Lo prometido es deuda, cinco reviews antes de la media noche, capitulo doble en recompensa :3, Agradezcan a
- jaja9811: mi corazoncito tambien sufrio al escribir el final de ese cap :c, espero esto te ayude a perdonarme jiji.
- yancyarguetaf: Aquí esta el cap 13! espero te deje aun mas ansiosa por el cap 14, nos leemos!
- Geanery Sandoval Castaneda: Kikyo esta francamente obsesionada con Inu, pero la verdad es que no es mala, sólo demasiado impulsiva, a fin de cuentas seguira trabajando en la empresa, asi que Inu y Miroku tendran que saber perdonarla y superar diferencias, sobre todo ahora que Kag se va. Efectivamente, tendremos un romance importante entre Kag y Alex, aunque no te preocupes, yo como escritora soy team inuxkag, ajajaj pero sip, Alex tendra su tiempo de felicidad, y también encontrará el amor cuando corresponda. Nos leemos en el cap 14! que se viene de los mejores francamente.
- Milanesa: tu nombre me dio hambre ajajaja, Al final las mujeres a veces somos mas valientes en estas situaciones, Incluso inu lo ha admitido, pero weno, eso de dejarlo escuchar lo que paso entre Kag y Alex era una lección necesaria que he disfrutado escribir. nos vemos pronto!
- Guest: R.T, tu cariño has sido el quinto review que lo ha hecho posible, asi que aqui tienes el merecido premio. Me alegro de que lo disfrutaras tanto, yo he disfrutado escribirlo jiji. Sigamos creciendo juntas! esta comunidad es infinita. un abrazo!
Proxima actualización: 1 de marzo! junten ganas porque se vienen sorpresas con nuestros protagonistas, de seguro les encantara.
Nos vemos pronto!
Frani
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Capítulo 13.- Necesito de mi mejor amigo.
3 días después.
Kagome
Permanecí hecha un ovillo en mi misma en el sofá, mientras apoyaba mi cabeza en mis rodillas, frente a mí en la mesa de centro el café de caramelo dejaba la estela aromática de su dulzura. Recordé los hechos de unos días antes de volver a trabajar.
*Flashback*
– ¿Estás segura de que eso es lo que realmente quieres? - Sesshomaru a mi lado me miró serio y yo asentí. El viento movió mi cabello y el suyo.
– Nunca he logrado sentirme en casa. - Sonreí tristemente. - Aún no he comprado el pasaje de avión, pero lo haré pronto, sabes que tengo un tema no resuelto en Francia,
– ¿Tu familia? - Asentí. - Nunca hablas mucho de ello, sé que es algo importante para ti, pero no es algo que compartes fácilmente.
– Supongo que es un evento traumático que intento evitar recordar - Musité mirando al horizonte. - Pero de todas formas me persigue, tengo que vengarlos, es algo que mis padres y mi hermano habrían querido.
– Tu familia te querría a salvo, no en peligro.
– Ya no están para aclararlo.
– ¿Lo hablaste con Inuyasha? - Negué con la cabeza. - Si vas a irte y no sabes si es algo permanente o temporal… es algo que debes decirle con anticipación.
– Es una conversación que estoy evitando con todas mis fuerzas.
– ¿Por qué?
– Porque temo que me convenza de no partir. - Me sonrió.
– Sabes que va a quemar el mundo cuando te vayas, ¿no?
– Sé que incluso si no lo parece, es lo mejor para ambos.
Sesshomaru suspiró y asintió.
– Ahora está en una reunión con mi padre, han estado un par de horas en su oficina, no sé que sucede.
Miré hacia el ventanal que daba hacia ese lugar de la mansión, sin embargo las cortinas estaban cerradas.
*Fin de flashback*
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Ahora comprendía que en esa reunión probablemente hablaban de Kikyo y de cómo incluirla en el equipo.
Mi celular me distrajo por unos segundos con su sonido y contesté al ver el nombre de Touga en la pantalla.
– Buenos días Kag.
– Buenos días.
– He terminado mi reunión más temprano, ¿puedes venir para hablar ahora?
– Seguro, llego en 20 minutos.
– Te espero aquí.
Corté y dejé mi café abandonado a su suerte para alistarme.
Al llegar a la mansión me estacioné y caminé hacia la entrada, fue Izayoi quien me abrió, aunque a diferencia de otras veces su rostro no lucía tan contento.
– Buenos días. - Musité con una sonrisa.
– Kag… - Se acercó para abrazarme y luego me miró de frente. - Touga me ha dicho que has solicitado una reunión… - Asentí. - ¿Pasa algo malo?
– Kagome. - Touga apareció en la recepción. - ¿Pasamos? - Asentí y me excusé con la mirada con Izayoi.
Mi jefe caminó al frente mientras yo le seguía los pasos a cierta distancia. Entramos en su oficina y él se sentó frente a mi, tomé aire para comenzar, sin embargo…
– Vas a irte. - Exclamó antes de que yo dijera cualquier cosa.
