Capítulo 6:Conociéndose.

Todo el malestar que ha sentido en el día tras la oportunidad de hablar con Orihime ha desaparecido apenas la vio y se dio cuenta que el viaje en barco por tres semanas es la oportunidad perfecta de acercarse a ella y ver que tan profundo puede llegar esta extraña reacción que lo invade.

—¿Cómo ha sido su aventura por el mundo hasta ahora, Lady Orihime?— Pregunta Sasakibe tras unos minutos de silencio, degustando la comida.

—Maravillosa. — Dice ella con una sonrisa tan emocionada como una niña con juguete nuevo. — Creo que podría viajar por siempre, hay tantas cosas que uno aprende.

—¿Sí?

—Oh si, por ejemplo, ¿Conoce Edgre?

—Me temo que no.

—Es un pueblo pequeño de Wolfsong que no tiene mucho turismo de extranjeros y es una lástima. No solo es la fuente de economía por sus minas de jades, también tiene aguas termales; la mayoría de los abuelos del país van allí a relajar sus huesos como también los mineros y los agricultores.

—Suena a un lugar hermoso que me sorprende que no esté en la guía turística.

—Desgraciadamente la gente no lo toma en cuenta al ser un pueblo pequeño, apartado y en el campo.

—Lo voy a tener en cuenta en mis siguientes vacaciones. Mi esposa y yo hablábamos de un lugar como ha descrito.

—Espero que les guste tanto como a mí.

—Entonces Lady Orihime, ¿Se puede decir que se considera una mujer de aventura? — La pregunta de Ichigo la sorprende un poco. — Después de todo, no es normal ver a una mujer viajar sola, de seguro se ha hablado mucho de eso en la sociedad.

—Pero yo no viajo sola, estoy con Ogawa. — Se ve tranquila al sonreír pero bajo la mesa sus dedos se mueven nerviosos. — Y si me preocupara lo que la gente dice de mí, seguiría casada y no dirían calumnias a mis espaldas.

—Y agradezco sinceramente que lo haya hecho... muchas mujeres deberían seguir su ejemplo en vez de querer hundirla.

Sus dedos bajo la mesa dejan de moverse y se queda mirándolo con asombro, no está acostumbrada a que las personas fuera de su entorno se pongan de su lado.

—Gracias su excelencia. — Se ruboriza tanto que agacha la mirada.

—No me agradezca. — Sonrió al tiempo que picaba un bocado de su plato. — Creo que es de admirar el hecho que haya decidido separarse de su esposo, sinceramente soy de la opinión que si el matrimonio no funciona es mejor separarse sin tanto escándalo de por medio.

—Yo también lo pienso, solamente da pie para que las personas sin pasatiempos o algo interesante para hacer hable de uno como si fuera un payaso. — Orihime dejo que un mesero rellenara su copa de vino, a su lado Michiru solo se quedaba en silencio, aunque su señorita le había pedido ir a cenar con ella sabía que era una doncella y no debía inmiscuirse en la conversación.

—También veo repugnante el hecho de que vean a uno como un espectáculo.

—¿Verdad que si? Yo también veo eso de pésimo gusto. — Orihime tomo la servilleta de tela y se limpio con suavidad los labios, Ichigo se pregunto como un movimiento tan cotidiano y simple le podía parecer atractivo. — Por cierto capitán, Harribel me pidió que le mandara sus cordiales saludos.

—¿La joven señorita Harribel? —Pregunto gratamente sorprendido Sasakibe.

—Al parecer se entero que ya en un año se retirara.

—Hace tiempo que no veo a la joven señorita. —Dijo muy feliz. — El señor Kauffman subió hace unos meses para la inspección de rutina, pero desde que se caso ya no he sabido de su hija… ¿ella está bien?

—Oh sí, ella está bien. —Se llevo la mano a la boca para ocultar la risita elegantemente. — Sora y ella parecen estar en una eterna luna de miel cada vez que los veo juntos, aunque ya llevan ocho años casados siempre parecen unos recién casados.

—Recuerdo cuando ella hablaba de su prometido, solo había elogios para él. —Dijo nostálgico.

—Oh Sora es mi hermano su excelencia. — Se giro a Ichigo para explicarle, el pobre debía estar confundido sin saber de quién hablaban. — Olvide mencionarlo al inicio de la conversación.

—Despreocúpese. —El futuro duque bebió de su vino blanco con tranquilidad. — Había escuchado del joven Sora Tenjiro y que tiene buen ojo para los negocios ¿correcto?

—Es un halago que a mi hermano seguro le gustaría oír viniendo de usted. —Le sugirió.

—Si me llego a encontrar con él en algún punto se lo diré, lo prometo.

La cena continuo como normalmente, hablaron con el capitán sobre temas de interés general, el tipo de ruta que seguirían y otros temas. Fue cuando estaban por entrar en el postre que un oficial se acerco al capitán y le susurro algo al oído.

—Lamentablemente deberé retirarme sin compartir el postre con ustedes lady Tenjiro, lord Kurosaki. —Se puso de pie. — Debo retirarme ahora pero les deseo que pasen una buena velada, buenas noches

—Buenas noches capitán.

—Descanse.

Ambos jóvenes se quedaron en la mesa, Ogawa se había mareado a media cena al no estar acostumbrada a los barcos por lo que Orihime le ordeno retirarse al camarote para descansar, una de las empleadas del barco y un guardia la acompañaron para que llegara segura, dejándolos solos.

