Capítulo 11: Imprevistos.

Ha tardado segundos en responder, sorprendida por creer que no volvería a interactuar con Stark nunca más. Si no fuera porque se oye su respiración en la línea, el conde creería que se cortó la llamada.

—¿Coyote…? — Se maldijo internamente al hablarle tan informal en vez de mantener la distancia pero la culpa es de él. — ¿Cómo sabes que estoy aquí?

—Con el bonito artículo que ha salido de ti en el periódico, no fue difícil saber en qué puerto pararía el crucero y busque los hoteles de la ciudad. Conociendo al barón, no iba a enviarte a cualquier lugar, sino el más caro.

—Vaya, que bien funciona tu cerebro para estas cosas pero a la hora de trabajar no. — Le echa en cara molesta; si es un holgazán pero vaya que costaba que se concentrara al comienzo, perdiendo mucho tiempo que pudo invertir en su matrimonio. — No importa, tú y yo no tenemos nada de qué hablar, así que no entiendo por qué me buscas.

—Por supuesto que sí. — Por el ruido de fondo, Orihime sospecha que está jugando con la tapa de su reloj de bolsillo.

—No. Nuestro papeleo de divorcio fue bastante eficiente, no quedo nada pendiente.

—Es sobre el periódico. ¿Estás o no saliendo con el heredero del ducado Kurosaki? — Orihime se aparta el auricular y mira el aparato ofendida. ¿Escucho bien? — Mantente apartada de él, te lo ordeno. Es peligroso a tu reputación.

Otra vez un momento de silencio.

Y luego… Orihime pierde su paz y estalla. Se rompe.

—Como… ¡¿Cómo te atreves?! — Chilla perdiendo la compostura. Al otro lado de la puerta Ogawa pega un brinco y se sorprende de verla enojada y dolida. — ¡¿Cómo te atreves a hablarme de esa manera?! ¡Precisamente tú! ¡TÚ! — Aunque no quiere le están cayendo lágrimas de rabia y la voz se le corta. — ¡Todo lo que he pasado en este último tiempo es culpa tuya! ¡Tuya y esa bruja! ¡Dañaste mi reputación al acostarte con otra en mi cara! ¡¿Y te atreves a gastar tu dinero en llamarme y darme órdenes de lo que debo hacer?!

Se odia. Se odia tanto por seguir reaccionando de aquella manera salvaje por Stark. Es como si aún tuviese poder sobre él. ¿Por qué no puede salir de su corazón de una vez? Que injusto que él siga tranquilo con su vida, con un hijo incluso, mientras ella aún tiene esa espinilla que la hace extrañar hasta la picazón que le barba le dejaba al besarlo, o el olor que desprende esos días que enterraba su nariz en el cuello del hombre y todo su estrés desaparecía.

Estaba llorando, se había largado al llanto apenas termino su discurso de rabia y es lo único que se oía y lo odio más por eso. Como haya colgado, iba a…

—Lo siento. — Escucha decir al conde y se sorprende aún más si es posible. — Lo siento.

—Yo te amaba… te amaba… y a ti eso no te basto… — La mano que sujeta el auricular hace presión. — ¿Me has amado alguna vez? ¿Valí algo para ti?

Ahora el silencio es provocado por él.

—No me vuelvas a contactar al menos que sea para decirme que te mueres. — Iba a colgar…

—Si te amé. — Detiene su objetivo al oírlo. — Si te amé… fui un tonto… soy un tonto…

—Lo eres… — Su mano libre forma un puño. — Adiós conde Stark. No intervengas en mi vida porque ya no eres parte de ella. Tú lo decidiste.

Cuelga y se derrumba en la mesa llorando como aquel día que le rompieron el corazón. Escucha la puerta abrirse y se deja querer por el abrazo de Ogawa, puede oír sus palabras de aliento, se rio por su comentario de que Dios lo castigaría perdiendo el pene en una batalla de borrachos. Sus manos frotándole la espalda fue un bálsamo a su corazón nuevamente herido y así apagó su lloriqueo.

