NOTA DE LA AUTORA: ¡Hola amigos! ¿Cómo están! Me reporto nuevamente con la actualización de ACCIDENTALLY IN LAW, que les había prometido. He estado tratando de escribir regularmente para que ustedes puedan tener actualizaciones tempranas, así que si me retraso un poco les pido paciencia.
El episodio de hoy estará un poco cargado de mala suerte para uno de nuestros personajes, ya verán para quien. No spoilearé más, ¡descubránlo!
Pero antes de empezar, pido un aplauso y reconocimiento para mi beta y hermana GeishaPax que siempre ha estado al pendiente de esta historia. ¡Te quiero hermana!
Sin más, ¡a leer!
RESPUESTA A REVIEWS;
Darkmatter Black: Awww agradezco muchísimo sus muestras de afecto, pase por cosas bastante fuertes este último mes, pero creo que escribir las historias me ayuda bastante a desahogarme y distraerme de mis problemas en el mundo real, espero hacerlo bien y sacarles una sonrisa. Respecto al fic, últimamente Julia está fuera de balance, todo en la empresa a su manera de ver se le está saliendo de control y a alguien tan calculador como ella, no debe de agradarle ni un poco. Lo de Ángela será importante y relevante dentro de unos episodios más, ya lo verán. Espero que disfrutes mucho el episodio.
Mercy Medical angel: ¡Hola! Julia es una pesada, pero pronto será puesta en su lugar, yo sé lo que te digo. ;) ¡Espero y disfrutes mucho la actualización. ¡Abrazos!
josmardata36: ¡Hola! Antes que nada, muchas gracias por tu crítica, sabes que siempre es bien recibida.
Yo también soy gran fan del chocolate, y de hecho esos chocolates están inspirados en unos chocolates belgas que son mis favoritos. ;) Stacy y Julia son un par de vívoras, pero tienen objetivos distintos; Julia quiere la Compañía y Stacy a Leon, es por ello que hay discrepancias, y lo que las une es que harían lo que fuera para conseguir lo que quieren. Joey, el casanova Joey, esto es sólo el inicio de vivir en la friendzone, pero las cosas se pondrán mejor y más intensas con él, no sé si lo merezca ya que es buen chico, pero se fijó en la mujer de su hermano. Agradezco mucho las observaciones que haces, esta historia empezó porque simplemente tenía ganas de divertirme un rato, y nunca pensé que llegaría tan lejos, eso se los debo a todos los lectores como tú y lo agradezco demasiado. En verdad hemos cuidado y le hemos dedicado tiempo a este fic, ya que aunque sólo es como lo que Geisha y yo llamamos "rosa y vainilla", tratamos de llevarla a un buen ritmo y no salirnos de la línea. Tengo otras historias en el baúl, pero esperaré a que esta llegue a su final para que esta llegue a la luz. Disfruta mucho tus vacaciones y disfruta también el capítulo.
clausguna: ¡Hola! Muchas gracias por haberte tomado la molestia de dejar review, sus comentarios y opiniones siempre las tomo en cuenta y son importantes para mí. Gracias por tus buenos comentarios y tu buena vibra. Vaya, creo que Julia se está ganando el premio de la más odiada, incluso más que Stacy jajaja ya veremos qué pasa al final. Me agrada saber que el capítulo te ha gustado, espero que esta nueva actualización también te guste. ¡Abrazos!
jessysscgw: ¡Hola! Muchas gracias por tu comentario, me da gusto que el capítulo haya sido de tu agrado aunque quieras ahorcar a Julia. Disfruta la actualización.
mrCRACKZvid: ¡Hola! Mil disculpas por haberme retrasado, no volverá a pasar, jejeje. Espero te guste la actualización.
Belleredfield: Hi! Aww me da gusto que te haya gustado, habrá algunos capítulos cleonistas que hagan a nuestro corazón rápido, lo prometo, nuestro ship favorito merece eso y más. Te mando un fuerte abrazo!
manu: ¡Hola! Disfruta mucho el episodio.
Jill gray man: Hey, gracias por tu comentario, disfruta la actualización.
ACCIDENTALLY IN LAW
Por Light of Moon.
CAPÍTULO 19: PROBLEMAS ENTRE HERMANOS.
