Capítulo 9: ¡Escándalo!

Una de las tantas sirvientas del hotel entra al pequeño salón de descanso, con carrito en mano (lleno de tazas, bocadillos y diversas clases de tés y cafés) hace una inclinación respetuosa ante la hija del barón Tenjiro y el hijo del duque Kurosaki, quienes estaban sentados en una mesa circular color blanco, mismo tono de los cómodos sillones de cuero cuyo respaldo les lleva a nivel del cuello. Ogawa se encuentra sentada al lado de su señora, nerviosa, por mucho que haya jurado que ha hecho la reservación, teme quedar mal ante la Lady, incluso que terminen en alguna posada sencilla por su culpa.

—Tranquila. — Orihime nota sus preocupaciones y le sostiene la mano. — Sabremos primero que ha pasado y luego veremos el hospedaje si no hay habitación en realidad.

—Pero señorita… ¿Qué pasa si no hay ni un cuarto disponible en todos los hoteles de la ciudad? El tren no sale en tres días.

—Iremos en otro tren, aunque no sea de los Tierr, o podemos ir a una posada. — Ve el pánico en su dama de compañía y se ríe. — No sería la primera vez.

—Porque eran pueblos pequeños. ¡Estamos en una ciudad grande! Los peligros aquí son mayores.

—Su dama de compañía tiene razón. — Apoya Ichigo recibiendo una taza de café. — Podría haber en la posada personas peligrosas que se aproveche de una dama noble viajando sola.

—Viajo con Ogawa. — Corrige; de una se mete a la boca una galleta de chocolate. — Si me preocupase por esas cosas, no habría salido de casa en primer lugar… o al menos sin Hisagi.

—¿Hisagi? — Pregunta Ichigo con discreción pero por dentro tiene las alarmas encendidas.

—El cuidador de los caballos de papá, es un buen guardaespaldas.

Un golpe en la puerta corta la charla y entra el gerente con la misma cara de querer estar haciendo otra cosa que esto; los saluda nuevamente y asegura que el tal Esteban venía en camino a resolver este malentendido. En su brazo colgaba el libro de reservas y otro que explica ser el cuaderno en que anota el personal las llamadas y reservaciones que se hace por teléfono.

Segundos después tocan a la puerta otra vez y entra un hombre joven, de gran sonrisa y con su uniforme bien planchado y ordenado. Al ver a los nobles y a Ogawa, infla el pecho y hace un saludo militar.

—¡Esteban Julio Ricardo Montoya de la Rosa Ramírez se presenta a su ayuda madam!

—Sí, sí Esteban. — El gerente se frota la sien, parece que el muchacho es siempre así de enérgico que debe desesperarlo. — Ayúdame con un contratiempo por favor.

—¡Sí señor! — Emocionado.

—Hace unos quince días, ¿Hiciste una anotación de reservación por teléfono?

—Sí señor, hice cinco.

—¿Has hecho uno a nombre de Orihime Tenjiro? Su criada te habló desde Egipto.

—¡Sí! — Dice alegre y señala el libro que lleva el gerente, quien se ha puesto tenso y eso es una satisfacción para Orihime luego de su conducta fría hacía ella. — Lo anote en el libro de reservas telefónicas y le pedí a Gloria que lo anote en el oficial. Era su turno de pasarlas.

—¿Gloria? — El jefe gruñe y se frota los parpados con los dedos. — Ahora todo tiene sentido.

—Mejor empiece a hablar o… — Ichigo hace una amenaza sutil que deja a todos fríos.

—Lady Orihime… — El hombre a cargo se acerca a ella y, sin mucho ánimo, se inclina lo más que le permite la espalda. — Me disculpo profundamente por este inconveniente.

—¿Tengo entonces la habitación?

—No mi lady, disculpe pero ya está ocupada. — Junta las manos en señal de nerviosismo. — Le explico: Gloria ha sido despedida por andar robando cosas y al parecer se ha vengado borrando su nombre del libro, de seguro pensando que así conseguiría que el hotel gane mala reputación con una noble de Karakura hable del mal servicio.

—¿Habrá una habitación disponible en estos tres días?

—No mi lady, hasta la otra semana.

—Gracias por su aclaración señor… espero que no le moleste pedir que este joven amable acompañe a mi dama de compañía en busca de una posada disponible. — Ve a Ogawa.

—Por supuesto, nos haremos responsable, le pagaremos la estancia y pondremos guar-…

—No es necesario. — Interrumpe Ichigo alzando una mano. Mantenía la mirada seria, digna de su familia y futuro título. — Tengo la solución.

—¿Sí? — Orihime lo ve curiosa.

—El penthouse que he pedido viene con cinco habitaciones… Ogawa y tú pueden ocupar dos de ellas, no me molesta.

—Eso es muy amable Ichigo, pero no podría. — Replico la joven.

