Gui: Ya no sé cómo saludar. Hola de nuevo. Hace años ya que escribo este fic y he pensado que nada me va a ayudar más a acabarlo que publicarlo. Como mi intención es llegar al mayor número de personas, también pienso publicarlo en ao3 una vez que entienda cómo se hace.

El proyecto ha sido muy simple: escribe un romance. Me encanta leerlos pero nunca he conseguido escribir uno que me satisfaga tanto como los que he leído. Además hacen falta más romances sáficos en esta vida. Para evitar el incesto y con el único propósito de escribir a dos chicas, he decidido gender bendear a Scorpius Malfoy y ahora se llama Scorpia. Además, es nuestra protagonista. Gracias al canon de She-Ra y Las Princesas del Poder por confirmarme que Scorpia vale como nombre (y por darme un ejemplo de historia sáfica).

Esperemos que este fic llegue a la gente. ¡Dejadme reviews!

Disclaimer: Jotaká blablablá


It's a Kind of Magic
y no el tipo de magia habitual en Hogwarts


Prólogo: Las puertas del Expreso de Hogwarts

–¡Eh! –gritó un chico pasando corriendo por su lado. Scorpia estaba soltándose del abrazo de su padre y arrugó la cara. Vaya sonido más desagradable. El andén estaba a rebosar de bullicio.

–Ahí va otro Potter-Weasley –comentó su padre, con esa actitud suya tan abuela Malfoy, como si acabase de hincarle el diente a un limón–. Maldito el día en el que se mezclaron esos genes. Deberían haberles prohibido reproducirse.

–Draco, cariño, no te sulfures –Astoria Malfoy tenía una lucecita parpadeante de humor en los ojos.

Scorpia le sonrió a su madre con complicidad. No había pasatiempo más divertido que burlarse juntas del supuesto odio legendario que le profesaba Draco a Harry Potter y sus amigos. Todo combinaciones endemoniadas, Potter-Weasley y Weasley-Granger, pesadillas fusionadas hechas realidad.

Draco las miró de hito en hito y deshizo a medias su cara de ofendido.

–Bueno, bueno, súbete al tren, jovencita. Tu madre y yo sabemos que no tenemos que preocuparnos por ti. Recuerda que eres una Malfoy.

–Sí, papá –comentó Scorpia. Ser una Malfoy había cambiado de significado, sobre todo desde que el único heredero era una mujer. La implícita ley sálica había caído. Scorpia le daría su apellido a sus eventuales hijas, comenzando una era de matriarcado. Lo único que quedaba detrás del nombre de Malfoy eran los modales refinados, las sábanas de algodón egipcio y el característico largo pelo rubio platino.

Scorpia se asió a la barra de metal del Expreso de Hogwarts al que ya habían subido su baúl. Ese punto de apoyo frío le daba seguridad. Se giró para despedirse una última vez de sus padres. Astoria sonreía. Scorpia veía su cara rodeada por un halo de humo blanco. La idea de que el humo se arremolinaba para rodear a su madre le hizo sonreír. Draco parecía estar dividido entre su personaje público, hosco y altanero, y el padre amoroso que era en la privacidad de su casa. La comisura derecha de sus labios temblaba hacia arriba, como si intentase esconder una sonrisa. Scorpia les dijo adiós con la mano y entró al tren.

El terciopelo del suelo convertía los ruidos en caricias. Ya estaba, había entrado en su nuevo mundo, compuesto por oportunidades para brillar. Agarró su varita (álamo temblón y pelo de unicornio, flexible, 33 cm). Se iba a poner a prueba e iba a ganar. Empezando por hacer amigos. Miró a la derecha, al final del tren, donde sabía que estarían los Potter, Weasley y Granger.

Tomaría esa decisión en otro momento. El clan Weasley parecía fascinante, y el odio fingido de su padre hacia ellos le intrigaba, pero habría al menos treinta alumnos en el nuevo curso, y Scorpia podía conocer a gente ahora, antes de encerrarse en Slytherin.

Se fue para la izquierda y llamó en el primer compartimento. Abrió sin esperar respuesta. Dos chicas que parecían estar en quinto o sexto como mínimo se acababan de separar como dos resortes. Una de ellas cayó en el asiento y la otra se puso de pie e hizo como que miraba interesada por la ventana.

–Perdón –murmuró Scorpia, y cerró la puerta. Echó a andar hacia la puerta siguiente pero a mitad de camino se detuvo. ¿Se estaban… besando? Miró de nuevo hacia atrás y dio un paso dubitativo hacia ellas. Una tenía el pelo negro en una cola de caballo alta. Había mirado a Scorpia con irritación. La otra parecía asustada, con los ojos como platos mirando a Scorpia. No podía entrar y preguntar, pero ganas no le faltaban. ¿Las chicas pueden besar a otras chicas? Atrapó el picaporte con la mano y apretó fuerte. No abras. No abras. Pegó la oreja.

Silencio.

Scorpia se reprendió por cotilla. Esas pobres chicas estaban estresadas. Scorpia las había pillado in fraganti. Sacudió la cabeza y buscó otro compartimento.

Esa vez, esperó a que contestaran antes de abrir. Tres chicos mayores que ella la miraron.

–¿Y tú eres?

–Scorpia –dijo con voz cautelosa, pensando aún en las dos chicas.

–¿Primer año?

Asintió.

–En el compartimento de al lado hay un grupo de primero. Está ahí mi hermano. Si prefieres ir con ellos.

El chico que hablaba tenía ojos gentiles. Scorpia pensó que se notaba que era mayor, simplemente por la consideración. Ella sería así un día. Les dio las gracias y abrió por tercera vez la puerta de un compartimento del Expreso de Hogwarts. Esa vez, encontró lo que buscaba.


Continuará la semana que viene.

Con más ahínco si hay reviews.

Gui
SdlN