactarme si antes estuvo en un maldito silencio. Y quiso que efectivamente se reabriera el proceso, pero para demostrar su inocencia. Sannes fue quien lo inculpó para deshacerse de todos, porque se obsesionó con mi madre, pero ella estaba casada, siempre los tíos y mi padre la protegían. Según Kenny, Sannes armó todo para deshacerse de todos y llevarse a mi madre. No le creí y le exigí una maldita prueba, entonces me hizo llegar unas fotos en las cuales se veía a mi madre en una cama del hospital. Y sentí que iba a enloquecer. — Levi notó que Hanji lo miraba en silencio. —Kenny tiene una novia, Caven Traute, ella estuvo en prisión porque hirió a Sannes cuando él trató de abusar de ella. Pero la justicia la procesó por intento de homicidio. Cuando cumplió su condena, Sannes la mandó a matar haciendo ver que aquel ataque era un ajuste de cuentas, pero no lograron matarla, solo la hirieron. Kenny me pidió que la llevara a atender y la llevé al Hospital Kusavā. Tuve problemas con su ingreso porque el sistema de alertas la clasificaba como convicta y no la podían atender. Fue cuando conocí a Ral Petra, ella tenía acceso a la base de datos de clínicas, la policía, morgues... todos los malditos registros de todo Japón, entonces revisó y actualizó el ingreso de Traute para que fuera atendida. Le pregunté si podía ayudarme a buscar a Ackerman Kuchel y se negó de inmediato, diciendo que no era espía de nadie. Fue bastante cortante, entonces le dejé mi número, pidiéndole que si deseaba escuchar mis razones me llamara.
Levi tomó del rostro a Hanji, para que viera la verdad en sus siguientes palabras.
—Creí que casi toda mi familia estaba muerta y resulta que tenía a un tío vivo y una madre desaparecida.— recalcó él. —Esa era la mentira a la que me refería y por ellos fue que le supliqué a Petra. Pero la maldita se volvió a negar, diciendo que podíamos ser amigos y me ayudaría de cualquier otra manera sin trasgedir la ley. — Levi soltó a Hanji y dejó escapar una risa sarcástica. —Kenny decía que mis métodos para buscar información apestaban y que jamás encontraría así a mi madre.— Levi recordó con pesar lo acontecido después de ello. —Me pediste el divorcio y yo estúpidamente acepté sin pensar bien lo que estaba haciendo. Creí que era lo que deseabas y quise complacerte. Después, Mikasa se casó, Kenny cumplió su sentencia saliendo libre... y él recopiló en unas semanas lo que yo no había logrado en meses, pues contactó a otro joven del bajo mundo, Kirstein Jean, y localizaron a Sannes pero no a mi madre. Según los reportes de Kirstein, Sannes la tenía retenida en algún lugar con drogas y aislamiento, haciéndola pasar por su enferma esposa. Aunque Kirstein recopilaba información a grandes velocidades, Kenny no estaba del todo satisfecho y secuestró a Sannes. El bastardo confirmó que logró casarse con mi madre así que consiguió en todos estos años lo que siempre había anhelado. —Levi sacó de su bolsillo una cajetilla de cigarrillos, tomando uno y silenciosamente le pidió fuego a Hanji, ella no estaba del todo de acuerdo con que Levi haya regresado al vicio de la universidad, pero comprendía que él lo necesitaba, así que, por esta ocasión, accedió y le pasó un encendedor.
—¿Qué hiciste con Sannes?— preguntó ella, notando ese semblante sombrío en él.
—¡Qué no hubiera hecho!— Levi soltó el humo, buscando un cenicero. Hanji no los tenía, así que fue por un pequeño plato. —Quería arrancarle cada uno de sus dedos, romperle los dientes a punta de golpes y castrarlo.
Levi la observó queriendo ver cada reacción de horror en ella cuando sea consciente con la clase de monstruo con el cual ella se casó.
—No debiste permitir que nos divorciáramos— replicó Hanji, tomando un momento el cigarrillo de la mano de Levi, dándole una calada. En cuestión de segundos ella botó el humo, de manera lenta, sin dudar cada una de sus siguientes palabras. —Te hubiera ayudado en ello.
Levi recuperó el cigarrillo y lo golpeó con el plato para dejar caer las cenizas.
