Era una mañana tranquila en la enorme ciudad de Orario, los rayos del sol comenzaban a asomarse al lejano horizonte, dando calidez y luz a todo lo que estos alcanzaran. Pocas almas se hallaban en un estado activo a tan temprana hora, siendo un suceso extraño si se considera lo movida que era la ciudad desde primera hora del día.

Lejos del centro de la ciudad donde se hallaba la gigantesca Torre de Babel, se ubicaba una mansión de gran tamaño, la cual era la sede de dos familias, la de la diosa Hestia, la cual era prácticamente la dueña de la misma, y la de la diosa Astrea, quien fue recibida amablemente por la primera de ellas tras su retorno a Orario tras 7 largos años.

En el patio de este mismo sitio varios aventureros se preparaban para partir a una aventura. Poca preparación y peligros desconocidos los aguardaban en la boca del león, o en este caso, en el fondo del calabozo.

-¿Está todo listo, Bell-Dono?-Preguntó Mikoto, quien portaba un atuendo semejante al de la primera expedición en conjunto que hizo con la familia Hestia meses atrás. Su cuello era rodeado por una tela delgada y azul mientras que en su espalda reposaban dos espadas de longitud considerable. Una de ellas contaba con un color azul metálico y daba la impresión de emanar vapor helado y gélido. Sin duda alguna se trataba de una espada mágica.

Ella dirigió sus palabras al joven muchacho de cabellera blanca, el cual fungía como el capitán, de nombre, de la familia Hestia, dado que todos y cada uno de los presentes eran conscientes de que el, o mejor dicho, la verdadera líder era ni más ni menos que la pequeña Hobbit malhumorada con una gigantesca mochila sobre sus delgados hombros.

-Solo falta arreglar algunos detalles respecto a las pociones. Espero que Daphne y Cassandra no tarden demasiado en llegar-Respondió Bell, luciendo preocupado y mirando hacia la dirección de donde supuestamente ambas chicas vendrían.

La oriental asintió y se separó de él, yendo a donde sus antiguos compañeros de familia, Ouka y Chigusa, se ubicaban.

-Oye viejo ¿Dónde está Ryuu?-Ahora fue Welf el que externó sus dudas hacia el conejo de ojos rojos.

Bell volteó hacia él, sumamente preocupado con una mueca que reflejaba cierta desconfianza.

-Está con Astrea-Sama y Kami-Sama. Desde ayer en la noche, después de nuestra cita, se ha comportado de forma extraña. Ayer poco o nada pudo dormir. Me comentó que su cabeza dolía, lo cual le provocaba náuseas y ciertos mareos. Desconozco cuál sea su estado de salud, sugerí en llevarla con Airmid o Naaza pero ella se negó rotundamente e insistió en que era algo pasajero y que no me preocupara por eso-Contestó, explayándose al relatar lo que lo traía inquieto.

Y es que tras la cita en "La señora de la abundancia" presentó los síntomas antes descritos, tan así que ni ella ni Bell, su pareja, pudieron conciliar correctamente el sueño debido a que la joven elfo sufría de dolor y palpitaciones en el cerebro, varias veces se despertó para ir al baño y vomitar, cada una de ellas Bell la acompañó, sosteniéndole el cabello hasta que sus náuseas se apaciguaran. Sin asquearse ni nada que se le asemeje, solamente se centraba en cuidar de su amada en este momento difícil y desconocido.

-Justo antes de la expedición, es como si los dioses nos dijeran que evitemos entrar el calabozo-El herrero pelirrojo sostuvo su barbilla, pensativo, e hizo ese comentario.

-Creo que ese es el motivo por el cual Ryuu evita darle importancia, a pesar de que esté afectando su salud. No comprendo qué pudo enfermarla, no hemos hecho nada que pueda considerarse peligroso, a menos que...-La mente de chico divagó y mientras más detalles buscaba de sus últimos días juntos, su color de piel pálido adoptaba un color rojizo idéntico al de sus ojos.

-Heeee, parece que recordaste algo interesante, Bell Cranel. ¿Te molestaría compartirlo al resto?-De revende una voz seductora, con énfasis en el nombre del susodicho y expresando curiosidad hizo acto de presencia, causando que el muchacho saltara, poniéndose en alerta.

