Capítulo 10: Defiende tu honor la persona más inesperada.
Isshin se queda mirando el teléfono que sigue emitiendo un largo piii.
—¡¿Cómo espera ese idiota que le envié en menos de veinticuatro horas el anillo?!
—A Ichi-nii el amor lo hizo idiota. — Murmura Karin en un suspiro.
Cristal se encontraba en la biblioteca de la mansión, ese día había terminado sus actividades temprano y tenía algo de tiempo libre así que se decidió por una novela cursi de esas que estaban de moda. Estaba tan inmersa en la trama que no escucho que alguien entra a la habitación.
—Cristal. —La llamaron.
—¿Hm? —Murmuro la marquesa distraída.
—Cariño.
—¿Eh? Ah Yasu eres tú. —Levanto la mirada y se encontró a su marido a quien llamo por su apodo cariñoso, el marqués se agacha y beso la mejilla de su esposa.
—¿Hoy no tenias una reunión? —Pregunto curioso sentándose junto a ella en el gran sofá.
—Había una fiesta de té en casa de la condesa De Portos pero no tuve ganas de ir. —Dijo desinteresada.
—Ya veo. —El hombre ocultaba su mano tras su espalda y la saco mostrando así un precioso ramo de flores a su mujer.
—¿Y esto? —Pregunto entre risas la ojiazul.
—¿Acaso es un delito comprarle un detalle a mi esposa? —Pregunto el marqués Sado.
—Por supuesto que no mi amor. —Se levanto del cómodo sofá e iba a darle un beso en la mejilla, pero este fue más astuto y movió su cara, recibiéndolo así en los labios. —Vaya, chico listo.
—He tenido buena maestra. —Dijo el moreno con una tenue sonrisa y consigue de premio la risa de su esposa. —Hoy no hace un calor tan extenuante ¿Quieres ir a pasear en el jardín?
—Me encantaría. —El hombre se puso de pie y extendió su mano a la pelinegra quien acepto gustosa.
La pareja se dirigió al jardín trasero el cual era enorme y hermoso; como anfitriona de la casa Sado, Cristal siempre estaba pendiente de la mansión y tenia excelentes jardineros bajo su mando los cuales se encargaban de mantenerlo en perfecto estado.
—Llego una carta del abuelo Óscar. —Hablo Cristal mientras caminaban, el anterior marqués ya se había retirado hace tiempo como el cabeza de la familia, pero retomo el liderazgo del territorio tras la muerte trágica de su hija y su esposo. Se hizo cargo de su nieto Yasutora cuando este era muy pequeño, lo educo como un hombre sabio y justo, Óscar Joaquín de la Rosa siempre había sido conocido como un hombre estricto pero amable que lideraba con mano de hierro el feudo, sin embargo cuando el joven marqués le presento a Cristal y le hablo de sus intenciones de desposarla el hombre adoro a su nieta política de inmediato, pues esta nada más cruzar el portal de la mansión había llevado una chispa de vitalidad con ella a la fría y seria casa del marqués.
—¿Le paso algo? —Pregunto preocupado.
—¿Porque lo primero que se te ocurre son cosas malas? —Pregunto picando las costillas de su esposo quien ni siquiera se inmutaba con la acción. —Dijo que está disfrutando su viaje de jubilado, que le había gustado la costa y que se iría a asentar en la villa de verano que tenemos en la playa Shan.
—¿Termino su viaje al fin?
—Bueno, ya es un hombre mayor y seguro que ya solo desea descansar.
—Mandare una carta al administrador de la villa para que se preparen a su llegada.
—Es una buena idea Yasu, deberías mandarla lo más rápido posible.—Sonrió.—Conociendo al abuelo quizás ya este próximo a llegar.
—Es cierto. —Conocía a su abuelo y era un hombre fuerte y activo para su edad, siempre estaba de aquí para allá incluso cuando él era niño, aunque siempre le dedicaba algo de tiempo de calidad a su único nieto y heredero.
