Buenas noches, estimados lectores. Antes que nada les agradezco la buena respuesta que tuvo la secuela, en verdad no me esperaba ese afectuoso recibimiento y estoy más que halagada. Para un escritor es satisfactorio que a los lectores les agrade nuestro trabajo y veo que con este fic voy por buen camino.

Mis múltiples ocupaciones además de algunas broncas personales no me han dado el tiempo que yo quisiera para poder actualizar con frecuencia, eso sin contar que los capítulos ya van a ser un poco más extensos que los acostumbrados al fic predecesor de esta secuela; "Te Perdí." (Así es, los capítulos se alargaran para que también valga la pena la espera)

Bien, ahondando la historia debo decir que en "Te Perdí" dejé muy mal parado a Leon (no me arrepiento xD), pero bueno era parte de la historia. En este fic es momento de comenzar a redimirlo y comprobaremos si ya ha cambiado después de la cruda experiencia que le tocó vivir en la historia pasada. Veamos si Leon se gana su perdón amigos lectores jaja.

En este episodio, sólo les adelanto que los lectores que aún le tienen rencor al ex policía de la R.P.D. quizás con esto logren ablandarse un poco. No diré más.

Dicho lo anterior, pasemos al capítulo 2 de "Vivir por ella."

¡Disfruten!


GeishaPax: Hermana del mal! Ya no hagas más tragedia en FITY! No quiero cargar con más culpa en mi consciencia jajaja! Lo sé , estoy en líos pero aquí está el episodio dos, en donde las súplicas del #PrayForLeon, están comenzando a ser escuchadas. Ya verás porque jaja!

Besos y abrazos hermana del mal!

Zhines: ¡Comadre! Jajaja no sé porque todos tenemos esa extraña manía de disfrutar con el sufrimiento de Leon jaja comienzo a pensar que es algo adictivo. Ya el Nivanfield triunfó en el fic pasado para fortuna de Piers y desgracia del rubio, veremos aquí que pasa. El Presidente es un loquillo jaja. Me tardé un poco más en actualizar pero así iré poco a poco hasta terminar de pagar todos los fics que debo. ¡Nos estamos leyendo!

Frozenheart7: Hermana menor del mal! Ya actualicé para librarme del stalkeo jaja! No podía esperar menos para Leon, en "Te Perdí" se portó como un idiota y merece pagar! Empezando por el trolleo del presidente jajaja!

Como siempre me impresiona tu capacidad para notar los detalles ocultos o mínimos en las historia, no se te pasa ninguna! Creo que eres la única que ha notado la presencia de Helena en la fiesta. Como siempre muy acertada.

Ya poco a poco voy pagando las deudas que tengo con los lectores de FF prometo ponerme al corriente. Sólo pido paciencia.

Te quiero hermana, espero y te guste el siguiente cap.

MISSESHARPERREDFIELD: ¡Hola! Me da gusto leerte y darme cuenta que estabas esperando la historia! En verdad me halagan tus comentarios, "me chiveo" jaja. Aún no olvido tu cara del meme de Britney Spears frente a la computadora en el final de "Te Perdí" así que espero a partir de este episodio empieces a perdonarme. Ya verás porqué. Espero y te agrade el episodio 2!

Diaraguila: Crack de los fanarts! Me da un gusto enorme verte por aquí y sobre todo que te guste mi manera de escribir, gracias por todos los buenos comentarios. Sabes que lo mismo opino de ti respecto a Deviantart (yo apenas soy una novata) Escuché tu petición sobre Nirvana y espero te guste el guiño que agregué!

Sé que amas la pareja de Leon/Sheva, y prometo en un futuro cuando me despeje un poco más de trabajo hacer aunque sea una historia breve (one shot) de esa pareja, sería interesante.

Espero y te guste el episodio 2!

Rose: ¡Hola! Un gusto verte por aquí en mis historias y estoy contenta de que la secuela haya sido de tu agrado. Ya podrás dejar tus pañuelos que usaste en el final de "Te Perdí", por ahora, probablemente en el futuro los necesites. Jaja pobre Leon, se equivocó y la está pagando caro, pero quizás aun pueda redimirse. Tardé un poco más en actualizar de lo esperado pero finalmente aquí esta. Espero y te agrade!

Susara K1302: Hola! Siempre encantada de leerte por aquí! Ya vi que tienes ahora sí el Resident Evil 6, así que podrás darte más o menos una idea de este fic que como bien dices, estará ligado al videojuego. Y bueno, ¿alguien dijo Creva? Ya sabes mi OTP!

Gracias por el review y nos estamos leyendo!

Kiss: ¡Hola! Anes que nada gracias por el review y déjame decirte que estoy contenta y feliz que usedes hayan esperado tanto esta historia de la cual yo disfruto tanto de escribir! Oww me motivan mucho sus comentarios y palabras de aliento de los lectores, es tan skajdalksjdask :3

Leon, pobre Leon. Casi siento pena por él pero como bien dices, lo merece! Incluido el bullying involuntario del presidente jajaja! Aunque quizás merezca una segunda oportunidad no?

Ya sabes que me gusta ver al mundo arder y no podía perder la oportunidad de juntar en una situación incómoda al matrimonio Nivans Redfield con Leon, y mpas con el presidente haciendo comentarios incómodos jaja Hoy verás una nueva faceta de nuestro Leon que espero te agrade.

El cross se lo debo ya a mi amiga Geisha, espero actualizarlo cuanto antes, pero he estado tan ocupada que no he tenido el tiempo suficiente. Pido paciencia.

Espero y disfrutes el episodio de hoy y ya me contarás que te pareció. ¡Abrazos!