La caída de las hojas en los árboles y la lluvia constante que lograba bajar la temperatura de la ciudad de manera considerable, eran un signo claro de que el tiempo iba pasando rápido, muy rápido. La recta final del año estaba a la vuelta de la esquina y con ello, una de las ventas más importantes para Chámbery Inc.
Miró por la ventana de su enorme oficina y notó algunos copos cayendo por la ventana, la primera nevada estaba haciendo acto de presencia. Aunque estaba acostumbrado a las bajas temperaturas de D.C. en Estados Unidos, debía admitir que en Vancouver el frío era un poco más crudo.
—Señor, su madre está en la línea. —Avisó Irma a través de su extensión.
—Gracias Irma, ya tomo la llamada.
No era usual que Meryl llamara a la oficina, así que supuso enseguida de lo que se trataba; nuevamente su madre había comprado todo un nuevo guardarropa de invierno para su esposa y estaba llamando para enviarle la cuenta de todo.
Por supuesto que no le molestaba en lo absoluto gastar cantidades bastante altas en Claire, pero debía admitir que su madre a veces se pasaba de la raya. Prácticamente usaba a la pelirroja como una muñeca a la cual vestía a su antojo y gusto, y a pesar de que este era muy bueno, le preocupaba que esto en algún momento pudiera molestar a la Redfield.
Claire, Claire Redfield… Durante los últimos tiempos su relación había cambiado considerablemente. Salían juntos cada que podían, caminaban siempre tomados de las manos, e incluso se besaban sin sentir la necesidad que era para guardar apariencias. Había un claro coqueteo entre ambos, pero todo iba a paso lento. Muy lento pero firme.
De repente, alguien entró a su oficina.
—¡Hijo! ¿Cómo estás?
El rubio se acercó a saludar a su padre que venía a visitarlo a su antigua oficina.
—¿Qué tal papá? —Dijo dándole un abrazo fraterno a Richard.
—Estaba de paso y quise dar una vuelta por aquí, siempre me gustó ver la primera nevada del año a través de la ventana de la oficina. —Expresó Richard mirando a través del cristal.
—Llegas justo a tiempo, toma mi silla, yo puedo sentarme en el sillón. —Explicó Leon notoriamente distraído, llevando unos documentos en las manos.
—¿Qué llevas ahí? —Preguntó el mayor con curiosidad, al notar la sobrada atención de su primogénito en esos papeles.
—Es el proyecto para las ventas de Navidad, papá. —Explicó. —Ya tenemos la lista de precios, la publicidad, los estudios de mercado y el diseño del producto casi lo tenemos terminado, sólo faltan unos detalles.
El patriarca tomó los informes y le dio una leída rápida, hasta que notó un detalle que llamó su atención.
—¿International Chocolate Awards? —Leyó en voz alta. —¿Qué quiere decir esto?
—Pues es el concurso papá, en el que vamos a participar a fin de año. —Respondió el rubio con naturalidad.
—¡¿Qué?!
El ex policía enarcó una ceja ante la reacción de su padre.
—Lo que oíste. Todo estaba en el plan de negocios que preparamos antes de que llegara a la Presidencia. ¿Ya no lo recuerdas?
El antiguo líder de la compañía sacudió la cabeza con confusión. No recordaba para nada que en el plan de trabajo hubiesen incluído la competición, al contrario; Richard había pedido que ese año no se participara en el certamen porque era demasiada presión para Leon, sin contar con la inexperiencia en el negocio. Estaba seguro que había sido de esa manera. Algo sumamente raro había pasado y lo iba a averiguar ahora mismo.
—¿Pasa algo, papá? —Preguntó el agente, sacándolo de sus cavilaciones.
—No, nada, hijo. —Negó enseguida fingiendo tranquilidad. —Pero ¿dices que esto estaba en el plan de negocios que revisamos para tu primera reunión?
—Así es. Ahora no tengo una copia del esquema de trabajo a la mano, pero seguramente Joey debe tener alguna.
"Joey" Ahí estaba la clave.
—Oh, no te preocupes, Leon. Ya recordé. —Mintió mientras se disponía a salir de la oficina. —¿Crees que tu hermano esté ahora en su oficina? Me gustaría saludarlo y ver como va todo. —Mintió.
—No estoy seguro, pero hace unos momentos estaba en la oficina de Jules, quizás siga allí. —Contestó con naturalidad.