—¿Has leído el periódico?
—¿Periódico? No, no recientemente. —Admitió el moreno mientras entraban al jardín de tulipanes.
—Adivina quienes estaban en primera plana de sociales.
—Ni idea ¿La emperatriz o alguien allegado? —Trato de adivinar.
—No exactamente, en realidad a nuestro Ichigo y mi amiga.
—¿Rukia?
—Ella no, mi otra amiga. —Suspiro al ver la cara perdida de su esposo.—Me refiero a Orihime, Orihime Tenjiro.
—Mmm...—Trato de hacer memoria.
—La ex condesa Stark.—Le recordó exasperada.— La que el perro rabioso del conde le puso los cuernos con esa zorra de la baronesa Basterbine.—Como no tenían sirvientes cerca Cristal pudo expresarse groseramente.
—Ah, ya. —Recordó el hombre.
—Cariño, tienes muy mala memoria con los rostros.—Se rio divertida.—En eso te pareces a Ichigo.
—Recuerdo los rostros de mis allegados.
—De milagro.
—Hey...
—Es broma cielo.—Le resto importancia la morena.—Pero Orihime e Ichigo se veían juntos en un barco ¡Incluso bailo con ella! Y no una sino más de dos veces.
—¿Ichigo? —Yasutora creía haber escuchado mal, en las fiestas que estaba obligado a asistir el joven heredero bailaba siempre una sola pieza por obligación y después se mantenía callado en un rincón para que no lo molestaran. —Es un tanto increíble escuchar eso.
—¡Te mostrare la foto después! —Dijo emocionada. —Ahh se veían tan bien juntos, él tenía ojos de hombre enamorado.
—¿Hombre enamorado?
—Los mismos ojos con los que me veías cuando empezaste a cortejarme Yasu, de hecho con los que me ves ahora mismo. —Esto le saco un sonrojo al hombre quien desvió la mirada ¡Era tan tierno! Como un enorme oso de peluche. — ¿Te imaginas? Mi amiga y tu amigo saliendo ¡Se verían tan bien juntos! —Señalo a su esposo.—En tu siguiente carta te pido, no ¡Te exijo que le preguntes si va en serio con Orihime!
—¿Porque debo preguntarle yo eso?
—Porque obviamente Orihime ya sufrió mucho por un idiota que no la merecía.—Bufo molesta.— Y no quiero que Ichigo la ilusioné y después le rompa el corazón. Lo quiero mucho pero si planea ser otro idiota, que lo haga con la advertencia que sufrirá mi ira. —El marqués sudo nervioso ante la determinación de su esposa.—Lo harás ¿Cierto mi amor? —Dijo amenazante, era el tono de "o lo haces o te dejo sin sexo un año y te mando al sofá."
—Por supuesto, lo que tu desees. —El pobre no tuvo de otra más que rendirse y ceder a los caprichos de Cristal ¿Quien lo mandaba a enamorarse de una mujer así? Pero aun así le encantaba su forma de ser. — Lo siento amigo —Yasutora le mando sus condolencias mentalmente al hijo del duque Isshin que estaba a kilómetros de distancia.
—¿Una conversación agradable con su familia?— Pregunta Ichigo amable mientras caminan por la ciudad.
—Hmm… algo así.
—¿Ha ocurrido algo?— La cara de Orihime se tiñe en rojo y agacha la mirada. — ¿Orihime?
—Al parecer, en Karakura han publicado en los periódicos que estamos saliendo y mis padres lo creyeron y pidieron alguna explicación— Admite desviando la mirada, la vergüenza no le deja enfrentarlo.
—¿Qué?— Detrás de ella Ogawa se ha sorprendido y ya se puede dar alguna idea de como estará reaccionando la nobleza.