PD: ¿Justin Bieber?Jajaja Leon es rockero, obvio le caga ese hombrezuelo jaja.

xIfYouSaySox: Hola! No te preocupes por el retraso se comprende jajaja! Te agradezco mucho el tiempo que te tomas para dejar un comentario J Jaja Hablando de mi colab con Adry es un fic al que le estamos poniendo mucho ánimo y estamos muy entusiasmadas con él, sólo que ambas estamos escasas de tiempo y saturadas de trabajo pero hacemos lo mejor que podemos, ya sabes yo con mis mil fics en cola y ella con la maravilla llamada "Cuerpo Cautivo", esperamos que "Crystal Eyes" llene la expectativa de los lectores que prometemos será una historia bastante diferente. Ya me contarás.

Ahora a "Te Perdí" y "Vivir por ella"

Owww me siento halagada de que tengas en tan buen aspecto a mi pequeña saga que hago con mucho cariño para ustedes. Tienes razón, habrá más amor. Si necesitas pañuelos siempre habrá una caja por aquí, aunque creo que en los siguientes capítulos optaré por dejar un frasco de nutella o mermelada de zarzamora por aquí para que puedan untársela a Leon, que les prometo ¡van a querer comérselo! Lo voy a redimir. :3

Querida, quizás pienses que soy una ignorante, pero de cine me declaro incompetente, con trabajos he visto algunas películas y Star Wars pfff creo que sólo he visto una y una vez en mi vida nada más jajaja Prometo actualizarme con los temas del séptimo arte en mis próximas vacaciones.

Espero y te guste el episodio!


"En el faro de tu amor,

en el regazo de tu piel,

me dejo llevar al Sol.

Es que no hay nadie como tú que me haga sentir así,

en un arrullo de estrellas.

Te lo digo desde el alma, con el corazón abierto…

Eres mi amor eterno,

mi ángel de la guarda.

Te lo digo desde el alma,

con el corazón abierto…"

Zoé, Arrullo de estrellas.


CAPÍTULO 2: ¿FELIZ NAVIDAD?


Abrí los ojos con dificultad, mientras el resplandor de la luz que se filtraba por la ventana calentaba mis párpados y los pintaba de rojo. Esa habitación blanca llenó por completo mis pupilas y después enfoqué mi vista en la chica que dulcemente me tomaba el cabello por la frente y me acariciaba el rostro con ternura.

Buenos días. —Saludó con dulzura.

Buenos días. —Respondí con voz somnolienta.

¿Cómo te sientes? —Preguntó con cierta preocupación.

Como nuevo. —Exageré para tranquilizar su ansiedad. —¿Tú has dormido un poco?

Sí. —Contestó casi en automático.

Supe que estaba mintiendo. Debajo de sus ojos azules noté las sombras oscuras que delataban su cansancio.

Claire, estoy bien. Ve a casa a descansar un poco. —Le pedí rodando los ojos.

Sabes perfectamente que no me iré a casa hasta que vengas conmigo. —Dijo la obstinada pelirroja.

Bien.

Y poniéndome de pie como pude, puse los pies descalzos en el suelo e intenté quitarme la intravenosa.

¿¡Pero qué rayos estás haciendo, Leon Keneddy!? —Gritó Claire comenzando a ponerse histérica.

Dijiste que no te irías a descansar hasta que yo fuera contigo y es justamente lo que haré. —La reté mientras miraba sus ojos incrédulos sobre mí.

¡Vuelve ahora a esa cama, Scott!

La pelirroja sabía perfectamente cuánto odiaba mi segundo nombre, y sólo lo usaba cuando comenzaba a ponerse furiosa. La fulminé con la mirada y me senté enfurruñado nuevamente en la cama. No estaba dispuesto a rendirme pero al parecer ella tampoco.

Permanecimos dándonos miradas envenenadas el uno al otro hasta que la puerta de la habitación se abrió y una enfermera entró trayendo consigo una charola de comida.

La enfermera saludó amablemente y colocó frente a mí la bandeja con el desayuno. Comprobó la intravenosa y después de preguntar si necesitaba algo se retiró para dejarnos nuevamente a solas a Claire y a mí.

Tenía hambre, pero mi estómago apetecía huevos fritos con mucho tocino y no melón picado con gelatina y una taza de té que probablemente tendría sabor a calcetín. Di un respingo al ver mi desayuno y lo hice a un lado negándome rotundamente a comerlo.

Mi compañera se dio cuenta de mi renuencia a ingerir alimentos, así que decidió tomar una cuchara y tomó la gelatina roja entre sus manos para cortar un trocito y llevarlo directo a mi boca. Volteé la cara negándome a comer algo y ella sonrió ligeramente ante mi actitud.

Claire, no soy un lisiado ni tampoco un bebé para que tengas que alimentarme, puedo hacerlo por mí mismo.

La chica rodó los ojos y contestó.

Pues estás comportándote justamente como un bebé al no querer comer nada, cuando sabes perfectamente que debes ingerir alimento.

No me gusta la comida de hospital. —Me quejé cruzándome de brazos.

Y a mí no me gustan los chicos berrinchudos y menos los que miden casi dos metros. Anda, abre la boca.

Volví a negarme y seguí volteando mi rostro hacia el lado contrario.

Muy bien, Scott. Te estás haciendo el difícil.

Diciendo esto, la pelirroja dejó a un lado el postre y me tomó la cara entre las manos para forzarme a mirarla.

Y sin decir más, estampó sus labios sobre los míos, besándome por sorpresa, dejándome totalmente fuera de batalla. Correspondí gustoso al juego de su boca, reconociendo para mí mismo que la Redfield estaba a punto de ganarme la partida.

Se separó de mí para dar un respiro, junto su frente contra la mía y susurró lentamente.

¿Ahora comerás algo?

Sabía que ese beso no era gratis, pero yo también tenía mis tácticas.

Y sin previo aviso, la tomé por la cintura y la tumbé bruscamente a mi lado, forzándola a que su cuerpo quedara justo encima del mío, sin darle tiempo a que reaccionara.

