Capítulo 8: Problemas en tierra.

El baile de aquella noche sigue igual de esplendido que las anteriores con su música y la ambientación que invita a la gente bailar, sin importarles incluso a que sus pies se cansen. Y nuevamente la gente es testigo de ver a su Excelencia, uno de los hombres más importantes de su Imperio o quizás de los seis continentes bailar, sabiendo que no es su mayor placer, muy a gusto con la misma jovencita que se les ve juntos en las comidas. Ya saben que es la hija de un barón y algunos averiguaron que esta aparentada con la familia dueña del crucero, de ahi algunos jóvenes curiosos quisieron acercarse a ella con el fin de platicar y llegar a algo más... pero basta la mirada seria que Ichigo les regala cuando Orihime no ve para que se echen atrás.

—Ichigo. — Ella llama su atención sin saber que acaba de hacerlo: espantar chicos. — Tengo que irme ya a mi camarote.

—¿Temprano? — Ahora que se fija bien, Orihime luce como si se estuviera conteniendo el dolor. — ¿Debo llamar al doctor? No luces bien.

—No, no... — Sin embargo hecha mas presión al agarre en su brazo. — Me duele el estómago pero no es grave.

Alarmado de preocupación, la ayuda irse del baile, escoltándola e ignorando sus reclamos sobre no perderse la fiesta por su culpa, no sería divertido sin ella después de todo. Tuvo que caminar más lento apenas quedaron solos en los pasillos al darse cuenta de cómo su compañera momentánea de viaje se contraía de dolor con pánico sincero en los ojos.

—Hay que llamar a un doctor — Igual se alarma, totalmente preocupado de su salud.

—No, no… estoy bien Ichigo, solo debo ir a mi dormitorio.

—No luces bien — Orihime desvía la mirada, parece que quiere decirle qué tiene pero le da vergüenza admitirlo. — Si es algo de mujeres, no tengas vergüenza conmigo, tengo dos hermanas después de todo.

Orihime lo piensa un momento y decide aceptar su propuesta, después de todo tiene razón: ¿Como Su Excelencia no va a ser conocedor y aliado de estos males si tiene hermanas que deben pasar por el mismo dolor?

—Yo… creo que… — Su cara se vuelve más roja aún y cierra los ojos por otra punzada de dolor. — se me adelanto...

—¿Se le adelanto?

—Sangrado…

Tarda solo dos segundos en asimilar lo que está pasando y se pone igual de rojo que la divorciada. Luego se recompone y, para asombro de Orihime, él la había cargada como si no pesase nada y al estilo nupcial que su cara arde de todos los tonos en rojo.

—¿Su excelencia?— Chilla en bajito, no quiere llamar la atención.

—Ichigo — Corrige mientras camina rápido a la zona VIP. — Así iremos más rápido.

—P-p-pe-pero…

—Te prometo que nadie nos vera, más importante es tu salud.

Cumplió su palabra, hubo un momento en que cerca iban a encontrarse con una pareja pero Ichigo hábilmente se esconde justo a tiempo y le susurró a Orihime que no hiciese ruido. Llega al cuarto de la joven, toco dos veces con el pie y abre abruptamente, sorprendiendo a Ogawa levantándose de un brinco en uno de los sillones y un libro se cayó al suelo.

—¡¿Lady Orihime?!— Chilla al verla en brazos del heredero Kurosaki. — ¡¿Se ha lastimado?! ¡¿Donde le duele?!

—Orihime está sangrando y necesita tu ayuda.

Ogawa busca de inmediato una herida que no está, luego se da cuenta que su señorita no dice ni una palabra por la pena, incluso esta sonrojada, y ahí se da cuenta que Ichigo no habla de sangre provocada por una herida, sino sangrado menstrual.

No sabía si reírse de la situación con el heredero del ducado presente.

—Ba-… bájela su excelencia, yo me hare cargo desde aquí. — Ichigo la obedece y los tres se quedan un segundo quietos sin saber cómo proceder. — Gracias su excelencia, puede retirarse.

Su abuela y madre estarán sorprendidas en cuando les cuente la calma que mostró y cómo echó a un Kurosaki dignamente del dormitorio. ¡Ay, qué emoción!

—Gracias Ichigo… — Susurra Orihime mirando el suelo.

—Por favor, avíseme en cuando deje de dolerle… para que me quede tranquilo.

—Tranquilo su excelencia, Lady Orihime solo pasa por lo mismo que todas las mujeres del mundo.


Bambietta no entiende qué está pasando.

Esto no estaba en sus planes.

—¿Coyote? — De la nada su marido ha entrado a la habitación con ojos furiosos dirigidos a ella, al punto que una descarga de miedo le recorre la columna. — Q-… ¿Qué ocurre?

—¿Qué fue lo que te he pedido? — Le enseña algunos cuadernos que no sabe para qué son. — Te he dicho que seas moderada con los gastos.

—Pero si lo he hecho.

—¡Claro que no! — Le arroga al regazo aquellos cuadernos que no conoce su función. — Se ha contabilizado lo que has comprado… ¡En una semana has gastado seiscientas monedas de oro!

