Hola lectores!
Nos volvemos a encontrar mas seguido que antes jiji, sé que están atentos por este cap. Asique aquí vamos!
Muchas gracias por sus comentarios:
- joiscar: Estamos en esta mala situación en la que en realidad Bankotsu si es un villano, sólo que quizás con una excusa suficiente para hacernos sentir empatía :c, me encanta ponerlos en aprietos con sus sentimientos mientras leen jiji. Ahora... la verdad es que todos sabemos que a Inuyasha le importará una mierda si tiene una buena razón, le ha arrebatado a Kag y punto. Todo se viene intensisimo, asique uff, espero disfrutes este cap.
- Rocio K, Echeverria: Pucha cai, la ansiedad abunda, como te entiendooo, yo releo mis caps y me muero djsfsd, aunque claro, tengo la ventaja de saber mas menos como avanzarán las cosas, aunque siempre estoy improvisando a lo largo del camino. La habilidad de Bankotsu traera problemillas? hmm, tal vez, ya vimos que los recuerdos que mostró a Kag eran increíblemente vividos, no sé si Inuyasha se quede tan tranquilo si en algún punto se los mostrara... Habrá que verlo. Espero disfrutes este cap al solcito tambien :3 un abrazo.
- kcar: Muchas gracias! Me alegra un montón que lo disfrutaras, la verdad es que yo tambien sufro un montón escribiendo todo esto de mis amorcitos separados :c, como se nota que no pueden vivir sin el otro. Efectivamente, se vienen cosas oscuras...
- Angela Inukag: La verdad es que es una habilidad como la de Bankotsu es brutalmente útil cuando quieres quebrar a alguien, por ahora no le ha funcionado con Kag, pero tal vez si con Inuyasha... quien sabe. Espero disfrutes la actualizacion! Un abrazo.
- Guest: Pucha si, la verdad es que el nivel de celos que va a desencadenar Bankotsu en Inu... definitivamente será brutal, todos sabemos que pasado es pasado, pero tambien sabemos que a Inuyasha le importa demasiado todo lo que tenga que ver con Kag. Bankotsu es parte de los villanos en esta historia, sin embargo es de esos villanos que nos agradan hasta cierto punto :c jajajaj todo se ha complicado. Espero disfrutes este cap, un abrazo.
- Cindy osorio: Estamos en el climax maximoooo, se viene intenso, se viene todo el drama existente. Inuyasha destruirá todo y todos lo sabemos, sin embargo ¿cuando sucederá? Hmmm, mas temprano que tarde. Muchas gracias por leerme!
El próximo cap está en proceso aún, intentaré publicar pronto, sin embargo puede que demore un poquito más. La proxima semana es mi cumpleaños numero 28!, asi que intentaré hacerme un tiempo.
Un abrazo
Frani.
Capítulo 25.- El cansancio de resistir.
Una semana después, Enero 2019.
Inuyasha
Sus ojos verdes, grandes y redondos se convirtieron en un reflejo absoluto del pánico que invadió por completo su cuerpo apenas crucé el marco de entrada de su hogar.
– ¿Qué haces aquí? - Preguntó.
Sonreí, mientras ajustaba los guantes de cuero negro que envolvían mis manos.
– Mi nombre es Inuyasha Taisho, apuesto a que has escuchado un montón sobre mí. - Intentó correr, sin embargo me tomó menos de un segundo posicionarme frente a él. - Y tú eres… Ryota.
– Y-yo…
– Tú y yo vamos a divertirnos un montón. - Sonreí antes de golpearlo en la cabeza y noquearlo al instante.
Lo miré inconsciente a mis pies y suspiré antes de cargar el cuerpo sobre mi hombro y bajar las escaleras hasta el sótano de su poco acogedora casa. No mejoraba allí en lo absoluto, sin embargo a pesar del tiempo que había pasado pude captar el aroma de Kag opacado por el del moho y la humedad. Me acerqué a la camilla e inhalé profundamente, debía admitir que parte de mí había tenido miedo de no sentir su esencia una vez más.
