Hola!
Siendo las 1:26 en mi país me niego a fallarles con la publicación del nuevo cap. Se vienen vaaarias cositas intensas por aquí, asi que recomiendo vayan a buscar su tazón favorito con un café calentito para disfrutarlo.
Muchas gracias por sus buenos deseos para este año 2023!, comencé hace 2 meses en un trabajo nuevo, el que hasta ahora me tiene bastante feliz, esperemos siga siendo así, esperemos todo el ámbito académico vaya excelente para aquellos que estudian, que el ámbito laboral no los estrese mas de la cuenta, pero por sobre todo, que este añito nuevo tenga mas experiencias buenas que malas para todos ustedes :3
Muchas gracias:
- Susanisa: Infinitos buenos deseos para ti!, Izayoi no descansará hasta cumplir su deseo jiji.
- Geanery Sandoval Castaneda: Finalmente las cosas han comenzado a intensificarse de a poquito jiji, Muchas gracias por tu comentario! Nos leemos en una semanita mas :3
- kcar: Me alegro de que te gustara! de seguro este te gusta más.
- Marian Muxtay: Todo esto de aguantar y reprimir las nuevas sensaciones entre los dos se viene bastanteeeee intenso, algo que por cierto nos encanta jajaja. Bendicoines cariño, espero que todo ande bien para ti!
- joiscar: Ambos son bastante necios cuando se trata de asumir aquellas sensaciones que en definitiva complican todo entre los dos, pero tambien es cierto que poco a poco se les ha ido escapando de las manos, a fin de cuentas es dificil controlar las acciones cuando tienes la posibilidad de cometer el error que tanto deseas, imaginate no más, tener ahí a Inuyasha todo coqueto intentando tentarte, yo fallaria totalmente ajajja. Un abrazo!
- Guest: Feliz añooo!, El formato de la Kag atrevida, valiente, intrépida es mi favorito, Se viene intenso, sólo eso diré jiji. Un abrazo enorme querida! muchas gracias por estar siempre aquí.
- Guest: Me alegro de que te gustara! apuesto a que este te encanta jiji
- YokoGH: Pequeña miaaa :c ojalá hayas podido descansar luego de tanto estrés. Me encanta leerte por aquí, la verdad es que este cap está increíblemente explosivo. Asi que espero sorprenderte por ahi. UN abrazo y nos estamos leyendo pronto! gracias por tu comentario.
- Soyungirasol25: Ajajaja eso es lo malo de ir al día, que uno tiende a estar increiblemente ansiosa esperando la actualización. La verdad es que yo lo viví tambien, me enamoré de mi mejor amigo y bendecida mi suerte porque en ese entonces incluso llegamos a tener una relación, sin embargo obvio que cuando terminó nunca mas volvimos a saber el uno del otro y eso es bastante triste :c ese sentimiento de querer suprimir las emociones, desear borrar ese cariño que de pronto se ha modificado... es bastante tortuoso cuando uno lo vive en primera persona. Uno tiende a recordar esos episodios de la vida, sin importar cuanto tiempo pase (en mi caso fue por allá por 2011, hace mas de 10 años). UN abrazo bella miaa! me encanta que puedas leerme incluso a varios kilómetros de distancia.
- : AJAJAJJ somos demasiado parecidas, yo tiendo a leer los capítulos que me encantan muchas veces, tanto de autores a los que sigo como los míos. Este cap va a encantarrrrte, asi que espero lo leas mucha veces tambien. Kikyo y Alex son personajes semisecundarios, pero créeme cuando te digo que tendrán de todas formas bastante importancia en la historia. Un abrazo y nos leemos pronto!
Llegué a un momento en que los 10 caps que habia adelantado ya han comenzado a quedarme cortos asique estos dias me pondré a escribir a full para seguir publicando a tiempo. Proximo cap el 14 de enero! para que pongan un recordatorio por ahí.
Los quiero mucho!
Frani.
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Capítulo 6.- placer y culpa
Kagome
Sonrió y bajó su estatura hasta la mía, cerrando el espacio entre los dos con un beso que pareció ser el inicio de mi liberación absoluta.
Su boca presionó suavemente contra la mía y al separarnos un poco mordió mi labio inferior, tentándome sutilmente como solo él sabía hacerlo. Hizo el ademán de alejarse y de inmediato me aferré como un gato con mis garras a su camisa, lista para atraerlo nuevamente hacia mí. Él sonrió por su pequeña victoria.