—A mí me llamaron por lo mismo. — Admite Ichigo con un tono de cansancio y diversión. — Querían saber por qué no les dije que me había comprometido.
—Lo siento tanto, no debí ser irrespetuosa tomándome libertades en el crucero o las personas no estarían creando estos rumores.
—Tonterías, tú no tienes la culpa de nada. — La toma del antebrazo y la ayuda a esquivar un peatón despistado. — Los que tienen la culpa son esas personas por hacerse suposiciones solo porque somos amigos que nos llevamos muy bien.
Aunque él pensaba cambiar eso pronto y hacerla su esposa.
—Mire señorita, ahí está la tienda que nos mencionó la baronesa. — Señala Ogawa al tiempo que le jala levemente del brazo libre.
El par de nobles miran la dirección que señala Ogawa y Orihime sonríe al reconocerla según las instrucciones de su madre: una tienda pintada de rosa con flores adornando la ventana, una puerta y techo de color verde oscuro y se puede ver variedades de telas o de vestidos, como también damas rondando por el lugar.
—Gran ojo Ogawa, no lo habría encontrado al instante con tanta gente. — Felicita Orihime juntando sus manos de emoción y sonríe. — Espero que encontremos las telas para madre.
Ichigo sonríe ante el gesto inocente de la joven.
Una señora mayor les da la bienvenida al par de mujeres (Ichigo se quedó afuera, alegando que irá a un trámite rápido y que por favor no dejen el lugar), Orihime explica a la mujer los tipos de tela y colores que está buscando, también ha elegido vestidos para regalar a sus amigas, su cuñada, madre y a ella misma. Se abanicaba a causa del calor que una empleada le lleva un vaso de agua bien helada por los cubos de hielo; en cuando termina de elegir todo lo que quiere llevarse, la llevan a una oficina pequeña y bien decorada para firmar un cheque y anotar la dirección del hotel con el fin que se lo lleven allá. Luego hablaría con los de correo con el fin que lleve sus compras a los destinatarios.
Se sigue abanicando cuando sale de la tienda emocionada de llamar a su madre nuevamente y avisarle que ha conseguido todo su pedido sin inconvenientes. La tienda se merece la reputación que tiene.
Ichigo se va acercando esquivando a la gente, tomándose su tiempo con el fin de contemplar todo lo que quiere la belleza de Orihime al sonreír.
Por eso tarda un segundo en darse cuenta que un hombre se acerca a las mujeres desde atrás con las manos listas para robar y escapar. Corre, llamándola a gritos pero con tanta gente alrededor hablando fuerte es imposible que Orihime lo escuche hasta que los dedos del bandido se encuentra a milímetros de tocarla.
Una mano le presiona la muñeca tan fuerte que suelta un quejido de dolor.
—¿Cómo se atreve acercarse a mi señorita con malas intenciones? — Ogawa, que se ve a simple vista debilucha, enseña lo contrario en ese instante. Tiene los ojos furiosos en rabia y su agarre de seguro le iba a dejar marca.
El bandido intenta zafarse pero Ogawa no se lo permite, es más, ejerce fuerza al jalarlo y de un rodillazo le da en el abdomen, quitándole el aliento y queda inclinado con las manos en el estómago, la criada da un paso atrás y levanta su pie, dándole una patada en la quijada que lo deja noqueado en el suelo y sangrando.
—Bien hecho Michiru. — Orihime la felicita con una sonrisa que la hace sonrojar.
—Orihime. — Ichigo se acerca por fin a ellas y mira al desgraciado. — Me alegra que no te haya lastimado… buen trabajo señorita Ogawa.
—Gracias su excelencia. — El sonrojo crece. — Es solo parte de mi entrenamiento como dama de compañía, ya sabe, lo normal.
No, eso no es lo normal, pasa por la cabeza de Ichigo.
—¿Y quién le ha enseñado?
—El barón por supuesto. Ordena que todo el personal que trabaja directamente con sus hijos deben saber defensa personal.