Boté el cuerpo con poca delicadeza sobre la camilla y comencé con mi plan. Salí de la casa por unos segundos para buscar lo que necesitaba en la maletera de mi auto, caminando de vuelta con tranquilidad hasta donde estaba mi nuevo juguete.
Me preocupé de apretar sin piedad las sogas alrededor de sus muñecas y tobillos hasta dejar marcas de quemaduras por roce y no estuve conforme hasta ver el tono rosa de cada uno de sus dedos convertirse en amoratado, comprobando que no estaba llegando sangre oxigenada a ellos.
Mi celular sonó mientras ordenaba mis armas sobre la pequeña mesita de metal que había encontrado allí. Contesté sin mirar, afirmando el teléfono con mi hombro pegado a mi oreja derecha.
– ¿Se puede saber qué es lo que estás haciendo? - La voz de mi padre sonó molesta del otro lado.
– Lo que dije que haría, hablar con la única pista que tenemos hasta el momento. - Respondí tranquilo.
Lo escuché suspirar del otro lado.
– No puedes matarlo. - Exclamó severo. - Si lo perdemos, perdemos todo.
– Pff, no voy a matarlo, sólo quiero hablar con él, eso es todo.
– Te conozco lo suficiente y sé que con todo lo que ha pasado estás más inestable que nunca… Necesito q…
– ¿Inestable? ¿Me estás diagnosticando un problema psiquiátrico?
– La pérdida de Kag te ha afectado…
– No tienes idea de lo que siento. - Respondí cortante.
– Pero puedo imaginarlo, si me quitaran a Izayoi mi mundo se vendría abajo… Mis decisiones no serían las más objetivas…
Sentí un quejido de Ryota al comenzar a despertar a mis espaldas.
– Tendrás que confiar en mí. - Musité antes de cortar y acercarme a la camilla una vez más.
Encendí la luz de su improvisado pabellón, sólo para darle más dramatismo. Sus ojos verdes volvieron a abrirse e intenté lucir amable, mi padre tenía razón en ello, podía intentar conseguir la información como un policía bueno.
– Buenas noches Ryota. - Sonreí y sentí su corazón volver a acelerarse, en el momento justo en que notó cómo y en qué situación se encontraba. - Escucha, no voy a hacerte daño, sólo he venido por un poco de información, si cooperas te dejaré seguir con tu vida y olvidaremos que esto ocurrió, ¿Te parece?
– ¿Información?
– Soy un hombre desesperado… Sabes de lo que somos capaces cuando estamos en esa situación. - Musité serio y por un segundo vi lástima reflejada en sus facciones. - Esa miradita de mierda me repugna, no quiero tu lástima, quiero que me ayudes a encontrar lo que perdí.
– A Kagome. - Musitó y su nombre salido de sus labios dolió como una bala más.
– A Kagome. - Coincidí. - Le perdí el rastro hace tres semanas, cuando un idiota llamado Bankotsu nos hizo volcar en la carretera. Bankotsu Ishikawa, ¿Te suena?
– Si… - Admitió a su pesar.
– Me encantaría saber por qué su nombre me ha guiado a ti. - Sonreí y él guardó silencio. - Y antes de responder escoge bien tus palabras y no olvides con quien estás hablando.
Me miró fijamente y se tomó algunos segundos para volver a hablar.
– Bankotsu me llamó hace algunas semanas muy tarde en la madrugada, mencionando que tenía un asunto urgente con el que necesitaba mi ayuda. - Asentí. - Tu Kagome.
– ¿Ella era el asunto urgente? - Asintió rápidamente.
– Llegó aquí treinta minutos mas tarde, con ella en brazos y completamente inconsciente, tenía unas heridas muy graves… - Apreté los puños intentando controlar mi rabia, recordando que el sujeto frente a mí en particular no era el responsable de esas heridas. - Había perdido mucha sangre.
– ¿Y qué hiciste tú? - Pregunté, mi voz ronca mostrando sin poder evitar la rabia que corroía mi cuerpo.
– La salvé. - Exclamó en respuesta. - Limpié y suturé sus heridas.
– ¿Y luego de eso?
