Hola lectores!
He tenido un poquito más de tiempo libre y me he puesto a escribir como loca para traerles la actualización lo antes posible. Para su tristeza por ahora Kag e Inu seguirán separados... Pero este cap nos trae parte de la historia de Bankotsu y Kag, que yo creo ha dejado a varios intrigados en el cap pasado. Veremos los recuerdos de una Kag muuucho mas inocente y la verdad es que me ha encantado escribirlo, porque nos muestra el grado de cambio que ha habido en su personalidad a través de los años.
Muchas gracias por sus reviews!
- Angela Inukag: Todas sabemos como es Inuyasha cuando está molesto, y tambien sabemos que cuando algo pone en peligro a Kag se transforma en un monstruo... Será interesante de ver jiji. Siempre debe haber un poquito de tristeza y drama para un final feliz. Nos estamos leyendo!
- kcar: Pucha si, sabes como amo el drama :c, pero como siempre las cosas mejorarán, asi que paciencia :3, Muchas gracias por todo el apoyo! Un abrazo.
- Guest: Bankotsu definitvamente está despechado ajajaja, este cap nos trae un poquito del pasado entre estos dos, veamos que clase de sensaciones produce en ustedes, a mi me ha encantado escribirlo. Un abrazo Rosa Taisho de mi corazón, nos estamos leyendo pronto!
- Karisho LeMar: Nuestros protas se han confiado demasiado y bueh, el enemigo siempre está acechando. Me alegro de que puedas empatizar y sentir tanto con el relato, la verdad es que al escribirlo he disfrutado un montón. Amo los momentos románticos de Inu y Kag, pero por sobretodo amo esa obsesión característica que muestra Inu cuando ella está en peligro. Las cosas mejorarán, pero al menos no por ahora. Mucha paciencia! valdrá la pena. Un abrazo.
- Cindy osorio: Eso es lo terrible de quedar al día con una historia, que uno queda metidísima y tienes que esperar a la siguiente actualización :C ajdsjnfj, muchas gracias por darte el tiempo de leerme, y me alegro de que la disfrutes tanto como yo disfruto escribirla. Este cap no traerá calma aún, pero pronto vendrán tiempos mejores, lo prometo. Un beso!
El próximo cap pretendo publicarlo antes del 1ero de agosto, veremos si lo logro jeje. Muchas gracias por su apoyo! Los leo pronto.
Frani.
Capítulo 24.- El recuerdo de un primer amor.
Kagome
Arrugué mi entrecejo abrumada cuando todos mis sentidos se activaron de una vez. Lo primero que logré identificar fueron murmullos bajos a mi alrededor. Me tomó algunos segundos recordar mi penosa situación y asumí que en algún punto del camino debí perder el conocimiento, pues mi mente no era capaz de armar el rompecabezas de recuerdos, ni tampoco dilucidar en qué momento había llegado al lugar donde estaba ni cuál era específicamente. Apreté los ojos con fuerza, el ruido de pitidos constantes de máquinas a mi alrededor sólo empeoró mi jaqueca.
Puse todos mis esfuerzos en intentar incorporarme, sin embargo sentí el tirón de agujas clavadas en mi piel y un par de manos grandes empujándome de vuelta a mi posición. intenté volver a abrir mis ojos y al instante la luz potente de una lámpara justo encima de mí me hizo volver a cerrarlos, pude sentir el tirón de los músculos de mis pupilas al intentar adaptarse.
– Manténla quieta, aún no termino con esto. - Una voz ronca y desconocida.
¿Qué era lo que no estaba terminado?
– Está despertando… ¿No puedes sedarla un poco más? - Era un poco enfermizo, tal vez incluso bordeaba el síndrome de Estocolmo, pero debía admitir que escuchar la voz de Bankotsu era un poco tranquilizador, sobre todo cuando no sabía qué mierda estaba sucediendo a mi alrededor.
– Ha perdido un montón de sangre gracias a ti, temo que si aumento la dosis de sedante no despierte más. - No hubo respuesta, sólo silencio culposo. - Tomura va a estar cabreadisimo cuando vuelva a verla, mira como has trizado a su pequeño diamante. - Continuó.
Al instante sentí algo húmedo limpiar mi abdomen una y otra vez, provocando una molestia constante, hecho que me recordó mis graves heridas.
– No había otra manera.
– Siempre hay otra manera.
– Me encantaría verte a ti intentarlo… Ver que tan victorioso sales enfrentando a Inuyasha Taisho.
Inuyasha.
La sola mención de su nombre fue estímulo suficiente para hacerme abrir mis ojos de una sola vez, encontrándome de frente con los azules de Bankotsu, quien me sonrió en un intento de calidez.
– Buenos días bonita, necesito que te quedes quieta un poco más ¿vale?, Ryota está terminando de curar tus heridas.
– ¿Dónde estoy? - Mis palabras sonaban increíblemente arrastradas y drogadas, apenas comprensibles.
– Tuvimos que hacer una pequeña parada, estabas perdiendo demasiada sangre…
Arrugué mi entrecejo, esa respuesta no tenía información suficiente.
– Donde estoy… - Repetí, esta vez en un tono un poco más amenazante y claro.
– En japón aún, eso es lo único que tienes que saber. - Respondió.
– ¿Aún?
– No esperarás que nos quedemos aquí ¿no?, la familia de tu novio comenzará prontamente a mover cielo, mar y tierra por encontrarte y no podemos permitirlo, si es que no han comenzado ya… - Miró preocupado el reloj adosado a su muñeca izquierda.