Yo también puedo salirme con la mía. —Ronroneé en su oído ejerciendo más fuerza sobre su cintura para inmovilizarla. — ¿Sabes? Siempre quise hacerlo en un cuarto de hospital… Sólo hace falta que te disfraces de enfermera.

¡Leon!—Dijo volteándose enseguida y fulminándome con la mirada, sonrojándose. —¡¿Estás loco?! Tienes una herida de bala y las instrucciones fueron claras de que debías descansar.

Lo sé, pero el doctor jamás dijo nada sobre tener sexo con mi novia. —Mencioné con voz seductora a la vez que metía ambas manos debajo de su blusa y comencé a buscar en su espalda el broche del sujetador.

Claire se aprovechó de mi desventaja al estar postrado en la cama y me sujetó ambas manos con las suyas inmovilizándome mientras ella se ponía de pie nuevamente.

Has sido un niño muy malo, Scott… Fue un buen intento.

Volvió a tomar de nuevo el postre e insistió nuevamente con la cuchara. Muy en contra de mi voluntad abrí la boca y comencé a masticar el bocado. Contrario a todo pronóstico esa gelatina de frambuesa no era tan mala.

Dejé de lado mi mal humor y empecé a comer mi desayuno. No estaba mal, pero no era la comida lo que despertaba mi apetito, sino la persona que me atendía. Claire, ese ángel que se cruzó en mi camino, se aseguraba de darme los mejores cuidados y atenciones, demostrándome con amor lo mucho que se preocupaba por mi bienestar y cuánto haría por mejorar mi salud. Aunque confieso que no eran necesarios tantos mimos, me gustaba que ella me consintiera, haciéndome sentir que yo era único en el universo, al menos en el de ella.

Nunca había sido tan placentero sentirme amado.


Llevaba veinticinco minutos atascado en el tráfico sin poder avanzar. Estaba comenzando a impacientarme y la gélida temperatura del exterior no ayudaba demasiado, a pesar de tener encendida la calefacción. Maldije para mis adentros por no haber traído un abrigo más grueso. Había más tráfico que de costumbre y con justa razón; era veinticuatro de diciembre. Toda la gente compraba los regalos, comestibles para la cena, adornos y demás preparativos para la cena de Noche Buena y mañana de Navidad, y no era para menos, las fiestas decembrinas son una de las pocas ocasiones en que las familias se reúnen para convivir y celebrar. Mientras permanecía inmóvil en el tráfico, observé a algunas familias pasear por las calles felizmente, a pesar de la nieve y el frío de afuera los alegres escaparates, las luces de colores, todo anunciaba alegría y felicidad. En cierta forma me dio un poco de envidia y nostalgia mirar a todas aquellas personas, ya que hoy "Leon el Grinch" no celebraría Navidad y en cambio me quedaría a hacer guardia en la D.S.O. Normalmente nadie laboraba en estas fechas, pero en esta ocasión al estar las cosas tan tensas en la guerra civil de Edonia, el servicio de Seguridad tenía que estar al pendiente de cualquier movimiento, por lo cual alguien tenía que quedarse a vigilar.

Voluntariamente me ofrecí a cubrir turno, ya que no me apetecía visitar a mi hermana que residía en Alaska— además de que mi cuñado que no era de mi agrado—, prefería congelarme el trasero aquí en Estados Unidos que en el Polo Norte, y visitar a mis padres tampoco era opción, ya que se encontraban de crucero en las aguas del Pacífico. Estando así las cosas, trabajar era la opción más viable.

Después de más de una hora de conducción, logré llegar a las instalaciones de la D.S.O.

Todo el edificio estaba casi completamente vacío de no ser por dos vigilantes de la entrada y la recepcionista que sólo estaría ahí hasta medio día. Saludé amablemente y me encerré en mi oficina para prepararme una jarra de café caliente. Sólo necesitaba un poco de música en el estéreo y estaría todo listo para ponerme a trabajar. Por suerte tenía en la oficina el álbum "Unplugged in New York" de Nirvana y era una excelente opción para amenizar mi día.

Cuando la música y el café estuvieron listos, encendí el ordenador para leer unos cuantos informes que me habían enviado sobre el conflicto bélico de Europa del este y comencé a leer con detenimiento.

Mencionaba como antecedentes a varios grupos rebeldes en contra del gobierno, pero posteriormente también hacía hincapié a ciertas mutaciones de personas que eran usadas como armas biológicas, tenían el nombre de "J'avos". Por lo que pude ver en las imágenes, algunos eran especies de humanoides con alguna deformidad en las extremidades. Al parecer eran más inteligentes que "las plagas" pero menos violentos que los "majini". Se sabía muy poco o nada sobre estos nuevos especímenes, por lo que habría mucho trabajo que hacer con respecto a la investigación de estas B.O.W.'s

"The man who sold the world" resonaba por mi despacho, cuando de repente alguien entró a mi oficina sin tocar. Definitivamente era una visita que no me esperaba. Ahora frente a mis ojos estaba el mismísimo consejero de Seguridad, Dereck C. Simmons, que pasaba por el umbral de mi puerta con su misma arrogancia y petulancia de siempre.

—Kennedy, ¿trabajando en Navidad?

Por más que trataba, ese hombre me sacaba de quicio. A pesar de su tono de voz amable y sonrisa fingida, no me tragué ni una sola palabra de su presunta cortesía. Simmons era de ese tipo de personas que toda la vida miran a los demás por debajo del hombro y sólo bajaba la mirada cuando necesitaba algún favor. Me pregunto a qué diablos habrá venido.

—El deber es primero. —Respondí a la vez que me ponía de pie.

—Veo que te tomas muy en serio la labor de ser la cabeza de la D.S.O. —Comentó ese sujeto pendenciero mirando con detenimiento mi escritorio de caoba.