—¿Lo he hecho? — A pesar del miedo actúa tranquila y despreocupada. — Ya sabes que soy mala en matemáticas, pero estoy segura que para el condado Stark no es nada aquella suma. — Hace un gesto con la mano, restándole importancia.

—¡Estúpida! — Brama él y Bambietta da otro brinco. — ¡Nos has dejado en la ruina!

… ¿Qué?

Es una broma, eso es… no, es una vil mentira psicológica solo para jugar con su mente y sea solo él quien disfrute el dinero como su padre. ¿Cree que puede hacerla tonta solo porque sus padres no dan miedo como los de Orihime?

—Coyote, no hagas esas bromas de mal gusto.

—No es una broma condesa. — Habla Tesla, temeroso que el señor haga algo inapropiado a causa del enojo. — Creo que el conde le explico que había problemas económicos.

—Sí, pero no es pa-… — Se interrumpe, brincando del susto porque Stark golpeo la mesa que los separa. — C- ¿Coyote?

—Si hubiera sabido que eras estúpida no te habría dado la libertad económica como a Orihime.

Un silencio sepulcral.

¿La ha comparado con esa perra?

El miedo desaparece y ha sido reemplazado por la rabia. Su orgullo ha sido herido y ni siquiera él saldría inmune a su ataque.

—¡¿Cómo te atreves a insultarme de esa manera?! ¡¿Cómo te atreves a mencionar a esa bruja en mi presencia?!

—¡Esa bruja, como llamas, al menos sabe matemáticas! — Le nace la necesidad de ahorcarla o pegarle, a ver si al menos alguna neurona despierta. — ¡Y comprende que si hay crisis, hay que ser moderados!

Da vueltas por la habitación y Bambietta por primera vez se siente insegura, que las cosas no están saliendo como tenía planeado. Se supone que estas cosas no pasan, las esposas gastan para presumir y los maridos se quedan encerrados trabajando y no molestando, tal como ha visto en las demás damas que están bien casadas. Y ella está bien casada. Toma aquel cuaderno y le echa un vistazo con mucho esfuerzo en realidad, no es buena en los números, por mucho que la perra quiso enseñarle, solo sabe cosa básica de administración; tarda en darse cuenta que su cerebro tiene que hacer un cambio abrupto de lo que creía hasta ahora.

—P-pero… a-así n-no…

—¿Acaso creíste que cuando te dije que tenía bajas por culpa del barón Tenjiro era insignificante? ¡He perdido tres socios por tu culpa!

—¡¿Mi culpa?!

—Sí, tuyo por haberte insinuado y hacerme perder clientes que favorecen a Orihime y a los Kuchiki.

La cara de la mujer se pone rojo, una mezcla de vergüenza y rabia por parte iguales; le molesta que le llame fácil, le molesta que la compare con Orihime y le molesta que le eche la culpa de las perdidas por culpa de esa zorra de Rukia. Claro, ella debió intervenir en su vida no solo en fiestas, sino en su dinero quitándole clientes a Coyote.

—Tesla. — El hombre ve a su asistente, aun esta molesto pero ya entiende que no le sirve seguir discutiendo con ella. — ¿Alguna idea de cómo solucionar esto?

—Eh… hay cosas que no podemos arreglar como algunos despidos que hizo, pero podemos devolver las compras de la señora.

—¡¿Qué?! — Bambietta se pone en pie. — ¡No! ¡Seré el hazmerreír!

—Pues espero que así aprendas a obedecer y escuchar a tu marido. — Dictamina Stark viéndola fríamente. — Arréglalo Tesla con Charlotte, lo que se puede quedar y devolver.

—Despedí a Charlotte ayer. — Replica Bambietta de brazos cruzados.

—¡Lleva veinte años trabajando con nosotros!

—No me importa, me veía mal. — Viéndola siempre con prejuicio, decía claramente con esos ojos que no se merecía estar ahí y Orihime sí.

—Arregla eso también Tesla… y nueva regla: no dejen que gaste ni compre hasta nuevo aviso.

Sale ignorando los gritos y reclamos de Bambietta, cerrando de un portazo. Camina a grandes zancadas, maldiciendo su mala suerte sin parar y sin entender lo que ocurre: tras mucho tiempo ha regresado a su mala época. ¿Cómo? ha hecho las cosas bien, con sacrificios ha salido adelante tras los problemas que su padre le metió y tras el suceso de su divorcio, se aseguro que cada moneda valga la pena sin degastar uno de más… hasta que Bambietta lo arruinó.

Fue estúpido de su parte no ser cuidado, no vigilarla y darle libertades. ¿Por qué creyó que podía confiar en su sentido común?

Porque nunca tuviste ese problema con Orihime.

Gruñe enojado y golpea una ventana, liberando en esa acción toda la frustración y enojo, suspira agotado mientras murmura lo infantil que está haciendo, se frota la cara con una mano y mira por el rabillo del ojo la ventana, como un reflejo, y nota que está viendo lo que ha evitado desde el divorcio: el jardín de Orihime.