Un pinchazo agudo y repentino en mi abdomen me hizo jadear, levantando mi cabeza al instante mientras me retorcía en el agarre de Bankotsu.
– Me duele… ¡Me duele! - Grité.
Pude notar la mirada azulina reflejando preocupación instantánea mientras se giraba hacia el otro sujeto.
– Le estás haciendo daño. - Exclamó severo.
– Estoy cortando tejido muerto y suturando músculo, duele más porque tiene más terminaciones nerviosas, si no lo hago todo esto va a infectarse.
– ¡Basta! - Grité otra vez. - ¡Por favor, haz que pare! - Rogué.
Sentí la piel de sus brazos ceder bajo mis garras, sin embargo Bankotsu mantuvo firme su agarré, sin importar cuanto me esforcé por quitarlo. Una de sus manos subió hasta mi rostro, acariciándolo en un intento de consuelo, barriendo con las lágrimas que corrían salvajes por mis mejillas.
– Vamos pequeña, has sobrevivido a cosas peores, tu puedes con esto, confío en ti.
"Confío en ti"
—-o—-
– Vamos Kag, confío en ti.
– ¡Siempre dices eso! - Contesté molesta ante su rostro sorprendido.
– Porque es la verdad.
– Apenas llevo 8 meses en este mundo y tu me conoces hace menos de tres, ni siquiera yo confío en mi misma. - Me sonrió
– No creo que el tiempo tenga relevancia en este caso pequeña, aprendes rápido, eres buena en lo que haces, Tomura lo sabe, yo lo sé. - Dí un respingo cuando sentí sus manos sujetarme con suavidad por la cintura, pegando su pecho a mi espalda. - Ahora, concéntrate y yo te ayudaré un poco, ¿Vale?, desarmarlas es mucho más sencillo que crearlas.
Ajá… si tan sólo recordara como concentrarme.
Sus manos subieron lentamente desde mi cintura hasta mis brazos, bajando luego hasta alcanzar mis muñecas y aferrarse a ese lugar. Ahogué un suspiro intentando mantener mis emociones a raya.
– No sé por dónde empezar. - La voz temblorosa dejó en evidencia absoluta mi nerviosismo y lo sentí reír bajo cerca de mi cuello, mientras apoyaba su barbilla en mi hombro.
– Comienza por identificar los cables, tú puedes hacerlo. - Su fé en mi susurrada cerca de mi oído me hizo estremecer con la calidez de su aliento.
Fue increíblemente complejo lograr coordinar mi mente y movimientos en esa situación, estábamos en su taller, fuera de cualquier peligro, sin embargo mi corazón latía desbocado, aún más que en nuestras misiones juntos. Tomé el cable verde entre mis manos.
– Cable a tierra. - Musité y él asintió a mis espaldas.
Tomé el negro con cierta reticencia y sentí la presión de su agarre en mis muñecas un poco más tensa.
– Cable de fase.
– Mhm. - Coincidió. - ¿Por qué debemos tener cuidado con el cable de fase?
– Porque es el que tiene corriente.
– Perfecto, lo bueno es que este no la tiene, ya que estamos en práctica. - Me reí.
Sus manos envolvieron las mías, entrelazándolas con suavidad. Alcanzó el pequeño alicate sobre la mesa y lo acomodó en mi agarre, dándome el tiempo de decidir. El cable rojo llamaba la atención entre todos los demás, único e increíblemente llamativo, de inmediato lo tomé entre mis dedos y sentí su cuerpo tensarse.
– ¿Estás segura Kag? - Me detuve. - ¿No es demasiado obvio cortar el cable rojo?
– Pienso que es el indicado.
– Eso es lo que ellos querrán que cortes. - Musitó.- Sin embargo, aquel blanco de allí al fondo, totalmente ignorado y escondido, también es un cable de fase, el cable de fase que necesitas.
– ¿Y por qué no el negro? - Se encogió de hombros.
– Si algún día tienes dudas siempre corta los dos. - Probé mi suerte, cortando sólo el blanco y para mi sorpresa el pitido de esa bomba de ensayo se detuvo de inmediato. - ¿Hemos aprendido algo importante hoy?
Sus dedos trazaron caminos suaves sobre el dorso de mis manos y suspiré bajito. El idiota sabía perfectamente lo que provocaba en mí y lo peor era que en realidad parecía disfrutarlo un montón. Me giré entre sus brazos, quedando de frente, mirándolo desde mi altura, con una sonrisa que él correspondió de inmediato.
Cómo me encantaba esa sonrisa.
– Que hay que cortar el cable blanco, jamás el rojo.
– Buena chica. - Su mano derecha subió hasta mi mandíbula, delineando con una de sus garras el ángulo que se formaba, siempre cuidando de no ejercer demasiada presión.
– ¿No crees que merezco un premio? - Asintió.
– El que tú quieras. - Musitó mirándome con intensidad. - Sin embargo quiero que contestes una pregunta antes.
– Seguro.
– ¿Yo te gusto, Kag?
La forma en la que abordó un tema vergonzoso sin tapujos aceleró mi corazón al doble de inmediato. Para entonces yo era una adolescente aún, con apenas 17 años, increíblemente torpe, pero siempre guiada por mis instintos.
– ¿Por qué quieres saberlo?
– Contesta la pregunta. - Ordenó.
Entrecerré mis ojos, mirando sus labios a través de mis pesadas pestañas.
– Si. - Respondí bajito.
Lo vi sonreírme y en acto seguido lamer sus labios en un acto espontáneo, arrancándome con ese pequeño gesto el poco oxígeno que guardaba en mis pulmones.
