NOTA DE LA AUTORA: Buenas madrugadas. Iba a esperar hasta el amanecer para actualizar pero este episodio me tiene muy emocionada por presentarlo, así que espero disculpen el inconveniente de la hora. Les agradezco a todos su apoyo, sus palabras, paciencia y buenos deseos para conmigo y esta historia, por lo cual hice este capítulo con mucho cariño para ustedes, esperando que de corazón disfruten tanto de leerlo como yo de escribirlo. No soy muy buena en ciertos temas (ya verán a qué me refiero) pero prometo que hice mi mayor esfuerzo para darles un capítulo lindo, rosa y vainilla. Solo les pido que si de ahora en adelante me demoro un poco más en actualizar, me tengan paciencia, ya que últimamente he estado más atareada de lo normal y conforme más avanza la historia, requiere de más detalles y tiempo, por lo que no se desesperen, siempre habrá noticias mías.
En fin, ya escribí demasiado y vamos al capítulo.
Le agradezco a mi beta y hermana GeishaPax por su aporte y diligencia de esta historia, que sin duda, esta no sería la misma sin ella. Te quiero hermana.
RECOMENDACIÓN: Para una mejor lectura, recomiendo escuchar antes o preferentemente durante la lectura la canción "Rest of my life" en la versión de Bruno Mars, ya que la mayor parte del capítulo está inspirada en ella.
Sin más, ¡a leer!
RESPUESTA A REVIEWS:
Xaori: Hola! Muchas gracias por tu review, me da mucho gusto que te haya gustado, este capítulo lo hice con mucho cariño ya que como tú igual disfruto mucho la temática navideña y si hay Cleon, pues mucho más! Feliz año nuevo Xaori, espero seguir leyéndote por aquí y que te guste mucho el episodio.
Mercy Medical angel: Hey, hola! Mil gracias por tus comentarios, es Navidad merecíamos algo dulce, creo. XD
Muchas veces he creído que si Leon y Claire se hubieran quedado juntos desde el inicio quizás su futuro habría sido demasiado distinto a lo que conocenos, pero vamos, nunca es tarde.
Espero que te guste el cap!
Darkmatter Black: Hola! Me alegra muchísimo saber que te gustó el episodio y que sigo contando tu apoyo y tus reviews que de antemano agradezco demasiado. Espero que también hayas pasado una linda temporada decembrina, igual de bonita que la fiesta navideña de Claire. Bien, si querías saber qué es lo siguiente que pasa, ya tienes aquí una nueva actualización que espero este a la altura de todos ustedes. Saludos!
Belleredfield: Querida, muchas gracias por tus palabras y por todo el apoyo brindado para conmigo! Papá Kennedy es de mis personajes favoritos y e alegro mucho que te haya gustado lo que aquí escribí sobre él y espero que este lo disfrutes igual. Te mando un abrazo.
josmardata36: Hola! Siempre es un gusto leer tus comentarios y los agradezco muchísimo.
En este episodio me enfoque mucho en la importancia que en este Fic, Claire siente por la familia y como Leon se va involucrando en ella, quise hacer este detalle protagonista aquí porque en este nuevo episodio el enfoque será muy diferente, ya lo verás. Respecto al RE3 he ido perdonando poco a poco esos detalles de diseño y que te digo Carlos me gusta su nuevo aspecto, aunque también extraño su diseño clásico. Me agrada pero confieso que también me preocupa el cambio de Carlos, no físicamente, sino en carácter, pero bueno, ya lo estaremos viendo a su debido tiempo.
Te mando saludos y disfruta el episodio de hoy.
Manu: gracias por tu review, disfruta la lectura.
Jill gray man: muchas gracias, disfruta el capítulo.
"ACCIDENTALLY IN LAW"
Por Light of Moon.
CAPÍTULO 22: REST OF MY LIFE.
Estaba muy nervioso. Casi tan nervioso como aquella vez que le enviaban a su primera misión como agente de seguridad gubernamental. Casi, porque la adrenalina en esta ocasión era provocada por algo diferente.
En ninguno de todos sus futuros existentes se había imaginado a sí mismo como hoy; al frente de la Compañía de su padre, convertido en un hombre de negocios, agregando el plus de la etiqueta de "exitoso".