– Entonces no quieres que me vaya… - Susurró cerca.
– Cállate. - Ordené.
El segundo beso de la noche fue iniciado por mí, mis manos subieron de su camisa a su cuello y me aferré allí como si mi vida dependiera de ello. Sentí las suyas moverse hasta mi cintura y sujetarla con fuerza, dándome la sensación de que ese lugar le pertenecía desde siempre. Una de sus piernas rozó con toda intención mi entrepierna y sentí mis ojos arder bajo los párpados, aguantando a duras penas un gemido traicionero. Unos segundos más tarde sentí el clic del seguro cuando una de sus manos se movió de mi cintura a la puerta con el objetivo de bloquear cualquier oportunidad de escapatoria para ambos.
Lamí su labio inferior de comisura a comisura rogando por una entrada y entonces su lengua cálida se enredó con la mía, aumentando aún más la velocidad de los latidos desesperados de mi corazón. Me removí inquieta por la adrenalina entre sus brazos y con ello pasé a llevar el interruptor de la luz, dejándonos a oscuras y encerrados, como si el destino quisiera incentivarnos a cometer ese error hasta el final.
Su boca abandonó la mía sólo para moverse con besos cortos sobre mi mejilla, mi mentón y mi cuello, donde se quedó para lamer de forma placentera el trayecto de mi yugular. Por instinto me aferré a su cabello, evitando que se moviera de aquel lugar. Un cosquilleo electrizante y placentero me recorrió desde la raíz de mis cabellos hasta la punta de mis pies. Sentí sus colmillos rozar mi piel suavemente y me aferré a sus brazos.
– ¿Quieres que me detenga? - Su voz sonó increíblemente ronca en aquel susurro que me provocó cosquillas con su aliento tibio.
No respondí, pensando que quizás el silencio me liberaba un poco de la culpa. Me dio un par de segundos para contestar y al no ver respuesta hundió con fuerza sus colmillos en el punto perfecto para alcanzar mi yugular, arrancando con ello un jadeo ahogado de mis labios.
Conocido era que las mordidas de nuestra especie provocaban en efecto liberación de cierta cantidad de endorfinas en el torrente sanguíneo, generando instantáneamente una sensación absoluta de placer. Me habían mordido en múltiples oportunidades, sin embargo la avalancha de placer que invadió cada terminación nerviosa de mi cuerpo me hizo incluso tronar mis dedos cuando intenté controlarme para no arrancarle la ropa a tirones. Las succiones rítmicas de su boca sobre mi piel me hicieron evocar jadeos silenciosos, me sentí completamente drogada, flotando entre nubes, sujeta únicamente por él contra la pared tras mi espalda. Una de sus manos bajó hasta mi seno izquierdo, apretándolo con suavidad por sobre la tela y obteniendo con ello el primer gemido audible de mi boca.
– ¿Qué pasa Kag? ¿Tal vez he encontrado tu zona erógena favorita? - Exclamó cerca de mi boca. Volvió a apretar y obtuvo el mismo resultado.
Bajó con sus dedos las mangas por mis brazos, dejando a su vista mi escote desnudo. Apretó uno en cada mano y entonces cerré los ojos con fuerza.
– Tu piel es tan suave… - Susurró.
Bajó su rostro hasta mi pecho izquierdo y lamió con lentitud la aureola que lo coronaba.
– ¡Inuyasha! - Me aferré a su cabello y entonces metió mi pezón por completo en su boca mientras sus dedos se colaban por la apertura de mi vestido. Lo sentí acariciar con suavidad mis pliegues para luego correr mis bragas y pulsar rítmicamente mi punto de placer.
Lo levanté para mirarlo de frente y volví a besarlo con desesperación; sin separarme me moví rápidamente para acorralarlo contra la pared.
Abrí su camisa a tirones necesitados, recorrí su pecho con mis manos y rasgué con facilidad su piel cuando mis garras no aguantaron la tentación. Bajé para lamer desde su ombligo hasta el borde de su pantalón, el que desabroché con lentitud bajo el anaranjado intenso de su mirada.