—P-parece que nos han dejado varados. —Bromeo la pelinaranja para tratar de romper el hielo…

—Eso parece. —Le siguió la corriente con una sonrisa. — En realidad como le dije al principio quería hablar con usted hace tiempo.

—¿A-ah sí? —Murmuro nerviosa.

—Puede mantener la calma, le aseguro que no quiero hacerle daño. —Trato de calmarla al notar sus nervios, al parecer con compañía estaba tranquila pero al estar solo con él la puso bastante tensa. — ¿O tal vez no le agrado? —Pregunto preocupado y se golpeo internamente por no tomar ese factor en cuenta.

—¡N-no! —Respondió de inmediato y agacho la mirada apenada debido a que había gritado y algunos comensales cercanos se habían girado para saber que había pasado. — No… no lo odio, en absoluto. —Respondió tímida jugando con sus manos y sus hombros se movían encantadoramente. — E-es que…

—¿Es que?

—Y-yo…

—Aquí esta su postre, pastel de doble chocolate con mousse de chocolate blanco, frutos del bosque y creme brulee de caramelo. — El mesero se acerco y corto las palabras de la joven mientras ponía sus platos frente a ellos. — Bon appétit. —El hombre se alejo para servir a otras mesas.

—¿Qué le parece si disfrutamos del postre primero? —Ofreció amablemente, Orihime asintió y tomo la pequeña cuchara destinada al postre, corto un pedazo de la tarta y el heredero disfruto ver su expresión al saborear el dulce en su boca. — ¿Esta delicioso? —No pudo responder debido a que masticaba pero la vio asentir para después tomar un bocado él mismo. — Escuche que un chef muy reconocido fue contratado para diseñar el menú del barco.

—¿De verdad? No lo sabía. —Dijo sorprendida.

—Aunque también amo el chocolate y supongo que me comería cualquier cosa que lo tuviera. —Se rio.

—Creo que yo también haría lo mismo. —Respondió la ojicastaña con una sonrisa— Recuerdo que papá llego de un viaje a Alemania con una caja de chocolates entre los regalos, yo tenía nueve años y me los comí todos sin que me vieran mis padres.

—Era usted traviesa.

—Algo, madre se enfado muchísimo y me castigo sin postres ni bocadillos. —Orihime casi lloro internamente al recordar esa época. — Fue el peor mes de mi vida, papá también se enfado por excederme y me dio un sermón de tres horas.

—Mis padres una vez me regalaron una pequeña botella de jarabe de chocolate importado de Bélgica, sin embargo mis hermanas al escaquearse en la cocina por galletas terminaron dejándolo caer al piso desde la estantería. Llore como nunca en mi vida, aunque nunca les reclame nada. —Sonrió al recordar ese momento.

—¿Cuántos años tenía usted excelencia? —Se atrevió a preguntar.

—Catorce años. —Respondió. — ¿Ya se siente menos tensa?

—¿Tensa? —Orihime abrió la boca sorprendida, la conversación fluyo de forma tan natural que no se dio cuenta que se había relajado junto al hombre. — Sí, me siento mejor, gracias. —Sonrió feliz.

—¿Puedo saber porque se sentía tan intimidada?

—No era nada. —Murmuro ella.

—¿De verdad?

—¿…Sí? —Respondió dudosa.

—Le diré algo lady Tenjiro. —Comento suavemente mientras se limpiaba los restos de postre. — Suelo ser muy terco.

—¿Aja?

—Y generalmente me las arreglo para salirme con la mía y obtener lo que quiero.

—Ya veo.

—Así que me da curiosidad saber porque se sentía cohibida.

—Me da pena decirlo. —La notó bajar la mirada y jugar con sus dedos.

—¿Le parezco el tipo de persona que se burlaría de lo que responda?

—No. —Respondió sin dudar un segundo.

—Entonces adelante.

—L-lo que pasa es que… yo… ¡Yo soy una gran admiradora de su trabajo! —Desvió la mirada y se llevo las manos a la cara avergonzada e incapaz de mirarlo.

Ichigo se quedo sin habla debido a las palabras que la pelinaranja había dicho.

—¿Mi trabajo? —Pregunto. — Bueno suelo hacer viajes por negocios pero no hay mucho que admirar. —Bromeo.

—N-no me refiero a su trabajo como representante del Duque.

—¿Ah no? —Ichigo abrió los ojos asombrado. ¿Se referiría a eso?

—Me refiero a sus libros… me encantan, amo su trabajo literario, es pulcro, limpio y bien redactado. —Admitió ella.

—Seria más agradable si me lo dijera de frente. —Bromeo a causa que ella seguía mirando su plato a causa de la vergüenza.

Orihime respiro profundo y encaro al futuro duque, él al principio creía que bromeaba pero sus ojos le dijeron que no, de verdad le gustaban sus obras.

—Vaya, me ha dejado sin palabras. —Le dijo sincero. — La mayoría de personas cree que solo escribo por moda.

—Puedo notar en sus obras que no es así. —Le dijo Orihime seriamente. — Usted se esfuerza por hacer un buen trabajo, se toma el tiempo de analizar el personaje ¿Qué escenario debe usar? ¿Debería coincidir este personaje con este sistema? ¿Esta personalidad en el antagonista quedaría bien?

—¿Le gusta leer mi lady?