Siempre me guiaba por mis instintos… Y en ese mismo instante mi instinto me gritaba que Bankotsu quería exactamente lo mismo que yo, incluso si sus 20 años lo hacían un poco prohibido.
– Entonces ven y reclama tu premio. - Contestó, en un susurro ronco que me erizó la piel.
Me estiré de puntillas, tomando su rostro entre mis manos temblorosas y él simplemente se dejó hacer, cerrando los ojos e inhalando profundamente, sus manos apretando el borde de la mesa a mis espaldas con tanta fuerza que la madera incluso crujió. Rocé mis labios con los suyos.
Entreabrió sus ojos y el azul revoloteó casi olvidado en trazos de rojo intenso, sentí su respiración un poco más rápida justo antes de pegar sus labios a los míos y lanzar un suspiro de alivio al rendirse, como si se hubiera retenido a sí mismo por demasiado tiempo. Aquel no era mi primer beso, pero lo recordaría como tal, porque definitivamente se sentía distinto a los anteriores. Mi cuerpo completo ardía de ganas de ahondar aún más la caricia, de apretarlo contra mí, de aumentar exponencialmente aquel nuevo cosquilleo subiendo por mis muslos y alojándose en mi centro, algo que no conocía, pero me intrigaba. .
—o—-
'
Mis ojos volvieron a abrirse, estaba tan desorientada como antes, aunque esta vez la habitación estaba a oscuras y mis pupilas lo agradecieron. Las máquinas aun sonaban a mi alrededor. Me erguí en la camilla y miré a mi alrededor.
– Si lo que estás buscando es una salida rápida no vas a encontrarla. - Bankotsu me distrajo a mis espaldas y me giré a mirarlo.
– ¿No tienes nada mejor que hacer ahora mismo que meterte en mi cabeza y arruinar mis sueños?
Había olvidado el pequeño detalle de que Bankotsu tenía la extraña habilidad de modificar los sueños del resto a su antojo, lo que estaba segura iba a ser un dolor de cabeza constante de ahora en adelante.
– Alguien tiene que vigilarte, ya sabemos lo escurridiza que puedes llegar a ser. - Exclamó serio mientras me miraba de brazos cruzados. - Además… Sólo he traído de vuelta un recuerdo.
– ¿Qué pasó hace un rato?
– Te desmayaste mientras Ryota terminaba de suturar tus heridas, creo que fue para mejor, estabas sufriendo un montón. - Sin darle demasiada importancia a sumirada lasciva, levanté la bata clínica para mirar mi abdomen, una herida extensa iba cerrada con 10 puntos, justo por sobre mi ombligo. - La herida era más pequeña, pero la empeoré al enterrar mi mano para sacar la bala.
– No necesitaba suturas.
– Ajá… Como la youkai experta que eres espero que sepas que la regeneración acelerada vale mierda si estás tan anémica, asi que en realidad si las necesitabas. Probablemente quede una cicatriz, lo siento. - Arrugué mi entrecejo.
– Tienes un montón de otras cosas por las que disculparte sabes, ésta particularmente es la que menos me importa. - Sonrió bajando su mirada.
– Hmm… - Se puso de pie y se acercó a mi lado, me alejé por instinto y él se detuvo. - ¿Tienes miedo de mí? ¿Enserio?
Sonaba genuinamente dolido por los hechos.
– Sólo porque ahora no estoy en condiciones de destruirte… No tienes idea de en quién me he convertido en estos años. - Me sonrió.
– Habrá que verlo eventualmente, porque sólo puedo recordar una pequeña e inofensiva Kag. - En acto seguido desconectó las máquinas y las agujas de mi cuerpo con poca delicadeza. - Necesito que te pongas de pie, si ya estás bien nos movemos y tomamos el vuelo ahora.
Obedecí, no había muchas otras alternativas en esa situación. Me senté al borde de la cama y suspiré antes de darme ánimos para ponerme de pie. En un principio me sentí como un ciervo recién nacido, con mis piernas torcidas y temblorosas bajo su mirada entretenida con semejante espectáculo.
– No te rías idiota. - Aquello sólo lo hizo reír con más ganas.
– Lo siento, me ha traído ciertos recuerdos encantadores. - Lo miré indignada. - Tu primera vez fue algo similar…
– Cállate. - Ordené y él aclaró su garganta.
– Lo siento, prosigue. - Ocultó una sonrisa a medias con su mano. Luego de unos segundos lo logré y sonreí conforme, eventualmente podría correr y huir de sus garras. - Vístete, hay algo de ropa limpia en este bolso, he comprado talla S, espero no haya cambiado en estos años.
– No.
– Perfecto. - Se sentó en el sofá de brazos cruzados ante mi mirada atónita. - ¿Qué?
– No esperarás que me cambie frente a ti…
– ¿Y esperas que te deje sola aquí buscando la forma de escapar? Jódete.
– No voy a hacerlo.
– Entonces te llevaré con esa bata desaliñada y llena de sangre en el avión. - Amenazó. - Vamos Kag, ambos somos adultos, te he visto desnuda en el pasado... Un montón de veces si somos honestos.
Guardé silencio por unos segundos.
– ¿Puedo ducharme antes? mi pelo está tieso de tanta suciedad.
– Seguro, pero también te acompañaré en eso.
– Eres asqueroso. - Exclamé.
– Lo sé. - Exclamó divertido mirándome fijo. - tú decides.
Suspiré, mi vida era un desastre, prometía no volver a quejarme nunca más.