Se trataba de Aisha Belka, la amazona que forma parte de la familia Hermes, aunque la mayoría desconoce el papel que funge ahí dado que casi nunca sigue las órdenes de este dios, siendo esta una de las cosas de las que Asfi se queja cada que conversa con algún miembro de la familia Hestia, en especial Haruhime, la cual es la que le pregunta sobre el estado de su amiga y protectora.

-¡A-Aisha!-La nombró la tembloroso conejo, quien retrocedió varios pasos. Sabía que ella no descansaría hasta indagar en el tema de su interés y saciar esa curiosidad peligrosa.

-¡Aisha-Sama!-Haruhime, la hermosa renard de cabellera dorada, se alegró por la presencia de la morena, corriendo a saludarla.

-¿Qué tal pequeña niña?-Aisha le devolvió el saludo, acariciándole la cabeza suavemente mientras la renard cerraba los ojos y agitaba su cola amarilla.

-Vaya, tal parece que Asfi-Sama si pudo pasarle la solicitud de expedición a pesar de que se le dijo apenas ayer, Aisha-Sama-Liliruca Arde fue la que realizó dicho comentario. La verdad ella no tenía esperanza de que viniera dado que, como se explicó con anterioridad, ni la propia capitana de la familia Hermes controlaba a esa impulsiva mujer. En ocasiones, según Asfi, desaparece durante varios días y regresa como si nada para después volver a irse. Es un caso perdido.

-Tuvo suerte, esta mañana regresé a la sede y antes de que me fuera nuevamente me dio el recado. Y ahora henos aquí-Contestó la amazona.

-¿Eh? O sea... ¿No dormiste o siquiera descansaste en la noche?-Cuestionó Welf, sorprendido de verla sin una pizca de agotamiento.

-Fufufu, dormir claro que sí. Sobre la parte de descansar creo que no-Soltó una risa pícara y se relamió los labios. No se requería ser un gran genio para entender a lo que se refería.

Una gota de sudor bajó de la frente del pelirrojo mientras que el resto de chicas en el grupo se sonrojaron, sobretodo Haruhime que no es especialmente buena al escuchar sobre asuntos de esa índole a pesar de haber vivido varios años en un prostíbulo.

-Recuérdame no volver a hacerte una pregunta-Pidió Welf mientras la amazona se acercaba a su dirección pero pasándolo de largo. Su objetivo claramente era Bell.

-Dime niño ¿Cómo va todo con esa elfo?-Preguntó, con una pequeña sonrisa.

-S-Supongo que bien. Nuestra relación a avanzado más rápido de lo que esperábamos pero nada de lo que podamos quejarnos...-Explicó, desviando la mirada mientras Aisha se inclinaba hacia adelante para ver directamente a la cara del chico. Debido a esta acción sus pechos quedaban suspendidos en el aire y rebotando a pesar de que un gran trozo de venda los sostenía.

-Ya veo, ya veo. Al parecer el consejo que le di sirvió de algo. Ya decía yo que esa orgullosa elfo solamente se contenía. Y aún así tomaba ese papel de superior y pura-Se mofó la morena, recordando las palabras que meses antes le dio cuando el corazón de la doncella se hallaba dubitativo.

-¿Eh? ¿Consejo? ¿De qué hablas...?-Antes de concluir con la última de las preguntas, el brazo del chico fue jalado, dejando la parte lateral de su cabeza a la merced de la mujer.

-Por fin subieron ese escalón ¿Verdad? Algo en ti luce diferente a la última vez que nos vimos, desprendes un aroma de lujuria que siempre sospeché que poseía, solo era necesario que por fin dieras ese salto ¿Cierto? Fufufu... por alguna razón me atraes más que antes...-Justo cuando le susurraba aquellas palabras al pobre tomate sonrojado, una espada de madera lanzó un corte a gran velocidad, el cual fue esquivado por Aisha al saltar varios metros hacia atrás.

-¡Aleja tus lujuriosas manos de mi novio, amazona!-Reclamó Ryuu, frunciendo el ceño y desprendiendo una ira tan fuerte que aterraría a cualquiera, incluyendo a su pareja que ninguna culpa tuvo de lo sucedido.

-¡Tch! Tienes una mala costumbre de siempre llegar en el peor momento, mocosa-Reprochó la prostituta, plantándole cara y empujando al costado la espada de madera con su Podao.

