Hola lectores!
¿Cómo han estado? ¿Han disfrutado el último capítulo? Porque hoy les traigo una nueva actualización :3 (sip, he alcanzado a escribirla jiji)
Muchas gracias por sus reviews:
- Geanery Sandoval Castaneda: Como todos los hombres en este planeta, Inuyasha se sintió amenazado y cometió un montón de estupideces jsfnsjd bien merecida que se tenía esa cachetada. Inuyasha no puede ser honesto por dos motivos: En primer lugar jamas ha sentido lo que ahora esta sintiendo, jamas le ha importado tanto una persona en un ámbito romantico y eso lo espanta con creces. En segundo lugar ese miedo es incluso mayor cuando se mezcla con el hecho de que la primera persona por la que parece sentirlo es su mejor amiga, alguien a quien adora con la vida en esa faceta y que teme perder su amistad. La verdad el panorama es bien complejo cuando estas lleno de miedos en el corazón :c el miedo nos hace actuar de forma irracional. Muchas gracias por tu review! Un abrazooo
- yancyarguetaf: Nada me hace mas feliz que verlos disfrutar conmigo el desarrollo de esta historia! Inuyasha tiene este sentimiento de pertenencia que siempre le juega en contra, de todas formas ha sido un idiota por amor :c sólo que al ser la primera vez que se ve en ese escenario ha actuado como un perro asustado. Nos estamos leyendo! Un abrazo.
- joiscar: Que bueno que te ha gustado! Basicamente Inu ha aplicado un "si no es mia no es de nadie", destruyendo con ello la amistad y el corazoncito de Kag :c, espero disfrutes esta actualizacion! Un abrazote.
- : Se chingó tooodo! Ghhjf, a mi tambien me pasa, las facetas de inu celoso/sobreprotector/posesivo me hacen desear que exista en carne y hueso, independiente del caos enorme que ha provocado por ello. Es un perrito asustado :c imaginate sentir amor romantico de golpe por primera vez y por alguien que valoras demasiado como amigo, al tener miedo de perder su amistad el idiota ha destruido todo, pero bueh, necesitaban esto, para darse cuenta de que hay otras opciones además de la amistad. Muchas gracias por tus comentarios! Un abrazo
- Susanisa: Envidio su modo de disfrutar la vida francamente, si Inuyasha ha hecho lo mismo sin culpa, era necesario que alguien lo pusiera en su lugar jiji. Inuyasha tendrá que aceptar sus sentimientos por las malas. Nos leemos pronto!
- Guest: Bella! Como estas? Efectivamente, necesitaba que Kag le diera una cucharada de su propia medicina a Inu, necesitaba que disfrutara a Alex y necesitaba en mi corazón el drama de un Inu celoso y posesivo arruinando todo por su brutalidad jsnfh, he disfrutado la cachetada al escribirla y sigo disfrutando como Kag lo ha puesto en su lugar cada vez que releo el cap. Muchas gracias por tus abracitos y bendiciones! Efectivamente él me apoya bastante, celebramos cada review de mis historias juntos ajajaj. Nos leemos pronto! Un abrazote enorme que te adoro!
- Marian Muxtay: Inuyasha se ha farreado cada oportunidad de tenerla para él, todo por un miedo que lo come por dentro. Kag se ha quedado solita :c, pero es lo que necesitaba para meditar las cosas.
- Lullaby: La palabra lullaby me gusta mucho, me recuerda un monton a crepúsculo por "Bella's Lullaby" jiji. Inu sufrirá un montón por su estupidez, él mismo se ha puesto en esa situación. Se vienen cositas con Alex (que en este arco de la historia tiene bastante mas madurez que Inu) asi que puede que tus deseos se cumplan :3 Un abrazo!
- YokoGH: Inuyasha está en su arco de estúpido :c djsfnsdjf, me gusta el desarrollo de personaje lento y paulatino, para que disfrutemos como pasa de ser un inmaduro a un hombre completamente seguro de sus sentimientos. Kag efectivamente tiene sentimientos por ambos, asi que veremos como lo resuelve, aunque con su estupidez Inu le ha dejado el camino armadito para ir directo a los brazos de Alex.. Nos leemos prontito!
- Soyungirasol25: Como amo que disfruten los capss y sus emociones, de ahora en adelante todo se hace mas intenso, asique ufffff. Nos estamos leyendo!