—No, no me gusta. —Respondió ella directamente. — Me encanta. —Declaro con honestidad.

Ichigo sonrió, la señorita Tenjiro resulto ser una persona mucho más interesante de lo que creía y parecía poseer muchos atributos que él valoraba: era educada, sabia escuchar y al igual que él, amaba la lectura.

—Estoy muy feliz de oír eso porque a veces mis conversaciones se dista sin querer a esos temas y suele ser un poco molesto para las personas que sólo quieren hablar de finanza.

—Lo entiendo, aunque en mi caso es porque ellas quieren hablar de quien se ha liado con quien a escondidas en vez de profundizar la poesía.

Ambos sueltan una carcajada, aunque Orihime debe disimularlo con su mano al no ser bien visto.

Ichigo y Orihime habían estado charlando sobre arte y libros sin parar en el salón después de la cena, la música de la orquesta inundaba el lugar pero estaban cómodos hablando uno con el otro.

—Debería viajar a China alguna vez mi lady.

—¿Si?

—Tienen un arte hermoso en caligrafía y es bastante relajante.

—Algo había escuchado al respecto. — Dijo, se le nota lo curiosa en su cara, especialmente en los ojos, brillan. — ¿De verdad cada trazo representa algo?

—Ah sí, por eso son muy cuidadosos al enseñar su arte y son muy exigentes.

—Lo apuntaré para ir en un futuro. — Acepto la sugerencia.

—Nunca pensé disfrutar tanto una conversación, debí hablarle la primera vez que la vi pero me temo que no era el momento idóneo.

—Algo comentó usted al respecto ¿Donde fue eso?

—El banquete de cumpleaños de la duquesa Kuchiki Hisana.

—Ah, en ese momento. — Murmura tratando que no se escuchara la amargura en su voz.

—Me temo que con lo que había pasado recién podría haberla afectado negativamente, así que mi mejor contribución a usted era no acercarme y evitar habladurías hacia su persona.

—Oh. — Se sonrojo de forma adorable y emocionada. — Agradezco su prudencia, ciertamente los círculos sociales me habrían destrozado, pero ya en este momento da igual parece que se han aburrido de hablar de mí, ahora solo me apuntan y me excluyen por ser una mujer divorciada.

—Eso no debería afectarle.

—Ya no lo hace, simplemente me resigne a vivir en la casa familiar rodeada de gatos y un perro que llamare Chester.

El silencio reino la mesa pero de un momento a otro ambos estallaron en risas, la música cambio a un vals. Ichigo no dudo en ponerse de pie e inclinarse.

—La noche es joven ¿Podría la dama concederme el honor de un baile?

—Ahh.–Murmuro dudosa desviando la mirada.–Me encantaría pero yo...

—¿Pasa algo?

—E-es que… ha pasado tanto tiempo desde que asistí a un baile.

—¿He desenterrado acaso malos recuerdos?

—No, pero podría avergonzarlo. — Sonrió bajando la cabeza tímida y apenada. — Mucho me temo que he perdido la práctica y quizás no pueda seguir su ritmo.

—No se preocupe. — Se agacha lo suficiente para que quedaran frente a frente. — Me encargare de guiarla todo el camino.

Orihime lo miro sorprendida y, tras una risita, tomo la mano del futuro duque, encaminándose juntos a la pista.

—No me hare responsable si sus pies acaban con ampollas.

—Atesorare cada pisotón que me dé, se lo juro.

—Que halagador.

Ichigo empezó a moverse con suavidad por la pista mientras la guiaba con suavidad, recibió solo una o dos pisadas sin importancia pero poco después la hija del barón Tenjiro comenzó a seguirle el paso sin darse cuenta.

—No lo hace nada mal mi lady.

—Es porque tengo un buen compañero de baile.

—¿Si? Me alegro poder serle de ayuda. — Sonrió al ayudarla a girar. — No pareciera que no ha asistido a bailes en un tiempo.

—Supongo que inconscientemente mi cuerpo lo recordó. — Respondió bromeando.

La canción terminó y cuando se separaron las parejas todos comenzaron a aplaudir, no paso mucho para que otra canción empezar.

—Es usted muy talentosa ¿Me concedería otra pieza?

—Por supuesto su excelencia. — Acepta encantada La invitación, fueron dos piezas más las que bailaron. Algunos pasajeros de primera clase los veían y sonreían, aunque había algunas damas que reconocieron al futuro duque y chismorreaban entre ella celosas por su acompañante, ambos solo ignoraron todo a su alrededor y más tarde Orihime termina agotada, pidiendo a Ichigo salir a cubierta por un poco de aire. — Hace mucho tiempo que no me divertía así. — Dijo feliz.

—Yo tampoco, creo que es la primera vez que disfruto tanto un baile.

—Oh vamos, su excelencia debió tener compañeras de baile mejores que yo.

—Generalmente omito bailar en las fiestas o banquetes. — Admite mientras ayudaba a la joven a tomar asiento en una banca de madera. — Suelo asistir solo por compromiso y que vean mi cara, para después irme lo más discretamente posible.

—¿Evita a sus fans? –Se rio.

—A mis acosadoras querrá decir.

—¿Entonces yo también lo soy?

—Claro que no, usted es la primera dama aparte de mi amiga de la infancia, madre y hermanas con quien disfruto un viaje.