—Excelente, sirve que le doy un vistazo al trabajo de esos dos. —Expresó simulando tranquilidad y salió rápidamente de la oficina, sin siquiera molestarse en despedirse de su hijo mayor.
Ese comportamiento extraño de su padre le sembró un pizca de duda, pero enseguida le restó importancia para seguir en sus asuntos. Richard Kennedy era obsesivo y perfeccionista en su trabajo y esos rondines por la compañía eran normales, así que no había nada de qué preocuparse. O al menos, eso pensaba.
—Aquí están los contratos para el comercial, están revisados y aprobados por el área jurídica, sólo hace falta dar el anticipo, pero eso ya es tarea tuya. —Mencionó Joey mostrándole los documentos que avalaban su trabajo.
—No quiero saber los pormenores, esos los decides tú. —Dijo Jules tratando de evadir el tema. —¿De cuánto estamos hablando?
El abogado le señaló la cantidad en las hojas de papel y la rubia al mirar la cifra, sacó la chequera y comenzó a hacer el título de crédito cubriendo la cantidad.
En ese momento, la puerta del despacho se abrió, y apareció el padre de ambos en la escena.
—Vaya, me alegro de encontrarlos a los dos juntos. —Dijo Richard acercándose al escritorio donde ambos hermanos trabajaban.
—Buenos días, papá. —Saludó Joey poniéndose de pie.
—Hola, papi. —Dijo Jules con una sonrisa de niña mimada.
El mayor hizo caso omiso de los saludos de sus vástagos y en cambio le dio indicaciones a Julia.
—Ordénale a Ben que no puedes recibir a nadie ahora. —Indicó petulante el padre de familia.
—¿Pasa algo? —Preguntó Joey desconcertado.
—Sólo hazlo. —Ordenó.
Ambos obedecieron sin decir palabra. No era usual que su padre se comportara de esa manera, lo cual sólo significaba una cosa; estaba cabreado.
Los menores se quedaron mirando sin entender el motivo por el cual su padre se encontraba tan de mal humor, ninguno se atrevió a pronunciar palabra.
—Muy bien. —Explicó el varón caminado lentamente por el despacho, irguiéndose sobre toda su estatura. —Veo que van a usar un comercial como estrategia de marketing, ¿pueden decirme para qué es?
El castaño, que era de mente ágil, supo hacia dónde se dirigía su padre, y prefirió quedarse callado. Por su parte, Jules eligió hacerse la ingenua.
—Pues, para las ventas de navidad, papi. ¿Para qué más?
—Ventas de navidad… —Recalcó en voz baja y luego agregó; —¿No será acaso que es para certamen de International Chocolate Awards?
Al escuchar la declaración, ambos supieron que su padre prácticamente los había atrapado con las manos en la masa. El varón bajó la vista avergonzado y la rubia abrió los ojos como platos, sintiéndose descubierta.
—No sé cómo pasó, ni con qué finalidad lo hicieron, pero estoy seguro que en el plan de negocios que habíamos hecho en la compañía, el certamen no estaba dentro de las metas. —Dijo severamente.
—¿No estaba? ¡Pero qué locura, papá! Claro que estaba. —Se excusó Jules fingiendo demencia.
—¡A mí no me van a ver la cara de estúpido! —Gritó dando un golpe en el escritorio que sobresaltó a ambos. —¡Yo mismo avalé ese plan y lo revisé con lupa, no me van a decir lo contrario! ¡Y a tí te consta, David Joseph! —Dijo señalando a su hijo, al que sólo llamaba por su nombre de pila cuando estaba realmente cabreado. —¡Y tú me vas a decir ahora qué fue lo que pasó!
El interpelado bajó la vista con culpabilidad, no se atrevía a decir nada para defenderse.
—¡No te quedes callado y habla ahora! —Le exigió su padre.
Julia temblaba de pies a cabeza. Si su hermano la delataba ante su padre, todo estaría perdido para ella. El castaño suspiró. No iba a poder engañar a Richard pero tampoco podía confesarle la verdad.
—Es mi culpa, papá. —Mintió encogiéndose de hombros. —Fue un descuido de mi parte al confundir los informes pasados con el anual. El error fue mío.
Al escuchar su explicación, la rubia se relajó unos instantes.
Richard dio una sonrisa amarga.
—¿Un error de novato? No te creo. Pero respeto que no quieras hablar.—Sentenció el mayor. —Estoy muy decepcionado de ti, Joey.