De pie en medio del podium sencillo pero elegante, ad hoc a la celebración sobria y seria que tendría lugar en Florencia, Italia. A su lado estaban sus hermanos Joey y Julia, que lo acompañaron a recibir el reconocimiento que se le había entregado previamente, esa noche los "International Chocolate Awards" se habían rendido ante la Compañía de su padre y abuelo.
Observaba de reojo a Joey que sonreía a las cámaras y a Julia que posaba complacida para los medios, feliz de que este año Chambery Inc. se haya impuesto sobre sus competidores. A unos metros atrás y un poco apartados de la prensa, estaban sus padres Richard y Meryl que lo miraban orgullosos, más su padre, ya que sabía todo lo que había detrás para poder llegar hasta este momento. Entonces sus ojos se enfocaron en los de la elegante dama que estaba junto a sus progenitores. A pesar de tener tantos ojos encima y muchas cámaras a su alrededor, sólo le importaba la aprobación de la mujer que tenía enfrente.
—Señor Kennedy, ha sido para nuestro jurado un gusto y un honor reconocer el trabajo de su compañía y de todas las demás participantes, pero ahora queremos conocer su opinión. —Dijo el representante de los jueces que estaba ante el micrófono. —Así que le cedemos el uso de la voz.
Diciendo esto, Leon se acercó al micrófono y teniendo la atención de todos, se ajustó la corbata y comenzó a hablar.
—Buenas noches. —Saludó con educación. —Es un gran placer y un honor estar aquí con ustedes, es algo que no esperábamos al momento de crear este producto, sin embargo, lo soñamos. —Dijo como palabras de apertura que provocaron un pequeño aplauso entre los presentes y alzó el reconocimiento que llevaba en las manos. —Este premio, no es un logro individual en mi carácter de CEO de nuestra empresa, esto es un logro colectivo; desde mis abuelos, mis padres, de nuestros socios, mis hermanos Julia y Joey que en todo momento respaldaron este sueño, y sobretodo, de mi esposa Claire Redfield.
En ese momento, todas las miradas se enfocaron a la mujer pelirroja que yacía sentada junto al matrimonio Kennedy-Hammilton.
Desde el momento de su casamiento, se había acostumbrado poco a poco a estar siempre delante del ojo público, por lo cual, cada vez se sentía menos intimidada por la presencia de extraños fijándose en sus acciones. No obstante, ese no era el motivo de su sonrojo, sino eran las palabras y la mirada de ese hombre, con el cual compartía más que una insignia de matrimonio.
—Claire, cariño, nunca, escucha bien, nunca lo hubiera logrado sin ti.
Y eso era todo verdad, ya que sólo ellos conocían la profundidad de esas palabras que a simple vista parecían un cliché, pero que en este caso, no lo eran en absoluto. Todo esto se lo debía a ella, en verdad lo sentía. Si la Redfield no le hubiera ayudado con el proyecto, si no hubiera aceptado esa locura de casarse con él, si nunca la hubiera conocido aquella noche en Raccoon City… Sin duda esta historia hubiera sido muy distinta.
No cabía duda, estaba completamente enamorado de Claire Redfield.
Después de volver de E.U.A. luego de celebrar la navidad e inmediatamente tomar un avión para volar hasta Italia a la premiación, su esposo se había vuelto un hombre sumamente cariñoso y detallista con ella, a un grado que no podía evitar mirarlo y sentir mariposas revolotear en su estómago. Pero en esta ocasión estaba inusualmente misterioso. Empezando desde el viaje.
Inmediatamente después de la ceremonia de clausura de los "International Chocolate Awards", el ex policía solicitó a una limusina que pasara a recogerlos a ambos, a pesar de que habían llegado junto con sus suegros. Leon siempre había preferido conducir por sí mismo para desplazarse, pero en esta ocasión había pedido una limo de lujo para ir a otro presunto evento. Aunque su marido le había contado el objetivo de la reunión; "celebrar nuestra gran noche de premiación y concretar uno que otro negocio futuro", no le había dicho con quien se verían.
Suponía que se trataría de una fiesta pomposa donde seguramente estaría su familia política, los socios y uno que otro invitado, pero por los preparativos específicos que su esposo había organizado, parecía no ser una hipótesis correcta. ¿Sería algo así como una fiesta a la que asisten los artistas de Hollywood después de los premios Oscar? A saber con qué clase de gente se entrevistarían para que el ex policía quisiera impresionarlos desde la llegada en limo. Eso sin contar el favor "especial" que le había pedido.