Después de esto hablaron de otras cosas, debatieron sobre Shakespeare y estilos de arte, tipos de géneros literarios, entre otras cosas; así que cuando se dieron cuenta, ya era entrada la madrugada y ya empezaba a refrescar, casi todos los pasajeros se habían retirado a sus camarotes por lo que el lord se ofreció a escoltarla a la entrada de su habitación. Ella aceptó encantada y grande fue el asombro de Ichigo al darse cuenta al área a donde lo estaban llevando.

—¿Esta en la sección VIP?

—Así es. — Orihime pestañea constante, confundida de su expresión facial. — ¿Y usted?

—También, tengo el camarote Cinco.

—¿Tal vez también tiene terraza?

—Si ha acertado. — Ambos se rieron por la obra del destino. — Bien parece que nos veremos seguido estos días.

—Eso parece.

—Mi Lady, si me permite el atrevimiento: se que nos conocimos recién hoy pero, ¿Puedo llamarla por su nombre y tratarla informalmente?

—Oh por supuesto. — Accedió ella internamente emocionada.

—Perfecto… entonces te pido también que puedas llamarme por mi nombre.–Le pidió y la cara de Orihime pasa drásticamente a color rojo que agacha la mirada un momento, buscando control.

—N-no podría. — Responde nerviosa. — Seria grosero a nuestros estatus.

—Al diablo el estatus no estamos en Karakura. — Le resta importancia un poco malhumorado. — Por favor Orihime, me haría muy feliz conversar de tú a tú con alguien tan culta.

—De acuerdo… I-Ichigo. — Murmura apenada.

—Mucho mejor. — Sonrió satisfecho, toma la mano blanca de la ojicastaña y beso sus nudillos. — Que tengas una buena noche, te veré mañana si es posible.

–Claro. — La chica abrió su camarote feliz. — Que descanses Ichigo.

Cierra la puerta de la habitación y tras dejar de escuchar los pasos en el pasillo se quita la ropa agotada, se dejo caer en la cama y se remueve emocionada mientras abrazaba la almohada. No podía creer que pudó hablar con su escritor favorito, ¡Y sería así por tres semanas!

—Querido dios si esto es una recompensa por todo lo que ha pasado… ¡Gracias, gracias! — Chilla emocionada.


Al día siguiente Michiru despertó temprano, al parecer comenzaba a habituarse lentamente al movimiento del barco, se puso de pie y se baño rápidamente para poder despertar a su maestra. Salió de la habitación reservada al personal para encaminarse al cuarto principal, al abrir noto el vestido, zapatos y accesorios regados por el lugar, negó con la cabeza y se acerco a la joven quien dormía profundamente.

—Señorita, señorita.

—Hmmm. — Orihime se giro y siguió durmiendo.

—Mi lady, es hora de despertar.

Los bellos ojos castaños de la ex condesa se abrieron pesadamente.

—Un rato más Ogawa, estoy cansada.

—¿A qué hora llego anoche mi lady? –Se sorprendió, normalmente Orihime se despertaba a las ocho para comenzar con su agenda.

—No estoy segura. — Bosteza, aferrándose más a la almohada. — Me quede… hasta muy tarde charlando con… su… excelencia… — No pudo decir más porque se volvió a quedar dormida.

Ogawa queda sorprendida por esas palabras y sonrió internamente ya que hace mucho tiempo que la joven no la pasaba tan bien con otra persona que no fuesen sus amigas. Decidió dejarlo pasar, la cubrió con la sabana nuevamente para permitir que durmiera más tiempo y salió de la habitación en silencio.

Orihime terminó levantándose pasadas las once de la mañana, se aterró del tiempo que estuvo dormida, pero Ogawa le dijo que solo lo pasaría por esa ocasión porque al parecer se había divertido mucho.

Sin dudar un momento la alistaron para tomar un baño, toma un almuerzo abundante y salió a recorrer el barco, no se encontró con Ichigo en algún punto. Exploro los salones y degusto varios postres de una de las cafeterías, encontró la sala de lectura que era un lugar acogedor pero no tenía ganas de estar encerrada, decidió salir y retomar su libro en otro lugar; tras ella Ogawa llevaba un par de libros en el brazo, encontró un buen lugar y le permitió a la castaña ir a divertirse, ya que no tenia caso hacerla quedarse junto a ella si solo estaría recostada sin hacer algo.

No estaba segura de cuánto tiempo había pasado, pero Orihime se encontraba recostada en uno de los camastros del crucero con una bebida fría en la mesita que tenia junto a ella, disfrutaba del buen clima con un vestido ligero color vino que le llegaba hasta las rodillas, usaba una blusa con encajes al frente y había un par de tirantes que iban de la falda hasta sus hombros, las mangas eran cortas y llegaban a la mitad de sus brazos, completo este con unos zapatos bajos de color blanco igual que la blusa.

—Veo que sacas provecho de las tardes. — Orihime iba a cambiar la página y respinga cuando escucha una voz enfrente suyo, sorprendiéndose de ver al duque Kurosaki.

—Su exc… I-Ichigo. — Corrige inmediatamente. — Solo me entretenía un rato.

—¿Puedo saber que estás leyendo? — Ichigo se fijo en las manos de la joven y quedó en silencio y sorprendido al notar el título: era uno de sus libros. — Vaya, me lo habías dicho pero algo dentro de mi pensaba que era una broma.