Ella se había apropiado de esa zona y en sus ratos libres la pasó ahí, especialmente en los tiempos malos, al comienzo de su relación en que no estaban bien de dinero; ella decía que era bueno para la salud (también es una costumbre de estar en el campo) pero era consciente que era su manera de entretenerse sin tocar los ahorros.

"Buenos días querido" era su saludo cada vez que estaba ahí plantada y lo descubría observándola justo desde esa misma ventana, luego le sonreiría y le enseñaría las flores que ha elegido para adornar la mesa en el desayuno.

Yo te amo, te he respetado y te he apoyado.

¿Y me lo agradeces con insultos?

—Orihime… maldita sea…


Después de haber dejado a Orihime en su habitación Ichigo se dirigió a su propio camarote, el mayordomo asignado le dio la bienvenida para después por orden suya llevarle una botella de vino. Fue agradable descubrir que a bordo tenían su vino favorito, por lo que dijo el mayordomo el propietario de la marca había llegado a un acuerdo con el presidente de la compañía y subieron algunas botellas a bordo y habían sido un éxito.

Toma otra copa de vino y luego maldice con las mejillas rojas, recordando la situación momentos antes. Se ha visto como un tonto, se supone que esas cosas no deberían afectarle al ser escritor y por sus hermanas… ¡Si ha visto él mismo como se les mancharon el vestido! Aun recuerda lo emocionada que estaba Yuzu en su primer baile y al final tuvo que sacarla a escondidas al notar una mancha roja en su blanco vestido debutante, tuvo que aguantar su lloriqueo todo el viaje porque se le arruino todos los planes y le dejo su saco de asiento para que no manche el carruaje. De ahí que reaccionase con cargar a la hija del Barón hasta su recamara, en su consciencia tenía sentido: si la llevaba en brazos, llegaría más rápido y así evitaría la mujer un bochorno si la pillan con la ropa manchada o sangre escurriendo entre sus piernas. ¿Debió dejarle su saco también?

Detiene el trayecto de su copa al darse cuenta por fin de una cosa: Orihime estuvo en sus brazos. Sabía lo que había hecho pero no fue consciente de ello hasta ahora porque una cosa es hacer las cosas a consciencia y otra muy distinta es dejarse llevar por el pánico. Más sonrojado todavía se toma lo que queda del vino de un trago.

Maldita sea, quisiera ser más consciente de ello, porque no recuerda mucho el cómo fue, solo el cosquilleo en su cuello por el aliento de Orihime.

Se puso cómodo y se quito las elegantes ropas para reemplazarla por un pantalón de satín y una camisa blanca holgada. Mientras se servía una copa, Ichigo se recostó en una cómoda silla de su terraza y se dedico a mirar las estrellas mientras se hundía en sus pensamientos. Nunca pensó que aquel viaje a Alemania y que se había extendido a Egipto lo llevaran directamente a Tenjiro Orihime, la mujer por la que su mente no dejaba de fantasear desde hace años.

Ya la había visto de reojo en el palacio imperial por una comisión de bienvenida de Austria, se veía muy hermosa con ese vestido y guantes azules estampado en flores plateadas, pero como era una mujer casada la respetó y ya no puso mucha atención, ni siquiera pregunto por su nombre. Su esposo el conde Stark no era un hombre muy listo, por el contrario era un hombre perezoso y él era de la idea que si hubiese tenido oportunidad este habría heredado el tedioso trabajo de dirigir el título de conde a otra persona pero para su suerte o desgracia él era el único heredero del conde anterior por lo que eso significaba seguir su legado y como le había dicho Orihime antes pagar las deudas dejadas por este ¿Cómo pudo dejar a una mujer tan maravillosa para liarse con su amiga? Era el pensamiento que no cavia en su cabeza, había pocas mujeres como la ella: hermosas, inteligentes, cultas y educadas.

Si tan solo él hubiese conocido a Orihime un poco antes del fatídico encuentro con el conde nada de esto estaría pasando, la habría visitado formalmente, la hubiese cortejado como se debía… y ahora que lo pensaba ¿Por qué no la había visto antes?

—Estoy seguro que frecuentábamos los mismos lugares ¿no? —Pensó para sí mismo.

La respuesta llego a él como un rayo, Ichigo había estudiado fuera del país un tiempo y antes de casarse Orihime la pasaba mas en las tierras de su familia, no habían tenido la oportunidad de verse frente a frente hasta ese banquete.

—Jodida suerte me cargo. —Gruño el joven mientras recordaba la expresión amarga de la chica al hablar de su pasada relación. — Creo que recuerdo a esa tal Bambietta.

Si mal no recordaba era una chica de cabello negro, no era mal parecida pero no era su tipo y además el joven duque tenía muchas cosas en mano más importantes que estar al pendiente de una de tantas baronesas, la condesa Rosemary intento presentársela pero algo en ella no le agrado, fue cortés y caballeroso pero fue todo, fue extraño como si sintiera una repulsión y rechazo instantáneos solo con la presencia de la pelinegra.