—Ningún trabajo es pequeño, y todo lo que está bajo mi responsabilidad siempre será tomado en serio. —Contesté con la misma serenidad de siempre.

—Bien contestado. Ahora comprendo porque Adam confía tanto en ti.

No respondí. ¿Era tan difícil limitarse a decir qué quería y largarse? La sola presencia del Consejero de Seguridad me irritaba. Al no escuchar una respuesta de mi parte, tomó uno de mis corceles de cristal cortado que adornaban mi escritorio y lo sostuvo con sus callosas manos.

—Muy bien Kennedy, estoy de acuerdo contigo en que el trabajo no se debe descuidar. Yo también hago lo propio y como Consejero de Seguridad, vine a supervisar si hay algún nuevo hallazgo en cuanto al conflicto armado en Europa del Este.

— ¿Hallazgo? —Repliqué en afán de sacar un poco más de información.

—Me refiero a si han encontrado al causante de las mutaciones llamadas J'avos. ¿Aún no se sabe nada, o conocen algún virus o bacteria que las provoque?

Este sujeto definitivamente era un lunático. Desde que yo estaba al frente de la D.S.O. jamás se había aparecido ni si quiera para preguntar sobre la estabilidad del país, y ahora resultaba que estaba preocupado por la seguridad de los Estados de Europa del Este. Simmons siempre me había dado mala espina y empezaba a sospechar que algo se traía entre manos, pero realizar una acusación de tal calibre a uno de los hombres más importantes de la nación no era cosa sencilla y mucho menos sin tener pruebas. Por lo pronto, sólo me quedaría con mis dudas.

—Ninguno, señor. Conozco lo mismo que usted.

Dereck colocó de nuevo en el escritorio mi figura de cristal y se rascó el mentón. Probablemente esperaba escuchar alguna respuesta satisfactoria o no sé qué diablos. De repente su móvil empezó a sonar y se disculpó para salir a contestar.

Dejó la puerta de mi oficina abierta y se alejó unos metros para responder. A la distancia a la que me encontraba me era imposible escuchar algo de la conversación ajena, pero por sus gestos y movimientos de manos, supe que no era algo que le agradase. Colgó de mala gana y regresó dando zancadas a mi oficina.

—Kennedy, debo retirarme. Pero por favor te pido que si encuentras alguna novedad respecto a la guerra civil de Edonia, realices un informe detallado y me lo hagas llegar.

¿No quieres también un masaje en los pies, hijo de perra?

—Por supuesto. —Respondí a regañadientes.

—Muchas gracias. Feliz Navidad.

Diciendo esto, Dereck C. Simmons dio media vuelta y se fue de mi oficina.

Ese bastardo cada día era menos de mi agrado. Estaba muy equivocado si creía que yo era su empleado y que iba a enviarle un informe de mi investigación sobre los J'avos. ¡Qué se lo pida a su puta madre!

La presencia de ese individuo en mi oficina me estresó por un momento, pero decidí olvidarme de él y volver a concentrarme en mi trabajo. Dejé el asunto de Europa del este a un lado, y me enfoqué en mis asuntos pendientes.

La tarde se pasó volando mientras elaboraba un reporte sobre mi misión más reciente acontecida en Filipinas, cuando de repente me di cuenta que para terminar el expediente, me hacían falta unos documentos firmados por el Presidente que seguramente estaban almacenados en el archivo. ¡Genial!

Me levanté refunfuñando de mi silla, ya que tendría que salir de mi oficina cálida para dirigirme a la húmeda y oscura habitación donde se encontraba el lugar de archivo. Salí de mi cubículo, caminé unos pasos para dirigirme hacia las escaleras y llegar hacia el sitio donde se hallaban los documentos, cuando de repente escuché voces resonar en el vestíbulo del edificio.

Al juzgar por el sonido, me di cuenta que probablemente se trataba de una discusión nada amable, por lo que me di prisa para averiguar qué era lo que estaba pasando.

Llegando al recibidor, noté a los vigilantes bloqueándole la entrada a una mujer que llevaba puestos unos jeans oscuros, botas de nieve, y un abrigo de color claro que cubría la mitad de su cuerpo. Con esas pocas pistas, nadie habría identificado la identidad de la fémina que estaba causando el alboroto, pero cuando distinguí una larga cabellera pelirroja ondear con el viento, hubiese reconocido a esa chica incluso a kilómetros de distancia.

—Claire…

No tenía ni la menor duda que se trataba de ella. A pesar de que ya había pasado algún tiempo desde la última vez que la vi en aquella fiesta en Beverly Hills pude reconocerla de inmediato. Su melena ahora le llegaba a las caderas y también estaba más delgada, pero definitivamente, se trataba de la Redfield. Pero la pregunta era, ¿qué estaba haciendo aquí? Dudé mucho que se tratara de ese proyecto de Terra Save del que Adam me había comentado, ya que de ser así, seguramente no se tomaría la molestia de venir personalmente y mucho menos en Navidad.

Mientras me acercaba, observé que uno de los guardias intentaba apartarla con sus manos y eso me enfureció. Mi consciencia se quedó totalmente fuera de sí.

Salí como toro en plaza antes de que el vigilante le pusiera una mano encima a la chica de cabellos de fuego, y lo tomé bruscamente por los hombros, totalmente colérico, ante los ojos sorprendidos del otro guardia y la chiquilla.

—Se-señor Kennedy, la señorita trata-trataba de ingresar por la fuerza al edificio cuando le dijimos claramente que hoy no se encontraba la señora Hunnigan. —Se defendió entre tartamudeos el pobre individuo.

—Escúchame bien. Ella es la señora Claire Redfield, quiero que la observes con detenimiento, porque la próxima vez que le niegues la entrada al edificio, no importa la hora que sea, puedes irte despidiendo de tu trabajo, además de que tendrás serios problemas conmigo. ¿Está claro? —Rugí con voz potente, intimidando con creces a los dos hombres.