—¿Porque no? Necesitas hospedaje y a mí me sobran habitaciones en el penthouse ¿Que tiene de malo?

—Estaría abusando de tu amabilidad.

—No estarías abusando de nada, de hecho es un poco aburrido estar en una habitación tan grande yo solo.

—¿Entonces porque la reservas?

—Odio que otros huéspedes se enteren quien soy y me vayan a molestar.

—¿Y no estaría yo molestándolo justamente? — Cuestiono la joven baronesa.

—No, porque usted seria mi invitada personal. — Sonríe Ichigo inocentemente.

Debe hacer algo con esa sonrisa, es demasiado brillante para mi, pensó Orihime abrumada.

—Mi lady ¿Porque no acepta? — Susurra Ogawa.

—No sería bien visto. — Le respondió de vuelta en voz baja. — Me temo que debo declinar la oferta Ichigo, buscare una buena posada y esperare al siguiente tren tranquilamente. — Orihime se puso de pie ayudada por su doncella.

—En ese caso permítame por favor ir con ustedes. — Dijo el joven heredero.

—¿Disculpe?

—¡¿Como dice, su excelencia?! — Chillo el gerente casi en pánico ¡Si perdían a un cliente VIP como el siguiente duque Kurosaki seguro que lo despedían!

—No me sentiría bien dejando a un par de damas hospedarse solas en una simple posada, así que iré con ustedes.

—N-no es necesario. — Se negó Orihime. — Las posadas son pequeñas y seguro que no serán suficientes para usted.

—No soy tan exigente así que me las podre arreglar.

—¡No puedes! — Dijo Orihime en pánico.

—Que pasa Orihime ¿Acaso odias la idea de estar conmigo? — Ladeo la cabeza divertido.

—N-no es eso, me sentiría mal de verte sufrir en un lugar pequeño y económico.

Los empleados del hotel veían aquella discusión como si fuesen simples espectadores de una obra de teatro, mientras que el gerente sudaba a mares.

—No sería un sacrificio si me aseguro que estas a salvo.

—¡Te aseguro que estaré bien!

—Yo confió en ti pero no en las posadas baratas… aunque si te sientes mal por mí podrías aceptar mi propuesta.

—P-p-pero...

—Mi lady, su excelencia esta genuinamente preocupado por usted ¿Porque no aceptar su generosidad? –Volvió a insistir Ogawa con un brillo sospechoso en los ojos.

—Nngh. — Orihime veía indecisa a Ichigo con un leve sonrojo en sus mejillas. — ¿Seguro que no te molestara?

—Para nada, de hecho será un placer seguir disfrutando de su compañía.

—Bien, lo hare. — Acepto cansada. — Pero no te vayas a quejar después. — Le advirtió al hombre.

—Le aseguro mi lady que no lo hare. — Miro al gerente. — Supongo que podrá hacer los arreglos para que la señorita pueda hospedarse en mi piso ¿Cierto? –Miro amenazante al hombre. — Después de todos los problemas causados a la señorita es lo mínimo que pueden hacer.

—¡Por supuesto su gracia! Nos encargaremos que su estadía sea perfecta.

—Ah y por cierto… — Hablo como si nada. — Espero que el dinero sea reembolsado a la señorita a la mayor brevedad.

—¿Reembolso? — Murmuro aturdido el hombre que antes se mostraba petulante.

—El hotel cobró una habitación que la señorita no va a utilizar por la incompetencia del encargado con su personal a cargo y mi lady estará conmigo en una suite que yo he pagado ¿No es natural que se le reembolse el dinero?

—Sí, sí, su excelencia tiene usted razón. — Se inclino exageradamente. — Me encargare de ello para reembolsar el pago a la brevedad posible a lady Tenjiro. — Orihime vio sorprendida como aquel hombre que fue tan desagradable al principio se comportaba como un tierno cachorrito frente a Ichigo.

—Tómelo con calma, sé que no fue por culpa suya. — Trato de calmar el ambiente.

—Agradezco su gracia mi lady, lamento mi comportamiento anterior.

—No se preocupe. — Murmuro nerviosa.

—Bien me alegro que todos estamos en la misma línea de pensamiento ¿Correcto? — Miro a todos los empleados en la habitación.

—Sí mi lord. — Respondieron todos de inmediato.

—Ahora, tu nombre era... ¿Eduardo? — Llamo desinteresado al joven que había tomado la orden de Ogawa.

—Esteban Julio Ricardo Montoya de la Rosa Ramírez a su servicio mi lord. — Corrigió el chico con una sonrisa, no parecía estar afectado por la poca memoria del pelinaranja.

—Sí, eso. — Dijo desinteresado el joven duque. — Supongo que podrás asignar a alguien que nos lleve a nuestra habitación.

—¡Si mi lord! — Exclamo feliz. — Espere aquí un momento mientras voy por un botones que los ayude con el equipaje.