Ah, ahora entiende por qué Orihime se siente tan segura de viajar sin un hombre guardaespaldas... con Ogawa basta y sobra.
Le da curiosidad de conocer en persona al barón, pero al mismo tiempo, lo admite, tiene miedo de lo que podría hacerle si se aparece pidiéndole la mano de su hija.
No quiere imaginar mas pero lo que sí es seguro es que querría castrarlo por atreverse siquiera a posar sus ojos sobre su princesa.
—¿Ichigo? ¿Te encuentras bien?—La voz de la dama corto sus pensamientos.
—Por supuesto, solo divague un instante. —Menciono aparentando una perfecta tranquilidad.
—¿Seguro? Te has puesto pálido. —Comento acercándose al joven duque. — Deberíamos tomar un descanso.
—De seguro ha sido el calor, estamos a mediados de junio y el país es conocido por su clima caliente en estas fechas.
—Comprendo. —Dijo en voz baja.—Pero insisto en que tomemos un descanso, vamos allí.—Señalo un pequeño café-restaurante.—Necesitamos refrescarnos.
—Pero...
—Nada de peros, si no tienes suficiente contigo a mano no importa, yo invito.
—No, no es por el dinero.—Susurro el joven incrédulo.
—Le recomiendo aceptar de una vez su excelencia, mi señorita es muy terca cuando toma una decisión.—Una juguetona Michiru le susurro esto discretamente.
Ichigo suspiro derrotado, debía darle un punto a la doncella de la ojicastaña.
—Bien tomemos un descanso.—Aceptó.
Los tres ingresaron al pequeño local; era simple pero elegante, parecía más un lugar donde comía mas la gente común que un noble, pero a ninguno de los dos les importaba eso. Una amable mesera se acerco a atenderles, les ofreció el menú y se alejo para darles tiempo de elegir.
—Que sorpresa, tienen bebidas y postres fríos. —Dijo curioso mientras giraba la página de la carta.
—¡Es cierto! ¿Cómo lo habrán hecho? es difícil conseguir el hielo ya que es caro trasladarlo.—Dijo curiosa.
—¿Has probado el helado Orihime?—Pregunto el joven pelinaranja encarándola.
—¿Esa crema fría que se deshace en tu boca? —Levanto su mirada del menú para mirar a su acompañante.
—Exactamente, a esa me refiero.
—¡Claro que sí! Lo como bastante a menudo.—Explico con una sonrisa.—En mi casa suele haber bebidas frías siempre, mi madre ama la primavera y el verano pero necesita algo fresco para sobrevivir a las temperaturas.
—¡Oh señorita! Que tonta soy. —Michiru hablo preocupada.
—¿Que ocurre Ogawa?
—Olvide que mi hermano pequeño me pidió algunas cosas si venía a España.
—¿De verdad?
—¡Sí! Perdóneme pero debo ir a conseguir su pedido.
—Pero podrías esperar a que termine y te puedo acompañar.
—Definitivamente no.—Rechazo la joven en pánico.—Le prometo que no tardare mucho.
—Pero Ogawa...
—Normalmente no la dejaría sola ¿Pero podría pedir a su excelencia por la seguridad de mi señorita? Ya que usted es un hombre de confianza.—Le mandaba un mensaje con la mirada el cual el joven Kurosaki capto de inmediato.
—Por supuesto, yo me encargare de salvaguardar a su maestra así que puede ir tranquila a hacer sus compras.—Dijo seguro.
—¿Eh?
—Muchas gracias su excelencia, entonces si me permite debo irme un momento ¡No se vayan a ir sin mí!
—Claro que no pero...—Hablo la pelinaranja anonadada.
—Bien, nos vemos más tarde.—La castaña salió a toda prisa del local, dejando a la pareja junta.— ¡Mi señorita aproveche esta oportunidad que le estoy dando! — Pensó románticamente la doncella, el que su hermano le hubiese hecho un pedido fue una gran mentira, pero debía darles tiempo a solas a esos dos.