– Okey, llévame a una ducha.
Su sonrisa no hizo más que crecer mientras asentía y se ponía de pie para ayudarme. Decidió sin mi consentimiento tomarme en brazos y si bien me incomodaba su cercanía, agradecí no tener que caminar sola.
Al llegar al baño mi preocupación sólo aumentó. La ducha era horrible, el único espejo pequeño estaba roto y varios azulejos estaban trizados en las paredes.
– ¿Ryota genuinamente es médico? Este lugar parece un poco… Abandonado.
– Obtuvo su título, sin embargo años después fue expulsado del colegio de medicina por el comité de ética. - Oh, eso me generaba tanta confianza. - Comprenderás que ejerce de manera ilegal y eso explica lo poco cálido que es este lugar. - Dio la llave del agua caliente y la regadera liberó un chorro de poca presión. Probó el agua con sus dedos unos segundos más tarde. - Al menos tienes agua caliente, yo diría que esto es un resort. - Lo fulminé con la mirada ante su sarcasmo. - Vamos pequeña, no tenemos tanto tiempo.
Me giré para darle la espalda, aunque en realidad no tenía mucho sentido. Desaté uno a uno los nudos de la bata y la dejé caer por mis hombros hasta el suelo. Para cuando me di la vuelta cubriéndome con mis brazos Bankotsu ni siquiera se esforzó en fingir desinterés, simplemente me miró fijo, con su rostro serio.
– No puedes mojar la herida de tu abdomen, así que parece que vas a necesitar mi ayuda... - Mierda.
Sentí mis ojos arder por la rabia.
– Mantén tus manos lejos de mí, puedo estar débil, pero si te atreves a tocarme ocuparé todas mis energías en quebrarte las muñecas. - Advertí y una risa escapó de sus labios.
Dio un paso hacia atrás y puso sus manos a sus espaldas, mirándome mientras fingía inocencia y yo rodaba los ojos.
Me puse de espaldas a la regadera evitando mojar mi abdomen. Un suspiro de placer escapó de mis labios cuando el agua escurrió por mi cabello, llevándose con ella los restos de sangre seca y el aroma ferroso que revoloteaba molesto en mi nariz.
Pese a la precariedad de la situación aquella fue la mejor ducha de mi existencia. Giré la llave luego de lavar cada centímetro de mi cuerpo evitando el abdomen y estrujé mi cabello con suavidad. No había toallas, y eso me obligó a usar la bata como tal.
– Tu cuerpo está distinto… - Exclamó sin mirarme mientras buscaba en el bolso ropa interior, una camiseta y un jeans oscuro.
– Supéralo, han pasado 9 años.
– …Sin embargo ahí sigue ese pequeño lunar adorable bajo tu pecho izquierdo. - Lo fulminé con la mirada antes de quitarle la ropa interior de las manos y taparme con ella de inmediato.
Sonrió mientras negaba con la cabeza y se giraba hacia la pared, dándome un poco de privacidad mientras su larga trenza destacaba sobre el trayecto de su espina vertebral.
'
Minutos más tarde estaba nuevamente en los asientos traseros de un jeep con ventanas polarizadas, mi cabeza iba cubierta con la chaqueta de Bankotsu y eso evitaba que pudiera siquiera tener un atisbo de dónde mierda estaba. Sólo me la quitó al estar frente a lo que parecía un jet privado y al subir y sentarnos se mantuvo todo el tiempo a mi lado, vigilando que no cometiera ni el más pequeño acto de estupidez.
– Así que tú e Inuyasha Taisho… - Exclamó cuando el silencio se hizo demasiado incómodo de llevar. - De haber sabido que el Taisho menor te quitaría de mis brazos tal vez lo habría matado antes.
– ¿Lo conocías de antes? - Asintió sin mirarme.
– Sabes la fama que se consigue con cada cabeza que cortas… - Exclamó mientras bebía un sorbo de su vaso de whisky recién servido. - …Incluso si el idiota trabaja en el otro lado del planeta. - Sonreí, orgullosa de haber caído rendida a los pies de alguien tan popular.
– Ahm… - Miré por la ventanilla pequeña. - Él va a matarte cuando nos encuentre.
– Si es que nos encuentra.
– Lo hará. - Me giré a mirarlo orgullosa y él me sonrió mientras tomaba mi mentón con fuerza.
– Cuando eso suceda y tu Taisho logre alcanzarnos, te aseguro que le rogarás a gritos por mi vida. - Susurró altanero.
– Te tienes demasiada fé. - Con la rabia ardiendo bajo la piel me acerqué aún más. - No hay escenario posible donde ruegue por la vida del monstruo que me ha arrebatado todo. - Exclamé con desprecio.
Por un instante sus ojos me miraron con dolor, justo antes de una sonrisa que lo disimuló.
– Tu y yo tenemos una historia juntos, intenta negarla todo lo que quieras, pero ambos sabemos que una mujer jamás olvida a la persona que la desvirgó.
Guardé silencio, esperando que eso lo obligara a callarse y pegué un manotazo para librarme de su agarre. Me concentré en mirar por la ventanilla, perdiendo un poco de mis esperanzas cuando nos vi a varios metros de altura.
Después de todo Inuyasha no iba a encontrarme en el aire.
'
Inuyasha
– Su cuerpo recibió demasiado daño, incluso para él. - La voz temblorosa de una mujer… Mi madre. - Incluso si despierta, va a perder la cordura cuando sepa que aún no la encontramos.
– Paso a paso madre, primero tiene que despertar.
