Capítulo 5: La tercera es la vencida.
—Ten. — Bambietta le ofrece una de las tasas, llena de té.
—Gracias — Agradecida y divertida de la situación: su amiga la trata como si fuese la anfitriona en su propia casa.
—Dime Orihime... ¿Te gusta las infusiones de té que he preparado?
—Oh sí, eres talentosa con las hierbas. Si abres tu negocio de una tienda de té, con mucho gusto te patrocinaría. Un éxito asegurado.
—No lo creo, me gusta hacerlo para mis seres queridos... y ya sabes que no soy buena con eso de administrar.
—No es muy diferente de administrar una casa. Con mucho gusto te ayudo.
—Gracias, lo pensare — Sonríe con los ojos clavados en cómo se toma el té y el resplandor del anillo de la casa Stark. — Te notó preocupada, ¿Pasa algo?
La pelinaranja hace una mueca y se pone cabizbaja, llamando la atención de la peliazul. Suelta un suspiro y deja la taza en la mesita
Se le ve triste.
—Solo tonterías.
—Las tonterías no te dejan así de triste Orihime. — Se inclina y le toma la mano, haciendo presión. — Sabes que puedes contar conmigo. Para eso somos las amigas.
La condesa sonríe complacida de tan buena amiga y se lo agradece con un abrazo.
–Anda, cuéntame que pasa
—Hace un año Stark y yo decidimos dar el paso de ya tener nuestro hijo. — Pospusieron el embarazo ya que debían estar los dos concentrados en sus trabajos y así restaurar más rápido la familia Stark. — Y... no he conseguido quedar encinta.
—Oh. — Muestra preocupación en su cara. — Pero Orihime, no hay de qué preocuparse, es normal que los embarazos no sean al instante y no hay que olvidar que has estado tensa y estresada trabajando, eso igual influencia.
—Lo sé, gracias, es solo que... yo...
—¿Acaso tu marido está molesto contigo por no embarazarte?
—No lo sé... posiblemente... — Hace una mueca y se frota la sien. – Es un tonto en situaciones así, de seguro es culpa de esos clubes de caballeros que les encanta hablar de otros hasta por los codos.
—A lo mejor Orihime si es por un asunto de estrés y tensión... quizás hasta los mismos... "amigos" que aman apuñalarlos por las espaldas influencian tus posibilidades de embarazo.
—Supongo que tienes razón.
—Tengo una idea: ¿Por qué no vas a despejarte en el campo con tu familia y cuando regreses, ten una noche loca de sexo con tu marido?— De nuevo desvía la vista al anillo de bodas. — De seguro saldrá un bebé de esa noche.
Al final lo que ella quería era el camino libre de seducir a su entonces marido y meterse a su cama.
—¿Dónde le encantaría viajar ahora, Lady Orihime?
—Bueno... ya que estuvimos en el Nilo, ¿Qué tal España? Ver una corrida de toros.
—Suena fantástico, ¿Quiere que me haga cargo de las reservaciones?
—Por favor, Ogawa.
Orihime continua con su desayuno ante el bello paisaje que le presenta Egipto mientras su criada va a cumplir el mandato. Tendría que tomar un barco que la lleve a España y después un tren a la Capital del país. Quizás se mande después a otro viaje, más largo, en barco al país de Quincy y pasar las noches en todas las playas tropicales de ahí.
Al terminar de comer ya había vuelto Ogawa con buenas noticias de un barco que zarpa en tres días, justo era uno de los pocos de lujos que pertenecen a la familia de Harribel, por lo que enseñó el obsequio de cumpleaños tras anunciar que era la cuñada de la morena quien necesitaba de sus servicios y de inmediato le aseguraron una de las habitaciones exclusivas sin costo alguno.
—Entonces tenemos tiempo de enviar telegramas, hacer unas llamadas y comprar algunas cosillas antes de irnos
—Lady Orihime, podemos pasar a ver si encontramos el nuevo libro de su excelencia Kurosaki… o quizás uno que llame su atención para el viaje.
Orihime se ruboriza ante el recuerdo de lo gallardo que se vio el heredero en la fiesta de Masaki un año atrás.
—Claro, necesitare un par de libros o me aburriré
—Lo dudo con la piscina que tienen... ¡y habrán bailes de salón!
—Ahora que lo dices, no he bailado en mucho tiempo y lo extraño. — Desde su divorcio nadie la saca a bailar, exceptuando los maridos y parientes de sus amigas. Es un poco triste la verdad. Además con los viajes que ha estado haciendo se ha dedicado más a conocer los países y su cultura que en socializar con otros nobles.
—¿Quiere ir a bailar? Si es así me encargaré de poner hermosa a mi señorita, será la estrella del salón.
—No exageres, aún no se si iré. — Entre risas ve los papeles sobre la mesa y recuerda uno que tiene el sello real que ya se encuentra roto al abrirlo. — Oficialmente ya no soy la otra Condesa Stark.