Mientras tanto en el local, la pareja se quedo un momento en silencio.
—Lamento eso...—Susurro la joven.
—No se preocupe, no me molesta para nada. —Respondió con una gran sonrisa, al menos Ichigo sabía que tenía una aliada con la doncella de lady Orihime. —Ah y sobre lo que hablamos hace un momento, por un instante olvide que el barón Tenjiro es un buen comerciante aparte de doctor.
—S-sí. —Respondió un poco tímida pero se recompuso, después de todo el duque y ella eran solo buenos amigos.— Aunque el mejor comerciante es mi hermano, él cumple todas las áreas cuando a papá le frustra los papeles.—Suelta una risita pensando en su padre haciendo muecas por las pilas de trabajo ya que no es un hombre de oficina, sino de acción, por eso le gusta más su trabajo de doctor. —Y dado que tenemos el capital podemos darnos el lujo de tener hielo siempre, aunque claro que es más fácil conseguirlo en invierno y no lo tenemos que importar.
—Como se esperaba de los Tenjiro. —Halaga Ichigo haciendo sentir cómoda a la ojicastaña.
Ichigo se sintió tonto al haber preguntado idiotamente si la joven había probado los dulces fríos, su familia era muy acaudalada y podían darse ese lujo.
—¿Tú tienes hielo en casa Ichigo?
—Por supuesto.
—Era de esperar, después de todo es el gran ducado Kurosaki. —Sonrió y para Ichigo parecía que el mundo se volvía a llenar de color.— ¿Puedo hacer una pregunta que podría ser grosera?
—Tus preguntas nunca son tontas para mí. —Responde amablemente y Orihime sintió un cosquilleo en su estómago.
—Aunque nos proveen hielo constantemente tenemos que ingeniárnoslas para que no se derrita ¿Como hacen en tu hogar?
—Tenemos unas habitaciones especiales bajo tierra. —Responde tranquilamente.
—¡¿Bajo tierra?! —Exclama poniéndose de pie sin creerlo, los demás comensales se giraron y la chica vuelve a tomar asiento apenada. —L-lo siento.—Se giro a los demás quienes volvieron a lo suyo.
—Para el ducado es fácil conseguir hielo. —Comenzó a explicar Ichigo.— Investigamos y descubrimos que algunas culturas tenían cuartos especiales para mantener el frio y los que se hacían bajo tierra ayudaban a que resistiera el doble.
—Eso lo explica. —Murmuro pensativa.
—Sin embargo esto te lo contare solo a ti. —Le hizo una seña para que se acercara e Ichigo le susurro al oído. —He estado invirtiendo en una maquina que pudiera mantener los alimentos fríos y frescos, y se pueda usar en cualquier lugar.
—¿Es eso posible? —Pregunto con un brillo de emoción en sus ojos.
—Por supuesto, el duque Shihouin es un genio y confió en él, ya ha hecho un prototipo que se utiliza en su finca. — Orihime asiente, es bien sabido que el susodicho es un genio a pesar de su apariencia desarreglada cuando no anda en su papel de aristócrata. — El duque me sugirió el negocio y me pareció atractivo, así que accedí a invertir ya que se ve lucrativo.
—Me muero por verlo algún día.
—Cuando él esté listo con el modelo general prometo mandar uno a la casa Tenjiro.
—Eso suena genial pero...
—¿Pero?
—Me sentiría mal que me lo mandaras así sin más. —Se veía adorable pensativa.
—Seria un regalo de corazón.
—No, estaría mal. —Negó. —Pero ¿Qué tal si me lo venden con un descuento? —Sugiere con astucia.
—Pero no me molestaría...
—Insisto.
—Bien, tú ganas. —Admite la derrota y eso no era común en él. —Le diré al duque Shihouin que te haga un descuento especial solo por ser tú.