—Bien, esperaremos. — Ichigo bebió de su café tranquilamente mientras Orihime comía otra galleta del plato, en el tiempo que habían pasado juntos Orihime se dio cuenta de un detalle curioso en el hombre y era que este en realidad no se interesaba en aprender los nombres o las caras de las demás personas a menos que fueran personas cercanas a él o que de verdad lo requiriera por su trabajo.

El botones no tardo en llegar y les llevo rápidamente al penthouse del hotel donde tres sirvientas y dos mayordomos habían sido dispuestos para atenderlos, recibió una jugosa propina de parte de Ichigo y el hombre se fue campante informándoles que podían llamarlo si necesitaban algo más. Ogawa comenzó a organizar la ropa de su señorita mientras la chica se dejaba caer en la cama.

—¿Cansada mi señorita?

—Agotada más bien. Solo quiero envolverme en la sabana y dormir todo el día.

—Pero si lo hace no podrá visitar la ciudad.

—Cierto. — Le dio la razón a la castaña y se recompuso, fue en ese momento que escucharon como tocaban la puerta del cuarto. — ¿Sí? — Su doncella abrió mostrando al futuro duque frente a ellas.

—¿Han terminado de instalarse?

—Ahh… — Miro a Ogawa quien asintió. — Sí, acabamos de terminar.

—Eso es genial ¿Les apetece ir a almorzar fuera?

—Justamente pensábamos en hacer algo de turismo. — Orihime se rio suavemente e Ichigo quedo encantado con la imagen de la sonrisa de la joven. — ¿Ichigo?

—Ah sí. — Murmuro saliendo de su ensoñación. — ¿Entonces quisieran ir a almorzar? Se dé un buen lugar.

—Nos encantaría. — Respondió la ojicastaña. — i me permites invitar.

—¿Disculpa? — Ichigo pensó que no había escuchado bien.

—Iremos si me dejas invitar el almuerzo, después de todo tu nos permitiste usar habitaciones de tu penthouse, es justo ¿No crees?

Ichigo se quedo un momento en silencio y momentos después se echo a reír.

—¿Qué? ¿Dije algo gracioso? — Dijo extrañada.

—No, no te ruego me disculpes. — Ichigo se limpio una lágrima que había salido debido a la carcajada. — Es solo que hasta ahora nadie me había "invitado" en una salida.

—Apuesto que las damas con las que salías amaban que tú pagaras todo, pero yo odio deberle a la gente. — Dijo orgullosa. — ¿Entonces? ¿Qué dices?

—De acuerdo, tú pagaras el consumo ¿Estas feliz?

—Como no te lo imaginas. — Ambos se quedaron en silencio y se echaron a reír juntos.

—Entonces ¿Vamos señoritas? — Ofreció su brazo a la pelinaranja.

—Por supuesto mi lord. — Ella acepto el brazo del hombre y se encaminaron a la salida del hotel donde un carruaje alquilado ya los esperaba para movilizarlos a su destino.


EL AMOR GOLPEA POR FIN AL CODICIADO DUQUE

¡Qué maravilla de viaje acabo de tener! La familia Tierr si sabe dar viajes de calidad. Sé que quieren que explique el título pero tranquilos mis damas y caballeros de Karakura, todo a su tiempo.

Como periodista del cotilleo, era mi deber ir a ese crucero, sabía que sería una delicia con tantas personas importantes ahí, así que envié mi reporte anterior (que por cierto, me alegra que les haya gustado) en el correo y partí de inmediato a Egipto y alcanzar el crucero... ¡Y valió la pena!

¡Si damas y caballeros! Sus ojos no les engañan, están viendo en verdad una fotografía de Kurosaki Ichigo, BAILAR con una dama en la primera noche. ¡Ha bailado diez veces con la misma señorita!

Redobles tambores por favor... ¡Con Lady Tenjiro Orihime!

¡Y solo en el primer baile! Porque sí, han bailado en otras fiestas del crucero y con ni un otro más... y eso se debe en parte mis lectores a que Lord Ichigo mantenía a todos los jóvenes curiosos lejos de la dama con solo una mirada; ella no se daba cuenta pero su servidora sí. ¡Como la celaba! Se nota que no le gusta la competencia... aunque seamos honestos, ¿Quien se puede poner como rival de un Kurosaki?

Ay, tanto que contarles y me falta papel... y también me pongo emocionada como un pequeño en dulcería.

Lady Tenjiro Orihime es la segunda hija del barón Kirinji, que según mis notas, es un noble medico que trabaja más de su profesión que de su deber noble; y de la baronesa Shutara, quien la conocemos por ser la mejor diseñadora de modas de nuestro continente, todas, incluida su servidora, somos capaces de matar sin arrepentimiento por uno de sus vestidos. Si te estás preguntando por que una sencilla hija de un barón causa tanta sensación a esta columna de seguro debes ser un extranjero que no sabe del escándalo que esta dama causó: se divorció.