—¿Qué? — Orihime volteo su mirada y noto el porqué de su sorpresa. — A-ahhh, este… yo…

—Y bien ¿Qué te ha parecido? Quisiera oír tu opinión como lectora.

—E-es muy interesante.

—¿En serio?

—Si… la forma en que Wallys sigue la pista del asesino y trata de seguir su forma de pensamiento es sorprendente, me sorprendí que uno de los personajes tenga parecido con Maya Styles la segunda protagonista de "La abadía".

—¿Leíste la precuela?

—Ah sí, y sobre todo sombras de Baltimore se convirtió en mi favorito, no creo que una fábrica textil me diera tanto miedo como esa descripción.

—Sombras de Baltimore creo que fue el segundo libro que escribí.

—Y-yo… tengo todos tus libros. — Admite con pena.

—¿Todos? — Pregunto curioso.

—Uhm… b-bueno… ya lo había dicho… bueno… t-tú eres mi escritor favorito. — Admite roja, ocultándose tras el libro, cosa que le pareció adorable.

—Me esforzare en complacerte para el siguiente número. — Orihime lo miro emocionada.

—¿Se acerca la siguiente entrega?

—Sí, de hecho voy a reunirme con algunos editores en un punto de mi viaje.

—¡Qué emoción! — Exclamo feliz. — Me muero por comprar el siguiente tomo ¿Creo que era el final de esa colección?

—Sí, pero pensé en alargar la serie un número más. — Ichigo se sintió feliz de ver la sonrisa de la baronesa. — Y dime ¿Hay algo más que leas?

—Oh, amo sus libros, pero también amo la mitología, los libros de ciencias, también últimamente me he vuelto fan de los libros de la saga Dama Pecadora de Lord Zangetsu.

—¿Dama Pecadora? ¿Lord Zangetsu?

—Son de romance y… a veces p-ponen erótica. — Se sonroja y desvía la vista.

—Qué valor del autor. — Menciono el pelinaranja sentándose en la silla junto a ella.

—Por eso las personas usan seudónimos. — Hizo un puchero. — Así no se sabe si el autor en realidad es hombre o mujer.

—Pero es una sorpresa. — Se frota la barbilla. — No se me pasó en ningún momento por la mente que la distinguida hija del barón Tenjiro leyera erótica.

Orihime se sonrojo.

—Cuando lo dices así suena bastante mal. — Bajo la mirada triste.

—No te condeno por leer esos libros ¿Que sería la vida sin algo de atrevimiento y acción? — Dijo con una risita, al ver la expresión de la joven levanto la mano. — Juro sobre mi honor familiar nunca divulgar tu secreto. — Le guiño el ojo y la joven se animo.

—Gracias.

—No hay de qué. — La mira un momento y la comisura de su labio se alza un poco. — Hmm… ¿Y los de Lord Zangetsu son picantes?

—Bueno… la verdad… — Inquieta se arregla un mechón. — Un poco.

Qué imagen tan adorable tenía frente a él ¿Debería escribir otro libro de la serie dama pecadora? ¿Qué diría está adorable dama si supiera que la heroína de esa novela estaba basada en ella o que él mismo era Lord Zangetsu?

—Me gusta este autor, de alguna forma sentí… bueno. — Admitió apenada. — Como si fuera yo.

—Eso quiere decir que el autor hace un buen trabajo ¿No es así? –Oh dios, como le gustaría decírselo.

—¿D-de verdad?

—El trabajo de un escritor es hacer que el lector se imaginé que está dentro del libro, transportarlo a ese lugar, de eso se trata la lectura.

—Supongo que sí.

—Seguramente el autor de esos libros estará feliz de saber que goza de su lectura.


—¿Y bien?— Pregunta Rukia a Cristal una vez las cinco se suben al carruaje. — ¿Le ha gustado a tu marido la lencería que pediste de Paris?

—Le fascino. — La marquesa sonríe complacida. — Yasutora lo amo tanto que no me sorprende que al otro mes me digan que estoy embarazada.

—Ara. — Se le escapa a la marquesa Unohana fingiendo escándalo.

—No salimos de las habitaciones dos días enteros. — Se cubre las sonrojadas mejillas con sus manos enguantadas.

—El marqués quería desenvolver bien el presente al parecer — Bromea la duquesa Shihouin.

—Los calladitos son los más salvajes. — Bromea Rangiku entre risas.

Las otras se ríen también.

El grupo de amigas se habían reunido en la casa de la marquesa Unohana tiene en la ciudad principal, con el fin de conversar durante horas del viaje que Rukia hizo con Orihime y sonsacarle como fue su regreso acompañada de su prometido Renji, sacándole varios sonrojos. Ahora iban a ir de compras y después pasar a un café a comer dulces y tomar los chocolates caliente que están causando sensación por el atractivo camarero.

No se esperaban que la boutique a la cual irían también dejase entrar a ratas.

Y con ratas se refieren a Bambietta.

La condesa de los sinvergüenzas da indicaciones a los empleados de todos los vestidos que quiere sin pensar en los gastos. Estaba sentada en una silla elegante tapizada de seda blanco y tomaba un té que una empleada del lugar le ofrecía.

Se da cuenta entonces de la presencia de las recién llegadas y sonríe contenta, no saben si es por ser tonta o porque finge delante de los demás.

—Pero si son ustedes, hace mucho tiempo que no nos reuníamos todas.

¿Está de broma?

