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¿De dónde viene el nubarrón

con sus sacos negros de llanto?

-Neruda

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c8- Spook City (La Ciudad de los Espectros)

Sakura apartó el cabello de sus ojos, limpiando como mejor pudo el sudor que le empapaba la frente. Sus compañeros mostraban señales de agotamiento similares luego de poco más de una hora de lucha. Por todos sus esfuerzos ellos apenas y habían logrado avanzar unos pocos metros.

Con su insistente risa burlona, Madara seguía cerrándoles el paso, resistiendo todos sus ataques sin mayor esfuerzo de su parte, agregando un nivel más a la injuria de ser ocho contra uno.

Si Sakura se sentía frustrada con la situación, Naruto estaba a punto de hacer explosión. El chakra oscuro del Kyuubi había comenzado a filtrarse y Yamato le seguía pegado como su propia sombra, preparado para lo peor. Estaban después de todo delante de uno de los pocos shinobis que se decía podían controlar a la bestia en el interior de Naruto como una simple mascota. De ninguna forma iban a tomar riesgos.

"¡¿Y eso qué rayos es?!"

La exclamación de Naruto forzó su atención de vuelta hacia el enemigo.

"No lo sé, pero se ve asqueroso". La respuesta de Kiba no estaba tan lejos de su propia opinión. Una criatura verde y deforme comenzaba a asomarse a los pies de Madara, saliendo de la rama del árbol como el retoño retorcido de un fallido intento de jardinería.

"Él sí está en la información dejada por Kabuto, su nombre es Zetsu", comentó Kakashi al grupo y Sakura se sorprendió de que aquella cosa pudiese ser realmente un miembro de Akatsuki.

"¿Qué tal estuvo?" Madara interrogó con entusiasmo al recién llegado, su voz llegando con claridad hasta donde estaban.

"Ya terminó todo" Zetsu contestó arrastrando las palabras en un siseo peculiar. "¡Sasuke ganó!"

La garganta de Sakura se comprimió con una emoción sin nombre, sus pulmones incapaces de llenarse de aire o de dejarlo salir.

"Uchiha Itachi, está muerto" continuó.

La presión se expandió hasta convertirse en un enjambre furioso en sus oídos, y casi nada escuchó después más allá de aquellas palabras que parecían dar vueltas en su mente, su corazón partido en dos limpiamente.

'¡Sasuke ganó!'

'Uchiha Itachi, está muerto'.

'…está muerto'.

Cuando logró poner bajo control sus emociones, fue para ver a Madara desaparecer con un movimiento circular de su brazo que parecía envolverle sobre sí mismo, al tiempo que dejaba vacío el espacio que había ocupado, como si nunca hubiese estado allí.

-o-

Un cielo oscuro, cargado de nubes de tormenta les recibió como fondo perfecto para un espectáculo apocalíptico. La destrucción se extendía en una gigantesca circunferencia de varios kilómetros dejándolos a todos atónitos.

"¡¿Qué clase de batalla fue esta?!" exclamó Kiba mientras el grupo corría como podía por entre los escombros; atrás habían dejado a Yamato, que les había facilitado pasar a través de la barrera creada por Amateratsu y ahora tenía la nada envidiable tarea de tratar de controlarlo.

El sofocante calor de aquel infernal fuego negro les oprimía a todos el ánimo a medida que se acercaban al epicentro de la destrucción. Era la primera vez que casi todos ellos veían la infame técnica de Itachi y a Sakura eso la sacudió profundamente. Para ella fue como ver el último destello de una estrella moribunda caer desde el cielo.

Ella temía lo que encontrarían al llegar, pero más temía el no encontrar nada. El retraso que habían sufrido con Madara era frustrante, pero sobre todo preocupante: él había pasado el rato jugando con ellos como si fueran niños con un increíble poder basado en el control del espacio-tiempo. La kunoichi se recriminó una vez más por la torpeza de no haber preguntado más a Itachi acerca de Madara y su inquietante poder mientras tuvo la oportunidad.

Una fuerte lluvia comenzó a caer, haciendo más difíciles tanto el movimiento como la visibilidad. "¡Allí termina el rastro!" gritó Kiba y todos alcanzaron a ver el lugar señalado en medio de la destrucción. Una gran pared de concreto a medio destruir, de al menos tres metros de altura, continuaba de pie marcando el lugar como una lápida. El símbolo del Clan Uchiha estaba grabado en ella, deteriorado por varias grietas que parecían partirlo en tres pedazos.

Cuando todos convergieron en ese punto, su peor temor se hizo real. Habían llegado tarde y ya no había nada allí más que algunas manchas de sangre tiñendo el gris del concreto.

"¡Nooo, maldición!"

El grito de Naruto fue como recibir una bofetada. Nadie luchaba más por Sasuke que él. Nadie sentía más el haber perdido otra oportunidad de salvarle.

El silencio se extendió mientras Hinata hacía uso de su Byakugan y todos los ninken eran enviados a buscar cualquier posible rastro o indicio de lo ocurrido.

"¿Por qué nunca puedo alcanzar a Sasuke?"

Naruto les daba la espalda, tratando de ocultar las lágrimas que se mezclaban en su rostro con la lluvia, pero que todos podían escuchar claramente en su voz. Sus puños golpeaban la enorme pared repetidamente en un gesto de impotencia.

"Aun si solo queda un mínimo rastro de Sasuke…". Kakashi comenzó a hablar, dando un paso al frente y acercándose a Naruto. "Vamos a continuar esta misión hasta que no quede absolutamente nada que seguir".

"Vamos a buscarlo hasta el fin del mundo", confirmó Sai, repitiendo las palabras que Naruto les había dicho a todos antes de salir de la aldea.