Se miraban fijamente, sin parpadear, encarándose como si de dos animales se tratase. Nadie exageraría al decir que el choque entre ambas desprendía chispas y la atmósfera alrededor de ellas era muy pesada hasta el punto de ser sofocante para el que se le acercase.

-R-Ryuu... tranquila...-Bell quiso bajar los ánimos.

-Amor, tú guarda silencio, es un asunto de chicas y no te concierne-Con una voz tenebrosa y amenazante, lo silenció.

-Estoy casi seguro de que sí me concierne-Replicó el conejo.

De repente la elfo volteó y con una simple mirada sometió a su pareja. Esos ojos color zafiro sin brillo provocaron que los más vagos instintos de supervivencia del muchacho le gritaran que no volviera a llevarle la contraria y se pusiera de rodillas al suelo en posición de dogeza.

-¡Entendido!-Bell enterró la frente al suelo como una reverencia. A lo lejos Mikoto, Chigusa y Ouka le levantaron los pulgares ante esa dogeza de tan alta calidad.

-Vaya, vaya. Se nota quién es la que tiene los pantalones en la relación. Debe estar bajo mucho estrés contigo, no te preocupes, yo me encargo de que saque toda su frustración-Lo dicho por Aisha, a la vez que se relamía los labios, solamente avivó las llamas del conflictos. Era clara su intención de molestar y sacar de sus casillas a la hermosa hada. Y... estaba funcionando.

-¡Como el diablo que lo permitiría!-Gritó la rubia, afianzando su agarre en la espada y empujando de regreso la Podao de la mujer enfrente suyo.

-Ryuu...-La voz de cierta Diosa resonó en los oídos de su hija, apaciguando esa ira.

-¿Astrea-Sama?-La nombró.

-No creo que sea idóneo hacer tanto escándalo cuando tu salud no es la mejor-Agregó Hestia al lado de la deidad de caballera castaña.

-Tch-Ella chasqueó la lengua, enfundado su Alf's Lumina en su cintura y dándole la espalda a su contrincante.

Ambas diosas descendieron, bajando las escaleras y caminando para evitar que el conflicto se siguiera avivando.

Hestia le extendió la mano a su hijo, ayudándolo a levantarse.

-Tienes que ponerle límites a tu chica. Hay ocasiones en las que da mucho miedo-Opinó.

-Por eso mismo no la contradigo, da mucho miedo-Bell susurró su respuesta para no ser escuchado.

Mientras este pequeño intercambio se desenvolvía, Astrea se acercaba la responsable e todo este escándalo. En su fino y bello rostro, que no tiene nada que envidiarle a las diosas de la belleza, se dibujaba una sonrisa. Aunque esta expresaba cientos de sentimientos menos alegría.

-Es un gusto conocerla, Astrea-Sama-Saludó la morena con las manos en la cintura, la cual se inclinaba a un lado.

-Igual es un gusto para mi, señorita Belka-Expresó la diosa, inclinándose ligeramente hacia adelante al corresponder al gesto. Sin embargo, cuando retomó su postura recta, su ceja temblaba.

-¿Astrea-Sama...?-La amazona la nombró, sorprendida de ver dicha expresión en la deidad.

La castaña cruzó a su lado y, sin girar la cabeza, estando a su costado, externó lo siguiente...

-No permitiré que te metas en la relación de mi hija. Puedo ser una diosa amable y agradable según muchos que me han conocido. Pero incluso yo puedo llegar a enojarme y... no querrás conocerme enojada...-Esa amenaza hizo que un escalofrío recorriera la espalda de la mujer, la cual abrió los ojos de sobremanera y tragó saliva. Muy pocas veces se ha sentido con miedo como ahora. Incluso cuando Ishtar, su anterior Diosa patrona, la castigaba, no infundía tanto terror como esa aparente diosa de la justicia.

De repente una mano se posó en su hombro y saltó.

-¿Entendido?-Astrea insistió.

Ella se limitó a asentir y la diosa detuvo el ambiente tan asfixiante que trajo junto con su amenaza.

-Me alegra que sea una niña tan obediente, señorita Belka-Una sonrisa alegre, contraria a la primera, apareció en Astrea y se alejó.

Al mismo tiempo la mente de la amazona se centraban en una solo pensamiento.

"No hay duda que esa elfo y esa diosa son tal para cual. Es como ver dos gotas de agua...".