Si mi tiempo me lo permite debería estar publicando cap nuevo el proximo finde, para que esten atentas y atentos, hemos pasado la parte introductoria de esta historia, de aqui en adelante todo se intensifica jiji.
Los abrazo a la distancia!
Frani.
'
Capítulo 11 .- La distancia entre los dos.
Kagome
Dos semanas después.
Noviembre 2016.
Sentí mi corazón latir con fuerza en mi pecho por el esfuerzo físico asociado.
– ¡A tu derecha! - La voz ronca e imponente de Sesshomaru me alertó a través del pequeño audífono en mi oído derecho, me agaché de inmediato y fui testigo de cómo un mechón de mi cabello era cortado rápidamente por una katana.
Di un par de saltos hacia atrás intentando mantener la distancia, siendo consciente de que un arma así de letal me ponía en clara desventaja en un combate cuerpo a cuerpo.
– Distráelo un segundo, te prometo que de inmediato voy por ti. - Musitó y yo jadeé preocupada.
– ¿Tienes idea de lo complicado que es lo que me estás pidiendo?
– Por eso te lo pido a ti y no a alguien más. - Exclamó. - Dame un par de minutos.
Suspiré y me puse en posición de defensa con mis puños al frente.
– Así que eres un yakuza. - Exclamé y el sujeto me sonrió. - Francamente pensé que en esta época eran una leyenda. ¿Qué hace un yakuza en el siglo 21, Suikotsu?
Se mantuvo apuntándome con su katana en una pose completamente despreocupada, él no me temía en lo absoluto, él no me veía para nada como una amenaza.
– ¿De verdad quieres conversar justo en este momento?
– Me parece el momento perfecto, después de todo en un par de minutos uno de nosotros estará muerto y pudriéndose en el suelo. - Movió su katana una vez más para atacarme y esquivé su filo con cierta dificultad.
– Kagome Higurashi, tu nombre resuena bastante en nuestra comunidad, las mujeres no trabajan en esta clase de entorno, siempre es de mala suerte.
– Já, machista, por qué no me sorprende.
– ¿No deberías estar cocinando algo en casa? - Bien, aquella frase de mierda si me hacía enojar.
Me moví hacia adelante sintiendo mis ojos arder cuando utilicé mis garras para desgarrar parte de su rostro. Quité las horquillas de mi cabello y esperé por él a una distancia prudente. Tocó su rostro con la punta de sus dedos y observó la sangre con una sonrisa.
– Estás muerta, Kagome.
Se movió hacia el frente, sin embargo si bien me preparé para un ataque directo, él simplemente cambió de dirección a último momento, logrando con ello alcanzarme con el filo de su katana, rasgar mi muslo derecho, parte de mi rostro y del antebrazo que utilice para cubrirme al último segundo. El dolor agudo del filo contra mi piel fue apenas perceptible por el subidón de adrenalina.
– Oh… ¿Nada de lágrimas aún? - Exclamó burlón. - Puedes llorar, quedará entre los dos.
– Yo no lloro, idiota. - Me moví ágilmente frente a él, enterré una de mis horquillas en su cuello y el pánico reflejado en su rostro me hizo sonreír. - Bien, a ver si iniciamos todo de nuevo mientras mantengo esto clavado aquí y no te desangras. ¿Dónde está la escritura?
– No lo escucharás de mí. - Exclamó apenas.
– Oh, definitivamente lo haré. - Sonreí y moví la horquilla un poco más profundo,
– En la caja fuerte. - El miedo a morir podía incluso mover montañas.
– Perfecto, ¿Ves que era más sencillo cooperar? - Le sonreí y me moví hacia la caja fuerte. - ¿Cuál es la clave?
– Vas a desangrarte antes de descubrirla… - Exclamó con dificultad. Miré el piso a mi alrededor y comprendí a que se refería cuando vi el mármol blanquecino cubierto de sangre que goteaba principalmente desde mi muslo, probablemente había pasado a llevar mi arteria femoral con sus cortes.
– La clave, ahora. - Ordené mientras me hacía un torniquete con un trozo de mi vestido, sin embargo se empapó de inmediato. Aquello era una mala señal.
– 120164 - Exclamó Sesshomaru apareciendo de pronto en la habitación. - El cumpleaños de su madre, ¿No te parece un poco sentimental para un yakuza?
– Bastante en realidad. - Exclamé mientras tecleaba el número indicado. Sonreí cuando una pequeña luz verde se encendió y sonó el seguro al liberarse. - Aquí está.