Vaya… probablemente era mas evidente de lo que pensaba.
– ¿Cómo lo sabes? - Suspiró.
– Siento que Inuyasha era el ancla que te mantenía en esta ciudad, y supongo que sin ancla no hay motivos para que te quedes. - Sonreí triste.
– Agradezco de corazón el que me incluyeras en tus filas, me costará encontrar un jefe como tu. - Aquello lo hizo reír.
– Ten por seguro que no vas a encontrarlo… Es por eso que le he estado dando vueltas al asunto desde que me pediste la reunión y quiero hacer un trato contigo y trabajar a distancia.
– No vas a dejar que renuncie ¿no? - Se encogió de hombros
– Tienes un contrato que cumplir y a final de cuentas eres una de mis mejores cazarrecompensas, ¿por qué te dejaría ir? - Sonreí.
– ¿Qué tienes en mente?
– Vete a Francia como probablemente planeas, permanece allá todo el tiempo que desees, te mandaré objetivos localizados en esa zona, acabarás con ellos y seguirás recibiendo tu sueldo.
– ¿Eso podía hacerse desde el principio? - Asintió. - ¿Y por qué Sesshomaru me hizo quedarme aquí?
– Porque eras buena, un elemento excepcional a tus 19 años… Pero necesitabas entrenamiento y vigilancia de todas formas. Tienes mi bendición para hacer lo que quieras, sólo siento que ir al lugar donde domina tu antiguo jefe es un poco riesgoso… Sabes que sabrán el momento exacto en el que te bajes del avión ¿no?
– Puedo con ello.
– ¿Cuándo planeas viajar?
– A fin de mes, en un par de semanas.
– Bien, ¿tenemos un trato entonces? - Estiró su mano hacia mí y yo dudé por algunos segundos. - …Si estuvieras en peligro por cualquier motivo, siempre será mas fácil ayudarte si mantenemos contacto.
Suspiré, tenía razón. Extendí mi mano hacia él y él la apretó con delicadeza.
– Tenemos un trato.
A esas alturas, cinco años después, suponía que Tomura, mi antiguo jefe, debía de haber superado mi pequeña traición al cambiarme al bando enemigo, o al menos de eso intentaba convencerme.
– Sesshomaru te espera en el gimnasio. - Asentí.
– Gracias Touga, por todo.
– No hay de que. - Me sonrió y fue la señal para salir de su despacho.
De camino me encontré con Kikyo, quien me miró como un cachorro mojado.
– ¿Podemos hablar?
– No lo creo. - Intenté pasar por su lado, sin embargo se atravesó en mi camino. - Muévete o voy a destruirte. - Esperé a que el rojo de mis ojos fuera amenaza suficiente.
– Por favor, luego no volveré a molestarte. - Suspiré y asentí mientras me cruzaba de brazos para esperar su discurso. - Lo qué pasó hace dos noches… Fue un error, lo siento muchísimo.
– No te perdono, ¿Algo más? - Miró sus manos nerviosa.
– Yo no soy así, francamente no estaba pensando, sé de ti desde hace años, he sido en cierto modo una admiradora en silencio incluso antes de conocerte, ahora Inuyasha ha terminado conmigo y sé que es porque te he hecho daño, me lo merezco. - Su voz pareció quebrarse.
Así que Inuyasha había terminado con ella, algo que en realidad no esperaba que sucediera.
– ¿Entonces quieres que te perdone para ver si así él te quiere de vuelta? - Negó con la cabeza.
– Quiero que me perdones porque eres la única otra mujer en el equipo y tenerte como enemiga acabará con mi salud mental. Necesito aprender de ti, necesito que nos llevemos bien.
Suspiré, en cierto modo era muy poco hábil para guardar rencor.
– No tendrás que lidiar conmigo por mucho más tiempo, porque no seguiré trabajando en Japón. - Me miró confundida.
– ¿Te vas? ¿Es mi culpa?
– No, es una decisión previa. Escúchame bien, no voy a perdonarte porque francamente no me merecía esa puñalada, si Inuyasha había decidido ser deshonesto contigo y no contarte que se había involucrado conmigo no era mi problema…
– Lo sé.
– Pero aún así seguiré trabajando contigo y te entrenaré lo más que pueda estas semanas que me quedan aquí, porque cuando me vaya van a necesitar a alguien que sea casi tan bueno como yo. - Vi como su mirada se iluminaba al asentir. - No quiero que me estorbes, no quiero lidiar con tus rabietas una vez más, vas a comportarte o voy a matarte.
– ¡Por supuesto!
– Y queda estrictamente prohibido hablar sobre Inuyasha.
Caminé para seguir con mi camino y al entrar al gimnasio Sesshomaru me sonrió a la distancia mientras hablaba con Inuyasha, quien se giró de inmediato para ver qué era lo que hacía sonreír a su hermano. Saludé a ambos a la distancia y vi como el peliplata menor caminaba hacia mí.