Nunca solía ser autoritario o amenazador con los empleados, pero en esa ocasión, al mirar lo poco caballerosos que se habían portado con Claire, me enfadó y no podía dejarlo así.

Con la misma brusquedad, solté al hombrecillo que se hizo a un lado para dejar pasar a la pelirroja que sin quitar su expresión de susto, se lanzó repentinamente hacia mis brazos, acurrucándose en mi pecho y tomándome con sorpresa.

De todo lo que me había pasado en el día, la aparición de Claire en la D.S.O. y su drástica expresión de afecto, fue lo que más me desconcertó. No sabía cuál era el motivo de este impulsivo abrazo, pero el sentir nuevamente su piel cálida contra la mía, su respiración en mi pecho y sus manos aferradas en mi cintura, fue como derribar de un solo golpe todos mis muros de frialdad y en su lugar dejó una fuente de sentimientos encontrados derramándose y expandiéndose por todo mi cuerpo. La ira que había sentido momentos atrás se había esfumado tan rápido como llegó y de repente en mi mundo sólo existió ella. Toqué su cara con mis manos y noté que su piel estaba demasiado fría, señal de que probablemente ya llevaba tiempo afuera.

—Claire, estás helada. —Le dije con preocupación tomando sus manos entre las mías para intentar calentarlas.

—Leon… Por favor, tienes que ayudarme. —Dijo entre sollozos la Redfield aferrándose a mí como si fuese una niña asustada.

Agaché mi rostro para mirarla y noté que las lágrimas se escurrían por su rostro casi involuntariamente. Me quedé pasmado y sobre todo angustiado de no saber qué era lo que le ocurría. Al mirar sus ojos asustados y su quijada temblorosa supe que algo realmente malo tuvo que haber pasado para que ella se comportara de esa manera.

—Claro que sí, pero por favor vamos a mi oficina. Aquí hace frío y vas a resfriarte. —Contesté a la vez que limpiaba sus lágrimas con mis pulgares.

Ella asintió y nos dirigimos rápidamente hacia mi cubículo.

Al entrar a mi despacho, cerré bien la puerta y la Redfield se sentó en una de las sillas de mi escritorio, mientras trataba de calmarse a sí misma. Tomé asiento frente a ella y me quedé mirándola detenidamente. Nunca la había visto tan mal.

—Claire…—Pronuncié su nombre con el tono de voz más dulce que podía usar con mi garganta. — ¿Qué está pasando? ¿Por qué estabas buscando a Hunnigan?

Ella se volteó a mirarme y suspiró hondo. Inhaló y exhaló una vez más y cuando estuvo lo suficientemente tranquila para hablar, respondió:

—Vine a buscar a Ingrid porque necesitaba que me ayudara urgentemente a realizar un rastreo. Se trata de Chris y Piers. Están en la guerra civil de Europa del Este, en el Alpha Team por parte de la BSAA. Hace un rato me informaron que perdieron contacto con ellos y no logran restablecer algún tipo de comunicación… En la BSAA no pueden darme ninguna información y estoy desesperada Leon, no sé qué pasó con mi hermano y con mi esposo, y quería pedirle a Hunnigan que me ayudará a rastrear a Chris y a Piers mediante algún sistema de la D.S.O. ya que en Terra Save las líneas aún son muy deficientes y no puedo hacer nada… —Explicó la Redfield sollozando y continuó: — ¡Por favor, Leon! Te suplico que me ayudes, necesito saber algo de mi hermano y mi esposo, te lo ruego…

La declaración me estaba destrozando. Sin duda este era mi karma por todas las veces que me había portado como un bastardo en mi vida. Me destruía el saber que Claire se encontraba tan mal porque estaba preocupada por su hermano, —ella siempre era sobreprotectora con Chris— pero sobre todo me lastimaba lo mucho que se afligía por Nivans. Su notable angustia era la prueba tangible de lo mucho que estaba enamorada de su marido y que a la vez destruía mis últimas esperanzas. Sentí una pizca de celos y una buena dosis de dolor al confirmar una vez más que ya nada quedaba de aquél amor que un día la pelirroja había sentido por mí, y que ahora no quedaban ni las cenizas. Recordé con amargura que esa misma preocupación y ansias que ahora sentía por su cónyuge solía ser la misma o un poco más de la que tenía por mí cuando salía de misión. Pero a pesar de ello, no podía negarle mi ayuda. Yo podría sufrir todo lo que me merecía por cabrón, pero no soportaba que Claire pasara por lo mismo, ella siempre había sido buena y generosa con todos y no merecía ningún mal. Me mataba más el sufrimiento de la pelirroja que el propio, y no permitiría que esos ojos azules volvieran a reflejar tristeza nunca más. Ahora sabía que era cierto que el amor no era nada sencillo.

—Cuentas conmigo… —Respondí con la mayor entereza que pude disimular a pesar de que me estaba muriendo por dentro.

—Muchas gracias, Leon. —Agradeció ella con humildad, y mirándome con ojos tiernos que me perforaban el pecho.

De nuevo hice uso de todo mi autocontrol para que Claire no notara que me estaba lastimando involuntariamente, y levanté el teléfono para comenzar con mi labor.

— ¿En qué parte de Europa del este se encontraba exactamente el Alpha Team cuando perdieron contacto?

—En Edonia. —Contestó la chica en automático.

Enseguida una voz al otro lado de la línea respondió mi llamada y comencé a solicitar la información que necesitaba.