Hace dos semanas, cuando Renji llegó para escoltar con otros hombres a su prometida de vuelta a Karakura, le dejó aquel sobre y con el sello de los Shiba basta y sobra para saber que tenía que ver con el trámite de los títulos reales. Recién anoche lo leyó para quitarse por fin la tirita que aun la molesta y leer que el Emperador Kaien hacía oficial quitarle el título de condesa ha sido agridulce.
Todo su esfuerzo como Condesa de los Stark y sacar a la familia a flote a la basura.
—Ogawa.
—¿Mi Lady?
—Hazme el favor de pedir a recepción que me reserven una cabina telefónica. — Las llamadas internacionales deben hacerse en un cuarto especial. — Quisiera hablar con mi familia a ver si quieren algo de Egipto o de España.
—A la orden mi lady. — Se inclina respetuosa y al darle la espalda, refleja tristeza por su querida señora, no es justo que deba sufrir tanto.
Una vez la puerta se cierra, se pone en pie y camina por la habitación con aquella carta a la mano. Piensa que hay tres copias de esa carta, una la tiene Stark, la otra ella misma y la última se encuentra en el palacio imperial, bajo la protección de varios hombres que se encargan de cuidar el Archivo y mezclado entre cientos y cientos de documentos que hablan de lo mismo, de alguna mujer o hombre que se haya divorciado como ella y perdido lo que les dieron en matrimonio y trabajaron por no ser un hazmerreir.
Inconscientemente sus manos hace el mismo gesto de siempre: tocar su anillo y jugar con éste. Pero al no tener más un anillo sólo se frota unos segundos el dedo, maldiciendo otra vez a esas dos personas que arruinaron su vida.
Derrotada deja caer el documento al piso y corre al baño. Se había largado a llorar en algún hilo de sus pensamientos y no quería que su doncella la viese otra vez deprimida. Se lava bien la cara con agua helada y sólo se detiene en cuando se da cuenta que ya no tiene los ojos rojos, secándose con las manos temblorosas por lo entumidas que quedaron.
—Mi Señora. — Ogawa regresa en cuando sale del baño. Si tiene algo en la cara que la delate, su leal doncella no dice algo al respecto. — Tiene disponible hasta la noche, las ocho de tarde… y considerando la zona horaria es ideal, así que acepte.
—Sabía decisión mi leal Ogawa. — Entrelaza el brazo de las dos. — Aprovechemos y hagamos unas compras.
Se terminaron de arreglar y bajaron por el ascensor al primer piso. Hay tanta gente al ser zona turística que no se dieron cuenta que en la mesa de reservaciones se encontraba el heredero del ducado Kurosaki verificando si tiene su habitación disponible.
Y al estar él de espaldas, tampoco ha notado a la mujer que despertó su creatividad de literatura erótica.
Orihime se ha levantado temprano con el fin de no llegar al barco apresurada. Le ha pedido a Ogawa que solo le ponga un vestido sencillo y así no perder tiempo e ir cómoda en el viaje de media hora en carruaje hasta los muelles y en el barco, así que su leal doncella, amiga y actual chaperona ha elegido un vestido rojo con las mangas cortas, blanco en la zona del pecho con escote discreto y la falda comienza desde bajo sus pechos y le roza los tobillos.
Al no dejarla cargar sus cosas o ayudar, se encarga de supervisar a los empleados del hotel a que cumplan las indicaciones mientras sus dedos jugaban con su pañuelo igual rojo con bordes en oro y con el logo de la familia Tenjiro bordado. Ogawa la enfunda en un abrigo blanco crema, el material delgado ideal para no tener calor con el sol del Nilo ni sentir una brisa inesperada en el muelle.
En la habitación del frente, hay el mismo revuelo.
El heredero escritor toma de su café tranquilo en lo que los empleados terminan de acatar sus órdenes con respecto a su equipaje. Lee el periódico tranquilo, sin embargo una noticia le provoca fruncir el ceño.
Por eso odia la sección de cotilleo.
Molesto deja el periódico a un lado y termina de ponerse de pie. Le fastidia y al mismo tiempo le sorprende las ideas locas que sacan, como ahora que al parecer él se había ido del Imperio en busca de una "misteriosa mujer" y no por trabajo.
Cansado se termina de vestir ya que sólo se había puesto los pantalones color celeste claro. Primero se pone su camisa azul, luego un chaleco sin mangas con el mismo color de los pantalones y finaliza con un abrigo azul oscuro que le llega a las rodillas, los bordes dorados en el cuello y las solapas y en el lado derecho le cuelga dos de sus medallas. Va al baño a echarse loción y lavarse los dientes, guarda todos sus productos de higiene en su bolso pequeño y se lo entrega al mozo.
Contempla como suben todo su equipaje al carrito al mismo tiempo que la puerta del cuarto del frente se abre y sale gente llevando cinco carros llenos de maletas.