– Perfecto. - Seshomaru se acercó al sujeto y hundió su mano en su pecho, con certeza suficiente para atravesarlo como un delgado papel. - ¿Estás bien?
– Si, lo estoy. - Intenté ponerme de pie, sin embargo mi pierna flaqueó casi al instante. - O tal vez no.
Se agachó a mi lado, examinando mi rostro con su mirada penetrante mientras acercaba su mano limpia a mi mejilla y la acariciaba con suavidad. Me sorprendió lo delicado que podía ser cuando se lo proponía.
– Si Inuyasha estuviera aquí… - No, no menciones su nombre.
– Pues no lo está. - Interrumpí molesta.
– No puedo creer que mi hermano pequeño te haya cuidado mejor que yo todo este tiempo. Va a matarme por est…
– Deja de mencionar a tu hermano.
– Cierto, tema sensible, lo siento. - Me tomó en brazos y me sacó del lugar. No me quejé en ningún momento, pese a que el dolor pronto comenzó a tornarse un poco insoportable. Al salir me sentó sobre el capó de su auto.
– Mírame. - Exclamó de pronto mientras mordía su muñeca y me la ofrecía. - No sanará la heridas por completo, pero ayudará a que no te desangres antes de llegar.
Lo miré fijo mientras hundía mis colmillos en su piel y él simplemente me sonrió mientras su mano libre acariciaba mi cabello.
– He olvidado lo frágil que puedes llegar a ser, lo siento cariño. - Seguí bebiendo sin contestarle. - Aunque… Enfrentar a un yakuza cuerpo a cuerpo, o eres muy valiente o muy estúpida.
– ¿Gracias?
– Me sorprende que estés con vida, eso es todo, tienes que aprender ataques a distancia. - Se sacó su chaqueta y la puso sobre mis hombros. - Mantén el torniquete en tu pierna, no me arriesgaría a sacarlo por ahora. - Asentí.
El trayecto a la mansión Taisho se me hizo mucho más largo de lo habitual, si bien la primera mitad del tramo fue bastante soportable, el segundo comencé a sentir mi piel fría y mi frente empapada en sudor. Cerré los ojos y me concentré en respirar tranquila para no llamar su atención.
– ¿Te sientes bien?
– Siento que me voy a desmayar, francamente. - Contesté sin mirarle. - Pero estoy bien, fantástico en realidad, puedo con esto. - Mentí.
– Probablemente el filo de esa katana tenía un poco de veneno, pero tranquilidad, lo arreglaremos. - Se estacionó frente a la mansión, bajó con rapidez del auto y lo rodeó por el frente para abrir mi puerta. - ¿Puedes caminar?
Lo miré con angustia y él simplemente volvió a cargarme. Apoyé mi rostro en su pecho y cerré los ojos intentando mantenerme consciente con todas mis fuerzas.
– ¿Esa es Kag? ¿Qué le pasó? - La voz de Izayoi fue la primera que resonó en mis oídos.
– Digamos que esta señorita ha dado bastante pelea a un yakuza y a su katana envenenada.
– ¿Kagome? - Allí apareció otra voz ronca, pude reconocer que era Touga. - Llévala a la enfermería, ahora.
– ¿E Inuyasha? - preguntó Sesshomaru.
– Estaba terminando una misión cerca de aquí, debe venir en camino.
– Bien, llámalo y dile que se apresure, puedo apostar a que si mencionas a Kag tardará bastante menos.
No, no lo llames. No necesitaba preocuparlo, mucho menos ahora que ni siquiera nos hablábamos.
Sesshomaru me cargó hasta la enfermería y me dejó sobre la camilla. Vi con cierta dificultad como Izayoi corría de un lado para otro buscando una bolsa de suero fisiológico y algo más.
– Bien, ¿Eres buena con los pinchazos? - Asentí. - Por supuesto que si.
No me avisó para nada cuando el bisel de la aguja atravesó mi piel, luego del dolor punzante simplemente sentí algo frío avanzar por mis venas.
– Necesitamos diluir el veneno en tu sangre, el suero ayudará.
– Gracias… - Susurré. Sólo en ese instante recordé que ella había estudiado medicina.
– ¿No puedes dormirte vale? No por ahora. - Sesshomaru sonaba francamente calmado, pero con un leve tinte de estrés en su voz, eso tampoco era bueno.
