Hola mis queridos lectores!
¿Cómo están? ¿Como va ese ultimo día del mes? EL CAPITULO 30 YA ESTÁ AQUÍ, LISTO PARA SER DISFRUTADO CON UN TECITO Y MUSICA SENSUAL, PORQUE UFFF, SE VIENE CON TODO.
Se que tardé un montón en actualizar, pero en realidad fue sólo porque me esforcé al máximo con este nuevo reencuentro tan anhelado entre Inu y Kag, sé que lo han estado esperando tanto como yo... y sólo diré que se viene intenso y bastante extenso jiji.
Decidí enfocar este cap en eso, principalmente en el reencuentro, en detallarlo al máximo y en describir lo que ha provocado en ambos. Alguien me pidió en los reviews pasados que lo hiciera tan extenso como el cap mismo y debo admitir que casi lo he logrado, porque toda la escena abarca mas de la mitad de la extensión total. Todo por ustedesss, porque sé que todos anhelamos esto, después de mas de 4 capitulos de drama intenso.
Me costó incluir todo el final que quiero relatar en un solo cap, se leía forzado y como apurado, asi que como regalito habrá un CAPITULO 31, el que será el final definitivo (este si que si) para luego continuar con un epilogo cortito.
Muchas gracias a todos! Cada vez somos más, cada vez se me hace mas demoroso el responderles a cada uno y no voy a negarlo, me encanta!
- Susanisa: Eventualmente Inuyasha admitirá que si rescató a Miyo, y las cosas se arreglaran para todos, lo prometo. Tu solo disfruta este cap y dime si ha habido amor suficiente... si no definitivamente te lo compensaré en el proximo cap jiji.
- Rosa. Taisho: Ya bastaaa de este sufrimientoooo, bueno, en verdad todos sabemos que este nuevo reencuentro será la perdición para ambos. ALEGRATE HERMOSA!, al final aún nos queda un cap más, todo meloso y extenso, mas un epilogo, sólo espero disfrutes este tanto como yo disfruté escribirlo. Un abrazo!
- Kayla Lynnet: Su corazón sólo late por kag :c malditos orgullososssss, la verdad es que pronto veremos que en realidad el amor que sienten el uno por el otro les va a juntar de nuevo para sacar todas esas chispas que tanto extrañamos. Espero disfrutes este cap hermosa! Un abrazo.
- kcar: Esa es la idea maestra de Inuyasha, según el una despedida que le permita olvidarla... pufff iluso ajajjja. Terminará grabandola sólo más a fuego en su corazón. Final feliz que tanto esperamos para el proximo cap! Aqui solo he querido revivir esa llamita que tanto extrañamos entre los dos. Un beso enorme y gracias por leerme!
- Angela Inukag: No me mateees! Si no como sigo escribiendo para ti? :c ajajajja, son demasiado orgullosos, pero bueno, todo final feliz llegará, tienes mi palabra. Un abrazo bella, mucho amorcito para ti! Te haré esperar, pero este cap valdrá la pena, te lo prometo.
- joiscar: Muchas gracias por permanecer todo este tiempo justo a mi lado! Leyendo mis historias y haciéndome saber que en verdad las disfrutas. Disfruta muuucho este penultimo cap, amalo con tu vida y releelo todas las veces que quieras, porque en realidad, he amado escribirlo. Un abrazo!
- Rocio k Echeverria: Lamento hacerte sufriiir! :c Cumpliré algunos de tus deseos en este cap, pero tendrás que esperar por otros tantos para el siguiente, valdrá la pena? ABSOLUTAMENTE! Tendremos resolucion para todo, y falta aún que izayoi se arregle con touga, que Miyo conozca a Kag... todo eso y más en el proximo, lo prometo!. Un abrazoooo, espero hayas disfrutado el 18 tanto como yo con hartos terremotitos jiji. Te abrazo a la distancia Rocio!
- Guest: R.T ajajajajja me encanta, doble comentario de la mas hermosa!
- Cindy osorio: Por ti y exclusivamente por ti he hecho un lemon mas extenso, creo que más que cualquier otro que haya escrito... Espero lo disfrutes, de todas maneras no será el último, sólo estamos calentando motorcitos para el proximo cap final jiji. Un abrazo!
- Karisho LeMar: Es fantastico eso, poder involucrarse tanto con una historia que incluso logres empatizar con los protagonistas. Me alegro de haber logrado eso, me alegro de que sigas mis historias con tanta pasión. Un capitulo de puro deseo para ti, el proximo tendrá mucho amor, lo prometo.
- YokoGH: todos queremos que Kag de ese pasito que falta para que Inu la perdone, pero pucha que son orgullosos ambos. Ambos tienen que aprender a entregar en la relación, sobre todo Kag, este no será de reconcilliación aun, falta el cap final, paciencia paciencia!
- Bel Arias: Bienvenida de vueltaaaa!, si que te extrañé, tu nombre me ha hecho recordar jaja, quedate aqui porque se vendrán muchas otras historias, esta aún tiene un par de caps pendientes- Un abrazooo!