Piensa que a lo mejor se estuvo alojando una familia o una mujer millonaria que gasta sin pensar. Suspira y da la espalda a la puerta en busca de sus zapatos al mismo tiempo que Orihime sale.
—Ha sido un viaje divertido.
—Lady Harribel me ha confirmado que le dejaron la mejor habitación.
—No debió molestarse, con un cuarto donde dormir basta y sobra.
—Por supuesto que no, su cuñada no iba a darle menos de lo que merece.
Riendo, esperan a que terminen de subir las cosas al elevador y algo cruza su mente.
—Ah, el libro. — Dice la ex condesa viendo en su cartera. — Debí dejarlo olvidado en el baño.
—Voy por él.
—No, no… yo voy, tú asegúrate que suba todo al carruaje. — Y se vuelve al cuarto sin esperar respuesta.
Se devuelve corriendo y cerca estuvo de chocar con Ichigo y su escolta del hotel, pero uno de los cordones de sus botas se salió y se agacha para arreglarlo. Aquella acción provoca que Ichigo no la vea debido a que los otros le tapaban la vista.
—Perfecto. — Sonriendo se pone de pie nuevamente y corre.
No tardó mucho en encontrar el libro de su nuevo autor favorito, uno que ha aparecido un par de años atrás, anónimo y que escribe cosas... que supuestamente no debe leer una dama por el contenido erótico pero es un secreto a voces que eso no es verdad. Ha perdido la cuenta de las veces que ha aguantado la risa por el comentario de una señora en contra de esos libros.
Se disculpa con unas criadas que se quedaron a limpiar y sale apresurada a ver si alcanza el siguiente elevador y no esperar una hora a que regrese el primero de los tres que hay por piso. El barco no iba a perderla, por respeto a la familia Tierr no zarparan sin su cuñada pero no es justo para los demás pasajeros y no quiere causarles problemas a su agenda.
Nota que hay tres hombres que sostienen un carrito de maletas y que las puertas se van cerrando por el portero del elevador con ellos adentro.
—¡Espere!— Suplica alzando su mano libre y moviéndola frenética. Amablemente el portero hace caso, abre la puerta un poco más y deja que entre. Se apoya en las rodillas y recupera el aliento antes de dirigirse al portero. — Muy amable caballero.
—Mi madre mi señora siempre dice que hay que ser bueno con una dama en necesidad.
—Pues también le doy las gracias a su madre.
Los tres hombres detrás de ella son un muro involuntario que le tapa la vista de Ichigo, él se encuentra en el fondo del elevador, desinteresado de aquel suceso leyendo sus borradores. Los encuentra más importante que los problemas de una dama despistada...
Hasta que la escucha estornudar, sobresaltándolo al estar concentrado, y al mirarla entre las cabezas que los separan, se encuentra un cabello igual al atardecer que sólo ha visto en el cumpleaños de Hisana.
Pero no recogido, contenido, sino suelto y libre como una cascada.
Y le urge poner sus manos allí y comprobar que tan cierta es su fantasía de lo suave que debe ser.
Saliendo del estupor abre su boca dispuesto en hablarle y retenerla, pero las puertas se abren en ese momento y Lady Orihime Tenjiro sale corriendo. Como un estúpido queda como dos segundos, luego grita una maldición al mismo tiempo que pelea por pasar entre su escolta y sale detrás de ella sin prestar atención a sus gritos.
—¡Lady Orihime!— Grita al verla subirse a un carruaje pero el escándalo de la calle ahoga sus gritos. Trata de alcanzarla pero es tarde, el carruaje ha partido y se queda plantado como un tonto sin hacer otra cosa que ver como pierde otra vez una oportunidad. — ¡MALDICIÓN!
¿Por qué tan mala suerte?
El carruaje se detuvo en el puerto y uno de los empleados del crucero abrió la puerta del vagón y la mano blanca de Orihime tomo la del hombre quien la ayudo a bajar del transporte para después ayudar a su doncella personal.
Michiru quedo sorprendida al ver el enorme barco, después de todo habían estado viajando todo ese tiempo sobre tierra y era la primera vez que subiría a un barco.
—Señorita este barco es precioso. — Dijo asombrada.
—Creo que es el más reciente que la familia Tierr ha hecho hasta ahora. — Dijo Orihime con una sonrisa. — Yo tampoco lo había visto, parece que sacaron la casa por la ventana.
Un hombre bien vestido en traje azul con blanco se acerca a Orihime y se inclina con elegancia ante ella.
—¿Señorita Tenjiro?
—Sí, soy yo. — Responde amable.
—Soy Genshiro Okikiba, el primer oficial del Bismarck. — Se presento. — Es un honor darle la bienvenida al mejor crucero de relajación de la familia Tierr.