Tuvieron que quedarse ahí casi una hora, por lo que Ichigo la recibió preocupado con un comentario burlón que se ha enfriado la comida… pero al notar los ojos rojos y el bajo ánimo de la divorciada, su preocupación aumenta y la toma de las mejillas sin permiso.

—¿Qué ha pasado? ¿Te has enfermado?

—Me ha dado un dolor de cabeza muy fuerte de pronto. — Se excusa agachando la cabeza en un gesto de disculpa. — Quería esperar a que se me pase pero al parecer será para mucho. ¿Te molesta que me vaya a dormir? Sé que es nuestra última noche aquí pero…

—No le des importancia por algo pequeño. — Le rodea los hombros y la escolta a su dormitorio. — Como has dicho, mañana nos vamos, y no queremos que lo pases mal en el viaje. Debes estar con las baterías bien cargadas.

—Gracias Ichigo, nos veremos mañana temprano entonces. — Ve a Ogawa, quien ha estado todo este tiempo con la cabeza gacha. — Ve a comer y tomarte un descanso, ya me ayudara la doncella del hotel a ponerme el camisón.

—Si lady Orihime. — Aun con la cabeza gacha se inclina.

Orihime abre la puerta y se despide otra vez de Ichigo antes de cerrar. Apenas se escucha el clic del cerrojo el heredero del ducado enfrenta a Ogawa con unos ojos tan serios que da ella inconsciente un paso atrás, asustada.

—¿Quién se ha metido con ella?

—Yo… no pienso revelar la privacidad de mi señorita, no soy soplona.

—Por favor, solo quiero saber si debo matar a alguien.

—No hay de qué preocuparse su excelencia, lady Orihime lo ha enfrentado bien y ya no la molestaran. — Se inclina y sale rápido de aquel lugar, respetara al futuro duque y lo encuentra un buen partido para la hija de su jefe, sin embargo su lealtad va primero con su señorita y va a guardar sus secretos y llevárselos a la tumba, no importa cuánto la torture.

Solo, Ichigo observa la puerta que lo separa de Orihime y apoya la mano ahí, queriendo como nunca antes ha querido algo, abrir esa puerta y consolar a la dueña de su corazón en sus manos.

Sí, está enamorado de aquella mujer e iba a matar por ella si es necesario con tal de verla segura y feliz.

Lleva su puño a los labios a causa de un ataque de tos que le deja adolorida la garganta.


A Orihime le despiertan en plena madrugada. Apenas por los parpados pesados puede distinguir a Ogawa y a una doncella entre sus largas pestañas, sin embargo la alarma en los ojos de su leal criada la despierta un poco más.

—¿Qué pasa?

—Es su excelencia. — El que mencione a Ichigo le quita todo el sueño que pueda tener y se levanta de la cama llena de preocupación. — El mayordomo que lo atiende me ha avisado que tiene fiebre muy alta, pensaron que era mejor que usted decidiera qué hacer al ser su compañera temporal de viaje.

Orihime se le olvida que debe ponerse una bata, no es importante su virtud a comparación de la salud del futuro duque, solo sale de su habitación y apenas reconoce al mayordomo que le asignaron a Ichigo le grita que busque a un doctor, el mejor que conozcan, y entra al dormitorio del escritor. Lo encuentra en la cama, moviéndose agitado, buscando una manera de respirar sin sentir que se ahogaba, y ella tuvo que hacer un gran esfuerzo por no desmayarse: Ichigo solo duerme con unos bóxer (una ropa interior nueva que llegó hace diecisiete años porque a los hombres les molestaba los calzoncillos largos), por lo que tiene una vista de todo el cuerpo masculino gracias a que las sabanas terminaron en el suelo por el calor. A ver, su ex esposo no es debilucho, tiene sus músculos, pero quedan pequeños a comparación del futuro duque… ¡Dios! Sospechaba que era dotado por lo ancho que es pero no se esperaba tal obra.

¡Cálmate Orihime! ¡Su excelencia está muriendo en fiebre y tú solo piensas en su cuerpo como si fuera un pedazo de carne!

—Ogawa, agua helada y toallas, debemos refrescarlo. — Su compañera de viaje grita un "sí" mientras corre a cumplirle. — ¡Y que alguien traiga al gerente!