—Kenny me ganó...— confesó él, con voz apagada. —Dijo que Sannes lo había hecho encarcelar por crímenes que no cometió, así que cometió otro crimen para tener las cuentas ajustadas. Sannes no resistió la tortura de Kenny y... en teoría murió, pero no encontramos su cuerpo. Así que no dejo salir a Kenny más de lo estrictamente necesario hasta que confirmemos que Sannes no regresará del infierno. Desgraciadamente Kenny no logró sacarle una palabra sobre mi madre. Pero Kirstein siguió trabajando en ello y empezó a recopilar información sobre "Sannes Kuchel", demostrando que sus datos reales son Ackerman Kuchel. Y desde hace más de una década ha estado hospitalizada en una sala vip del Hospital Kusavā. No podemos acercanos ni a cinco metros de aquel piso, está rodeada de guardias de seguridad, custodiada las veinticuatro horas porque el infeliz de Sannes les dejó pagado hasta cuatro años adelantados en sueldos y medicamentos. La única forma de lograr sacarla judicial y legalmente es demostrar que mi madre siempre fue Ackerman y estuvo secuestrada todo este tiempo, pero aparte de ello necesitaba los malditos informes médicos antes que les llegara la demanda al Hospital Kusavā, porque no sabemos bajo qué condiciones médicas está ella y si eliminarán todo lo concerniente a su estado de salud.
Levi le volvió a enseñar el pendrive a Hanji antes de guardarlo entre sus ropas.
—Pasaste todo esto... solo— dijo Hanji.
—También pasaste mal en la última etapa de nuestro matrimonio. Te dejé sola y enfrentaste toda una marejada de emociones, cuando nunca debiste siquiera pensarlas... Cuando debí estar a tu lado.— notó Levi, deslizando una mano hacia el vientre de ella. La punzada de haber podido tener un bebé fue igual de dolorosa para su mente, a pesar que físicamente no existió. Más aún porque ahora no había ya posibilidad alguna que se diera aquella oportunidad. —Creiste por mi culpa que lo nuestro fue una mentira... Hanji... Tú fuiste lo más real a la felicidad que tuve la oportunidad de vivir, pero no supe mantener.
—Yo también debí...— Hanji se tapó el rostro con las manos, volviendo a llorar. Levi se volvió más hacia ella, odiando que se ocultara de él, la sentía más distante aún. Trató de verla pero ella se resistía.
—Hanji... Mírame— le pidió en un susurro. —Aún tengo demasiada mierda del pasado que resolver... así que...— logró que ella dejara resistirse, notándola desolada y triste. —No llores más... Guarda los mejores momentos que tuvimos juntos. Yo también lo haré.
—¿Me amaste alguna vez?— preguntó ella, con la voz rota.
Levi la tomó de la nuca, acercándola hacia él.
—Te amé, te amo y te amaré siempre.—le respondió él. —No fue alguna vez, sino cada instante desde que te acercaste a mí, sin importarte que estabas llevando montones de libros, y me reclamaste por estar fumando en la biblioteca.
Hanji deslizó una mano por el rostro cansado y triste.
—¿Cómo terminamos así?— preguntó ella, dolida. —Si también te amo.
—Y terminamos lastimándonos en un momento que la vida decidió tomarnos como saco de boxeo.— Levi acarició la mano de Hanji que estaba sobre él. Tenía aún mucho que resolver en su vida, estaba seguro que no dormiría aquella noche revisando el pendrive. Por un lado agradecía que la última conciliación de Mikasa y Eren sea tarde. Va a tener tiempo para ordenar sus propios asuntos. Mientras, necesitaba dejar ir otros.—Déjame darte un beso.— Levi le pidió. —No quiero tener como último ese esquivo y frío. Quiero uno en el cual sepas que te amo más que a mi propia vida.
Hanji asintió, dejando que Levi la guiara hacia su boca y le diera aquel beso, suave y firme que hicieron revivir aquella felicidad que él podía hacerla sentir.
No supo cuánto duró aquello, solo fue lo suficiente para dejarla hambrienta, con una sensación agridulce.
Levi se marchó al poco tiempo.
Hanji dejó que se fuera pues ahora sabía el por qué.
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Armin no golpeó la puerta, sino que tomó la perilla y la abrió lo más sigiloso que pudo. Luego, cerró la puerta a sus espaldas mientras veía el departamento en penumbras. Annie parecía estar cómoda con la oscuridad.