—Es un placer estar a su cuidado, Soy Orihime Tenjiro como usted ya sabe y ella es mi doncella Michiru Ogawa. — La castaña se inclina en respeto.
—Tenemos órdenes directas de la familia Tierr para darle nuestro mejor trato y atención. — Un grupo de personas se acercaron. — Tres de nuestros botones se encargaran de llevar su equipaje a su habitación en un momento.
—Entonces mi doncella les dirá donde llevarlo todo.
—No se preocupe, ellos ya están instruidos de a donde llevar sus maletas, y yo la llevare personalmente a su camarote.
—Oh sí, me encantaría. — Dice agradecida.
—Si gusta seguirme. — La invito el hombre con un pequeño gesto. — Por aquí.
El oficial guía a Orihime a uno de los puentes de abordaje, no sin antes comprarle un pequeño ramo de flores a una niña que estaba en el lugar entre la marabunta de pasajeros; cuando le dio cuatro monedas de oro esta la vio sorprendida y asustada por no tener cambio, Orihime le palmeo la cabeza y le dijo que se quedara el cambio para ella pues las flores solo costaban cinco pequeñas monedas de bronce; sin embargo la infante le entrego la cesta repleta de flores diciéndole que eso era lo justo y se fue con una enorme sonrisa.
—Eso fue muy amable señorita. — La halago el oficial Okikiba.
—Que va, solo quería unas flores. — Dijo con una mirada melancólica al ver el pequeño ramo de margaritas y violetas que le recordaban a su hogar.
Ogawa tomo las flores y se dispusieron a continuar su camino.
— El Bismarck es el primero de dos barcos que incluyen lujos y comodidades aptas para la nobleza como usted. Contamos con cinco habitaciones VIP, doscientas habitaciones de primera clase, ciento cuarenta y siete de segunda y noventa camarotes compartidos de tercera clase. Los de primera clase están desde el primer a segundo piso inferior, segunda de tercero a cuarto y de quinto a sexto son los de tercera, hay cuatro restaurantes con servicio las veinticuatro horas, un teatro donde hay obras u ópera, una sala de fumadores, un salón de baile y otras diversiones que encontrara al explorar el lugar… ¿Os gustaría un recorrido guiado? — Bromeo un poco.
—Oh no, quisiera explorar el lugar por mí misma. — Se rio suavemente la pelinaranja.
—Esta es su habitación, camarote VIP numero uno. — El hombre abrió la puerta y la baronesa quedo sorprendida.
El lugar era hermoso, decorado con un toque hogareño, había paneles de madera y granito en las paredes; un escritorio, un tocador y una pequeña sala, también tenía una chimenea y un baño completo con una tina. El piso consistía en una hermosa alfombra importada de oriente, había un guardarropa y la cama era grande con sabanas colores azul y perla con un hermoso dosel azul.
—Señorita, tiene su propia terraza privada. — Dijo Ogawa emocionada.
—Solo hay dos habitaciones que poseen vestidor, terraza propia y un cuarto anexo con dos camas para la servidumbre que le acompaña, se le asignara un ama de llaves personal por parte del barco. — Continúo el hombre. — Su equipaje llegara pronto y espero se una en la cena con el capitán.
—Conocerlo sería un honor.
—Me retiro entonces señorita, aquí están las llaves de su habitación. — Ofrece el juego de llaves oculto en su uniforme, el cual Michiru toma de inmediato.
—Que tenga un buen día oficial Okikiba.
El hombre sale del camarote para dejarles algo de privacidad, dejando a las jóvenes respirar tranquilas.
—Así que solo hay dos habitaciones con terraza, es una suerte que la señora Harribel sea de la familia Tierr señorita.
—Con un poco de esfuerzo y con el auge que está teniendo la familia nosotros hubiéramos podido pagarlo sin beneficio de otro, ¿No crees?
—Por su puesto Lady Orihime. — Dijo la castaña firmemente.
Orihime toma asiento en el sillón mediano para relajarse pero no fue por mucho tiempo, ya que sus maletas llegaron casi de inmediato. Ogawa se encarga de instruir a todos donde dejar la ropa y demás ya que el viaje seria en quince días estarían bastante tiempo en altamar.
Una vez que todo estaba acomodado y en orden, Orihime se los agradece con una jugosa propina en monedas de oro, sonriendo al verlos contentos, y luego llegó el ama de llaves asignada por el barco, quien se encargaría de las tareas de limpieza u otras solicitudes que tuviera.
—Lady Orihime pronto zarparemos ¿Qué le parece ir a cubierta?
—Leeré un poco y cuando zarpemos iremos a ver el lugar. — Acepta la joven mientras se relajaba en un diván que se encontraba en un rincón.–En este momento debe haber muchas personas despidiéndose.
—¿Desea algo para tomar y relajarse? — Sugiere el ama de llaves.
—Podríamos tomar el té en la terraza — Dictamina tras meditarlo unos segundos. — ¿Podrías prepararlo Ogawa?