—¿Al gerente? — Cuestiona una doncella.

—Su excelencia no puede irse en ese estado, y yo me quedare con él, por lo tanto debemos aplazar nuestra estadía aquí, ya sea en este pent-house u otra habitación disponible… ¡No cuestionen más mis órdenes y hagan lo que digo!

Se acerca a la cama una vez sola (no sabe si eso es bueno o malo considerando que no es correcto que estén un hombre y una mujer no casados en un cuarto en pijamas sin una chaperona… o varios chaperones), toca la frente de Ichigo y rápido la aparta por lo caliente que está. ¿Desde cuándo se encuentra enfermo? ¿Cómo es que no lo notó?

Ogawa regresa con una montaña de toallas, una criada detrás de ella carga una fuente enorme con agua helada, incluso tiene hielo para que permanezca fresco, y otra criada lleva más toallas por las dudas. Orihime moja una toalla, lo dobla y lo deja descansando en la frente del hombre, quien da un pequeño quejido por la sorpresiva temperatura y abre los ojos.

—Tranquilo su excelencia. — Suavemente le acaricia la mejilla, con la otra mano recibe otra toalla mojada y la usa para limpiarle el sudor, concentrándose en los ojos de Ichigo y no en su físico o iba a perder los estribos otra vez. — Estas a salvo, el doctor vendrá enseguida.

—Orihime. — Apenas se le oye la voz, su mano agarra la mano de ella. — Frío. — Refiriéndose a la toalla.

—Está bien. — Sonríe buscando así calmarlo y transmitirle seguridad. — Está bien Ichigo, te ha dado fiebre pero estoy aquí, voy a cuidarte. — Con toalla nueva le sigue limpiando el sudor y con la otra mano le acaricia el brazo. — No te voy a dejar solo, así que duerme tranquilo. Yo estaré aquí.

El futuro duque alza la mano que ha estado inerte todo el tiempo y la deja caer sobre el muslo, presiona un poco y deja caer la mano, como también cae dormido. La hija del barón se sonroja por ello, a lo mejor ya no podía hablar y fue su manera de comunicarse al tener aquella zona al alcance de sus dedos.


Abre los ojos al escuchar que tocan su puerta.

A pesar de su edad, Richiro consigue levantarse sin quejarse de ni un hueso, se frota los parpados y murmura un adelante. Entra un joven que reconoce de los escasos empleados que tiene este mes turno de noche (la mansión debe funcionar veinticuatros horas del día, listos a cualquier petición de sus amos o alguna emergencia), se inclina ante el hombre mayor y le pide disculpas por despertarlo.

—Hemos recibido una llamada de España, concretamente del hotel en donde se hospeda el amo Ichigo.

—¿Le ha pasado algo al joven amo?

—No sabemos, no fue él quien nos habló, sino una dama. Pidió hablar con usted.

Richiro asiente consciente que no puede sacarle más información, se coloca una bata sobre su pijama y sale directo al salón en donde está el teléfono instalado. El cuarto está muy bien decorado por si lo usa un noble que venga de visita a la mansión y ya hay una criada (de seguro la que atendió la llamada) extendiéndole el auricular.

—Dice llamarse lady Orihime Tenjiro. — Susurra ella bastante bajo.

—Gracias Jackie, puedes esperar afuera. — Dice sabiendo que le dejaron la laborar de quedarse toda la noche de su turno ahí con el fin de recibir alguna llamada nocturna en vez que suene en el teléfono que está cerca de los dormitorios de los duques. — Soy Richiro, me cuentan que quiere hablar conmigo.

—Buenos días… perdón, allá es de noche. Soy lady Orihime Tenjiro, hija del barón Kirinji Tenjiro de la casa Inoue.

—La conozco señorita, salió en el periódico con el joven amo… espero que el señor no la haya molestado de ninguna manera. Si fue así, dígamelo y personalmente lo castigare.

—¡No, no! ¡Su excelencia ha sido amable conmigo! ¡Incluso ha protegido mi reputación!

—Me alegra oír eso. — Richiro sonríe ante sus palabras, con la voz se puede imaginar que debe ser una persona amable. — ¿Mi joven amo necesita algo?

