— ¿Necesitas ayuda?.

La voz agradable de Mitsuya atrajo la atención de la azabache separándose de la cocina por unos instante. Conocer a Draken fue una gran sorpresa para Fuyu al entrar al departamento de improvisto; después de desempacar las cosas del súper ella les prometió hacer la cena y comer juntos como buenos amigos, claramente eso asustó al rubio de ojos cian quien inmediatamente se sentó al lado de las piernas blanquecinas de la fémina abrazandola sin despegarse.

— Una mano no me haría mal. — refiriendo al rubio.

No es que le molestara tener al chico apegada pero no le permitía moverse con tranquilidad por la cocina, por mucho Fuyu es más pesado. Así que lo único que podía hacer era estirarse en algunas ocasiones y rendirse en el proceso.

— Vamos Chifuyu, deja a Kagome cocinar. — jalando de la cintura al rubio.

— ¡No! ¡Me quiero quedar con Kagome-chan!.. — chillo sin soltarse ahora, de la cintura de la chica.

— ¡Entonces déjala cocinar!.

— ¡Sueltame Mitsuya!.

La chica suelta un suspira sosteniendo las manos del rubio, a cada jaloneo la movían con rudeza y eso no le gustaba. Para nada... escucho como el peli-lila soltaba un jadeo dado por el rubio que por equivocación le dio un codazo en la boca del estómago.

— ¡Ah, no fue mi intención Mitsuya!.

Viendo por encima del hombro busco la ayuda de Draken. Pero el rubio alto no se encontraba cerca de su campo de visión.

— ¡Draken-san!.

Ante la mención del chico rápidamente ambos se tranquilizaron y actuaron como si nada hubiera pasado. Rápidamente se dieron la vuelta encontrándose al rubio recostado en la entrada a la cocina con ambas manos dentro de los bolsillos. Los dos hombres rieron nerviosos ante la mirada seria e imponente que les enviaba, con el movimiento de cabeza salieron de ahí sin necesidad de tener una "discusión". Draken decidió tomar asiento en el comedor del lugar cruzando de brazos al sentarse; de reojo observaba a la azabache con el cabello recogido en una coleta baja cortar con fluidez los vegetales.

Le sorprendía internamente la rapidez con la cual se llevó con la chica, era reconfortante su presencia, la compañía e inclusive las veces que prestaba sumamente atención al hablar. Eran pocas las horas que la conocía pero... era impresionante como conseguía que las personas la apreciaran sin dudar ni un segundo.

— ¿Ocurre algo?.

La voz de la joven lo sacó de sus pensamientos.

— ¿Por qué?.

— Esta viéndome de hace tiempo, por eso pregunto Draken-san.

Maldijo internamente al ser descubierto — No, me quedé pensando una cosa.

— ¿No es fácil de decir?. — girando para colocar los platos en la mesa — Draken-san es fácil para mi darme cuenta que le cuesta expresarse libremente... — insegura extiende su mano, mano que sin duda fue tomada por el rubio — No nos conocemos mucho, apenas somos conocidos, pero espero que puedas sentirte libre al hablarme o expresarme cualquier duda. Mitsuya-san y Fuyu-san me a dicho que eres como un hermano mayor... A veces es una carga grande serlo, porque creemos que es necesario ser el más fuerte. Cuidamos de los demás pero ¿Quién cuida de nosotros?. Cuando tengas un problema puedas decirmelo o si te cuesta hacerlo, simplemente permitame estar ahí para brindarle mi apoyo ¿Esta bien?.

Los orbes oscuros intercalo de las manos a la sonrisa tan... maternal que le brindaba la niña enfrente. No conocía ese sentimiento, nunca conoció a su progenitora, las únicas mujeres que lo han cuidado y dado ese aire fueron las chicas del burdel, sin embargo sentía ese sentimiento vacío dentro suyo. Envidiaba a las familias que veía pasar en la calle aunque no lo aparentara, siempre quiso tener a alguien quien le brindara un apoyo diferente, especial... ¿Una chica que acaba de conocer? lo hacía.

Sollozos y gimoteos se hicieron presentes en el espacio. Kagome cerró sus ojos al ser jalada con suma delicadeza hacia el rubio quien la rodeó entre sus brazos, ocultando el rostro entre su pecho. Realmente no era por ser pervertido, sino, porque su tamaño le daba hincapié a quedar en esa posición. Insegura la adolescente comenzó a acariciar la espalda del chico no importando mucho la posición en la cual se encontraban.

Draken era un chico con apariencia ruda, fuerte, imponente e intimidante. Detrás de todo eso se encontraba un chico con miedos, inseguridades que lo único que necesita es ser abrazado y un hombro en el cual pueda llorar. Finalmente Ken había encontraba esa persona, la persona que se convirtió en un pequeño lugar seguro.

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— ¡ES HOY, ES HOY!.

Matsuno ingresó a la habitación de la azabache gritando de emoción. Finalmente había llegado el tan anhelado día de volver a ver a Baji, pero lo más importante... llegó el día que presentaría a su pequeña Kagome a la pandilla.

— Vamos Kagome-chan, tienes que levantarte. — saltando encima de la menor quien chillo al ser golpeada con rudeza.

