¡Hola! Bien, creo que ya les debía una actualización de esta historia y espero que el capítulo de hoy les sea emocionante. No haré spoiler, así que aguardaré a que lo lean.
No los distraeré más con mis anuncios publicitarios sólo quedándome agradecerles sus comentarios y la buena aceptación que ha tenido esta historia. Así que sin más, ¡disfruten!
PD: Si aquí hay lectores de "Mala Sangre" ya sé que les debo una actualización desde hace mucho, pero compréndanme que para el momento que está pasando la historia, tengo que tener escritos por lo menos los siguientes tres capítulos para no cometer errores, no voy a abandonar el fic, pero ténganme un poco más de paciencia.
Frozenheart7: Querida siempre tus reviews son jodidamente atinados. La sensación amor-odio por Leon es lo más destacable de esto, pero bueno, qué se le va a hacer. Piers, ese hombre es jodidamente adorable, ya lo verás. Y respecto a la sangre y destrucción, hoy tendrás esa dosis jaja! Nos leemos!
Kiss: Tienes razón, LEON ES UN BASTARDO jajajaja! Pero hoy comenzará a pagar poco a poco el precio de sus errores ya lo verás. Gracias por seguir la historia y también gracias por los reviews!
Invitado: Veo que también quieres ver sufrir al agente rubio, y bueno he escuchado sus peticiones y hoy Leon tendrá un mal rato, lo prometo jaja! Gracias por el review y por seguir la historia!
Susara K1302: Sé que amas el Aeon pero Claire no merece esto ;-; Todos tenemos una fijación amor-odio por Leon, y me encargaré que lo sientan aún más en los próximos capítulos. ¡Nos leemos pronto!
"Now that I know what I'm without
you can´t just leave me
breathe into me and make me real
bring me to life."
— Evanescence, Bring me to life.
CAPÍTULO 5: UNA NOCHE INOLVIDABLE
Estaba frente al espejo anudando mi corbata e inspeccionando cada detalle de mi atuendo. El traje negro estaba perfecto, la camisa azul celeste bien planchada, y los zapatos impecablemente lustrosos. No era un hombre que acostumbraba a tomarme tantos detalles con mi imagen pero hoy era importante verme elegante.
En cuanto estuve listo, me retiré a la sala de televisión para esperar a que mi novia estuviera lista también. Sólo fue cuestión de unos minutos cuando Claire se presentó ante mí y mi mandíbula cayó al suelo. Llevaba puesto un vestido de fiesta azul oscuro, con escote pronunciado y totalmente ceñido al cuerpo que mostraban sus curvas bien definidas y embellecían su piel de porcelana. Zapatos de tacón alto, maquillaje discreto, accesorios plateados y su cabellera rebelde peinada con unos rizos estilizados, le daban a la pelirroja un aspecto hermoso, angelical, inolvidable. Por un momento consideré la posibilidad de no asistir a esa absurda fiesta y proponerle quedarnos aquí para pasar una noche romántica.
— ¿Nos vamos? — Preguntó ella bastante complacida a causa de mis miradas lascivas hacia su persona.
Tragué saliva de manera audible y tomé las llaves del auto para conducir hacia el hotel "Paradise City."
Llegamos justo a tiempo a la recepción de la gala organizada por la BSAA y Terra Save, entonces mi novia y yo nos adentramos al salón de fiestas del hotel que estaba atiborrado de gente. A pesar del tumulto de personas, no se podía negar que el lugar era un sitio bastante elegante con mesas condecoradas con flores y moños, servicio de meseros y una decoración digna de un palacio. Se notaba a leguas que el organizador de esta cena había hecho un buen trabajo. Según el programa de eventos, la primera actividad de la noche sería el discurso sobre la misión anti-bioterrorismo, después seguiría la condecoración a los mejores agentes de la primera organización, posteriormente se daría lugar a la cena, para finalizar con el clásico baile anual.