Todo el tiempo, el policía retirado había sido muy respetuoso de su intimidad, específicamente la que incluía escoger a su gusto la ropa con la que ella solía vestirse, aquí la única invasiva en ese sentido era su exigente suegra, pero en esta ocasión, él le había traído un atuendo completo y le había pedido que lo usara para el evento. No es que desconfiara de su buen gusto, pero argumentó a su favor que necesitaba impresionar a los invitados.
Y esa vestimenta sí que impresionaba. Era un vestido de satén corte sirena en color champagne, manga larga con pedrería en el cuello y una especie de capa de reina colgaba desde los hombros al suelo. Se notaba a leguas que era un diseño exclusivo ya que los zapatos iban a juego, siendo un par de zapatillas clásicas de raso del mismo color del vestido con incrustaciones delicadas, igualmente de pedrería fina.
Se peinó con una trenza francesa en forma de corona y dejó la mitad de su melena libre, cayendo en forma de ondas a media espalda. Colocó un maquillaje un poco más fuerte que otras ocasiones y para finalizar su atuendo iba a colocarse el anillo de compromiso junto al de bodas, pero se llevó una desagradable sorpresa al darse cuenta que su sortija de compromiso que había pertenecido a la abuela de Leon, no estaba en su lugar.
¡Dios! En buen problema se había metido.
Estaba segura de que no estaba perdida, pero no tenía el tiempo para buscarlo por lo que justo esa noche, salió sin el, usando únicamente el anillo de bodas, rogando al cielo que su esposo no lo notara.
El problema del anillo y la incertidumbre de esa "cena" la tenían nerviosa. Su mente trabajaba rápido y al no tener más detalles, la ponía con los nervios de punta. Sin embargo, su cónyuge parecía tranquilo.
Lo observó de reojo pero estudiándolo a detalle. Sin duda alguna y desde que lo conoció, Leon le había parecido un hombre sumamente apuesto, por lo cual se sintió fuertemente atraída hacia él desde un primer momento, pero como los buenos vinos, al agente le sentaban cada vez mejor los años.
Su cabello rubio de color del trigo seguía siendo el mismo, solo que era un poco más largo y lo peinaba ligeramente hacia atrás en ocasiones especiales, como hoy por ejemplo. Sus facciones se habían endurecido con los años pero no dejaban de ser bellas y esa barba incipiente le daba un aspecto más varonil, más maduro. Los hombros anchos, la cintura esbelta y el cuerpo tonificado se acentuaba con ese traje hecho a la medida de color azul que le sentaba de maravilla, ya que resaltaba el color de sus ojos, igualmente azules. De no haber elegido la profesión de agente gubernamental, Leon hubiera podido ser algún modelo mundialmente reconocido sin problemas.
—¿Pasa algo? —Le preguntó al darse cuenta de su escrutinio.
Se sonrojó un poco y volteó la mirada hacia la ventana.
—No es nada. Sólo miraba la ciudad. Es muy hermosa. —Admitió para después centrar su visión en la Catedral de Santa María del Fiore, que era uno de los puntos arquitectónicos más hermosos de Italia y el mundo.
Sonrió de lado.
—Florencia es una de las ciudades más hermosas del mundo. Pero no tanto como tú. —Acarició su mejilla con dulzura. —Te ves preciosa.
Diciendo esto, la besó en la mejilla, provocándole un leve escalofrío y enseguida entrelazó su mano con la de él.
—Ya casi llegamos.
Ella estrechó su mano con la del rubio de la misma forma en que lo hizo el día que pisó Canadá por primera vez como su prometida. Al igual que en esa ocasión, se sentía inusualmente nerviosa.
Después de unos minutos más de camino, llegaron al lugar.
"Il Palagio" era el nombre del sitio donde se habían detenido. La palabra "impresionante" no hacía ninguna justicia.
El piso de mármol, los enormes ventanales, las cortinas egipcias, candelabros de cristal cortado y la decoración más exquisita del lugar gritaban a todas luces que por algo era el mejor restaurante/hotel de Florencia y uno de los mejores de Italia.
Ambos fueron recibidos en la entrada por uno de los empleados que al parecer ya los esperaba y los guió hasta el salón, donde el jefe de camareros los guiaba.
—Señor Kennedy, bella donna, síganme por favor.