De seguro eso no es nada si eres de Xing, Quincy o incluso Las Noches, pero aquí por desgracia si una dama noble se divorcia le tiran despreció en vez de tirársela al malnacido del marido por acostarse con su mejor amiga... porque sí, eso es lo que le paso a la pobre Lady: su ex marido, el conde Coyote Stark, le fue infiel en su propia cama matrimonial con su mejor amiga (ahora ex mejor amiga) Bambietta Basterbine, la actual Condesa.

Aunque claro, con un futuro duque de partido, lo último que deben asociar a Lady Tenjiro es con "pobre"

Me puedo imaginar las caras de las amargadas zorras del club de damas que les encanta hablar mal de ella, ahora deberán tragarse sus palabras y arrodillarse cuando la vean posiblemente como la futura duquesa Kurosaki.

¿Qué dicen ustedes lectores? ¿Sera o no será el surgimiento de una nueva duquesa? Y si lo es... ¿Cuántos hijos apuestan que tendrán? Yo, como testigo de cómo el heredero miraba a su enamorada, digo que cinco.

¡Esperare ansiosa la invitación a la boda!

A continuación, les dejo más fotos de cómo ellos compartían todas las comidas y las tardes de entretención. Espero que vean como yo la adoración que le brilla en los ojos a su excelencia.


En la Capital de Soukyoku una hilera de tres carruajes se detienen frente a las oscuras rejas que dan acceso a la mansión Tenjiro, el guardia reconoce tanto el logo de la misma familia en el primer transporte como el hombre que habita dentro, así que no duda en abrirle el acceso.

—Bienvenido a casa Lord Sora.

—Gracias Iba.

Ambos se dan una inclinación de cabeza y el carruaje parte, con los otros dos siguiéndolos por detrás.

Tenjiro Sora es el primogénito del barón, comerciante que se encarga de supervisar los negocios del título más que su padre (porque Kirinji es demasiado de estar en casa) como los negocios fuera del Imperio como recolectar material para su madre o la compra y venta de tierras. Pasa más tiempo en mar que en tierra ya que supervisa los barcos en persona, es el capitán del Tsubaki e incluso con sus propias manos trabaja en la limpieza y seguridad de la nave. Otro de sus talentos es nada menos que el piano, todo un prodigio que en eventos le piden tocar o le pagan por una presentación en algún teatro, el acepta solo si la agenda se lo permite.

En cuando los tres transportes se detienen frente a la puerta, ésta se abre y sale su esposa Harribel con un tradicional kimono color crema con un obi color miel sobre una panza de seis meses de embarazo. Desciende las escaleras con calma, mientras Sora se baja del carruaje con un bastón a la mano, extiende los brazos y la rodea, aferrándola a su cuerpo teniendo cuidado con la criatura.

—Te amo Harribel. — Le susurra con los labios en el cuello.

—Y mucho debo amarte yo como para aguantarte lejos de casa dos meses más de lo que prometiste.

—Lo siento, hubo una tormenta que atraso el itinerario. — Mientras hablan, un enorme hombre de cabello rubio que acompaña a Sora en sus viajes como mayordomo y guardián va bajando baúles y maletas. — ¿No recibieron mi carta?

—Hubo un terremoto en Vizard, la correspondencia se suspendió desde entonces.

—La próxima vez será una llamada entonces. — La ve fruncir el ceño. — Que será luego de varios meses porque ahora debo quedarme con mi esposa y nuestro bebé. — Le roza la barriga y besa la mejilla.

—Más te vale cumplir.

—Nunca me atrevería ir en contra de mi esposa... es lo que aprendí observando a mis padres.

Como si los invocase, los barones se hace presente ahora, parece que querían darle un momento al joven matrimonio. Sora sonríe al verlo y saluda primero a Shutara en un efusivo abrazo y le besa la coronilla, luego abraza a su padre y ambos se dan unas palmadas en la espalda, él le escucha decir que esta aliviado que regrese a salvo y ensancha su sonrisa.

—¿Listo para sufrir en tierra unos meses?

—No padre pero lo que sea por mi esposa y mi hijo... gracias por cuidarla en su embarazo.

—Es lo que hace la familia. — Shutara le roza el brazo y su hijo se inclina para que ella lo bese en la mejilla. — ¿Tienes a quien navegue Tsubaki en tu lugar?

—Sera mi primo Kensei, acepto y llegara la otra semana.

—Fantástico, vamos a tenerle un cuarto listo entonces.

—Se lo diré a la señora Hinako. — Dice Harribel con las manos en la barriga.

—Gerald, deja que los demás se encarguen y ve a descansar — Dice el heredero al enorme hombre rubio. — Te lo mereces tanto como yo.