—o—-
– Ninguno de mis contactos la ha visto hasta ahora, no está en Francia, no está en Japón, es como si se la hubiera tragado la tierra. - La voz de frustración de mi padre.
– ¿Crees que esté… con vida?
– A estas alturas no estoy completamente seguro.
—o—
– Al menos su herida se ve mucho mejor. - La voz de Miroku hizo eco en mi cabeza.
– Si, esa es una buena señal.
– ¿Sabemos algo de Kag?
– No por ahora.
'
Abrí mis ojos, intenté moverme, sin embargo mi cuerpo dolía como si un camión me hubiera pasado por encima en múltiples oportunidades.
– No te muevas. - A mi lado Sesshomaru me miraba serio, aunque una sonrisa de alivio casi alcanzaba a formarse en sus labios.
Miré a mi alrededor, buscando a Miroku, sin embargo no había nadie allí.
– Kagome. - Su nombre salió en un susurro adolorido de mis labios y él asintió.
– La estamos buscando ahora mismo, mi padre está utilizando todos sus contactos. Vamos a encontrarla, te lo prometo. - No era suficiente, yo la quería a mi lado en ese instante.
– ¿No estaba Miroku contigo? - Pregunté confundido y él me miró aun mas extrañado.
– Miroku no viene hace ya varios días, puede que lo hayas soñado.
Arrugué mi entrecejo.
– ¿Cuánto he dormido? - Me miró fijo y pude ver el miedo que le provocaba decir la respuesta en voz alta.
– Dos semanas. - Apenas un susurro audible.
– ¡¿DOS SEMANAS?! - Me levanté de golpe, y las vías sanguíneas se rompieron al instante.
La ansiedad destruyó fácilmente mi paciencia, no podía darme ese lujo, no cuando ellos la tenían. Necesitaba llegar a Kag antes de que fuera demasiado tarde, antes de que se la llevaran lejos.
– Inuyasha necesitas descansar. - Me empujó con una de sus manos sin mayor esfuerzo, así de débil estaba. ¿Qué tan lejos habían llegado? ¿Cuánto daño le habían hecho para entonces? - INUYASHA.
El grito de Sesshomaru me sacó de mi espiral de agonía. Volví a mirarlo mientras luchaba en vano contra su fuerza, retorciéndome bajo su agarre, con el pitido de las máquinas cada vez más rápido y estresante.
– Necesito encontrarla, nada más me importa. - Gruñí. - Han pasado dos semanas y ustedes malditos inútiles no han sido capaces de hacerlo.
Vi el cambio en su mirada y con ello vi venir un golpe, sin embargo se contuvo con todas sus fuerzas.
– ¡¿Y cómo crees que me siento con ello?! ¡¿Cómo crees que se siente nuestro padre?! - Sus ojos me miraron fijo, el dorado siendo reemplazado por un naranjo, el punto intermedio antes del rojizo característico de la furia. - ¡No eres el único preocupado por su bienestar, NO ERES EL ÚNICO QUE LE HA FALLADO!
Era cierto, había fallado miserablemente y eso no me lo iba a perdonar jamás. Cubrí mi rostro con mi antebrazo y volví a sumergirme a voluntad en la miseria, nada tenía sentido si Kag no estaba a mi lado.
– Iré a buscar a nuestra madre, le alegrará saber que estás despierto, pero necesitas calmantes. - Exclamó poniéndose de pie.
– No necesito un puto calmante, necesito saber donde está. - No fue necesario decir su nombre.
Lo escuché suspirar a mi lado, sin embargo no quise quitar el antebrazo de mi rostro, no quise mostrarme tan destruído como me sentía.
– Inuyasha…
– No sé ni siquiera si está con vida. - Susurré para mi mismo.
– No te tortures, vamos a encontrarla.
– Es fácil decirlo cuando Rin sigue a salvo a tu lado. - Guardó silencio, quité el brazo de mi cara y lo vi mirar sus propias manos, sentado una vez más junto a la camilla.
– Lo sé. - Exclamó. - No puedo imaginar el dolor que sientes, es por eso que nos hemos esforzado tanto.
– No ha sido suficiente.
Guardó silencio, sin embargo asintió.
– Nunca será suficiente. - Me miró fijo. - ¿Por qué no me cuentas un poco sobre lo que sucedió? Hemos comenzado a buscarla a ciegas, puesto que has estado inconsciente desde entonces, sólo sé que te encontré en estado comatoso, malherido en la carretera y con tu auto destruido.
– La escoria que buscas para llegar a ella se llama Bankotsu, es quien nos hizo volcar. - Musité apagado. - Alguien de su pasado, enviado por Tomura. Nos tendieron una trampa… Una de la que no podíamos escapar, Kagome estaba gravemente herida y…
No pude seguir hablando, incluso el recuerdo de los hechos dolía. Sesshomaru asintió.
– Bankotsu…
– No creo que el idiota le haga daño, o al menos no más del que ya le hizo, por todo su discurso de mierda me ha dado a entender que estuvo enamorado de ella en el pasado. Asi que mientras la rescatemos antes de que se la entregue a Tomura todo debería estar bien.
Mi hermano volvió a asentir y se puso de pie.
– Avisaré a mi padre de ese nombre, quizás acelere un poco las cosas. - Me miró severo antes de volver a hablar. - Estuviste a punto de morir hermano, sacar la bala de tu pecho fue increíblemente complejo, cuando digo que necesitas descansar, REALMENTE lo necesitas.
Tironeé las vías una vez más, logrando esta vez arrancarlas de mi cuerpo. Lo vi acercarse con toda intención de detenerme.