Después de estar unos minutos charlando y saludando a todo el mundo, la Redfield y yo tomamos nuestros asientos en donde compartíamos la mesa con algunos amigos de mi novia, entre ellos estaba la joven Moira Burton. Se notaba a leguas que era una chica rebelde y testaruda, que en cierta forma me recordaba mucho a Claire cuando la conocí en Raccoon City. Tal vez por eso eran tan amigas.
Enseguida, el maestro de ceremonias subió al estrado para tomar el micrófono y dio por iniciado el evento. El director general de la BSAA dio un discurso acerca del propósito de dicha organización, sus objetivos, sus luchas más destacadas, en fin… Fue una charla bastante emotiva e inspiradora pero no le presté demasiada atención ya que esa presentación era la misma de cada año, y me sabía de memoria cada frase que el orador iba a pronunciar.
Después de ese "emocionante" preludio, el hombre que tenía el uso de la voz se dispuso a comenzar la entrega de premios a los soldados más destacados de su organización. Como cada año ya era de esperarse que el primer reconocimiento fuera para mi cuñado; Chris Redfield, a lo cual la pelirroja aplaudía orgullosa los logros de su hermano como si fuese una madre de familia que alardea ante los demás las buenas notas de su hijo. El mayor de los Redfield siempre había sido un hombre reservado, así que se limitó a agradecer el premio y volver a su asiento con la misma seriedad con que lo había recibido. Enseguida se les dio reconocimiento a otros miembros de la BSAA que sí se tomaron enserio sus cinco minutos de gloria y sus agradecimientos se extendieron hasta llegar a sus mascotas. También se celebró la reincorporación de la agente Jill Valentine, que luego de años de tratamiento y rehabilitación después de su secuestro por parte de Albert Wesker, hoy volvía a sus labores militares.
Finalmente, el maestro de ceremonias volvió a tomar la palabra y comenzó a leer un currículum destacado entre los demás, en el cual se destacaban habilidades de de combate certeras, responsabilidad, entrenamiento de élite y una destreza inigualable en cuanto a dotes de francotirador. El dueño de dicha carta de presentación parecía ser un superdotado en la milicia, y después de describir la brillante carrera del soldado, el presentador dio a conocer su nombre y todos los presentes comenzaron a vitorear a su compatriota. Se trataba de Piers Nivans.
Cuando el sujeto que se había convertido en mi dolor de cabeza de los últimos días subió al estrado de premiación, pude observarlo con mayor detalle. Era un sujeto joven, bastante alto y corpulento también. Esa noche llevaba un traje de fiesta oscuro que lo hacía lucir aún más joven y aunque a mí me costara reconocerlo, era bien parecido, aunque con facciones bastante aniñadas para mi gusto, pero que al parecer eran muy del agrado del público femenino de esa noche.
El tal Nivans tomó el micrófono y comenzó a pronunciar un ridículo discurso acerca de sus logros y la mención honorífica de esa noche. Agradeció especialmente a mi cuñado por el aprendizaje adquirido y de igual forma lo hizo con sus compañeros de tácticas especiales. Todos observaban con gran atención a ese zopenco mientras yo mantenía la vista fija en el mantel de la mesa, tratando que la irritante voz de mi rival se desapareciera entre la cortina de mis pensamientos.
— De entre todas las personas a quienes les debo un agradecimiento por esta insignia, quiero dedicar este reconocimiento a una persona especial que me ha ayudado no sólo estratégicamente compartiendo su experiencia conmigo, sino también ayudándome como persona con valiosos consejos y brindándome su apoyo incondicional. Quiero dedicar respetuosamente esta condecoración a la señorita Claire Redfield…
En ese momento mis oídos estallaron.
Entonces las luces se enfocaron en nuestra mesa con todas las miradas sobre la pelirroja. A pesar de que ya estaba furioso, pude notar la angustia en los ojos azules de la Redfield que a pesar de que sonreía, no podía ocultar su nerviosismo, sorpresa e incomodidad. Conocía a mi compañera como a la palma de mi mano, y estoy seguro que ella no se esperaba algo así, y sabía perfectamente que estaba preocupada por mi posible reacción. No quería importunarla en ese instante en que todos nos observaban y el imbécil soldado esperaba en el recinto de premiación, tomando la insignia entre sus manos para entregársela a la hermana de su capitán. Muy en contra de mi voluntad asentí levemente para que mi compañera se pusiera de pie y pasara a tomar su obsequio.