—No, yo… — La oye suspirar. — Disculpe que lo llame tan tarde, pero anoche… anoche aquí en España, a su excelencia le ha dado fiebre. Casi cuarenta.

—¿Qué? — El anciano abre los ojos de asombro y las alarmas paternales se encienden, ha cuidado a ese muchacho desde que nació después de todo. — ¿Ichigo…?

—El doctor le dio medicina y yo estuve con él toda la noche, lo peor pasó pero sigue enfermo y delicado. Por eso lo llamó, Ichigo ha dicho que debía llamarlo a usted, no a su padre el duque. Que sepa que está bien a pesar de todo y que tendrá un retraso en su agenda.

—Dígale al joven amo que no se preocupe por esas cosas, lo importante es su salud. — Le llamo la atención el desliz de la joven al llamarlo por el nombre en vez del título noble. — Y como me entere que va a subirse al tren o a un barco enfermo, lo voy a castigar.

—No se preocupe, yo lo estaré vigilando… me sentiría mal irme dejándolo enfermo en cama, por lo que retrase mi viaje también. Prometo cuidar a su excelencia. Soy hija de un médico, sabré manejarlo si se pone terco.

—Me deja tranquilo entonces… — De alguna manera otra vez esa joven le ha sacado una sonrisa por aquel tono energético. — Por favor, cuide bien al joven Ichigo por mí y dígale de mi parte que debe obedecerla mientras se recupera.

—Ahora mismo duerme, pero le daré su mensaje.

—Que afortunado es el joven amo de tener tal grata compañía… buenas noches señorita.

—Buenas noches señor Richiro.


Orihime se mete en la bañera y suelta un suspiro.

Luego de estar cuidando los sueños y la salud de su excelencia, acepto la propuesta de los mayordomos y Ogawa en que tome un descanso; durmió solo unas tres horas, luego llamo al ducado Kurosaki toda nerviosa (su mente llegó a imaginar que la iban a ejecutar por dejar a su heredero enfermarse con una divorciada), pero se los guardo y pudo hablar civilizada con el famoso Richiro que Ichigo le había hablado con anterioridad; después llamó a su familia con el fin de informarles que no tomaría el tren por si alertan a Harribel y tuvo que reafirmar muchas veces que no iba ni a escaparse ni casarse con el hijo del duque, solo no podía dejarlo solo estando tan débil.

Ya todo resuelto, tomó otra siesta y ahora está ahí tomando un baño que lo necesitaba como respirar. Aunque se baña rápido que ya ha dejado a Ichigo mucho tiempo solo y está preocupada... bueno, están los criados pero le prometió estar con él en todo momento y debe cumplir. La doncella le hace una trenza fácil y agarra el vestuario más cómodo y sencillo: blusa blanca con flecos en la zona del cuello con un broche que tiene la flor azul de su familia; una falda que le llega por debajo de las rodillas, de color celeste claro con estampados de rosas azules y rojos claros; medias de seda color blancas y zapatos de ballerinas color celeste.

Pesca sus cosas de dibujo, algunos libros y parte camino al dormitorio (al final consiguió mantener la zona vip para ellos y la cuenta las paga ella al completo), esta vez dando gracias que le hayan puesto al menos pantalones. Aun es un martirio a su pudor tener que contemplar esos músculos ganados en el entrenamiento militar (y de seguro también por alguna acción candente con una dama a su nivel de experiencia), sin embargo es mejor eso a tener que seguir viéndolo en bóxer.

Lo encuentra despierto y una doncella le esta implorando que debe comer para tomar su medicamento, sin embargo él no hace caso y lo oye preguntar por ella.

—Aquí estoy... y usted no está comiendo.

—No tengo hambre.

—Lo sé, pero no puede consumir la medicina con el estómago vacio... al menos que quiera vomitar luego en el baño.

—No hay necesidad, he molestado demasiado a estas personas y a usted pero ya puedo seguir con mi camino.

—Y yo le deje bien en claro que no se levantara de esa cama ni mucho menos se ira de este hotel si yo no lo ordeno. — Habla firme, incluso en sus ojos hay seriedad. — No se ponga complicado que como hija de doctor se manejar a los pacientes desobedientes.