—¡Muchas gracias! —Responde contenta de salirse con la suya.
—Disculpen ¿Desean ordenar? —La mesera se acerco con una sonrisa, había elegido el mejor momento para intervenir ya que la pareja estaba inmersa en su conversación.
—A-aun no hemos elegido, disculpe.—La pareja se centro tanto en su conversación que habían olvidado mirar la carta.
Después de un momento Ichigo cerró el menú y lo devolvió a la mesera.
—Quiero el café irlandés frio y una rebanada de pastel Sacher. —Pidió el hombre.
—Entendido.—La joven escribió el pedido.—¿Y la señorita?
—Mmm ¿Que debería hacer? —Dijo preocupada la pelinaranja.
—¿Algo te inquieta?
—No exactamente es que...
—¿Si?
—E-es que todo se ve tan delicioso que no sé que elegir. — Exclamó emocionada y con un adorable rojo en sus mejillas. —La tarta de fresas se ve deliciosa, pero también el pastel de helado y el pastel de manzana.—Sus ojos parecían brillar e Ichigo podía ver salir baba de los labios femeninos.—Aunque el pastel Sacher también lucia delicioso.
—Bueno si es tan difícil ¿Porque no pides uno de cada uno? —Sugirió Ichigo.
—No se vería bien...
—Al demonio los demás, hazte feliz a ti misma. —La ánimo el hombre de ojos chocolate. —Lo peor que podría pasar es que quedes satisfecha y pidas el resto para llevar.
La joven se quedo en silencio y después cerro el menú abruptamente.
—¿Sabes qué? Tienes razón Ichigo. —Miro a la mesera.—Quiero uno de cada postre y un té de frutas frio.
—A-a la orden. —Asintió la joven mesera incrédula de la solicitud y se alejo de la mesa para llevar los pedidos.
Se conocieron a causa de trabajo.
Stark estaba saliendo del banco con un suspiro de alivio, el negocio de telas había funcionado y con la ganancia iba a poder pagar un veinte por ciento de la deuda en total. Merecía ir a su casa y dormir hasta mañana, un privilegio que hoy en día ya no puede disfrutar por culpa de su padre y de la pesadilla que es ser adulto. Sería mucho más sencillo si hubiera un estúpido a quien darle el título de conde, pero no es así, la cruz debe cargarla él y a veces se pregunta si el conde anterior lo dejo en el este fango a propósito, para que deje de pasarse el día durmiendo o evitando cosas que se supone deben hacer los caballeros.
—¡Señor Stark! — Voltea a mitad de la escalera y observa como una mujer en un vestido rojo oscuro baja las escaleras apresurada, incluso agarrando la falda con sus manos y así no tropezar. — ¡Deténgase señor Stark!
—¿Quién es usted? — La mira en alerta, no vaya a ser que sea un pariente o enviada de una de las personas malas que le debe dinero. Está ya muy acostumbrado al peligro de tener armas y alientos hediondos rozándole el cuello.
—Hola mi nombre es Orihime Tenjiro. — Tenjiro, no le suena para nada, así que no le debe dinero y baja la guardia solo un poco. Nunca se sabe. — Lamento si lo estoy asustando, es solo que se dejó esto. — Extiende su mano y Coyote contempla su reloj de bolsillo, una reliquia familiar que le tiene cariño por su abuelo y que lamenta no poder darle su brillo de siempre al tener que ahorrar el dinero. — No creo que quiera perderlo.
Stark se lleva la mano en el bolsillo de la chaqueta y, en efecto, no lleva su reloj. Recuerda que vio la hora antes de firmar un papel, de seguro por las prisas ha olvidado guardarlo de vuelta. Agarra el aparato, tocando a su paso la mano de la joven y piensa en lo suave que es la piel, y le da las gracias.
—Déjeme agradecérselo… ¿Qué tal un café?