Ella volvió a mirarme insegura y yo le volví a confirmar mi decisión. Se levantó de su asiento caminando con timidez hacia la zona de honor, mientras una lluvia de aplausos resonaba a sus espaldas.
Aplaudí sin ganas, forzando una sonrisa mientras no le quitaba la mirada de encima a Piers Nivans, imaginando en mi mente el ruido sordo que haría su cuerpo al caer al suelo cuando yo lo noquera con un puñetazo en la mandíbula.
Claire se acercó algo apenada hacia el lugar y el imbécil la tomó de la mano para ayudarla a subir y entregarle su condecoración. Le dio un cálido abrazo y un beso suave en la mejilla, mientras ella sonreía halagada pero aún alcanzaba a distinguirse su incomodidad. Todos dirigían miradas inquisidoras hacia ese gesto de aparente "amistad" y apuesto que comenzaron a sacar sus conclusiones mientras yo intentaba no retorcerme de ira en mi asiento.
La pelirroja regresó lentamente hacia mi mesa y cuando lo hizo, noté que Piers Nivans aún no le quitaba el ojo de encima, entonces decidí usar ese punto a mi favor. Cuando mi novia estuvo lo suficientemente cerca de mí, la tomé suavemente por el rostro y junté mis labios amorosamente con los suyos en un beso demasiado afectivo que más allá de una caricia, era una advertencia para el estúpido militar.
Besé a mi novia hasta dejarle los labios ligeramente hinchados, y ella pudo notar la doble intención posesiva de mi acto espontáneo, pero parecía no importarle. Después de eso, ni mi pareja ni yo pronunciamos palabra.
Enseguida de ese momento por demás incómodo para ambos, los meseros comenzaron a servir la cena que estaba preparada en tres tiempos; entrada, plato fuerte y postre. La ensalada con verduras y frutos rojos, el Rib Eye y la tarta de manzana con nuez eran suculentos, pero yo no tenía el suficiente apetito como para disfrutar de dichas recetas culinarias. Estaba de muy mal humor y lo único que deseaba era irme a casa.
— Leon, ¿estás bien?
La voz preocupada de Claire me distrajo y volteé a mirarla con la mayor tranquilidad que pude disimular.
— Sí. — Mentí.
La hermana de Chris Redfield no me creyó en lo absoluto y entonces puso su mano suave contra la mía que descansaba sobre mi muslo.
— Cielo, fue muy amable el gesto de Piers al dedicarme su insignia de honor, pero quiero que sepas que en cuanto comience el baile, iré a devolvérsela.
Enarqué una ceja entendiendo poco lo que ella acaba de decir y entonces continuó:
— Yo sé lo difícil que es para ti aceptar mi amistad con él, y me imagino que no la pasaste bien cuando él me entregó su medalla delante de todos, considerando que pudo haber personas que quizás pudieron malinterpretarlo. No quiero que nada de esto te afecte y es por eso que se la devolveré.
Mierda. Me sentí como una mierda. Nunca dejaba de sorprenderme la generosidad y excesiva comprensión que la Redfield siempre mostraba hacia mí. Cada vez que ella me demostraba el amor que sentía, me daba una cachetada con guante blanco sin saberlo. Una vez más, confirmaba para mí mismo, que ella era una mujer que yo no me merecía.
— Gracias, amor. — Me limité a decir, apretando su mano contra la mía.
Ella sonrió y me dio un beso dulce en la mejilla mientras cortaba con su cuchara un pedazo de su tarta de manzana y lo depositaba cariñosamente en mi boca.
Al finalizar la cena, todos los presentes se levantaron de sus mesas para abrir paso al gran baile anual que inició con música electrónica y rítmica, que para mi gusto, era algo ruidosa.
Sabía que Claire era una aficionada del baile y aunque para mí no era una de mis grandes aficiones, sabía hacerlo muy bien, ya que uno de los grandes placeres que se le puede dar a una mujer, es tener un compañero que sepa conducirlas al ritmo de la música.