Claire caminó del brazo de su esposo mientras caminaban a través del ostentoso recinto. Calculó que en lugar cabían aproximadamente unas ciento cincuenta personas, eso sin contar la pista de baile y el pequeño escenario de música en vivo y las múltiples decoraciones de mármol como una copia del David, que descansaba sobre una enorme fuente del mismo material que se ubicaba justo en el corazón del salón. A pesar de todo lo anterior, había algo que no cuadraba; además del personal de servicio y ellos, no había absolutamente nadie más en el restaurante.
"¿Se habrán retrasado?, ¿Llegarían después?, ¿Había un área especial donde se celebraría la reunión?" Todas esas preguntas pasaban por la cabeza de la pelirroja hasta que el camarero los condujo a un espacio apartado, en la zona del balcón que daba una maravillosa vista de toda la ciudad.
—Esta es su mesa.
Contrario a lo que se había imaginado, se trataba solamente de una mesa para dos personas, adornada bellamente con la mantelería fina que era de protocolo, y además de ello, todo estaba iluminado únicamente con velas y decorado con flores exquisitas.
—Pero, ¿y los demás invitados? —Preguntó Claire aún sin entender nada de lo que estaba pasando.
—Tú eres la invitada, cariño. —Afirmó el ex policía y con delicadeza tomó la mano de su esposa y la besó con ternura. —Está reunión es sólo para nosotros dos.
Al escuchar dicha afirmación, la menor Redfield no daba crédito a lo que oían sus oídos y mucho menos lo que sus ojos miraban. Leon había reservado todo un restaurante completo y había armado todo el lío de la limo, el vestido, la reunión… Únicamente para tener una cita con ella. Simplemente no podía creerlo, era demasiado bueno para ser verdad, demasiado perfecto para que le estuviese sucediendo a ella.
—¿Qué pasa? —Preguntó con preocupación al notar que su esposa se había quedado muda.
—Esto es… —Pronunció sin dejar de mirar toda la recepción que le estaba aguardando. —Maravilloso.
—Y la noche apenas empieza.
Complacido, la ayudó a acomodarse frente a él y enseguida solicitó el servicio que había contratado para que su velada diera inicio.
Todo lo había planeado de manera perfecta, meticulosa y precisa. Se aseguraría que su mujer jamás olvidara esa noche.
La cena había transcurrido con normalidad, variando en lo extraordinario por la maravillosa capacidad del chef en turno que había sido el encargado de servir el menú de esa noche, en una entrada ligera con pasta y mejillones, continuando con una receta clásica de la casa a base de pato y finas hierbas para finalizar con un postre clásico pero no por ello menos exquisito: el famoso panna cotta, que consistía en una mezcla de crema de leche y gelificantes, adornado con mermelada de frutos rojos y algunas frutillas del bosque.
La charla, la cena, el ambiente… Todo era justo como recordaba que era pasar la tarde al lado de Leon antes de que todo esto comenzara. Era como en los viejos tiempos.
—La cena estuvo deliciosa. —Alabó la activista, mientras cortaba otro trozo pequeño de su postre.
—Me alegro que te haya gustado. ¿Te sirvo más vino? —Preguntó mientras servía un poco más de la bebida de la vid en su copa y disponía a servir otro ronda más a su compañera.
—Leon, soy mala bebedora. —Le recordó ella, que a pesar de ya haber tomado un par de copas, aún no se sentía mareada.
—Cuando solíamos ir a cenar pizzas a Luigi's, acostumbrabamos beber bastante cerveza. —Dijo con una sonrisa e ignorando el comentario de Claire sobre la bebida.—Además, estamos celebrando. ¿No es así?
Ese era un buen punto a considerar. Estaban celebrando, pero en cierto punto desconocía el por qué del festejo. Sabía que estaban festejando su triunfo en el certamen internacional del chocolate, pero esperaba que en la celebración estuvieran presentes más personas y esta cena era de lo más íntima.
Así que retomando la confianza que siempre había tenido por el sujeto que tenía enfrente, se animó a cuestionarlo directamente.
—Leon, —pronunció y se humedeció los labios unos segundos, para poder seleccionar las palabras correctas. —¿Qué es exactamente lo que estamos celebrando? Entiendo que celebremos el triunfo de la compañía en el concurso, pero ¿Por qué tu familia y los demás accionistas no están celebrando también? Esto es un triunfo grupal, ellos también deberían estar en el festejo.
