Capítulo 2: No hay descanso para las malas noticias.
ANTES.
Haber ido a la Capital Seireitei a ver su tío le ha ayudado mucho. No solo por la parte de investigación con respecto a un intento de un viñedo personal, también el cabio de aire influencio en sus ánimos. Luego de siete meses, por fin parece que la Orihime de siempre anda de vuelta. Incluso ha salido con su tío y primos a cualquier panorama que se les ocurra. ¡Y las cosas se ponen mejor en cuando Yukio decide unirse!
Obviamente entre el ocio ha avanzado en su proyecto de los vinos. Primero estuvo estudiando y anotando los consejos de Hyosube; luego fueron a verificar si las viejas maquinas podrían ser reutilizables, aunque sea alguna pieza; los gastos en material para construir el viñedo, maquinaria nueva y el traslado a las tierras Tenjiro ha sido costeada por el barón con el alegato que es en realidad el dinero de Orihime, su dote original y lo que había ganado en las inversiones que hizo en su tiempo con Stark.
Todo estaba listo y perfecto para su proyecto personal. Primero haría una muestra pequeña para probar, con la promesa de Rukia que la ayudaría a dar a conocer su producto si el resultado final era delicioso.
Y como todo iba bien, era normal para la realidad fastidiarla otra vez.
Enseñándole en la sección de cotilleo del periódico la boda que el conde Stark ha tenido con Lady Bambietta, hija del Barón Basternitte. Ocupando toda una hoja y cuyo evento fue hace tres días.
Han pasado siete meses desde que firmó los papeles de divorcio.
Solo siete meses.
Una boda no se organiza en días o semana, si fue tan glamurosa como afirman, habrá llegado sus meses en planeación.
Quizás… quizás días después de los papeles Coyote fue con Bambietta a pedirle matrimonio.
En otras palabras, no le costó mucho reemplazarla en corto tiempo.
¿Acaso sus ruegos meses atrás a no dejarlo fueron huecos?
Dolida, sus manos arrugan el periódico mientras suelta un grito y llanto, cayendo al suelo de rodillas e ignorando el intento de sus primos por tranquilizarla.
Que alguien le diga.
La verdad.
¿Stark la amó al menos?
¿Por qué debe ser la única que llore y sufra?
DESPUÉS.
El hermoso carruaje de la familia Tenjirou se detuvo en la entrada de la finca Kuchiki, ese día era el cumpleaños de la duquesa Hisana Kuchiki y su esposo e hija se habían esmerado en hacer una maravillosa fiesta para ella.
La puerta del carruaje se abrió y el paje extendió su mano para ayudar a la joven a bajar con cuidado.
Ella no tenía muchas ganas de salir aún, ciertamente el pequeño negocio que había iniciado hace un año le había ayudado a distraerse pero aún no se sentía del todo bien, si había asistido a esa reunión había sido por la insistencia de su madre y la misma lady Rukia.
No puedes quedarte atada a ese tonto para siempre. Escucho la voz de la ojivioleta en su mente. ¡Demuéstrale quién es Tenjiro Inoue Orihime! Eso era lo que le había dicho y su madre le comento que debía comenzar a retomar su vida social e ignorar las habladurías.
—Eso es más fácil decirlo que hacerlo. — Murmuro en voz baja con pesar.
Los caballeros que protegían la entrada de la mansión se inclinaron al verla y le permitieron el paso, en cuanto puso un pie en el salón de inmediato el cuchicheo se detuvo y se oían unos pocos susurros que no alcanzaba a a entender.
—¡Orihime! — La princesa Rukia se acercó a ella con una gran sonrisa, aquel hermoso vestido plateado con cristales y falda amplia resaltaba su belleza.
—Es un placer saludarla lady Rukia.–Se inclino levemente en una reverencia.
—Bah olvida la etiqueta, eres mi amiga de la infancia. — Dijo alegre la joven. — Olvida los títulos.
—De acuerdo. — Se río suavemente la joven, un par de figuras elegantes se acercó a ella y la baronesa lo noto.
—Pequeña Orihime es un placer que hayas podido venir. — La gran duquesa Hisana saludo a la pelinaranja con una gran sonrisa, el vestido azul se acentuaba perfecto a su delicada figura y la seda transparente brillante que caía por sus hombros le daba un aire etéreo, casi como si fuera un hada.
—Es un honor saludar a su gracia y su excelencia los Duques Kuchiki. — Orihime se inclino elegantemente alzando con delicadeza su vestido.
—Es bueno ver tu cara. — Dijo simplemente el hombre y de una mirada al salón el silencio se rompió y volvió la charla habitual, como si nunca hubiese pasado nada.