Después de ese breve intercambio, se fue a donde se ubicaba Haruhime y trató de olvidar lo sucedido.

Mentalmente apuntó...

"Jamás hacer enojar a Astrea-Sama".

-Kami-Sama ¿A qué se refieren con lo del estado de salud de Ryuu? ¿Algo anda mal?-Interrogó el conejo.

-No estamos seguras. No parece que esté enferma aunque ni Astrea ni yo somos médicos para dar un diagnóstico-Contestó Hestia, seria y cruzada de brazos.

-No me sucede nada, estoy en perfectas condiciones, Bell-Ryuu, quien escuchó la conversación, interfirió para dar su punto de vista.

-Además, no es momento para preocuparse por sinsentidos. Si no cumplimos con la expedición probablemente el gremio nos dé una multa. Y sinceramente el dinero no es un bien con el que la familia Hestia cuente en demasía-Agregó, soltando una risita burlona y un tanto irónica dado que la mayoría del dinero que Bell ha gastado fue en la cita donde le confesó sus sentimiento. No obstante, ella no sabe eso.

-De acuerdo. Pero si en algún momento veo que estás mal, nos regresaremos. No hay cantidad de dinero o deudas que importe más que tú, Ryuu-Dijo Bell, sosteniendo las manos de su amada mientras las palabras transcurrían.

-E-Está bien...-Ella evitó el contacto visual. Vapor salía de su cabeza y orejeas, y sonreía como una doncella enamorada mientras se sonrojaba. Esperen... ¡Es una doncella enamorada!

-Esto me parece ridículo teniendo en cuenta lo mucho que han avanzado-Opinó Astrea con sudor bajándole por la frente ante la ridícula escena.

-¿Eh? Entonces mis sospechas si fueron reales...-Aisha recibió esa revelación, sin embargo, no le dio tiempo de sentirse impresionada.

-¡Llegan tarde, Cassandra, Daphne!-La chillona voz de la pequeña soporte avisando del arribo de las dos chicas pertenecientes a la familia Miach interrumpió el hilo de pensamiento.

-¡P-Perdón!-La peliazul corría con sus manos pegadas en el pecho, una encima de la otra, disculpándose.

-Pidieron un cargamento completo de pociones de un día para otro, al menos agradece que estemos aquí antes del mediodía-Recriminó Daphne ante el mal recibimiento.

En las espaldas de ambas féminas habían dos mochilas que, a consecuencia del movimiento de sus cuerpos, emitía una sonido de vidrio chocando, producto del roce entre los frascos de pociones antes mencionadas.

-Supongo que estamos completos-Declaró Welf, parándose del escalón donde yacía sentado.

Todos los demás se reunieron en el centro, los frascos le fueron entregados a la Hobbit, quien rápidamente los almacenó en su enorme mochila.

-¡Uh! Cassandra-Bell llamó a la muchacha.

-¿Eh? ¿Q-Qué sucede, Bell?-La peliazul le atendió ligeramente avergonzada, de su mente no ha desaparecido esa tarde/noche donde en la que, en modo seductor, él se dedicó a conquistar chicas en el calabozo, haciendo honor al nombre de la obra.

Ella es perfectamente consciente de que él le pertenece a Ryuu y está conforme con ello, no obstante, todavía le apena estar cerca suyo.

-Ten. No había tenido la oportunidad de devolvértela-Habló el peliblanco, sacando una tela negra que tenía guardada en la mochila de su cadera.

-La bufanda de piel de goliath...-Cassandra reveló de qué objeto se trataba.

El muchacho asintió.

-Gracias a ella, y sobretodo a ti, es que pude salir con vida de la expedición anterior. Te estoy infinitamente agradecido por haberme salvado la vida y, a la vez, salvar la de Ryuu-Expresó, inclinándose en señal de respeto.

-Tus premoniciones nos salvaron, Cassandra, fueron una beneicio-Adicionó, aumentando la frecuencia cardiaca de la susodicha, quien estaba atónita y de pie, cubriéndose la boca con las manos mientras pequeñas lágrimas se derramaban de sus ojos.

"Mis premoniciones... mi... ¿Maldición?" Se dijo a sí misma.

"No... fue una bendición..." Por primera vez tomaba como algo bueno esos sueños que tanto la atormentaban.

Por primera vez... se alegraba de tenerlos...

