DEDICATORIA A SIBREKA PORQUE HA METIDO MANO EN ESTE CAPITULO xD
Capítulo 3: El Preludio a las Aventuras
El carruaje se detuvo en la mansión principal Tenjiro y nada más Orihime bajo del transporte y cruzó el umbral de su casa, no le importo salir corriendo directamente a su habitación para sorpresa del barón y su mujer quienes pasaban un tiempo de calidad en la sala de estar.
—¿Orihime? — Pregunto su padre preocupado intentando levantarse pero fue detenido por la mano de la pelinegra.
—Yo iré a ver qué sucedió. — La baronesa se puso de pie con gracia. — Tengo el presentimiento de que Orihime necesita una conversación madre e hija a solas.
—Bien. — Suspiro pesadamente el hombre.
—Si nuestra niña me lo permite, te contaré lo que me diga. — Trata de calmarlo.
El médico aristócrata asiente y la baronesa subió al segundo piso de la mansión para dirigirse a la habitación de la joven. En cuanto se puso de pie frente a ésta no pudo evitar escuchar los sollozos y lamentos de dolor de la joven de ojos castaños.
—Cariño ¿Está todo bien? — Pregunta cuidadosamente la señora de la casa, sin embargo no recibió una respuesta inmediata. — Orihime ¿Puedo pasar? –Tardo un poco pero dos minutos después recibió un tenue "si" del otro lado de la puerta.
Shutara abre la puerta, despacio, y pudo ver a la joven echada boca abajo en su cama, quien no dejaba de hipar entre sollozos. La hermosa dama con el cabello de la noche se acerca a su hija, frotándole los hombros para tratar de calmarla.
—¿Está todo bien?
—No, no estoy bien. — El rostro de la joven estaba inundado de lágrimas y se esconde en el regazo de su madre.
—Esta mañana estabas tan feliz, resplandeciente después de mucho tiempo, ¿Qué sucedió en el banquete de los duques? — Acaricia la cabellera de Orihime.
—Descubrí que nunca podré ser una mujer completa mamá. — Dijo con dolor.
—Cariño me temo que no entiendo.
—Bambietta. — Susurro con dolor.
—¿Que sucedió con esa chica?
—Bambietta se casó con mi ex esposo mamá… ¡Y ya está embarazada! — Se le escucha desgarrada la garganta por el lloriqueo y el dolor en su existencia. — Yo estuve seis años casada con él y jamás logré quedar preñada… ¡El problema siempre fui yo! ¡Soy estéril! ¡Estéril!
La pelinegra abraza a la muchacha, quien lloro con más ganas. No podía creer que esa jovencita que siempre estaba junto a su hija tuviera tal veneno en la sangre. Quitarle el marido a su amiga, su posición, rebajar su reputación hasta el suelo y humillarla públicamente… no podía evitar querer ir dónde su esposo y pedirle que matara al conde y a su nueva mujer personalmente, sin embargo el dolor de su hija y reconfortarla eran más importante en ese momento que sus ansias de sangre.
—Tener un hijo no te define como una mujer Orihime, eres preciosa, lista y encantadora. — Le limpio las lágrimas.
—Ningún caballero se interesa en eso mamá, solo en la capacidad de darle un heredero. — Se quejo con pesar. — Jamás podré sentir la dicha de dar vida.
—No es así cariño, nada es imposible ni te aferres al hecho de ser estéril ¿Qué hay de tu padre y yo? — Comento con una sonrisa.
—¿Ustedes?
—Nunca les dijimos pero ustedes saben que nos casamos jóvenes ¿Correcto?
—Sí. — Murmuro sin entender.
—Jamás les dijimos que yo no podía embarazarme al principio.
—Ustedes jamás nos han contado eso a mi hermano Sora y a mí.
—Sí, lo sé, sin embargo te contaré que Kirinji jamás me dejó ni miro a otras, simplemente no le importo. Ignoro el hecho, si no teníamos hijos siempre y cuando estuviéramos juntos lo demás no importaba, incluso se metió en algunos problemas con algunos caballeros por estar hablando mal de mí. — No se le puede evitar escapar una sonrisa al recordar el escándalo que hizo ella entrando a la estación de policía a las tres de la mañana en busca de su esposo, quien fue encerrado con otros diez más por causar desorden en las calles. — Y unos años después ¡Sorpresa! Logré embarazarme de tu hermano, y unos años después llegaste tú.
—Pero hay pocos hombres como padre. — Se lamento la muchacha.