Masajeé su miembro por sobre la tela de su bóxer y con ello un gruñido gutural hizo eco en esas cuatro paredes. Colé mis manos por debajo de la tela y su piel caliente me hizo jadear. Acerqué mi boca y lamí la punta de su glande, el gemido ronco inmediato me dio incentivos para seguir. Me esforcé por envolverlo por completo entre mis labios, sin embargo no fui capaz; pese a ello pronto sus caderas se movieron contra mí, aumentando la rapidez poco a poco.
su mano me tomó por el mentón obligándome a mirarlo. El rojo de sus ojos destacó con creces en la oscuridad al igual que el mío.
– Ven aquí. - Rogó.
– ¿Por qué? ¿No te gusta? - Lamí desde la base hasta la punta y jadeó.
– Porque no quiero correrme en tu boca, ven. - Ordenó.
Obedecí. Tomó mi rostro entre sus manos con delicadeza y me besó profundo, dio algunos pasos instándome a caminar de espaldas hasta que sentí el borde del lavamanos bajo mis palmas. Me tomó por la cintura y me sentó allí, colocándose entre mis piernas.
– Todavía puedes arrepentirte. - Susurró.
– Eso es una vil mentira. - Lo escuché reír bajito y casi al instante se adentró en mí de una sola vez.
Me aferré como pude a su espalda y él gruñó cuando mis garras rompieron su piel.
– No tienes idea… de lo mucho que he soñado con esto. - Salió lento y volvió a entrar de golpe. - Pero definitivamente mi imaginación no le hacía justicia a lo estrecha que eres.
La fricción entre su carne y la mía era exquisita, al inicio las embestidas fueron lentas, sin embargo pronto no fue suficiente. Me atrajó abrazándome con uno de sus brazos por la cintura y volvió a besarme. Mis gemidos fueron opacados con cierto éxito, sin embargo sus gruñidos vibraron con creces en su pecho. Sentí mis pechos subir y bajar bruscamente con cada embestida entre los dos.
El cosquilleo que se acumuló en mi vientre bajo me dio indicios de que para mi sorpresa no sería capaz de aguantar mucho más, pese a que no quería que ese momento acabara. Mordí su hombro intentando controlarme.
– No puedo… - Jadeé.
– ¿Qué no puedes? - Aumentó la velocidad y bajó hasta mi cuello donde mordió con fuerza una vez más.
El grito de placer intenso que salió de mis labios podría haber sido vergonzoso… si tan solo me hubiera importado. Me estremecí en pequeñas convulsiones de placer entre sus brazos y sentí la húmeda evidencia de mis sensaciones escurrir por mis piernas. Sus dedos se movieron hasta mis pliegues para luego subir hasta sus labios, lo vi lamer de forma sensual mis fluidos e incluso con esa pequeña e insignificante acción volvió a encenderme.
– Hmm… - Para cuando sus ojos volvieron a abrirse volvían a brillar rojizo.
Me bajó con poca delicadeza, me giró recargando mi pecho sobre el lavamanos y volvió a entrar de golpe. Pese a la oscuridad pude ver nuestro reflejo culpable, justo allí enfrente en el enorme espejo mientras me sujetaba por las caderas desde atrás.
– Kag… - Gimió. Sentí mi piel rasgarse bajo sus garras mientras nuevamente aparecía ese cosquilleo placentero en mi cuerpo.
Me erguí un poco para abrazarlo por el cuello y guiar su rostro hasta el mío, besándolo con desesperación.
– Quiero sentirte, déjame sentirte. - Jadeé.
Aquello fue sustrato efectivo para su clímax, pues gruñó una última vez cuando se liberó dentro de mí al mismo tiempo que yo alcanzaba las estrellas una vez más. Se recargó sobre mí y me abrazó apretando mis pechos con sus manos mientras ambos intentábamos recuperar el aliento.
Me giró para quedar frente a frente una vez más y volvió a besarme. Esta vez su beso no fue lujuria desesperada, si no más bien una demostración de cariño intenso. Continuamos en eso hasta recuperar el latir lento de nuestros corazones, para cuando se separó pegó su frente a la mía.
– Tan exquisita como te imaginaba en mis deseos culpables… - Su comentario me hizo reír mientras bajaba a dar besos cortos sobre mi clavícula.
– Hay un pequeño problema… - Musité.
– Que no podemos volver a la fiesta. - Adivinó. - No con nuestro aroma así de entremezclado.
Asentí.
– Podemos salir por la puerta de la cocina, diremos que me sentí mal, que vomité y me llevaste a casa. - Aquello lo hizo reír.
– Si lo meditas un poco, es algo que podría suceder en realidad.