– Desaparecieron antes del amanecer, Sólo encontré esta camilla vacía. - Asentí.
– Ambos sabemos que no hiciste todo eso sólo por la admirable vocación de salvar vidas… ¿Cuánto te pagó?
– 8.000 dólares americanos. - Me reí.
– ¿Por salvar su vida? Te han estafado amigo mío... Por su vida yo habría pagado mucho más. - Me senté en la silla a su lado. - ¿Te pagó en efectivo?
– Transferencia. - Asentí y saqué su celular de mi bolsillo.
– Necesito que me des la clave. - Miró su celular y dudó por unos segundos. - Tienes tres segundos.
Me moví hasta alcanzar una de las cuchillas de la mesita a mi costado. El reflejo de la luz contra su filo fue estímulo suficiente para aterrorizarlo una vez más.
– Dijiste que no me harías daño. - Musitó con la voz temblorosa.
– Y estoy intentando cumplir con lo que prometí. La clave. Ahora. - Ordené poniéndome de pie.
– Por favor… - No necesité hablar más, simplemente pegué el filo a su garganta y él escupió de inmediato. - 483759.
Digité rápidamente y sonreí satisfecho cuando el menú de inicio se desplegó para mi. Verifiqué primero la cuenta bancaria, comprobando su versión de los hechos, con una transferencia hecha hace 14 días desde una cuenta con un nombre falso, proveniente de Rusia.
– ¿Bankotsu está en Rusia?
– No lo sé. - Sollozó. - Sólo me dijo que la familia Taisho estaría buscándolo, que tenía que salir de Japón lo antes posible.
– Entiendo. - Le sonreí. - No llores Ryota, has sido de gran ayuda, no voy a hacerte daño.
Rebusqué por un poco más de información, intentando exprimir hasta la última gota de utilidad del pobre sujeto amarrado antes de dejarlo en libertad. Entré a la galería de fotos, arrastrando el dedo buscando algo que fuera importante y lo encontré, sin embargo no en el modo que quería. Sentí la sangre hervir por mis venas.
– ¿Qué es esta foto, Ryota? - Casi golpeé su rostro con la pequeña pantalla.
– No lo sé.
– Oh, ¿No lo sabes? - Sentí mis ojos arder consumidos por la rabia.
No era una sola fotografía, eran al menos 10, en ellas se veían desde distintos ángulos las suturas en la herida de Kag que él había mencionado, sin embargo también se veía su torso completo, con uno de sus pechos al descubierto y el otro envuelto por la asquerosa mano del sujeto frente a mí.
– Le estoy hablando, doctor. - Exclamé burlesco mientras caminaba de un lado al otro frente a él. - No quiero repetir la pregunta otra vez, nos hemos hecho amigos ¿no?
Los cuchillos ya no eran suficientes, no en ese escenario. Cargué la ballesta sobre mi hombro, sonriendo conforme cuando lo escuché sollozar.
– No quise hacerlo. - Musitó mientras bajaba su mirada.
Me acerqué hacia él, caminando lentamente, disfrutando al sentir su corazón acelerarse mientras su cuerpo apenas podía controlar los temblores. Sujeté su cabello en un manojo y jalé hacia atrás con fuerza para obligarlo a levantar la cabeza y mirarme.
– No me gustan las mentiras Ryota, tampoco me gusta la clase de hombre que eres. - Musité severo. - Tienes más de 3.000 fotos en tu galería, y al menos la mitad son de tus pacientes siendo abusados por ti. ¿Ese es el precio adicional que cobras por salvar sus vidas?
– Ninguno de ellos se entera… Están sedados siempre que lo hago. - Arrugué el entrecejo y lo miré con asco cuando su excusa sólo empeoró el error.
Solté la ballesta de golpe y lo tomé del cuello con una sola mano para atraer su rostro al mío.
– ¡¿Hiciste algo más con ella aparte de lo que se ve en esta foto Ryota?! - El gruñido de mi pecho hizo eco en aquel sótano.
– ¡No! no, por supuesto que no.
– ¿Cómo puedo creerte?