—A la orden señorita. — Michiru le pide al ama de llaves algunas cosas como agua caliente y bocadillos, por suerte Orihime había comprado té de rosas en su último viaje y solo necesitaba agua.
Orihime se acerca al pequeño bolso que cargaba y saca el libro recuperado a último minuto del hotel para retomar su lectura, se había quedado en el capítulo más interesante y se moría por saber que haría la protagonista. Curiosamente la protagonista le recordaba un poco a ella, ¿Tal vez estaría imaginando cosas? Se encogió de hombros y lo olvido, la magia de los libros era creer que uno era el protagonista de la historia.
Se deja caer de nuevo en el sofá, pero esta vez de lado, y retoma el capitulo que marcó previamente la noche anterior.
Llega al muelle bastante enojado que su compañía temporal anda muy asustada, nadie se atreve a hablarle y acata sus frías órdenes sin demora. Eso sí, les da a cada uno una jugosa propina de diez monedas de oro, quizás un poco arrepentido pero no importa, le sobra de todas maneras.
Encuentra fácilmente el barco, o más bien crucero, con solo mirar el logo de la familia Tierr: un tiburón blanco dando el aspecto de dar vueltas en círculos. Lo guían a la entrada de primera clase y saluda al marinero que vigila dicho lugar.
Un hombre de rango teniente toma el papel de llevarlo a su camarote de clase vip que tiene la ventaja de más privacidad y solo hay cinco habitaciones de dicha categoría. Sus cosas ya están ahí esperándolo y hay un par de mayordomos que aguardan su aprobación de desempacar por él. Se toma el tiempo de mirar los lujos y da una vaga orden que los empleados cumplen. Deja que su cuerpo caiga en un sillón de cuero color crema y se revuelve el pelo, luego se frota los parpados con fuerza; aun le fastidia haber perdido la oportunidad de al fin acercarse a la mujer que no sale de su cabeza desde que sus ojos la descubrieron.
Un mayordomo se apiada de él ofreciéndole un vaso con hielo y lleno de alcohol que él toma con gusto hasta el fondo, sintiendo el escozor del alcohol en la garganta como un alivio a su mala racha.
El barco ya había zarpado desde hace rato, con la reserva del camarote se le había proporcionado a Ichigo una doncella para encargarse de lo referente a la limpieza, requerimientos de su habitación y alimentos así como un mayordomo que le asistiera. El heredero decidió aprovechar esos momentos y reviso algunos documentos y trabajo enviados por su padre, más tarde trabajaría en su manuscrito; estaba tan centrado en su trabajo que ignoro deliberadamente cuando llamaron a su puerta que el mayordomo se dirigió a abrir y encontró a uno de los oficiales en la entrada.
—¿Sí? Dígame.
—¿El duque Kurosaki se encuentra? — Pregunto una voz joven. — Soy el oficial de segundo grado Yukimaru.
—El joven maestro está ocupado ¿Desea dejar un mensaje? — Pregunto el mayordomo sin mostrar expresión alguna.
—Adelante. — Hablo Ichigo, al escuchar que hablaban de él se volvió a encarar al visitante.
El hombre se adentro al camarote con cuidado y se inclino frente al joven pelinaranja.
—Su gracia, he venido a preguntar en nombre del capitán si desea unirse a su mesa en la cena de esta noche.
—¿Una invitación directa del capitán? Interesante. — Ichigo termino el segundo trago que le habían servido, coloco el vaso de cristal en una charola que el mayordomo acercó y cruza una pierna encima de la otra con los dedos cruzados en su regazo, dándole un aire imponente.
—Sería un honor para el capitán compartir mesa con el duque Kurosaki.
—El duque es mi padre, yo solo soy su heredero. — Aclara haciendo un gesto con su mano. — Pero con mucho gusto aceptare la invitación. — Acepta, hablando con una voz tranquila.
—Entonces me retiro su excelencia, le deseo disfrute su viaje. — El oficial se inclina y se marcha de inmediato, no quiere incomodarlo.
Ichigo suspira recostándose un poco en el sofá, ¿A quien quería engañar? Estaba frustrado, furioso mejor dicho, por la oportunidad que se escapo literalmente frente a sus narices. El trabajo lo ayudo a distraerse brevemente pero el inconscientemente seguía pensando en esa bella dama; se cubrió los ojos con el dorso del brazo y suspiro, en ese momento su imaginación recreo la imagen mental de la baronesa Tenjiro: su piel blanca y fina, sus grandes y expresivos ojos castaños, manos suaves, y ese cabello... dios quería enredar sus dedos en su suave y sedosa cabellera ¿Olería tan bien como él se imaginaba? Era una duda que lo volvía loco. Retiro su brazo de inmediato al recordar lo cerca que estuvo de ella, menos de un metro ¡Maldita fuera su suerte! ¿Acaso Dios disfrutaba reírse de él así? Si no hubiese sido tan desinteresado en el momento que ella subió al elevador pudo haberle pedido unos minutos de su tiempo para hablar, aunque eso le hubiese hecho perder el abordaje y retrasar su itinerario.