- Geanery Sandoval Castaneda: Hola mi hermosa lectora, me parece una idea de historia bastante interesante!, creeme cuando te digo que tengo una carpeta llena de ideas e historias a medio escribir, esperando que todas alcancen a ver la luz del dia eventualmente. Esta idea definitivamente pasa a ser una de mis proximas en proyectos por escribir jiji. Disfruta este cap, el proximo se viene con todo. Un abrazo.
- Marlenis Samudio: Bienvenida Marlenis! Esta es la primera vez que puedo contestar tus reviews, finalmente has alcanzado mi ultima historia ajajja, me han llegado todo tus reviews y nada, agradecerte por tanto apoyo y por dejarme leer todas las emociones que he logrado provocar en ti. Espero sigamos encontrandonos aqui! Y espero este cap no te decepcione. Un abrazo!
no desesperen chiquis, repito ESTE NO ES EL CAP FINAL, tendrán su hermoso final feliz en el proximo cap, con la extensión que se merece y sin apuros. Esto es un adelantito para todas aquellas/os que extrañaron el lemon que me encanta escribir y espero no decepcionarlos.
Nos leemos pronto! Un abrazo
Frani.
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Capítulo 30.- Abrázame hasta el amanecer.
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Kagome
Me tomé algunos segundos antes de volver a hablar. Puse todos mis esfuerzos en no dejar que la tristeza se filtrara en el tono de mi voz, pese a que en realidad podía sentir como desgarraba mi alma poco a poco desde el interior.
– Entonces… ¿Estás decidido a seguir adelante? - Inuyasha me miró fijo antes de responder, su expresión era increíblemente neutra. Suspiró y apoyó su cabeza en la pared.
– Es lo mejor para ambos, tú y yo somos sinónimo de caos cuando estamos juntos. - Lo imité cuando su risa contagió la mía.
Había pasado tanto tiempo desde la última vez que habíamos reído juntos…
– Si… lo somos. - Quería mantener esa risa entre los dos, pero por sobretodo quería verlo feliz, y si eso significaba que debía sacrificar mis deseos egoístas de volver a tenerlo sólo para mí… Podía hacerlo, podía obligarme a ello. Estiré mi mano hacia él, obligándome a sonreír. - Habiendo hablado todo, ¿Quedamos en paz?
Su mirada se tornó fría y esquiva al instante, bajó hasta mi mano, y hubo algunos segundos de duda que lograron oscurecer el dorado cálido en sus ojos antes de envolverla con la suya.
– En paz. - Como siempre su piel era mucho más cálida que la mía y el hormigueo agradable que me recorrió en su toque terminó de entibiar mi corazón.
Ambos nos soltamos bruscamente por inercia y los latidos alborotados se encargaron de borrar toda la paz de aquella situación. Mi respiración se tornó dificultosa, como si de pronto su sola presencia hubiera suprimido mi capacidad para oxigenar bien. Fui consciente de sus ojos hambrientos mirando mi pecho subir y bajar y me incorporé cuando una señal de alerta sonó fuerte y clara en mi cabeza.
– Okey, necesito salir de aquí. - Podía salvarnos a ambos, justo antes de que todo se saliera de control.
El ruido de múltiples pisadas subiendo las escaleras me detuvieron en seco. En menos de un segundo tuve a Inuyasha apretándose contra mí, con la pared a mis espaldas en una pequeña pero efectiva prisión. Su mano derecha tapó mi boca arrebatándome el aliento y supe que había perdido la batalla contra mis instintos cuando mis ojos se perdieron en los suyos. Mis pechos se aplastaron contra su torso y nuestra respiración agitada se sincronizó por unos instantes. Para mi sorpresa ese fue el momento exacto en el que mi corazón sonó más calmado que nunca. Apreté mis muslos el uno contra el otro con fuerza cuando sentí la humedad crecer entre mis pliegues.
Vi en cámara lenta como las fosas nasales de la causa tangible de mi deseo se expandieron, sintiendo el aroma dulzón que yo sabía mi cuerpo emanaba contra mi voluntad. Su mano izquierda bajó hasta mi cintura, rozando apenas el lugar y decidiendo subir hasta apenas tocar mi pecho, generando un escalofrío que me hizo estremecer cuando mis pezones se endurecieron contra la tela. Su sonrisa fue evidencia suficiente de que él sabía perfectamente todo lo que lograba provocar en mí y que en realidad lo estaba disfrutando en demasía.
No tuve el valor para alejarlo, no cuando comprendí que ya había perdido esa batalla incluso antes de intentar ganarla.
Las pisadas del otro lado de la puerta se hicieron cada vez más cercanas y las manos de Inuyasha se volvieron cada vez más arriesgadas. Apenas había una pequeña cantidad de espacio entre los dos y la tensión que sólo aumentaba parecía arremolinarse con el poco oxígeno disponible.
El ruido de la manilla al ser girada nos sobresaltó a ambos, sin embargo la puerta no abrió y solté un respiro de alivio por eso. Los ojos de mi captor se abrieron sutilmente al mismo tiempo que apretó su mandíbula, dando señales de una amenaza extremadamente tangible.
"NO TE ATREVAS A RESPIRAR"
casi pude escuchar las palabras en mi mente.
– Se lo dije mil veces oficial, esta bodega no se ha abierto hace meses, los culpables que están buscando no estarán aquí. - Exclamó una voz femenina en el exterior.