– ¿Cómo estás? - Preguntó, vi como su mirada se desviaba a mi abdomen.
– Bien, sabes que el cuchillo no era de plata, mi herida sanó de inmediato con tu sangre. - Sonrió y yo sonreí de vuelta. - ¿Por qué terminaste con ella?
– Te ha hecho daño.
– Si, pero…
– No necesito otros motivos. - Me miró fijamente desde su altura y sentí mi corazón latir con inquietud.
– Ha sido arrebatado de tu parte. - Se encogió de hombros.
– Así soy.
– Ya que han vuelto a hablarse, ¿puedo contar con ambos para una nueva misión? - Sesshomaru apareció de pronto. Inuyasha me miró esperando mi respuesta y yo suspiré.
– Sólo tengo que soportarlos 10 días más, así que… ¿Por qué no? - Ambos se rieron y caminamos juntos hacia el exterior.
– Objetivos simples, sin dificultad para veteranos como ustedes. Son seis en total. - Exclamó Sesshomaru mientras caminábamos hacia su auto. Nos entregó a ambos una pistola de corto alcance. - Sólo por si las necesitan. - Me miró particularmente y yo puse los ojos en blanco.
– Ya entendí. - Me sonrió y acarició mi cabeza como si fuera un cachorro obediente,
– Irás entre ambos. - Exclamó Inuyasha. - Asi podemos protegerte entre los dos.
Me detuve de inmediato mientras cruzaba mis brazos.
– ¿Un pequeño accidente y ya no puedo cuidar de mi misma? - Ambos me miraron confundidos.
– ¿"Pequeño"? - Dijeron al unísono.
– ¡Pequeño! - Grité.
– Tu pierna aún no sana por completo, aún te duele, incluso cojeas un poco al caminar, eso afecta completamente tu desempeño. - Musitó Inuyasha.
– Si, pero…
– No hay peros, no estoy dispuesto a ponerte en riesgo innecesario mientras sigas herida. - Inuyasha me miró fijo mientras decía cada palabra.
– ¿Entonces por qué razón estoy incluida en esta misión?
– Porque dejarte sin trabajar significa que probablemente buscarías tus propios objetivos, y prefiero mantenerte vigilada entre los dos. - Exclamó Sesshomaru. - ¿Alguna otra duda?
Guardé silencio y seguimos caminando.
Me senté en el asiento trasero mientras ambos hermanos iban al frente. A mitad de camino por la carretera mi teléfono sonó y el nombre de Sango apareció en el remitente del mensaje.
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De: Sango, 7 de noviembre, 15:43.
"¿Estás ocupada? Necesito hablar contigo."
Tecleé rápido en la pantalla. Dos días habían pasado y probablemente la discusión con Miroku aún no se arreglaba.
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"Estoy trabajando, pero estoy libre en un par de horas, ¿vas a mi departamento o voy por ti?"
Tardó unos minutos en responder.
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De: Sango, 7 de noviembre, 15:55.
"Voy a las siete."
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"Te espero."
– ¿Sabes algo de Miroku? - Pregunté a Inuyasha.
– Debe estar destrozado en su apartamento, me he enterado hoy de que se ha pedido un par de días libres.
– ¿Y no te preocupa?
– Tiene que aprender de sus propios errores, nos ha metido en un enredo demasiado grande. - Me miró hacia atrás. - ¿Sango está bien?
– No lo sé, me juntaré con ella en la tarde. - Asintió.
– Mi mejor amigo ha sido un idiota, por algo somos amigos. - Me reí. - …Pero a pesar de su estupidez realmente está enamorado de tu mejor amiga, puedo notarlo.
– Lo sé.
– ¿Es mucho pedir que intentes calmar el odio en su corazón?
– Lo intentaré. - Asintió.
El otro ocupante del auto permaneció en silencio, absorto en el camino. Al llegar a destino nos estacionamos a un par de cuadras de distancia, el primero en bajarse fue Inu, quien se acercó para abrirme la puerta; al bajarme simplemente lo ignoré. Permanecí en el medio, tal y como me habían exigido y caminamos hacia algo que parecía un galpón de bodegas abandonadas.
Sesshomaru se adelantó y sentí la mano de Inuyasha rozar la mía mientras caminábamos, de inmediato actué como un gato asustado.
– Lo siento.
– No importa.
El primero en testear terreno fue el Taisho mayor, quien abrió la puerta principal y nos miró con aquella sonrisa sádica, característica de su familia.
– ¿Listos?
Asentí y miré a Inuyasha, quien vestido en traje como siempre, acomodaba los guantes de cuero negro que envolvían sus manos con la misma sonrisa que su hermano y con aquellas marcas amoratadas bajo sus ojos rojizos.
En cierto modo… había extrañado esa faceta en él.
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Inuyasha
En su interior aquel lugar era un laberinto de bodegas selladas, Kag se mantuvo caminando a mi lado. De pronto un ruido la alertó y disparó hacia la izquierda sin siquiera mirar. Vi como uno de nuestros objetivos caía abatido con una bala en el pecho.