"¡Sí, no nos vamos a rendir después de llegar tan lejos!" animó Kiba acompañado de los ladridos de Akamaru.

Naruto se dio media vuelta, mirando a cada uno de ellos, visiblemente emocionado. Sus ojos se encontraron finalmente con los de Sakura y la kunoichi asintió, luchando también por contener sus propias emociones.

Una vez más, iban a arriesgarlo todo por Sasuke.

¡No podían volver a fallar!

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Sakura había avanzado hacia el sureste por casi una hora, luego de que el equipo se dividiera, cada uno tomando una dirección distinta para cubrir más terreno, tratando de encontrar indicios de Sasuke y de su paradero. Los ninken no habían encontrado nada así que solo les quedaba buscar pistas de la manera tradicional.

Hasta el momento, su camino la había llevado lejos del bosque, por campos que alguna vez habían sido cultivados a juzgar por los silos en ruinas que veía a intervalos regulares. Los había revisado todos, con la esperanza infundada de que tal vez Madara no había logrado atrapar a Sasuke, y que este, estando mal herido por la batalla, había logrado esconderse en un lugar cercano esperando refuerzos.

Ya había alcanzado el límite de la distancia que Kakashi les había ordenado que avanzaran y no había encontrado la más mínima pista de Sasuke. Se suponía que ahora debía dar vuelta atrás para reunirse de nuevo con sus compañeros en el punto de partida. Pero ella estaba renuente, paralizada en el mismo punto, al pie de una pequeña colina. Volver era como admitir una derrota. Y ella quería seguir avanzando.

Quería hacer algo distinto a llegar siempre tarde…

Algo distinto a ser siempre dejada atrás.

Durante el recorrido, la lluvia había amainado y su ropa estaba ya casi seca, pero un frio extraño parecía haber calado en su cuerpo a pesar del calor de final de la tarde. Sakura fijó su vista hacia el horizonte, más allá de las nubes. Mentalmente elevó una plegaria para que alguno de sus compañeros hubiese tenido éxito en dar con una pista.

Entre la resignación y la esperanza, la kunoichi se dispuso a dar media vuelta lista para regresar, cuando algo llamó su atención. Un pequeño riachuelo serpenteaba por el campo entre rocas y arbustos a pocos metros de donde ella se encontraba. El agua corría con fuerza cantando con su rumor las historias de la pasada tormenta. Sakura parpadeó varias veces tratando de comprender qué era exactamente lo que veía.

¿Sus ojos la engañaban o la corriente de agua iba colina arriba?

Se acercó con cautela, confirmando enseguida el extraño fenómeno. Incluso le pareció que el agua corría con más y más fuerza mientras más la miraba.

No había que ser un genio para adivinar que detrás del fenómeno alguien tendía una trampa. Si se trataba o no de alguna pista relacionada con los hermanos Uchiha y el paradero de Sasuke, solo existía una manera de averiguarlo. Sopesando rápidamente los riesgos de aventurarse sola, Sakura concluyó que no podía darse el lujo de perder la oportunidad.

A toda carrera, siguió la corriente subiendo por la empinada colina por unos diez minutos hasta descender al otro lado, donde el terreno era más rocoso y difícil de transitar. El riachuelo no solo iba en dirección contraria, sino que se movía de una forma que no era en absoluto natural, dejando su cauce natural y llevándola en otra dirección. Sakura se atrevió a mirar hacia atrás y no se sorprendió al comprobar que el riachuelo se iba secando y desapareciendo a sus espaldas.

Apretando el paso y siguiendo cerca de las faldas de la colina, la kunoichi llegó pronto a una pequeña construcción que en algún momento había sido la vivienda modesta de un agricultor. Ahora estaba abandonada, el techo hundido bajo el peso del tiempo y la negligencia.

La corriente de agua que había seguido provenía de un viejo pozo empedrado a un lado de la casa. Cuando Sakura estuvo a pocos metros de la vivienda, el riachuelo ya había retrocedido por completo, el agua desapareciendo dentro de aquel pozo sin dejar siquiera un mínimo rastro de humedad.

Un rápido reconocimiento de sus alrededores no reveló una amenaza inmediata, pero era evidente que el peligro era inminente. Sakura tragó grueso. Lo último que ella quería hacer era ir a inspeccionar el peculiar pozo y por un par de segundos ella se debatió nuevamente entre volver a buscar refuerzos o seguir adelante, por muy riesgoso que pudiese ser. Afortunadamente, descubrió enseguida, que no sería necesario decidir.

Una gigantesca espada salió de la nada y descendió sobre su cabeza. Con apenas segundos para detectar el movimiento a sus espaldas, Sakura se hizo a un lado, y logró esquivar el ataque por milímetros, rodando por el suelo varios metros y asumiendo enseguida una postura defensiva, su kunai favorito apretado en su mano.

Entonces pasaron dos cosas: primero, Sakura se tambaleó sobre sus pies, el chakra en su cuerpo había disminuido de golpe, como si acabara de usar una técnica muy exigente; segundo, encontró que tampoco podía moverse, sus pies quedaron atrapados hasta los tobillos en un par de esferas hechas de agua, que al parecer había vuelto a salir del pozo sin que se diera cuenta.

Frente a ella el responsable del ataque resultó ser un ninja gigantesco de piel azul que ella había visto solo en los informes sobre Akatsuki que habían revisado antes de salir de la aldea. En persona era mucho más intimidante de lo que imaginaba, en especial con la hilera de filosos dientes que él le mostraba ahora en una sonrisa mordaz.

"Un gusto conocerte, Haruno Sakura".

"¡Suéltame enseguida maldito idiota o te vas a arrepentir cuando te ponga los dientes de corona!" Que no se diga que Tsunade no le había enseñado la mejor etiqueta de batalla.