—Oh, no quiero molestar, de seguro está ocupado por la forma en cómo corría.
—No, no… tengo un compromiso pero eso es a la tarde. — Miente, no quería sonar como un perezoso si admitía que sólo estaba apurado por querer irse rápido a casa y dormir. — Es más, usted decida el lugar.
—¿Seguro que no molestaré?
—Para nada, se lo prometo.
Orihime le había sonreído… y pensó que era lo más hermoso que había visto en la vida.
Durante el café se había enterado que estaba en el banco buscando dinero que su padre le había enviado desde Quincy para la preparación de su debut, así que de paso descubre que esa joven es una dama noble como él. ¿Entonces por qué no le suena el apellido? Si su padre tiene los recursos de enviarle dinero desde el país costero, debe tener recursos.
—Oh, somos de clase baja en la nobleza. — Admite sin pena. — Mi padre es un barón rural, por eso no debe saber de nosotros me temo.
—Ha dicho que va a debutar, ¿Ya tiene los diecisiete?
—Más bien dieciocho, no pude debutar el año pasado por enfermedad. Estuve en cama tres meses con neumonía y justo fue en las fechas previas al debut.
—Qué mala suerte, de seguro sus amigas ya han debutado y deberá hacerlo sola.
—Bueno, eso me ayuda a tener ventaja… ellas me dirán en quien confiar y en quién no. — Le guiña el ojo y Stark se ríe. — Además no estaré sola al completo, mi amiga Bambietta va a debutar conmigo.
—Me alegra oír eso, de seguro menos tensión.
—¿Y qué hay de usted conde Stark? ¿Buscando ya una candidata a condesa?
—No está en mis planes buscar esposa… y creo que ni una mujer quiera acosarme para conseguirlo.
—¿Por qué? — Pregunta inocente, ladeando la cabeza. — Si usted es muy guapo.
—G-… ¿Guapo? — Se sonroja hasta las puntas del pelo. — ¿Se está burlando de mí?
—Para nada. — Ella sonríe alegre y se inclina hacia adelante. — Es muy guapo, se lo prometo.
—Eh… — Lleva una mano tras la cabeza, sonrojado. — Gracias…
—De nada. — Se pone en pie. — Lo siento mucho conde, pero debo reunirme con mi madre.
—Claro… discúlpeme por retenerla más tiempo de lo permitido.
—No se preocupe, lo he pasado bien. — Vuelve a sonreír de esa manera que lo fascino. — Espero verlo en alguno de los eventos de este año.
—Lo intentaré si el trabajo me lo permite.
—Lo esperare ansiosa entonces. — Mueve su mano en despedida y sale del lugar.
Stark se baja del carruaje aun con su mente pensando tanto en el pasado como en el artículo que Bambietta le ha enseñado. ¿Por qué? Porque esa sonrisa que la fotografía enmarcó es la misma sonrisa que ella tenía cuando se conocieron o bailando tanto en el cortejo como en su matrimonio.
Entra al club de caballeros, camina por los pasillos y entra al salón de la tarde, es decir, donde no se sirve alcohol y es un lugar más para relajarse y no para andar gritando o apostando. Se sienta en un largo sillón que da para la ventana y dando la espalda al salón, por lo que los hombres presentes no son consciente de su presencia.
—Pobre conde Stark, que mala suerte con las mujeres tiene.
—Primero una esposa competente pero estéril, ahora una esposa que da hijos pero estúpida. — Una pausa en que debe estar tomando su café o un puro. — Mi mujer me ha dicho que esa condesa ha gastado sin descanso el dinero.
—¿Acaso el conde no le ha puesto un paro?
—Cuando ya fue tarde, el pobre ha regresado a como estaba antes de crisis.
—Pero bueno, ¿Quien le manda a dejar a su esposa a cargo de dinero sin supervisión? Es demasiada responsabilidad para unos cerebros tan frágiles y pequeños.