Lo siguiente que recordó fue como el cabeza de familia Coyote Stark iba al palacio seguido por las reuniones del consejo noble, el pelinaranja como futuro duque también a veces acompañaba a su padre a esas reuniones para aprender y en varias ocasiones noto a la lady Basterbine aparecerse en los lugares donde estaba el antes mencionado. Su desagrado por esa mujer aumento y se confirmo cuando noto como se acercaba a Stark con claras intenciones de seducción pero no se preocupo, si era listo el conde no le haría caso. Fueron varias veces mas que le toco ver como el conde rechazaba a la baronesa.

Se sumergió en sus deberes un tiempo y corto su asistencia a reuniones y eventos sociales hasta que un día fue a casa de Rukia para ver al duque Kuchiki por una cuestión de negocios y la vio alterada.

¡Esa zorra, maldita, desgraciada hija de …!

¿Qué te pasa? —Ichigo se sorprendió al ver a su amiga bajando las escaleras de mal humor.

¡Nada!

Díselo a quien te crea. —Hablo sarcástico

¡Lastimaron a una de mis mejores amigas!

¿La atacaron? ¿Alguien la golpeo?

¡Ojala fuera solo eso! Así al menos golpearía o mandaría matar al desgraciado. —Gruño. — Pero es más complejo. Se lo dije muchas veces, que no confiaba en esa mujer de estatus inferior, que se alejara de ella pero es tan buena que… ¡Agh! —Exclamo frustrada.

Tranquilízate y explícame porque no te entiendo.

Orihime.

¿Orihime?

Es el nombre de mi amiga.

¿Y?

Su marido.

¿Qué cosa?

¡Su estúpido marido se acostó con su "amiga"!

Eso es serio. —Dijo seriamente el hombre.

¡Lo sé! Lo peor es que siempre le dije a ella que no me agradaba Bambietta.

¿Bambietta? Espera, con el esposo de tu amiga ¿te refieres al conde Stark?

El mismo ¿lo conoces?

No lo trate mucho, mi familia está en proceso de hacer negocios con él.

No lo hagas.

¿Disculpa?

¡Te digo que no hagas negocios con ellos, son de los peor!

Después de mucho parloteo y poco de chantaje emocional de parte de Rukia logro disuadir al príncipe de rescindir negocios con el condado Stark.

No lo supo en el momento pero esa decisión afecto letalmente al conde al verse reducidas sus oportunidades de negocios y mermo significativamente su economía.


Orihime ha pasado al final dos días encerrada en su cuarto a causa de su sangrado, le dolía horrores y le llevaban la comida con mensajes de recuperación rápida por parte del capitán (al ser la menstruación un tabú, un secreto a voces, una dama debe anunciar que simplemente esta indispuesta). Los momentos en que no le dolía se quedaba leyendo en un sillón o frente a su escritorio avanzando sus cartas o trabajo. Ya cuando decidió salir al ojo público otra vez, era el último día en el crucero e Ichigo se aseguró que lo pasase bien, no ha hecho un comentario sobre lo sucedido anteriormente, ya sea por vergüenza o modestia, pero igual lo agradece mucho.

Ya en la noche ha pasado a retirarse temprano de la cena y aceptó la invitación de ir junto a Ichigo al hotel una vez supieron que se alojarían en el mismo lugar, Ogawa la ayudó a quitarse el vestido y cambiarse por el camisón de dormir, uno color lavanda con flecos blancos en el escote, mangas largas y la falda hasta los tobillos.

—Vete a dormir Ogawa, no creo necesitar tu ayuda hasta mañana.

—¿Segura mi lady?

—Sí, si necesito algo le diré al ama de llaves del crucero. — Sonríe amablemente. — Anda, tomate un descanso.

Ogawa asiente y le desea buenas noches antes de ir a su pequeño dormitorio a dormir.

Apenas queda sola, la sonrisa de la divorciada desaparece y mira uno de sus maletines con tensión en el cuerpo. Titubea, pero al final se arma de valor y lo abre, revelando unos lápices negros y un cuadernillo con páginas en blanco, ambos con el propósito de dibujar. Recoge el cuadernillo y se queda mirando los pequeños y pobres dibujos que ha intentado recrear de sus viajes pero no es ni la punta de lo que eran sus dibujos antes de pillar a su ex marido con su ex amiga. Apenas le sale algo decente para sus vinos como el gorrión azul con la flor del mismo color que uso en su primera línea de vinos y luego el colibrí con la misma flor que representa su segunda línea de vinos. Ya debe empezar a dibujar el pájaro que quiere para su nueva línea de vinos blancos, no lo puede atrasar más y lo mejor es que lo envié a su padre apenas toque puerto.

Para ser honesta, le sorprende que nadie haya notado que la flor es un guiño a su familia. El emblema de los Tenjiro es nada menos que una flor azul de seis pétalos con un arma en el centro que es un palo de madera con una hoja afilada tipo cuadrado; además el gorrión azul es el de su familia materna, los Ichibei, que consiste en aquella ave azul que descansa sobre un enorme rosario budista color rojo. Ha mezclado ambas familias en su primera línea de vinos y decidió conservar la flor en todas las líneas de vino que se le ocurra hacer.