– Por favor Inuyasha… - Rogó. - Lo único de lo que soy culpable es de mantener viva a tu novia, ella debía morir, la pérdida de sangre era tremenda.
Las lágrimas corrían por sus viejas mejillas, su corazón retumbaba en una vibración rápida y atarantada en mis oídos. Suspiré y asentí antes de soltarlo de golpe.
– Y parte de mi te lo agradece, de corazón. - Exclamé.
Caminé nuevamente hasta recoger la ballesta.
– ¡Por favor… Inuyasha! - Gritó. - ¡No volveré a hacerlo! ¡Cambiaré! Lo prometo.
– A juzgar por las arrugas sobre tu rostro tienes al menos 50 años, lo que significa que obtuviste tu título de médico hace más de 20. - Musité mirándolo fijo. - … Y no has sido capaz de cambiar en todo ese tiempo, te expulsaron del colegio médico por falta de ética. ¿Ésta es tu falta?
– ¡Lo siento!
– Tsk tsk tsk… - Negué con la cabeza antes de levantar la ballesta y apuntar a su asquerosa existencia. - No soy quien para perdonarte y creo que tomaré la venganza que Kag se ha ganado.
El primer proyectil se clavó sobre su hombro izquierdo y el grito ensordecedor me hizo sonreír satisfecho. Yo no iba a matarlo rápido, iba a hacerlo sufrir hasta cansarme, quizás eso me ayudaría a liberar un poco de estrés. Me di todo el tiempo de cargar mi arma y volver a apuntar y disparar, esta vez cerca de su pelvis.
– ¡Ya basta! - Rogó.
– El mundo estará mejor sin ti, ¿Es que no lo entiendes? - Respondí, antes de volver a disparar, esta vez sobre su abdomen. - Estábamos destinados a encontrarnos tú y yo.
– ¡Desquiciado de mierda! - Gritó esta vez y aquello arrancó una carcajada de mi pecho.
– Hmm… - Volví a apuntar, esta vez hacia su ojo derecho.
El grito inicial fue ensordecedor, sin embargo poco a poco Ryota se fue apagando y con ello mi diversión. Terminé por cargar la ballesta una última vez y disparar justo en el punto medio de su frente, sintiéndome completamente conforme cuando su débil corazón se apagó por completo.
Me preocupé sólo de recoger mis armas, el resto de esa escena serviría de amenaza silente para aquellos a los que seguía cazando.
Subí las escaleras y salí por la puerta principal, encontrándome de frente con mi hermano, apoyado en el capó de su automóvil mirándome de brazos cruzados.
– Si viniste a vigilar que no cometiera una estupidez llegas tarde, ya lo he matado. - Asintió.
– Lo sé, llegué aquí mucho antes de que comenzaran los gritos. - Respondió y lo miré confundido. - No he venido a detenerte, si no a preguntar cuánta información obtuviste y hacia donde nos movemos. - Sonreí.
– Voy a necesitar a alguien que se maneje muy bien con computadoras y rastreo.
– Conozco al sujeto perfecto… Pero no te va a gustar en lo absoluto.
Alex me miró con desagrado apenas nos abrió la puerta de su departamento, el mismo en el que vivía con Kag hasta hace algunos meses.
Cuando Sesshomaru lo había sugerido como nuestra mejor opción me había negado tajantemente, sin embargo acepté a regañadientes cuando comprendí que esa era mi mejor oportunidad de encontrar a Kag pronto y sacarla de su tortura lo antes posible. Podía tragarme mi orgullo por ella, podía rogarle al idiota frente a mí si eso significaba poder abrazarla otra vez.
– Inuyasha…
– Bonnet… - Su mirada se movió hacia mi hermano.
– No me dijiste que traías compañía. - Sesshomaru se encogió de hombros.
– No pensé que te molestaría. - Bonnet sonrió y suspiró, haciéndose a un lado para dejarnos pasar, sin embargo apenas mi hermano entró volvió a bloquearme el paso.
Ambos nos miramos desafiantes.
– No seas infantil Alex. - Exclamé mirándolo serio. - Este no es el momento para ello, si quieres arreglaremos nuestras diferencias cuando tenga tiempo de sobra para perder.