— ¿Quieres bailar? — Le pregunté a la chica con cabellos de fuego.
— Claro. Pero me gustaría entregarle primero su insignia a Piers.
Asentí de buena gana, sintiéndome halagado de que la Redfield no quisiera quedarse con algo que le recordara a ese patético soldado, y ayudándola a ponerse de pie, se fue directamente de entre las parejas del salón para buscar al agente de la BSAA y devolverle su medalla.
Me quedé absolutamente solo en mi mesa mirando a todos los invitados bailar y divertirse en la pista principal, entre ellos alcancé a distinguir a Barry Burton con su esposa, Rebecca Chambers y su esposo Billy e incluso a mi cuñado Chris Redfield que por increíble que pareciera, ésta vez no tenía su expresión seria e incluso malhumorada de siempre, ésta ocasión se veía muy feliz tomado de la mano con su joven novia, la chica que fue su compañera en su misión de África. Por un momento, llegué a dudar de la heterosexualidad del hermano de mi novia a causa de su larga temporada que permaneció soltero, pero ahora debía reconocer que después de todo, mi cuñado tenía muy buen gusto.
Pasaron varios minutos, muchos de hecho, y la pelirroja no volvía. Mi impaciencia fue creciendo a medida que la música romántica iba aumentando su volumen y las notas de "You and I" de Scorpions inundaron el lugar. A mí consideración ya había transcurrido un tiempo suficiente y me puse de pie para ir en busca de la menor de los Redfield.
Me levanté de mi silla y comencé a mirar por encima del hombro, buscando por todos lados a la niña de cabellos rojizos o en el peor de los casos, al imbécil de Piers, pero a distancia no pude localizarlos. Esquivando a las parejas que bailaban amorosamente, me fui caminando por los alrededores del salón hasta que terminé registrando el lugar casi por completo. Sólo me faltaba revisar la zona del balcón. Y entonces los vi.
Estando a muchos metros alejados de la entrada del balcón, vi a mi novia con una expresión inescrutable que miraba a un Nivans bastante confundido y al parecer también estaba frustrado. Ambos hablaban algo o quizás tenían una discusión y aprovechándome de que ninguno de los dos estaba prestando atención, me escondí detrás de uno de los pilares de la entrada que me permitían escuchar todo a la perfección.
— Entiéndelo Piers, me halaga mucho que me hayas dedicado tu insignia, pero no puedo aceptarla.
— Pero, ¿por qué no? No tiene nada de malo. — Insistía ese imbécil que se negaba a recibir de regreso su brillante condecoración.
— Yo sé que no tiene nada de malo, pero no quiero que haya malos entendidos.
— ¡Por favor, Claire! ¿Qué hay de malo en aceptar ese detalle? ¿Es tan difícil decir la verdad y admitir que no aceptas mi medalla por tu novio?
— Sabes perfectamente si acepto ese regalo habrá mucha gente que va a malinterpretar nuestra amistad, incluso tú. Y sí, efectivamente también hago esto por Leon, él es mi novio, lo amo y lo respeto.
Debo decir que cuando escuché a Claire defender lo nuestro de ese invasor, mi ego de hombre comenzó a hincharse como una esponja. Ella le estaba dejando en claro a ese patético militar que a quien amaba era a mí y eso me daba una enorme satisfacción. Y más aún cuando miré la decepción clavada en los ojos de ese imbécil que veía a sus esperanzas escapárseles de las manos.
Nivans se quedó en silencio después de que la pelirroja le habló de nuestra relación, aunque notaba que ella no tenía ninguna intención de herir los sentimientos de su "amigo".
— Piers, por favor perdóname, pero no puedo aceptarlo. — Dijo la Redfield menor tomando entre sus manos la insignia y estirando sus brazos para que fuera recibida, pero él se negaba. — Esto no es personal, tú y yo somos amigos…
— Amigos… Ese es el problema.
La menor se quedó confundida por las palabras en voz baja que había dicho su interlocutor y preguntó:
— ¿Por qué es un problema?