"¡Oh, no! Fue difícil encontrarte y atraerte hasta aquí. No voy a dejarte ir tan pronto, pequeña".

Enseguida, Sakura sintió hervir su sangre. "¡¿A quién le llamas pequeña, cara de sardina?!"

Con un puño cargado de chakra, la kunoichi impactó directamente el suelo delante de sus pies, liberándose de los grilletes de agua y obligando a su enemigo a alejarse de un salto para evitar la destrucción que avanzaba como un rayo en su dirección.

"¡No está mal!" comentó, con el agrado de quien no necesita de muchas escusas para empezar una buena pelea. "Pero lamentablemente no estoy aquí para enfrentarte, kunoichi".

"Ni creas que me vas a engañar con eso". Sakura se lanzó enseguida hacia adelante, con toda la velocidad que le fue posible exprimir luego de todo un día de viaje y lucha.

Haciendo varios amaines alrededor del Akatsuki, Sakura trató de conectar su puño en algún lugar de la parte baja de su cuerpo, buscando incapacitarle. Por su tamaño él era más lento y ella mucho más ágil comparativamente, pero el enorme shinobi no era sino escurridizo como un pez, esquivando sus movimientos con jutsus de agua defensivos que la obligaban siempre a retroceder.

Repentinamente, Kisame tomó la ofensiva nuevamente, girando la espada en un arco perpendicular que Sakura logró esquivar de un salto atrás. Enseguida pudo sentir nuevamente como si su chakra hubiese sido absorbido con una succionadora. Sus ataques no necesitaban hacer contacto para ser efectivos.

Tratando de controlar una respiración agitada por el esfuerzo, Sakura contempló a su atacante y le sorprendió encontrar un rostro impaciente donde antes había visto una divertida animosidad.

"Realmente no tenemos tiempo para esto" dijo apoyando la gigantesca espada en el suelo y descansando su peso en ella. "Yo tengo una deuda que saldar y tú, un Uchiha a quien rescatar".

De repente, se le vino a la cabeza un hecho importante y que, estúpidamente, había olvidado por completo hasta ese momento.

"¡Tú eres Hoshigake Kisame, el compañero de Itachi en Akatsuki!"

"¡Ya era hora de que te dieras cuenta!" reclamó, visiblemente irritado. "¿Qué pasa con los ninjas de Konoha y su mala memoria?" refunfuñó lo último para sí mismo, como si no ser reconocido fuera un molesto problema recurrente.

Sakura no sabía a qué se refería, pero tampoco le interesaba averiguarlo cuando había cosas más importantes que discutir.

"¡Tú sabes dónde están, Itachi y Sasuke!"

"Así es. Madara se los llevó a uno de sus escondites tan pronto terminó la pelea".

"¿Dónde?"

"Es un camino largo kunoichi, ¿seguro que puedes llegar?" Kisame la miró de arriba a abajo, dudando claramente de su condición física. Sakura controló a fuerza su respiración agitada hasta entonces y se irguió al máximo posible, las manos en la cintura.

"Solo dime dónde se encuentran".

"¡Tsk! No creas que va a ser tan sencillo". La irritante sonrisa llena de dientes estaba de vuelta y Sakura anheló poder arrancárselos uno a uno. Ella apretó los puños buscando una calma que estaba muy lejos de sentir.

"He tenido un día muy largo y no estoy para juegos" le apuntó con un dedo, "Habla de una vez".

"Se trata de información sensible kunoichi, del tipo que puede matarte si no tienes cuidado con tu lengua".

Al parecer tendría que negociar o no obtendría nada del shinobi. "¿Qué quieres a cambio?" gruñó de mala gana.

Increíblemente, la sonrisa de Kisame se amplió aún más, como si su dentadura no tuviera fin.

"Ah, ¿me pregunto hasta dónde serías capaz de llegar…?" su mirada entonces fue poco menos que lasciva y le hizo estremecer mínimamente en contra de su voluntad. Sakura tenía un par de insultos listos en la punta de la lengua, pero no tuvo necesidad de usarlos.

"Yo voy a llevarte hasta allí o no encontrarías nunca el camino, mucho menos lograrías entrar, pequeña kunoichi". Echándose la enorme espada al hombro, el nukenin le dio la espalda y echó a andar sin más.

¿Estaba jugando con ella? Sakura no sabía si sentirse irritada o agradecida de que el shinobi no le hubiese hecho la proposición indecente que vio por instantes, reflejada en su rostro.

Sakura profirió mentalmente todas las maldiciones que se sabía mientras le veía marchar a paso relajado. Su situación no le permitía perder esta oportunidad a pesar de los riesgos. No tenía alternativa ni modo de dejar mayor señal a sus amigos que su rastro tras de sí.

Con una carrera corta, Sakura le dio alcance, manteniendo una distancia prudencial que le permitiría reaccionar en caso de problemas. Kisame comenzó a reír de nuevo como única respuesta a su presencia.

"Parece que no tengo alternativa más que seguirte". La kunoichi espetó entre dientes.

"Parece que no…".

Todo en el shinobi a su lado le resultaba profundamente irritante y, tenía que admitir para sus adentros al menos, no menos intimidante. Había algo salvaje en él, y una mirada predatoria intensa e inagotable que le decía que era un enemigo realmente feroz.

"Contéstame algo al menos", inquirió con genuina curiosidad "¿por qué haces esto?" Este era el tipo de shinobi que no tenía lealtades más que con aquello que le reportaba un beneficio inmediato.

"Ya te lo dije, tengo una deuda que saldar. No creas que lo hago por la bondad de mi corazón".

"¿Cómo sé que no se trata de una trampa para atrapar a Naruto?"