– No voy a ayudarte en nada si es que no te comportas…
– Me comportaré.
– …Y me pides perdón. - Arqueé una de mis cejas.
– Estás jodiéndome. - Su silencio fue respuesta suficiente. Mi hermano me miró desde el interior, instándome a actuar bien y yo suspiré. - Escucha… Sé que no he sido la persona más amable del mundo contigo, pero tenías tus asquerosas manos sobre alguien que me pertenecía. - Musité.
– Kagome no te pertenece.
– Kagome siempre ha sido mía. - Corregí, desafiándolo a atreverse a negarlo otra vez. - No me siento culpable por recuperar lo que desde un principio me pertenecía. - Una sonrisa burlesca surcó sus labios y negó con la cabeza antes de comenzar a cerrar la puerta, momento en el que mi brazo lo impidió con poco esfuerzo. - ...Pero ahora mismo estoy desesperado y necesito de tu ayuda para encontrarla. Asi que supongo que si lamento no haber sido lo suficientemente maduro para solucionar nuestros problemas… Necesito tu ayuda Alex, por favor.
El verde de sus ojos entrecerrados analizó la veracidad de cada una de mis palabras. Parte de mí esperaba que decidiera iniciar una pelea, golpearlo hasta cansarme quizás me ayudaría a liberar algo más de la tensión que cargaban mis músculos desde hace tres semanas. El peso de la frustración, la rabia y la ansiedad sobre mis hombros me estaba pasando la cuenta.
Sin embargo no sucedió, él simplemente suspiró antes de abrir la puerta hasta el final.
– No es lo que esperaba, pero me conformaré con eso. - Musitó de brazos cruzados. - Creo que es lo máximo que obtendré de alguien tan orgulloso como tú. - Asentí.
– Gracias.
Entré y miré a mi alrededor, Kikyo estaba sentada en el sofá, mirándome con atención, sin embargo la ignoré por completo.
– ¿Qué es lo que necesitan específicamente?
– Necesito rastrear una transferencia electrónica o en su defecto al dueño de un número de celular. - Asintió.
– ¿Tienes los datos de la cuenta? - Asentí, sacando de mi bolsillo el celular de Ryota y desbloqueándolo con el pin.
Alex me quitó el teléfono de las manos y se sentó en su escritorio, comenzando a teclear datos rápidos mientras Sesshomaru y yo lo mirábamos atentamente. Luego de diez minutos volvió a hablar.
– El número de teléfono no me lleva a nada, muy probablemente el dueño decidió cambiarlo antes de que pudieras encontrarlo.
– Por supuesto que si. - Exclamé.
– En cuanto a la transferencia… Sé que aquí dice que proviene de Rusia, pero me parece que es una cuenta falsa. - Asentí. - Una cuenta con un montón de movimientos con grandes sumas de dinero, así que debe ser una cuenta intermediaria para no dar a conocer a quien hace las transferencias.
– Es lo que pensé.
– Creo que puedo rastrearlo, pero me tomará tiempo.
– ¿Qué tanto tiempo?
– No me presiones Inuyasha, tengo whisky en el minibar, toma un vaso o dos y déjame trabajar tranquilo - Sonreí y asentí.
Caminé hacia el minibar, llené un vaso de cristal hasta la mitad y me dejé caer sobre uno de los sofás, haciendo girar el licor para mantenerme sereno.
– Inuyasha… - La voz de Kikyo sonó de fondo, sin embargo la ignoré. - Todo va a estar bien, Kag es una chica muy fuerte. Sé qu…
– No hables, por favor. - Contesté apagado. No necesitaba más frases de mierda para darme ánimos, necesitaba a Kagome a mi lado.
Luego de 20 minutos de silencio incómodo entre mi hermano, Kikyo y yo, la voz de Bonnet me hizo saltar de mi asiento.
– Creo que he encontrado algo… Pero no estoy seguro. - Me paré a su lado mirando la pantalla. - Hay 3 cuentas de las cuales se han hecho los últimos movimientos, ninguna que tenga el nombre de Bankotsu, ninguna que esté asociada a alguien real.