—Orihime...

—Orihime nada. — Le hace un gesto a la doncella y ésta se retira. — Si usted no se cuida volverá a decaer y preocupara a la gente que se preocupa por usted. — Recoge una manta delgada color gris y con ésta cubre la espalda del futuro duque, tenga calor o no, con el sudor en la espalda y cambio de temperatura le puede afectar la salud y volver a decaer. Toma asiento en la enorme silla de cuero y recoge el plato que descansa en la mesita de al lado, cerca de la cama, y después la cuchara. — Ahora calle y coma al menos la mitad de la sopa. Debe recuperar fuerzas.

Y le extiende la cuchara, llena de aquella sopa.

Ichigo se avergüenza un poco de ello a pesar que la "engatuso" en el crucero para que le diese cucharaditas de helado, quizás porque la situación era diferente, entonces estaba sano y seguro de sus capacidades de conquista, ahora está enfermo e inseguro de hasta su aspecto, que a pesar de haberse bañado hace poco, siente que no lo ha hecho por un mes. Abre la boca y ella le mete la comida con suavidad, teniendo cuidado de no pegarle con la cuchara.

—Tiene experiencia ayudando a los enfermos — Buscando algún tema de conversación.

—Como ya dije, soy hija de un doctor... lo observaba mucho y le ayudaba si había demasiada gente. — Le da otra cucharada y luego infla su pecho de orgullo. — Procuro ayudar mucho a las personas que estimo mucho, así que siéntase afortunado.

—Lo estoy, se lo aseguro. — La ve reír bajo y acepta otra cucharada. — Al menos te ves mejor que ayer.

—¿Eh?

—Ya sabe, el dolor de cabeza.

—Ah sí... perdón, estaba tan preocupada por usted que olvide mis propios malestares. Pero ya estoy bien, dormir ayuda.

—¿Puedo hacerle una pregunta? Una bastante personal.

—Solo si termina de comer y tomar la medicina.

—Una negociación aceptable.

—Ya verá que yo le hare una algún día, no se confié.

—Prometo ser un libro abierto entonces.

En una hora había terminado la sopa al completo, tomado la medicina y fue al baño con ayuda de Orihime a refrescarse un poco, aun tenía la cara demacrada pero al menos no tiene aspecto de haberse muerto. La divorciada lo espera en el mismo asiento de antes al salir del baño, ella lo mira y rápido aparta la mirada; al principio le extraño pero no tarda en darse cuenta que su reacción deba ser por andar al pecho descubierto y su estúpido ego masculino se hincha como también la vergüenza de hacerle pasar un mal rato. ¡Es una dama, maldita sea, no una mujer de burdel! De seguro el estúpido bueno para nada de su ex marido es el único hombre que debió haber visto desnudo y ahí anda él, exhibiéndose como si ella no valiese la pena ser respetuoso. De seguro debió ser un martirio para ella anoche verlo en ropa interior...

Maldice que el calor haya llegado a su pene que se regresa al baño alegando que ahora tiene ganas de orinar como excusa.

Vuelve a salir una hora después, se había refrescado nuevamente y tratando de calmar su aparato reproductor. Nota que está dibujando, como en el crucero, y tiene de nuevo esa mirada melancólica mientras suspiraba y pasaba a otra hoja, dejando el dibujo a la mitad.

—¿Bloqueo de artista?

—¿Esa es su pregunta personal?

—No.

—Entonces no responderé. — Sonríe traviesa. — Tiene que tener cuidado su excelencia, si fuese un negocio ya habría perdido millones.

—No puedo negarlo, tiene razón. — En su mano sostiene la parte de arriba de su pijama y se lo coloca, se va a aguantar la incomodidad y el calor por ella. — Pero si me permite, sigo diciendo que dibuja bien.

—Gracias… — Dice esquivando la mirada y se muerde el labio en señal de tensión.

Se sorprende de un toque en su mentón. Ichigo le sostiene la barbilla, cruzan miradas y él le acaricia la piel que alcance con su pulgar. Orihime se sorprende que entreabre sus labios sin saber, por lo que el pulgar llega a tocarle el labio inferior. Solo un roce pero suficiente para que el rostro de la divorciada se encienda y se aparte del toque.