"¡Tsk! Eres un kunoichi muy molesta". Dijo al tiempo que apretaba el paso de viaje a una carrera de alta velocidad.

Sakura no tuvo ni tiempo de expresar su indignación con el comentario. Enseguida se forzó a seguirle el paso, su cuerpo protestando nuevamente las exigencias de un día que no parecía tener fin.

Mirando la enorme espalda frente a ella, Sakura trató de imaginar cómo sería tener de compañero a un criminal como aquel. Tener que convivir con él día tras día y aparentar camaradería donde solo cabía desprecio.

La kunoichi no pudo sino admirar la determinación de Itachi por haberse entregado a un destino terrible, que no parecía haberle dejado nunca ningún respiro. Un destino que había llegado a su fin hacía unas cuantas horas a manos de su hermano.

Un destino que le había llevado a morir como un criminal a los ojos de todos.

Excepto los suyos.

-o-

Viajaron durante el resto de la tarde y buena parte de la noche, casi sin descanso.

Las piernas de Sakura habían comenzado a temblarle casi sin control a mitad de camino, por lo que no tuvo más alternativa que tomar una píldora de soldado para poder continuar. La había tomado seca y al vuelo, procurando que Kisame no se diera cuenta de su predicamento. Enseguida la sintió entrar en su sistema con un calor que le encendió músculos y alivió su cansancio artificialmente. El mal sabor que dejó en su boca le acompañaría el resto del viaje.

Habían seguido en dirección sureste por unas tres horas pasada la caída de la noche, pero luego habían virado hacia el suroeste. Sakura no había viajado mucho por esa área del país de Fuego, por lo que se desorientó tan pronto comenzaron a adentrarse en la zona montañosa del lado del golfo de Hanguri. Una molesta neblina los acompañó el resto del camino haciendo casi imposible la visibilidad. Pero Kisame no se detuvo ni aminoró la marcha y ella no tuvo más remedio que seguir su marca de chakra para no perderse o lastimarse contra algún obstáculo.

Agotada, hambrienta y con bajas reservas de chakra, Sakura se había detenido por fin tras Kisame pasada la medianoche según sus cálculos. El shinobi miraba desde un risco en dirección al valle al pie de la montaña de la que habían estado descendiendo durante la última hora de viaje. Ocultos entre rocas y árboles, la noche les concedía la ventaja de ver sin ser vistos.

Sakura se colocó a su lado tratando de escudriñar en la distancia, pero solo logró ver las luces provenientes del interior de una estructura indescifrable para ella en la oscuridad.

"¿Es este el lugar?" preguntó por fin, haciendo un esfuerzo por no tiritar de frío frente al shinobi. La temperatura había caído considerablemente desde que se adentraron en las montañas, sumando un problema más a su ya precaria situación.

Kisame se volvió entonces hacia ella, mirándola por un rato como si hubiese olvidado de que estaba allí. "Así es kunoichi, ahora es que empieza la parte divertida".

Algo le decía que las ideas de ambos sobre lo que era divertido, no podían ser más opuestas.

"Lo primero es entrar sin que seas detectada" continuó, señalando con su dedo el camino por el que iban a seguir. "Hay sellos de seguridad en todas las entradas".

La molesta sonrisa socarrona estaba de vuelta y a Sakura cada vez le gustaba menos todo el asunto. "¿Qué clase de sellos?" preguntó.

"De los que detectan el chakra de los miembros de Akatsuki. Si alguien ajeno a la organización entra, Madara lo sabría enseguida".

Sakura maldijo por lo bajo. Solo había una forma de pasar ese tipo de sellos de alta complejidad.

"¿Puedes desactivarlos?"

"No" contestó sin perder el buen humor y Sakura sintió nuevamente ganas de golpear su interminable hilera de dientes. "Por suerte para ti kunoichi, yo tengo una alternativa".

El shinobi procedió entonces a levantar la enorme espada que cargaba en la espalda, clavándola con soltura en el suelo frente a ella. Sakura se esforzó por no moverse ni un milímetro, luchando contra el instinto de apartarse. La verdad era que este shinobi la intimidaba más de lo que quería admitir, pero no había necesidad de darle muestras de ello.

"Los sellos toman en cuenta el chakra cambiante de mi Samehada" explicó con el entusiasmo de un padre orgulloso de su único hijo. "Si subes a ella tu chakra quedará disfrazado como parte del de Samehada".

"¡Si subo a ella tu espada absorberá todo el chakra que me queda!" reclamó.

"Ha sido un viaje largo, no la puedes culpar por estar hambrienta".

En respuesta a sus palabras la espada comenzó a rugir, el cuerpo que hasta entonces parecía sólido ahora ondulaba bajo los vendajes que cubrían toda la hoja. Sakura dio un paso atrás inconscientemente y sin apartar la mirada de la inquietante arma.

Kisame había comenzado a reír con su reacción. "Me parece que le gusta tu chakra, pequeña. Hace tiempo no la veía tan entusiasmada".

Sakura no sabía qué era más perturbador, si el extraño comportamiento de la espada o el que Kisame le hablase como si fuese una mascota querida y no un arma.

"Sin chakra no podré ocultarme ni defenderme una vez que estemos adentro. ¡Debes pensar que soy idiota!"

Kisame la miró de nuevo de arriba abajo con esa inquietante mirada suya. "Pienso que quieres entrar al precio que sea, si me has seguido hasta aquí sin el apoyo de tus compañeros".

Sakura le mantuvo la mirada, desafiante, a pesar de que se sabía sin alternativas. Era cierto que no podía retroceder ahora. Avanzar significaba ponerse completamente en manos de un enemigo, lo cual iba en contra de todo lo que había aprendido durante su entrenamiento. Lo peor era que no sería la primera vez en el día en que se veía obligada a hacerlo.