– Voy a necesitar la lista de invitados de este evento, nadie va a salir de aquí hasta que encontremos al asesino. - Respondió alguien, mientras intentaba abrir una vez más. Eso era bueno, después de todo no figurábamos en la lista de invitados.
Como si todo le importara una mierda, pese a que las voces allí afuera aún eran demasiado cercanas, Inuyasha decidió mantener su mano sobre mi boca, sin embargo su rostro bajó lentamente hasta el pequeño espacio en mi cuello, inhalando profundamente y rozando mi piel con sus labios. Su aliento cálido volvió a generar el mismo efecto electrizante en mi piel.
Luego de unos segundos que se me hicieron increíblemente largos finalmente sus labios besaron con suavidad la zona sobre mi yugular y mis piernas flaquearon en respuesta. Sentí mi corazón derretirse en amor cuando en el mismo instante su brazo rodeó con firmeza mi cintura para ayudarme a mantenerme en pie.
Quise sentir por más tiempo ese abrazo protector, sin embargo él tenía otros planes; su mano derecha atrapó mis dos muñecas por sobre mi cabeza y la izquierda dejó de silenciarme sólo para bajar lentamente por mi mentón hasta llegar a mi cuello y envolverlo con la presión justa para hacerme delirar, sin dejar de besar los pocos centímetros de piel que le quedaban disponibles. Poco a poco sentí como aumentó la presión de su agarre, haciendo aún más vertiginoso mi deseo con la falta de oxígeno.
– Se me hace molesto todo esto que provocas en mi, todo lo que no puedo controlar. - Gruñó contra mi piel.
Su nariz recorrió lentamente el ángulo de mi mandíbula, provocándome escalofríos que no hicieron más que empeorar cuando bajó los tirantes de mi vestido hábilmente con sus dientes. Cerré los ojos con fuerza cuando de pronto su lengua trazó el ángulo de mi clavícula y me obligué a suprimir mis ganas de gemir apretando mis puños.
Los pasos se alejaron una vez más y de inmediato su agarre alrededor de mi tráquea se hizo más apretado, ocluyendo el paso del aire con toda intención.
– Si un gemido sale de esa boca sin mi permiso Kagome, si llego a escuchar incluso un quejido ahogado… - Ni siquiera tuvo que terminar su amenaza, yo sabía exactamente cómo terminaba. - ¿Lo entiendes? - Sus palabras contra mi piel me hicieron estremecer, sin embargo asentí de inmediato. - Bien.
La presión sobre mi garganta cedió un poco y me concentré en inspirar lentamente por la nariz, disfrutando del delicioso oxígeno que invadió mis pulmones. Sus besos suaves siguieron un camino imaginario que desembocó justo entre mis pechos, donde hundió su rostro y permaneció por unos instantes.
– Dios, tu aroma realmente se intensifica en este lugar… me vuelve loco. - Susurró con voz ronca, justo antes de envolver mi pezón derecho con su boca, lamiéndolo como un hombre hambriento.
Mis manos lucharon por librarse de su agarre y aferrarse a sus cabellos, sin embargo un gruñido gutural me detuvo a mitad de camino y su mano en mi garganta me estranguló aún más.
– No tienes permiso para tocarme… No aún.
Casi al instante sentí una de sus manos curvarse alrededor de mi cintura, hundiendo sus garras en mi piel y haciéndome cerrar los ojos con fuerza por el dolor agudo que nació en la zona, mezclado con placer desesesperante. Mi cuerpo se estremeció contra el suyo y sentí sus pulgares trazar círculos suaves, intentando calmarme con esas pequeñas caricias.
– Shh, no pasa nada. - Susurró contra mi oído y luego mordió mi lóbulo, arrancando de forma inevitable un jadeo de mi garganta. Levantó su mirada hasta mí, el rojo danzaba en trazas alucinantes con el dorado. - ¿Qué ha sido eso?
– Nada. - Susurré.
– Nada… - El tono ronco y amenazante en su voz alteró mi corazón.
Me sonrió por unos segundos, y sin embargo el gesto adorable se esfumó rapidamente cuando volvió a ahorcarme. Mis ojos se tornaron llorosos con la desesperación, pese a que la mano que sujetaba mi cadera me soltó abruptamente, sólo para viajar con toda rapidez a través del corte de mi vestido y subir hasta alcanzar mi ropa interior, acariciando mi vulva por sobre la tela.
– Sabes que jamás te haría daño, ¿no? - Preguntó besando mi mentón mientras yo guardaba silencio. - Contéstame. - Ordenó e intenté hablar sin éxito, así que sólo asentí. - Pero también sé que sabes como me encanta jugar... - Y en el mismo instante sus dedos corrieron la tela que estorbaba, acariciando de adelante hacia atrás, haciéndome cerrar los ojos avergonzada por lo mojada que estaba.
Comenzó con masajes circulares justo en el lugar indicado, preocupándose de permitirme respirar lo justo y necesario para que mi cerebro siguiera funcionando. Pronto una sensación cálida se asentó en mi vientre bajo y mis caderas se movieron contra sus dedos, intentando aumentar la velocidad de sus caricias. Los patéticos gemidos que mi garganta intentó emitir lo hicieron sonreír.