-Muchas gracias a ti, por creer en mi, Bell-Sonrió la humana ampliamente. Sus ojos se desbordaban de lágrimas de alegría. Pocas veces había mostrado ese lado suyo.

Ryuu observaba atentamente. Si bien sentía celos porque se enteró de lo que Bell hizo con Cassandra, entendía que este momento no se trataba de coqueteo, si no de puro y sincero agradecimiento.

La peliazul sostuvo la bufanda y la puso alrededor de su cuello lentamente.

-Pude salvar al hombre que le dio peso a mi voz...-Concluyó tras esto.

-¿Eh?-Bell ladeó la cabeza.

-¡Ujum! C-Creo que no soportaré más esta escena, por favor deténganla-Pidió la elfo de cabellera dorada con puntas verdes, señal de que el colorante poco a poco se desvanecía, mientras se aclaraba la garganta y su ceja temblaba por los celos.

-¡P-Perdóname, Ryuu!-Se disculpó la humana, retomando su actitud nerviosa e inquieta de siempre.

-No te preocupes...-Respondió la hada.

-¡L-Le juro que no traté de coquetearle ni nada que se le asemeje! ¡Sé que Bell me invitó a una cita antes de que fueran novios pero le prometo que no pasó nada más!-La boca floja de la nivel 2 se soltó.

-O-Oye, eso estuvo de más... y no es algo que desee recordar-El tono en el que Ryuu dijo aquello fue lo suficientemente grave como para detenerla.

-¡Hiiiii!-.

*¡PLAZ!*

-Tarada, la enojas-Recriminó Daphne a su compañera, dándole un zape en la cabeza.

-Discúlpala, rara vez se siente en confianza para hablar. Cuando pasa no se detiene en lo absoluto-La pelirroja excusó el actuar de la peliazul.

-No hay problema, sé que no lo hacen con mala intención. Es que... comienza a ser cansado ahuyentar a las chicas que se le acercan. Y mi Bell es demasiado tonto como para darse cuenta de ello-Expresó su cansancio la rubia.

-¡Hey! ¡Yo no soy ningún tonto!-Se quejó el peliblanco.

-Sí, sí lo eres-Respondieron los presentes al unísono, concordando con la sincera novia.

-Ugh...-Fue un duro golpe para el conejo.

-Pero...-Agregó la elfo, sosteniéndole la mano.

-¿Are?-Bell levantó la cabeza.

-Es mi tonto y no lo compartiré-Concluyó la chica, sonriéndole desde su posición y acariciando suavemente la mano antes agarrada.

Se metieron en su propia burbuja, tanto que no se percataban de la hemorragia nasal del resto.

-S-Son demasiado tiernos...-Hestia se cubrió la nariz.

-Ni que lo digas-Astrea le pasó un pañuelo para secarse la sangre.

-¡Dejen de coquetear! Si seguimos así jamás entraremos al calabozo-Aisha arruinó el momento, tal grado de dulzura era demasiado para alguien como ella.

-¡C-Cierto! ¡Ya vámonos!-Daphne, como muy pocas veces, concordó con la amazona.

Todos se alistaron, las rejas de la mansión se abrieron en grande. Ya no hacía falta esperar a nadie, todos los miembros de la familia Hestia más los acompañantes que los apoyarían ya se hallaban ahí.

-Hasta luego, Kami-Sama. Le prometo que regresaremos sanos y salvos-Bell se despidió de su diosa.

-Más te vale, Bell. Cuídate mucho-Hestia lo abrazó cuando su hijo se agachó.

-¡No te atrevas a asustarme como la vez pasada!-Exigió.

-No volverá a pasar, lo juro-Él correspondió al gesto, dándole tranquilidad.

Mientras tanto, del otro lado la cosa no era diferente.

-¿Estás segura? Nadie te reclamará si no vas-Preguntó Astrea.

Ryuu negó.

-Estoy perfectamente bien. Además... no puedo permitir que Bell vaya solo con esa amazona devora hombres-Respondió, frunciendo el ceño.

-Fufufufu-La diosa se rió.

-Hace 6 años no me hubiese imaginado que actuarías de este modo por un hombre. Me es grato ver lo mucho que haz cambiado, lo que haz avanzado-Declaró y...

-Astrea-Sama...-.

*puff*

La abrazó.

