—Hola querido hermano—
Zeus se volvió hacia la visitante que estaba en la entrada de su oficina Meira, detrás de ella se asomaba una nerviosa Tetis pero la diosa mayor la miro por el rabillo del ojo y la ninfa se apresuró a irse, esa diosa la perturbaba.
—Hola hermanita es un placer siempre que me visites aunque es raro que vengas aquí—
—Supongo que no quiero toparme con tus amantes y donde haces la mayor parte de tu reinado turbio—la voz de Meira era fría como el hielo mandando temblores por la columna al rey de los dioses.
Mierda sabía que nada se le escapaba a Meira.
—¿Has venido a criticarme?—continuó el dios mientras se encendía un puro tratando de relajarse, mientras veía a su hermana cerrar la puerta y echar las persianas.
Oh no.
—He venido a por otro asunto Zeus y mejor que no nos oigan oídos indiscretos como los de esa amante tuya Tetis, esa chica se mete demasiado en asuntos ajenos en mi opinión—
Zeus iba a replicar con respecto a Tetis pero la mirada con trozos de cielo estrellado que recibió le hizo un nudo en la garganta ya temiéndose lo peor.
Meira se sentó frente a su hermano.
—Digas lo que digas o por mucho que lo niegues Tetis sera un grave problema en el futuro conozco a ese tipo de personas y créeme no seguirá conformándose con ser una simple amante. Querrá ascender más y eso es peligroso no hay peor peligro que una mujer determinada y sin escrúpulos—
Zeus frunció el ceño a Meira.
—Mira hermana aprecio tu preocupación pero son mis asuntos personales y no aprecio que te metas en ellos—
—Sí pero a la larga siempre sucede lo mismo, acaba por estallar tu mierda en todos nosotros. Esto que te digo no es solo por mi cuñada Hera, te lo advierto, como alguien que juzga bien el carácter de los demás, aléjate de Tetis tu relación con ella es toxica no es muy diferente de la de Hades y Minthe—
—¿¡Estás comparándome a mi y a Tetis con...—pero no terminó pues Meira puso una mano delante suya.
—¡SILENCIO!—La voz fue tan contundente que Zeus se cayó como un niño reprendido por su madre—No he terminado, se que pasaste por alto el castigo de Eros gracias a Afrodita, sin mencionar que quemaste los campos de Démeter al negarse esta a que acogiera a otra de tus amantes—
Mientras seguía enumerando los crímenes y fallas el dios del cielo se encogía cada vez más en su asiento.
—Pero lo que es imperdonable es que pases por alto el crimen de Apolo contra Perséfone—
Zeus abrió mucho los ojos y frunció el ceño unos rayos empezaron a surgir de él.
—No voy a tolerar más esto que seas mi hermana no te libra de que te sobrepases así—
—¿No? ¿si nadie pone sentido común en en ti quien lo hará?—
—Como dije a Hera es un error, Apolo es un de los dioses Olímpicos más respetados y si la gente se entera sera el caos por un simple diosa—
—¿¡Simple!? Me decepcionas Zeus todos los dioses, ninfas, mortales y demás criaturas hasta la más pequeña criatura de la naturaleza son muy importantes si le pasara algo a cualquiera de ellos eso si que sería un caos ¿acaso has olvidado todo lo que te enseñé?—
Zeus se levantó de su asiento con rayos a su alrededor y Meira hizo lo mismo.
—¡Soy el rey de los dioses! ¡ya no soy el joven que enseñabas!—
—¡Pues demuéstralo! Parece que todo lo que Metis y yo te enseñamos salio de un oído y salió por el otro así su sacrifico fue en vano!—
Zeus estrello su puño contra la mesa destrozándola mientras la escarcha y la oscuridad parecían cubrirle haciendo que el dios morado olvide por un momento su ira y se estremeciera había olvidado con quien estaba tratando.
—No lo olvides Zeus, estás en ese asiento gracias al sacrifico de muchos, siempre te estaré agradecida por lo que hiciste por nosotros al liberarnos de Kronos pero no olvides que hasta un rey a la larga paga por sus errores, padre es un claro ejemplo de eso—
Meira se vio envuelta por una luz mientras sus ojos brillaban.
—Esto no va a quedar así Zeus eres mi hermano y te amo pero soy la diosa de la justicia y sabes de sobra que no paso por alto los crímenes de mi familia, olímpicos ni nadie no importa lo que hagas la justicia y la ley tarde o temprano prevalecen y condena a los culpables—
Desapareció de allí dejando a un aturdido y preocupado rey de los dioses.