– Sigue intentando gemir y yo sólo aumentaré tu tortura. - Apretó con más fuerza mi cuello a la vez que me penetraba con dos de sus dedos y mi espalda se curvaba contra la pared. - Si quieres correrte vas a tener que esforzarte un poco. - Los movió para salir y un gruñido hizo vibrar su pecho. - Tan estrecha como siempre… ¿notas eso? apenas puedo mover mis dedos dentro de ti. - Se restregó contra mí y besó mi mejilla con suavidad. - Tienes 10 segundos para alcanzar tu clímax, Kagome.
Mis caderas tomaron el control de la situación y se movieron al ritmo de sus dedos, los que curvó en mi interior hasta rozar aquel punto que enviaba corrientes de energía a través de mis terminaciones nerviosas, alcanzando algunas que ni siquiera sabía que existían. Su boca dio besos a lo largo de mi mandíbula mientras bombeaba contra mi núcleo.
Intenté respirar tan profundo como su agarre me lo permitió, sintiendo que en realidad existía la posibilidad de morir si es que no obedecía sus órdenes pronto. El ardor en mis pulmones que rogaban por oxígeno se mezcló poco a poco con los gritos de mi mente, instándome a enterrar mis garras en sus hombros para intentar liberar la presión que creció sin límites en mi abdomen. Y de pronto mi corazón se detuvo por un instante, cuando mi centro se contrajo dolorosamente a su alrededor. Mi visión se tornó borrosa, el fuego ardió en mi pecho y de pronto exploté. Mi cabeza cayó hacia atrás con fuerza y mi boca se abrió en un grito silencioso mientras mi centro se contraía rítmicamente alrededor de sus dedos, apretándolos con fuerza como si incluso esa zona de mi cuerpo quisiera atraparlo para siempre.
Un escalofrío me recorrió violentamente haciéndome estremecer y de inmediato su mano aflojó el agarre en mi cuello, permitiéndome tomar un respiro ahogado cuando me desmoroné como una muñeca de trapo contra su cuerpo. Una vez más su brazo me sujetó por la cintura y yo sólo intenté concentrarme en respirar, escondida en su cuello mientras convulsionaba de placer. Sentí un par de sollozos provenir de mi pecho a la vez que su mejilla se apoyaba en la parte superior de mi cabeza y mis fluidos escurrían libres por la parte interna de mis muslos.
– Que chica tan buena… - Ronroneó bajito contra mi cabello y la satisfacción avanzó caliente por mis venas, orgullosa de recibir sus felicitaciones.
Sentí sus dedos abandonar mi centro y mi mirada captó el momento en que los llevó a su boca, lamiéndolos como si estuvieran cubiertos de su miel favorita. Un gemido abandonó sus labios y su agarre se hizo más estrecho sobre mi cintura. Me costó incluso pensar en la idea de tomar el control de la situación, asi que sólo me dejé hacer cuando sus manos buscaron el cierre en mi costado para luego bajar mi vestido a tirones y moverse con agilidad para dejarme recostada sobre el suelo, mientras mi pecho subía y bajaba, feliz de poder respirar con libertad.
De pronto sus manos se aferraron a mis muslos y me atrajo bruscamente y de un solo tirón hacia él, acomodando su cabeza entre mis piernas.
– Esper… - No fui capaz de terminar la frase, no cuando su lengua barrió con los restos de evidencia de mi orgasmo a lo largo de mis pliegues y un grito de placer interrumpió mis palabras.
Lo vi levantarse de su lugar y relamer sus labios mientras una sonrisa traviesa invadía su rostro, una sonrisa que podría ponerme de rodillas al instante. La excitación se arremolinó dolorosamente en mi estómago y me obligué a levantar mi torso apoyándome en mis codos, sólo para tener una mejor visión de sus acciones.
– Tu cuerpo siempre responde tan jodidamente bien al mío… - Su aliento chocó contra mi piel mientras besaba mis muslos en caminos húmedos y tortuosos que iban y venían. - ¿No lo crees?
Sus ojos rojos mirándome con deseo lograron encender los míos y los sentí arder mientras el volvía a inclinarse sobre mi centro. Al instante su lengua se encargó de estimular mi clitoris a la vez que sus dedos volvieron a hundirse en mi interior. Rogué internamente por que no hubiera más gente rondando en los pasillos, porque desde ese momento en adelante mis gemidos no hicieron más que aumentar en intensidad, casi en sincronía con lo intensas que fueron sus lamidas. Una vez más el placer quemó por mis venas enviándome al suelo, mientras mi espalda se curvaba. Mi vientre se contrajo y mis garras intentaron aferrarse al suelo, quebrándose en el intento. El "crack" logró distraerlo de su misión por unos instantes, y en respuesta sus manos atraparon las mías sólo para ponerlas sobre su cabello, instándome a tirar de él.