Se pone su bata color violeta con blanco en los bordes y un lazo rosa pálido alrededor de su cintura al cerrarlo de manera desordenada, igual tiene las mangas largas y de largo a las rodillas; se cubre los pies con unas simples pantuflas lavanda y abre el ventanal que da a la terraza, pesca el sillón del tocador y a paso torpe lo saca al exterior, recoge uno de los lápices, el cuadernillo y se sienta al aire libre a dibujar, apoyando en algún momento los pies en el barandal. En Egipto ha visto algunas aves nativas de allí y decidió que Pycnonotus barbatus era el adecuado por su plumaje entre blanco y gris (hay algunos también en cafecito bien clarito), que contrastaría bien con el color del vino. Primero prueba con el ave dando al vuelo de espalda con el fin que se note bien su plumaje, luego con el ave descansando en una rama de uvas, agarrando una con el pico, y al final se le ocurrió dibujarlo volando de perfil con una pirámide de fondo.

—Mmm… — Extiende sus brazos, mirando mejor los tres dibujos en la misma hoja. Lo ladea un poco a la derecha. — ¿Cuál, cuál, cuál…?

—Me gusta el segundo.

Fue tan sorpresivo que pega un grito y se cae con silla y todo para atrás.

—Au… — El golpe en la cabeza le duele un poco pero sigue viva, en cambio su brazo derecho es otra historia.

—¡Orihime! — Escucha algo caer a su lado y cómo le tapa la luz. — ¿Te has lastimado en alguna parte? No quería asustarte así, lo siento.

Aquel misterioso pero conocida persona la ayuda a incorporarse, quedando sentada en el suelo y así ella puede verlo mejor.

—¿Ichigo? — Sorprendida que no pone reparos en que está ahí tocándole el brazo en busca de algún moretón o que este viéndola en camisón por mucho que tenga la bata encima. — ¿Cómo…?

—Somos vecinos con terraza. — Explica simplemente, aliviado de que esté ilesa y le ayuda a ponerse en pie.

—¿Qué…? — Reacciona una vez entiende a lo que se refiere: ¡Ha saltado de su terraza a la de ella! — ¡Eso es peligroso! ¡¿Qué pasa si se hubiera caído?!

—Orihime, te recuerdo que he estado en el campo de batalla, enfrentando cosas peores que saltar tres metros de una azotea a otra. No pasa nada.

—¡No de las cosas por hecho!

—Cuidado, si sigues gritando vendrán tanto tu doncella como el ama de llaves y me vera aquí contigo en pijama. — Advierte en broma y con una expresión de seductor que enciende las mejillas de la divorciada a todos los tonos rojos habidos y por haber. — No te preocupes, si eso sucede me haré responsable y me casare contigo.

—Su excelencia, no se atreva a bromear conmigo así, que le recuerdo que ya lo han visto tres veces a solas con una dama y aquí sigue soltero.

—Eso no cuenta. — Un poco malhumorado, no recordaba con buen agrado esas mujeres que ingenian de todo para tratar de forzar un matrimonio a la fuerza. Se agacha nuevamente para recoger el cuaderno y lápiz. — No sabía que dibujaras.

—Yo… — Aun sonrojada, le arrebata sin cuidado su preciado tesoro. — No mucho… — Evasiva entra a su dormitorio, va a dejarlo en su escondite y más tarde seguir, apenas quede sola de nuevo.

—A mí me pareció lo opuesto.

—Lo siento, pero no quiero hablar de eso. — Dice mirando el suelo.

—Oh… — Se queda mirando esa expresión triste e intuye que tiene la culpa otra vez Stark y Bambietta. Un enojo primitivo le revuelve el estómago y sus manos le pican con ganas de romper cosas… y si son las caras de ellos dos, mucho mejor. — Como ordene mi lady.

Ella se lo agradece con una sonrisa pequeña y pregunta si quiere tomar algo antes que vuelva a saltar a lo Tarzan de regreso a su camarote.


Por fin el crucero se acerca a su destino: el puerto de Valencia.

El capitán Sasakibe ha dado la orden que primero se bajaría los de segunda clase para despejar el camino a los de dinero, que bajarían tres horas después, así que Orihime opta por no apresurarse en arreglarse. Toma el desayuno aun en su camisón y bata en el escritorio mientras Ogawa organiza el equipaje con el ama de llaves y dos criadas, también termina de revisar por última vez su correo que debe enviar a su familia y amigas.

—Ya hemos separado lo que enviaremos por correspondencia. — Ogawa señala cinco baúles azules oscuro que están lleno de ropa y presentes que enviara a casa. — La voy a vestir ahora.

—Adelante Ogawa.