—Soy demasiado mayor para esto. — Murmura Unohana para luego dar la media vuelta. — Las veo en el carruaje.

La marquesa Unohana sale de la tienda sin dar explicaciones y dejando al portero confuso.

—No nos vengas con tu hipocresía roba maridos — Cristal sigue a Retsu, no vale la pena hablar con ella.

—Volveremos a su tienda cuando saquen la basura de aquí. — Dice Yoruichi a una vendedora para luego salir también.

Bambietta apretó con fuerza el abanico de forma discreta al ver a las marquesas y a la duquesa salían de la boutique sin verla siquiera.

—¿No es eso un poco grosero? Solo quería saludarlas después de tanto tiempo.–Dijo la pelinegra usando su mejor sonrisa.

—Tú eres la reina de la hipocresía. — Le saco en cara Rukia. — ¿Quieres que hablemos contigo calmadamente ignorando el puñal que le clavaste a Orihime en la espalda?

—¿Puñal? No sé de que hablas, es el conde Stark el que comenzó a seducirme.–Se defendió.

—No tienes que hacerte la inocente conmigo, Bambietta Basterbine. — Rukia no tenía pelos en la lengua al decir en público las atrocidades de Bambietta.

—Si él no era feliz con ella y quería estar conmigo ¿Que querías que hiciera? –Reclamó indignada, victimizándose hasta el final.

—Una verdadera amiga se habría alejado de inmediato de él, no como otra que alimentó la grieta entre ambos y los separaste. — Algunas mujeres que estaban por ahi cuchichearon al verlas juntas discutiendo.

—No deseo seguir discutiendo contigo Rukia, por la amistad que hemos tenido.–Hablo lastimeramente.

—¿Amistad? — Rukia preguntó incrédula y se echo a reír. — Pero "condesa" nosotras JAMAS hemos sido amigas.

—¿Qué? — Pregunto incrédula.

—El único motivo por el que yo y las demás damas hablábamos contigo es porque queríamos tener una relación "cordial y civilizada" por Orihime. — Rukia la miro como si fuera algo insignificante. — Todas las tonterías y faltas que cometiste las toleramos por ella, pero ni una sola vez ni yo ni las demás te consideramos una amiga.

—E-eso es… — Bambietta trataba de contener la furia. — ¿Es por eso que todas a mis fiestas…?

—Eres rápida para captar. — La ojivioleta abrió su abanico y la miro con lástima. — Es por ese motivo que ninguna de nosotras se ha dignado a aceptar tus invitaciones.

—¡Soy la condesa Stark! — Grito como si eso le ayudara.

—Sí, solo porque robaste el título. — Rukia fue mordaz. — Orihime y tú habrán sido baronesas pero no confundas, aunque tengan el mismo título los estatus de ambas son como el cielo y la tierra.

—E-eh… ¿P-princesa Kuchiki? — Una joven bajita con el uniforme del vestidor se acercó. — ¿P-pasa algo malo?

—Si señorita, que hay un saco apestoso en su tienda. — Se dio la vuelta. — No creo volver a este lugar, no al menos hasta que se hayan vuelto más selectivos con los clientes que atienden. — La joven empleada sudo nerviosa. — Disfruta tu titulo robado por cierto. — Miro las bolsas de compras y los paquetes. — Ya que a lo que veo no creo que te dure mucho. — Se rio burlona.

—¿Qué? ¿Qué quieres decir con eso?

—Intenta averiguarlo tú. — Dicho esto Rukia le dio la espalda, solo camina unos pasos porque de golpe se detiene sin perder el porte elegante de una dama. — Ah sí, lo olvidaba. — Se giro a medias. — Desde este momento informó que no atenderé los eventos en los que la condesa Stark esté presente. — Sonrió amablemente.

—Oh dios ¿Una declaración publica?

—Eso es casi vetar a la condesa de la mayoría de fiestas ¿No?

—Sí, yo no quiero de enemigo a los Kichiki, mejor hacer caso a su pedido.–Susurraron otras jóvenes.

—Que tengan un lindo día.–La ojivioleta salió de la boutique Andimyon dejando a Bambietta temblando y a las otras damas viéndola y cuchicheando, en otras palabras Rukia declarado que la señora Stark era persona no grata para ella, y cuando alguien de la alta nobleza declaraba esas palabras en público lo mejor era no contradecirla.

El carruaje con el escudo de los Kuchiki se acerco y el cochero abrió las puertas ayudándola a subir, las otras damas en el transporte miraban a Bambietta fríamente, Yoruichi ni siquiera la veía, no la consideraba digna de su atención así que no le importaba lo que pasara con ella.

El carruaje arranco poco después mientras la pelinegra veía como se alejaba por la calle ¡¿Porque?! Ella también era condesa, era una noble en toda regla, y ahora la estaban queriendo vetar de la sociedad ¡Era todo culpa de Orihime!

—Nos vamos. — Ordeno la condesa a sus sirvientes, quienes terminaban de subir sus paquetes.

—Condesa ¿Se encuentra bien? — Pregunto su doncella, sin embargo la mirada de esta la hizo encogerse de hombros, estaba furiosa. — M-mis disculpas señora.

Un carruaje hermoso pero no tan elegante como el de Rukia se acerca a la entrada y Bambietta subió a éste lista para encaminarse a la mansión, ya verían todas ella lograría llegar a lo más alto y entonces no tendrían otra opción más que aceptarla.


