Esa misma mañana, Bell no había sido el único en salir de la mansión, tanto Lili, como Haruhime, Mikoto y Welf, persona la cual tenía un compromiso al mismo tiempo que Bell iría a ver a Syr/Freya.

-Entonces irás a ver a Hefesto, Welf-Dijo Hestia ante el herrero pelirrojo, llamando su atención de sobremanera y haciéndolo voltear hacia ella.

-Si Hestia-Sama, tengo que mostrarle algo a Hefesto-Sama, ademas de que tengo que ir a ver a Hogni para entregarle esto-Contestó el joven pelirrojo, señalando la espada a su espalda que se encontraba envuelta en una sábana.

-Cierto, quedaste en entregarle esa espada a ese elfo cuando estuviera terminada, no me quiero ni imaginar lo que te haría si lo dejas esperando, Welf-Respondió Hestia al ver la espada mágica que su dependiente había construido, recordando lo dicho con anterioridad por él, sobre la creación de una espada nueva para ese elfo oscuro, quien los había llevado a los pisos intermedios y profundos para la obtención de materiales cuando los estaba entrenando.

-N-No deseo imaginarme eso por el momento, solo me haría sentir más nervioso de lo que estoy ahora, me tomó más tiempo decidir qué vaya qué lo que me tomó hacer la espada, aunque Bell sea la pareja de la Diosa, no significa que estemos seguros contra ellos, conociendo lo fanáticos que son, deben estar rebosantes de ira y celos, no deseo verme envuelto por eso, solo iré y entregaré la espada-Dijo Welf con cierto temblor en sus palabras al imaginarse el poder de los monstruos que estaba apunto de toparse para llevar la espada mágica a buen puerto.

-Si, si, como digas, si fuera tú, no me retrasaría, mándale saludos a Hefesto de mi parte, espero que esa tonta por fin caiga rendida a ti, siempre que nos vemos y le hablo de ti, puedo notar un ligero sonrojo en sus mejillas, solo falta que muevas la pieza para tomar a la reina, pequeño peón, aunque sigo sin entender lo de tu orgullo de herrero ¿Tan importante es crear un arma perfecta? Con tu anterior espada mágica habías cumplido dicho objetivo ¿O me equivoco?-Preguntó Hestia al mismo tiempo que ladeaba la cabeza al no poder comprender eso.

-Ella tuvo dudas sobre la espada, no deseo que me acepte así, si lo va hacer, va ser estando segura de ello, no quiero su lastima, quiero su amor pero sobre todo... quiero su reconocimiento, cuando lo obtenga, aceptaré tomar su mano, creo que no hay peor crítico que uno mismo ¿Cierto?-Contestó Welf, con una sonrisa alegre pero desbordante de determinación.

Hestia tomó aquello como una muestra de la hombría del herrero, ser reconocido para aceptar ser amado, al parecer comprendía un poco lo que Welf sentía, el amor se estaba haciendo más fuerte entre más se esforzaba en cumplir su meta egoísta.

"Tú ya no estás esperando por Hefesto, ella está esperando por ti, al parecer a muchos de mi familia les gusta un Dios o una Diosa, aunque tengo sospechas de Lili y el capitán de la familia de esa plana, al igual que de Haruhime con ese hombre lobo ¿Desde cuándo la familia Loki y los dioses se han hecho tan populares a la hora de elegir una pareja? ¿¡Y por qué la primavera no llega a mis aposentos!?" Pensó Hestia mientras curveaba una de sus cejas en señal de desagrado por lo último de su pensamiento.

-Bueno, me retiro, un gusto haber hablado con usted, Hestia-Sama-Agregó Welf, partiendo a su destino, provocando que Hestia saliera de su hilo de pensamiento.

Welf comenzó a caminar en dirección a Babel, al taller de Hefesto y de toda la familia.

"Espero que sea un arma digna de tu aprobación, Hefesto, en caso de que no, el arma que le entregaré a Bell cuando la llegada del dragón negro esté cerca, lo será" pensó el pelirrojo sin detener el paso.

Taller de la familia Hefesto, con la Diosa de esta misma familia.

Se podían ver a Diosa y capitana hablando tendidamente ¿De qué hablaban? se preguntaran, simple, desde que aquel herrero de cabellos rojos se le declaró y dió un cumplido a Hefesto, aún viendo su ojo derecho del cual ella se avergüenza, no ha parado de contar vez tras vez esa historia a la capitana Tsubaki, ella tenía una cara que mostraba lo harta que estaba de oír siempre la misma historia aunque le alegraba ver así a su Diosa, así de feliz, cosa que rara vez dejaba relucir, aún cuando la conoce de hace mucho tiempo, nunca ha habido un hombre que causara ese efecto en ella, únicamente "Ignis, el siempre ardiente", apodo que había recibido Welf al subir de nivel hace ya unos ayeres.

-Hefesto-Sama, me alegro de verla con esa sonrisa, pero comienzo a aburrirme de la historia, la ha contado tantas veces que se la podría decir palabra por palabra sin equivocarme y poniendo las mismas expresiones que usted-Dijo Tsubaki cuando Hefesto finalizó la vez número 10000 que contaba aquel relato.

-Lo lamento Tsubaki, tienes razón, debo controlarme, no soy una niña-Contestó la Diosa recuperando la compostura.