Esto último le dolió. Siempre había sido muy unido a su padre y mentirle al grado de decepcionarlo le había afectado más de lo que se atrevía a admitir.
—No voy a indagar más en el asunto. —Determinó después de darle una mirada escrutadora a sus dos retoños. —Porque me niego a creer que dos de mis hijos, hayan intentado perjudicar a mi otro hijo, a su hermano. —Soltó con amargura. —Par de tontos, perjudicar a Leon es perjudicarse a ustedes mismos. Pero esto no se va a quedar así.
—¿Qué quieres decir? —Se atrevió a preguntar la menor de los Kennedy.
—Si este nuevo proyecto sale mal, no voy a ir sobre Leon, los responsabilizo directamente a ustedes dos.
Joey se quedó helado en su asiento, mientras Julia fue la primera en protestar.
—¿¡Qué?! ¿¡Pero qué dices, papá?! ¡Yo no voté a favor de la estúpida propuesta de Leon, Joey tampoco dio su respaldo! ¡Joey, dile! —Insistió la menor, pidiendo a su hermano que intercediera por ambos.
—No me importa si respaldaron la idea o no. Lo que sí les digo es que si las ventas salen mal, voy a tomar de nuevo las riendas de la empresa, pero ustedes dos, —dijo señalando a ambos, —considérense despedidos.
—¡Papá! —Exclamó por fin el abogado, sorprendido por la decisión de su padre.
—¡¿Qué?! ¡No puedes hacernos eso! —Protestó la rubia Kennedy, sin dar crédito a lo que oía.
—¡Ah! ¿No puedo? —Retó. —Tienes razón, no lo haré yo, le pediré al mismo Leon que los despida a los dos por su incompetencia. Y por mi parte, me encargaré que ambos pierdan todos sus privilegios de los Kennedy; tú serás mi chofer por un año, y tú te encargarás de ser parte del equipo de las mucamas por el mismo lapso de tiempo. —Regañó furioso refiriéndose a Joey y a Julia respectivamente.
—¡Pero, papá...! —Intentó protestar la rubia cuando su padre la silenció.
—Pero nada, jovencitos. Eso se hará si quieren seguir viviendo en mi casa, recibiendo mensualmente el dinero de sus acciones, y todos los privilegios que desde siempre han gozado. Si no les agradan mis reglas, pueden irse cuando quieran de la casa y de mi protección, sólo que olvídense del dinero, las atenciones y las cartas de recomendación.
El castigo había sido más que severo. A pesar de que ambos tenían la suficiente fortuna por parte de los Kennedy para no preocuparse de su porvenir, sin el apoyo de sus padres, y sin el empleo en la compañía, costear el estilo de vida al que se habían acostumbrado sonaba difícil.
A pesar de la dureza de su padre, Joey lo aceptó en silencio. Sentía que era un justo castigo por su comportamiento y que para él, el castigo más duro era haber decepcionado a su ejemplo a seguir.
—Así que más vale que pongan todo de su parte para que el proyecto de su hermano salga bien, porque si no, vayan subiendo su currículum a LinkedIn. Buenos días. —Terminó saliendo de la oficina, con su típico andar elegante.
—¿Y ahora qué haremos? —Preguntó Julia a su hermano que permanecía estoico ante la situación.
—Creo que debemos empezar a aprender a lavar baños.
A pesar de que habían insistido en instalar una oficina a su gusto en las instalaciones de la empresa, junto a la de su esposo, ella se había negado rotundamente debido a que el frío en la Compañía resultaba insoportable para ella, que estaba acostumbrada a las cálidas temperaturas de California.
Así que para el diseño sólo pidió una mesita con una pizarra de dibujo digital, donde podía trabajar cómodamente desde casa.
Se encontraba dibujando los últimos detalles del diseño de la caja de los chocolates cuando escuchó que llamaron a la puerta.
Se frotó ambas manos para generar calor y se puso de pie para recibir a quien fuera que estaba llamando.
—Adelante.
Se trataba de Ginna, su mucama personal, acompañada de un séquito de empleados que cargaban bolsas que a juzgar, en su interior contenían ropa de diseñador.
Debió suponerlo, su suegra nuevamente se había encargado de elegir su guardarropa.
—¿Es la colección de invierno? —Preguntó con sarcasmo la pelirroja.
—Así es, señora.