Mientras tanto en el carruaje del duque Kuchiki Unohana se frotaba las sienes, cansada.

—Marquesa Unohana ¿Se siente bien? — Pregunto Cristal amablemente.

—Sí, estoy bien es solo que cada vez que veo a esa mujer me dan jaquecas.

—Lo entiendo, a mí también. — Agrego la morena.

—Que suerte que no vino la vizcondesa Arisawa, ella no hubiera dudado en golpearla.

—Yo hubiera querido ver eso. — Dijo feliz Yoruichi.

—Y yo. — Agrego la marquesa Sado.

—Tú con gusto la habrías ayudado. — Se rio Rukia.

—No lo acepto pero tampoco lo niego. — Dijo con una sonrisa traviesa.

—Pero no tiene ni un poco de remordimiento, supe que va a todos los eventos pavoneándose como si fuera la reina del lugar.

–Espero amargarle la fiesta con lo que hice.

—¿Que sucedió?

—Dije que no iré a los eventos donde este la condesa presente.

—Oh dios, yo debí hacer lo mismo. — Gruño Yoruichi molesta.

—Cambiando de tema ¿Que creen que Orihime esté haciendo ahora?

–Seguramente disfrutando del lujoso crucero de los Tierr.

–Deberíamos ir también.

–La próxima vez.

–Sin falta.

–Sin falta, no importa si debo amenazar a mi esposo.–Cristal se rio y en algún lugar Yasutora tuvo un pequeño escalofrió.


Orihime sale de su camarote vistiendo un vestido color verde oscuro, blanco en el borde del escote, hombros descubiertos y con la falda larga que no se nota sus zapatos de tacón blanco; en la parte blanca le han bordado de oro figuras en forma de conchas de mar y en el centro cuelga un lazo con un verde más oscuro que el vestido y ahí descansa un broche de esmeralda en forma circular, mismo material de sus pendientes que cuelgan a nivel de su barbilla; en la cintura le cuelga una cadena de oro delgadísima y que dio dos vueltas para que las puntas caigan en su cadera derecha; las mangas son largas y ajustadas a la forma de su brazo, aunque en la muñeca le cae holgada en flecos; y por última, al borde de la falda, igualmente los hilos dorados pasaron por ahí a dejarle más formas de conchas marinas. Ogawa le había recogido un poco de su pelo, simulando un cintillo hecho de trenzas que mantuvo firma gracias a un lazo blanco.

Ichigo la espera afuera para ir juntos a cenar nuevamente en el restaurante del crucero. Orihime se sonroja un poco de lo apuesto que luce en sus pantalones blancos, una camisa de mismo color y encima un saco color azul oscuro que le llega a las rodillas con bordados de ramas en los bordes hechos de hilos plateados; en su cintura le cuelga dos cinturones blancos, formando una cruz y lleva en el centro un broche con el logo del Imperio de Karakura: una calavera dentro de un pentágono; lleva una corbata del mismo tono de azul que tiene un broche de oro puro que le grabaron un caballo y una espada dentro de un escudo que es nada menos el símbolo de su ejército de la espada negra, y del broche le cae una cadena de oro cuyo otro extremo termina en el hombro derecho.

—Orihime, si me permites, luces hermosa.

—Gra-… gracias. — Junta sus manos en sus faldas. — Usted luce muy bien también. Todo un caballero.

—Tenía que esforzarme en merecer el derecho de escoltarla a comer.

—De verdad, no debió hacerlo... no es necesario que me acompañe siempre. No quiero molestar.

—Y y le he dicho tres veces que no me molesta ir a comer contigo todo los días. Me gusta estar contigo.

Le gusta estar… conmigo… Su cara de nuevo se le acalora que debe agachar la mirada un segundo en busca de autocontrol. Serénate Orihime, está siendo bueno contigo, un amigo. No andes imaginando cosas como una chiquilla.

—De seguro se va a aburrir de estar doce horas conmigo a diario.

—Solo un tonto lo haría.

Aunque se ha dicho que mantuviese la calma, sus emociones se alteran y debe esconder el sonrojo fingiendo arreglarse un mechón rebelde.

—Más le vale no retractarse — Reprende ella con cariño.

Un grumete les abre las puertas e Ichigo la guía a la mesa a pesar que llevan ocupando el mismo puesto tres días. Ya era costumbre verlos ahí en horas de la comida, la mejor mesa con vista al mar.

—La eche de menos en el almuerzo — Comenta Ichigo casual, desayunan en privado y en el almuerzo y cena comparten.

—Lo siento, tenía trabajo que atender. — Comenta apenada, pensando en los papeles que le llegaron a Egipto por parte de su padre sobre el viñedo. Toma su copa y toma un trago de vino. — Un pequeño negocio que me entretiene.

—¿Un negocio?

—Ahora que soy una divorciada marginada, debo encontrar la manera de matar el tiempo. — Bromea de su situación aunque Ichigo nota la amargura escondida.

—¿Sería grosero preguntar de donde saco el dinero? — Pregunta tanteando el terreno, no quería faltarle el respeto.

—En los trámites de divorcio, solo exigí que se me devolviera el dote que mi padre dio cuando nos casamos y decidí invertirlo.

—¿Y no tuvo problemas con su padre? Normalmente ellos no toman en serio a sus hijas.