– ¿Desde cuando tan buena con las armas a distancia? - Pregunté.
– Desde siempre, sólo no me gusta usarlas, siento que es hacer trampa. - Respondió sin mirarme mientras caminaba hacia el cadáver. - Uno menos, faltan cinco.
Me moví por cada uno de los pasillos hasta que di con alguien.
– Hola tú. - Musité y la chica me sonrió mientras me apuntaba con un arma. - No vas a lograr mucho con eso, ¿no es mejor si conversamos?- Sentí la bala alojarse en mi abdomen y el ardor asociado a la herida. Rebusqué con mis garras hasta sacar el proyectil y entonces cerró rápidamente. - Bien, sin conversación entonces. - Exclamé mientras lo lanzaba lejos.
Me acerqué a ella de golpe, vi el momento exacto en que su mirada pasó de valentía a pánico.
– ¿Qué eres? - La tomé por el cuello y la levanté en el aire.
– No bonita, ya no tienes la opción de conversar. - Mordí su cuello y aproveché de tomar un pequeño bocadillo, cuando estuve saciado apreté con fuerza y giré para quebrar su columna, la chica se desactivó como una muñeca. - Dos menos, faltan cuatro… - Sesshomaru apareció con un corazón sangrante en cada una de sus manos. - Sólo dos. - Me corregí.
– ¿Y Kag? - La sentí gritar en el pasillo contiguo y ambos corrimos para ayudarla, sin embargo no fue necesario.
La vi utilizar sus horquillas, una en cada mano, una para cada uno de los objetivos restantes. La de la derecha la lanzó directo al cuello de la chica, la de la izquierda la usó para apuñalar en múltiples oportunidades al sujeto que había intentado detenerla. Al sentir nuestros pasos se puso en alerta una vez más y vi como sus marcas de youkai adornaban parte de sus mejillas. Miró su abdomen y sacó una pequeña navaja.
– Segunda estocada que recibo en dos días. - Exclamó molesta. - ¿Estamos listos?
– Estamos listos. - Exclamó mi hermano. - Andando.
– ¿Quienes son ustedes? - El guardia apareció de pronto apuntándonos con una escopeta y suspiré antes de acercarme y arrancarle el corazón, ambos me miraron serios.
– ¿Qué? Ya no hay testigos, de nada.
Sesshomaru palmeó mi hombro y caminamos de vuelta al auto. Al llegar a la mansión Kag se bajó de inmediato y yo le seguí de cerca.
– ¿Ya te vas?
– Sip, pero necesito una ducha primero, nos vemos mañana. - Asentí y la vi alejarse.
Mi hermano apareció a mi lado.
– ¿Ya le has dicho lo que sientes? - Suspiré.
– ¿Qué es lo que siento? - Fingí demencia.
– Te quedan cada vez menos días…
– Keh. - Se alejó y me dejó allí con la ansiedad comiendo parte de mi mente.
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Kagome
Estrujé mi cabello mientras caminaba por uno de los pasillos a paso rápido, eran cerca de las seis y aún no había llegado a mi departamento, Sango llegaba a las siete. Al llegar me preparé un café y me dediqué a ordenar un poco, pedí comida a domicilio y preparé mantitas de polar para esperarla, sabiendo que se aproximaba una conversación densa entre las dos. Para cuando el timbre sonó y abrí la puerta Sango me miró y noté las ojeras marcadas bajo sus ojos en una piel que siempre solía ir perfecta, los ojos hinchados y el cabello en una coleta rápida, para nada la amiga glamorosa a la que estaba acostumbrada.
Sólo le sonreí y la abracé, sentí un par de sollozos que emitió contra mi cuello y luego la senté en el sofá, la envolví en una de las mantas y le dejé un plato de comida en las piernas.
– No tengo hambre. - Musitó.
– Y sería genial si tan solo me importara. - Exclamé sarcástica. - Tienes que comer. - Me miró y suspiró antes de tomar los palillos entre sus dedos y tomar una pieza de sushi. - ¿Quieres hablar sobre Miroku?
– No he vuelto a hablar con él después de nuestra discusión. - Eso explicaba lo destruida que se veía. - Quizás es lo mejor.
– Quizás necesitan un pequeño receso para meditar las cosas y hablarlo con más calma, cuando la rabia y la pena se dispersen un poco.
– ¿Crees que he exagerado?
– No lo creo amiga, comprendo tu rabia, es cierto que ha ocultado un detalle muy importante… Sin embargo también es cierto cuando digo que el idiota es un buen hombre, lo conozco hace 5 años, lo he visto enamorado una sola vez antes de ti, sólo es… idiota.
Suspiró.
– Inuyasha ha terminado con Kikyo. - Exclamó y yo sentí una punzada en mi corazón.
– Lo sé, me lo ha dicho hoy, ¿Cómo lo sabes tú?