Maldito Bertold. Y maldito él mismo por creerse aquellas mentiras en vez de preguntarle a Annie.
Armin se acomodó más su bolso y fue, silencioso como un experto ladrón, a través de la oscuridad, guiado por una pequeña y tenue luz de una linterna con la cual escaneaba el sitio. Contó la segunda puerta, desde la cocina, hacia la derecha, apagando la linterna y abriendo sigilosamente.
Parpadeó un poco, acostumbrándose a la nueva semi oscuridad. Las luces del exterior apenas iluminaban el cuarto pero lo ayudó a ver el bulto que, al parecer, le daba la espalda. Armin dejó el bolso en el piso, sus pasos más silenciosos sobre la alfombra. Con cierto nerviosismo se sentó en la cama, acariciando la tensa espalda de Annie. Ella se volvió sobre su espalda y, contrario a lo que Armin esperaba, no sobresaltó.
—Me gustaría que alguna vez fueras real— Annie dijo aferrándose más, Armin descubrió, a su abrigo largo y viejo.
—A mí me gustaría más que dejaras de huir— respondió Armin, haciendo que la rubia se sobresaltara y se recogiera en la esquina de la cama, lo más apartada de él. Armin soltó un suspiro de resignación. —No siempre podemos tener lo que queremos.
—¿Cómo...?— preguntó Annie, luego sacudió la cabeza. —Maldita Hitch... no tiene derecho...
Armin le dio la razón.
—Así es...— expresó el rubio, acomodándose en la cama, demostrando que no está dispuesto a huir. —No tiene derecho a negarte, por más que le supliqué. Y no, no fue ella.— Annie lo miró, sus ojos azules brillando, como un gatito herido y temeroso. —Hay algo que aprendí en estos días. Suponer está mal. Mejor es preguntar, por muy dolorosa que parezca la verdad, pero herirá menos que las miles de ideas que se nos forman y no nos dejan avanzar.
—Entonces...
—Le dije a Marlo que se pusiera en mi lugar... Que no tuviera la oportunidad alguna de hablar con Hitch y la perdiera sin haber podido hablar. Le afectó demasiado.— respondió Armin. Annie no daba signos de querer moverse de su arrinconado sitio. —Y esto no es por Eren y Mikasa. Los quiero mucho, son mis mejores amigos, pero en esta ocasión la felicidad de ellos está en sus manos. No soy responsable que su matrimonio se salve o se disuelva. Y tú tampoco.
Armin extendió la mano hacia Annie, firme y confiada. No podía ver sus lágrimas porque ella escondió su rostro entre las piernas, por pero sí la veía temblar mientras extendía la mano hacia él. Una vez que la tomó, logró que ella abandonara su rincón y la abrazó contra sí mismo.
—Mikasa te debe una disculpa— continuó Armin, en el oído de ella, sintiendo cómo las manos de la fémina se aferraban a su espalda. —No se perdona a sí misma y sabe que actuó muy mal.
—Pensé que me odiarías...— dijo Annie, entre sollozos más fuertes. —Creí que acabé con el matrimonio de ellos y me culparías, no querrías verme más...
—Te estuve llamando— observó Armin, tomando el rostro de ella, lleno de lágrimas y temores que, de cierta manera, él sabe que alimentó. —No soy tan desgraciado para gritarte o reclamarte en algo que sé que no fue tu culpa. Y la distancia me hizo ver que yo tuve la culpa de todo esto. — Annie negó silenciosamente, pero Armin se mantuvo en su postura. Trató de suavizar sus palabras, para que ella no las sintiera como un reproche. —¿Por qué estabas así en mi departamento?
Annie enrojeció y no fue a causa del llanto.
—Yo te lo diré— siguió diciendo Armin. —No me creí una persona celosa, siempre pensé que no me importaba tu pasado porque no estaba en él y no iba a juzgar nada de tu crecimiento. Pero me estaba mintiendo. Odié a Bertold porque te tuvo antes que yo, porque sabía más de ti que yo.
—¿Qué demonios?