—¿Desea otro trago mi lord?
—No, estoy bien así… eh, ¿Cuál es tu nombre?
—Allen, Lord Kurosaki. — Responde seriamente el hombre.
—Hay una sala de fumadores aquí ¿Cierto?
—Sí señor, en la cubierta inferior.
—¿Tiene cierta hora para abrir?
—No excelencia, puede ir cuando quiera.
—Bien. — Se pone en pie. — Ya que no me puedo concentrar será mejor dar un paseo. — La doncella se inclino y acerca el abrigo que Ichigo había dejado sobre la cama para después ayudarle a ponérselo. — Me voy.
Dicho esto salió de la habitación con paso confiado.
—Mi lady, mi lady. — Ogawa removió a Orihime en el diván, después de haber tomado un té relajante y conversar un buen rato la chica se había vuelto a sumergir en su lectura sin darse cuenta del tiempo.
—¿Qué? –Levanto la vista sorprendida. — ¿Sucede algo Ogawa?
—Señorita lleva desde que abordo leyendo ese libro ¿No desea ir a explorar el lugar?
—¿Es necesario? — Hizo un puchero adorable, muy útil de niña para conseguir dulces a espaldas de su madre. — Me faltan solo cuatro capítulos para terminar.
—¿Piensa quedarse todo el viaje leyendo?
Orihime se llevo una mano a la barbilla pensativa.
¿Cuántos libros compré en Egipto? creo que tengo una colección de poemas que no he revisado, y un libro de leyendas griegas...
—No, olvidé mi pregunta por favor. — La corto la castaña resignada.
—Lo siento Ogawa, prometo mañana recorrer todo el crucero contigo. — Sonríe un poco culpable de arruinarle los planes a su doncella. — A cambio, te dejo elegir lo que llevare a la cena del capitán y no rechistare.
Eso emociona a Ogawa ya que su cara literal le brilla ante la idea y la ve correr hacía el ropero dispuesta a cumplir el trato.
—¡Por fin haré que se ponga el vestido que le regalaron en Las Noches!
Orihime hace una mueca sin embargo mantiene su palabra y no suelta ni un reclamo. Que pase lo que tenga que pasar, piensa volviendo a su lectura.
Ichigo había sido el primero en salir de su cuarto ya vestido para la ocasión. Había pensado primero en ir a la sala de fumadores a pasar el rato y después volver a su habitación, pero al pensarlo dos veces seria una molestia regresar a su camarote solo en alistarse, por lo que antes de salir había decidido de último minuto ya ir preparado; después de todo eran las seis, las siete es hora en que se servirá la cena en general y la mesa del capitán se servirá a las ocho en punto por lo que el tiempo le sobra.
Era una cena con la mayor autoridad del barco, por lo que el mayordomo opto por recomendarle ir elegante al salón. Ichigo no era muy interesado en la moda así que Allen fue el encargado de elegir lo más apropiado junto con la doncella; habían optado por seleccionar un traje de dos piezas en color negro acompañado de zapatos lustrosos también en negro, el pantalón era ligeramente ancho llegándole a los tobillos, haciendo juego con éste portaba un saco largo que le llegaba a la mitad de las piernas, tenía dos líneas verticales de bordados hechos con hilo de plata en forma de dos líneas mas verticales, arcos y formas pequeñas de ramas; debajo del saco llevaba una camisa blanca de la cual solo se veía elegantemente el cuello de la misma con una corbata roja perfectamente centrada y anudada; en su hombro derecho había una mullida piel de lobo blanco de la que sobresalía una capa negra con la cara interior hecha de terciopelo rojo, lo que contrastaba con el resto del color de las prendas, dicha capa era sostenida por un broche elaborado de oro y rubíes con tres largas cadenas también de oro que se ajustaban a una correa de cuero que iba de su hombro derecho a su cintura. Generalmente llevaría su espada pero estaba en un barco de lujo y no lo vio necesario así que la dejo en su camarote.
La sala de fumar era en realidad un club de caballeros donde los hombres más ricos e influyentes podían hablar libremente de política, negocios, tomarse un trago o incluso jugar a las cartas amistosamente.
Algunos pasajeros lo reconocieron cuando entro al lugar y comenzaron a cuchichear, uno de los empleados se acerco al heredero apenas toma asiento en la pequeña sala y abrió la caja de puros frente a éste, Ichigo agarra uno mientras otro mesero acerco un encendedor. El pelinaranja inhala profundamente al tiempo que cerraba los ojos y segundos después exhalaba el humo.
—Buenas noches su gracia. — Escucho que lo llamaron.