—Pero eso no quiere decir que no los haya. — La dama besa la frente de Orihime, quien ya se había calmado un poco. — No dejes que las palabras de esa… esa… mujer. — Gruño entre dientes para no decir una obscenidad. — Te afecte, estoy segura que pronto llegará algo bueno para ti cariño, yo no creo que seas estéril, tal vez solo no era el indicado.
Orihime no creía mucho lo último, sin embargo la conversación con su progenitora había logrado calmarla y se sentía un poco más tranquila.
—Tu padre está preocupado por cómo llegaste a casa. — Menciona Shutara.
—Lo siento.
—No te preocupes, yo hablaré con él y le explicaré la situación ¿Estás de acuerdo?
—S-si, por favor no dejes que haga una locura. — Le pidió con una sonrisa triste.
—Me encargaré personalmente de eso. — Le guiño un ojo. — ¿Quieres que te traigan algo?
—No tengo apetito Mamá. — Responde desganada. — Solo me gustaría dormir un poco.
—Comprendo, subiré mas tarde a ver cómo sigues. — Se pone en pie de la cama y se dirigió a la salida.
—Mamá… — La llamo nuevamente la pelinaranja.
—¿Si?
—Gracias. — Susurro con la cara de frente a la almohada, la dama sonrío al oír esto.
—No hay de que, mi pequeña bebé. — Orihime sonrió aunque Shutara no la veía y el sonido de la puerta cerrase inundó la penumbra de la habitación.
Shutara bajo al primer piso donde Kirinji esperaba con alguien más.
—Oh Harribel ¿Has llegado? — Shutara saludo a su nuera Tier Harribel con alegría, era una joven hermosa de piel morena y cabello rubio que llevaba pocos meses casada con Sora, su hijo mayor, y Shutara la había querido desde el primer momento que la presento a la familia como una hija más.
—Sí, Padre me ha puesto al tanto de lo que pasó ¿Cómo está Orihime?
—Parece que tuvo un encuentro desagradable en la recepción de cumpleaños de la duquesa.
—¿La tal Bambietta? — Susurro su sospecha la morena.
—Así es.
—¿Otra vez esa mujer? — Gruñe Kirinji bastante molesto. — ¿Hasta cuándo dejara en paz a mi hija? — Shutara también puso una mueca de molestia y explico rápidamente la situación. —Iré a matarlos, a ambos. — Murmuro con sed de sangre, desde un inicio Coyote le había dado una mala espina pero había decidió ignorarlo al ver tan feliz a su nena. — ¡Takeo, tráeme a Kinpira!
–Quieto ahí, no traigan nada. — La baronesa rompe la orden con la misma o más autoridad que su marido. — Orihime no quiere un escándalo.
—¡Pero...!
—Respeta los deseos de tu hija, ya hay suficiente mierda circulando alrededor de ella como para agregarle también un genocidio hecho por su padre.
—Me alegro que Sora este fuera por negocios o él también se uniría. — Agrega la morena.
—Totalmente de acuerdo. — Le sonrío la pelinegra. — Por ahora debemos pensar qué hacer con Orihime, no quiero seguir viéndola tan triste.
—Madre, Padre he estado pensando… ¿Y si dejan que Orihime viaje?
—¿Viajar? — Preguntaron los barones al mismo tiempo.
—Orihime necesita un cambio de aires, ver otros paisajes, conocer otras personas, vivir más experiencias.
—No es mala idea. — El barón se frotó la barbilla, pensativo. — Yo también he estado pensando que mi hija necesitaba un cambio de ambiente.
—¿Cariño?
—Este país le ha causado mucho dolor a nuestra hija. Si tengo los medios, ¿Por qué no? — Mira a su mujer.
Shutara se quedó en silencio un momento y sonrío.
—De acuerdo, habrá que proponérselo a Orihime.
Ichigo llega a la finca familiar de los Kurosaki exhausto y sus sirvientes lo recibieron con una reverencia, dejo la capa y su espada a una doncella y uno de los mayordomos a su servicio.
—Bienvenido joven maestro ¿Cómo estuvo la recepción del duque Kuchiki?
—Solo negocios, chismes, mujeres intentando filtrear y más chismes. Vamos, lo de siempre Richiro.
—¿No fue un buen día?
—A excepción de algo interesante. — Pensó en la hermosa baronesa Tenjiro.– No, no hubo nada especial.
—Tiene una carta.
—¿De quién?
—La jefa de la casa Inaba.
—Solo ignóralo. — Era conocido por varios que la señorita de esa familia deseaba un compromiso con la casa Kurosaki, Ichigo solo la había escoltado a su casa una vez por mera cortesía pero empezaba a ser molesta la insistencia de la familia. — Tírala por ahí.