—Así es, deberías venir más seguido pequeña Orihime. — La duquesa la tomo de las manos con una sonrisa
—Agradezco profundamente su invitación. — Hizo una seña a Ogawa y está se acercó con el cofre. — Les deseo mis más sinceras felicitaciones por su cumpleaños duquesa, no es muy grande pero espero que mi obsequio sea de su agrado. — La doncella abrió la caja de madera y pudo verse una hermosa grulla tallada en jade y arrimada con piedras preciosas descansando sobre una cama de terciopelo rojo para evitar que se rompiera. Orihime sabía que la duquesa amaba coleccionar figuras de otros países así que le había costado un poco conseguir esa obra de arte.
—Oh, es preciosa ¿Este estilo no es de Xing? –Dijo sorprendida.
—Así es su gracia, espero le guste.
—Por supuesto que me gusta. — La dama sonrió mientras abría su abanico y ordena a una de sus doncellas tomar el regalo.–Tu siempre sabes perfectamente que regalar pequeña. — Se giro un momento. — Debo ir con los demás invitados, diviértete y pásala bien ¿Nos vamos querido? — El duque asintió en silencio mientras caminaba junto a su esposa.
—Por un momento pensé que no vendrías. — Hablo su amiga.
—Estuve a punto de no hacerlo. — Admitió.
—¿Y qué te hizo salir de tu cueva?
—Mi madre. — El solo recordar la cara de su madre enfadada la ponía azul, Rukia no puedo evitar dejar salir la carcajada.
—La baronesa es quien manda en tu casa ¿verdad?
—¿Cómo estás tan segura?
—Después de todo este tiempo y las veces que he entrado y salido de la casa Tenjiro es imposible no notarlo.
—Ugh. — Se quejo lastimeramente.
—Anda, ven conmigo. — La tomo de la mano para poder ir a un pequeño sofá y conversar cómodas acompañadas de una buena copa de vino.
—¿Es el vino que hice? — Se sorprendió al notar un leve sabor a cereza.
—Por su puesto, se ha vuelto mi favorito últimamente, incluso he pensado en invertir en tu negocio ¿No necesitabas más capital para aumentar tu producción?
—No es para tanto. — Las mejillas de la chica se pusieron rojas.–Solo lo inicie como pasatiempo.
—Para ser un pasatiempo te ha sido muy rentable ¿No? Aún me preguntó cómo has hecho para darle ese toque de la cereza.
—Se-cre-to. — Se río con suavidad.
—Lograre convencerte. — Dijo segura. — ¿Cómo has estado últimamente? –Cambio el tema repentinamente.
—He salido adelante. — Dijo ella como si nada, pero aún dolía
—Ese tipo no te merecía, y siempre te dije que algo no me agradaba de Bambietta.
—Me lo dijiste pero yo quería creer en ella.
—No te sientas mal, esa zorra tendrá su merecido algún día, créeme.
—No le vayas a hacer nada.
—¿Cómo?
—Te conozco a ti y a las demás y querrán tomar cartas en el asunto, no lo hagan.
—Pero aún estoy enfadada por lo que te hizo. — Dijo en berrinche.
—Solo déjalo. — Murmuro decaída.
—Mmm. — Dijo no muy convencida al verla triste y sonrío pícara. — ¿Sabes que te hace falta? — Dijo la pelinegra. — Un hombre, un hombre de verdad que te dé una buena coj...
—¡Rukia! —Grito en voz baja exaltada solo para que ella escuchará y llevo su pequeño abanico a los labios de la princesa. — Hay gente aquí. — Dijo abochornada.
—Bah, para lo que me importa lo que opinen. Si no quieren ser segregados de los círculos sociales fingirán no haber oído nada.
—Creo que el conde Abarai te está mal influenciando. — Le reclamo.
—Claro que no.
—Por cierto ¿Dónde está?
—Lo convocaron al palacio, dijo que si tenía oportunidad vendría.
—Es una pena. — Orihime bebió de su copa.
—Oh ¿De qué hablan? Suena interesante. — Las marquesas Ichimaru y Sado se acercaron con una sonrisa, la primera lucía despampanante con ese vestido rojo escotado y la segunda usaba un vestido amarillo claro de escote circular muy ligero que realzaba su belleza exótica.
—Rangiku, Cristal ayúdenme a convencer a Orihime de buscarse alguien que le ayude con esa espina en el trasero llamada Coyote.
—¿Estás buscando un nuevo amor pequeña?
—¡Que no! — Exclamo sonrojada. — Marquesa Sado ayúdeme por favor.
—Y otra vez con los formalismos. — Suspiro la morena.