—Habla el agente Leon S. Kennedy, superior de la División de Operaciones de Seguridad en los Estados Unidos de Norteamérica. Necesito información urgente sobre el equipo de la BSAA enviado desde Norteamérica a Edonia… Se trata del equipo Alfa, en específico del capitán Christopher Redfield y el teniente Piers Nivans… —Me provocó un leve dolor estomacal el pronunciar el nombre de este último, pero tenía que hacerlo por ella. — La clave de mi PDA es KL7689472, envíen toda la información que puedan a la brevedad, por favor. Gracias.

Cuando finalicé la llamada, me di cuenta de que la Redfield temblaba en su asiento de pies a cabeza, sin poder controlarse. En la habitación la temperatura era cálida por lo que supuse que eran los nervios lo que no la dejaban tranquila.

—Claire, tienes que calmarte. Pronto tendremos noticias. —Comenté en afán de tranquilizar a la pelirroja.

—Es que no puedo Leon, no puedo… —Dijo ella negando con la cabeza.

Necesitaba ayudarla a tranquilizarse. Saqué una taza de uno de los muebles de mi oficina y puse agua caliente en ella. Recordaba perfectamente que la Redfield siempre criticó mi afición por el café americano, por lo que evité ofrecerle un poco de mi bebida. Busqué entre los cajones y por suerte encontré unos cuantos sobres de té verde y saqué uno para colocarlo en el recipiente. Tomé una cuchara para ponerle dos cucharaditas de azúcar que era como ella lo prefería y lo preparé a su gusto. Ese tipo de detalles jamás se olvidan.

Le di la taza de té verde, a lo que ella agradeciendo dio un sorbo y suspiró profundamente. Al parecer había atinado en la preparación de la bebida.

— ¿Te sientes mejor?—Pregunté mientras bebía su té.

—Sí. Muchas gracias.

Decidí no importunarla más y dejarla tranquila degustando su té. Fue cuestión de sólo unos minutos para que mi PDA empezara a vibrar, señal de que había recibido un nuevo correo electrónico. Claire se dio cuenta de esto y comenzó a mirar el dispositivo que yo llevaba en las manos. Abrí unas imágenes que estaban como archivos adjuntos en el informe y no pude evitar levantar las cejas de le impresión. No me gustó nada de lo que vi.

Era el retrato de una ciudad de grandes construcciones completamente en ruinas. Había incendios y escombros por todos lados que reflejaba que el conflicto bélico en verdad estaba tornándose peligroso. Si no fuera porque el pie de foto revelaba que se trataba de Edonia, juraría que era una imagen de cualquier ciudad destruida durante la Segunda Guerra Mundial. El panorama no se mostraba amable.

Mirando más imágenes y descripciones descubrí que ese día se había llevado una batalla importante entre la BSAA y los grupos guerrilleros. Me dejó perplejo cuando miré la fotografía de un helicóptero militar trasladando una abominación del tamaño de un edificio, lista para atacar a todo lo que se moviera. ¿¡Pero qué mierdas estaba pasando en Europa?! ¿Quién carajo podía estar detrás de todo esto?

Había el reporte de una baja en el equipo de la BSAA pero se trataba de un soldado que estaba de reconocimiento en solitario por la zona. No había ninguna otra baja que hubiese sido notificada.

— ¿Leon, qué está pasando? —Pidió la Redfield cuando notó que no articulaba palabra y sólo me estaba limitando a revisar el documento.

Tenía que suavizarle las noticias. No podía mentirle pero tampoco creí que era buena idea mostrarle las imágenes de la situación real en esa guerra civil.

—Hubo un altercado entre la BSAA y los grupos guerrilleros. Liberaron una B.O.W. peligrosa para que atacara a los militares pero afortunadamente, lograron librarse de esa. Se reportó únicamente una baja de un soldado que estaba de reconocimiento en la zona; John Stewart. El Alpha Team sigue desaparecido, pero no hay ninguna otra baja de soldados norteamericanos que se haya reportado al sistema de seguridad.

Claire se llevó las manos al rostro, abatida. Al parecer la información que yo le había brindado no le ayudaba de mucho, o mejor dicho en nada.

—En Europa apenas está amaneciendo, debemos de tener paciencia. Te prometo que no dejaré de insistir hasta que demos con el paradero de Chris, y… —Me interrumpí un poco, me costaba demasiado usar esa palabra, —Y de tu esposo.

Me miró conmovida. No me gustaba estar en el lugar del ex enamorado, pero haría todo lo que estuviera en mis manos en afán de consolarla.

—Se está haciendo tarde. ¿Trajiste tu auto? —Pregunté mientras cerraba las persianas de mi cubículo.

—No, lo dejé en el garaje de mi casa. Me sentía imposibilitada para conducir y tomé un taxi. —Negó con voz trémula.

—Excelente. Te llevaré a casa.

La chica no protestó y mientras cerraba la oficina, tomé las llaves de mi Mustang y nos dirigimos hacia el estacionamiento. Le abrí la puerta del copiloto con los mismos protocolos de caballerosidad con los que me manejaba como cuando vivíamos juntos y ella no protestó. Encendí la calefacción del auto y arranqué el motor conduciendo de entre las calles llenas de nieve.

Todo el camino transcurrió en silencio, excepto cuando pregunté su domicilio que se ubicaba justo en el lado opuesto de la ciudad en donde yo tenía mi departamento. Entonces cuando nos acercábamos a una de las calles para llegar a la residencia de la Redfield notamos que la calle estaba bloqueada, la nieve nos había hecho una mala jugada y el camino estaba cerrado.

— ¡No puede ser! —Exclamó furiosa al mirar que no había manera de ingresar a su hogar.

Me alcé por encima del asiento buscando alguna manera de poder pasar pero no encontré ninguna. Debido a las fechas, sería difícil que alguien comenzara a laborar a estas horas restantes de veinticuatro de diciembre y probablemente también el día de mañana. Además que sería un trabajo que tomaría algunas horas y que causaría bastante molestia para los vecinos. Era imposible ingresar al hogar de mi ex novia.