– Totalmente. - Acomodé la tela de mi vestido y las horquillas en mi cabello. - ¿Vas a dejar a Kikyo sola?
Lo meditó mientras abrochaba los botones de su camisa.
– Es eso o darle la chance de odiarme para siempre.
– Comprensible. - Me giré y de inmediato comprendió la indirecta ayudándome con el cierre de mi vestido.
– Me daré una ducha rápida en tu casa, puedo volver aquí luego de eso. - Asentí.
– Buen plan. - Palmeé sus hombros. - Andando.
Me tomó por la muñeca.
– Espera, déjame salir primero y comprobar que no haya nadie, te espero en el estacionamiento. - Asentí.
Sacó el seguro de la puerta y desapareció. Al instante encendí la luz, me vi en el reflejo y no pude evitar reírme de mí misma. Mi piel blanca estaba llena de manchones amoratados predominantes en el cuello y en mi escote, donde los dientes de Inuyasha habían jugado con total libertad. Mi cabello iba desordenado y poco quedaba de mi peinado. Me sorprendió que pese a los besos y lamidas, el maquillaje de mis labios seguía perfecto, definitivamente había sido una buena inversión.
Mi teléfono vibró sobre mi muslo y sonreí cuando leí el mensaje.
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De: Inuyasha Taisho, 14 de octubre, 2:00 am.
"Puedes salir ahora, todos están en el salón."
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Abrí la puerta y caminé segura hasta la cocina. Allí choqué de frente con Miroku, quien llevaba un vaso de agua.
– ¡Hola Kag!, te me perdiste por un buen rato, vine a buscar agua y… - Me miró con atención. Vi sus fosas nasales dilatarse y entonces sonrió. - ¿E Inuyasha?
– No lo he visto.
– Oh, es que como ambos han desaparecido, pensé que estarían juntos. - Ignoré su comentario.
– Me iré a casa, no me siento muy bien.
– Si, te ves un poco agitada. - Por supuesto, él sabía perfectamente lo que acababa de ocurrir. - ¿Quieres que vaya por Alex?
– ¡NO! - Grité de inmediato. - Digo… Lo llamaré cuando llegue a casa, no quiero obligarlo a irse conmigo.
– Yo la llevaré. - La voz ronca de Inuyasha nos distrajo a ambos, al girarnos a mirarlo sus manos acomodaban su chaqueta.
– Oh perfecto, espero que te sientas mejor Kag. - Miró a Inuyasha. - Yo me dedicaré a distraer a Kikyo mientras tanto. Tú y yo conversaremos después. - Exclamó serio.
– Podía comprenderlo, después de todo Kikyo también era su amiga. El peliplata sólo asintió, estiró su mano hacia mí y yo la tomé con completa confianza.
Ninguno de nosotros dijo nada y simplemente desaparecimos. Me senté en el asiento de copiloto en silencio y entonces él se sentó a mi lado.
– Somos una mierda. - Musité.
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Inuyasha
La miré serio y entonces ambos nos echamos a reír.
– Velo de este modo, hemos terminado con esa molesta tensión sexual entre los dos y ahora podemos seguir adelante. - Me miró fijo.
– ¿Crees que esto funciona así?
– Tiene que funcionar así, no hay otra opción. - No podía cegarme más allá de esa noche.
Tardamos cerca de una hora en llegar a su departamento, el trayecto fue silencioso y en realidad lo preferí de esa manera, después de todo lo que había sucedido entre nosotros tampoco había mucho más que decir. Subimos en el ascensor, la vi juguetear con sus manos con cierto nerviosismo. Abrió la puerta principal y encendió las luces.
– Como siempre hay toallas limpias en el baño, ya lo sabes. - Asentí.
– ¿No te vas a duchar conmigo? - Pregunté con normalidad, tomando cierta ventaja de la situación, aprovechando las circunstancias.
– ¿Qué? - Me encogí de hombros.
– Estoy tan ebrio que me ha parecido una buena idea. - Aquello la hizo reír.
– No Inu, no me ducharé contigo.
Asentí y caminé hacia el baño.
– Dejaré la puerta sin seguro, sólo por si acaso. - No me respondió, solo se sentó sobre su sofá y encendió la televisión.
Giré la llave de la ducha para dejar el agua correr. Saqué una a una mis prendas dejándolas allí completamente desordenadas en el piso y miré mi cuello. Un par de moretones por succión destacaban en mi piel aunque parecían borrarse poco a poco.