– No me toques. - Advertí severo. - Lo que necesito es salir de este jodido lugar.
'
Kagome
Sus manos sujetaron mi cintura con pertenencia, abarcando con sus palmas más piel de la que podía creer, haciéndome parecer minúscula bajo su cuerpo.
Sentí sus besos dejar un trazo cálido por mis mejillas, arrancándome suspiros mientras más se acercaban a mi cuello, haciéndome estremecer cuando su lengua lamió el trayecto de mi yugular. Sentí mi corazón bombear con fuerza en mi pecho, logrando distraerme con el ruido ensordecedor de los latidos rápidos y nerviosos bajo su toque experto.
Intenté relajarme, sin embargo comencé a hiperventilar cuando sus manos se colaron por debajo de mi falda, acariciando mis muslos de forma ascendente, rasguñando suavemente con sus garras. Cerré mis ojos con fuerza y entonces él se detuvo.
– Kag, mírame. - Su voz en un ronroneo suave y ronco sobre mí. - Abre los ojos por favor. - Obedecí, encontrándome con su hermoso rostro visible incluso en la oscuridad de su habitación. - Tu tienes el control aquí, si quieres que me detenga…
– ¡No! - Exclamé de inmediato y él sonrió. - Es sólo que… Yo nunca… - Sus ojos no pudieron esconder la sorpresa, él sabía a lo que me refería, incluso si no había completado la frase. - Lo siento.
Era inexperta y eso por alguna razón me hacía sentir culpable. Una de sus manos subió hasta mi rostro, acariciando mi mejilla con suavidad.
– ¿"Lo siento"? - Sus labios besaron mi frente y yo volví a cerrar los ojos cuando luego sentí su aliento contra mi oído. - Eso sólo te hace aún más encantadora. - Lamió el lóbulo de mi oreja y jadeé en respuesta. - Me tomaré todo el tiempo por ti, vas a disfrutar esto, tienes mi palabra.
Asentí, incapaz de decir algo más.
Mi madre siempre me había hablado de lo importante que era esperar para entregarse al indicado, y con Bankotsu simplemente se sentía así… Correcto. Todas las células de mi cuerpo reaccionaban en sincronía armónica a su toque.
Sus manos bajaron para colarse bajo mi camiseta, rasgando con una de sus garras hasta partirla en dos, dejándome sólo con mi sujetador como única protección.
Sus besos bajaron hasta mi abdomen, lamiendo en forma ascendente mientras sus manos apretaban con suavidad mis pechos por sobre el sujetador. Esa fue la primera vez que escuché un gemido salir de mi garganta, y al instante mis mejillas ardieron en vergüenza, pese a que él me sonrió encantado desde su posición.
Subió mi falda e hizo a un lado mis bragas con sus dedos expertos. Me obligué a permanecer serena hasta que sentí su cálido aliento contra mis pliegues.
– ¡Espera! - Jadeé irguiéndome para mirarlo y él se congeló al instante.
– ¿Me detengo?
– Si, es decir, no del todo, sólo… Ven aquí. - Tenerlo tan cerca de esa zona me hacía sentir aún más vergüenza.
Me miró serio desde su posición.
– ¿Confías en mí?
– Si, pero…
– Recuéstate y cierra los ojos. - Ordenó suavemente. - Déjame intentar algo, si no te gusta me detendré y no insistiré más.
El corazón latiendo a mil, mi respiración agitada, todo aquello no ayudaba a relajarme, pero decidí confiar, y volví a apoyar mi cabeza en la almohada, cerrando los ojos tal y como él me había dicho.
Unos segundos más tarde su lengua lamió la longitud de mi vulva lentamente, arrastrando con ello un gemido ronco de mi boca. Bien, esa era señal suficiente de que me gustaba si no pensaba en lo íntimo de la situación. Una lamida más y está vez en una zona que me hizo arquear la espalda.
– ¿Te gusta? - Su aliento cálido contra mi piel.
– Si… - Jadeé.
– Házmelo saber, canta para mí. - Ordenó y entonces su lengua se adentro en mí, mientras sus dedos expertos acariciaban cierto botón, arrancando más gemidos y jadeos de los que me hubiera permitido por decencia.
De manera instintiva mis caderas se movieron acoplándose de forma perfecta a su ritmo y lo escuché gemir ronco junto a mí, como si disfrutara tanto como yo. Sus dedos reemplazaron a su lengua, adentrándose en mí con cierta facilidad, mientras le daba un nuevo trabajo a sus labios, siguiendo un ritmo particular sobre aquella zona exquisita, aquella que me hacía estremecer.
Me aferré a las sabanas como pude, sintiendo un calor particular acumularse en mi vientre, desconociéndolo por completo, pero incapaz de detenerlo, porque se sentía increíblemente bien.
Y entonces todo explotó para mí, en una sensación electrizante que me hizo gritar mientras mi cabeza caía hacia atrás y mis ojos ardían por el placer. Todo aquello se sentía tan jodidamente bien que me sentía una idiota por esperar tanto.
– ¿Se ha sentido bien? - Preguntó entre mis piernas.
– Si…
– Ese pequeña ha sido un orgasmo. - Se arrastró por mi cuerpo hasta alcanzar mi rostro, enmarcándolo con sus manos. - El primero de muchos… Si me lo permites.
Bajó sus labios hasta atrapar los míos, la estela de sabor salado de mis propios fluidos sólo me excitó más y me encontré a mi misma abrazándolo por la cintura con mis piernas.