– ¿De donde provienen? - Se giró a mirarme por encima de su hombro.
– Un movimiento desde Japón, otro desde Australia y otro desde... Filipinas?
– Descartemos Japón de inmediato, mi padre ha buscado debajo de cada piedra en este país. - Interrumpió Sesshomaru. - Kagome no está aquí.
Suspiré hastiado, seguíamos girando en círculos sin obtener avances. Apreté mis sienes con fuerza intentando controlar mis impulsos de golpear algo.
– Eso quiere decir que Ryota no nos ha servido de nada. - Exclamé y mi hermano bajó su mirada, confirmando mis dichos. ¿Qué nos queda?
– Touga me ha pedido vigilar las cámaras de vigilancia a nivel nacional para ver si alguna ha identificado a Kagome en las últimas semanas… Sin embargo no ha aparecido en ninguna de ellas. Tu hermano tiene razón, Kag no está en Japón. - Asentí.
– ¿Puedes revisar las cámaras de otros países? - Asintió.
– Lo he estado haciendo… Sin éxito hasta ahora, comprenderás que revisar cada cámara de cada país me ha estado tomando una eternidad, hasta ahora he estado enfocando mis esfuerzos en los más cercanos, aunque con esta información quizás sea bueno que revise las de Australia y Filipinas de forma prioritaria.
– Avísame si encuentras algo. - Asintió.
Salí de alli con la sensación de derrota aún mas intensa en mi interior.
– Ya no sé que mas hacer. - Exclamé.
– Solo nos queda esperar. - Sesshomaru apoyó su mano en mi hombro y aquello quitó un poco el sabor amargo del fracaso, porque al menos así sabía que no estaba solo.
Kagome
Miré la porción de sopa humeante frente a mí, la cena de siempre desde hace semanas. Moría de hambre, pero aún así no levanté mi cuchara de la mesa. Aquella era mi propia huelga inservible, pero de algún modo me hacía sentir menos débil frente a ellos, a pesar de que mi cuerpo gritaba lo contrario.
– Esto es lo último que podrás comer hasta mañana. - Exclamó Hakudoshi frente a mí. - Y si no lo comes, recibirás lo mismo hasta que el plato esté limpio.
Me sentí como una niña de siete años, siendo obligada a comer algo por sus padres.
– No tengo hambre. - Respondí.
– Puedo escuchar tus tripas reclamar desde acá. - Apreté mis muslos el uno contra el otro, intentando controlar con mi mente a mi estómago traidor. - Si tan solo me hubieran advertido que serías tan malcriada…
– No habría cambiado absolutamente nada, a fin de cuentas eres un irrelevante peón más en el tablero de Tomura.
Vi el cambio en sus ojos cuando la rabia lo invadió, sin embargo estaba tan acostumbrada que ni siquiera fui capaz de sentir miedo. Últimamente era incapaz de sentir cualquier cosa.
Se puso de pie moviendo bruscamente la mesa con ello, vi la sopa moverse violentamente y sobrepasar los bordes del pocillo de cristal frente a mi. Se paró a mi lado y me tomó por el cuello para levantarme hasta su altura, no tuve fuerzas para luchar, estaba tan cansada de hacerlo…
– Repite lo que has dicho. - Me esforcé en hacerlo, sin embargo la presión en mis cuerdas vocales y la falta de aire lo hicieron imposible de lograr.
Sin reprimir fuerzas me lanzó contra la pared más cercana, donde mi espalda y mi cabeza golpearon de lleno. No me dejó toser en tranquilidad en el suelo, simplemente me tomó del cabello como una muñeca de trapo para golpearme con fuerza, esta vez en el abdomen.
Un quejido ahogado escapó de mis labios y me hice bolita en el suelo, sin embargo él no estaba conforme.
¿No vas a intentar defenderte enana?
Mi corazón dolió cuando su voz ronca resonó en mi mente.
La enana que yo amo es mucho más fuerte que esto.