—Buenas noches. — Responde al saludo educado.
—E-es un verdadero honor poder saludarlo, nunca pensé que podría hablar con el futuro duque Kurosaki en persona… soy Lord Shurz de Alemania.
—Un placer conocerlo lord, tome asiento.
—Agradezco su amabilidad. — El hombre se sentó frente a Ichigo bastante nervioso que a Ichigo le da un poco de lastima.
Seireitei no solo era conocido por su envidiable situación política si no que también lo era por su reciente economía en auge desde hace ya muchos años, sus recursos naturales y su milicia.
Y dentro de la alta nobleza los que habían logrado el mayor aporte al logro del país ayudando a la corona y siendo su mano derecha estaba la casa Kurosaki, una ancestral familia relacionada por sangre con la familia imperial y el mayor de los dos ducados de ese imperio; se decía que su riqueza, poder e influencia era igual o mayor a la del mismísimo emperador al punto que si lo deseaban podrían comprar un pequeño país y eso apenas y haría una mella insignificante en sus arcas, sin embargo nadie se atrevía a decirlo en voz alta por miedo de insultar a la familia real.
Lord Shwarz se había acercado deliberadamente en un intento por conectar un negocio con los Kurosaki, si bien no era noble, tan solo un comerciante que recientemente empezó a tener éxito. Si hacia todo bien con algo de suerte el futuro duque se interesaría y podría ser su socio.
—Había oído que la familia Kurosaki imponía respeto con solo verlos y confirmo que es verdad.
—¿Ohh? Eso es muy halagador. — Se rio mientras daba otra calada a su puro. — ¿A qué se dedica?
—Yo soy importador de telas y productos de Asia. —Responde con una sonrisa.
—Bien, bien… imagino que lo que desea es hablar de negocios. — Ichigo exhalo el humo.
—B-bien antes que nada quería hablar con usted.
De un momento a otro par de hombres se acercaron a Ichigo con el fin de saludar.
—Un placer excelencia. — Saludo el mayor de ambos.
—Que gusto conocerlo. — Dijo sonriente su compañero.
Ichigo se ríe internamente viendo a los tres hombres, él desde pequeño fue educado para saber identificar con qué intenciones se le acercaba la gente y olía los intereses de los caballeros a lo lejos.
Bien estaba aburrido así que no perdía nada con escucharlos.
—Michiru ¿no crees que ya es demasiado? — Una cansada Orihime lleva más de una hora sentada frente al tocador con los ojos cerrados a solicitud de su criada personal.
—Claro que no mi lady, la convertiré en la estrella de esta noche. — Los ojos de la castaña brillaban de emoción y Orihime sudo nerviosa aunque no la veía.
Michiru Ogawa había nacido en una familia que había sido devota a la familia Tenjiro desde su tátara abuela, así que cuando se le ofreció ser la doncella personal de la joven dama de la familia para ella fue un honor. Nunca se había esperado ese ascenso así que se preparo en tiempo record para atender las necesidades de una dama noble desde el maquillaje hasta la preparación del té, o si era necesario servir como asistente personal. Ésta dio los últimos toques al maquillaje y sonrió feliz. — Voala, esta perfecta.
Orihime abrió los ojos y se quedo anonadada ante la imagen.
—Eres una prodigio Michiru. — Halago la joven de ojos castaños. — Creo que nunca me había visto tan linda.
—Usted siempre ha sido hermosa, que su ex esposo sea un idiota es otra cosa.
—¡Ogawa!
—Lo siento, pero usted sabe que es cierto. — Se giro al ama de llaves y el mayordomo. — ¿No es la mujer mas bella en la tierra?
—Claro que sí. — Dijo la doncella.
—Definitivamente. — Asiente el mayordomo sonriendo.
La pelinaranja ríe suavemente ante las respuestas y se puso de pie.
—Bien es momento de irnos.
—¿Irnos? — Pregunto extrañada
—Pues claro, tú vendrás conmigo, necesito apoyo moral.
—Y-yo, claro señorita Orihime. — Acepta halagada.
—De acuerdo, entonces vamos. — El mayordomo abre la puerta, dejándola salir.
Ichigo dejo la sala de caballeros a diez minutos de la cena y con una sonrisa prometiendo pensar las propuestas y que se pondría en contacto. Al salir por el pasillo se frota la frente cansado, era molesto escuchar tantos parloteos en un solo lugar pero por suerte a conseguido escapar a tiempo.
Camina hasta llegar a las puertas dobles del comedor donde un par de meseros bien vestidos le abrieron la puerta inclinándose en respeto.
El capitán de meseros lo identifica de inmediato y lo guía a la mesa del capitán que era ligeramente más grande y con un mantel blanco con bordes dorados y negros a diferencia de las demás que solo eran manteles blancos de excelente calidad.
—Su excelencia Ichigo. — El hombre de cabello plateado y ojos dorados se puso de pie. — Es un placer conocerlo, soy el capitán Chojiro Sasakibe. — Habla respetuosamente.