Realmente no le molestaba el gesto de su suegra por preocuparse que se viera lo mejor posible y evitara usar sus trapos de "camionera", pero lo que realmente le incomodaba es que sentía que en esa casa no tenía la autonomía a la que tanto estaba acostumbrada.
La gente de servicio comenzó a acomodar los nuevos outfits en su armario mientras ella se cruzaba de brazos y le daba una ojeada a los artículos nuevos; abrigos de mink, boinas, jeans de colores invernales, chamarras, chaquetas, gabardinas… ¿Vestidos cortos? Miró unas botas largas que llegaban hasta las rodillas, quizás la intención era combinarlas con el vestido.
No, ni de broma iba a ponerse eso. Se estaba muriendo de frío como para pretender provocarse una hipotermia en el nombre de la moda. Eso no era para ella.
Su suegra… Sí que era cierto el mito urbano de las hostilidades suegra-nuera. En otros tiempos, hubiese protestado sin pensarlo dos veces, pero a estas alturas, no quería ocasionar un problema con Leon.
Su relación actual con su marido había mejorado considerablemente. Ya no era con timidez y remilgos en los que se resistían el uno del otro, sino que ahora era un flirteo cotidiano, como el de dos personas que se atraen y comienzan a salir poco a poco. Estaba tan feliz de ir descubriendo a cuenta gotas esa faceta tan desconocida para ambos que no quería que nada ni nadie lo arruinara. Todo iba tan bien, que sólo había un detalle que la inquietaba, y ese detalle tenía nombre y apellido; Joey Kennedy.
Desde hacía tiempo se había dado cuenta que su cuñado tenía sentimientos fuertes hacia ella, y quizás de manera involuntaria, ella había propiciado eso. No se sentía culpable por ello, su sentimiento de culpabilidad radicaba en otra dirección; desde que su relación con Leon había tomado un rumbo distinto, ella había abandonado por completo a Joey.
Después de su momento incómodo aquella noche en el jardín y de que él le pidiera que siguieran siendo amigos, ella lo evitaba y se había alejado de él, a pesar de que previamente habían sido buenos amigos y desde que llegó a Canadá, el hermano de Leon siempre había sido su apoyo y una gran ayuda en momentos que necesitó de alguien.
Pensándolo de esa forma, concluyó que quizás si había sido muy injusta con Joey. Tal vez debía de hablar con él y aclararle las cosas, ofreciéndole una amistad sincera, como si nada hubiera pasado. Y eso era lo que iba a hacer.
Tomó su bolso y se dirigió al auto que la familia había designado para ella. Por un momento pensó que quizás sería imprudente ir a la empresa únicamente a buscar a Joey, así que se llevó con ella el boceto de la caja en la que estaba trabajando, para así aprovechar y mostrarle a Leon el diseño. Eso último sería una excelente coartada.
Se metió enseguida al Audi plateado y encendió la calefacción, poniendo en el estéreo las notas de "Who wants to live forever" de Queen para amenizar su viaje. Estaba nevando por lo cual, manejaría despacio, no quería tener ningún incidente con la carretera resbalosa, ni con un alce… Otra vez.
—Señor Leon, no lo esperábamos tan temprano. —Exclamó la cocinera al mirar al rubio llegar al hogar de los Kennedy.
—No se preocupen, sólo vengo de paso y volveré al trabajo. —Mencionó el rubio al mirar que el personal se disponía a ponerse a su servicio. —¿Han visto a mi esposa?
—Salió hace un rato, señor. Iba hacia la compañía. —Respondió Ginna desde su sitio.
—Debimos habernos cruzado en el camino. —Murmuró en voz baja.
—¡Leon!
El hombre volteó hacia donde lo llamaban y saludó a su madre con respeto.
—Buen día, mamá. —Le dijo dándole a Meryl un beso en la mejilla.
—El nuevo guardarropa de tu esposa ya está instalado en el armario. —Anunció la mujer.
El agente en retiro forzado suspiró. Tenía que aclarar con su madre ese punto, pero conociéndola, tenía que ser muy sutil.
—Mamá… —Pronunció con lentitud. —Agradezco de sobremanera las atenciones que tienes para con Claire, pero sinceramente, creo que no son necesarias.
—¿Por qué? —Preguntó con voz tranquila, pero con sobrada autoridad.