—Como ordene señor.

—¿Cuidaste bien a mi hijo?

—Si barón, incluso evite que se tire como un estúpido al océano.

—Hey. — Sora lo ve acusatorio.

—Debimos enviar a alguien con Orihime. — Murmura Kirinji frotándose el mentón.

—Cariño, ella está a salvo con Ogawa. — Le recuerda su esposa.

—Y ahora está más a salvo. — Murmura Sora enseñando el periódico. — Si son ciertas lo que ha escrito Lady Susurros.

Como tenían sus oyentes caras de no entender, Sora extiende el periódico y busca la sección de cotilleo para después pasárselo a su madre, quien lee con su marido y nuera por arriba de su hombro.

—¡¿QUE?!— Exclama el barón rojo de rabia mientras Shutara y Harribel sonreían, quizás imaginándose como la escritora a las viejas cotorras molestas de ese artículo.


The Rosé Garden es el club de damas por excelencia en el Imperio de Karakura, hay uno en cada ciudad y es dónde las mujeres nobles van a escapar un momento de sus deberes, comparten información entre moda, comida y sobre personas que le llamen la atención, ya sea para bien o para mal; también la directiva decide a quien apoyar o dejar de lado según el estatus o el escándalo en que se ha metido el objetivo, como paso con Orihime, ahí dentro decidieron darle la espalda y empezaron los ataques silenciosos e indirectos a su persona…

Y ahora, las mismas mujeres mayores en sus cincuenta, que no tuvieron compasión con la ex condesa, ven el artículo como si les contase el médico que tenían algún virus letal; muy distinto a las mujeres jovencitas que se escuchaba algunas declarar sentir envidia, otras que Ichigo se ve gallardo y unas se atrevieron a decir que hacen bonita pareja y espera que la inviten a la boda que será lo máximo de costoso con tal novio.

—Buenas tardes señoritas y señoras. — A escena se hace presente nada menos que la gran duquesa Kurosaki Masaki, tenía una gran sonrisa de oreja a oreja que delata haber ya leído el notición del año.

—¡Buenas tardes duquesa! — Chillan algunas ya acercándose.

—¿Ya leyó la noticia?

—¿Aprueba a Lady Orihime?

—¿Ya fue su excelencia a pedirle la mano al barón Tenjiro?

—¿Se viene la boda?

—¿Al fin se acabara la eterna soltería de su hijo?

—¡Señoritas! — Una de esas mujeres mayores alza la voz y corta la algarabía del ambiente. — ¡Son damas, compórtense frente a la duquesa!

—La pobre está agotada de sus deberes y viene a relajarse, no ha aguantar sus griteríos. — Agrega otra mujer.

—En especial debe agotarle esas mentiras que circula esa estafadora de Susurros, que su excelencia nunca perdería el tiempo con una noble vulgar.

—Vaya. — Masaki, sin perder su sonrisa, se quita el abrigo y revela un vestido color lavanda que empieza por debajo de los hombros, mangas largas y felpudo en el área del escote y las mangas. — No sabía que ustedes conocieran a mi hijo más que yo, señoras.

—No es de conocerlo o no Su Gracia, es un hecho.

—¿Por qué un futuro duque de gran dinastía arruinaría su familia con la hija de un barón rural con su reputación manchada?

—Y ni hablar que ni hijos puede dar.

—Oh vaya. — Masaki sigue actuando despreocupación pero las jovencitas que recién debutan, que están cerca de la mujer, pueden ver que está enojada. — Parece que tenemos un problema con ustedes.

—¿Nosotras? Duquesa, tiene que hablar con su hijo y evitar a que haga una estupidez.

—¿Quiere evitar que él cometa una estupidez o quiere evitar usted arrodillarse ante Lady Orihime? — Masaki deja salir su temperamento al fin, una fría furia que hela la sangre de las mujeres. — No conozco a la dama más de la mierda que ustedes le han lanzado y sería vergonzoso para ustedes tener que actuar demencia y arrodillarse, ¿No? — Sonríe al verla desviar la mirada. — Yo les explicaré como son las cosas en mi familia: no nos interesa si la pretendiente es millonaria o no, dinero nos sobra después de todo, y no nos importa si ha causado un escándalo, sólo que sea una persona que de verdad este en el corazón de nuestra familia. — Toma asiento en un gran sillón que parece trono y con un gesto corren algunas criadas a servirle té. — ¿Entiende? Si mi hijo tiene sincero amor a Lady Orihime, quien si no me equivoco tiene más dinero que ustedes hienas, mi marido y yo no lo vamos a impedir, con gusto le abriremos las puertas de nuestra casa y organizaremos la boda. — Le entregan una taza de porcelana blanca con dibujos de flores; toma un trago. — Así que en vez de estar aquí plantada como estúpidas, empiecen a buscar la manera de disculparse con la dama que mi hijo no perdona a quienes dañan a los que ama.