—Creo que porque la anterior condesa Stark era muy buena tanto en administración de una casa como de economía.
—Ese barón Tenjiro, ¿Se cree duque acaso? Mira que criar a su hija con los estudios de un caballero como si fuese la heredera de un marques o duque. Las mujeres de bajo rango, en especial las hijas de barones campesinos, deben conocer su lugar.
—Sera el barón todo lo campesino que quieras pero no le puedes quitar su ingreso económico que es mayor al tuyo conde Lofi.
—Cállate, ese bastardo solo ha tenido suerte por casarse con la hija de un comerciante millonario. Eso es todo.
—Y ahora este demonio planea seguir burlarse de la aristocracia lanzando a su hija a la cama del futuro duque Kurosaki.
—Shh. No digas eso en voz alta. — Se le oye asustado. — ¿Qué pasa si se casan? Esta conversación podría llegar a los oídos de su excelencia y nos castigaría.
—¡Por favor! ¡Es una mujer seca, no sirve! — Risas. — Ningún hombre se casaría con ella, ni desesperado económicamente. El futuro duque tiene el deber de casarse con una dama distinguida, de buenas caderas y que le de tantos hijos como una yegua.
—Ya verán que solo es otra entretención del joven Kurosaki y luego la tirara en cuando se aburra como a las demás.
—Fue sabio del conde Stark divorciarse pero estúpido casarse con una mujer tonta.
—Ya se divorcio una vez, puede hacerlo de nuevo. Alegando ser inservible.
Stark se pone en pie y da media vuelta para enfrentarlos. Algunos se asustaron y dispersaron, incluso tuvieron la decencia de verse arrepentidos, pero los idiotas que se atrevieron a insultar el ingenio de Orihime solo les sonreían como si no pasara nada... por eso le dio un puñetazo al que se atrevió a llamarla "seca". Esquivo un ataque por detrás y le pateo a otro que habló mal de ella.
Pide disculpas al camarero que le reclama histérico de no permitirse peleas, le da unas monedas en compensación por la mesa rota, se coloca su chistera sobre la cabeza y se va a paso tranquilo, relajado luego de mucho tiempo.
—¿A dónde señor?
—Necesito hacer una llamada al extranjero.
—Lo llevare entonces al centro de llamado.
Un empleado del hotel se acerca a los tres apenas los ve acercarse al elevador y extiende un papel rojo y doblado a Orihime, quien le da las gracias mientras lo recibe y descubre que es solo un telegrama telefónico cuyo número desconoce pero por las primeras cifras debe ser de Karakura.
—¿Puedes adelantarte?—Ve a Ichigo, guarda el papel en su bolsillo. — Voy a ver esto, a lo mejor es del trabajo.
—Por supuesto Orihime, por mientras pediré la comida en el penthouse.
Orihime le sonríe en agradecimiento y con Ogawa detrás va a las cabinas telefónicas, su dama de compañía espera fuera y la dama vuelve a repetir el proceso que hizo en la mañana, solo que en vez de llamar a casa, llama al número que aun desconoce.
—Centro de llamado Lirio, ¿En qué puedo ayudarla?
—Hola, mi nombre es Tenjiro Orihime. Alguien ha usado sus servicios para contactarme con un telegrama telefónico pero no sale nombre de la persona.
—Déjeme ver… — Un momento de silencio, de seguro la señorita busca su nombre en el registro. — Ah sí, espere un momento en que le avise al destinatario y la ponga con él.
—Gracias. — Murmura y escucha una música de espera, que estuvo sonando tanto tiempo que su codo lo termina apoyando en la mesa y toma de una botella de jugo que había allí para los clientes. Por fin, en veinte minutos, la música se corta. — ¿Sí? ¿Quién me busca?
—Orihime, tenemos que hablar.
La hija del barón se sorprende de oír al otro lado la voz de Stark.