Su doncella le recoge el pelo descuidadamente con el fin de vestirla sin problema. Le coloca primero una blusa blanca con los botones en la espalda por los flecos de encaje con dibujos de flores en el centro con un lazo violeta oscura con un broche de oro con un diamante en el centro, las mangas largas y holgadas, ajustadas en las muñecas; una falda del mismo color del lazo pero en un tono más claro, le llega por debajo del busto, ajustada hasta sus caderas y luego cae suelta hasta sus tobillos, mostrando sus zapatos blancos de tacón. Ogawa le suelta el pelo nuevamente, recoge la parte de arriba y le pone un lazo igual violeta, agarra entonces todo el pelo para hacerle una trenza, dejando unos mechones a propósito a que ande suelto; y finaliza con unos aros, una pequeña flor en sus orejas.

—Preciosa como siempre.

—Gracias Ogawa, ¿Cuánto falta para que podamos bajar?

—En unos veinte minutos. — Avisa la ama de llaves. — Daré el aviso de que traigan los carros de equipaje.

—Se lo agradezco.

Orihime recoge todas sus cartas y paquetes pequeños que los guarda en un maletín blanco de cuero que lleva colgando en su hombro derecho; debería dejárselo a Ogawa pero prefiere llevarlo ella misma.

Escucha que tocan la puerta y aprueba a su doncella personal que abra la puerta, dejándose ver la figura siempre gallarda de Ichigo.

Definitivamente le siente bien todo.

Desvía la vista, fingiendo arreglarse un poco la falda con el fin que no note su sonrojo.

El heredero parece que ha optado por informal totalmente, quizás no quiera llamar la atención porque no lleva nada que lo delate ni como un Kurosaki ni como general de la espada negra. Solo unos pantalones negros, una polera que de seguro debe usar para entrenar y encima un saco que mantiene cerrado con un cinturón con piel de serpiente. Su cabello lo ha dejado al natural. Orihime agacha la mirada, no fijándose en los zapatos bien lustrados si no en una arruga peculiar en su pantalón que ella ha visto tanto en su padre y hermano que puede apostar cinco monedas a que lleva una daga escondida; y si es así, debe tener otra en la espalda, oculta bajo el saco.

Ahora que lo piensa… ¿Entre su equipaje estará su famosa Zangetsu? Una espada totalmente oscura que fue usada la última vez por su abuelo hace veinte años. El duque Isshin se la entregó con ceremonia y fiesta hace cinco años; había ido a la ceremonia con Stark y su hermano (su padre no pudo asistir por asuntos de trabajo), había pensado que en ese segundo, en cuando lo ve caminar en el pasillo hacía su padre, que la Casa Kurosaki estaba a salvo en sus manos… por la fuerza que emana su porte, destacando definitivamente los ojos, éstos prometían alianza o una pesadilla si lo buscabas de enemigo.

—Buenos días, su excelencia.

—Ichigo. — Corrige él frunciendo el ceño.

—No puedo… vamos a bajar y habrá gente observándonos.

—No les tomes importancia.

—Pero no quiero meterlo en un chisme.

—Ya estoy en esos chismes todos los días, créeme… salgo a la esquina y ya creen que voy por una mujer. — La ve abrir la boca, lista a debatir. — Orihime, en serio… que no te preocupe lo que diga la gente. — Toma su mano sin pedir permiso siquiera y aquello le provoca una descarga a ambos sin saberlo. — Comprendo que eso te agobie al ser el blanco de la nobleza por mucho tiempo… pero te lo prometo, por el honor y nombre de mi familia: protegeré tu reputación.

Y si debe manchar Karakura de sangre por ello, con gusto lo hará.

La hija del barón mira el suelo, avergonzada, y asiente.

Llegaron los mayordomos y grumetes, seis de cada uno, Orihime les explica personalmente que baúles van con ella al hotel y cuales irán a correos. Otra persona toca la puerta y se asoma el capitán Sasakibe, quien da una inclinación de cabeza como saludo.

—Seré su escolta hasta el hotel, como prometí a Lady Harribel.

—Oh, no tiene que molestarse. — Orihime se apena ante su amabilidad e insistencia de su cuñada por cuidarla.

—Sé que irá bien acompañada de su excelencia, estoy seguro que ni un pelo suyo será lastimado en su presencia. — El rubor crece en la joven mujer. — Sin embargo, concédame el honor de tranquilizar a la dama que ambos apreciamos.

Y así los tres bajan del crucero con Ogawa atrás, quien tenía un quitasol abierto para su señora al pegar demasiado fuerte el sol. Ichigo había solicitado un carruaje enorme en el cual colocaron tanto su equipaje como el de su amiga, también agrega la única maleta que lleva Sasakibe. Orihime le pide a Ogawa que espere en el carruaje en lo que va al Correo a dejar la mitad de su equipaje y lo que cuida celosamente en su maletín.

Los Tierr habían hecho una asociación con la empresa postal Butterfly (cuyo logo es una mariposa negra con tonos rosa oscuro) con el fin que abrieran cerca de sus paradas de trenes y barcos, con el fin de ahorrarles a sus clientes el trabajo de ir a otra sucursal de la misma empresa estando muy agotados, así les ahorra trabajo tedioso y se concentran solo en ir a su destino y descansar. El proyecto gustó a la empresa y aceptaron su colaboración, dando un descuento a los clientes viajeros que no son ricos (siempre y cuando lleven los pasajes timbrados del transporte de los Tierr) y a cambio ellos ayudaron a la empresa el cincuenta por ciento de los gastos en abrir aquellos negocios cerca y reciben un cinco por ciento de las ventas.