—Leon, ¿tendrías algún problema con llevarme a algún hotel?

¿Acaso no me conocía lo suficiente? Está bien que me haya comportado como un patán en el pasado, pero también tenía algunas virtudes, y una de ellas era apoyarla hasta el final. De ninguna manera iba a dejarla sola ahora. Lo siguiente que iba a decir, era sin duda lo más sensato que podía hacer en esas circunstancias del tiempo tan inclementes, pero no sabía de qué manera expresarlo para que Claire no lo tomara a mal.

Me quedé con las manos aferradas al volante con fuerza por un momento, eligiendo cuidadosamente cada una de mis palabras. Si la Redfield razonaba las opciones sabía que no tendría otro remedio más que aceptar.

—De ninguna manera. Nos vamos a mi departamento. —Solté de manera determinante.

Claire levanto una ceja y se quedó sin palabras, a lo que yo me sentí en la necesidad de explicar.

—Ahora no estás en condiciones de quedarte sola y no voy a dejarte así. Además, si tenemos alguna noticia de la B.S.A.A. ten por seguro que me la harán saber enseguida y así podremos estar al pendiente.

Se mordió el labio. Obviamente la chiquilla estaba en una encrucijada y no la culpaba. Por mucho que lo detestara admitirlo, ella era una mujer casada y pasar una noche en casa del ex no parecía ser algo fácil de decidir, aunque de ninguna forma, a pesar de ser un cabrón, pretendía aprovecharme de la situación. Claire se había llevado una impresión bastante mala de mí como para arruinarlo aún más.

—No sé…

—Por favor, déjame ayudarte. Confía en mí, por favor… —La supliqué con la mayor sinceridad que pude reflejar.

Dudó por unos segundos, pero al final sabía que no podría manejar esto ella sola. Me necesitaba y yo estaría ahí para ella, aunque esto conllevara un dolor de por medio para mí.

—Está bien.

No la cuestioné dos veces. En cuanto la Redfield accedió conduje en retroceso hasta mi departamento, manejando un poco más rápido de lo acostumbrado por temor a que ella se arrepintiese, pero no sucedió. De vez en cuando hacia una que otra pregunta casual para bajar un poco la tensión de nuestro viaje pero a leguas se podía sentir la incomodidad entre nosotros. Mientras conducía estaba recordando los comestibles que tenía en la alacena. Por suerte había hecho las compras del supermercado un día antes, lo que fue un punto a mi favor. Recordé que tenía un poco de pasta en el refrigerador, y también había adquirido un paquete de lasaña precocinada. Había vegetales también. Sólo sería cuestión de meter la comida al horno y preparar una ensalada para tener una cena decente.

¿Quién lo diría? Por azares del destino pasaría navidad con el amor de mi vida, aunque no en las circunstancias que yo quisiera. Pero algo es algo ¿no?

En cuanto llegamos al edificio donde vivía, aparqué el auto en mi lugar de estacionamiento y me apresuré para abrirle la puerta a mi acompañante. Caminamos en silencio hasta el ascensor a la vez que buscaba las llaves en el bolsillo de mi pantalón. Me adelanté unos pasos para abrir la puerta y ella se introdujo tímidamente.

Dio una mirada retrospectiva hacia el lugar. Siempre había sido un hombre de limpieza y orden, por lo que encontró mi piso totalmente pulcro e inmaculado.

—Siéntate por favor.

Ella obedeció y se quedó sentada en el sofá principal.

— ¿Te importa si te dejo sola unos minutos? Iré a preparar la cena y enseguida vuelvo. —Dije a la vez que colgaba mi chaqueta en el perchero y me dirigía a la cocina.

—Leon, eres muy amable, pero no tienes que hacer esto. —Respondió ella evidentemente incómoda.

—Por favor, Claire. Quiero hacerlo. Además, —comenté para tranquilizarla un poco, —si tienes tanta hambre como yo, tengo que apresurarme. Cocino muy bien.

—Al menos déjame ayudarte. —Insistió intentando ponerse de pie.

Negué con la cabeza.

—Quiero presumir mis habilidades culinarias por lo menos una vez. ¿Sí?

La pelirroja sonrió y yo me quedé embobado. ¡Cómo amaba esa sonrisa!

Al parecer, mi pequeño ángel se sintió un poco más cómoda y se relajó en el sofá, encendió el televisor y se puso a mirar el canal de noticias. Afortunadamente por ser la fecha qué era en el noticiero no informaron nada de la guerra que sacudía a una parte de Europa y sólo televisaron información amable sobre las diversas festividades navideñas en el mundo. Al menos eso la mantendría distraída de la preocupación que la aquejaba.

Ahora estaba en un problema real. Había alardeado sobre ser un excelente cocinero cuando en realidad nunca había cocinado una lasaña, ni siquiera precocinada. Leí con cuidado las instrucciones y parecía ser muy fácil, pero yo, que quemaba incluso el agua para mi café por las mañanas, estaba en un lío serio. Si había sobrevivido todo este tiempo era gracias a la señora Maxwell que era la buena mujer que se encargaba de la limpieza de mi departamento y también de cocinarme alimentos para toda la semana. ¡Bien Kennedy, eso te pasa por fanfarrón!

Saqué con cuidado un recipiente para meter al horno y fui colocando las láminas tal y como decía las instrucciones, a la vez que las remojaba en la salsa. Iba colocando uno a uno los ingredientes a la vez que me guiaba de la mejor herramienta de un hombre cuando está atrapado en situaciones difíciles: Yahoo respuestas.

Seguí las instrucciones de la caja y las de internet al pie de la letra y metí la lasaña al horno. Cuando terminé le di cinco estrellas al usuario que explicaba el procedimiento y me sentí orgulloso de mi mismo cuando miré que estaba dando resultados. Mientras la lasaña terminaba de cocinarse, saqué la pasta del refrigerador para colocarla en un recipiente y después sacar también unos cuantos vegetales para hacer una ensalada de acompañamiento. En verdad me estaba esforzando por quedar bien con Claire.