-Cuídate mucho, en serio. Protégete y protege a quienes te importan. No te atrevas a abandonarme, mi niña-Dijo, soltando pequeñas lágrimas que reflejaban su preocupación.

No deseaba que la historia se repitiera.

No lo soportaría su corazón.

-Nunca más la abandonaré... no la dejaré sola...-La elfo correspondió al abrazo, aferrándose a la castaña.

Se separaron y miraron fijamente.

-No moleste demasiado a Lucía, por favor-Pidió la rubia.

-Haré mi mejor intento, pero ella me recuerda mucho a Maryuu por alguna razón y eso despierta en mi las ganas de molestarla de vez en cuando-Confesó la deidad.

-¡Es hora de irnos!-Avisaron a la distancia.

Ryuu y Astrea se separaron.

A unos pocos pasos Bell la esperaba, se agarraron de la mano y corrieron a donde el resto los esperaba.

Hestia y Astrea permanecieron de pie, mirándolos alejarse hasta que se perdieron en el camino.

Ya en el silencio de la mañana, el par suspiró pesadamente.

-Cuídense mucho-Pidieron al unísono.

-Por cierto, Astrea-Dijo la diosa de coletas.

-¿Sí?-Respondió la diosa de la justicia.

-Sospechas lo mismo que yo ¿Cierto?-Cuestionó

-¿Qué? ¿Que la "enfermedad" de mi pequeña es más parecida a un embarazo que a otra cosa?-Contestó.

Hestia confirmó, casi perdiendo el color de su piel.

-Fufufu, cuando regresen lo confirmaremos con Airmid. Aunque...-La castaña volteó a ver a lo alto de la Torre de Babel.

-Ya me hago una idea de quién pudo ser la responsable de un embarazo tan rápido en su primera noche de amor entre mi Ryuu y tu Bell-.

La enana deidad rápidamente centró su atención a lo que la mujer a su lado observaba.

-Freya... ¡Maldita zorra!-Un aura oscura la rodeó. Sus dudas sobre qué provocó un embarazo tan prematuro se resolvieron cuando el nombre de esa diosa del amor y la fertilidad cruzó por su mente.

En el último piso de aquella estructura donde la peliplateada residía, un presentimiento surgió.

-¡Achú!-Estornudó.

-¿Se encuentra bien, Freya-Sama? Le dije que no se mantuviera tanto tiempo afuera la noche de ayer, el invierno está por llegar-Preguntó Helun, dándole un regaño gratis como si de madre e hija se tratara a pesar de que los roles son al revés dentro de la familia.

-Sí, sí. Estoy bien. Seguramente alguien está hablando de mi-Respondió, restándole importancia a la preocupación de su niña mientras tomaba un trapo y limpiaba su nariz.

-Son supersticiones tontas-Opinó la asistente.

-Lo que sea. Es momento de observar cómo se encuentran mis dos almas favoritas el día de hoy...-La oración se detuvo abruptamente.

-¿Qué demonios...?-Cuestionó, abriendo los ojos en grande.

-¿Eh? ¿Pasa algo? ¿Se encuentra bien Ryuu?-Helun se inquietó ante la reacción de su diosa.

-¿Por qué...? ¿Por qué se dirigen al calabozo?-Se preguntaba, apretando el resposabrazos de su trono.

Se puso de pie rápidamente y corrió al borde del mirador.

-¡T-Tonta! ¡Estás embarazada! ¡No puedes entrar a ese sitio!-Gritó airadamente aunque por la distancia era poco probable que la escucharan abajo.

-¡¿Irá al calabozo?!-También la otra peliplateada entró en pánico.

Ambas arrugaron la nariz y frente, reflejando enojo.

-Maldito idiota... ¡¿CÓMO SE TE OCURRE LLEVAR A TU NOVIA EMBARAZADA A UN NIDO DE MONSTRUOS?! ¡LO VOY A MATAR!-Helun fue la que peor se lo tomó cuando visualizó al conejo peliblanco que no tenía ni la más mínima idea de que una nueva vida surgía en el vientre de su amada. O tal vez más de una...

-Dile a cualquiera de nuestra familia que los vigilen, no podemos permitir que lo de la expedición anterior se repita-Ordenó Freya. Ella era consciente de que casi pierden la vida tanto su mejor amiga como el conejo a pesar de que Allen fue como escolta.