Ya hay algunas personas esperando su turno o siendo atendidos en cuando llegan, Orihime nota a la condesa Hessen con su hermana, sobrina y dos caballeros que deben ser el marido de las dos mujeres. En cuando la nota, rápido desvía la vista, queriendo fingir que no existe y para ella es fantástico, no tiene ánimo de ser fuerte. El capitán Sasakibe le da una orden a uno de los grumetes que lleva el carro de equipaje de la mujer, éste asiente y se acerca a uno del personal, le susurra una instrucción y se queda esperando a una respuesta que demora un minuto.

—Capitán. — El grumete regresa y se inclina. — El gerente los espera en su oficina.

—Por favor. — El empleado viene detrás. — Capitán, su excelencia, señorita… hágame el favor de seguirme.

—¿Seguro? — Orihime ve preocupada su entorno, es muy dedicada al esperar turnos y no colarse.

—No se preocupe señorita, ya la estábamos esperando. — Asegura el empleador. — Y es grosero hacer esperar al heredero de los Kurosaki.

Hace una señal para que los siga y obedecen. A Ichigo se le hace gracioso que Orihime camine con la cabeza gacha, avergonzada, como una manera silenciosa de pedir disculpas a los que llegaron antes por adelantarse.

Entraron a una oficina muy bien acomodada, en donde una persona los espera de pie. Viste de traje color lavanda, calvo totalmente y su piel es oscura como el de la duquesa Shihouin. De inmediato se inclina ante las tres personas presentes.

—Lady Orihime… su excelencia… y capitán Sasakibe, mi nombre es Zommari, estoy a cargo como gerente y seré quien los atienda.

—Gracias señor Zommari. — Orihime inclina la cabeza y el hombre le indica un sillón de cuero marrón para que tome asiento.

—Un honor estar ante Su Gracia, el duque. — Zommari se inclina todo lo que puede ante Ichigo.

—El duque es mi padre, yo solo soy el heredero… pero un gusto señor. — Y toma asiento en el sillón al lado de Orihime, solo separados por una mesita circular que lleva un florero de decoración.

—Capitán.

—Zommari. — Sasakibe inclina la cabeza. — La señorita Orihime tiene muchas cosas que enviar como has notado. Y su excelencia…

—Sí, tengo que enviar unas cartas a mi padre. — Explica con un encogimiento de hombros, en realidad son los tratos y negocios que ha hecho que deben llegar a buen resguardo. — Pero puedo esperar a que atienda primero a Orihime.

—Gracias su… — Traga saliva. — Gracias Ichigo.

Ichigo asiente con una sonrisa y Orihime da gracias que no lo esté mirando directamente o notaría su rubor.

Zommari asiente indiferente, a diferencia de Sasakibe, sonreía amable pero por dentro estaba bastante seguro que se viene una boda entre esos dos. Ay, le encantara mucho decírselo a Lady Harribel para que se quede tranquila con respecto al futuro de su adorada cuñada.

Orihime explica que los baúles que ha traídos son todos rumbo a Gardenium Village en primera clase de paquetería y con prioridad, entonces saca lo que tiene en su maletín que tiene la misma urgencia. Le hicieron firmar unos papeles y le dijeron que el costo sería de cinco monedas de oro; el dinero lo busca en su maletín, que sólo lleva diez monedas, el resto lo maneja Ogawa porque lo esconde de manera increíble.

—Aquí tiene. — Zommari le entrega un recibo de comprobante. — Sus cosas llegaran en cinco días.

—Gracias… quisiera saber si ha llegado algo para mí, ya sea aquí o en la otra oficina que tienen en la ciudad.

—Entendido. — Le hace un gesto a uno de los empleados, éste asiente y se retira. — Mientras esperamos, atenderé ahora a Lord Ichigo.

—Por supuesto.

El trámite de Ichigo ha sido rápido, solo firmó unos papeles y entregó al de piel oscura unas diez cartas, pagando también por seguridad y que llegue lo más pronto posible; el joven empleado que mandaron a investigar la correspondencia de Orihime ha dicho que se lo han traído al saber que iba en el crucero por mayor comodidad, ella tuvo que firmar un comprobante que ha recibido varias cartas en sobres pequeños y grandes que guardo en el maletín. También había un baúl azul marino esperándola.

—De parte de Sora Tenjiro. — Leyendo la nota.

Orihime se emociona y ya tiene curiosidad de ver lo que hay dentro. Da las gracias a Zommari por su amabilidad y dos muchachos se ofrecieron a llevar el baúl al carruaje.

—También hay una carta para su excelencia — A Ichigo le enseñan un gran sobre café sellado con el emblema de la familia en cera negra y por lo grueso, debe estar bastante lleno de papeles que intuye trabajo.