Luego de un rato de batallar con una lechuga y cortar unos cuantos champiñones, había preparado una ensalada que tenía muy buena pinta. Pronto el olor de la lasaña comenzó a impregnar todo el departamento y yo no podía sentirme más orgulloso. Había cocinado la cena de navidad y al parecer todo estaba saliendo bien.

Usando un trapo húmedo saqué la lasaña del horno y la coloqué sobre la barra de la cocina. La comida estaba lista y sólo me faltaba poner la mesa para servirse.

Saqué una vajilla que jamás había usado antes, —regalo de mis padres desde la primera vez que me había aventurado a vivir solo, —y me dispuse a acomodar los platos, cubiertos y vasos, para finalmente llamar a la pelirroja para que viniese a cenar.

Cuando todo estuvo preparado, me dirigí hacia la sala para informarle a mi invitada que la comida estaba servida, pero en seguida, desistí de mi idea. Encontré a Claire profundamente dormida en el sofá, acurrucada sobre uno de los cojines, totalmente en posición fetal. A pesar de que estaba ansioso porque probara la cena que con tanto esmero había preparado para ella, no tuve corazón para despertarla. Mirándola así, indefensa, tranquila, con esa expresión de serenidad que mostraba cuando estaba dormida, me hizo sentir una profunda paz y ternura, que incluso pasó por mi cabeza la idea de quedarme allí con ella, contemplándola toda la noche, admirando su respiración regular y su belleza genuina.

La temperatura poco a poco iba descendiendo de sobremanera y no iba a dejar que Claire durmiera en el sofá de la sala. Yo dormiría ahí y ella se quedaría en mi recámara.

Apagué el televisor usando el control remoto y con cuidado de no despertarla, cargué a la Redfield en brazos para desplazarla hacia la cama de mi alcoba. Una sensación de euforia me recorrió el cuerpo cuando la tomé para levantarla, sintiendo su peso ligero como si fuese algo natural. En el pasado la había llevado en brazos tantas veces que era casi común, pero ahora en todo este tiempo de ausencia, aprendí a valorar cada instante que pasaba con ella, y volverla a tener tan cerca, parecía algo irreal.

La coloqué con delicadeza en la cama y la arrope con cuidado con el edredón, asegurándome que no tuviese frío a media noche, con la misma atención que una madre con su hijo recién nacido. Cuando estuve a punto de soltarla para retirarme a la sala, noté que ella en sus sueños se aferró más a mí, abrazándome con fuerza a mi cuello. Intenté separarme con suavidad pero la pelirroja no cooperaba. Había colocado bien sus manos detrás de mí, y también acomodó su rostro entre mi pecho, acurrucándose con mi cuerpo, como si estuviese buscando en mí una especie de refugio.

Desde que le había propuesto a Claire pasar esta noche en mi departamento me prometí a mi mismo no actuar como un hijo de puta, pero parecía que la vida quería burlarse de mí y ponerme a prueba. Iba a ser lindo y caballeroso con mi ex, pero esta situación me estaba poniendo los pelos de punta. Estando tan cerca pude estudiarla con mayor detenimiento. Se veía hermosa, insoportablemente hermosa y yo, irremediablemente enamorado. Sus facciones de ángel, su piel de porcelana, su expresión permanente de muñeca… Todo de ella era perfecto.

Allí estaba mi más dulce tentación, dormida a mi lado, respirando en mi pecho, abrazándome, dándome su calor, y yo un hombre con sangre en las venas… El destino no me pudo ofrecer mejor oportunidad, pero no me podía dejar llevar por mis instintos, no ahora que ella estaba vulnerable y desprotegida.

La acuné en mis brazos de la manera que ella estuviese lo más cómoda posible y se recostó en mi hombro, cada vez abrazándose más a mi pecho. Con el dorso de mi mano acaricié dulcemente su rostro de querubín, deleitándome de la suavidad de su piel de seda. Ni en mis sueños más alocados, imaginé que algún día volvería a tener entre mis brazos a mi pequeña pelirroja, pero ahora por un designio del destino estaba aquí conmigo, en mi lecho, durmiendo a mi lado, justamente en la noche de Navidad. Era el mejor regalo que pudiese haber recibido.

—Te amo, Claire... —Le susurré despacio mientras dormía, a la vez que velaba su sueño y se arrullaba con los sonidos de la noche.

Poco a poco el sueño me fue venciendo y los párpados cada vez se hicieron más pesados, hasta que finalmente me quedé dormido plácidamente después de meses, como si el tiempo no hubiese pasado y en ese momento sólo éramos ella y yo.


A/N: Leon y Claire juntos otra vez. Supongo que nadie sospechaba un acercamiento tan rápido. Pobre Leon, esto le duele, pero más le duele ver a su pelirroja sufrir. En el fondo, Leon no es tan imbécil como pensábamos en la historia anterior. Como bien lo comentaron algunos de los lectores en sus reviews esta historia se desarrolla post-durante-pre residente vil 6 así que, si ya han jugando el título notarán que la secuela estará bastante ligada al videojuego. Espero y eso les agrade.

En el siguiente capítulo seguiremos viendo más de Leon y Claire, así que amigos cleonistas creo que esta historia les gustará un poco más que la anterior.

Como saben su opinión para mí siempre será importante así que cualquier duda, opinión, sugerencia o amenaza de muerte no duden en expresarse libremente en los reviews o si lo prefieren por mensaje privado también es válido.

Recomendaciones musicales:

-Arrullo de estrellas/Zoé

-Aunque no sea conmigo/Café tacvba

¡Muchas gracias por leer!