—Porque no me gustaría que Claire lo pudiera malinterpretar, ya sabes, ella tiene sus ideas y su propia manera de pensar… Incluída su manera de vestir.
—Hijo, —Lo interrumpió extendiendo una palma para silenciarlo sutilmente. —No hay una sola mujer en el mundo que se ofenda porque cambias su guardarropa dos veces por año con atuendos de diseñador. No digas tonterías.
—Pero, mamá no entiendes —Insistió.— Lo que quise decir es…
—Leon, ahora llevo mucha prisa, Winston me está esperando para ir por las compras para la decoración de navidad. Nos vemos más tarde.
Diciendo esto, dejó a Leon hablando solo en medio del hall y este se dio por vencido, subiendo a la habitación que compartía con la pelirroja.
Una vez en la habitación, el agente comenzó a rebuscar entre los rincones. Los objetos de trabajo de su cónyuge no estaban por ningún lado y le urgía el boceto para fabricar el empaque de los productos navideños que ya estaban a la vuelta de la esquina.
"Tal vez debí llamarla y preguntarle si se llevó con ella los diseños." Pensó para sí mismo, sacando su móvil para llamar a su esposa, cuando de repente, miró un cuadernillo en una de las mesitas, el cual reconoció como en el que la pelirroja solía hacer algunos bocetos.
Movido por la curiosidad, tomó el instrumento de papel y comenzó a hojearlo, viendo a lápiz la evolución del boceto que le era familiar; comenzando con trazos de espirales, medias lunas, semicírculos… El diseño iba cambiando conforme pasaba el tiempo, por lo que se podía apreciar el avance real y su continuidad, ya que la Redfield tenía la costumbre de fechar sus trabajos. Entonces entre todos los dibujos, encontró uno que llamó su particular atención; era un retrato en el que se reconoció a sí mismo.
Era un dibujo bien hecho, con sombreado y hecho únicamente a lápiz, con una precisión y detalles que lo dejaron sorprendido, ya que nunca imaginó que la chica dibujara tan bien, además de que ese era un retrato de la época en que se conocieron en Raccoon City, cuando ambos eran más jóvenes.
Sostuvo el dibujo entre sus manos y sonrió al darse cuenta que la fecha databa de varias semanas atrás, cuando prácticamente acababan de casarse.
"¿Será posible?"
Tomó su smartphone y depositó el cuaderno de dibujo en su lugar.
—Irma, cancela todas mis citas de la tarde y si mi esposa llega a la empresa, dígale que me espere.
—No quiero hablar con nadie. —Dijo enfadado el representante legal de la empresa a su asistente.
Más había tardado en dar la indicación por el altavoz cuando alguien ya había entrado a su despacho sin autorización.
—No sabía que yo necesitaba ser anunciada para verte, cariño.
Enseguida una chica alta, de negros cabellos y exuberante entró a su despacho, caminando al ritmo del contoneo de sus caderas, que se ajustaban como una segunda piel a sus jeans oscuros a juego con su blusa rojo carmesí.
—Sasha.—Expresó al reconocerla. —¿Qué te trae por aquí? —Continuó modulando su voz a uno más amable. No solía ser grosero con las damas.
—¿Acaso estás sorprendido, Joey? ¡No me has llamado desde esa ocasión en que me dejaste en mi departamento después de ese paseo por la ciudad! ¡Y de eso ya pasaron varios meses! —Reprochó la bella mujer acercándose poco a poco a su escritorio.
Ya recordaba. No había vuelto a buscar a Sasha desde ese día en que su hermano había vuelto a su hogar. O sea, desde el día en que había conocido a Claire.
Su antigua conquista no se veía enfadada, aunque estaba seguro que lo estaba.
—He estado muy ocupado, y no había podido llamarte. —Se excusó pobremente. No tenía ganas ni humor de cháchara para quedar bien con la chica.
—¡Ni siquiera me invitaste a la boda de tu hermano! —Refunfuñó. —Debería estar sumamente ofendida por ello, pero en fin, ya pasó. —Expresó relajando la postura y ahora caminando seductoramente hacia el castaño. —Vine a hablar de otra cosa, cariño.
La chica se sentó sobre el escritorio quedando frente a frente al segundo hijo de los Kennedy, para luego tirar de su corbata y acariciarle la barbilla. Joey, recordando sus tiempos de casanova se dejó hacer. A pesar de todo, nunca podía resistirse a los encantos de una dama. Y menos si se trataba de una mujer bella.