A Bambietta le molesta las risillas.

Encuentra a un par de criadas riéndose con discreción mientras apuntan una página del periódico, su rabia creciendo, ya algo que la persigue desde el castigo de Stark y que ha sido el hazmerreír en la fiesta de una condesa. Hablaban de ella sin vergüenza a que la oigan o no y se vio en la necesidad de quedarse hasta el final porque se negaba a dar su brazo a torcer. ¡Malditas! ¡Deben tratar mal a Orihime, no a ella!

Debe hablar con su marido… pero primero…

Se mete entre el par de mujeres y les arranca el periódico, ignorando sus nervios echa un vistazo al titular y se pone tensa apenas es consciente de quien es la famosa dama por la fotografía.

—¡¿Qué significa esto?!

—Co-condesa…

Bambietta les da la espalda y camina a grandes zancadas sin siquiera preocuparle si pasa a pegarle a alguien, su mente no deja de tener pegada la fotografía de la zorra bailando con Kurosaki Ichigo y todas las frases románticas que dice la estúpida vieja de Susurros. ¡¿Cómo se atreve?! ¡¿Cómo se atreve esa vulgar en ir subiendo de nivel sin su permiso?! ¡Su único fin es caer en el barro y vivir en la oscuridad hasta su muerte! ¡Maldita zorra oportunista!

—¡Quédate en el hoyo en donde te deje! — Grita enrabiada, su mano arruga más el periódico que se negaba a soltar. — ¡Stark!

Su marido, al oírla, suelta un gruñido y se frota las sienes; otra vez va a molestarlo con que ha aprendido y le quite el castigo. Debería enviarla con su prima Lilinette.

—¡Stark, tienes que detenerla!

—Bambietta, ya te dije que no vas a tocar ni un peso del dinero.

—¡No es eso! — Con fuerza deja caer el diario sobre el escritorio y apunta la noticia con el dedo índice. — ¡Detén a la golfa o seremos el hazmerreír!

Más enojado aun y con la migraña creciendo, agacha la mirada y solo le bastó seis segundos de lectura para entender el comportamiento de su esposa.

—¿Pero qué…? — Se le escapa mientras se pone en pie.


En el segundo día en el hotel, pasaron el desayuno y toda la mañana encerrados en sus habitaciones trabajando, un mal pesar para Ichigo que hubiese preferido la compañía de Orihime y así hacer más a meno el trabajo, sin embargo debe respetar sus deseos de querer trabajar a solas.

Por décima vez se arregla el chaquetín del terno y toca la puerta del cuarto de su invitada. En segundos escucha la mirilla girarse despacio y sólo se ve la cabeza de la criada, por sus ojos el futuro duque apuesta que la despertó, incluso contiene el bostezo.

—Su excelencia. — Habla en susurro. — Disculpe, mi lady Orihime se ha dormido un momento.

—¿Está ella bien?

—Sí, lleva trabajando desde las cinco y media. La debo despertar en unos quince minutos.

—Puedo esperar… dígale que quería invitarla a comer en el comedor.

—Por supuesto su excelencia. — Inclina la cabeza y cierra la puerta con el mismo silencio que usó al abrirla.

Le dijo que podía esperar pero considerando el aspecto de Orihime, lo mejor sería ponerla operativa ya, ¡Qué ni siquiera esta vestida! Su señorita no lo vio necesario al estar ahí encerrada toda la mañana, por lo que hay mucho que trabajar. Corrió al dormitorio y encuentra a la hija del barón dormida boca abajo, con su cabello despeinado, la falda del camisón hasta las rodillas de tanto girarse y le corre un hilo de baba.

—Lady Orihime, despierte.

—Aun puedo… otro pastel…

—Señorita despierte.

—No… no me vas a quitar mi pastel… te desafío a… un duelo con cuchillos… por mi pastel…

—¡Lady Orihime! — Chilla bajito al mismo tiempo que le tapa la nariz. Orihime abre los ojos por falta de aire y da una gran bocanada mientras su criada la libera. — Al fin, debe moverse.

—Ogawa, ¿Por qué me despierta? — Se incorpora de la cama y se limpia algunas lagañas. — Soñaba que…

—Sí, sí señorita, soñaba con duelos y pasteles, pero ahora debe levantarse.

—¿Pasa algo?

—Su excelencia la invita a comer, ¿Acepta?

—¡Sí! — Grita demasiado rápido y emocionada que se sonroja y suelta una maldición. ¿Dónde está su decisión de ser fuerte? — Quiero decir… sí, me encantaría.

—Entonces tenemos mucho que trabajar. Vaya al baño a lavarse la cara y yo le avisaré a su excelencia que acepta su invitación.