"¿Y si alguien nos ve?" preguntó entre dientes.

"Es poco probable que haya alguien patrullando a esta hora" desestimó, volviendo a mirar hacia la guarida. "Si te hace sentir mejor, pondré un jutsu para disfrazarte como parte de Samehada".

A estas alturas, nada podría hacerla sentir mejor sobre lo que estaba por hacer. Sakura volvió su atención a la espada, ahora silenciosa e inmóvil. Era casi tan alta y ancha como su portador, con lo cual podría acostarse sobre ella y aun tener espacio de sobra para cargar a otras dos personas de su contextura. Algo sin duda estaba vivo debajo de los vendajes, lo que hacía que su desconfianza y algo de asco, aumentasen de manera exponencial. Eso sin contar que perdería todo su chakra…

Había que estar dementes para aceptar un plan como ese.

"¿Qué estamos esperando?" declaró, cruzando los brazos al frente. Tal vez si le faltaba el tornillo al que siempre se refería Ino.

Un sonriente Kisame se frotó las manos sin decir palabra, antes de tomar la espada y colocarla nuevamente sobre el soporte en su espalda. Enseguida se dio la vuelta para inclinarse levemente hacia el frente en una clara y perturbadora invitación.

"Sube a bordo, pequeña".

Sakura quería decirle por donde podía meterse todos sus "pequeña", pero se contuvo de momento en favor de la tarea pendiente. Tendría que hacerlo sin chakra por obvias razones, lo que con su agotamiento físico era una preocupación más. ¿Podría resistir el viaje hasta la guarida? Solo había una forma de saberlo.

Con cuidado puso un pie sobre el cuerpo de la espada y se impulsó hacia arriba hasta tomar la larga empuñadura. Kisame se enderezó enseguida y a ella no le quedó más remedio que abrazarse a la espada para no caer.

Cuando el shinobi comenzó a andar, tomando enseguida velocidad con el descenso de la montaña, Sakura sintió más que escuchó el ronco rugir de la espada vibrando bajo su cuerpo. Era bastante sutil, pero ella podía detectar claramente como su chakra comenzaba a ser absorbido, mientras que un mínimo de un chakra frio y viscoso comenzaba a entrar en ella desde todos los puntos de contacto con su cuerpo, integrándola efectivamente con el flujo de energía constante de la espada.

Cuando terminaron el descenso, la kunoichi se esforzó por ver por encima del hombro de Kisame. Lo que en la distancia le había parecido una estructura pequeña y sin forma resultó ser una edificación imponente, con elevados arcos de piedra y torretas esbeltas en torno a toda la estructura. En comparación con las hermosas montañas que habían dejado atrás, el lugar lucía desolado y un tanto abandonado, pero no por ello dejaba de ser impresionante.

Con la claridad que solo dan los momentos de intensa locura, Sakura pensó verdaderamente en sus circunstancias. Sola y en territorio enemigo. En compañía de un nukenin peligroso que bien podía estar a punto de traicionarla. Sakura apretó los dientes para contener una maldición. Retroceder no era una opción así que no había lugar para arrepentimientos.

De pronto, el cosquilleo de un jutsu descendió sobre ella y enseguida supo que Kisame había ocultado su presencia de ojos indiscretos. Estaban ya muy cerca de una de las puertas de acceso y Sakura se sintió agradecida. Sus brazos habían comenzado a temblar con el esfuerzo de sostenerse sin la ayuda de chakra.

Cuando llegaron al umbral, ella pudo comprobar lo que había dicho antes Kisame. No había nadie cuidando la entrada que daba a un enorme patio interno, ni nadie a la vista cuando ingresaron por un amplio pasillo de techo abovedado que parecía ser el acceso al edificio principal.

"¿Por qué no tienen más vigilancia?" preguntó en un susurro sin poder contenerse. Necesitaba distraerse del calor quemando los músculos de sus brazos y la debilidad que comenzaba a marearla por la falta de un chakra cada vez más escaso en su cuerpo.

"Porque nadie es tan estúpido como para entrar en primer lugar".

Considerando la fama que había logrado la organización en los últimos años y el siniestro pedigrí de todos sus miembros, Sakura tenía que darle la razón. Aun cuando la estaba insultando de retruque.

Kisame abandonó el pasillo principal doblando a la derecha y a partir de allí dieron varias vueltas y descendieron dos tramos de escaleras que se le antojaron eternas. ¿Qué tan grande era entonces este lugar?

"¿De vuelta tan pronto, Kisame?"

El sobresalto casi la hizo caer de su percha en la espada. Kisame en cambio, se dio la vuelta despacio, imperturbable ante la aparición de un shinobi que salía, literalmente, de la pared, como si tal cosa fuese una ocurrencia cotidiana.

"Pensé que querías ir a estirar tus alas un poco" inquirió el recién llegado y Sakura no tuvo dificultades en reconocer al peculiar shinobi que había anunciado horas antes el resultado de la batalla de los hermanos Uchiha.

"Ah, Zetsu. Vine a hablar con Madara antes de seguir camino al sur".

"Madara se encuentra en este momento con Sasuke. Ha pedido que no les molesten". La respuesta vino de una voz distinta, más profunda y rasposa. Sakura comprendió entonces que salía de la mitad negra del shinobi, como si fuesen realmente dos personas en uno mismo cuerpo. Y tal vez lo eran, pensó con asombro.

"¡Ya veo que no pierde el tiempo para reclutar!" exclamó Kisame poniendo en palabras la preocupación de Sakura. ¿Habían llegado demasiado tarde para impedir que Madara revelara el pasado de Itachi? "Esto puede ser interesante", remató frotando sus enormes manos.