– Pero tengo tanto sueño…
– Lo sé. - Golpeó mi rostro con palmaditas suaves. - Sin dormir.
– Bien, sin dormir. - Repetí con los ojos cerrados. El latir de mi corazón resonó en mis oídos con fuerza, provocándome una jaqueca instantánea. - ¿Voy a morir? ¿Elijo mis últimas palabras? - Exclamé sarcástica, intentando lidiar con la situación.
– No seas idiota. - Sonreí.
– Vamos, si suenas preocupado comienzo a preocuparme yo.
– Sólo mantente despierta ¿vale?
– ¡¿Kagome?! ¡KAG! - Ah… Ahí había otra nueva voz gritándome.
Sentí una calidez familiar y agradable de unas manos envolviendo las mías y luego de eso ya no pude mantenerme despierta. Ya me disculparía con Sesshomaru por no obedecerle.
'
Inuyasha
– ¡Kag! - Su mano fría ni siquiera se movió para apretar la mía, la vi desplomarse sobre la almohada sin abrir sus ojos.
– Tranquilidad, ¿puedes escuchar su corazón no? - Sesshomaru me habló y yo simplemente me giré a mirarlo con odio.
– No entiendo muy bien todo esto, si mal no recuerdo cuando lo hablamos quedamos de acuerdo en que tenías una sola misión importante… Sólo tenías que cuidarla.
– Sabes perfectamente que ella no es una damisela en apuros. - Respondió.
– Eso no importa, simplemente tenías que cuidarla como si fuera una. - Exclamé molesto. - ¿Quién le hizo esto?
– No importa, ya está muerto de todas formas.
Acaricié su pálida mejilla con un corte sobre ella y apreté mi mandíbula de frustración.
– Si yo hubiera estado con ella esto no habría sucedido.
– Nunca lo sabremos, después de todo tú has decidido dejarla sin tu compañía.
– Cállate. - Ordené.
– Eres un idiota. - Lo tomé por el cuello de su camisa y vi sus ojos cambiar a rojo al instante. - Yo también me preocupo por ella, sólo intento ser el racional de la situación. Ahora suéltame o te romperé la mano.
Lo miré desafiante, sin embargo obedecí y lo solté, sabiendo que en realidad era completamente capaz de destruirme no solo la mano, si no el brazo completo en apenas un segundo. Y siendo objetivo… Ese no era el mejor momento para ello. Se puso de pie y caminó hacia la salida.
– Avísame apenas despierte. - Exclamó y desapareció.
– Tsk. - Permanecí allí a su lado, pendiente de cualquier señal de consciencia en su pequeño cuerpo. Sólo vi su pecho subir y bajar con respiraciones lentas y escuché su corazón latir bajito.
Apoyé mi mentón en el borde de la cama mirándole con atención. Noté que no sólo había un corte sobre su mejilla, si no también en su antebrazo y muslo derecho. Cortes extremadamente limpios, aunque bastante profundos. Tomé su mano y entrelacé mis dedos con los suyos mientras me recargaba en su regazo. Toda esa estúpida discusión entre los dos me había dejado lejos de ella cuando más me había necesitado.
– Lo siento enana. - Musité. - Sé que soy un idiota a veces, quizás bastante seguido. Hablaremos las cosas, no podemos seguir molestos si eso pone en riesgo tu vida.
Perdí noción de cuánto tiempo permanecí allí, sin embargo probablemente me dormí, pues cuando volví a abrir los ojos ya había oscurecido. La sentí removerse un poco bajo las mantas y me incorporé de inmediato para mirarla con atención, vi como aparecía esa pequeña arruguita en su entrecejo antes de abrir los ojos.
– Hola tú. - Exclamé.
– ¿Inuyasha?
– ¿Cómo te sientes? - Quitó su mano de la mía con un movimiento brusco y apretó sus sienes.
– Me duele mucho la cabeza. ¿Qué haces tú aquí?
– Mi padre me ha avisado, estaba preocupado. - Se movió para salir de la cama, sin embargo con ello tironeó su vía. - No puedes moverte.
– Cállate. - Me miró con odio y tironeó de su vía sanguínea para arrancarla.
Tomé su muñeca con firmeza y la miré serio.
– Ya basta.
– Suéltame, ¿Qué parte de "no quiero tu amistad" no ha quedado clara hace dos semanas? - Preguntó.