—Sí, joven maestro.
—¿Y mis padres?
—Salieron a un almuerzo con el archiduque y los príncipes Shiba. — Es decir, los tres hermanos del Emperador Kaien: Aroniero, Kuukaku y Ganju.
—¿Mis hermanas?
—La señorita Yuzu tuvo una fiesta de té con unas señoritas y la señorita Karin dijo que iría a cabalgar.
—Bien, estaré en mi estudio, si se presenta algo urgente llámame.
—Como usted ordene. — El mayordomo se inclino en respeto.
Ichigo cruza los pasillos de hermoso mármol y obras de arte hasta llegar a su pequeño estudio, que más bien era una considerable biblioteca con decenas de estanterías repleta de libros y sus propias obras. Desde que era joven amaba escribir, los demás nobles lo veían solo como su pasatiempo pero para él heredero al ducado era su forma de vida.
Y sinceramente no le iba nada mal con sus ventas, podía presumir que tenía su pequeña fortuna personal sin depender de su padre.
Toma asiento en la elegante silla de cuero negro y el bello escritorio de cedro rojo le dio la bienvenida, abrió uno de los cajones y saca un grupo grande de hojas, su siguiente libro.
—Bien ¿Dónde íbamos? — Metió la punta de la pluma en el tintero. — Ah sí, el penúltimo capítulo ¿Cierto? — Sonríe y tomo su instrumento de trabajo para comenzar a escribir, cuando Ichigo tomaba una pluma éste era absorbido por la tinta y el papel.
Se supone que tenía que estar escribiendo una escena de persecución… sin embargo terminó escribiendo una escena de tres páginas sobre una mujer en su cama.
Cómo soluciona el misterio de si sus labios son tan dulces y embriagantes cómo imagino, el perfume en su cuello que noquea con placer todos sus sentidos, lo poderoso que se siente ante los suspiros y jadeos de esa mujer por su toque, y como se vicia a la necesidad de acariciar esas largas hebras naranjas como el suyo pero más oscuro.
Hebras naranjas como el atardecer.
Deja caer la pluma y mira sin creer a su pene erecto.
El sonido del silbato del ferrocarril inundo la estación, Orihime cierra el libro y se puso de pie seguida de Ogawa y miro el transporte que la llevaría a su nuevo destino. Aún no podía creer que se iría de vacaciones por el mundo, podía aun recordar las palabras de su padre hace medio año.
Orihime había terminado durmiendo de tirón el resto del día anterior y toda la noche, cuando despertó se sentía de alguna forma un poco más ligera aunque aún estaba triste, tal vez por la conversación que había tenido con su madre eso le había ayudado un poco.
Estaba sentada en la cama cuando escucho que la llamaban.
—Mi señorita ¿Puedo pasar?
—Claro Ogawa, adelante. — Acepto la dama, la doncella entro cargando unas sábanas y toallas limpias.
—Buenos días Lady Orihime. — Se inclina en respeto.
—Buenos días. — Responde con una tenue sonrisa.
—Hoy el día está hermoso. — Recoge las cortinas y las penumbras de la habitación se iluminaron. — ¿Desea que le prepare un baño?
—Es verdad, ayer me dormí y me olvidé de todo, hazlo Ogawa. — Acepta la joven.
No tardó mucho para que Orihime tomara un relajante baño de tina y su doncella le ayudará a lavarse; paso una hora más para que Orihime saliera de la habitación con un bonito y sencillo vestido de escote cuadrado color beige cálido, con encaje en los hombros, cuellos y borde de la falda en color dorado muy tenue; su cabello solo tenía una cinta a modo de diadema.
—Como siempre, mi señorita se ve hermosa.
—Te lo agradezco. — Miro a su doncella con una sonrisa.
—No deje que las palabras de esa bruja la afecten Lady Orihime, ella es la peor de todas las mujeres, es una zorra.
Orihime no pudo evitar reír suavemente.
—Lo tomaré en cuenta, gracias. — Se puso de pie. — ¿Y mis padres?
—Deben estar a punto de tomar el desayuno ¿Quiere unirse a ellos?
—Por supuesto. — Orihime salió de la habitación con su fiel doncella siguiéndola.
Bajaron al primer piso de la bella mansión, el mayordomo abre las puertas y ella saludo amablemente cuando paso por su lado.
—Buenos días madre, padre, Harribel. — Saludo a su familia.
—Buenos días. — Saludo su cuñada primero.
—Hola princesa ¿Has dormido bien? — Pregunto su padre.