—P-pero…
—"Pero" nada, olvida nuestros títulos, somos tus amigas Orihime, algunas desde que éramos niñas. — La regaño la marquesa, de sus amigas está era la más tranquila y madura.
—Lo suelo olvidar.
—Solo por eso, me uniré en apoyo a las chicas. — Sonrió tranquila.
—¡No por favor!
Las risas de las jóvenes inundaron el pequeño rincón donde conversaban, animando el corazón de Orihime, tomando la valentía de estar cálido y esperanzador nuevamente…
—Por cierto. — Rukia de pronto sonríe burlona y su amiga se preocupa, el setenta por ciento de las veces nunca es bueno para ella. — Ha venido Ichigo también.
La aún condesa (todavía no le quitan el título y vaya que es gracioso que haya dos Condesas Stark para el chisme aristocrático) da un pequeño respingo y las mejillas se le ruborizan. Su excelencia está ahí… el heredero del ducado y el escritor de sus libros favoritos. Tiene la urgencia de ir a buscarlo y conocerlo al fin.
—Sí, vino con mi esposo y conmigo. — Agrega Cristal con un tono desinteresado, como si no estuviese en el mismo carruaje horas antes con el heredero del ducado Kurosaki y el undécimo heredero directo a la corona.
Pero…
Pero…
—¿Qué te parece si lo buscamos y hago las presentaciones? Se encuentra en el área de los caballeros tomando brandy y haciendo negocios. Ya sabes… el área exclusivo de los hombres. — Dice las últimas palabras en un gruñido.
—Gracias Rukia… pero no.
—¡¿Qué?! ¡¿Por qué?! — Obvia otra vez ser discreta y algunos ya andan otra vez mirándolas.
—Rukia, por favor… — Regaña avergonzada y oculta con una mano sus labios para ser menos escuchada por indiscretos. — En estos momentos no es buena idea… comentaran cosas peores de mí y no quiero que… involucren a Su Excelencia o algo.
—A Ichigo no le interesa esas tonterías.
—Pero a mí sí… ya estoy en la cuerda floja y no quiero arrastrarlo conmigo… deja que las aguas se calmen por favor.
—Respeta su decisión Rukia. — Aconseja Rangiku, quien se había mantenido callada desde que salió el tema.
Su amiga suelta un bufido y algunas palabras no aptas de una dama heredera al ducado como ella, poniendo más roja a su amiga.
Los ojos violetas captaron en ese momento algo que la dejó boquiabierta y que se ponga de pie indignada. Extrañada Orihime pone atención a la causa de aquel malestar y queda tan estática como una piedra.
¿Por qué el Destino la odia tanto?
¿Qué hace Bambietta ahí?
Que haya quedado congelada con una mirada tensa, casi asustada, ha sido una mala idea ya que la gente la está mirando y ahora susurran y susurran como cuervos asechando un cadáver. Presiona los parpados al cerrar los ojos y se pone en pie, escuchando a Rukia jurarle que no la había invitado ni a Coyote, que investigaría y la sacaría de ahí.
—Si la sacas, se hablara más.
—No me importa, tú estás primero y si alguien pone objeción lo saco de mi casa a patadas.
—No lo dudo. — Sonríe divertida y agradecida con su apoyo emocional. — Solo voy a dar un paseo y buscar un trago. Estar sentada mucho tiempo hace mal a la circulación sanguínea.
Y de preferencia, que el trago sea fuerte.
Se ha movido en el salón de manera estratégica pero al mismo tiempo luciendo natural. Ha evitado a propósito encontrarse con su ex amiga pero moviéndose como si no lo fuera para nada así, incluso le había salido una "risa alegre de dama" en alguna conversación con otras señoritas. Incluso se sintió más segura en cuando Rangiku se pudo unir a sus conversaciones.
—Ahí está.
—Ah, la Divorciada. — Lo dice con un tono mordaz y burlón.
—¿Qué hace aquí aquella mujer vulgar? ¿Acaso no tiene vergüenza?
—Shh. Que Lady Rukia no te oiga o te apartara de su círculo social.
—¿Qué?
—Son amigas íntimas, la familia Kuchiki han despachado de su círculo social a la familia Stark y refugiado a la Divorciada.
—También lo han hecho las marquesas Unohana, Ichimaru y Sado.
—¿Están mal de la cabeza?
—¿Qué importa eso? Mal o no de la cabeza, siguen teniendo más influencia y poder que tu marido.
—Si no quieres estar en la lista negra, ten cuidado con lo que dices alrededor de ellas.
Ichigo hace mucho que había dejado de importarle sus comentarios, nada nuevo en él ya que odia el cotilleo aristocrático. Igual le pico la curiosidad de saber quién es la famosa mujer de la cual no para de oír en los chismes, sin importar dónde va, ya sea si lo comenta un hombre o mujer.