—Y lo están, Claire. —Afirmó mientras daba un sorbo a su copa de vino. —Es sólo que ellos están celebrando en otro lugar con los accionistas, al otro lado de la ciudad. Esta reunión como te había dicho, es sólo para nosotros dos y no sólo estamos celebrando el triunfo de la Compañía.
—¿Ah, sí? —Enarcó una ceja con curiosidad. —Cuéntame, ¿qué más estamos celebrando?
Leon miró hacia el cielo, y contempló a la luna y la noche estrellada sin nubes, que brillaba casi tanto como los ojos azules de Claire que lo miraban con curiosidad.
Sonrió de lado y se puso de pie para luego caminar hacia ella e invitarla a ponerse de pie también.
—¿Qué haces? —Preguntó divertida pero sin oponer resistencia al tomarlo por ambas manos para ayudarla a levantarse de su asiento.
—¿No quieres bailar?
—Ni siquiera hay música. —Respondió risueña.
—Ya verás que sí la hay.
La llevó de la mano hasta la pista de baile, donde una pequeña sinfónica compuesta por un pianista, un par de violinistas, un arpa y otros músicos de cuerdas acompañados de un cantante que vestía de frac en color oscuro ya los esperaban en el pequeño escenario junto a la pista de baile.
Enseguida comenzaron a escucharse las notas de un piano que empezaron a guiar a los demás instrumentos en una melodía suave, armoniosa, que invitaba a ser escuchada y el vocalista empezó a cantar las primeras estrofas:
"Everyday I wake up next to an Angel,
more beautiful than words could say.
They said it wouldn't work
but what did they know?
Cause years passed
and we're still here today.
Never in my dreams
did I think that this would happen to me…"
Leon colocó una mano sobre la cintura de su esposa y la acercó a él, mientras entrelazaba su mano con la de ella, y Claire correspondía poniendo su mano libre en el hombro de su marido.
—Estamos celebrándote a ti, a mí. El haber coincidido. —Explicó mientras la guiaba por el salón, y con gracia le daba una vuelta elegante.
"As I stand before my woman
I can't fight back the tears in my eyes.
Oh how could I be so lucky,
I must've done something right.
And I promise to love her for the rest of my life…"
Al escuchar estas palabras y la manera en que el rubio las pronunciaba, Claire sintió como se le enchinaba la piel y al sentir la mano de su marido acariciar con círculos perezosos todo lo largo de su espalda al tiempo que bailaban, hizo que su corazón latiera apresurado en su pecho, amenazando con salir en cualquier momento.
—Celebramos todo lo que hemos pasado juntos; lo bueno y lo malo, las pesadillas y los horrores, pero también los buenos momentos y nuestros pequeños triunfos.
"Seems like yesterday when she first said hello,
funny how time flies by when you're in love
it took us a lifetime to find each other
It was worth the wait cause I finally found the one.
Never in my dreams, did I think that this would happen to me…"
—Pero sobretodo, celebro el haber conocido en esa noche, de ese lejano 1998, a un ángel que vestía chaqueta de cuero y manejaba una Harley. Agradezco al cielo que en medio de esa pesadilla, mi camino se cruzó con el tuyo.
¿Qué significaba todo aquello? ¿Debía tomarlo como una declaración de amor o como un agradecimiento por todo lo que ella había hecho por él desde que se conocieron? ¡Dios! Qué dilema le representaba el querer creer con todo el corazón que el correspondía a sus sentimientos pero a la vez tener la incertidumbre de que eso fuera solo una mera especulación suya.
"As I stand before my woman
I can't fight back the tears in my eyes.
Oh how could I be so lucky,
I must've done something right.
And I promise to love her for the rest of my life…"
—And I promise, to love her for the rest of my life…—Susurró suavemente contra su oído la última estrofa de la canción.
Sentir el aliento frío del agente le erizó la piel y se recargó contra su pecho para abrazarlo con intenciones de no soltarlo jamás.
En cuanto terminó la canción, la orquesta continuó tocando otras baladas de su repertorio, pero la pareja volvió a su mesa para tener un poco más de privacidad.
Habían permanecido en silencio después del romántico vals, hasta que Leon rompió el hielo con una pregunta bastante inoportuna para su receptora.