Lo único que mi cuerpo pudo procesar fue euforia, mi boca se abrió en numerosos jadeos silenciosos y tiré de su cabello sin piedad cuando su boca volvió a guiarme al borde del precipicio. Casi pude ver estrellas bajo mis párpados, mientras mis caderas se movían contra él, desesperada por aumentar la sensación. El tiempo se detuvo bruscamente cuando el segundo orgasmo me golpeó a toda velocidad, logrando contraer uno a uno mis órganos mientras mi cuerpo se estremecía y mis muslos apretaban su cabeza entre mis piernas.
Mis sollozos llenos de placer volvieron a invadir el lugar, siendo opacados por su risa ronca mientras me miraba desde su posición, orgulloso de provocar tales reacciones en mí. En ningún momento desvió la mirada, sonriéndome conforme mientras sus manos subían por mi abdomen plano, envolviendo mis pechos con suavidad. La garganta me ardía en demasía por cada jadeo.
– ¿Ya te has agotado? - Nuestros ojos se encontraron en la oscuridad y él me sonrió. - No voy a dejarte descansar, no hasta grabar a fuego mis garras en cada centímetro de tu piel… - sus garras se aferraron a mis muslos. - Este cuerpo me pertenece, ahora y siempre.
Levantó su cabeza y torso, irguiéndose hasta quedar sentado entre mis piernas. Sus manos viajaron hasta mis caderas y levantaron mi parte baja con facilidad, permitiéndole acomodarse en mi entrada. Fui capaz de sentir la humedad de mi reciente orgasmo escurrir hacia mi trasero por el ángulo de mi cuerpo, así que en realidad no me sorprendió que su miembro entrara de una sola vez en mí sin mayor esfuerzo, aunque parte de mi había olvidado como su tamaño obligaba a mis paredes a estirarse. Ambos emitimos un gemido ahogado cuando nuestros cuerpos finalmente volvieron a unirse, luego de lo que parecía ser una eternidad.
– Dios… - Gemí y mis ojos se cerraron con fuerza.
– ¿Puedes verlo pequeña? ¿Puedes ver a Dios? Pídele perdón, dile de todos los deseos oscuros que invaden tu cabeza ahora mismo.
Me abracé a su cintura con mis piernas, sintiendo el calor que su cuerpo irradiaba mientras sus ojos destacaban rojizos en la oscuridad. Agradecí que se tomara el tiempo suficiente para no hacerme daño mientras me acostumbraba a él, entrando y saliendo en un vaivén exquisito que fue aumentando en velocidad poco a poco. Me apoyé en mis codos para incorporarme y él me ayudó sujetándome por la espalda, dejándome a horcajadas sobre él, con mis pechos aplastados entre los dos. Me aferré a su cuello con mis brazos intentando abrazarlo y bajé mi rostro hasta el suyo apenas vi la oportunidad, sin embargo dolió un poco en mi corazón cuando esquivó mi único intento de besarlo, escondiendo su rostro en mi cuello.
Todo era tan o más apasionado de lo que habíamos sido juntos en el pasado, sin embargo aquella barrera entre los dos seguía en pie y él no había perdido la oportunidad de dejarlo claro. Supuse que eran esos los límites que lo mantenían en su zona segura y confiada, después de todo la intimidad jamás sería completa entre nosotros si no podía besarlo.
Si aquello era una despedida… si aquella era la última vez que podría sentir aquella conexión entre los dos, entonces me encargaría de que el simple recuerdo lo atormentara por el resto de sus días, tal y como estaba segura me sucedería a mí.
Me moví en círculos sobre su miembro, preocupándome de no hacerle daño, a la vez que besaba su hombro y mis garras destruidas dejaban caminos rojos por su espalda. Sus besos en mi cuello fueron reemplazados apenas por unos segundos por sus colmillos, rozando mi piel peligrosamente justo antes de alejarse de golpe y esconder su rostro en mi pecho, luchando con todas sus fuerzas contra sus impulsos de dejarse llevar por completo, apretando mis caderas dolorosamente bajo sus manos.
– ¿Qué pasa Inuyasha? - Susurré entre jadeos. - ¿Tanto miedo te da dejarte llevar? - Su risa ronca contra mi piel sin ninguna otra respuesta fue de hecho, respuesta suficiente. - …Tomaré eso como un sí.
– Cállate. - Sonreí.
Me moví hacia adelante y hacia atrás, enfocada en envolver cada centímetro de su extensión y aumentar el roce placentero entre los dos, mientras sus dedos se disparaban hacia arriba para enroscarse en mi cabello enmarañado y tirarlo con fuerza. Pude sentir el piso de mármol frío contra mis rodillas, ejerciendo una presión dolorosa e incómoda. No era el mejor lugar para retomar el tiempo perdido, pero no había muchas opciones tampoco.
Besé su mandíbula y sonreí contra su piel cuando su cabeza cayó hacía atrás, dejándome escuchar un gemido ronco que hizo eco en la habitación.
– Déjame sentirte. - Rogué. De inmediato sus brazos me envolvieron por completo en un abrazo posesivo, a la vez que sus ojos se encontraron con los míos, cálidos y abrasadores, derritiendo el chocolate con facilidad, dando paso al rojo intenso y al ardor que siempre lo acompañaba.
Un gruñido abandonó su pecho, sus embestidas se hicieron cada vez más frenéticas y desesperadas, provocando el choque de nuestros cuerpos sudados.
