Capítulo 12: En un carruaje.
Llevan dos semanas en el hotel, ya Ichigo se le ve con mejor aspecto aunque sigue con la garganta adolorida que Orihime le preparaba el té especial de su padre que consiste en una mezcla de hierbas con miel para endulzar. La verdad sea dicha ha sido todo un elixir aquella bebida... y ni hablar de lo agradecido y feliz de tener a Orihime a su lado cuidándolo a pesar que su faceta de enfermera es bastante regañona.
Están tomando el desayuno, tranquilos, pensando Ichigo sin mucho ánimo que ya debería volver a su itinerario cuando escuchan que tocan a la puerta principal y ser abierta antes que la criada del hotel tenga oportunidad de hacerlo. Es solo Ogawa cargando tanto la correspondencia de su señorita como el de Ichigo, el joven heredero le había dado autorización por tener que estar confinado y ya que es bastante competente, discreta y confiable, le pareció bien pedírselo.
—Su Excelencia — Deja su correspondencia sobre la mesa, cerca de él y al mismo tiempo que no le moleste el desayuno. — Disculpe mi atrevimiento por ordenarlo de acuerdo a la urgencia.
—No se preocupe, gracias señorita Ogawa. — Uno puede saber la importancia de la correspondencia por el color, siendo el rojo el de mayor importancia. — Me ahorro la parte tediosa.
—De nada — Complacida de haber recibido un halago del heredero Kurosaki y Orihime sabe que se lo comentara a su familia. — Señorita, ¿Llevo el suyo a su habitación?
—¿Hay algún sobre rojo o amarillo?
—Aquí. — Extendiendo dos sobres amarillos y uno rojo. — El resto tiene que ver con su trabajo.
—Bien, llévalos a mi habitación, los revisare después de comer. — Recibe los sobres y los deja al lado derecho de su plato. — Gracias Ogawa.
—Lo que sea por mi señorita. — Se inclina y va al cuarto de Orihime de seguro a dejarle la correspondencia en el escritorio con el orden que le acomoda.
—Tu doncella es bastante eficaz — Elogia Ichigo con una sonrisa leve.
—Sí, soy afortunada de tenerla a mi lado. — Toma un trago de su té de jazmín. — Su familia ha trabajo para nosotros cuatro generaciones; es la persona más leal a mí sin contar a mi familia, sé que daría la vida por mí... claro, espero que eso nunca pase.
—Esa clase de personas son las que hay que apreciar.
—Sí. — Deja la tasa sobre el plato con cuidado. — Ella... ella fue quien los descubrió... y de inmediato me aviso... no toda la servidumbre hace eso.
Ichigo responde con un asentimiento de cabeza y piensa que en cuando consiga tenerla de esposa, le dará a la doncella excelentes beneficios como la habitación más grande cerca de los aposentos de la duquesa, un asistente y que salga a vacacionar en sus propiedades.
De nuevo se escucha la puerta y esta vez la criada pudo esta vez alcanzar a abrirla, intercambia unas palabras y mira a Ichigo nerviosa.
—Es un... un mayordomo que dice ser de su casa señor.
—¿Qué?— El futuro duque la mira confuso y entonces entra dicha persona, sorprendiéndolo. — ¿Richiro?
—Señor, veo que tiene buen aspecto, pero igual me tome la molestia de traer a un doctor. — Es la manera de saludarlo, como si no hubiera cruzado el océano para encontrarlo. — Más le vale no haberle ocasionado problemas a Lady Orihime y seguir las indicaciones para una pronta recuperación.
—Pero... ¿Qué diablos haces aquí? ¿Has venido en barco desde Karakura?
—¿Qué pregunta es esa? — Detrás de él aparece una persona que se mantiene con la cabeza gacha. — Al día siguiente de la llamada, hable con su padre y estuvo de acuerdo conmigo de que debía venir a su encuentro con el doctor Yamada.
—Un placer verlo de nuevo, futuro duque. Mi nombre es Yamada Seinosuke. — Saluda el doctor, un hombre alto de cabello negro, delgado y con los ojos castaños.
Orihime se pone de pie ignorando la cara molesta de Ichigo y extiende su mano hacia Richiro, quien se sorprende un momento pero después le sonríe y estrecha la mano. Ella no puede saludarlo con una inclinación al ser una noble y él un criado, pero los barones les han enseñado a ser respetuosa con todos, en especial la servidumbre por aguantar los caprichos de su jefe (un empleado feliz es un empleado leal), por lo que Orihime les transmite aquel respeto con estrecharles la mano la primera vez que los ve.
—Es todo un honor conocerlo esta vez en persona señor Richiro.
—El honrado soy yo mi lady, que usted ha despertado alegrías a mi señora la duquesa.
—¿Eh? ¿Por qué?— Ladea la cabeza, confusa, mientras Ichigo se pone nervioso imaginando a su madre feliz por el palacio, contando a todos que su hijo ha pedido el anillo para cortejar por fin a una dama "oficialmente".