—Gracias.


Al llegar el hotel Orihime pensó que se encontraba frente a un templo griego antiguo pese a estar en España, estaba hecho de granito blanco, los pilares, arcos y demás arquitectura le dieron esa sensación sin embargo los cristales que estaban alrededor que permitían ver el interior lleno de mesas, sillas, personal y gente con sirvientes cargando maletas de un lado al otro contrastaba totalmente con la fachada, por otra parte había un pasillo lateral que conducía al edificio de las habitaciones, este era más grande y moderno pero coincidían también el color blanco representando pureza, contaba con 5 pisos de los cuales 4 de ellos eran habitaciones y el ultimo era todo el piso para una familia de X personas con todas las comodidades incluidas el cual raramente alguien solicitaba.

Antes de entrar al edificio de recepción había un jardín hermoso con dos fuentes, una era circular rodeada con un circulo de césped que se veía cuidado y fresco, esta expulsaba agua del centro y caía alrededor formando una lluvia circular, la otra estaba cerca de la primera, parecía una pileta larga y a cada lado tenia césped y arboles bien podados, en otras palabras el hotel exhalaba a gritos "DINERO"

—Ogawa, no debiste reservar aquí.

—Órdenes de barón: lo mejor para su preciosa hija.

—Entre mi padre y tú van a malcriarme. — Reclama sonrojada, avergonzada que el duque escuche "preciosa hija".

—No le dé más vuelta, usted se merece ser consentida. — Interviene Ichigo, divertido de su rubor.

El carruaje se detiene frente a la entrada principal, de inmediato un paje abre la puerta y se inclina con un "bienvenido a Las Arenas, señor" mientras Ichigo se baja, iba a ayudar a Orihime pero el heredero se lo impide, extiende su mano y la hija del barón le agradece el gesto con una sonrisa. Luego ayuda a Ogawa, quien se emociona mucho de ello, de seguro también lo comentara a su madre y abuela.

—¿Han hecho reservaciones? No hay cupos disponibles.

—Sí. — Asegura Orihime e Ichigo solo asiente.

—¿Cuántos carros de equipaje necesitan?

—Yo necesito una y la señorita dos.

—Entendido, por favor síganme a Información.

La pareja de amigos siguen al paje con Ogawa atrás, el interior es igual de bello con su color blanco dominante, con muebles de colores neutros que vayan en armonía. En su destino los recibe un señor mayor que tiene pinta de mandar allí, lo más probable es que haya recibido el anuncio que el hijo de un duque venía y lo quiso recibir en persona. Viste un traje gris y la corbata roja, tenía un elegante bigote y su cabello corto y negro ya refleja canas en los costados.

—Bienvenido a Las Arenas, su excelencia, joven Kurosaki.

Sí, se dejó ver por Ichigo.

—Buenas tardes, gracias por su recibimiento. — Extiende una mano hacía Orihime. — Ella es Orihime Tenjiro, coincidimos en el crucero y también se va a hospedar aquí.

El hombre frunce el ceño, de seguro su cabeza busca que clase de persona importante es Orihime como para ser amiga de un ducado tan importante. De seguro piensa que no vale la pena si su memoria no tiene información del apellido.

—Bienvenida señorita Tenjiro. — Al menos usa los modales con ella. — ¿Ha hecho reservación?

—Sí, bajo a mi nombre.

Ya que Ichigo no parece estar interesado en ser atendido primero, el hombre suelta un suspiro y abre el libro en busca de la reservación, es mejor no insultarlo atendiendo mal a su amiga. Luego de unos minutos, frunce el ceño.

—Disculpe, debe estar equivocada, aquí no hay ni una reservación a su nombre, madam.

—¿Qué?

—¿No se habrá equivocado de hotel?

—¡Claro que no! — Es Ogawa quien responde, totalmente enojada con ese sujeto desde que vio mal a su señorita. — ¡Yo hice las reservaciones, me atendió un hombre llamado Esteban Ramírez y me confirmó que la reservación estaba hecha y me aseguró el cuarto A-3!

El hombre frunce el ceño, en otras circunstancias simplemente la echaría de allí, pero esa criada conoce a su personal y no quiere causar una mala imagen a Ichigo que perjudique su trabajo. Desvía la vista a su izquierda, en donde un joven rubio se encuentra acomodando las llaves dejadas por los clientes que se fueron hoy.

—Marco, guía a la señora y a su criada al cuarto de espera. — Ve a Orihime. — Mi lady, apenas termine de atender a su excelencia, resolveremos su problema.

—No se preocupe. — Ichigo interviene con una sonrisa que no permite rechazo alguno. — Iré con ella al salón a esperar una respuesta.

—Ichigo… — El hombre no lo demuestra pero por dentro se pone tenso, que una dama le hable así a un hombre importante… — No es necesario, ve a descansar y te diré lo que ocurra si eso te deja tranquilo.

—Si mi padre supiera que estoy dejando sola a una dama en necesidad, me daría un puñetazo. — Antes de darle oportunidad de debatir, ve al joven rubio. — Por favor, guíanos.