"Lo es, Sasuke tiene mucho potencial, sin duda es hermano de Itachi", la voz ligera del lado blanco contestó con entusiasmo.

"Tal vez me quede un poco más, solo para comprobarlo".

Zetzu asintió. "Yo voy de salida a recoger inteligencia sobre el grupo de Konoha que seguía a Sasuke", explicó mientras comenzaba a desaparecer, esta vez descendiendo hacia el suelo. "El cuerpo de Itachi está en el laboratorio, por si quieres ofrecer tus respetos".

Kisame no contestó. Se quedó observando hasta que Zetsu desapareció por completo antes de reanudar el camino. Sakura agradeció el silencio con el que siguieron avanzando. Las noticias de Zetsu habían quedado clavadas en su pecho como un cuchillo. El destino de Sasuke era ahora más incierto que nunca. El de Itachi, tan irrefutable como habían sido todos sus planes hasta el momento.

Los planes de ella en cambio, habían salido tan mal como cabía esperarse.

Sakura cerró los ojos, bloqueando sus preocupaciones a favor de la tarea pendiente. Kisame seguía caminando por un corredor que no parecía tener fin y cuando estaba a punto de protestar que ya no podía sostenerse más, el enorme shinobi entró en una habitación que hacía las veces de almacén, a juzgar por las cajas apiladas por todo el lugar.

"Aquí es seguro. Puedes bajarte, pequeña".

Más que bajar, Sakura se dejó caer al suelo sobre sus piernas, doblada como una marioneta a la que le han cortado los hilos. No sentía los brazos y la cabeza le daba vueltas. No sin alarma, vio como Kisame llevó su mano hacia atrás para levantar la espada sobre su cabeza. Los segundos parecieron estirarse mientras observaba como Samehada volvía a cobrar vida bajo los vendajes, al tiempo que su portador la dejaba caer en un arco mortal en su dirección.

Pero Sakura no podía moverse. Solo podía ver atónita, como la muerte se acercaba con un rugido siniestro. Había sido engañada. Había dejado que sus sentimientos se interpusieran en su deber como kunoichi de Konoha. Ahora iba a pagar las consecuencias. Iba a morir lejos de su hogar, de sus amigos y su familia.

Con un silbido, la espada pasó certera a milímetros de hacer contacto con su cabeza. A su paso una ola de energía pura la golpeó haciéndola caer de espaldas y empujándola un par de metros hacia atrás contra una de las cajas. Todos los músculos de su cuerpo se contrajeron en un espasmo, mientras su sistema circulatorio parecía estar ardiendo en llamas. Ella apretó los dientes para contener un gemido de dolor que luchaba por salir de su garganta.

Sakura abrió los ojos unos segundos después. Estaba viva y si podía confiar en sus sentidos, mejor que nunca. Se sentó como un resorte, iniciando enseguida un inventario de su cuerpo, sus manos reafirmando que no le faltaba nada a pesar de un ataque que bien hubiera podido partirla en dos.

"¡Me devolviste todo mi chakra!" le acusó. Pero había hecho más que eso en realidad. La había dejado al cien por ciento de capacidad, tal y como estaba antes de iniciar la misión el día anterior.

Kisame la miraba desde su altura, por una vez sin atisbo de sonrisa o burla. Sakura no podía parar de parpadear, como si le viera entonces por primera vez.

"¿Por qué?" insistió, ante su falta de respuesta.

"Lo vas a necesitar, kunoichi" declaró, encogiendo los hombros.

Ella realmente no lograba leer a este shinobi. Y en circunstancias normales, esa era una desventaja inaceptable en batalla. En sus presentes circunstancias, ella no podía hacer otra cosa que seguir adelante, confiando en que las acciones de Kisame no eran más que otra de las tramas de Itachi en acción.

"¡Gracias!" dijo con sinceridad luego de ponerse de pie.

"No me lo agradezcas hasta que hayas salido con vida de aquí, pequeña".

Y allí estaban de vuelta la sonrisa pedante y el odioso sobrenombre. Sakura sacó a relucir su propia sonrisa burlona.

"¿Y ahora qué, cara de atún?"

"Ya lo escuchaste. Sasuke está en este momento vigilado por el propio Madara", confirmó. "No te voy a detener si quieres intentar enfrentarle kunoichi, creo que podría ser algo muy divertido de ver".

Sakura había luchado contra el inquietante poder de Madara lo suficiente para saber que no tenía oportunidad. Cualquier intento de ayudar a Sasuke debía esperar a que el viejo patriarca le dejase solo. Claro que, para entonces, era muy posible que ya no quedase nada que ella ni nadie pudiese hacer por él.

"Itachi en cambio, está muy cerca de aquí" continuó el shinobi ante su falta de respuesta. "Con Zetsu fuera de la guarida podemos ir sin preocupaciones".

Ella había considerado la posibilidad de ver a Itachi y hasta de recuperar su cuerpo en esta misión, pero la posibilidad real de hacerlo le aceleró el corazón. Con todo y lo autentica que había sido la experiencia en Tsukuyomi, esta era la primera vez que iba a verle en persona, fuera de un campo de batalla.

E iba a ser solo para despedirse de él…

"Llévame hasta Itachi".

El camino hasta allí lo hizo como en un trance, luchando todavía por poner juntas todas las realidades que le habían llevado a preocuparse por un hombre como Uchiha Itachi.

Al entrar en el lúgubre laboratorio, Sakura se paralizó enseguida.