—Disculpa, estabas muy triste... — Ichigo se disculpa tras un ataque de tos.

—N-no... no estoy molesta, solo... sorprendida.

—Solo quería... yo... — Sonrojado.

—De verdad, está bien... sé que Ichigo no lo ha hecho con mala elección. — Sonríe nerviosa. — Imagino que solo querías subirme el ánimo.

—Orihime... — Se sienta en la cama, asegurándose de estar frente a frente. — ¿Aun amas al conde Stark?

Esa es la pregunta personal.

Escuchar esa pregunta le provoca una pérdida de energía, su espalda lentamente se va encorvando y sus ojos, nuevamente tristes, miran sus manos en el regazo, como se van mojando a causa de sus lágrimas. Desesperada busca su pañuelo en el bolsillo y se limpia las mejillas y los ojos murmurando disculpas por perder la compostura, al mismo tiempo se enoja consigo misma por ser débil.

—No me esperaba... esa pregunta...

—Ayer, cuando regreso tan mal cuando hace una hora estaba resplandeciendo... supuse que su ex esposo era el culpable.

—Se nota que es escritor de misterio. — Bromea aun con sus mejillas húmedas. — El idiota me había llamado... también creyó que estoy teniendo una relación contigo y no le gustó.

—Pero qué... — Se cabrea de la nada, sus puños nunca antes habían estado tan ansiosos por pegarle a alguien. — Ese canalla le ha hecho daño, traicionó su confianza y le rompió el corazón... ¿Y tiene el cinismo de quejarse de sus relaciones?

—No vale la pena Ichigo, Coyote... — Mueve su mano mientras habla, queriendo restarle importancia. Suelta un suspiro. — ya me encargue de él y, conociéndolo, debe estar hundido en su cama o sofá favorito pensando en lo idiota que fue. — Otro suspiro y hace un gesto de desagrado. — Es tan holgazán que cuando una emoción que lo saca de su zona de confort lo domina, actúa antes de pensar solo para quitárselo de encima y seguir tranquilo.

—No lo justifique.

—No lo hago, solo... solo lo conozco bastante bien.

¿Cómo explicarlo más claro? Es imposible porque es algo que aprendió estando casada, solo otro casado la entendería sobre aquellos gestos, pensamientos o costumbres de tu pareja que nadie nota o sabe porque es algo intimo. Y sí, su final con Stark ha sido una mierda, pero por desgracia, eso no borra lo bien que lo conoce, ya sea sus cosas buenas y malas, por lo que puede intuir lo que le llevó al conde llamarla: celos.

Si te ame.

Y sin embargo no fue suficiente amor o no la habría engañado por ser una estéril.

—No quiero seguir pensando en eso... pero un trato es un trato. — Ichigo no se creía capaz de escuchar la respuesta pero no puede detenerla ahora después de todo lo que dijo para llegar a ese punto. La divorciada respira hondo. — Aun tengo sentimientos por Stark... y al mismo tiempo tengo tanta rabia. Y lo entiendo porque... un amor de casi siete años no desaparece en un mes o un año. Extraño trabajar en el jardín que tenia allá y dejarle flores en su escritorio; extraño cuando nos dormíamos en verano en la hamaca bajo la sombra del manzano; extraño... — La voz se le quiebra. — extraño que se diera cuenta esos momentos que me moría de hambre y me preparaba un emparedado porque una vez comente que me gustaba los que hacían en "Carrot"... él le pagó al chef para que le enseñe como hacerlo igual. — Lloriquea. — Amo y extraño a mi marido... pero no volvería con él... no por orgullo herido... porque me lo arrebataron y dejaron en su lugar a una persona que conozco y al mismo tiempo no. Lo amo y tendrá un pedacito en mi corazón... pero ya no lo amo como antes.

Al principio queda un silencio en que solo se escucha sus hipos y llanto.

Después se escucha a Ichigo acercarse y, para su asombro, él la abraza... y ella le corresponde, llorando en su pecho.