Sonreí y mi cuerpo se movió por inercia, tacleando a Hakudoshi hasta el borde de la mesa, donde tomé uno de los cuchillos de mantequilla y lo enterré en su ojo. La Kagome del pasado probablemente habría jugado con su presa, asi como un gato con un ratón, sin embargo en mis circunstancias no estaba dispuesta a arriesgarme. O lo mataba o yo moría, era así de simple.
Fue difícil quitar el cuchillo de la cuenca y apuñalar al instante su carótida, apenas tenía fuerza suficiente para mantenerme en pie e intentar ganar contra sus ganas de quitarme de encima. Poco a poco sus esfuerzos se apagaron y su cuerpo cayó a mis pies en peso muerto, creando una poza de color oscuro, que avanzaba lentamente hasta mis zapatos por lo espeso de su contenido y que por un segundo me tentó por lo hambrienta que estaba.
Comencé a hiperventilar cuando caí en cuenta de lo que acababa de hacer, miré por la pequeña ventana a escondidas, los dos tipos que hacían guardia afuera seguían en su posición, lo que significaba que aún estaba a salvo, pero sin poder salir de allí.
– Oh no, ¿Qué hiciste pequeña? - Me congelé en mi posición.
Miré por sobre mi hombro y me encontré con los ojos azules de Bankotsu, mirando el desastre a mis pies.
Inuyasha
El insistente sonido de mi teléfono sobre la mesita de noche logró despertarme a mitad de mi pequeña siesta. Contesté sin mirar mientras me estiraba en la cama. Últimamente no lograba conciliar el sueño por más de dos horas seguidas, y eso me mantenía en un cansancio constante.
– Creo que encontré a Kag. - La voz de Bonnet del otro lado con una afirmación así de importante estrujó mi corazón con fuerza.
– ¿Dónde?
– Te enviaré toda la información. Estuve revisando las cámaras como te dije. Dudo que esté en el mismo lugar, la última vez que su rostro fue captado fue hace casi un mes… no se ven casas cercanas, sólo un bosque frondoso, no sé si sea fácil encontrarla, pero tienes el punto de partida que tanto buscabas.
– Lo intentaré de todas formas.
– No esperaría algo distinto de ti, avísame si necesitas ayuda con algo más.
– Alex… - El silencio esperando el resto de mi frase. - Gracias.
– Sólo preocúpate de traerla de vuelta. - Sonreí. - Ah por cierto… Por si es que llegas a encontrarte con Bankotsu, tiene una habilidad un tanto extraña…
– ¿Habilidad?
– Sólo mantente consciente mientras esté cerca de ti. - Y cortó.
No le di mayor importancia, sólo me preocupé de leer las coordenadas que me acababa de enviar.
Kagome podía estar en Filipinas, apenas a tres horas de distancia, dos si me movía de inmediato. Sólo dos horas más de espera para tenerla de vuelta en mis brazos.
Kagome
Me moví para aumentar la distancia entre los dos, sintiendo mi jadeo de esfuerzo, había ocupado mis pocas energías en acabar con el monstruo del suelo, ya no tenía más para entregar
– Shh, tranquila. - Sentí mis ojos arder. - No voy a hacerte daño.
Mi crisis de pánico no hizo mas que aumentar, sentí mi cuerpo ceder y de inmediato Bankotsu se movió para sujetarme justo antes de estrellarme contra el suelo.
– Te ves destruída. - Musitó y yo no fui capaz de responder.
– Ayúdame… a salir… de aquí. - Jadeé y él me miró con lástima.
– Sabes que no puedo hacerlo.
– Entonces… Déjame morir en paz.
– Tampoco puedo hacer eso.
– ¿Por qué? - La voz apenas en un susurro.
– Porque te amo y me importas. - El silencio incómodo luego de su arrebatada confesión en un momento inoportuno hizo el ambiente aún más pesado. - Escucha…
– Si me amas ayúdame a salir de aquí… por favor. - Mi voz quebrada.
– Voy a sacarte de aquí.
– Pero no me lleves con Tomura.
– Sabes que no puedo dejarte en libertad Kag… Me pides demasiado. - No importaba cuanto me amara el sujeto que me envolvía en sus brazos, ese amor nunca superaría el que sentía por su hermana.