– No necesito ser tu amigo para preocuparme por ti. - Exclamé. - Y eso seguirá siendo así te guste o no. Ahora recuéstate o voy a noquearte.
– Veamos si puedes. - Nos miramos desafiantes por unos segundos, sin embargo estaba tan cansado de discutir…
– Prometo irme si te mantienes aquí descansando.
Suspiró y asintió, recostando su cabeza en la almohada.
– Listo, cumple con tu parte. - Bien, no esperaba que obedeciera de ese modo, ella realmente no me quería a su lado. Sonreí triste y bajé mi cabeza.
– Lo siento. - Musité. - Lo siento por todo. Sólo déjame permanecer a tu lado esta noche, luego puedes seguir odiándome todo lo que quieras.
Me miró fijo
– ¿Vas a dejarme tranquila luego? - Asentí y me recargué en su regazo una vez más, mirándola como un cachorro mojado. - Bien.
Apoyó su cabeza en la almohada y se giró para dormir de lado dándome la espalda en posición fetal. Permanecí despierto hasta que la vi cerrar sus ojos una vez más y respirar más profundamente. Sólo entonces volví a entrelazar sus dedos con los míos.
Deseé que las horas pasaran lentamente, deseé con todas mis fuerzas que a la mañana siguiente ella ya no me odiara tanto, sin embargo cuando desperté por la luz del amanecer ella ya no estaba allí.
'
2 semanas después.
Kagome
Estuve lejos por 2 eternas semanas en que Touga no me dejó volver a trabajar. Permanecí en mi departamento francamente vegetando mientras miraba películas y comía cosas dulces. Asi que cuando desperté ese viernes temprano y me alisté para volver a trabajar me sentí la persona mas afortunada pisando el planeta.
Toda aquella felicidad se fue a la mierda cuando al llegar vi en el gimnasio no sólo a mi equipo habitual, sino también a Kikyo hablando amenamente con Sesshomaru. ¿Qué era todo eso?
– ¡Kagome! Que bueno es tenerte de vuelta. - Exclamó el peliplata. Ni siquiera le dirigí la mirada, simplemente me mantuve mirando a Kikyo a su lado. - Kikyo Otama se ha unido a nuestro equipo hace algunos días, espero que le des la bienvenida que merece mientras se adapta.
– ¿Y quién la ha incluido? - Pregunté con desconfianza.
– Yo. - La voz de Inuyasha sonó a mis espaldas. - ¿Hay algún problema?
– Ninguno. - Exclamé sonriendo con falsedad mientras ajustaba la coleta en mi cabello. Me acerqué a la chica y estiré mi mano hacia ella. - Espero logres sentirte cómoda aquí.
Apretó mi mano sonriente.
– ¡Gracias! Es bueno tenerte de vuel… - Solté su agarre y me alejé sin dejarle terminar.
Caminé hacia mi rincón favorito para entrenar, conocía a todos en aquel espacio, sin embargo por primera vez en cinco años me sentía increíblemente sola, había perdido a Inuyasha y a Alex de una sola vez y con ello definitivamente perdía a Miroku también. Me dediqué a hacer estiramientos hasta que Sesshomaru me interrumpió.
– ¿Recuerdas lo que te dije? - Preguntó.
– ¿Sobre qué?
– Sobre entrenar ataques a distancia.
– No es mi estilo. - Respondí cortante.
– Tienes que manejar todos los estilos o mueres. - Lo ignoré. - Hey. - Tomó mi mentón con fuerza para obligarme a mirarlo. - No te lo estoy pidiendo, te lo estoy ordenando.
Arrugué mi entrecejo mientras él miraba con atención mi mejilla, donde aún había una pequeña marca de mi último fracaso.
– Bien, lo haré, ¿Feliz? - Asintió.
– ¿Cómo sigues?
– Genial, los cortes han ido sanando de a poco.
– Es increíble como la plata nos hace tanto daño.
– Ajá.
– ¿Has hablado con…?
– No.
– No quiero entrometerme y lo sabes…
– ¿Pero?…
– Si tú no lo intentas él no lo hará, sabes lo orgulloso que es.
– Genial, porque no tengo intenciones de recuperarlo.
– Kag…
– Ya basta. - Lo miré enojada mientras susurraba, sabiendo perfectamente que Inuyasha se sentiría curioso por esa conversación. - Yo no he cometido ningún error y aún así he sido tratada como el estropajo de la situación, no me parece justo ¿a ti sí?