No importa si tenía seis, catorce o diecisiete años, ella siempre sería su princesa y eso hacia tremendamente feliz a la joven de ojos castaños.
—Si, como un lirón.
—¿Tienes algún plan hoy? — Pregunta su madre.
—No exactamente. — Murmura Orihime cabizbaja. — Tal vez solo lea o intenté pintar algo.
Aunque Stark y Bambietta habían matado sus habilidades de pintora, quería intentar poder hacer algo en un lienzo, no quería que ellos le arrebatasen eso también. El arte es su todo.
Los sirvientes entraron en ese momento dejando los platillos frente a sus patrones y saliendo enseguida para darles privacidad, solo un par de doncellas se quedaron en el comedor.
Después de tomar su desayuno Kirinji vio a su mujer y la vio asentir.
—Orihime he estado pensando que sería bueno que salieras de viaje.
—¿Qué? — Ella lo mira sorprendida.
—Ayer, mientras hablábamos, Harribel sugirió que deberías cambiar de aires y yo opino igual que mi nuera.
—P-pero…
—Cariño en este momento Karakura no es el lugar ideal para ti, no quiero ver qué sigan señalándote con el dedo o hablando a tus espaldas. — Shutara tomo la palabra. — Pienso que necesitas tomarte un respiro.
—Madre tengo mi negocio, no puedo dejarlo así nada más. — Dijo preocupada.
—Podemos contratar un administrador o incluso tu padre se puede hacer cargo.
—Pero papá es médico.
—Pero no soy idiota. — Se quejo.
—Nunca dije eso. — Hizo un puchero y el hombre río.
—Lo sé, me podré encargar, también tengo conocimientos de administración y si siento que me sobrecargo delegare en alguien más cuidando el secreto de tu vino.
—¿Porque no aprovechas Orihime? —Sugirió su cuñada. — Además tu cumpleaños está a la vuelta de la esquina, ¿Qué puede ser mejor que pasarla viajando? Moveré mis hilos, tú solo deberás centrarte en divertirte y comprar.
—Yo…
—No quiero excusas. Interrumpió el patriarca de la familia. — Sabes que tenemos solvencia de más para esto, además invertí recientemente en una mina de carbón y los beneficios resultaron mejor de lo que pensé. — Se jacto. — Así que la riqueza de la familia va en aumento.
—Orihime. — Su madre tomo su mano. — Aprovecha esto, ve a otros países ¿No querías conocer Italia? ¿Conocer el Partenón de Grecia?
La aún condesa, pero de nombre, ya no comento nada y sonrío al notar la preocupación de su familia, era en momentos así que sentía más que nada el amor de ellos, su hermano no estaba ahí en ese momento por trabajo pero seguro que si lo estuviera la animaría a explorar.
—Tendre que llevar mucho equipaje. — Respondió sonriendo.
–No hay problema, los barcos y trenes de mi familia también llevan paquetería, unas cuantas maletas no los asustaran.
—Y ¿Podría llevar a una amiga?
—Por supuesto, tomate el tiempo que necesites fuera, un mes, dos o los que gustes. — Su padre la miro amoroso. — Solo quiero que mi pequeña sea feliz.
—De acuerdo, tomaré la oportunidad. — Se pone en pie. — Así que empezaré a dejar todo listo para que me vaya en medio año.
—Orihime ¿Estas dormida aún? — La princesa Kuchiki le dio un pequeño golpe en la cabeza al notarla distraída.
—Lo siento, recordaba algo. ¿Qué decías? — Pregunta amable.
—Que lo primero que haremos al llegar a Francia será Ir de compras, a una boutique súper famosa ¿Estás de acuerdo?
—Por supuesto, llevo tiempo queriendo comprar un vestido de Marie Dubois.
—Esto es lo que necesitaba, un viaje de chicas con una de mis mejores amigas. — Murmura feliz la ojivioleta mientras abría su abanico y comenzaba a agitarlo con gracia.
—Gracias por aceptar venir conmigo.
–No hay problema ¿Para qué son las amigas si no es para momentos así? — Se río. — Lo único que lamento es que solo podré ir contigo dos meses, mi padre hizo mucho énfasis en ello.
–Yo entiendo, me sorprende más que el duque te diese permiso de salir sin un escuadrón completo de caballeros.
—Es por qué mi madre le reclamo por los invitados no deseados en su banquete, no le quedó de otra que aceptar.
—En el ducado Kuchiki la que manda también es la duquesa ¿verdad?
—No lo dudes. — Rieron juntas antes de abordar el tren que las llevaría a su primer destino.