– ¡Inuyasha! - Mi vientre volvió a contraerse y el cosquilleo agradable se intensificó cada vez más. Mis garras perforaron la piel de sus hombros en un intento inútil de controlarme a mí misma.
Aquello me encantaba, pero también me hacía enojar. Sólo el hermoso y jodido peliplata bajo mi cuerpo podía lograr aquello, llevarme al borde de la locura no sólo una, ni dos, sino tres veces en un solo encuentro. Definitivamente iba a extrañar eso.
Uno de sus brazos se envolvió alrededor de mi cintura mientras el otro jalaba de mi cabello para mover mi cabeza hacia un lado y darse espacio suficiente a sí mismo para besar mi cuello.
– Correte conmigo. - Gruñó contra mi piel. - Déjame sentir esas exquisitas paredes contraerse sobre mí.
Mi cuerpo respondió sin mi permiso a sus órdenes como un fiel cachorrito frente a su amo, y la rabia se mezcló con el éxtasis en mi interior cuando mi visión se oscureció por completo, nublada en el placer de un tercer orgasmo que me hizo estremecer y contraerme tal y como él quería.
– ¡Joder, Kag! - Otro gruñido ronco abandonó su garganta y por un instante mis ojos recuperaron su función, permitiéndome ver sólo por segundos la exquisita imagen de su propia cabeza cayendo hacia atrás y sus ojos cerrados con fuerza, mientras las venas de sus brazos se abultaban aún más en un abrazo a mi alrededor, desesperado por contener sus propios espasmos.
Sonreí ante la calidez en mi interior cuando se derramó con fuerza dentro de mí y me tomó varios segundos recuperar el aliento, lo que en realidad no me importó demasiado, no si seguía abrazándome y besando la piel de mis hombros como si su vida dependiera de ello.
Me acomodé en su agarre sin volver a mirarlo. Sus dedos recorrieron mi cabello desordenado con cariño mientras yo apoyaba mi mejilla en su pecho, sintiendo su corazón bajar lentamente la velocidad de sus latidos. Sus dedos siguieron suavemente el trayecto de la enorme cicatriz en mi espalda, acariciándola con cuidado, como si intentara borrarla poco a poco por mí. Su aliento tibio y agradable contra mi cabello me hizo estremecer.
– No sé si te lo dije antes… - Susurró sin detenerse. - …Pero eres una guerrera para mí. No tienes idea de lo orgulloso que estoy de ti.
Sus palabras fueron cortas y concisas, sin embargo significaron el mundo para mí. Toda la situación me jugó en contra cuando intenté contener mis lágrimas, porque definitivamente iba a extrañar todo aquello: Las caricias y sus suspiros, él como sus latidos se sincronizaban con los míos y como su aroma quedaba impregnado en mi piel. Mi vista se tornó borrosa y al cerrar los ojos la humedad corrió libre por mis mejillas.
– ¿Kagome? - No sé si fue el aroma de la sal, mis pequeños gimoteos silenciosos o las lágrimas que alcanzaron a humedecer su piel, pero su voz ronca hizo vibrar su pecho. Intentó apartarme para mirar mi rostro, sin embargo me abracé a su cuerpo con más fuerza. Luego de un rato simplemente se rindió y me abrazó. - Lo siento.
– Quédate conmigo. - Gimoteé. - Por favor no me dejes.
Aquello era patético y yo lo sabía, mi madre me había instruido bien en la regla de vida de que jamás se le rogaba a un hombre, sin importar lo perfecto que fuera. Y pese a que rompí aquella regla por primera vez, no temí mostrarme así de débil frente a él, porque en realidad era el único que se había ganado ese derecho.
– Enana… - Aquel sobrenombre que siempre había odiado ahora parecía entibiar mi corazón.
– Sé que fui una idiota, sé que herí tus sentimientos pese a que prometí jamas hacerlo… - Continué con cierta dificultad en mantener comprensibles mis palabras. - … Pero te amo tanto que la idea de dejarte ir me quema, no quiero dejarte ir, lo siento tanto…
Me abracé a su cuerpo y agradecí que simplemente me abrazara más fuerte. Supe en el mismo instante que su silencio era su manera mas educada de rechazarme, sin embargo no me importó, no si podía permanecer algunas horas más justo entre sus brazos.
– ¿Te quedarás despierta conmigo hasta que salga el sol? - Susurró contra mi cabello y yo asentí. - Perfecto.
Y cumplí con mi palabra, intentando aprovechar esa última noche junto a él. Con el pasar de las horas el deseo volvió a aparecer en múltiples oportunidades y caímos a voluntad en cada una de ellas, volviendo a unirnos una y otra vez, pero siempre manteniendo sus estúpidas reglas, pues no hubo besos ni tampoco mordidas entre los dos. Cuando el cansancio no nos permitió seguir sólo permanecimos allí abrazados hasta el amanecer mientras daba besos suaves en mi cabello, intentando controlar mi pena, sin saber que en realidad sus acciones provocaban todo lo contrario.
Para cuando salimos de allí todo era silencio, quité mis zapatos para no hacer ruido y caminamos juntos hacia la salida trasera del edificio.
Sus ojos dorados me miraron una última vez, mientras sus puños se apretaban antes de hablar.
