Meira se despertó con dolor de cabeza maldiciéndose, solo tomó unas copas pero eso bastó para dejarla fuera de combate, siempre tuvo poca tolerancia al alcohol. Se levantó y fue a prepararse otro café en la cocina, por lo que pudo ver la casa estaba vacía excepto por los perros de Aidoneus.

Fue cuando lo recordó todo, Oh mierda vomité en el baño mientras Hades estaba con Perséfone ayudándome que embarazoso.

Dejó a un lado esos pensamientos cuando un grupo de perros la recibió, los otros no los conocía Aidoneus los habría adoptado en su ausencia, en las cartas ahora que lo recordaba le mencionaba algo de eso.

—Vaya nunca imaginé que mi hermano tuviera tantos, pero siempre le encantaron los perros ¿a que si?—con estrellas en sus ojos rascó a cada uno de los animales, todos eran muy simpáticos excepto uno pequeño y de color blanco—Mmmm, tienes carácter ¿eh?—

La diosa sin ningún miedo cogió al perrito gruñón y se miraron a los ojos.

—Ya veo tuviste una vida difícil, no te preocupes aquí no te volverá a pasar—dijo con dulzura odiaba cuando maltrataban a los animales y aunque en el reino mortal no era inusual ella también lo condenaba los mortales las apodaban también la patrona de los animales.

En eso se parecían Hades y ella.

El perrito la olisqueó y después de un rato permitió que Meira lo acariciara, se puso a jugar con los perros a continuación, después de tanto tiempo trabajando y sin apenas descansar esto era como un soplo de aire fresco.

Meira perseguía a los perros riéndose cuando Hades llegó.

—Hola hermano ¿que tal la reunión?—

El dios suspiró no tenía sentido ocultárselo a Meira ella sabía muy bien cuando alguien mentía, ella era mejor juez incluso que él.

—Ya sabes, Zeus nos arrastró a un club de strippers y allí nos encontró Hera y se puso a echarnos la bronca por lo de Perséfone—

La diosa meneó la cabeza—Ustedes tres sois un auténtico dolor de cabeza—se cruzó de brazos de forma amenazadora—Aléjate de Perséfone—

Hades tragó saliva—No te preocupes hermana no creo que suceda somos muy distintos—miró hacia abajo abatido.

Eso fue una punzada para Meira, no quería que Hades fuera infeliz y estuviera solo ya había tenido suficiente soledad en su vida.

—Bueno no te preocupes ¿vale? Siempre ocurre de todo en la vida—con una sonrisa cogió el perrito gruñón, después de la hostilidad inicial ambos se llevaban muy bien.

Hades la miró asombrado.

—Eres la segunda aparte de Perséfone que se lleva bien con Cordón Bleu—

—Claro que si hermano tengo muy buena mano con los perritos ¿no me funciona con ustedes tres?—se rió.

El rey del inframundo infló los cachetes en un gesto infantil que la hizo reír aún más.

¡Hacía tiempo que no se reía así!

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Después de que Meira ayudara a Aidoneus con la casa y los perros los dos decidieron descansar y tomar el almuerzo en el jardín.

—¿Y que harás ahora Meira?—le preguntó Hades curioso.

—Me quedaré una temporada—Se quedó callada cuando vio la expresión triste de Hades—¡Oh vamos sabes que suelo quedarme en el Olimpo por temporadas!—

—Lo sé es que me gustaría que pudieras quedarte—Hades odiaba cuando su hermana se iba al mundo de los mortales, más si lo hacía sola y sin protección algo que a los tres hermanos les molestaba.

—Sabes porque no puedo quedarme—

Los dos continuaron comiendo en un silencio tenso.

—¿Y donde te quedarás? aquí tengo muchas habitaciones y Zeus y Poseidon también estarían felices de que vivieras con ellos—

Meira Negó con la cabeza—No gracias Hades pero quiero conseguir un lugar para vivir por mi cuenta—

Hades asintió, su hermana era muy terca a pesar de que el y sus dos hermanos siempre intentaban protegerla Meira siempre iba a su aire queriendo vivir de forma independiente, sabían que ella podía cuidarse sola pero no podía evitarlo ser sus hermanos siempre implicaba preocuparse por ella.