—Shhhhhh... No es fácil para mí decirlo— respondió Armin. —Y Bertold se comportaba como el perfecto ex que quería tu felicidad sobre todas las cosas. Me dijo... bueno, obviamente me mintió...— Armin le dio un beso en la frente. —Dijo que sufrías de nictofobia y que tampoco tolerabas el contacto íntimo. —Annie se tensó en sus brazos. —Aparte de odiar que te conociera tan íntimamente... estúpidamente le creí. No quería acrecentar tus temores, así que evitaba que estuviéramos a oscuras, y también...
Annie soltó una palabrota en contra de Bertold.
—Él nunca me hizo sentir— dijo Annie, colérica, intentando escapar de los brazos de Armin. —Me besaba y yo no sentía nada, no quería pasar al siguiente nivel porque nunca me inspiró a nada más.
Fue el turno de Armin de sonrojarse.
—¿Nunca? ¿Jamás?
Annie soltó aire entre los dientes.
—Empecé con él a los 16 años, cuando era una idiota que pensaba que debía ser igual de normal que las demás, y todas las demás tenían novio. Y creí que una pareja era igual que un amigo, porque pasábamos más tiempo en grupo que a solas.— Annie soltó una risa irónica. —Cuando él quiso ir más allá, le dije que quería llegar virgen al matrimonio. Y él dijo que sí, esperaría. Pero al entrar a la universidad... No quería estar más con él, nuestros caminos se apartaban más y más, no íbamos por los mismos intereses y tampoco nos preocupábamos por los del otro. Terminamos como buenos amigos, o al menos eso pensé.
Dos años después de aquello, Annie conoció a Armin y se sintió diferente. Más fémina, más dispuesta a ser una mujer que resalte ante los ojos de él. Le encantaba las pláticas intelectuales que podía tener con él, a pesar de ser de diferentes facultades, pero compartían el mismo centro de cómputo. Entre sutiles coqueteos, Armin la invitó a la boda de Eren y Mikasa, bailó con Annie y al final, tal cual cuento de hadas de secundaria, la besó antes de dejarla a su departamento.
De eso volvieron a transcurrir dos años entre besos cada vez menos castos, pero Armin parecía que no quería ir más allá. Annie llegó a pensar que estaba pagando el karma de jamás haber deseado a Bertold, ahora Armin jamás la desearía.
Y fue por ello que se decidió a aparecer en el departamento de él, a esperarlo. Si Armin no cedía ante lo que ella libremente le estaba entregando... Annie no quería pensar en aquello.
Pero todo salió peor de lo esperado. Annie estuvo esperando a Armin en su recámara, escuchó la puerta abrirse y quedó en silencio unos instantes. Salió del cuarto, sin nada más encima que su tentadora ropa, sobresaltándose al ver a Eren recostado en el sofá.
Y todo ocurrió demasiado rápido. Eren se sentó, extrañado de la situación, Mikasa abrió la puerta y la golpeó con su celular.
Eren tomó el abrigo de Armin y, sin atreverse a verla, se lo pasó.
—Lamento haber invadido el departamento de Armin— le dijo Eren, sin volverse hacia ella. —Y perdón por lo de Mikasa... tengo que ir por ella.
Eren salió del departamento y Annie no tardó en irse. Pero sabía que Armin la buscaría en el suyo así que llamó a Hitch y le pidió refugio en el suyo.
Armin la sacó de aquellos horribles recuerdos acariciando el pómulo herido de su rostro. Estaba apenas inflamado, así que con suavidad depositó un beso ahí.
—No le temes a la oscuridad— dijo Armin, dejando otro beso en la comisura del labio de ella, sintiéndola estremecerse. —Y definitivamente querías darme el privilegio de tocarte.
Annie asintió, sus manos deslizándose a través de los botones de la camisa ejecutiva. Él no se había cambiado de ropa, había venido directo de su trabajo hacia donde ella. Con lentitud los dedos de Annie empezaron a desabrochar los botones.
Armin la tomó del rostro y la besó, recostándola en la cama. Sus labios recorriendo la barbilla, sus brazos dejando que ella lo despojara de la camisa, para luego volver a su propio abrigo y quitárselo.
Annie estaba completamente desnuda, paralizándolo unos instantes.
Ella notó que él se quedó quieto, e iba a preguntar pero no pudo decir más cuando las manos de Armin se volvieron hacia sus senos y pasó la lengua entre ellos. Los dedos de él la recorrían con firmeza, dejando un camino ardiente en su piel, no encontró resistencia cuando buscaron entre sus piernas la aceptación de todo lo que él quería hacerle. Armin no dejaba de besarla, desfogando todo lo que se había contenido durante tanto tiempo. Annie lo dejó hacer, sentía que él sabría cómo guiarla hacia ese placer sin ser consciente que esa entrega era un estimulante para Armin.