El agua caliente quemó mi piel de forma agradable, masajeé mi cabello luego de usar uno de los tantos productos de Kag y disfruté del aroma artificial a frutas dulces.
Para cuando me giré la vi de pie dentro del baño, a algunos metros de las puertas de cristal que nos separaban. Su rostro serio me dejó sin palabras y sus ojos chocolate me miraron tan fijo que no pude ignorarlos. Llevaba una bata blanca sobre su cuerpo, reemplazando el vestido de satín. Su rostro estaba sonrojado por el alcohol, ambos estábamos ebrios y eso nos arrastraba a cometer cada vez más errores.
– ¿No vas a entrar? - Pregunté.
Soltó el nudo de la bata y deslizó la tela desde sus hombros hasta el suelo. Ciertamente había visto su cuerpo en múltiples oportunidades con ropa interior cubriéndolo, sin embargo su desnudez bajo la luz de esa habitación era algo nuevo para mí. Caminó lentamente hasta abrir la puerta de cristal y le di espacio suficiente para colocarse bajo el flujo de agua. La vi cerrar sus ojos y suspirar con la calidez, mientras su flequillo se humedecía poco a poco. Aquella imagen de perfección me hizo tragar sonoramente.
La sujeté por la cintura y la atraje hacia mí, ocultando mi rostro en su cuello, la sensación de su piel mojada contra la mía fue agradable y el aroma a vainilla se hizo más potente con el vapor.
Mis manos se deslizaron desde donde estaban hasta sus caderas y siguieron su trayecto hasta alcanzar su trasero, apretándolo entre mis dedos. Desde allí subí por la hendidura de su columna hasta alcanzar su cuello.
Subí mi rostro para mirarle una vez más, entrecerré los ojos y la besé con hambre, no me permití pensar nada, no quería arruinar eso entre los dos. La caricia fue lenta y embriagante y con ello conocí otra faceta en Kag, adicional a esa explosiva que habíamos dejado atrás en el baño de la mansión de mis padres. La moví contra la pared de porcelanato y ella se dejó hacer por completo.
¿Qué estábamos haciendo? Eso estaba increíblemente mal.
Me separé de golpe unos centímetros, sin embargo ella volvió a buscar mis labios y yo se los negué nuevamente. Apoyé mis manos en la pared a sus espaldas, intentando controlar mis ganas de caer en tentación una vez más.
– Vamos a arrepentirnos tanto de esto... - Musité pegando mi frente a la suya. - Terminaremos perdiéndonos el uno al otro.
– No vas a perderme. - Susurró.
Sentí sus labios en mi cuello con caricias cortas que me hicieron apretar mis manos con fuerza.
– Kag…
Lamió lento sobre mi yugular y tomé su cabello en un manojo para alejarla. Me miró fijo mientras su pecho subía y bajaba y sus ojos mostraban trazos rojizos alrededor de sus pupilas.
– ¿No quieres sentir lo mojada que estoy? - Preguntó. Pequeña tramposa.
Tomó una de mis manos y la guio a su entrepierna, donde efectivamente comprobé a qué se refería; con ello sentí la sangre viajar veloz hacia mi miembro. Se acercó a mi rostro de puntillas, dio una pequeña mordida a mi labio inferior y besó luego mi mentón.
– Estás ebria. - Jadeé, buscando excusas.
– ¿Y? tú también lo estás.
– No harías esto estando sobria.
– Jamás lo sabremos. - Sus manos bajaron traviesas por mi pecho hasta mi miembro y lo tomó con firmeza, ganándose un gruñido en respuesta. - Ya lo hicimos una vez… Una segunda no cambiará mucho las cosas, ya podremos sentirnos culpables mañana por la mañana.
Guio mi miembro a sus pliegues y se restregó sin dejarme entrar, la vi gemir cada vez más alto mientras no me quitaba la mirada. Aquella nueva faceta desbloqueada me volvía loco poco a poco, ¿Todo aquello me había perdido durante cinco años?
– Inuyasha… - Gimió y entonces me rendí al deseo.
Me posicioné en su entrada y la penetré lentamente, poco a poco, disfrutando el cómo las sensaciones le quitaban el aliento. Su boca entreabierta dejó escapar un gemido largo y excitante cuando sus paredes me envolvieron por completo, a la vez que sus garras se enterraban en mis hombros.