Orihime asiente y se pone en pie, tambaleando al principio a causa del sueño, se encierra en el baño con el fin de hacer primero sus necesidades, luego se lava bien el rostro con agua fría y después los dientes que el mal aliento no se salva nadie. Sale y Ogawa ya tiene el tocador listo mientras le daba indicación a una criada qué ropa sacar; su dama de compañía le pone un cintillo de lana para proteger su pelo de las cremas y maquillaje, luego atiende su pelo, haciéndole un recogido flojo y elegante al mismo tiempo.

—Vístala en lo que me aseo un poco. — Dice a la criada del hotel y corre al baño, consciente que no tiene el mismo tiempo que su señora en arreglarse.

—No me importa esperarte Ogawa. — Murmura Orihime y tiene un portazo de respuesta que le saca un suspiro.

Dócil se deja vestir por la mujer que el hotel le asigno como apoyo a sus necesidades: medias negras, falda plisada color gris hasta los tobillos y una blusa blanca con un lazo negro en el cuello, con las mangas holgadas; con unas horquillas consigue ponerle una boina del mismo color de la falda y que quede bien fijo.

—Le protegerá la cabeza del calor de España, ha subido mucho la temperatura en las calles a pesar de estar nublado.

—Gracias señora. — Le sonríe amable y la criada reacciona con el mismo gesto.

—¿Quisiera algún arete u otra joya?

—Hmm… — Orihime mira su joyero portátil y señala unos aretes cortitos que le cuelgan un diamante en forma de una flor. — ¿Qué tal?

—Perfectos mi lady. — Con una sonrisa la mujer agarra los aretes y se los coloca. — Su excelencia va a babear por usted.

—¿Eh? — Se sonroja. — N-no… no pasa nada de eso entre nosotros… solo somos amigos…

—Con todo respeto mi señora, su excelencia no la ve como uno ve a un amigo. — Sonríe burlona y se acerca como si quisiera susurrarle algo. — La ve con ganas de comérsela.

El sonrojo aumenta de color que no sería sorpresa si humo le sale por las orejas.

Se atreve a salir diez minutos después de esas palabras osadas, tenía tanta vergüenza que no quería ser vista así.

Ichigo la espera sentado en uno de los sillones de descanso, leyendo el diario en el área económica como de costumbre con una taza de café a su disposición. Al verla se queda raro por un segundo, extrañándola, luego se toma todo lo que le queda de un trago y se pone en pie demasiado rápido que su corazón late de los nervios. ¿Qué...?

—¿Se siente renovada con su siesta?

—Eh? Quiero decir... si, gracias. Cada vez que llego a un lugar nuevo, duermo poco, así que aprovecho en trabajar o leer.

—Es lo que tiende a pasarle a algunas personas. Solo procure no excederse.

—Gracias Su exc... Ichigo.

Él le ofrece el brazo y ella lo acepta a gusto.

Tuvieron que esperar unos quince minutos a que el elevador llegase a su piso, mientras Orihime le pide a Ogawa que a la vuelta le consiga una reserva de teléfono y llamar a su familia; si la carta de Sora era correcta, ya debió llegar a casa y quería hablar con toda su familia a la vez largo y tendido.

—¿Una hora está bien?

—Que sean tres por si papá se pone a llorar... y debo hablar con mi tío Ichibei y mis primos, se los prometí.

—Por supuesto señorita, no queremos enojar a Lady Riruka.

—Si ella pudiera, me golpearía con el teléfono en la cabeza. — Bromea con una risita.

Ya en el primer piso, se iban acercando al comedor del hotel, pensaban comer y luego pasear, sin embargo un empleado se les acerca corriendo mientras los llama a gritos y la gente alrededor los observa.

Adiós a la privacidad.

—Su excelencia, mi lady... tienen telegramas telefónicos.

Literalmente significa que han recibido un mensaje cuyo remitente pide que se le llame de inmediato.

Reciben su respectivo papel blanco en que solo tienen escrito "llámeme" con el número solicitado.

—Me llaman de casa. — Dice ella.

—A mí igual. — Se queja Ichigo.

Les piden al empleado que les cuiden una mesa en el comedor que el acepta encantado y partieron a las cabinas telefónicas del establecimiento mientras Ogawa iba a aprovechar el inconveniente en hacer las reservaciones. Las cabinas de ahí son más espaciosas, con el teléfono sobre una pequeña mesa circular, un sofá y una campanita pegada a la pared por si requieres algún refrigerio, Orihime toma el tres e Ichigo el cinco y como si estuvieran sincronizados marcan el número de la operadora.

—¿Llamada nacional o internacional?

—Internacional.

—¿Lugar?

—Karakura.

—Por favor marcar el código de Karakura que es 6XXX — Le obedecen. — Por favor insertar el número al cual desean llamar. — Cumplen la orden. — Les pedimos paciencia, tardaremos de diez a quince minutos en comunicarnos con el Imperio y tres más en contactar a su destino.