La sondeó, besando sus labios inferiores, no encontró resistencia y se atrevió a saborearla directamente, haciendo que ella soltara en gemidos la guía para llevarla más allá. Ella se dejaba hacer, incluso cuando deslizaba sus dedos dentro de su interior, expandiéndola, sus músculos inicialmente tensándose, luego aprisionando para no dejarlo ir. Armin la besó continuamente, cada sensación yendo directamente a su parte baja, acumulando sangre ardiente en su pene ansioso de deslizarse dentro de ella.
La notó tensarse y luego soltar un profundo suspiro, las manos de ella deslizándose hacia sus senos, aprisionando sus propios pezones.
Maldición. Annie va a matarlo de placer.
—Sigue haciendo eso— pidió Armin, con voz ronca y tensa. —Descubre todo lo que te gusta.
Annie asintió, su rostro enrojecido y con lágrimas ahora de placer deslizándose por sus mejillas. Jamás creyó que pudiera sentir tanto a punto de no poder contenerlo dentro de sí misma. Una de sus manos se mantuvo aprisionando su pezón y la otra se deslizó hacia su vagina, acariciando la sedosidad y resbaladiza perla de la entrada. Sus piernas temblaron mientras Armin las colocaba a los lados de la cadera y las manos se deshacían de los pantalones tensos.
—¿Vas... a... foll...arme?— pudo decir Annie, temblando de emoción.
—No— dijo Armin, besando la piel a su alcance. —Voy a hacerte el amor.
Sondeó la entrada de ella con su falo mientras su boca se apoderaba del pezón que ella no le daba atención. La mordisqueó con suavidad mientras la entrada de la fémina lo aprisionaba firmemente, no queriendo dejarlo ir una vez que lo tenía un poco más dentro de sí. Annie no sabía si dolía más el no tenerlo que esa lenta danza, así que acariciaba la longitud del pene, incentivándolo a entrar más de prisa.
—No me hagas suplicar— pidió ella, respirando tensamente.
—No te quiero lastimar— respondió Armin, tratando de no perder el control. No tan pronto, no después de tanta espera absurda. Ella deslizó los pies en la cama, buscando la estabilidad suficiente para impulsarse hacia arriba, soltando un quejido entre dolor y placer. —Carajo— soltó Armin, sintiéndose tan dentro de Annie, con el placer recorriendo cada partícula de su ser. Se mantuvo en ella unos instantes, buscando no terminar antes de tiempo. La tomó del rostro y la besó con fiereza, sus labios hinchados ante la intensidad del beso. —Me vas a matar.
—Tú lo harás si no te mueves y me das lo que quiero.— respondió Annie, sus dientes aprisionando el labio inferior del rubio sin llegar a lastimarlo, solo porque mañana él debe trabajar y no quería que nadie supiera que había tenido (al fin) sexo con su novia.
No, no. Armin debe mantener esa imagen pulcra de niño inocente que a ella siempre la mojaba.
—¿En qué demonios piensas?— soltó Armin, deslizando una pierna de Annie alrededor de su cadera. —Lo he sentido y muy bien.
—En que si no me empiezas a follar...— dijo con dificultad.—... a hacerme el amor— se corrigió de inmediato. —...entonces me pondré encima tuyo y te follaré.
Armin mordió con cierta fuerza el hombro de Annie.
—Tenerte encima mío mientras tus senos me bailan...
Annie lo abrazó, sus uñas dejando marcas en la sudada piel.
—Lo haré, haré todo lo que quieras— dijo con dificultad, aliviada cuando él empezó a moverse contra ella, provocando esa marejada de emociones que nacían en su vientre y se expandían por todo su ser.
Armin notó que Annie estaba demasiado excitada para sentir todo menos dolor, así que colocó los brazos en la cama y se empujó contra ella decenas de veces, acallando sus gritos con su boca.
La sintió terminar y tuvo que hacer un sobrehumano esfuerzo para salir de ella, milésimas de segundos antes de apoyar su pene en el vientre de ella y que su semen cayera en la sudada piel temblorosa.