—¿Y tu anillo de compromiso?
Maldición, todo iba tan bien. Ahora iba a tener que darle una buena explicación a su cónyuge del porque no tenía puesta la sortija de compromiso de tanto valor económico y sobretodo sentimental.
Se llevó una mano a la frente e iba a comenzar a darle una explicación al agente en retiro cuando de repente, él se adelantó y aclaró:
—No te preocupes la tengo yo.—Dijo sacándola de una pequeña cajita de terciopelo y mostrándosela para su tranquilidad, lo cual le había provocado un gran alivio a la pelirroja. —¿Me permites?
La motociclista estiró la mano en señal de aprobación para aceptar la ayuda de su esposo para colocar en su mano la sortija, y este se arrodilló para colocarla. Pero de repente, se detuvo y la miró fijamente a los ojos.
—Pero antes, me gustaría decirte algo más. ¿Recuerdas que la noche de nuestra fiesta de compromiso, cuando te entregue esta sortija, me preguntaste qué significaba el grabado que rezaba "Más de mil razones"?
En ese momento su mente retrocedió unos cuantos meses atrás, rememorando lo que él rubio le había dicho y efectivamente recordó que en esa ocasión le había preguntado a Leon por esa leyenda dentro de la insignia. Recordaba haber sentido mucha curiosidad por ello en ese momento, pero hoy por hoy, lo había olvidado por completo.
—Claro.
—Bueno, te lo contaré. —Tomó un suspiro hondo y continuó: —Cuando mi abuelo le compró esta sortija a mi abuela para pedirle matrimonio, él le pidió un voto de confianza para que ella aceptará su propuesta, y para sustentarlo, ordenó grabar ese anillo con la leyenda "Más de mil razones", porque le prometió que cada que tuviera un motivo para ya no seguir con su matrimonio, encontraría más de mil razones, para seguir luchando por ella. Más de mil razones, para continuar amándola.—La miró fijamente.—Claire, este anillo sustentó lo que fue un amor de más de sesenta años y el inicio de nuestra familia, y hoy más que nunca, estoy convencido que este anillo, debes llevarlo tú.
Cuando terminó la frase, a la menor Redfield se le llenaron los ojos de lágrimas, sin poder ocultar más todo el torbellino de emociones que en ese momento la estaba aquejando; emoción, amor, dudas…
Lo que su esposo ante la ley le estaba contando era algo simplemente hermoso, pero esto ya había superado mucho su resistencia. Si esto era un agradecimiento, un invento de su cabeza o un veremos, quería saberlo ya. Necesitaba saberlo.
—Leon, —Soltó apenas con un hilo de voz y con las lágrimas amenazando con salir en cualquier momento—todo esto es una pantalla, nuestro matrimonio es un bonito espejismo que ambos creamos para inventarnos una realidad alterna ante el mundo. Pero por favor, no tienes que fingir conmigo.
Ahora todo pendía de un hilo, las palabras de su esposa ante la ley, exigían una respuesta honesta. Era el momento, un ahora o nunca. Este era un acto de valentía en el que asumiría todos los riesgos. Si todo salía bien, esto iba a ser el comienzo de lo que podría ser una nueva vida al lado de la mujer que más amaba o, podría ser el principio del fin de un desastre que él mismo había provocado al meterse en este embrollo.
Entonces, con el tono más firme y la seguridad más ensayada que tenía, tomó su mano y afirmó:
—Claire, no estoy fingiendo.
Al escuchar esto, se quedó totalmente helada.
No había vuelta atrás, luego de todos estos meses, hoy iba a sincerarse.
—Sé que te prometí que todo iba a ser una pantalla, que nuestro matrimonio sólo sería por un año y al final volvería a ser como antes. Pero ya no puedo, Claire, te juro que no puedo. —Se puso de pie y la tomó de las manos también a ella para pedirle que se levantará también y pudiera observarla mejor. —Realmente, nunca he estado fingiendo, y al contrario de lo que pudieras pensar, he disfrutado todo; pedirle tu mano a Chris, la fiesta de compromiso…—Describió con la emoción reflejada en su mirada azul.—¡Dios! Fui el hombre más feliz del mundo cuando nos casamos, porque ya sabía que en verdad quería casarme contigo. —Explicó sonriendo de lado y acariciando su mejilla con una mano. —Hice trampa, lo admito, pero no pude evitar enamorarme de ti. No supe cuándo, ni cómo, es más, creo que siempre lo he estado y no me di cuenta, pero la verdad es que estoy loco por ti, y no quiero que nuestro matrimonio dure solo un año, quiero que sea para toda la vida, si tú me lo concedes. Claire, por favor, dame una oportunidad de demostrarte que puedo hacerte feliz. —Confesó finalmente sintiendo que se había quitado un enorme peso de encima y colocando con cuidado en la mano de su esposa su anillo de compromiso.