– Porque he estado hablando bastante con él los últimos días… También me dijo que le has dicho que te vas. ¿Eso es cierto? - Sonreí con tristeza y asentí. - ¿Por cuánto tiempo?
– Indefinido aún. - Vi sus ojos llenarse de lágrimas y de inmediato dejó de mirarme mientras movía sus piernas nerviosa. - Amiga…
– ¡Lo siento! - Barrió con las lágrimas usando sus manos. - Es que realmente no quiero que te vayas, voy a extrañarte montones.
– Yo también a ti, pero volveré eventualmente… Sólo tengo un par de asuntos que resolver y necesito alejarme de Inuyasha, poner entre nosotros varios miles de kilómetros por un tiempo.
– ¿Así de complicada es la situación entre ustedes dos?
Apreté las manos en mi regazo.
– No quiero enamorarme de mi mejor amigo. - Sango me miró fijamente y me asintió.
– Se ve francamente destruido por tu partida… - Musitó. - Jamás lo había visto así.
Esa tarde se veía bastante tranquilo para mi gusto.
– Va a superarlo. - Sonreí.
– Por cierto… Tú y Alex. - Me sonrió. - He sentido el aroma de la reconciliación. - Me reí.
– Estamos en una situación de amigos con ventaja, me parece que es el modo correcto de proseguir.
– ¿Y cómo se ha tomado él el hecho de que te vas? - La miré fijamente.
– Alex viene conmigo. - Abrió los ojos y me miró impactada. - He hecho calzar mi vuelo con el de él.
– ¿Y él vuelve?
– Aún no se sabe, Alex sólo ha pedido vacaciones.
– Bueh, al menos me quedaré más tranquila si él está a tu lado para protegerte.
– Pensé que estarías más emocionada por mi escapada pseudo romántica. - Me sonrió y bajó la mirada.
– Alex no es el hombre que quiero para ti.
– Pero…
– Si, lo sé, sé que lo amé con locura y entonces ¿por qué ahora digo esto? Es un chico bueno, ambas lo sabemos, demasiado bueno para ti.
– Demasiado bueno…
– No me malentiendas, mereces algo bueno, lo mejor del universo, pero vas a aburrirte de sobremanera. - Medité sus palabras por unos segundos y me apoyé en el respaldo del sofá.
– ¿Necesito un chico malo?
– Necesitas a alguien difícil de predecir, alguien para quien seas la luz de sus ojos y esté dispuesto a quemar el mundo por ti, sin dejar que las llamas te alcancen.
– Sabes algo que yo no sé… - Adiviné y ella me miró fijo.
– Le gustas a Inuyasha Kag, no sólo como amiga, el idiota realmente tiene sentimientos por ti. - Mi corazón dolió.
– ¿Él te lo ha dicho?
– Lo ha sugerido… Sólo está tremendamente aterrado.
– No quiero enterarme, ya no, es demasiado tarde. - Sango me miró preocupada, sin embargo asintió. - Volviendo a ti… Necesitas hablarlo. - Suspiró.
– Lo sé, estábamos tan cerca de empezar una relación estable y todo se fue a la mierda.
– Miroku aprende rápido, no volverá a mentirte en su vida si ha estado a punto de perderte por ello.
Pareció meditarlo mientras comía otra pieza de sushi. Se envolvió en su mantita y se apoyó en mi.
– La vida es demasiado compleja cuando te involucras emocionalmente con un hombre. - Me reí.
– Ni que lo digas.
– ¿Qué es lo que tienes que resolver allá? - Guardé silencio por unos segundos. - No tienes que decirme si no quieres…
– Mi familia fue brutalmente asesinada antes de convertirme en cazarrecompensas, ¿Te hablé sobre eso alguna vez?
– ¿Qué? ¿Alguien más sabe esto?
– Inuyasha sólo sabe que es el motivo por el que me convertí en lo que soy.
– ¿Cómo sucedió?
– Mi padre tenía malas relaciones, demasiado peligrosas, terminó por encontrar problemas y con eso arrastró a mi madre y a mi hermano.
– ¿Cómo te salvaste tú?
– No estaba en casa el día que sucedió.
– Wow… Lo siento. - Sonreí.
– Es pasado, ya no duele tanto como entonces… De todas maneras la investigación se cerró hace años sin encontrar un culpable, y es algo que necesito hacer antes de morir.
– ¿Eso no te pone en peligro? - Tomé sus manos entre las mías.
– No pasa nada.
Me miró con preocupación y me sonrió, se quedó conmigo, vimos películas hasta altas horas de la madrugada y luego se fue a casa, cuando se sintió un poco más armada. Por mi parte yo no fui capaz de dormir y poco a poco la ansiedad se apropió de mi al recordar a mi familia.
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Inuyasha
Aspiré profundamente quemando parte del tabaco y alojando el humo tóxico en mis pulmones, miré el techo sobre mí y expulsé después de unos segundos. Estaba tan agobiado…
El timbre sonó de pronto y me distrajo de mis sufridos pensamientos. Al abrir la puerta Miroku me miró serio y de inmediato intenté cerrarla, algo que él evitó con sus manos.