– No, pero…
– ¿Vas a ponerte del lado de tu hermano? - Lo miré fijamente y él simplemente suspiró.
– No espantes a Kikyo.
– ¿Qué clase de persona crees que soy? - Unas risas captaron mi atención a la distancia y cuando me giré a mirar Inuyasha abrazaba por la espalda a aquella chica idéntica a mi.
– De la clase adorable. - Me sonrió y acarició mi mejilla herida. - Por eso voy a dejar que tú la entrenes.
Aparté su mano de mi cara con un manotazo.
– ¿Quieres hacerme la vida imposible?
– Quiero tener no solo una buena cazarrecompensas, si no dos. - Me sonrió. - Es bueno para la compañía.
– Voy a renunciar, veamos que tan bueno es eso para la compañía. - Exclamé sarcástica.
– No seas infantil. - Dio unas palmaditas con cariño en mi cabeza y cuando me preparaba para golpearlo de pronto Alex me distrajo cuando se acercó a nosotros. Sentí a Sesshomaru carraspear incómodo. - Con permiso.
Alex me sonrió desde su altura imponente y estiró su mano hacia mí para ayudarme a ponerme de pie.
– Hola bonita. - Musitó.
– Hola.
– Te ves bastante bien, ¿Cómo te sientes?
– Super.
– Eso es bueno. - Me sonrió y se acercó a mí con cierta precaución. - Yo… estaba preocupado por ti.
Sonreí.
– Eso es bueno, supongo que no me odias tanto. - Ambos nos reímos bajito.
– je ne suis pas capable de te détester (no soy capaz de odiarte) - Musitó mientras me miraba serio. - ¿Podemos hablar afuera un segundo?
Miré a nuestro alrededor y asentí. Antes de salir de aquel gimnasio pude sentir una mirada ambarina mirarme con insistencia, sin embargo la omití.
Nos detuvimos a unos cuantos metros y sonreí.
– Dime.
– Me he dado cuenta de que no puedo odiarte apenas se ha disipado un poco mi enojo. Te conozco hace demasiado tiempo y no estoy dispuesto alejarme de ti porque las cosas no resultaron entre los dos. - Me miró fijo y el verde se me hizo increíblemente cálido. - Y francamente te extraño como amiga, eres la única que comprende mis bromas aburridas. - Tomó mis manos entre las suyas. - ¿Podremos ser amigos otra vez?
Suspiré y asentí con una sonrisa.
– Amigos. - Se acercó para besar mi mejilla y permaneció allí unos segundos.
– Me voy a Francia en dos semanas. - Exclamó de pronto.
– ¿Por cuánto tiempo?
– Aún no lo he definido, depende de que tanto me divierta allá. - Asentí.
– Te deseo lo mejor, siempre y cuando vuelvas. - Me sonrió.
El aroma a lavanda se intensificó y mi sonrisa se borró de inmediato, Kikyo apareció a mis espaldas.
– Hola, no quiero interrumpir… Pero Sesshomaru me ha dicho que entrene contigo. - Asentí.
– Andando. - Miré a Alex antes de alejarme. - ¿Te veo luego?
– Seguro. - Me guiñó un ojo y me sentí aliviada, al menos cargaba con un peso menos sobre mi espalda.
Entramos nuevamente, nos guié hacia uno de los rincones y suspiré, definitivamente no estaba disfrutando de aquello.
– Ven aquí. - Indiqué con mi pie sobre el suelo y me paré a unos cuantos metros de distancia. - ¿qué es lo que sabes hacer?
– Por lo general mis ataques son a distancia. - Ahora comprendía por qué Sesshomaru quería que entrenara con ella.
– Bien, lo mío son los ataques cuerpo a cuerpo, apuesto a que podemos aprender bastante la una de la otra, ¿probamos con el combate cuerpo a cuerpo primero? - Sonrió y asintió.
– ¿Llamo a Inuyasha para que venga?
– No. - Exclamé de inmediato. - Sólo somos tú y yo. - Me miró extrañada pero asintió. - ¿A la cuenta de tres? - Pregunté.
Me puse en posición defensiva por si es que se le ocurría atacar primero. Ella asintió.