Ellos escuchan un silencio solo interrumpido por algo parecido a estática, Ichigo sabe que esperara menos que Orihime ya que en vez de usar el código del Imperio, uso el 15XX, que es una línea más privada de la familia real, por lo que la operadora del otro continente no lo haría esperar y enviaría su llamada a la mansión principal de los Kurosaki.

—¿Amo Ichigo?

—Hola Richiro, me alegra oír que sigues vivo.

—Y a mí también me alegra saber que no se hundió en el océano.

—¿Mi padre quiere hablar conmigo?

—Sí amo Ichigo, espere a que lo ponga con él, está en su estudio.

Solo tuvo que esperar cinco segundos.

—¡Ichigo, por fin te casas!

La mente de Ichigo queda en blanco cinco segundos.

—¡Ichi-nii, ¿Por qué no nos avisaste que te casas?!

—¿No será porque reaccionarían así? Ni siquiera yo les diría que estoy comprometida hasta el día de mi boda.

—¡Karin, no seas mala!

El heredero suelta un gruñido mientras se frota los parpados, ¿Por qué su familia loca la llama por esto cuando debería pasar aquel tiempo con Orihime?

—Oigan…

—¡Mamá está feliz pero igual de decepcionada que no les hayas dicho y se entere por la prensa! — Su hermana menor Yuzu sigue parloteando.

—Hey…

—Se acaba de ir al club de damas a presumir y celebrar tu compromiso.

—¿Qué?

—¡Tienes que traerla a casa en cuando sea las celebraciones en palacio! — Grita Isshin. — ¡Quiero conocerla en persona y no por los chismes de mi-…!

—¡Cállense! — Grita enojado y con la cara roja al aparato. — ¡No estoy comprometido!

—¿Aló? ¿Papá? — En la cabina tres, recién Orihime estaba teniendo contacto con su casa.

—¡Tenjiro Orihime, explícame este romance de inmediato!

—¿Q-qué…? — Es todo lo que atina a decir, con la cara nuevamente a rojo vivo.

—Orihime. — Ahora escucha a su madre. — Estoy muy feliz que andes conquistando corazones en tus viajes.

—¡M-mamá! ¡Y-yo no estoy haciendo eso! ¡Ni siquiera sé de qué están hablando!

—Sales en la sección de Lady Susurros, estuvo en el crucero también y ha visto los ojos de enamorado de su excelencia Kurosaki Ichigo… ¡Y que te celaba!

—Te lo dije Orihime. — Ahora escucha la voz de su cuñada. — Te dije que tras tirar la basura de tu ex marido, encontrarías un hombre de verdad. Aunque sea solo para calmar la calentura entre las piernas.

—¡Eso no es cierto! ¡Quiero decir…yo…! Si es cierto que coincidimos en el crucero pero… eso que me cuentan de enamorado no es verdad. Solo somos amigos.

—Querida, hay fotos. — Shutara al habla otra vez. — Y se ven tan lindos, te puedo jurar que hay deseo en los ojos de su excelencia.

Deseo…

La ve con ganas de comérsela.

No, no, no, no, no.

¿En qué estás pensando Tenjiro Orihime?

—Orihime, sé que ya no eres una niña, pero debes tener cuidado. — Kirinji toma la palabra. — Aquellos hombres con poder creen que pueden hacer lo que quieran con el corazón de una dama. Y los Kurosaki tienen poder de sobra, por lo que el peligro es mayor.

—¡Kirinji! — Reprocha su esposa.

—No estoy comprometido. — Repite Ichigo ya por cuarta vez. — Pero trabajo en ello.

—¡¿De verdad?! — Isshin y Yuzu gritan emocionados que Ichigo debe apartar el teléfono.

—Quiero para mañana el anillo de la familia. — Cuelga sin esperar alguna respuesta.

Suelta un suspiro agotador, pensando ya en su madre comentando en las reuniones la futura boda de su primogénito… no le sorprendería que al llegar a casa ella tendría listo en varios cuadernos ideas de la boda.

Sabe que no tiene mucho tiempo, si irán al mismo tren pero él se bajará en dos ciudades antes de Madrid por un mes y luego regresar a Karakura. Así que antes de separar caminos le gustaría entregarle el anillo de cortejo oficial que los Kurosaki entregan a su pretendiente y así declararle como una pareja oficial.

—Tengo que hacerle saber mis intenciones.

Cuando un Kurosaki está decidido en algo, no para hasta conseguirlo.

Sale de la cabina y echa un vistazo al que debe estar Orihime, todavía está conversando con su familia y por la cara roja, apuesta que también han leído el famoso periódico. Se hace una nota mental en que debe pedir al hotel que se lo envíen al penthouse y saber a qué se enfrenta a su regreso.