—Siempre me he considerado una persona afortunada al tener padres con mentalidad abierta. — El camarero llega con la comida y el par de amigos le da las gracias. — Para empezar, mi padre nunca ha tocado una moneda del dote de mi madre. — Sonríe ante la mirada sorprendida del escritor. — Sabía lo mucho que ella quería su propio negocio, así que solo uso el dote para ayudarla. Cuando nací yo, ellos sabían que tendría la misma educación que Sora, así que contrataron profesores de Quincy ya que en Karakura los maestros ven ofensivos enseñar a una niña… así que se puede dar una idea de lo que mi padre pensó cuando quise usar el dote en un negocio.

—Lo vio tan normal que enseñarle un bordado. — Pensando en su hermana Yuzu, toda orgullosa de haber terminado una nueva obra de arte. — La verdad es que sí, es una persona afortunada, otro hombre se habría enojado con su hija el solo pensar en dejar a su marido.

—Debió verlo cuando se enteró... casi va a la casa Stark a cometer homicidio si madre no interviniese.

—Debió dejarlo, yo habría hecho lo mismo en su lugar.

—La verdad lo veo capaz. — Se ríe risueña al imaginarlo. — Que Dios proteja este mundo si le regala una niña.

Ichigo sonríe cómplice con la broma. La verdad es que no está errada aquella mujer porque por desgracia en eso se parece a su estúpido padre.

—Y si hizo una inversión entonces si le dio el conde lo que pedía.

—Bueno... no estaba muy contento pero sabía que era lo justo porque yo trabaje tanto como él en sacar adelante la familia Stark. — Toma una pausa en comer. — De seguro sabe las tonterías que hizo su padre y que mando a la familia casi a la ruina… — Lo ve asentir mientras toma otro poco de vino. — Nos conocimos luego que tomase el mando, pagando una de las deudas… y para no alargar nuestra historia de amor: nos enamoramos, nos casamos y con el dote trabajamos codo con codo, salvando a la familia de la ruina. — Observa el mar un momento y se muerde un poco el labio por recordar el final. — Y por eso era justo que me diera mi dote de regreso. — Se encoge de hombros, restándole importancia a la situación cuando en realidad aun le duele. Enfrenta a Ichigo con una sonrisa. — Y un día, aburrida, decidí invertir en un negocio propio y hasta ahora va bien.

Más bien estaba deprimida pero eso no debe saberlo.

Ichigo se la queda viendo un momento, tomando su copa de vino y analizando aquella información obtenida. De nuevo piensa que el conde Stark es un idiota por dejar ir a esa mujer, la verdad es que no lo entiende y tiene ganas de saber el por qué sin embargo sabe que esa línea no debe cruzarla con Orihime, hay confianza pero no tanta.

—¿Y de qué es el negocio? ¿Se puede saber?

Las mejillas de Orihime se tiñeron en vergüenza.

—Preferiría no revelarlo, es un secreto.

—Prometo guardarlo. — Sin embargo se mantuvo cabezota, mordiéndose el labio y mirando fijo su plato. — De acuerdo, por hoy me rindo. Creo que la he hostigado de preguntas, mis disculpas.

—Entonces la próxima vez me toca a mí hacerlas.

Tregua.

Y él acepta.

Terminada la cena y el postre se quedaron hablando de literatura nuevamente, en especifico y para asombro de Orihime, lo que Ichigo se encuentra escribiendo; una escena en especifico que estuvo dándole vueltas toda la tarde y lo mucho que quisiera saber su opinión al respecto. Obviamente Orihime se sintió en la gloria.

Salieron siendo casi los últimos, hablando sobre otra fiesta que hará el crucero que solo asistirá Ichigo si ella es su pareja de baile, a lo que la pobre ex condesa casi le provoca un infarto de felicidad. El heredero solo tuvo que rogar dos veces y la había convencido; y con su confirmación ya se muere por volver a la pista de baile con ella, algo no normal en él por siempre evitar los bailes.

Doblaron una esquina y vieron salir de la nada del bar un grupo de caballeros ya pasados de copa, uno de ellos a punto de chocar con Orihime por falta de equilibrio… pero Ichigo es más rápido, tomando a la hija del barón Tenjiro del antebrazo y atraerla a su cuerpo, quedando pecho con pecho en un abrazo, así protegiéndola de aquellos brutos involuntarios.

La mente de Orihime queda en blanco, su cuerpo estático y con el aroma del futuro Duque inundando sus fosas nasales, y está segura que su corazón late tan fuerte y rápido que es imposible que él no lo escuche. Algo similar le pasa a Ichigo, aun estando concentrado en cuidarla, no puede evitar emborracharse del aroma femenino y negándose rotundamente a soltar su cintura, puede jurar que si agacha su cabeza un poco más y lo desvía, sus labios tocarían la mejilla y sabría que tan suave es su piel.

Y esa cintura… Dios, quiere…

—¿Ichigo?— Su susurro se puede comparar a un cervatillo asustado y lo saca del trance. — Ya se fueron…

—¿Eh?... oh sí. — Maldiciendo en su mente la suelta sin mucho ánimo. — Parece que es hora de los ebrios, déjeme escoltarla.

—Claro, después de todo somos vecinos. — Bromea queriendo que desaparezca esa extraña atmosfera.

—Lógica aceptada. — Admite y pensando aun en cómo quiere aferrarla en un abrazo y besarla hasta quedar borracho de su sabor.