– Tenemos que hablar y lo sabes.
– Apenas soporto ver tu cara, lo hablaremos, pero no hoy.
– Por favor… - Lo miré hastiado, sin embargo su cara de destrucción me provocó un nivel de lástima que no pude ignorar. Suspiré y lo dejé pasar mientras me cruzaba de brazos.
– Tienes cinco minutos.
– Lo siento. - Exclamó de inmediato. - Anoche estaba ebrio, revelé cosas que no debía.
– Y ocultaste otras tantas que definitivamente no debías… - Exclamé.
– Bueno, el karma me ha comido vivo, Sango no contesta mis llamadas. - Sonrió triste y jugueteó nervioso con sus dedos.
– ¿Esperabas algo distinto? Lo peor de todo es que tú mismo te has puesto la soga al cuello de la manera más estúpida posible, ¿Qué estabas pensando?
– No estaba pensando, tenia mas alcohol que sangre en mi organismo para entonces... Kikyo me ha dicho que terminaste con ella. - Asentí.
– La próxima vez que intentes hacer de cupido, intenta que sea con alguien que no te hayas follado antes. - Aquello lo hizo reír.
– Lo tendré en cuenta… - Lo miré con recelo, sin embargo terminé uniéndome a su risa. Palmeé su hombro derecho y entonces suspiré. - ¿Estás bien? - Preguntó.
– Estoy agobiado, pero no es por Kikyo… En fin, amigos antes que chicas.
– Amigos antes que chicas. - Coincidió.
– Ahora, o recuperas a Sango o yo mismo me encargaré de matarte por idiota, la chica es lo mejor que encontrarás en siglos.
– ¿Puedo decir lo mismo sobre Kagome? - La sonrisa se borró de inmediato de mis labios.
– No, no puedes.
– Ah, es sencillo ver la paja en el ojo ajeno, pero en el tuyo simplemente la toleras… - Musitó. - No seas idiota, vas a perderla y ambos sabemos que ya no eres capaz de verla como una simple amiga.
– No recuerdo el momento en el que te pedí consejos, amigo mío. - Se encogió de hombros.
– Pero los necesitas.
Me miró fijo, suspiré y caminé hacia el bar para servir dos vasos de whisky. Nos sentamos en el sofá mirando hacia el frente, listos para embriagarnos.
– Kag no sólo me gusta como mujer, ella me encanta. - Exclamé derrotado. - Me encanta en niveles poco tolerables. - Aquello lo hizo reír.
– ¿Y qué esperas?
– Nunca había tenido tanto miedo en mi vida, y en parte creo que es porque jamás había tenido estos sentimientos por alguien.
– ¿La amas?
– No. Pero adoro de sobremanera a esa maldita enana… y eso es más de lo que he llegado a sentir por cualquiera de mis conquistas previas. Conozco todo de ella y aún así no hay nada que me moleste. - Sonrió mientras yo hacía girar el líquido ambarino en mi vaso. - Sin embargo ahora se va a Francia y me ha dejado en claro que está huyendo de mí.
– ¿No hay modo de hacerla cambiar de opinión?
– No estoy seguro… Algo me dice que Alex irá justo tras de ella.
– Ya basta, Bonnet no puede ganarse a la chica amigo mío, no puedes permitírselo.
– Se la entregué en bandeja, Miroku, he cometido error tras error y la chica ya ha escogido. - Me miró con empatía mientras yo me apoyaba en el respaldo del sofá. - Recupera a Sango, al menos uno de los dos tiene que triunfar.
Permanecimos bebiendo un par de horas y cerca de las dos de la madrugada él decidió que era momento de retirarse. Cuando volví a quedar solo me recosté en el sofá, y me encontré una vez más analizando el techo por horas sin poder quitármela de la cabeza. Miré el número de Kag entre los contactos de mi celular, controlando apenas mis ganas de llamarla y de pronto, cuando menos lo esperaba, una llamada suya apareció y entonces miré el teléfono incrédulo. Contesté y el silencio del otro lado me hizo dudar más aún.
– ¿Estás ahí? - Pregunté. Tal vez me había quedado dormido, eso no podía estar pasando.
– ¿Tienes un segundo para escucharme? - Su voz sonaba apagada. Miré la hora en la pared, eran cerca de las cuatro.
– ¿Dónde estás?
– Afuera de tu departamento. - Miré la puerta y sentí mi corazón latir más rápido.
– Bromeas.
– Ven y compruébalo.
Caminé hacia la puerta con el teléfono aún pegado a mi oído, al abrir la vi alli de pie, en la misma posición que yo y con la tristeza reflejada en su rostro.
– ¿Qué haces aquí? - Corté la llamada y vi sus ojos vidriosos.