Tomando de su copa de vino, se fija discreto en la persona que ese grupo de mujer no deja de señalar... y lo primero que piensa es que deben atacarla mucho por envidiosas.
Ya que la pobre víctima es una mujer bellísima.
Viste un sencillo vestido azul, ajustado de su cintura para arriba pero holgado en su falda a lo pomposo; en el escote una tela blanca que adorna también su antebrazo a falta de mangas con un broche en el centro de un zafiro azul; guantes blancos cubren sus manos y suben hasta los antebrazos; una gargantilla discreta que parece hecha de cuero pero lo que le cuelga es lo caro: otro zafiro, quizás por eso no lleva más joyas, ni siquiera aretes; para finalizar, su pelo había sido recogido con una peineta en forma de tridente.
Parece que había oído que su nombre era Orihime Stark… o quizás ya sea Tenjiro otra vez. No importa que tan rápido puedas conseguir el divorcio, las mujeres no dejan el apellido ni el título obsequiados en sus bodas con la misma velocidad, se debe esperar hasta que el Emperador, o sea su primo Kaien, le llegue los papeles y timbre la aprobación. Hasta entonces, seguirán teniendo tanto el título de Condesa como derecho a un porcentaje de dinero en caso que el conde Stark muera durante el proceso… ironía que el hombre deberá pagar a dos condesas.
Trata de mirarla sin llamar la atención de los presentes, cree que lo último que necesita esa pobre mujer son más rumores en su contra. No vayan a decir ahora que anda de desesperada tras él o una cosa así, que se lo huele. Y… es curiosa. Esa mujer se ve por fuera muy natural con sus risas y gestos al conversar, pero… él puede verlo. La tensión en los hombros, la carga en su espalda y el cansancio bajo esos ojos castaños… y con todo eso, se mantiene erguida con un porte que podría igualarse a su madre la duquesa o hasta la propia Emperatriz.
Quiere conocerla.
Da un paso.
Pero se detiene.
Porque si ahora mismo se entromete, perjudicara más a esa mujer.
Suspirando se da la media vuelta y se dirige de vuelta al "bar de hombres", prometiéndose que la próxima vez que crucen caminos…
No la dejara ir.
Rukia vuelve con Orihime, malhumorada pero conteniéndose mientras aparta a su amiga de las demás pidiendo disculpas.
—Jamás creía que mi padre fuese idiota.
—¿Duque Byakuya? — Cristal, apareciendo al grupo, se sorprende de que su amiga hablase así de aquel hombre respetable que siempre admira.
—Él envió una invitación al conde Stark. Lo hizo por asunto político pero no especifico que Bambietta no debe venir y ahora tengo dos ratas en mi casa.
—No seas mala Rukia, el duque es un hombre lleno de trabajo… es normal que le pase esas cosas.
—Aun así, mi madre lo hará sufrir como dios manda.
—La duquesa Hisana es de cuidado. — Murmura Cristal recordando la única vez que la vio molesta.
Orihime asiente y siente los hombros cansados, no se cree capaz de seguir aguantando estar ahí y evitar a Bambietta al mismo tiempo. Por eso le dice a Rukia que la disculpe con Hisana pero ya debe irse, que se encuentra agotada, sabiendo que la entenderían con esta… aparición no deseable.
Se deja acompañar por un mayordomo que la escolta hacia el hall principal que conecta con la puerta y le pide que la espere en lo que le avise al paje que traiga al carruaje y al cochero. Le da las gracias y apenas queda sola mira el techo soltando un suspiro. Desea llegar a casa, que Ogawa le prepare un baño y dormir dos días enteros.
—¿Escapando?
No.
No por favor.
No es verdad, lo imagino.
—Al menos deberías tener algo de dignidad, Orihime.
¿No puede el Destino dejar de molestar por cinco minutos?
Suelta un suspiro y da media vuelta, con una compostura perfecta enfrenta a su ex amiga y nueva condesa de la casa Stark: Bambietta.
—¿Acaso usted conoce la palabra Dignidad?
La mentirosa se atreve a sonreír… sonreía con descaro mientras dejaba ver el anillo de matrimonio que llevan las mujeres de la familia Stark, el mismo anillo que adornó la mano de Orihime tiempo atrás. Sabe que lo hace como un lenguaje silencioso, un "todo lo que una vez fue tuyo ahora están en mejores manos y tú no tienes nada".
—No te pongas tan molesta.
—Eres tú la que me siguió aquí como un moscardón molesto.
—Yo solo quería compartir contigo mi felicidad.
Y se toca el vientre.
No.
No, no, no, no.
—Parece que si eras estéril al final.