El litigante sonrió de medio lado ante el flirteo de Sasha, se preguntaba qué pretendía con su juego.
—Me enteré que van a filmar un comercial, así que obviamente necesitarán una modelo. —DIjo mientras continuaba jugueteando con la corbata y le pasaba una mano por el cabello. —El que me contrates para ese nuevo comercial se me hace una manera excelente de cobrarme por tu abandono.
El abogado iba a decir algo ingenioso mientras colocaba ambas manos alrededor de la cintura de Sasha cuando de repente, se topó con la mirada sorprendida de Claire en la entrada de su despacho. Entonces la sonrisa se le borró del rostro.
Esta era la cereza del pastel, en este día de mierda.
—Perdón, no quería interrumpir. —Se disculpó enseguida la pelirroja y salió disparada de la oficina.
—¿Quién es ella? —Preguntó la modelo desconcertada.
—Oh, no. —Murmuró y se puso de pie enseguida. —¡Claire, espera!
—¡Joey! ¡Joey Kennedy, a dónde crees que vas!
El castaño ignoró los gritos de la hermosa mujer y salió corriendo detrás de la esposa de su hermano.
"¡Dios! ¡Y yo que pensaba pedirle disculpas por haber herido sus sentimientos. Sólo es un mujeriego más!" Pensó con molestia la menor de los Redfield, a causa de haberse preocupado por los sentimientos de Joey.
Presionó los botones del elevador para retirarse cuando miró al menor de los Kennedy acercársele a toda velocidad.
Tocó nuevamente los botones con insistencia para entrar en el elevador y cuando las puertas se abrieron, la mujer entró a toda prisa para cerrar las compuertas, pero ágilmente el litigante logró detenerlas con ambas manos y se metió enseguida al elevador y presionó los botones para cerrar.
—¿Joey, qué te pasa? —Reclamó la hermana de Chris, visiblemente molesta.
—Tengo que explicarte, lo que viste no es lo que parece. —Insistió agitado por la improvisada carrera.
¿Pero qué carajo le sucedía? La activista sabía lo que vió. No sabía qué pretendía su cuñado al intentar darle una explicación.
—No tienes porque darme ninguna explicación. —Respondió entre dientes y sin mirarlo.
—Lo sé, pero quiero hacerlo. —Expresó casi en tono de súplica. —No quiero que pienses mal de mí.
—¿Y a tí que te importa lo que yo piense? —Lo retó.
—Me importa, y mucho.
—Escucha. —Habló finalmente mirándolo a los ojos. —Yo sólo fui a tu oficina a entregar los diseños, ya que Leon no está en su oficina. —Disfrazó ágilmente la verdad para salirse del embrollo. —No tienes porque explicarme nada de lo que vi, eso no me incumbe. Y te pido lo mismo para mí.
—¿De qué hablas? —Preguntó Joey, sin haber entendido nada.
Gracias a que estaba cabreada por haberse sentido quizás como un juego más del hermano de su marido, reunió el valor que le faltaba para tocar ese tema espinoso con su cuñado.
—Quiero que quede muy claro que estoy casada y muy enamorada de mi esposo. Y lo que pasó con nosotros el otro día en el jardín fue una confusión, un error que no debió pasar. Tú y yo sólo somos amigos.
¿Sólo amigos? Estaba consciente desde un inicio que no podía aspirar a más con Claire Redfield, pero ese día le había ido tan del carajo, que no tuvo la serenidad para responder algo ingenioso, o algo prudente como estaba acostumbrado. Esas palabras le dolieron, y fueron sus emociones a flote las que respondieron por él.
—¿Un error? ¿Una confusión? —Replicó con voz cargada de sarcasmo. —Pues, ¿sabes qué? No te creo nada. Empezando por tu matrimonio con mi hermano. —Soltó sin rodeos.
La reacción de su cuñado la tomó por sorpresa. ¿Acaso Joey sabía algo que no debería ni siquiera suponer? La sola posibilidad de que el hermano de Leon pudiera descubrir la farsa, la ponía nerviosa, pero no se iba a dejar intimidar. Antes que nada, ella era una Redfield.
—Ese es tu problema.
Diciendo esto, las compuertas se abrieron y ella iba a irse cuando la mano del castaño la agarró por el brazo.
—Espera, Claire. No hemos terminado de hablar.
