Capítulo 7
Mi vida con Susana fue muy pesada, su madre siempre intento que me casara con ella, esto me desesperaba y cuando estaba punto de mandar todo al demonio, Susana, con su sonrisa tierna y palabras suaves, tranquilizaba mis impulsos de largarme lejos.
Al principio de la relación ella me recibía con alegría, eran los únicos momentos en que me recordaba a la hermosa joven que era mi pareja de actuación, a la que todos admiraban por su gran belleza y talento, fui testigo de que todas las actrices la envidiaban y la convertían en su ejemplo a seguir.
Debo aceptar que, si no hubiera sido porque yo amaba a Candy, seguramente me habría fijado en ella, debido a todas las cosas que teníamos en común y que su imagen era la de una muñeca, aunque no me gustaba su "Tipo" a mí me atraía algo más salvaje, más real, más natural y no algo tan artificial, como las señoritas de San Pablo.
En las tardes que pasaba a su lado, me ayudaba a leer mis libretos y eso hacía más llevadero mi inmenso dolor, pero pronto con las quejas y exigencias de su madre, comencé a sentirme abrumado, tal parecía que "Mi adorada suegra" sentía que ella realmente era mi novia y no su hija ya que, ni Susana me presionaba tanto.
La verdad es que no resistí mucho tiempo esta situación y escape, como lo hacía en el colegio, comencé a beber alcohol para aturdir mis pensamientos, mi remordimiento y todas las emociones por las que estaba pasando, lo peor es que con esto también comencé a perder mis sueños y a dejarme caer en el fondo de un abismo; cuando estaba a punto de no haber punto de retorno sucedió: me encontraba en una ciudad, trabajando en un teatro ambulante con una actriz novata y odiosa, yo daba funciones totalmente ebrio pero mi nombre aún atraía a unas cuantas chicas y por eso aún podía conservar ese inmundo trabajo, en ese momento tuve una alucinación, la vi, vi a mi pecosa observándome con esas bellas esmeraldas que transmitían una pena inmensa.
De pronto me levante, me erguí para ser la persona que ella conoció, continúe mi actuación recobrando mi entereza, module mi tono de voz y al terminar mis diálogos, sólo escuche aplausos y fue ahí que me decidí a volver: no podía dejar que la verdadera Candy me viera en ese estado.
De pronto tuve deseos renovados de alcanzar mis sueños y decidí que regresaría a Nueva York, me dije a mí mismo: "Yo soy Terrence" y aunque caí al más profundo infierno, me levantaré de nuevo.
Al llegar a la ciudad Susi me recibió feliz como si nada hubiera pasado pero su cuerpo se notaba más delgado, unos círculos obscuros rodeaban su mirada azul y sus cabellos habían perdido brillo, su madre como de costumbre, me lleno de reclamos y exigencias que nunca cumplí.
De pronto llego la estabilidad a mi vida, la rutina me absorbió por un par de años, mi vida era el teatro, al cual regrese gracias a que el director de la compañía me dio una nueva oportunidad.
Pasaba todas las tardes, hasta entrada la noche leyendo un libro a Susana o repasando mis papeles o bien, tan sólo conversábamos de nuestra afición por el teatro.
Cuando llegaba a mi departamento mi realidad me pesaba, mi antiguo dolor comenzaba a abrir llagas en mi corazón que cada madrugada sangraban en forma de lágrimas al imaginar lo que estaría haciendo la tarzán pecosa, recordaba nuestra despedida, recordaba sus palabras: "Tengo que irme, Albert me necesita" en ese momento no le había dado el justo valor a sus palabras, pero ahora veo que mi gran enemigo vivía con ella, ahora notó que por mi decisión él tuvo la fortuna de mirar su rostro, desayunar, comer y hasta cenar con ella, comencé a odiar a Albert en el pasado aunque, mi amistad por él impedía que este sentimiento creciera, pero hoy se vuelve más real y más pesado.
En esas noches mi cuerpo convulsionaba por el llanto, porque nada podía hacer, tenía que ayudar a Susana que, aunque era egoísta y se daba cuenta de mi sufrimiento "Yo le debía la vida".
- ¡Maldita sea! Si tan sólo en esos momentos la hubiera ido a buscar para pedirle que me esperara.
Pero con qué derecho podría haber hecho eso, si no tenía nada que ofrecerle, si ninguno de los dos hubiéramos podido disfrutar de nuestro amor a costa de la infelicidad de la persona que sacrifico todo para que yo viviera.
Poco tiempo después la salud de Susana desmejoro, cada día estaba más delgada, ya no deseaba salir al jardín y ni siquiera se alegraba con mis visitas, fue apagándose lentamente hasta que murió, su madre no dejaba de decirme que no logre hacer totalmente feliz a su hija, pero ¿Cómo podría yo hacerla mi esposa? ¿Cómo podría haberla hecho mi mujer? No, tan sólo de pensarlo tiemblo de miedo.
A pesar de los sentimientos encontrados que tenía por ella, decidí respetar el luto que merecía y ahora me arrepiento, ya que tal vez si hubiera actuado rápido no te hubieras enamorado de Ardley tal vez no hubieras perdido el interés por mí.
Pero los "Hubiera" no existen, hoy ya no queda nada del amor que me profesabas, si tan sólo hubieras respondido mi carta…
Hubiera sido el ser más feliz sobre la tierra.
Mis decisiones me han costado caro. El precio por acompañar a Susana fue muy alto y será mi eterna soledad porque sé de antemano que jamás volveré a amar como a amo a mi pecas.
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Hoy debo comenzar los ensayos de la nueva obra y debo aparentar cordura, debo aparentar que soy un hombre común y corriente que sólo va a trabajar, ¡Tengo que superar este dolor!
- Hola Karen, vamos a comenzar.
- ¡Hola encanto! Hoy te ves más guapo que nunca.
- No empieces Karen no estoy de humor.
- ¿Y cuándo lo has estado?
Sólo atino a hacer una mueca de inconformidad y me concentro en dar vida al papel que tengo en esta obra, es tiempo de seguir alcanzando mis sueños, aunque ya no pueda compartirlos con mi amada Candy.
Que fastidio tener a esta chica tratando de encajarme los dientes, no puedo evitar pensar en que así comenzó todo con Susana, me dan escalofríos de tan sólo pensar que pueda acercarse a mí. No quiero tenerla cerca, no permitiré que ni siquiera me mire.
Gracias por los comentarios de:
Australia 77
Mia Brower Graham de Andrew