—La duquesa está feliz de su buen corazón al quedarse a cuidar a mi joven señor, a pesar que enfermo su mal carácter se multiplica por mil. — Sonríe todo amable pero Ichigo sabe que solo está contento de haberlo molestado.
—Oh, solo hice lo correcto. No podía dejarlo solo estando lejos de su familia en un momento así, ni mucho menos con lo amable que ha sido Ich-... su excelencia. — No quiere dar malos entendidos a un mayordomo de la casa Kurosaki, mucho menos alguien con mayor rango de la servidumbre y cercano al duque y la familia... ni se imagina la pobre que eso no es posible porque desde que Ichigo ha solicitado el anillo, andan todos en el ducado emocionados y haciendo planes de boda en el palacio de la familia o quizás pedirle a Kaien el salón de eventos del palacio imperial. — Doctor Yamada, un placer conocerlo... si no me equivoco es el hermano de Hanataro.
—Oh, ya conoce a ese bribón. — Estrecha la mano de la hija del barón muy cordial.
—Sí, soy amiga de la marquesa Unohana, así que eh conversado con él de vez en cuando.
—Ah, ya entiendo. Ese bribón es todo un privilegiado de ser aprendiz de la marquesa... pero bueno, si no le importa quisiera cumplir mis deberes de doctor.
—Claro. — Ichigo acepta en mala gana, sabe que Richiro no lo dejara libre hasta que se deje revisar. — ¿Aquí está bien?
—Mejor en su habitación señor, no creo que Lady Orihime deba verlo quitarse la ropa.
La joven se sonroja en vergüenza, su mente recrea los pectorales desnudos sin quererlo, avisa que irá a su cuarto a trabajar por mientras y le pide a la criada que le lleve el té al mismo tiempo que camina a paso rápido a su habitación.
Seinosuke comenzó con las preguntas rutinarias, halagó los cuidados de Orihime que ayudaron a los medicamentos acelerar el proceso de recuperación. Le cambio algunos por otros y rechazo los que ya no veía necesario continuar bebiendo.
Una vez el doctor se fue del piso (con buena paga) Richiro se sienta sin vergüenza al lado de su señor y se lo queda mirando con una mano en el hombro.
—Me siento más tranquilo al verlo mejor y que el doctor lo confirme.
—Soy duro de roer, ya sabes — Bromea con la situación, como si no hubiera pasado por fiebres altas e incluso vomito dos veces.
—Y veo que en parte de su mejoría es por Lady Tenjiro.
—No sé que hubiera sido de mí si no estuviera conmigo. — Admitió con una sonrisa cálida al pensar en Orihime. — Ella es... cada vez que la veo sonreír, sonrió yo también, el solo verla ya siento paz.
—Como sus padres. — Admite el mayordomo con una sonrisa. — Así que... — Mete la mano en el bolsillo de su chaquetón. — Estoy muy seguro de entregarle esto.
Saca nada menos que el anillo de la familia Kurosaki, el anillo de la duquesa.
MI INSTINTO NUNCA FALLA EN EL AMOR
Queridos lectores, si quedaron sorprendidos con la historia de amor entre el duque y la "divorciada" y con ganas de saber más, no se preocupen que su servidora se los trae.
¡Empecemos entonces!
¿Qué es lo que primero que pasa por su mente si les cuento que Lady Tenjiro ha estado en el pent-house de Su Excelencia? Todos los que han abierto la boca deberán darle una moneda de plata al primer vagabundo que pillen en la calle (risas).
No han leído mal lectores, pero descuiden, no compartieron cama, solo el pent-house que cuenta con cinco habitaciones... aunque claro, nunca se sabe lo que puede pasar ahí dentro con un hombre como el futuro duque que, como escribí anteriormente, veía a la Lady con puro deseo, así que no se sorprendan si a futuro el Barón Tenjiro busque la sangre del susodicho como en su día cazó a su ex yerno.
Con la cara roja igual a un tomate Orihime cierra el periódico y casi se lo lanza a Ogawa, ordenándole que lo tire a la basura.
Si su padre ha leído eso, esa parte absurda del deseo, no duda que en verdad cazara a Ichigo con su pistola y katana... quizás dos pistolas.
Pobre Ichigo que debe aguantar esta clase de cotilleos literalmente todos los días.
Ogawa termina de retocarle el maquillaje y el recogido, se pone en pie y sonríe a la imagen que le enseña el espejo. Le da las gracias a su doncella y le da las indicaciones finales sobre el equipaje ya que al fin continuaría con su viaje. Ichigo se encuentra ya capaz de seguir por lo ambos volverán a cumplir su itinerario.
Y separaran caminos.
Sonríe melancólica, ha sido divertido la compañía de su excelencia en estos casi dos meses pero es obvio que su trayectoria juntos debía acabar y tomar su camino; ella recorriendo el mundo y él rodeado de gente de acuerdo a su estatus. Iba a atesorar este tiempo compartido, aun si la realidad los hace distanciar.