– 1…. - Troné mis dedos y sonreí. - 2. - Me moví rápidamente hacia ella, cambiando de dirección a último momento, cuando decidió lanzar una de sus cuchillas. Enredé mi mano diestra en sus cabellos y jalé de él para enviarla directo al suelo. El ruido seco que provocó su cuerpo me hizo sentir satisfecha.
A la distancia Inuyasha me miró completamente serio, yo decidí ignorarlo.
– ¡Dijiste hasta 3!
– ¿Y por qué has decidido confiar en mí si apenas me conoces? - Me miró enfadada desde el piso y yo estiré mi mano hacia ella. - Bien, todo de nuevo, 1…
Y entonces me jaló con fuerza suficiente para hacerme perder el equilibrio. Se abalanzó contra mí como un gatito enojado y quitó las horquillas de mi cabello en un movimiento rápido, al segundo siguiente sentí su fría y afilada punta contra mi pecho. Ella me sonrió satisfecha.
– Bien, supongo que aprendes rápido. - Quité mis armas de sus manos y la empujé para levantarme. - No nos conocemos así que partamos por lo básico. - Exclamé. - Mis armas no se tocan.
– Lo siento. - Asentí.
– ¿Qué edad tienes? - Acaricié mi muslo sutilmente cuando la herida antigua me ardió bajo la tela de mis calzas.
– 27. - Respondió. - ¿Tú?
– 24, ¿Motivos para trabajar aquí?
– Sólo uno, de pelo grisáceo y ojos dorados. - Me reí.
– Por supuesto que sí. - Estiramos juntas mientras conversábamos. - ¿Por qué ser cazarrecompensas y abogada al mismo tiempo?
– Para satisfacer a mis padres, ellos querían que estudiara leyes y yo no estaba interesada. Es una fachada.
– ¿Querías ser cazarrecompensas? - Negó con la cabeza.
– Dudo que exista alguien en el mundo que haya comenzado en este trabajo por gusto, ¿No es siempre por necesidad? - Bajé mi cabeza recordando mis motivos.
– Ajá.
– ¿Trabajaremos con Inuyasha, no?
– Tú sí, yo no.
– ¿Por qué no?
– ¿Has escuchado la frase sobre cómo la curiosidad mató al gato de forma lenta y dolorosa? - Asintió. - Es mejor si no preguntas. - Le sonreí y ella me miró confundida.
– Chicos me prestan atención un segundo… - La voz de Sesshomaru nos distrajo a ambas. - En dos semanas tendremos una misión bastante importante, vamos a requerir a gran parte del equipo. Lo ideal es que se preparen para ese momento y que ayuden a Kikyo a que se acostumbre a nuestro modo de trabajo. - Me sonrió a la distancia y yo desvié mi mirada. - También tenemos la excelente noticia de que Kagome se reintegra después de dos largas semanas, como todos saben tuvo un encuentro bastante brutal con un yakuza y su katana… - Escuché a la gente murmurar a mi alrededor. - Lo importante es que todo salió bien y con eso mi hermano ya no tiene excusas para matarme. - Todos se rieron con su comentario.
Sesshomaru parecía realmente ensimismado en la relación entre su hermano y yo.
– Siempre puedo encontrar excusas nuevas. - Exclamó Inuyasha en primera fila.
– ¿Estás feliz de que vuelva Kag, hermano? - Continuó el peliplata mayor mientras el menor se encogía de hombros.
– Siempre es bueno cuando un colega se reintegra. - Ahí estaban nuevamente los murmullos a nuestro alrededor, podía apostar a que hablar de los posibles motivos causantes de nuestra separación era bastante interesante para quienes nos habían visto trabajar juntos desde siempre.
– Ajá… En fin. Se vienen tiempos complejos, recuerden permanecer unidos, eventualmente cada uno de nosotros va a necesitar de quien tiene al lado, somos una manada, así funcionamos.
Dos horas más tarde el entrenamiento terminaba y yo caminaba directamente hacia las duchas. Sentí el tirón en la piel de mi muslo y me obligué a caminar sin cojear pese a la sensación de ardor punzante.
Mi teléfono vibró por una llamada de Sango al terminar de bañarme.
– Hola ingrata.
– ¿Yo soy la ingrata? - Pregunté y ella rio del otro lado.
– ¿Cómo estás?
– Mejor, ¿tú? Se acerca tu cumpleaños.
– Por eso te llamaba… si bien es la otra semana quiero celebrarlo mañana, así tenemos el fin de semana para reponernos. - Me reí.