—El placer es mío capitán Sasakibe. — Estrecharon las manos en gesto fraternal.
—Tome asiento, vamos. — Invita, uno de los meseros mueve la silla y éste se sienta, notando que había un puesto más. — Espero que no le moleste, pero he invitado a alguien más a unirse con nosotros.
—No tengo inconveniente alguno. — Le resto importancia.
—Espero que este disfrutando de su viaje. — Le sonrió mientras servían el vino tinto y blanco en las dos copas frente a ambos.
—Oh sí, es muy agradable, la atención es excelente.
—Nos enorgullecemos de nuestra atención a todos los huéspedes.
—Creo que preveo mucho éxito para este barco.
Los hombres siguieron conversando de temas triviales un rato sin darse cuenta del tiempo, cuando Ichigo se dio cuenta eran las ocho y cuarto.
—Parece que mi invitada tarda un poco. — Se rio el hombre.
—¿Es una dama?
—Oh si, una señorita muy importante para nosotros.
—Bien, ya sabe como son las señoritas, tengo dos hermanas y a mi madre, así que entiendo un poco.
—Mi mujer también a veces es igual.
Ambos hombres rieron al compartir opiniones pero Ichigo se detuvo al escuchar varios murmullos de admiración y otros de damas molestas.
—Buenas noches, lamento la tardanza. — Escucha una suave voz que Ichigo reconoce de inmediato, éste se gira y las expresiones de ambos pelinaranjas cambiaron a sorpresa e incredulidad.
¿El mundo podía ser así de pequeño?
La joven se veía preciosa con ese vestido ajustado beige y dorado, no tenia tirantes, un escote redondo; una tela sedosa y transparente caía graciosamente por sus hombros hasta la mitad de su antebrazo, mostrando parte de su cremosa piel; el encaje en la zona del pecho y el borde de los hombros daban la ilusión de ser pequeñas ramas; en la zona del abdomen había encaje entretejido que daba la ilusión de ser un corsé; por ultimo desde debajo del abdomen empezaba a caer la falda la cual tenía bordados de flores por todos lados. La ojicastaña levantaba suavemente la falda para evitar pisar la tela, lo que le permitió a Ichigo ver parte de sus blancas piernas y unos pies pequeños con unas zapatillas de tacón bajo blancas decoradas con perlas y un rubí al centro en la parte superior; su cabello estaba preciosamente recogido en una elegante media coleta con broches de diamantes y su maquillaje era tenue pero atrayente el cual se centraba en remarcar sus bellos ojos y sus labios tenían un suave color rojo debido al lápiz que usaba.
Ichigo tarda una milésima de segundo en ponerse de pie y hacer una reverencia a la joven.
—Despreocúpese. — Dice él echando a un lado la tardanza. — Es un placer conocerla mi lady. — Toma la mano de la joven y la lleva a sus labios en un gesto caballeroso que sonrojo tenuemente a la hija del barón.
—S-sí un gusto. — Vacila un momento entre asustada y emocionada. — Es un honor conocerlo su excelencia.
—Quería hablar con usted hace un tiempo señorita, pero jamás imagine que sería en estas circunstancias.
Orihime no entendió el comentario en ese momento e iba a preguntar cuando escucharon un carraspeo por parte de Sasakibe, el cual sonreía complacido y rompió la burbuja de ensueño donde estaban ambos jóvenes.
—Señorita Orihime es un honor que nos haga compañía esta noche. — Saludo el capitán. — Chojiro Sasakibe a su servicio.
—Es un honor capitán. — Se inclino suavemente. — Lamento la demora, m-me tomo más tiempo de lo que esperaba estar lista. — Dijo apenada encarando al ojidorado el cual sonreía el verlos a ambos nobles juntos.
—Nosotros no estamos molestos. — Se río el ojidorado para calmar su angustia. — Entendemos que a las damas les gusta estar bien presentables… ¿Tomamos asiento?
—Permítame. — Ichigo no espero a que se acercara el mesero y él mismo mueve la silla para ayudar a la mujer sentarse sin perder de vista el adorable sonrojo de sus mejillas.
Orihime comenta que su doncella la acompañaba e Ichigo repite la acción con Ogawa, teniendo el mismo gesto de mover el asiento para permitirle a la castaña estar a la mesa.
—Hare las presentaciones formales. — Sonríe el peliplata acomodando la servilleta. — Él es su excelencia Ichigo Kurosaki, futuro duque de la familia del mismo nombre. — Indica con un gesto de su mano. — Ella es la señorita Orihime Tenjiro, segunda hija del barón Tenjiro.
—Un placer conocerlo. — Dijo ella con una hermosa sonrisa.
—El placer es todo mío.
El capitán no dijo nada y se frota la barbilla feliz, había notado la química entre ambos.