Después de su confesión, nuevamente se quedó totalmente muda. El saber que Leon correspondía totalmente a sus sentimientos y le estaba pidiendo que validaran su matrimonio pero esta vez sin fecha de vencimiento, era información totalmente nueva y desconocida para ella, que obviamente era difícil de procesar.
Por otro lado, el agente que simulaba tranquilidad estaba hecho un manojo de nervios. Había planeado y ensayado esta noche durante días y se estaba jugando el todo por el todo, si las cosas salían mal, esta vez no tenía un plan B. Y el hecho de que Claire guardara silencio, lo sacaba totalmente de balance. ¿Lo iba a rechazar? ¿Iba a salir corriendo? ¿Acaso debía esperar una bofetada por atrevido?
Pasaron más de cinco minutos y Claire se quedó sin decir absolutamente nada, situación que tensó el ambiente y casi le provoca un ataque cardíaco al ex policía.
—¡Vamos mujer, di algo! ¡Al menos lanzame el vino encima para confirmar que me mandas al demonio!
Y contrario a lo que la incertidumbre de Leon le había pronosticado, la pelirroja se echó a sus brazos y lo besó sin previo aviso, besándolo con urgencia, a lo que él correspondió con la misma desesperación.
Ya se habían besado varias veces en el pasado, pero esta vez era distinto. Este beso no era tímido o inseguro como todos los anteriores, sino todo lo contrario; este beso sabía a seguridad, era invasivo, apasionado, uno que atestiguaba que dos personas se amaban. Cuando sus lenguas se tocaron, ambos sintieron que iban a perder la cordura.
—Te amo, Leon. Siempre lo he hecho. —Confesó ella cuando finalmente se separaron para tomar aire pero sin dejar de abrazarse a él con firmeza.
El agente gubernamental, sonrió de oreja a oreja al escuchar esto, y volvió a besarla con arrebato, para después llevarla de la mano hasta la salida del restaurante y dirigirse de regreso a su hotel.
El camino de regreso a su lugar de hospedaje fue tortuosamente largo para ambos, a pesar de que estaban a pocos minutos de distancia.
—¿De verdad es necesario que hagas esto? —Lo Cuestionó cuando finalmente llegaron al hotel.
—Esto debí hacerlo en nuestra noche de bodas, y no quiero perderme nada más.
El rubio tomó a su esposa entre los brazos y la cargó desde la entrada de la suite hasta la puerta de su recamara para después depositarla suavemente contra la cama.
Con ternura, comenzó depositando besos en el cuello y mandíbula de Claire, para luego irse retirando el saco del traje, que fue la primera pieza de toda la ropa que salió volando después.
La pelirroja tiró de la corbata de su cónyuge, y lo obligó a acercarse a ella para besarlo con ardor en los labios, para posteriormente desabrocharle la corbata y la camisa, mientras él desabotonaba de la parte posterior del cuello, el cierre que sostenía el vestido.
—Así debió ser nuestra noche de bodas. —Murmuró entre jadeos la ojiazul.
—Tenemos muchas noches para ponernos al día. —Repuso a la vez que tiraba la camisa y corbata al piso.
Al quedar con el torso expuesto, ella pudo admirar a detalle lo bien trabajado que estaba su marido; hombros anchos, brazos tonificados, pectorales y bíceps bien definidos, abdomen que parecía tallado con cincel y el hueso de la cadera que remarcaba su buena figura, lo hacía lucir como un dios griego, un Adonis de la guerra, gracias a las múltiples cicatrices que se asomaban en su piel. Leon era puro músculo, casi tanto como Chris, pero sin duda, su ropa sabía disimularlo bien.
La primera noche que habían compartido las sábanas no había podido observarlo a sus anchas gracias a que esa noche había bebido la suficiente como para tener lagunas mentales, pero hoy que estaba en sus cinco sentidos, podía disfrutarlo en todo su esplendor.