– Lo sé. - Las lágrimas cayeron por mis mejillas, incapaz de sollozar en un llanto silencioso que se llevó el último trozo de esperanza que alojaba en mi interior.
No volvería a ver a Inuyasha, Tomura no iba a permitir que eso sucediera, incluso si tenía que mantenerme bajo tierra para lograrlo.
Lo empujé con mis manos y permanecí de rodillas en el suelo de madera, completamente derrotada. Si esa era la situación quizás la mejor opción era quitarme la vida, Inuyasha lo entendería o quizás nunca se enteraría. Jamás sabría que me había dado por vencida.
Miré mis muñecas, pálidas y delgadas con las venas azulinas y verdosas destacando bajo mi piel. Un solo corte de mis garras, sólo eso necesitaba, un corte profundo que Bankotsu no tuviera tiempo de remediar.
De pronto el aroma de la sangre a mi alrededor se hizo aún más intenso, obligándome a levantar la mirada. Mis ojos ardieron por el hambre una vez más. Al parecer mientras más cerca de la muerte me encontraba, más feroces se volvían mis instintos demoníacos.
Miré a Bankotsu desde mi posición, su cuello goteaba sangre fresca, manchando su camiseta blanca poco a poco de rojo. Me puse de pie y me acorralé a mi misma contra la pared más lejana, abrazándome, temblando de necesidad.
– Sé que necesitas sangre, sé que no tomarás la de Hakudoshi aunque estés muriendo de hambre… Así que yo estoy dispuesto a darte de la mía… - Musitó acercándose poco a poco hasta mí, como quien intenta ganarse la confianza de un felino asustado a punto de estallar.
– Aléjate de mí. - Gruñí.
– Si la quieres sólo tienes que venir y tomarla. - Una de sus garras abrió más la herida y con ello la sangre brotó con más fuerza. - Será nuestro pequeño secreto, tienes mi palabra.
Apreté mis manos en puños mientras intentaba controlar mis temblores sin éxito. Podía suponer que el chocolate había abandonado mis ojos por completo, dejando al rojo carmesí reinar con orgullo, como la prueba tangible de que era débil y manipulable.
Inuyasha no lo haría. Me obligué a repetir.
– Inuyasha lo comprenderá si esto te mantiene con vida. - Exclamó leyendo mis pensamientos. - Eso es lo que te preocupa ¿No?, que él deje de amarte por una traición de sangre. - Gruñí. - Francamente no creo que eso suceda Kag…
– Cállate. - Ordené.
Una de sus manos limpió parte de su sangre y se acercó con rapidez hasta mí, manchando mis labios y nariz antes de que pudiera siquiera reaccionar. Eso sólo empeoró la situación. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, mis dientes dolieron por la fuerza con la que apreté mi mandíbula intentando controlar mis deseos.
Cerré los ojos completamente abrumada y entonces mi cuerpo se movió por sí solo. Me abalancé contra él, quien me sonrió victorioso cuando se vio acorralado entre mi cuerpo y la pared. Lo escuché gemir ronco cuando mis dientes perforaron su piel y lo sentí estremecer bajo mi agarre feral, sin embargo lejos de querer alejarme sólo me abrazó más cerca, mientras yo llenaba mi boca del líquido ferroso y tibio, atragantándome con él.
Sentí mis propios gemidos morir contra su piel, no por el placer de morderlo, mi cuerpo cantaba de forma inconsciente al finalmente lograr alimentarse después de tanto tiempo. Luego de unos segundos me alejó de golpe tomándome por los brazos y luché contra su agarre con todas mis fuerzas, sin éxito, el idiota aún tenía más fuerza que yo.
Me sonrió victorioso desde su posición, con la respiración acelerada y un jadeo suave. Sus manos se movieron a mis mejillas y barrió con algo que no había notado hasta ese momento… Lágrimas nuevas.
Lágrimas de vergüenza quemándome poco a poco, porque a fin de cuentas yo había traicionado a Inuyasha e incluso si él lo comprendía me sentía increíblemente sucia y nefasta.
Yo ya no era merecedora de su amor
yo no valía la pena.