– ¿Necesitas que te lleve a casa? - Negué con la cabeza de inmediato.
– Estoy cerca de todas formas. - Asintió y se acercó hasta quedar frente a mí.
– Cuídate mucho. - Su labios se posaron sobre mi frente en un beso tibio y cerré los ojos.
Aquella era definitivamente la última muestra de cariño entre los dos.
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Inuyasha
Arrastré mis pies por el pasillo al salir del ascensor, giré la llave en la cerradura para entrar a mi departamento, caminé hacia el sillón y me recosté allí, cerrando los ojos y apoyando mi cabeza en el respaldo.
El aroma dulce de la vainilla revoloteó a mi alrededor y mi mente no tardó demasiado tiempo en revivir ciertas escenas de la noche anterior, todas tan palpables como para destruirme una vez más.
Mantuve los ojos cerrados, intentando evitar con ello mi pena, sin embargo me rendí cuando la primera lágrima corrió libre por mi mejilla izquierda y entonces otras más le siguieron sin mi consentimiento. Había logrado el objetivo de una despedida memorable, sin embargo el recuerdo grabado a fuego no parecía realmente una victoria para mí.
Me permití quebrarme por escasos minutos, sin embargo me obligué a juntar energias aún con los ojos cerrados, la resaca de sexo parecía ser incluso mas intensa que la de alcohol. Me estiré por unos segundos y me levanté para ir al baño, después de todo no podía darme el lujo de perder el tiempo, tenía una cita.
Permanecí al menos una hora bajo el chorro de agua caliente, intentando con ello borrar el rastro de Kag sobre mi piel, aunque incluso lográndolo en realidad no hacía mayor diferencia, no si no podía arrancarla de mi cabeza. Al salir me miré en el espejo empañado, sonriendo al notar que aún quedaban algunas marcas de rasguños sobre mi espalda, los que comenzaban a borrarse poco a poco.
Me vestí rápidamente con lo primero que encontré y manejé en dirección a la cafetería que había acordado con Megumi. Supe que había cometido mi primera falta con ella cuando la ví sentada esperando; ella había llegado primero.
Aunque en realidad… no me importaba demasiado.
Me sonrió encantadora desde su posición y me sorprendí al verla con un vestido rojo mucho más revelador y sensual de lo que solía llevar puesto en el trabajo, dándome la vista afortunada de su escote recatado y sus largas piernas.
– Buenos días señ… - Mi mirada fue la única advertencia que necesitó para cambiar el final de su frase. - Inuyasha.
– Buenos días Megumi, ¿me has esperado por mucho tiempo? - Negó con la cabeza.
– Apenas llegué algunos minutos antes que tú.
– Perfecto. - Me senté frente a ella. - ¿Ya has pedido? - Pregunté mirando la carta frente a mi.
– No aún.
Ambos pedimos un café expresso y aquello se me hizo increíblemente raro e incómodo, después de todo estaba acostumbrado a que mi acompañante siempre pidiera cosas mucho más dulces y hostigantes.
Por primera vez me sentí una mierda como cita. No fui capaz de entablar o seguir temas de conversación ni tampoco de coquetear con la hermosa chica frente a mi, simplemente permanecí sentado allí, fingiendo que ponía atención a las palabras que salían de su boca, aunque en realidad me había perdido en el principio de ellas. Agradecí que ella pareciera no notarlo, pues siguió hablando como si su vida dependiera de ello.
Pagué la cuenta una hora más tarde y me excusé de tener que ir a trabajar, lo que era cierto, pero no obligatorio. Llevé a Megumi a su casa y me sonrió al detenerme justo al frente.
– ¿Seguro que no quieres pasar? - Sólo sonreí cordial.
– No por el momento, realmente estoy un poco atrasado. - Mentí y la desilusión brilló en sus ojos.
– ¿Algo te ha molestado? - Preguntó.
– ¿Hmm?
– Realmente me esforcé por agradarte, pero sé que a veces los nervios me hacen un poco aburrida, lo sient…
– No es tu culpa. - La interrumpí. - Realmente luces hermosa y ha sido agradable compartir contigo… Tu no eres el problema, créeme.
– ¿Entonces si volverás a salir conmigo? - En general no era una persona mentirosa, sin embargo no quise herirla.
Hice una mueca antes de contestar.
– Escucha Megumi… Tengo un problema grave. - Su mirada cambió a una preocupada al instante, justo al mismo tiempo que su mano intentaba alcanzar la mía como apoyo, algo que evité como si su toque fuera hierro caliente.
Maldita Kagome.
– Déjame ayudarte…
– Estoy irrevocablemente enamorado y obsesionado con mi ex. - Admití. - Pensé que estaba listo para seguir adelante y por eso te invité a salir, sin embargo he de admitir que ni siquiera he dormido antes de venir aquí, sólo porque estuve encerrado en una bodega follando con ella hasta el amanecer. - Su ceño se frunció.
– ¿Una bodega? ¿Hasta el amanecer? - ¿Realmente eso era lo que había retenido de mi confesión?
– Ajá, pero eso no es lo importante de todo lo que te he dicho. - Me sonrió.