Por su parte, Leon se sintió halagado ante el escrutinio de su mujer, pero aunque su ego de hombre se estuviera inflando considerablemente, sentía una tremenda urgencia por continuar lo que ya habían iniciado.
—¿Vas a seguir viéndome así por mucho tiempo?
—Sólo unas cuantas vidas más. —Le contestó con coquetería.
—Me alegra saber eso.
Con premura, quitó de un tirón el costoso vestido, dejándola únicamente en un sostén sin tirantes y unas bragas de encaje de color rosa pálido.
—Eres perfecta. —Aseveró sin dejar de mirar el cuerpo amazónico de Claire, de piernas largas, caderas anchas, cintura reducida y senos generosos.
Sin decir mucho más volvió a besarla con urgencia, con amor y con pasión desmedida. Normalmente él solía ser más amable al principio de sus encuentros furtivos, sin embargo, hoy estaba ante la mujer que más había ambicionado poseer en el mundo. Ni siquiera Ada Wong le había provocado ese grado de ansiedad.
Las manos de Claire tocaban con la punta de los dedos su piel, provocando una leve sensación se escalofrío hasta que sintió esas mismas manos bajar un poco más, hasta su cinturón que lo fue desabrochando hasta retirarlo de su sitio para luego seguir con sus pantalones, que dejaron al descubierto sus piernas hercúleas, que sin ningún esfuerzo se enredaron con las piernas delicadas de Claire, como si hubieran sido creadas para encajar perfectamente.
Ambos estaban únicamente en ropa interior, pero pronto fue demasiada tela para los dos.
—Leon… —Pronunció gimiendo su nombre.
El interpelado continuó con su faena, besando su cuello mientras sentía la suave piel de su pecho rozando con la de ella.
Su toque experto, la seguridad que mostraba en cada caricia, el amor de sus besos alrededor de su cuerpo y en especial en sus zonas más sensibles, le hacían sentir que no había conocido a ningún hombre antes de Leon S. Kennedy, y se preguntaba cómo diablos había vivido tanto tiempo jugando a ser la amiga de su mejor amante.
Enredados en las sábanas, en medio del frenesí provocado por el toque de sus labios por toda su piel, las caricias insanas y esos murmullos sensuales con los que Leon le endulzaba el oído y la hacía sentir como una deidad, Claire se volvió demandante, reclamando cada caricia que no le había solicitado en el pasado, exigiendo no sólo con su cuerpo, sino que ahora también quería escucharlo de sus propias palabras:
—Leon, júrame que todo va a salir bien. Prométeme que sólo vas a amarme a mí.—Pidió con la respiración agitada, mientras dejaba pequeños caminos de piel enrojecida, que delataban el paso de sus uñas en la espalda de su pareja.
"¡Cómo si pudiera hacer otra cosa!" Pensó el rubio, casi con ironía. Claire lo conocía mejor que nadie y sabía de antemano que ella tenía motivos de sobra para sentir ciertas inseguridades con respecto a él debido a su inestable pasado, pero después de haber luchado tanto, de haber recorrido un camino largo de incertidumbre, de deseo, de dudas, estaba completamente seguro que estaba sumamente enamorado de Claire Redfield, tanto, que ni él mismo sabía a qué grado podía llegar. Su generosidad, su valentía, su lealtad, todos los valores que podían verse a simple vista lo habían hecho sentirse atraído desde un inicio, pero su manera de besar, su personalidad demandante y desinhibida en asuntos de alcoba, e incluso sus pequeñas muestras de celos y atisbos de inseguridades, lo volvía loco.
Ella se había convertido en su mundo y no había podido hacer nada para impedirlo. Y ahora era suya
—Te amo, cariño, te amo y no me cansaré de repetirlo.—Expresó con seguridad mientras la besaba y le mordía los labios con cuidado de no lastimarla, pero con la suficiente fuerza para estremecerla. —Te prometo que vamos a hacer que funcione, te lo juro. —Le prometió entre jadeos, sin dejar de amarla y de desearla con cada centímetro de ser, sintiéndose el hombre más logrado del universo por tenerla entre sus brazos.
Continuaron así durante toda la noche, reclamándose con posesión, con celos, con amor, como solo una pareja enamorada puede hacerlo; tocando al cielo a la vez que ardían en llamas.