Itachi estaba tendido en una camilla en medio del laboratorio. Su cuerpo evidenciaba los rigores de una gran batalla: quemaduras, golpes, rastros de sangre en su rostro y manos, sus ropas rasgadas, y una pierna lastimada con un feo corte que le atravesaba el muslo y que prácticamente le bañaba con el líquido rojo, ahora seco y endurecido. Pero lo que más sacudió a Sakura fueron sus ojos. Estaban abiertos y mirando al vacío. En ellos no había rastro del rojo sharingan o del característico negro de los Uchiha, solo quedaba un gris opaco y deslucido que señalaba como nada, la falta de vida en su cuerpo.

Al menos la expresión de su rostro era de serenidad, pensó Sakura mientras se acercaba un poco más al cadáver.

Cuando llegó a su lado tuvo que cerrar los ojos para controlar el ardor terrible que por momentos le nubló la vista.

Había tantas cosas que le hubiera gustado decirle, tanto más que hubiera querido saber de él, que la perdida la abrumó de golpe como un sin sentido. ¿Cómo podía ser esto justo? Sakura se sintió vacía y embotada. Inútil como nunca. Esta nunca había sido su historia para contar, pero ella había alimentado brevemente la esperanza de poder ayudar a los hermanos a escapar de la crueldad que el destino les había reservado. Ahora solo quedaba Sasuke, y con Madara usando la verdad de su pasado como arma, él estaba una vez más fuera de su alcance.

"¿Qué estás esperando pequeña, no se supone que eres una médico ninja?"

La voz de Kisame la sobresaltó fuera de la solemnidad de sus pensamientos. Él la miraba desde el otro lado de la camilla, de brazos cruzados, expectante.

"¡Claro que soy médico!" contestó con dificultad para encontrar su voz. "Pero eso no me hace capaz de obrar milagros".

"No necesitas uno, míralo bien".

Sakura volvió su atención a Itachi, confundida con las palabras de Kisame. Parpadeando varias veces, se obligó a enfocarse en el cadáver como un paciente anónimo, ignorando por completo su identidad, tal y como había aprendido a hacer bajo la instrucción de su shishou.

Sakura se atragantó visiblemente. "¡No es posible!"

Aunque estaba terriblemente pálido, aún no había perdido todo su color ni mostraba señales del rigor mortis que debería estar tomando su cuerpo de acuerdo al tiempo transcurrido desde su muerte. La kunoichi puso con cuidado una mano sobre su brazo y se sobresaltó al encontrarle caliente. Enseguida buscó su muñeca para tomar su pulso y no encontró ninguno.

"¡Pero si ni siquiera está respirando!" exclamó ante la evidencia que refutaba todo lo que había aprendido sobre la muerte. "No entiendo qué está pasando".

"Zetsu", dijo Kisame, como si eso lo explicase todo.

"¿Qué quieres decir? ¿Es un jutsu?"

"Zetsu tiene muchas habilidades sorprendentes, lo he visto hacer esto antes… es como si detuviera el paso del tiempo. Puede hacerlo con objetos también".

"¡Animación suspendida!" Sakura exclamó en un murmullo, casi con reverencia. Efectivamente, todo parecía indicar que el tiempo se había detenido para Itachi, justo al momento de su muerte, diez horas atrás. Si esto era cierto, tal vez ella podría hacer algo por él.

"¿Por qué Madara querría mantenerlo así? Pensaba que Itachi era un estorbo para sus planes".

"Tal vez. Pero preservar el legado del sharingan tiene prioridad".

Si Sakura hubiese podido, se habría pateado el trasero a sí misma entonces.

A pesar de todo lo que Itachi le había mostrado, aún le costaba aceptar la forma en la que los Uchiha se aproximaban a la muerte como un medio para obtener poder y al sharingan como una macabra herencia familiar.

La certeza de que Madara estaba preservando no solo los ojos sino la sangre de Itachi para que fuese consumida por Sasuke le revolvió el estómago con unas náuseas tan violentas como las que había sufrido cuando presenció el ritual en Tsukuyomi. Sakura miró a Kisame, preguntándose qué tanto sabría él de la maldición que había destruido a los Uchiha.

"¿Cómo funciona el poder de Zetsu?" inquirió, tragando el exceso de saliva en su boca.

"No sé cómo funciona. Solo sé que usa esporas para hacerlo".

"¿Esporas?" musitó, mientras se consolidaba en su cabeza la idea de que el shinobi en cuestión era más una planta que una persona. Tal vez Naruto no había estado tan equivocado cuando le llamó aloe vera durante la batalla.

Un dedo azul apuntó hacia un área específica en el pecho de Itachi. "Esporas", confirmó.

Estaba casi oculta por completo por el cuello de su camisa. Era una mancha grisácea del tamaño de una moneda que Sakura había tomado por sucio sobre su piel. Mirando a su alrededor, ubicó enseguida una bandeja de instrumental médico, permitiéndose entonces procesar el hecho de que estaba en un laboratorio bien dotado y organizado, si bien tétrico por su falta de luz e higiene francamente deficiente.

Con una pequeña pinza en la mano y un contenedor de muestras en la otra, Sakura se dispuso a trabajar. Si lo que había dicho Kisame era cierto, al remover la espora el efecto de suspensión terminaría, por lo que cada segundo contaría para salvar la vida de Itachi.

La pinza quedó suspendida a milímetros de la espora por varios segundos. Había tanto que no sabía. ¿Cuánto tiempo había pasado desde su muerte hasta la animación suspendida? ¿Era el daño demasiado extenso para ser sanado? ¿Habría secuelas irreversibles por falta de oxígeno? ¿Y si no lo lograba reanimarle?

Sakura hubiera preferido examinarle primero para determinar la causa de su muerte y poder decidir el procedimiento a seguir, pero temía la reacción adversa que podía tener si su chakra interactuaba con el efecto de la espora. No tenía más remedio que removerla primero y actuar lo más rápido posible.