– Necesito un amigo ahora mismo… - Su voz quebrada activó de forma instantánea mi impulso por abrazarla y la apreté entre mis brazos, cerrando la puerta al hacerla entrar.
La guié hacia el sofá y la cubrí allí con una mantita, ella misma me había enseñado que aquel paso era parte importante para animar a una persona triste.
– ¿Quieres un café? - Asintió y yo me moví de inmediato a la cocina. Volví a ella con una taza humeante de café de grano, mientras ella se hacía bolita dentro de su manta. Me senté a su lado y palmeé mis piernas, probando mi suerte con ello. Me miró seria por unos segundos, sin embargo cedió poco a poco al moverse para apoyar su cabeza en mi regazo. Utilicé mis dedos para peinar sus cabellos con suavidad y vi cómo las lágrimas sólo corrían por sus mejillas sin emitir ningún sonido. No quise preguntar, simplemente esperé a que ella hablara cuando se sintiera cómoda.
– El recuerdo de mi familia ha vuelto para atormentarme. - Musitó de pronto.
– ¿Porque tu viaje se aproxima? - Asintió. - Nunca hablamos de ello con mucha profundidad… - Suspiró y la sentí temblar sutilmente. - Hey… Puedes confiar en mí.
El chocolate de sus ojos me miró derrotado y tomó una gran bocanada de aire antes de volver a hablar.
– Vivíamos en un pueblo pequeño de Francia… - Comenzó. - Éramos una familia relativamente pequeña, mi madre trabajaba como profesora a tiempo completo y mi padre tenía el cargo de abogado en una empresa, por su parte mi hermano acababa de cumplir los 9 años.
Sonrió por un instante, quizás recordando a su hermano con cariño, luego simplemente cerró los ojos y continuó su relato, trasladándome con él a Francia, siete años atrás en el tiempo.
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*Flashback*
Francia, 2009
– Pero papá prometió que me llevaría al parque esta tarde. - Exclamó Sota molesto.
– Tu padre está trabajando…
– Siempre está trabajando y nunca tiene tiempo para nosotros…
– La vida no es sólo jugar Sota, tiene mucha más complejidad que eso y lo descubrirás cuando crezcas.
Sota corrió en dirección a su hermana apenas esta atravesó la puerta de entrada, luego de llegar del instituto. La miró hacia arriba, sus ojos chocolate se encontraron y entonces se abrazó al regazo de Kag, sollozando en silencio. Kagome lo abrazó con cariño .
– ¿Quieres ir al parque? - Asintió sin despegar su rostro de su falda. - Bien, lávate la cara y yo te llevaré.
La miró y su rostro se iluminó al instante, Kag barrió parte de sus lágrimas con su pulgar y revolvió su cabello.
Mientras lo empujaba en uno de los balancines meditó la situación. El padre de ambos nunca estaba presente desde hace años, no parecía cumplir con el horario de oficina de un abogado normal y ella había comenzado a sospechar hace algunos meses.
– ¿Crees que papá nos odie? - Preguntó Sota de pronto, sacándola de sus pensamientos de golpe.
– No lo creo, ¿tu si?
– Siento que nos aparta de su lado. - Kagome sonrió con tristeza, a esas alturas a ella ya no le afectaba en lo absoluto.
– Trabaja mucho para que tú, mamá y yo estemos bien.
– ¿Cuando tú trabajes me dejarás de lado?
– Cuando yo trabaje te llevaré conmigo. - Exclamó la azabache. - Sólo dame un par de años para entrar en la universidad, y otros tantos para comenzar a trabajar, luego de eso seremos felices sólo nosotros dos, te lo prometo.
– Voy a esperarte, me portaré bien mientras tanto. - Sonrió y lo abrazó con cariño.
Fue esa misma tarde al llegar que ambos escucharon como su madre discutía con su padre.
– Tienes una familia ahora, no puedes viajar todo el tiempo. - Exclamó molesta.
– Sabes perfectamente que no tengo opción. Touga, un antiguo amigo me ha pedido ayuda, debo viajar mañana mismo.
*Fin de flashback*
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La miré confundido,
– Espera, Touga… ¿Touga Taisho? ¿Mi padre? - Pregunté mientras jugueteaba suavemente con los dedos de una de sus manos, entrelazándolos con los míos de vez en cuando.
– No lo había pensado hasta ahora… pero sí, supongo que se refería a tu padre. - Musitó.
– ¿En qué año fue todo esto?
– Dos años antes de conocerte.
– Esta es la razón por la que te convertiste en cazarrecompensas… - Sabía que era parte importante de sus motivos, sin embargo confirmarlo era importante para mi.
– Esa misma noche entré a escondidas a la oficina de mi padre… - Continuó.
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*Flashback*
Perspectiva de Kagome.
Realmente me esforcé por que mis pisadas no sonaran sobre la madera desgastada. Estando dentro de su oficina decidí investigar en sus carpetas.
Para mi sorpresa no había nada sobre leyes ni clientes que buscaran protección, por el contrario sólo hallé fotos de "objetivos" con planas enteras de su información y donde encontrarlos.