-¡Hai!-La chica salió de la habitación a toda velocidad.

-Urano... te juro que si a mi futuro Odr, no... si a mi mejor amiga le sucede algo, traeré el infierno a Orario-La deidad centró su furia al dios de Orario, quien se encargaba, junto al gremio, de dar las misiones a las familias.

En el calabozo, un par de horas después.

-En lo profundo del gran árbol del laberinto, tras pasar por Rivira y el resto de pisos anteriores a esta ubicación, un humano valiente se encontró cara a cara con un temible dragón. El dragón, aunque pequeño en comparación con sus congéneres, aún poseía una fuerza y ferocidad impresionantes-.

-El humano desenvainó sus dagas, listas para el combate. El dragón, con sus garras afiladas y ojos ardientes, soltó un rugido desafiante. La batalla estaba a punto de comenzar-.

-El humano se movió con agilidad, esquivando los ataques del dragón mientras buscaba una oportunidad para contraatacar. Su daga color azabache brillaba como si la luz del sol se tratase, cortando el aire con precisión y determinación-.

-El dragón, con su cola escamosa enroscada, intentó atrapar a su contrincante, pero este se deslizó ágilmente entre sus patas, evitando el ataque. Lanzó un golpe certero hacia el costado del dragón, causando una herida superficial-.

-La bestia respondió con una llamarada de fuego, envolviendo al humano en un mar de llamas. Sin embargo, el humano, protegido por su velo de piel de salamandra, que era resistente al fuego, se mantuvo firme y continuó luchando-.

-Con cada embestida y contraataque, la batalla se intensificaba. El joven héroe estaba decidido a vencer al dragón, demostrando su valentía y habilidad. Mientras tanto, el monstruo se defendía con todas sus fuerzas, usando su aliento de fuego y sus garras afiladas-.

-La batalla se prolongó, con ambos luchadores agotados pero sin rendirse. El chico, aprovechando un breve descuido de la bestia escamosa, asestó un golpe final con su daga, la cual fue imbuida en magia, atravesando el corazón del temible reptil, provocando que cayera al suelo, con su rugido disminuyendo hasta quedar en silencio. La victoria pertenecía al héroe, que se erguía orgulloso y victorioso. Miró al dragón caído con respeto y gratitud por el desafío que había presentado-.

-La batalla había llegado a su fin, pero el recuerdo de la valentía y habilidad del humano perduraría en las historias contadas a lo largo de los años. La victoria contra el pequeño dragón se convertiría en un testimonio de la fuerza y la determinación de los seres humanos frente a los desafíos más grandes-.

-Y así, en ese remoto rincón del mundo, el humano se convirtió en una leyenda viviente, recordado por su coraje y destreza en la batalla contra el feroz dragón-.

-¿Está consciente de que habla solo, verdad?-El momento fue interrumpido por Daphne, quien observaba, junto al resto de los miembros de este grupo, como Bell relataba su batalla contra ese Green Dragon.

Efectivamente, todo ese relato heroico fue dicho por el protagonista de aquella "Proeza", si es que derrotar a un monstruo catalogado como nivel 4 siendo un nivel 5 que pega como nivel 6 se le considera un gran acto del cual enorgullecerse.

-Déjalo, en ocasiones divaga y sueña despierto ¡Continuemos, Bell!-Welf fue quien explicó la situación y corrió a donde se hallaba.

Lili fue detrás, queriendo almacenar la piedra mágica del monstruo.

-¿Eh? ¡S-Sí!-El chico dio un salto hacia atrás, alejándose del vapor que salía del cuerpo que desaparecía tras ser herido de gravedad.

-Amor, debes dejar de hacer eso. Hay momentos en los que me recuerdas a Hogni-Expresó Ryuu, sintiéndose avergonzada por el actuar de su hombre. Sin embargo, no puede culparlo, todavía tiene 14 años y su sueño es ser un héroe.

-Jeje... perdóname-Bell se disculpó y sudor le bajó de la frente al rascarse la nuca en señal de pena.

-Lili cree que si continuamos guardando piedras mágicas, llegaremos con la mochila llena antes de llegar a los pisos profundos-Comentó la pequeña soporte, sintiendo que la carga en su espalda aumentaba.