Poco a poco abrió los ojos por los bruscos movimientos del rubio contra la cama o mejor dicho, los constantes movimientos en la misma. Paso la mano por el rostro retirando los mechones molestos en la vista; sentándose se encontró con Chifuyu sentado encima de sus piernas listo para salir ese día. Inclinó a un costado en búsqueda del celular cargando, revisando la hora y encontrándose con las notificaciones de Mitsuya y Draken deseandole un buen día, recordándole que era la reunión.

Dicha reunión iba a iniciar dentro de una hora... ¡Una hora!.

— ¡Fuyu-San es tarde!.

Cian y zafiro abrieron los ojos asustados. El zafiro empujó a un lado al cian casi haciendo que cayese de la cama. Chifuyu se quedó acostado analizando la situación, escucho su celular sonar costando la llamada sin revisar de quién se trataba.

— ¿Hola? Chifuyu. Te estoy esperando desde hace tiempo en la estación, se suponía que vendría por mi en la moto.

— Hola Baji-san, lo siento mucho por no llegar aún...pero estoy con una amiga.

— ¡¿Eh?! ¡¿Una amiga?! Creo que no estoy entiendo que ocurre aquí.

— ... Mi amiga, Kagome. Baji-San yo te había dicho de ella.

—¿Kagome?... ¿Kagome...?. ¡Ah! ¿La chica de ojos azules de la foto?.

Si, Chifuyu le había mandado una foto de ellos dos mirando un maratón de Studio Ghibli. En esta se miraba a los dos adolescentes haciendo la seña de amor y amistad con unas lindas sonrisas, el brazo del rubio encima de los hombros de la menor, mientras ella mantenía en sus brazos un peluche de My melody.

– Si... realmente quería que se conocieran.

— Uhm... su apariencia es muy bonita.

— Baji-san.

— ¿Qué? Es cierto, ella es muy bonita. Cuida la Chifuyu porque tu y yo no muy compañeros somos.

— ¡Baji-san!.

La risa burlona del azabache se hizo presente, claramente fuyu se encontraba sonrojado. No era tonto, ni ciego claro que sabía que su amiga era muy, muy bonita pero eso no significaba que eran algo más. Giró la cabeza al escuchar la puerta del baño se abierta, rápidamente cerró los ojos al ver a la niña salir en toalla; ni tuvo la necesidad de escucharla ya que rápidamente salió del cuarto completamente con la carita rojiza.

Kagome también estaba sonrojada por la situación. Había escuchado un poco la conversación, así que tomó la decisión de mandarle un mensaje a Mitsuya, es cierto que era cercana a Draken. Más por la situación del día anterior pero no quería molestarlo sabiendo de antemano que cuidaba del comandante de la ToMan, sin esperar más. El chico le respondió diciendo que llegaría dentro de unos minutos y le llevaba unas galletas.

Una linda sonrisa estaba en el rostro de Kagome se hizo presente. Mitsuya era un chico de ensueños, dejando el celular en la cama comenzó a vestirse. Un conjunto de Jeans, una falda cargo oscura, una camisa de tirantes que dejaba a la vista un poco del abdomen, un cárdigan beige, una bolsa donde guardo las llaves, dinero, celular y una boina que posiblemente se la colocaría más tarde.

Al salir de la habitación se encontró con el pecho de un Chifuyu jugando con sus manos nervioso.

— Ve. — observando como se hacía "chiquito" — Se que Baji-san ya vino, Mitsuya-San vendrá por mi.

— Yo...yo quería irme contigo. — murmura cobijado.— Podemos irnos juntitos aún.

— Con sinceridad... creo que debo conocer a tus demás amigos, Para sentirme segura por lo menos. — riendo ligeramente.

— Bien...— pinchando la mejilla de la menor — Te quiero.

— Oh... yo también te quiero Fuyu-san.

Ambos amigos caminaron directamente a la entrada del departamento, en donde se encontraba un Mitsuya apunto de tocar la puerta. Sonriente mostró la bolsa de galletas, como era tarde para recoger a Baji, Chifuyu se despidio rápido para buscar a su capitán a la estación, el peli-lila nego risueño para regresar su vista a la niña de bonitos rasgos.

— Oh ¿Ese es el cárdigan que te hice?. — mirando atentamente la prenda. Desde su ojo, la chica era una absoluta modelo y con su llegada a tenido mucha inspiración.

Es lo que en el mundo artístico se denomina: musa.

— Si, realmente amo las cosas que haces Taka-san. — girando para mostrar con más detenimiento la prenda.

— Si, definitivamente te miras muy bonita Kagome-chan. — dándole palmaditas en la cabeza — ¿Estas lista? Hoy es el día que conocerás por completo a la Tokyo Manji Gang.

— Lista.

Correspondiente la dulce sonrisa y seguridad que le brindaba el chico de ojos lavanda.


Finalmente mis niños se van a conocer.

Desde este punto he hecho hincapié a las relaciones de ellos tres, pero ¿quien creen que sea la pareja de Kagome?.

Aún falta bastante para llegar a ese punto. Pero sería genial ver sus puntos de vista y las razones por las cuales esa pareja se miraría bien.