Se deshizo rápidamente de sus pantalones y entonces sentí el roce caliente de su miembro contra mi entrada. Debió notar mi cambio de actitud, porque dejó de besarme para mirarme fijo.
– ¿Estás segura? - Volvió a preguntar y yo simplemente asentí. - Perfecto.
Se abrió paso en mi interior, alcanzando a dejarme sentir sólo la punta de su miembro justo antes de alcanzar una pared que lo detenía. Me aferré a sus hombros cuando sentí la presión y el dolor que eso trajo consigo.
– Shh… - Se dedicó a besar mi frente, mis mejillas y mi nariz intentando calmarme. - No voy a mentirte Kag, cuando siga avanzando va a doler… - Dejé escapar un quejido ahogado. - … Pero sólo unos segundos, después vas a amar todo esto, te lo prometo. - Me estremecí bajo su cuerpo. - ¿Confías en mí?
Asentí mirándolo fijamente, aunque el miedo me consumía, brotando desde el interior hacia cada extremidad de mi cuerpo. Sólo entonces asintió, salió suavemente para empujar con más fuerza de una sola vez, en un movimiento certero que literalmente rompió algo dentro de mí.
Mis garras se enterraron en su espalda con un quejido de dolor evocado en un grito, mordiendo su hombro luego, intentando controlar mis ganas de llorar.
– Shh, tranquila pequeña… - Acarició mi cabello sin moverse, esperando a que me acostumbrara a su tamaño. - Todo está bien, estás conmigo.
Volvió a salir y el ardor se hizo insoportable. Cerré mis ojos con fuerza sin dejar de apretarlo contra mí. Sus movimientos fueron lentos, entrando y saliendo de mi interior en un vaivén delicado, abrazándome entre sus brazos, sin dejar de besar la raíz de mis cabellos, intentando calmarme con ello.
– Dios… Kag. - Un gemido ronco contra mi oído.
Poco a poco el dolor se disipó, siendo reemplazado por un cosquilleo agradable arremolinándose en mi vientre una vez más. Me moví siguiendo su ritmo y entonces me sonrió, cuando nuestros gemidos entremezclados llenaron la habitación una vez más.
'
Desperté con mi rostro apoyado en la almohada sucia que tanto odiaba, Frente a mi Bankotsu me sonreía completamente orgulloso de su travesura mientras me miraba fijo.
– Buenos días cariño ¿Te has entretenido recordando el pasado? - Preguntó burlón. - Yo lo he disfrutado un montón, ¿Recuerdas como solías cantar para mí?
– Idiota. - Aquello sólo arrancó una carcajada de él. - No vuelvas a hacer tus juegos de mierda con mi mente.
– No prometo nada. Deberías agradecerme sabes, puedo apostar a que todas tus habilidades sexuales fueron aprendidas de mí. - Sonreí.
– ¿No te das demasiado crédito?
– Justo el suficiente cariño. - Acercó su rostro al mío y me moví hacia atrás de inmediato. - Me encantaría averiguar que tanto has aprendido por ti misma en 9 años, si para entonces eras exquisita…
Sus ojos cambiaron a rojo y lo empujé con una de mis manos apoyada en su pecho.
– Sigue soñando.
– Tanto como tú.
– Ajj… - Dolía admitirlo, pero la verdad es que si era una adolescente inexperta cuando me involucré con él, el idiota había tenido la fortuna de provocar mi primer orgasmo, uno que francamente era difícil de olvidar. Luego de eso habíamos practicado lo suficiente como para darme varías habilidades que mis parejas posteriores habían disfrutado en todo su esplendor. Algo que jamás le agradecería en voz alta. - ¿Qué haces aquí de todas formas? Se suponía que te vería menos después de bajarnos del avión, sin embargo aquí estás, invadiendo mi habitación como si estuvieras invitado.
'
*Flashback*
Hace 2 semanas.
Pasaron un par de horas antes de que aterrizamos en "quién sabe dónde", sólo podía ver que allí afuera era de noche.
– ¿Dónde estamos?
– Verás Kag, Tomura está atendiendo otro asunto más importante en estos momentos, sin ofender… - Exclamó alzando ambas manos abiertas. - …Y me ha pedido que te deje al cuidado de unos amigos suyos hasta que regrese.
– Bromeas…
– ¿Parezco estar bromeando? - Me miró serio y suspiró. - Escucha pequeña, iré a visitarte de vez en cuando, sé que tienes esta costumbre de escupir comentarios mordaces en los peores momentos posibles… Muerde tu lengua y guárdalos mientras estés bajo su cuidado, va a salvarte de varias situaciones de mierda.
Lo miré en blanco.
– Si estás intentando asustarme no está dando resultado. - Respondí con mi barbilla en alto y él me sonrió.
– Eso está bien, no esperaría que fuera de otra manera… Sin embargo, espero que por una vez en la vida escuches mis advertencias.
Arrugué mi entrecejo, sin embargo terminé por asentir.
*Fin de flashback*
'
– Hakudoshi me ha llamado para decirme que has estado provocando problemas, ¿Eso es verdad? - Me miró con atención. - No necesitas contestar la pregunta… Esas cicatrices en tu cuello hablan por sí solas.
Intentó tocarlas, sin embargo me alejé de su toque.
– Eso no te importa.
– Por algo estoy aquí. Tienes que comportarte pequeña, ¿Acaso se ha convertido en tu nuevo hobby coleccionar cicatrices de castigo? Sabes que la plata siempre dejará marcas…
– Cada jodida cicatriz en mi cuerpo es culpa tuya. - Exclamé mirándolo con odio.