– ¿Qué es lo que quieres hacer?
– Fiesta en mi casa, tengo los bocadillos y el alcohol, varios invitados, incluso una torta de chocolate, ¿Vienes?, se que la relación entre tú e Inuyasha está bastante destrozada, pero ambos son mis amigos y…
– ¿Tienes miedo de que no sepa comportarme?
– Tengo miedo de que rechaces mi invitación por ello.
– Eres mi mejor amiga Sango, no importa a quien invites, yo estaré allí.
– ¡Genial! Te espero entonces.
Al salir por el pasillo mi mala suerte me llevó a encontrarme con Inuyasha de frente, sin embargo ambos simplemente fingimos demencia y seguimos caminando en direcciones contrarias. Sentí mi corazón latir con rapidez y volver a su ritmo normal mientras más distancia poníamos entre los dos.
'
Inuyasha
Sólo cuando estuve seguro me giré a mirarla, incluso a la distancia fui capaz de distinguir el corte que aún permanecía en una de sus mejillas y recordé cómo de vez en cuando acariciaba la parte interna de su muslo derecho durante el entrenamiento; le dolía, sin embargo nadie parecía notarlo.
– ¿Por qué no vas y hablas con ella? - La voz de Miroku fue parte de mi conciencia cuando me encontró mirándola.
– Porque no tenemos nada de qué hablar.
– Necesito que vuelvan a hablarse, quiero de vuelta nuestras reuniones de todos los viernes.
Kikyo se acercó sonriente y me abrazó por el cuello.
– ¿Salimos hoy en la noche?
– ¿Dónde quieres ir?
– No sé, a beber y a bailar. - Sonreí y miré a Miroku.
– ¿Te unes con Sango?
– La llamaré para preguntarle, quizas quiera descansar, mañana celebrará su cumpleaños. - Asentí.
Abracé a Kikyo por la cintura, apoyando mi mentón en su hombro, sintiéndome de algún modo completamente vacío.
'
Kagome
El ruido de mi teléfono sonando me despertó completamente desorientada, miré la hora en el reloj de pared y comprobé que eran las cuatro de la madrugada. Restregué mis ojos y contesté al número desconocido.
– ¿Hola? - Exclamé.
– Hola tú. - La voz increíblemente conocida me despertó por completo.
– ¿Inuyasha?
– Eres una enana orgullosa. - Exclamó de pronto. - Te llamo de un número que no es el mío y contestas de inmediato.
– ¿Y de quien es el teléfono?
– Se lo robé a un idiota aquí, no importa. - La música de fondo a todo volumen resonó más alto que su voz. - ¿Puedes dejar de odiarme?
– ¿Bebiste?
– Un poco. - Sonreí y suspiré, estaba tan agotada de fingir que él no me importaba.
– No te odio… Sólo me desagradas un poco. - Su risa ronca del otro lado fue incluso adorable. - No puedes llamarme a esta hora, no puedes llamarme en lo absoluto.
– Lo sé… Pero te extraño un poco, ¿tus heridas están bien?
– Sip.
– Aún te duelen, lo he notado hoy. - Suspiré, si él lo había notado significaba que me había puesto atención.
– Es tarde.
– Ven aquí, hay mucho gin y quiero verte, hace mucho que no bailamos ¿No lo extrañas también?
– Voy a cortarte.
– ¡Espera! - Hubo un silencio incómodo. - Lo siento. - Exclamó de pronto.
– ¿Por cuál de todas las cosas que has hecho mal en el último tiempo?
– No debí decirle a Alex sobre nosotros, ese era nuestro secreto… También lo siento por decir tanta mierda al respecto.
Apreté el teléfono en mi mano por la rabia y corté, cuando de pronto recordé las cosas hirientes que me había dicho. El número volvió a llamar en un par de oportunidades y yo simplemente lo ignoré.
¿Lo extrañaba? A montones. Estar sin Inuyasha cerca era un pase directo a sentirme una extranjera en un lugar completamente desconocido y es que a pesar del tiempo que llevaba viviendo en Japón aún no se sentía como un hogar para mí. Encendí la luz de la mesita de noche y medité un poco las cosas cuando el insomnio no me permitió volver a dormir.
Quizás ese era el momento preciso para desaparecer un tiempo, tomar vacaciones y volver a Francia por un par de semanas. Busqué boletos en internet y compré uno en un impulso, ya hablaría con Touga sobre ello después.