-Hefesto-Sama, Welf Crozzo ha venido a verla-Dijo uno de los dependientes, haciendo que la belleza pelirroja se pusiera nerviosa, como cuando una niña de secundaria se encontraba con la persona que le gustaba.

-Ahhhhhh ¡Espera! Tsubaki¿¡Me veo bien!? ¿¡No me veo ten desarreglada!? ¡No he tenido tiempo para arreglarme!-Dijo Hefesto de una manera paranoica, dando vueltas por todo el lugar.

-Te ves hermosa como siempre, Hefesto, no tienes por qué preocuparte-Dijo una voz desde la puerta hacia la Diosa.

-Ammmm, Hefesto-Sama, al parecer no lo habían dejado esperando-Dijo Tsubaki en voz baja, mientras veía como el sonrojo de esa Diosa primeriza en el amor se extendía por todo su rostro.

-Lamento no haber avisado sobre mi llegada, Hefesto-Sama, pero tengo algo qué tal vez sea merecedor de su aprobación-Expresó Welf, haciendo una reverencia ante su amada, la cual no decía nada por lo avergonzada que estaba.

-D-De acuerdo y m-muchas gracias por el cumplido-Contestó Hefesto con un claro tartamudeo en sus palabras, sus intentos de disimular su nerviosismo eran muy malos.

-Antes que nada, traje esto para usted-Dijo Welf entregándole unas rosas a la Diosa.

-R-Rosas rojas...-Alcanzó a decir Hefesto con clara sorpresa en su rostro.

-Al ver el bello rojo de sus pétalos, recordé el bello rojo de su cabello y ojos-Agregó el herrero al mismo tiempo que ella tomaba las rosas.

-G-Gracias-Contestó aún más avergonzada la Diosa.

-Bueno, creo que yo me retiro, me pone muy incómoda todo esto, suerte Welf-Dijo Tsubaki abandonando la habitación.

-Bien Welf, muéstrame lo que tienes-Pidió Hefesto seriamente, recuperando una parte de su ya perdida compostura y credibilidad de Diosa.

Welf desenvaino la larga espada negra, hecha de adamantita y partes de piedras mágicas, un material que muy pocos herreros se animaban a usar, esto sorprendió de sobremanera a la Diosa, ella comprendía lo que veía pero no sabía que tan fuerte era, podía compararla con armas que ella construye de su misma mano.

-Y bien ¿Qué le parece Hefesto-sama?-Preguntó con orgullo el herrero a cargo de tan impresionante arma.

-Es maravillosa, es parecida a las armas que hago de propia mano, realmente impresionante que puedas hacer un arma así, más siendo una espada mágica, supongo que es para alguien de tu familia ¿Tal vez Bell? Viendo los materiales con los que fueron hechos al parecer es de usos infinitos pero su fuerza y dureza no tiene nada que envidiarle a las armas normales-Retroalimentó la Diosa.

-¿Pero?-Preguntó Welf.

Esto tomó por sorpresa a Hefesto.

-¿Cómo que pero?-Respondió la Diosa con otra pregunta.

-Cuando algo es realmente sorprendente para ti, tienes un brillo en tus ojos que lo demuestra, pero no lo vi en ti al momento de que inspeccionaste la espada mágica-Contestó Welf con algo de frustración, había visto tantas veces a Hefesto, conocía muy bien cada expresión, mirada y reacción de ella, lo suficiente para poder leer a través de ellas.

-¿E-En verdad te di esa impresión? Lo que sucede es que está al nivel de las armas que hago pero... no son mejores que ellas-Dijo hefesto sinceramente, sin querer romper las ilusiones del muchacho.

-No hay problema Hefesto-Sama, mi promesa será cumplida algún día, esto solo es otro escalón para lograr sorprenderte, puede que a muchos aventureros les parezca la mejor espada del mundo, pero lo que me importa es que sea el mejor arma para ti-Respondió Welf, despertando nuevamente el rubor en la bella Diosa Hefesto, que pintaba sus mejillas con un color de la misma tonalidad de su cabello y ojos.

-Entonces, esperaré por ella, sé que puedes lograrlo y cuando lo hagas... seré tuya-Contestó Hefesto, con un esfuerzo inhumano para reunir el valor de decirlo.

Esto tomó por sorpresa al herrero.

-Así será, así que vaya preparando el vestido de boda, que cuando lo logre, le propondré matrimonio-Respondió Welf con una sonrisa, envolviendo la espada con la manta nuevamente.

El pelirrojo procedió a retirarse se ahí, aún tenía que entregar la espada al elfo oscuro.

-Nos vemos después, Hefesto-Sama-Se despidió Welf.

-Así será, Welf-Correspondió la Diosa a la despedida.

Dejando sola a la Diosa en su taller, ella únicamente pudo suspirar como damisela enamorada, con una bella sonrisa de oreja a oreja mientras se apoyaba en su escritorio.

-Así que... esto es amor-Concluyó la Diosa.

-Si hefesto, eso es amor-Dijo una voz detrás de ella, interrumpiendo su fantasiosa mente.

-¡T-Tsubaki!¿¡Cuánto escuchaste!?-Gritó esa pregunta Hefesto hacia la capitana de su familia.

-Casi nada, futura señora Crozzo-Dijo burlonamente la chica.

-¡TSUBAKI!-Reclamó con vergüenza la belleza de cabellos rojos.