– Tienes razón, lo siento, continúa. - Guardé silencio leyendo su expresión, parecía realmente querer ayudarme y yo estaba desesperado por ayuda.
– Siento que hemos sido jodidamente creados el uno para el otro, la manera perfecta en la que nos conectamos… - Exclamé con rabia. - ¿Cómo funciona eso?
– ¿El qué?
– El no poder decidir si quieres seguir amando a alguien o no.
– Hmm, el amor es la peor de las maldiciones, supongo. - Se apoyó en su asiento y suspiró.
– Lo siento, se que esto no es lo que quieres escuchar en una primera cita. - Sonrió con los ojos cerrados.
– Tranquilo, ya me parecía demasiado bueno que alguien como tú aceptara salir con alguien como yo. El que lo hayas confesado supongo que demuestra que eres un buen tipo después de todo, al menos en eso Miyo tiene razón.
– ¿Y en qué se equivocó?
– En pensar que tú y yo funcionaríamos.
– Eres muy bonita y entretenida, es sólo que…
– No soy ella. - Guardé silencio y ella aprovechó para desabrochar su cinturón de seguridad. - De todas maneras me agradas así que te daré la verdad que habitualmente nadie quiere escuchar: si ya han terminado una vez… eventualmente volverá a suceder.
Aquello dolió como una punzada en mi corazón.
– ¿Por qué? - Pregunté.
– Las relaciones no sobreviven solo con amor, si has salido de ahí es porque algo te hacía falta ¿no?
– Si, supongo que si.
– Aunque también es posible que te diga todo esto solo porque soy egoísta y te quiero para mí. - Me sonrió y abrió la puerta para salir. - Si alguna vez decides dar un paso al costado y seguir adelante… Llámame, después de todo ya tienes mi contacto.
Sonreí, Megumi parecía una chica tímida, sin embargo al parecer no era más que una apariencia engañosa.
– Muchas gracias por la charla.
– No hay de que. - Se estiró hacia mí para alcanzar mis labios, sin embargo moví mi rostro y su boca solo rozó mi comisura.
Bajó del auto y permanecí allí hasta que entró en su casa, luego de eso me devolví a mi departamento, con cero energía para intentar vivir.
Me recosté sobre la cama y cerré los ojos agotado. Aún cuando mis sentimientos eran un caos, la razón palpable de ello fue la última imagen que surcó mi mente consciente, con sus mejillas sonrojadas y su boca entreabierta intentando recuperar el aliento bajo mi cuerpo, el flequillo desordenado y sus hermosos ojos color chocolate, invadidos sutilmente por el rojo demoniaco que gritaba sólo por mi.
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Kagome
– ¿Puedo irme a casa? - Sesshomaru releyó las hojas de mi informe justo frente a mi.
– ¿Muy agotada para trabajar el día de hoy? Me sorprende que incluso hay un par de ojeras sutiles bajo esos hermosos ojos chocolate. - Me sonrió y suspiré, sentándome frente a él, cubriendo mi rostro con mis manos. - Oh oh…
– Todo esto es tu culpa. - Musité. - Tu y tu jodida obsesión de volver a juntarnos.
– Porque ambos son increíblemente ciegos para ver que en realidad están hechos el uno para el otro.
– ¡Ya no funcionamos juntos!
– El potente aroma de Inuyasha sobre toda tu piel me dice lo contrario cariño.
Por supuesto, la evidencia de mis errores.
– Le he rogado que se quede junto a mi. - Confesé. - Y aún así no ha servido de nada.
Suspiró frente a mí y se incorporó para pararse a mi lado y acariciar mi cabello en consuelo.
– Si algo se de mi hermano pequeño es que es un orgulloso de mierda, dale un poco de tiempo.
– Eso es lo que me duele, mientras más tiempo le doy a todo esto, más me destruye. - Me puse de pie y volví a mirarlo. - Te estoy suplicando que por favor no vuelvas a juntarnos.
– Kag…
– Si realmente te preocupas por mí, por favor no me hagas ese daño otra vez. - Sus ojos dorados me miraron fijamente y luego de unos segundos sólo asintió.
– Tienes mi palabra.
– Gracias. - Un abrazo apretado me envolvió al instante y solo permanecí allí, llorando como una adolescente agobiada por su primera pena de amor. - Lo amo mucho… - Musité con la voz quebrada.
– Lo sé pequeña.
– ¡Y ya no quiero amarlo más, el pecho me arde cada vez que lo admito! - Sus manos peinaron mis cabellos mientras escondía mi rostro en su pecho, arruinando la tela perfecta de su traje con mis lágrimas.
– Todo va a estar bien…
– ¡Nada va a estar bien!
– Shhh…. - No se cuanto tiempo permanecí allí, pero para cuando levanté mi rostro hacia él pude ver la lastima invadiendo sus facciones. Barrió con mis lágrimas y me sonrió. - ¿Cómo puedes verte tan bonita incluso llorando?
Mi labios se apretaron frente a sus palabras.
– Eres un idiota. - Ambos soltamos una risita corta.
– Un idiota que se preocupa por ti. Rin está aburrida en mi apartamento, quizás te haría bien pasar la tarde con ella ¿quieres que te lleve? - Asentí. - Vamos entonces.