Aquella imagen demasiado gráfica hicieron oscurecer más los ojos de Annie quien deslizó aquel espeso líquido por su piel. Armin, tembloroso, se recostó junto a ella, abrazándola contra sí.
—Eso... fue...— apenas podía decir ella, aún agitada y con la piel vibrando.
—Dame unos minutos...— pidió Armin, besando el hombro desnudo. —Y seguiremos recuperando el tiempo perdido.
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Mikasa no había logrado conciliar de largo el sueño, nerviosa como se sentía. Se levantó de la cama de Traute y se fue a la cocina, a preparar algo de beber mientras mordía unas galletas saladas. Aquello último le calmaba mucho las náuseas matutinas.
Una vez que estuvo caliente el agua, preparó uno de los té favoritos de Levi, otro de café cargado, aunque le molestara la nariz ante el potente aroma y una infusión de manzanilla para ella.
Dejó el café en la mesa de noche, al alcance de Kenny quien dormía en un sofá cercano, con su sombrero encima de su rostro.
Luego, se dirigió al pequeño estudio, donde sabía que estaba Levi, quien no había dormido en toda la noche, lo cual no era algo anormal en él, no desde que se había divorciado. Inconscientemente ella se preguntó si de ahora en adelante así también sería su vida, llena de desvelos y ansiedad.
—Lo siento mucho— dijo Mikasa, limpiando una lágrima que se había escapado. —Si no hubieras tomado mi caso... pudieras haberte dedicado ciento por ciento a lo de tía Kuchel.
Levi soltó un suspiro de cansancio.
—También lo lamento— dijo Levi, tomando el té y bebiendo un gran sorbo. —Te di falsas esperanzas sobre tus padres.
Mikasa negó silenciosamente.
—Es suficiente con que tía Kuchel esté viva— respondió ella, aunque su voz débil delataba que sí había tenido una esperanza que, así como la madre de Levi, sus padres estuvieran vivos.
Levi dejó la taza a un lado y revisó otro expediente clínico, en el cual refería a un aborto sufrido por su madre hace aproximadamente diez años atrás. Era el segundo reportado y aquello le hacía hervir la sangre de rabia, queriendo revivir al bastardo de Sannes para volver a matarlo.
Inconscientemente Levi pensó en Hanji y lo afectada que estuvo cuando se creyó embarazada, Levi comprendía que su madre, al haber pasado dos veces el aborto, debía estar peor.
Los ojos azul gris se posaron en su prima, quien tenía esa expresión de dolor.
—No deberías estar así. Afectarás a tu bebé.— le replicó Levi, en tono preocupado. No iba a hablarle a Mikasa de nonatos y pérdidas, no en su estado. De hecho, duda que alguna vez se lo llegue a comentar. No le hará bien ese tipo de dolor.
Mikasa asintió, volviendo a limpiar otra lágrima.
—Estaba pensando...— comentó ella. —Si Eren decide continuar con el divorcio... debo buscar otro sitio. Obviamente estoy ocupando demasiado el cuarto de Kenny y en cualquier momento Traute podría regresar.
—Kenny pareciera no esperarla.— murmuró Levi, extrañado al notar aquel detalle que había dejado pasar por alto en todos estos meses. —Y, muy aparte de lo que decida Eren, sabes que él no te dejará sola.
—Lo mandé todo a la mierda ¿verdad?— sollozó Mikasa, volviendo a llorar con más intensidad.
—Parece estar en nuestros genes— observó Levi, sacando un pañuelo desechable y pasándoselo para que ella limpiara sus lágrimas. —Cuando más perfecto estamos, la jodemos.
Mikasa asintió.
—Aprenderé a vivir con ello.— ella dijo, secándose el rostro.
Levi quiso preguntarle cómo lo haría, para copiarle la fórmula, pero prefirió guardarse sus comentarios, al verla un poco más calmada.
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Marie revisaba los casos del día en aquella ajetreada tarde. Ordenó todas las sentencias que Erwin había firmado durante el día y estaba obteniendo copias para remitirlas a los jueces secretarios quienes darían la notificación oficial.
En un determinado momento se recogió el cabello en una cola rápida y volvió hacia su puesto, para contestar el teléfono que estaba sonando.
Entonces se encontró con la mirada de Dok Nile. Marie se preguntó en silencio desde cuándo él la había estado observando.