-De acuerdo, entonces concentrémonos en avanzar y guardemos energías. Si es posible evitar las peleas, lo haremos. Si no, pelearemos. Los pisos profundos no son ningún juego-Externó Bell, enfundando sus dagas. Se percató de que estaba gastando energía muy valiosa y mente que podría servirle más adelante.

-Hai, hai. Y por favor, deja de narrar tus peleas, da pena ajena-Ouka le dio una palmada en la espalda a su amigo, mofándose de él.

-N-No sucederá otra vez...-El muchacho se sonrojó por la burla.

Aisha, quien asesinaba algunos monstruos semejantes a musgos con cierto enojo al recordarle al irregular que enfrentó meses atrás, lucía claramente aburrida.

-Bell, esa elfo y yo podríamos limpiar todo el camino hasta los pisos profundos ¿Por qué dividirnos las tareas?-Cuestionó la amazona.

-Te lo expliqué la vez pasada. Es para escatimar esfuerzos, si dejamos que nuestros integrantes más fuertes se desgasten tan pronto, llegarán a las partes más peligrosas del calabozo totalmente fundidos-Le contestó Daphne, blandiendo su espada y rebanando en dos los últimos monstruos del lugar.

-¿En serio? Puede ser, rara vez escucho lo que dices. Pero seguiré órdenes...-Contestó la morena.

-¡Oye tú!-A la pelirroja le irritaba la actitud tan despreocupada de la otra mujer.

-Dejen de pelear. Lili recogerá las piedras mágicas que crea que valen más valis. Descansen mientras.

Los aventureros tomaron la palabra de la pequeña soporte.

-¿Qué tienes? Desde pisos arriba te noto inquieto-Preguntó la elfo a su novio.

-Es extraño... normalmente el Green Dragon no se encuentra en estos pisos. Además... fuera de él, poco o ningún monstruo nos hemos topado ¿A qué se deberá?-Pensativo, el peliblanco interrogó al aire.

-¿Crees que eso se relaciona con el rescate de Fels?-Dijo Ryuu.

-No lo sé. El calabozo es extraño, incluso yo que llevo menos tiempo que tú aquí lo he visto. Y esta tranquilidad momentánea es aterradora-Respondió el joven.

-El calabozo da más miedo cuando está tranquilo que cuando hay miles de monstruos atacándote-Declaró la elfo rubia.

-Pero estaremos juntos. Así que no temamos. Nos tenemos el uno al otro-Agregó, posando su palma encima de la mano de su hombre.

Él la sostuvo.

-Lo sé-Respondió, sonriéndole.

-Estos dos no dejan de coquetear ni siquiera en el calabozo, es incómodo-Daphne se frotó los párpados.

-No digas eso Daphne. Lucen muy tiernos-Cassandra le llevó la contraria.

-Cómo sea-Le restó interés la pelirroja a la opinión de su amiga.

-¡Listo! ¡Continuemos! El plan es llegar lo más pronto posible, así que tendremos pocos descansos a partir de aquí-Informó Lili, corriendo a donde el resto aguardaba por su llegada.

-¡Hai!-Todos respondieron al unísono, levantándose.

Los aventureros retomaron su viaje, metiéndose más y van en las entrañas del calabozo.

Sin saber si a quien buscaba seguía con vida...

Sin esperar que "eso" estuviese ahí.

Y sobretodo... sin ser conscientes de que el calabozo tenía puesto el ojo en dos de ellos.

-Bell Cranel...-.

-Ryuu Lion...-.

-Deben... morir...-.

Unos sonidos tétricos provenientes de las profundidades de ese sitio entonó ese par de nombres.

En el gigantesco coliseo del piso 37 se escuchó el crujir de huesos y unos grandes y pesados pasos avanzando hacia un destino desconocido mientras arrasaba con lo que sea que se hallara en su camino.

-Urano-Sama... debo informarle... a Urano-Sama...-Entre los escombros, un deseo fue emitido.

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-Salven... al mundo... hijos míos...-.

Y la de una fémina la acompañó, siendo más débil que la anterior.

-Espero volver a verte... Urano...-.

Una suave canción fue tarareada por aquella extraña tras nombrar a dicho dios, mientras su voz se apagaba a consecuencia del cansancio.

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Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y dejen su apoyo como ya es costumbre.

En fin, déjenme sus opiniones.

¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?

Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.

Aquí dejen qué fic quieren que actualice la siguiente semana.