Salí lentamente para volver a entrar y jadeé sonoramente cuando la fricción me enloqueció. Me aferré a sus caderas como si mi vida dependiera de ello y volví a besarla, ansioso de probar su sabor una vez más.
Me sorprendió como las embestidas lentas lograron encenderme de igual manera que las desesperadas. Me encontré a mi mismo gimiendo alto y ronco contra su cabello mientras ella se aferraba a mi cuerpo. Levantó una de sus piernas para abrazarme por la cintura y con ello la penetración fue aún más profunda.
Sus ojos se tornaron vidriosos cuando estuvo cerca de su punto máximo de placer, Jadeó cuando el aire escaseó en sus pulmones y dejó caer su cabeza hacia atrás cuando el orgasmo la golpeó con fuerza. La sensación punzante de sus garras enterradas en mi espalda se transformaron en mi trofeo personal y su humedad en un premio adicional.
Incluso entonces no la dejé descansar, empujé duro y fuerte, hasta correrme dentro de ella. Mordí su hombro al lograrlo, aguantando el gemido con todas mis fuerzas. Nuestros cuerpos se estremecieron, la abracé para ayudarle a mantener el equilibrio y ella besó mi brazo mientras intentaba recuperar el aliento.
Nos quedamos allí por unos segundos, o tal vez minutos, intentando extender aquel momento todo lo que pude. La vi estirar su mano para alcanzar la llave y cerrarla. Su rostro escondido en mi cuello y su silencio me hizo tener dudas sobre como proseguir.
– Tienes que volver. - Musitó y su aliento cálido me hizo cosquillas.
Asentí sin dejar de abrazarla, con miedo de separarme de su cuerpo. Fue ella quien puso sus manos en mi pecho para alejarme sin volver a mirarme. Abrió la puerta corredera de cristal para salir y volvió a colocar la bata sobre su cuerpo. No mencionó otra palabra antes de salir del baño y me quedé allí, sintiendo como la culpa me arrollaba a toda velocidad.
Para cuando me vestí y salí ella estaba sentada en la sala de estar, mirando la televisión con atención.
– ¿Ya te vas? - Preguntó.
– ¿Quieres que me vaya? - Pregunté estrujando parte de la humedad de mi cabello.
– Si. - Respondió de inmediato. - Seré la voz de la conciencia por los dos. - Sonreí.
– Gracias por ello.
Me moví hacia la encimera de la cocina para buscar las llaves de mi auto y caminé hacia la puerta.
– Inuyasha… - Me giré hacia ella. Pídeme que me quede, pídemelo y no me apartaré de tu lado. - Todo esto… no creo que sea necesario aclarar que queda entre los dos.
– No.
– Y Miroku…
– No te preocupes, no dirá nada. - Asintió.
– Maneja con cuidado. - Aquellas tres palabras fueron señal evidente de que ella ya no quería seguir hablando.
Esa fue su última frase cortante para mí y sonreí antes de abrir la puerta y salir.
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Kagome
Apenas lo vi de reojo desaparecer y sentí el ruido de la puerta al cerrar me cobijé a mi misma subiendo mis piernas hasta mi pecho y apoyando mi frente en mis rodillas. Un sollozo escapó de mi garganta y sentí las lágrimas agolparse en mis ojos, algo poco habitual en mí. Los sentimientos me chocaron de golpe y me sentí atada de manos cuando me permití asumir que algo de confusión había alcanzado mi corazón en el último tiempo. Su aroma impregnado con intensidad en mi piel sólo me hizo llorar con más fuerzas, sobre todo cuando lo imaginé un par de horas más tarde abrazado a alguien más.
Pronto la deshidratación por las lágrimas me llevó de forma inevitable a una jaqueca intensa, apreté mis sienes con fuerza y apagué todas las luces a mi alrededor. Me recosté ovillada en el sofá y me permití sólo por esa noche sentir el dolor, sabiendo que al amanecer tendría que ser capaz de esconderlo para siempre.
Desperté al otro día con los rayos del amanecer colándose por el ventanal de la terraza. Me resistí por completo a levantarme hasta que mi celular sonó.
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De: Alex Bonnet, 14 de octubre, 10:45 am.
"¿Despertaste? ¿Te sientes mejor? Miroku me dijo que tuviste que volver a casa a mitad de madrugada porque te sentías enferma. Debiste avisarme… Estoy preocupado"
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Suspiré y bloqueé la pantalla. En ese mismo instante no era capaz de contestarle.