—Juzgado Smith— dijo Marie, con su profesional tono mientras tomaba la libreta de apuntes y anotaba la hora. —En este momento se encuentra finalizando un juicio, posterior a ello de inmediato iniciará una última audiencia, así que lamento que no pueda atenderlo. —Ella anotó algo, ignorando a Nile. —¿Divorcio? Uh... Tres días, sí... sería posible, sin embargo hay unos requisitos que se deben cumplir. Si me permite su correo electrónico, puedo remitírselos. Sí, estoy apuntando... Por favor deme unos minutos y revise su correo. Verifique también la bandeja de correos no deseados.
Ella terminó pronto la llamada e ignoró a Nile.
—A esto te has reducido— observó Nile en tono burlón. —A una simple recepcionista.
Marie, a pesar de ser la mayoría de las veces una persona de carácter dulce, no dudaba en sacar a relucir lo que aprendió de su esposo.
—Tu audiencia es el día de mañana— objetó ella, en un tono profesional.
—Entonces estás pendiente de mí.
Marie soltó una risa irónica.
—Estoy pendiente de cada caso del trabajo de mi esposo— respondió ella. —Nada personal.
—No mereces estar aquí, atendiendo llamadas y obteniendo copias de documentos— objetó Nile, señalando el ambiente ordenado en el cual ella se desenvolvía. —Si te hubieras casado conmigo...
—Estuviera en casa, encerrada para cuidar hijos, esperando tu llegada— dijo Marie, ante lo cual él asintió. —Y estuviera muriendo día a día, porque sabes muy bien que siempre he estado enamorada de Erwin.
Aquellas duras palabras no le afectaron.
—Y te dije que no me importaba—replicó Nile. —Tú merecías todo, una casa de lujos, personas trabajando para ti, no estar siendo la recepcionista de un juez de quinta que tiene tontos sueños de reconciliaciones de parejas.
Marie enrojeció de la rabia.
—No lo entiendes, Nile. Jamás lo hiciste y nunca lo harás.
—Estoy siendo realista.— refutó él. —¿A cuántas parejas ha salvado la ridícula técnica de Smith?
—Eso que llamas ridícula técnica, fue mi idea, maldito imbécil.— dijo Marie, con voz más tensa. —Y esa es la principal diferencia entre Erwin y tú. Jamás me escuchaste, solo me querías como una muñeca a la cual podías tomar cuando te diera la gana y después me encarcelarías en tu castillo creyendo que me estarías premiando. —Ordenando abruptamente los documentos, Marie colocó las carpetas en su pecho, en silenciosa señal de defensa. —Erwin no solo me dejó escuchar las audiencias para que aprendiera. También tomó en cuenta todas mis sugerencias y buscó la forma de aplicarlas. Me ha valorado, SIEMPRE. Y si ahora me ves aquí, "de simple recepcionista" es porque este juzgado es tan solicitado que no nos abastecemos. Pero basta con que le diga a Erwin que estoy atareada y sé que él me conseguirá no una, sino hasta tres personas para aligerar mi carga. —Marie tomó una nota y un sello fechador, arreglando el día para mañana, sellando el papel y dejándolo en el escritorio. —Abogado Dok, su audiencia es el día de mañana. Por hoy, no tiene nada más que hacer en este juzgado.
Y levantó el teléfono, con el dedo colocado encima del conmutador de seguridad.
Nile dejó el documento y se marchó sin decir alguna palabra más. No conocía esa faceta de... la señora Smith...
El apellido le ardió en sus pensamientos y lo odió con todas sus fuerzas.
Una vez que Marie notó que Nile se fue, volvió a cerrar el teléfono. Soltó un suspiro para liberar la tensión y luego, siendo la eficiente mujer de Erwin que es, tomó los últimos documentos de la audiencia final.
De paso, miró su reloj, notando que tenía algunos minutos de sobra, así que fue al archivador personal de Erwin y extrajo otro folder, el cual pensaba sacar a relucir al finalizar la tarde.
Después de todo lo mal que estuvo, nada podría ser peor. ¿verdad?
Continuará...
Notas: Los útimos serán los primeros. Oficialmente mi primer AruAnnieR18 está publicado. Esperemos que no sea el último. Y al fin sabemos el por qué y cómo. Pero aún no hemos llegado al meollo del asunto.