– Kagome… - Me giré asustada y apreté las hojas contra mi pecho.
– Aléjate de mí. - Exclamé y tomé un abridor de cartas de su escritorio para amenazarlo. - ¿Qué eres?
Me miró fijo y suspiró.
– Asesino gente por dinero. - Exclamó sin asco.
– ¿Gente mala?
– Gente de cualquier tipo, mientras me paguen por ello.
Mi corazón dolió como si lo hubiera estrujado con fuerza entre sus dedos, sentí las lágrimas rodar por mis mejillas.
– ¿Mamá lo sabe? - Asintió.
– Si no se los he dicho a ti o a tu hermano es porque quiero mantenerlos a salvo… Este trabajo puede ponerlas en riesgo de forma inmediata.
Limpié con mi manga los restos de lágrimas y caminé hacia la salida sin dejar de apuntarle con mi arma improvisada.
– Toda esta faceta de padre ausente no era la peor… - Sollocé apenas pudiendo hablar. - Esta definitivamente la supera.
– Kag… Hay cosas que tú no puedes comprender, eres una niña aún y…
No quise seguir escuchándolo, simplemente salí corriendo con el miedo a flor de piel, miedo de morir a manos de mi padre. Permanecí gran parte de esa noche llorando en el parque al que solía llevar a Sota y cuando me digné a volver a casa al amanecer la puerta estaba forzada y la casa destruída por las llamas.
Lo único que encontré al llegar fueron los cuerpos calcinados de mi familia, a quienes pude distinguir sólo por su contextura.
*Fin de flashback*
'
La miré desde mi altura sin saber qué decir.
– Lo siento. - Exclamé mientras apretaba una de sus manos. - Debe ser un recuerdo horrible para ti.
Asintió y se acurrucó contra mi.
– Tomura, mi antiguo jefe apareció algunos días después y me encontró durmiendo aún en aquella casa destruída. Fue cuando dijo que mi padre en vida le había hecho prometer que me cuidaría. Luego de eso me convertí en lo que más odiaba de mi padre y resulta que ahora soy la mujer más notable en ello. - Sonreí con amargura. - Debí permanecer en casa esa noche, debí permitirle explicarme…
– Quedarte allí significaba morir consumida por el fuego. - Exclamé. - Quedarte allí significaba para mi no conocerte jamás.
La abracé con fuerza y ella simplemente pareció aceptarlo, definitivamente debía estar demasiado rota para permitirme a mi unir sus pedazos.
– Gracias… - Susurró.
– ¿Quienes fueron los responsables?
– El caso cerró hace años sin encontrarlos, se archivó como un "crimen pasional" - Musitó para luego mirarme desde mi regazo. - Yo mejor que nadie se que mi familia no era así de pasional. - Asentí al comprender a lo que se refería.
– ¿Qué es lo que te ha hecho sufrir nuevamente con respecto al tema? - Se incorporó y me miró seria. - Quieres vengarlos. - Adiviné.
– Para ello primero necesito encontrar a los culpables.
Ahora me sentía en cierto modo responsable de arrastrarla con mis malas decisiones de vuelta a Francia.
– Es demasiado peligroso. - Exclamé.
– Un riesgo que estoy dispuesta a correr.
– Kag. - Tomé una de sus manos y ella me miró fijo. - Entiendo el por qué, entiendo lo que anhelas, pero hacerlo sola es arriesgarte demasiado. ¿Por qué ahora?
– Porque ahora que puedo trabajar justo en el lugar donde sucedió… Me parece que ya no puedo seguir retrasándolo.
– ¿Y si los culpables te encuentran primero? ¿Y si deciden terminar lo que no pudieron hace años?
– Puedo defenderme sola.
– ¿Así decides calmarme? - Su mano subió hasta que sus dedos se pegaron a mi boca para hacerme callar.
– Nadie sabe de esto, sólo tú ahora. - Musitó. - No necesito que te preocupes por mí, sólo necesito que me escuches, por favor
Pedía demasiado, algo que yo no era capaz de cumplir. Sus ojos chocolate me miraron fijo y yo simplemente asentí, en parte por el miedo de que juzgarla la alejara de mi una vez más.
– Entonces déjame ayudarte. - Negó con la cabeza.
– No voy a poner a nadie en peligro por esto.
– A nadie más que a ti. - Musité y ella me sonrió.
Tomó el tazón de café y bebió un par de sorbos. Apoyó su cabeza en mi hombro y suspiró.
– Contártelo me libera un poco de mis demonios. - Sonreí y apoyé mi cabeza en la suya. Hace un par de horas lograr recuperar aquello parecía imposible.
Permanecimos allí en esa posición hasta dormirnos. En algún momento de la noche la sentí acurrucarse aún más contra mí y acaricié su cabello en la somnolencia, disfrutando a la mañana siguiente del aroma a vainilla que se impregnó en mis dedos.