Sakura templó sus nervios con un grito interno que acalló todas sus dudas. Como decía Ino, solo probándolo sabes si el pastel está realmente listo.

La pinza se cerró sobre la espora y tomó más fuerza de la que esperaba removerla, pegada como estaba de su piel por la fuerza del chakra de Zetsu. Cuando logró quitarla, la guardó en el recipiente con movimientos expertos.

"¿Ves alguna otra espora en su cuerpo?" inquirió, mientras examinaba ella misma toda la piel visible.

"Nunca le he visto usar más de una" confirmó. Con lo cual Sakura comenzó sin más dudas a tratarlo.

Su chakra entró en el cuerpo de Itachi con precisión y rapidez, el primer diagnóstico revelando el extenso daño en su pecho, que sin duda le había arrebatado la vida. Ella tenía que abordar el proceso de reanimación como si se tratara de alguien cuyo corazón acababa de detenerse. Sin saber cuánto tiempo había pasado antes de que Zetsu aplicase la espora, cada segundo contaba para recuperar y poner a funcionar sus órganos nuevamente.

Kisame no le quitó la vista de encima durante todo el procedimiento y eso lejos de fastidiarla, de un modo extraño la reconfortó. El shinobi frente a ella podía hablar todo lo que quisiera de saldar deudas, pero era evidente que el destino de Itachi le preocupaba de manera más personal. ¿Había llegado a apreciarle y hasta admirarle quizás?

Gotas de sudor comenzaron a resbalar por sus sienes. La reanimación estaba tomando todas sus fuerzas. Con una mano le había comenzado a dibujar una serie de sellos desde la frente hacia el pecho, para lo cual terminó de romper la tela destruida de su camisa, revelando más heridas superficiales. Con la otra continuaba aplicando un cuidadoso flujo de chakra, ordenando a los tejidos regenerarse a cinco veces la velocidad normal. Por lo general, este tipo de procedimientos intensivos se hacían con no menos de cinco personas en un quirófano. Ella no tenía más alternativa que aplicar toda su limitada experiencia y esperar por el milagro que antes le había dicho a Kisame, que ella no era capaz de obrar.

El cuerpo de Itachi se sacudió bajo sus manos. La respiración se reinició con un terrible estertor mientras que los latidos irregulares del corazón comenzaron con dificultad su marcha, haciendo que el suyo se acelerase en respuesta. Las lágrimas que le nublaron la vista entonces las parpadeó fuera de sus ojos sin perder la concentración. Aun pasarían unos minutos antes de que se sintiese lo suficientemente segura como para cantar victoria.

"Logré reanimarlo y estabilizarlo, pero aún está en grave peligro, el daño es demasiado extenso" explicó por fin la kunoichi, jadeando de cansancio. Kisame se acercó desde el otro lado, comprobando por su cuenta la debilidad de los signos vitales de Itachi. "Reparar el daño en su cuerpo va a llevar muchas horas de intervención" continuó, "incluso así, no es seguro que sobreviva. Nunca antes había visto una enfermedad como la suya".

"Entonces al final, no lo mató su propio hermano sino la enfermedad" Kisame parecía divertido por alguna morbosa razón.

"Así es" le respondió con su propia sorpresa presente en su voz. Era posible que hasta eso lo hubiese planificado Itachi como una forma de absolución a su hermano para un crimen al que él le había empujado, sin que por ello le quitase el mérito de haber logrado su venganza.

"¿Qué vas a hacer ahora, pequeña kunoichi?" la pregunta le hizo despegar por fin los ojos de su paciente. Kisame la miraba con una seriedad incómoda.

"¿Quieres esperar e intentar salvar a Sasuke, o vas a arriesgarte para salvar a Itachi?"

El shinobi había puesto en palabras la pregunta que ella tenía pavor de contemplar. Nuevamente tenía una decisión que tomar. Una que podía cambiar no solo su vida, sino el destino de su aldea y del mismísimo mundo ninja.

Salvar a Sasuke había sido la meta que Naruto y ella habían perseguido por años, una promesa que se habían hecho, aun sabiendo lo imposible de salvar a quien no desea ser salvado. ¿Sería diferente ahora, luego de que Madara le diese motivos para reencender su odio, esta vez dirigido hacia Konoha? Por otro lado, aun si Sasuke regresaba a la aldea, ganar un aliado en la batalla –incluso uno tan poderoso como él– tal vez no sería suficiente, considerando las amenazas internas y externas en ciernes…

Salvar a alguien del calibre de Itachi, en cambio…

Sakura se estremeció.

Y enseguida se puso en movimiento, el contenedor y la pinza de vuelta en sus manos. Con sumo cuidado colocó la espora de vuelta, en el mismo lugar donde había estado antes y el efecto fue instantáneo, dejándola sin aliento. Itachi estaba nuevamente bajo los efectos de la animación suspendida y listo para ser trasladado sin riesgo. Su mente siempre despierta ya estaba imaginando las mil y una aplicaciones, no solo en el campo médico, que tendría dominar el secreto tras el poder de Zetsu.

Sakura levantó el mentón con seguridad, sus ojos encontrando la mirada atenta de Kisame. "Espero que tengas también un plan para sacarnos de aquí".

Por primera vez, la kunoichi no encontró en su ánimo las ganas de golpear aquella amplia sonrisa que le dio todas las respuestas que necesitaba.

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NDA: Quién diría que iba a disfrutar tanto escribiendo a Kisame, wow!… -esconde carpeta llena de kisasaku-. Itachi ha salvado la vida por los pelos, me pregunto cuál será su reacción al cambio de planes…

Gracias por sus comentarios, en especial a los anónimos a quienes no tengo cómo responderles directamente mi eterno agradecimiento por acompañarme en esta aventura.