Ella se zafó con agilidad, sacudiéndose del agarre del segundo hijo de los Kennedy, cuando en ese momento, apareció Leon frente al elevador, mirando la escena visiblemente cabreado.
—¡¿Qué diablos está pasando aquí?!
"Lo que faltaba." Maldijo Joey para sus adentros y la pelirroja sintió como si le hubieran echado un balde de agua fría.
—¡Cielo! —Se adelantó la pelirroja para colocarse al lado de su esposo.
—¿Qué está pasando? —Insistió el rubio al notar la evasiva de su esposa.
—Nada, sólo vine a entregar mis diseños, pero como no estabas, vine a dejarlos con Joey.
El castaño se quedó callado, ya había hablado demasiado este día.
—¿Ah sí? Me dio la impresión que estaban discutiendo. —Soltó sin más.
—No para nada, sólo teníamos un par de discrepancias en cuanto a los colores del diseño, pero nada del otro mundo. ¿No es así, Joey?
El interpelado finalmente habló;
—Así es, pero ya lo resolvimos. —Finalizó metiendo las manos en los bolsillos.
El Presidente de la Compañía no creyó absolutamente nada de lo que su hermano y esposa respectivamente le estaban contando, pero ya se encargaría de averiguarlo después. No era prudente actuar estando cabreado. Aunque trataba de ocultarlo, por alguna razón estaba tremendamente celoso de la complicidad que existía entre Claire y Joey.
—Ya que estás aquí, podemos aprovechar para ir a tu oficina y afinar los últimos detalles del empaque para el producto final. —Sugirió la pelirroja tomando de la mano a su marido, guíandolo de regreso al piso superior, pero este tiró de su brazo para abrazarla por la cintura.
—Yo creo que no, linda. —Negó con voz seductora y hablándole al oído, provocando que a la pelirroja se le erizara la piel y un ápice de celos en su hermano menor. —Entrégale los diseños a Joey, tu y yo pasaremos la tarde libre.
La pelirroja obedeció y le entregó los documentos que estaban dentro de un folder al abogado quien los recibió de mala gana.
—Nos vemos en la noche, hermano. —Finalizó y tomó a su mujer por la cintura, guiándola hacia su camioneta, a la vez que llamaba a algún empleado de la compañía para que llevara el auto de Claire a casa.
Joey observó la escena sin poder contener la rabia que le helaba la sangre y subió rápidamente a su despacho usando las escaleras, un poco de aire le vendría bien.
Al estar en el pasillo, se encontró de frente con su hermana Jules, que buscaba a su hermano mayor por todo lados.
—Joey, ¿has visto a Leon? —Preguntó la chica que vestía un vestido rosado a juego con una gabardina de color gris.
—Se tomó la tarde libre. —Informó sin mirarla y sin detener su camino.
—¿Tarde libre? ¿Acaso ha enloquecido? ¡Papá nos advirtió lo que va a pasar si su estúpido proyecto no funciona y él decide tomarse la tarde libre! —Expresó enfurecida la chica rubia, al mirar que al segundo hijo de los Kennedy tampoco le importaba mucho el asunto. —¡Joey, acaso a ti tampoco te importa lo que nos pueda pasar!
La chica continuó detrás de él, reclamando a gritos, mientras éste continuaba su camino ignorándola campalmente.
—¡Joey he dicho que te detengas! ¡Deja de comportarte como un idiota!
A pesar del carácter pacífico, tranquilo y relajado de David Joseph Kennedy, hoy sus emociones habían sobrepasado la raya. Y ya no tenía ni el humor ni la paciencia para ceder a los caprichos de su hermana.
Entonces, el castaño se frenó en seco.
—Escucha, Julia. —Dijo alzando la voz de un modo que todos los empleados se quedaron quietos y miraron con sorpresa el enojo del miembro más tranquilo de la familia Kennedy. —No tengo tiempo, ni humor, para ser tus mensajero ni escuchar cómo despotricas contra Leon. Si tienes algo que decirle, hazlo tú. O ve con Irma, es su asistente, déjale una nota.
Finalizó y se alejó dando tumbos hacia su oficina no sin antes gritar a todos en el pasillo.
—¡No recibo a nadie en mi oficina!
Terminó y azotó la puerta detrás de él, dejando desconcertados a todo el personal ante el enfado de un sujeto que parecía jamás enojarse.