El dolor reflejado en sus ojos azules se intensificó hasta tal punto que me hizo sentir culpable de mis palabras. Simplemente volvió a alejar su mano de mi y asintió.
– El aroma a sangre y pus en esta habitación es sofocante, quiero saber si tienes alguna herida más grave, eso es todo.
– No. - Mentí.
Sólo había tomado un par de días para descubrir que Hakudoshi, mi cuidador, tenía una clara obsesión con el sonido de la hoja de cualquier cuchillo contra mi piel, así lo había descrito en sus propias palabras. En un principio había intentado defenderme, sin embargo la escasez de comida y sangre habían apagado mi fuerza poco a poco.
Me miró serio y de un solo movimiento me giró en la cama, dejando mi espalda al descubierto. El corte longitudinal sobre la extensión de mi columna vertebral dolía desde hace días, sin embargo a diferencia de los otros no había cerrado absolutamente nada.
Bankotsu suspiró antes de sentarse a mi lado.
– Kagome… Necesitas ser más lista y mantener tu boca cerrada. - Musitó mientras se ponía de pie y caminaba al baño continuo, llenando un vaso con agua y trayendo una toalla para volver a mi lado.
Lo vi empapar la toalla en agua y cerré los ojos con fuerza cuando la sentí fría contra mi piel viva y lastimada, apretando las sábanas bajo mis puños.
– ¿Qué dijiste para ganarte esto? - Continuó.
– Que no quería tener sexo con él. - Un silencio incómodo entre los dos.
– ¿Te ha tocado? - Negué con la cabeza.
– No va a suceder. - Asintió.
– Tomura llegará en un par de semanas más… Apenas eso suceda te sacaré de aquí.
Volvió a hacer presión y un quejido ahogado se escapó de mis labios.
– ¿Por qué no cierra? Me siento asquerosamente humana a estas alturas. - Musité.
– Esta herida está infectada, quizás agregó algún tipo de veneno o que se yo. Por otro lado, la falta de consumo de sangre ha comenzado a afectar tus habilidades, ya hablamos de esto, pero te niegas a beber de mí…
– Prefiero morir. - Contesté cortante.
– Así veo.
Bajó con cuidado mi camiseta y llevó la toalla de vuelta al baño, con su color oculto bajo el carmesí de mi sangre.
– ¿Qué día es hoy? - Pregunté.
– 8 de enero de 2019. - Asentí, la última vez que había visto a Inuyasha había sido un día antes de navidad. Ni siquiera eso había podido disfrutar con él. - No puedo entregarte un celular, pero te traeré un calendario de pared, ¿te parece?
Negué con la cabeza.
– No lo hagas, eso sólo alimentará mi ansiedad.
– ¿Quieres que te traiga algo de com…
– No gracias. - Suspiró.
– Si sigues esforzándote tan fervientemente en morir tal vez lo logres pronto. - Exclamó sarcástico.
Tenía razón, sin embargo el hambre ya no existía para mí. Probablemente si aceptara su pequeña donación de sangre podría recuperar un poco de mi fuerza, pero beber de alguien que no fuera Inuyasha me parecía poco correcto. Él simplemente no lo haría en mi situación.
– Pequeña…
– No. - Le corté y mi rechazo terminó de hastiarlo.
– Bien, te dejo sola.
– ¡No! - Mi mano voló veloz para sujetarle por la muñeca en un instinto de supervivencia absoluto. Yo no quería estar sola, ahora la idea me aterraba. - No te vayas aún, por favor.
Me sonrió y se sentó a mi lado mientras yo me sentaba en la cama, mirándolo de frente.
– Quiero preguntarte algo hace días. - Comencé.
– Veamos si puedo responderte.
– ¿Qué deuda tienes con Tomura? - Pregunté.
Se tomó varios segundos antes de responder.
– No es una deuda, más bien un trueque.
– Trueque…
– Tomura tiene a mi hermana pequeña hace ya un par de años, la entrena para que sea una cazarrecompensas, porque ese es su hobby favorito; torturar personas y convertirlas en monstruos… Sin ofender. - Sonreí. - Si te entrego él la dejará en libertad.
Ahí iba nuevamente el síndrome de Estocolmo, haciéndome sentir cierta lástima por Bankotsu. Quizás no era maldad lo que lo movía, quizás simplemente estaba atado de manos.
– Inuyasha y yo podemos ayudarte a encontrarla. - Sonrió y bajó su mirada.
– Inuyasha va a matarme apenas tenga la oportunidad, no me parece un plan muy brillante de tu parte. - Me mantuve seria, tal vez tenía un poco de razón en ello.
– Puedo convencerlo de que no lo haga.
– Si eso es lo que piensas eres más estúpida de lo que pensaba. - Se puso de pie luego de herirme gratuitamente. - Me hiciste daño en el pasado, todo lo que te suceda de ahora en adelante sólo es consuelo para mí.
Lo miré fijamente, si bien su boca hablaba escupiendo veneno, el resto de su cuerpo me decía todo lo contrario. Bajé la mirada y asentí.
– Lo siento, tienes razón. - Susurré bajito.
Ya no había ganas de discutir en mi interior. Abracé mis propias piernas creando un pequeño bollito con mi cuerpo, ya no tenía lágrimas, pero sentí el nudo en mi garganta quitarme el aliento poco a poco.
Yo no tenía escapatoria… Yo iba a morir sin poder ver sus hermosos ojos dorados una vez más. Y eso particularmente era lo que más me destrozaba.