Tocan a la puerta y ella misma abre, no quería interrumpir el trabajo de las doncellas, y sonríe ampliamente, al instante en que su cerebro asimila que es Ichigo. Como siempre, bien apuesto con sus mejores ropas que le saca un pequeño rubor, más ahora que es consciente de sus músculos bajo la camisa.
Serénate.
—Han llegado los botones con los carros de equipaje. ¿Tienes todo listo?
—Casi. — Desvía la vista un momento buscando el control de su corazón. — Hubo un inconveniente con algunas prendas.
—No te preocupes, aun estamos a buen tiempo.
—Me ofrezco ayudar. — Dice Richiro detrás de Ichigo. — Sera un honor asistirla.
—No es necesario, en cinco minutos tendre listo todo. — Asegura Ogawa acercándose con papeles y un sobre rojo. — Aquí tiene señorita, para su carta.
—Gracias Ogawa. ¿El timbre?— La doncella lo saca de su bolsillo.
Rápido Orihime va al escritorio y escribe una carta rápida, luego de aquel periódico decidió mandar una nota a casa con el fin de evitar una locura, confiando en el poder de su madre pero nunca está de más una palabra extra. Se acerca al joven Esteban que los había vuelto a servir y le dejo una moneda de plata explicándole que lo envié urgente y una de oro como recompensa si lo hacía bien.
—¡Gracias señorita!— Se inclina. — ¡Le deseo un buen viaje!
Una hora después están bajando al recibidor del hotel, Orihime yendo del brazo de Ichigo por insistencia de éste, se despidieron del gerente que los estuvo esperando en el carruaje con reverencias, deseándoles también un viaje seguro y comentó lo aliviado que esta de ver a Ichigo de nuevo estable.
—Como odio a los lame botas. — Gruñe Ichigo apenas el carruaje se pone en marcha.
—Señor, le recuerdo que no todos tienen los mismos privilegios que usted. — Dice Richiro sentado frente a él.
—Como sea. — Bufa y mira de reojo a Orihime (sentada a su derecha) concentrada en su libro. — ¿Cuál lees ahora?
—Estudio en Escarlata. — Responde con una sonrisa. — Lo vi en la librería el otro día. El autor es reciente.
—Es de un detective, ¿No? Como Poirot.
—Sí. — Vuelve a sonreír. — Si alcanzo a terminarlo en el viaje se lo regalo.
—¿Estás segura?
—Claro. — Se encoge de hombros. — Siempre puedo comprarme otro.
—Entonces yo le regalare uno de vuelta... como un intercambio.
Ogawa los mira con una gran sonrisa de emoción, como una especie de fan, a su lado el mayordomo Richiro está igual de contento aunque no lo demuestre; ha sido testigo en el corto tiempo de una semana la manera en que interaccionan y está bastante seguro que los duques la aprobarían.
Llegan a la estación de trenes, Richiro al instante busco personal para que ayude con el equipaje y Ogawa fue a verificar los pasajes y en que Anden hay que ir. En lo que esperan dentro del vehículo debido al frío, Orihime continua con su lectura e Ichigo juega con el anillo que tiene guardado en el bolsillo del pantalón.
El anillo de la duquesa.
¿Debería dárselo ahora? ¿O reservar el comedor del tren al completo? ¿O no debería primero admitir sus sentimientos y esperar una respuesta? Sí, sería menos humillante un rechazo de sentimientos que de matrimonio.
—Orihime.
—¿Sí?— Lo mira curiosa.
—Necesito contarte algo. — Ella asiente como toda respuesta. Se acomoda en el asiento, quedando frente a ella. La mira tan fijo que la joven se ruboriza. — Quiero decirte que me gustas y deseo fervientemente que me permita cortejarla.
La hija del barón abre sus ojos de asombro, luego le sigue sus labios. El libro se le resbalo de las manos y cayó al suelo. Literal su mente ha quedado apagada por segundos.
Ichigo le ha confesado sus sentimientos.
Su excelencia, el futuro duque, se le confesó.
El corazón le late rápido en respuesta a la emoción y felicidad que sus labios casi sonríen por instinto... pero la realidad no tarda en golpearla.
No puede casarse con un hombre que debe asegurar la descendencia al ser ella una mujer seca, una inútil.
—Yo... — Debe protegerlo de la gente y a sí misma, no podría soportar ser rechazada otra vez por una persona amada. — Discúlpame Ichigo, pero a pesar de lo que sienta por ti, no puedo verte más allá de un amigo.
La puerta del carruaje se abre en ese momento, dando Orihime gracias por ello, y se asoma Ogawa.
—Señorita, ya... — Orihime se baja sin siquiera esperar a que termine. — ¿Señorita? — Turnando su mirada entre la joven y el futuro duque.
—¿Qué ocurre?— Richiro se extraña.
—Nada. — Orihime sonríe. — No pasa nada. ¿Verdad su excelencia?
Ichigo deja de ver el anillo en su mano y concentra su atención en la mujer que lo ha rechazado.
A pesar de lo que sienta por ti.
Eso dijo antes de rechazarlo.
—Claro Orihime. — Le devuelve la sonrisa.
Es decir, no está perdido.