El primer pensamiento que cruzó mi mente fue mi mejor amigo, con la duda de si había llegado bien a casa, solo o acompañado. De si estaría igual de aproblemado que yo gracias a la culpa. Busqué su número en mis llamadas recientes y marqué sin pensar. Pegué el teléfono a mi oído esperando a que contestara mientras el tono de marcado me provocaba infinito estrés. Contestó casi al final, cuando ya había perdido las esperanzas.
– Hola pequeña. - Su voz ronca dejaba en total evidencia que mi llamada lo había despertado.
– Hola tú. ¿Dormías? - Sip, escogí la pregunta más estúpida que mi mente pudo encontrar.
– Un poco. - Me reí.
– ¿Desayunamos juntos? - Pregunté de golpe fingiendo normalidad y calma, pese a que mi mano libre tironeaba del lazo de mi bata con fuerza, intentando liberar ansiedad.
Estúpida Kagome, estúpida con creces.
– No puedo ahora. - Contestó después de unos segundos. - Kikyo se ha quedado a dormir.
Ah… Kikyo.
– Ah, comprendo. - Seguro has sido tan mierda como para cogértela después de mí Pensé, con todas las intenciones de preguntarlo en voz alta y de forma incriminadora. - ¿Y más tarde?
Silencio otra vez.
– No por hoy Kag, estaré ocupado. - ¡Basura! - Quizás mañana.
– Bueno. - Respondí cortante.
– ¿Te has molestado?
– No. - Mentí.
– Hablamos pronto. - Musitó. - Te quiero.
Aquellas dos últimas palabras hicieron a mi corazón aumentar la velocidad de sus latidos.
– Yo también te q… - El tono al cortarme antes de terminar la frase me hizo sentir aún mas molesta. - Idiota.
Pasé el resto del día esperando por algún mensaje de su parte, yendo contra todos mis principios y es que jamás en mi vida me había visto tan patética. Dos horas más tarde cuando mi teléfono sonó y corrí a buscarlo el nombre de mi jefe destacó en la pantalla. Contesté de mala gana.
– ¿Si?
– Buenas tardes Kag ¿Tienes tiempo para una misión? - Preguntó.
Suspiré, quizás a fin de cuentas me serviría para distraerme.
– Si, estoy libre ahora mismo.
– Genial, te envío los datos por mensaje. - Y corté.
Recibí la información apenas un par de minutos después, la misión era a una hora de viaje de distancia. Me duché rápido con el fin de salir de ese jodido baño de malos recuerdos en el menor tiempo posible. Sujeté mi cabello con mis horquillas y guardé un par de armas adicionales en las correas sujetas a mis muslos.
Llegué al lugar indicado con poca dificultad, analizando en silencio mi estrategia.
– Oh oh ¿Qué tenemos aquí? - Sonreí cuando aquella ronca voz conocida sonó a mis espaldas. Me giré y corrí a abrazarlo con cariño.
Sesshomaru no tardó en abrazarme de vuelta.
– Ha pasado demasiado tiempo desde la última vez que te vi. - Musité contra su pecho; una risa bajita salió de sus labios.
– Por lo menos unos cinco meses. - Me miró fijo. - Mi padre me ha pedido acompañarte por hoy, al parecer Inuyasha estaba demasiado ocupado.
– Ajá. - No quería hablar del Taisho menor, no en ese momento.
… Y en realidad también tenía deseos de verte. - Sonreí. - De todas maneras llama enormemente mi atención que él no esté aquí. ¿Discutieron por algo en particular?
– Ahórrate la curiosidad. - Se rio mientras caminábamos hacia la dirección indicada.
– Tu eres la única que soporta a mi hermano, sólo me preocupo de que eso siga siendo así.
– ¿Qué tal Nueva Zelanda? - Necesitaba cambiar el tema lo más rápido posible.
– Te encantaría, es muy bonito, muy entretenido.
– ¿Frío?
– No tanto por estos meses, la primavera hace lo suyo con el clima. - Pasó una de sus manos por mis hombros. - ¿Preparada mentalmente para tres objetivos?
– Ni siquiera deberías preguntarlo.
Toqué mi cabello buscando mi horquilla, lista para sacarla en el momento en que atravesáramos esa puerta de entrada.