— Porque yo ya no quiero ser tu amigo, Claire.
Diciendo esto, él se acercó a ella y tomó las manos de mi novia entre las suyas.
— Sé que tienes una pareja, y que tienes una relación estable con él, pero cariño quiero que sepas que no me voy a rendir. Desde que te conocí no sé que me hiciste y a pesar de que seas la hermana pequeña del capitán no puedo dejar de pensarte un solo minuto. Eres una mujer bella, inteligente, sencilla, lo tienes todo para enloquecer a cualquiera, y aunque en este momento, sólo me consideres un amigo más, quiero que sepas que lucharé por ti, nunca me he dado por vencido y ésta vez no va a ser la excepción…
Enseguida, mi ahora rival declarado, puso una mano en la mejilla de la hermana de Chris y comenzó a inclinar su cabeza, sin darle a ella un tiempo suficiente para reaccionar.
En ese instante quise desatar el infierno. No sólo le había declarado una ridícula y cursi declaración de amor a mi mujer, ¡ella era mía! Sino que también ahora tenía la osadía de intentar besarla. No iba a hacerlo, no mientras yo pudiera impedirlo.
Salí como alma que lleva el diablo de mi escondite, haciendo eco con mis pisadas, con los ojos puestos en Nivans, dispuesto a romperle el cuello.
— Creo que mi novia fue bastante clara cuando dijo que ella ya tiene una relación estable conmigo.
En cuando escucharon mi voz estridente en la atmósfera silenciosa, la Redfield puso enseguida una mueca de preocupación, mientras el militar continuaba con su aire altivo, observándome de arriba abajo.
— Leon… — Musitó mi compañera casi en un susurro.
— Descuida Claire, yo aclaro esto.
Y el militar se irguió frente a mí, poniéndose un paso delante de la pelirroja como si tratara de protegerla de mí. Eso me cabreó, me cabreó más que haber escuchado su elocuencia amorosa hacia mi pareja. Ahora iba a optar la postura de un héroe. ¡Menudo idiota!
— Repite delante de mí todas y cada una de las palabras que acabas de decirle a mi mujer. — Reté a ese imbécil, invocando la más mínima provocación para poder echármele encima.
— León, por favor… — La chica volvió a llamarme tomándome ligeramente del brazo.
Piers Nivans continuó imperturbable enderezando un poco más su postura.
— Estoy enamorado de Claire y estoy dispuesto a luchar por ella, cueste lo que cueste.
Si algo tenía que reconocer en ese chico, era su audacia tremenda.
— Siempre supe que buscabas algo más con ella, la forma en que la mirabas, cómo la tratabas… Nunca confíe en tus presuntas "buenas intenciones" desde el principio. Te aprovechaste de que Claire es lo suficientemente buena e ingenua para creer en tu galantería barata disfrazada de amistad. — Le espeté a Nivans con los dientes apretados de rabia.
— Tienes razón en todo. Siempre tuve un interés muy marcado por ella. — Admitió él con franqueza. — Y también no te equivocas cuando mencionas que Claire es una mujer muy buena e ingenua, como para notar que sólo estás jugando con ella.
Eso definitivamente no lo esperaba y evité a toda costa palidecer. ¿Qué clase de información podría tener el tal Nivans que pudiese llegar a afectarme? Estaba consciente de que el juego con Ada era peligroso, pero estaba seguro de haber tenido mucho cuidado de ser prudente para que nadie más supiera mi pequeño secreto. Y si yo era sigiloso, Ada era la maestra en ese arte. Así que sopesando las posibilidades era prácticamente imposible que ese ridículo soldadito de pacotilla pudiese siquiera sospechar algo de mi doble vida. Entonces decidí defenderme.
— ¡Qué te pasa imbécil! ¡Yo jamás jugaría con Claire! ¿¡Quién te crees que eres para afirmar esa idiotez?
Al decir estas palabras, deduje que si las mentiras cortaran, en ese momento yo ya no tendría lengua.
— Soy el que permanece a su lado cuando tú no estás para ella, el que la apoya cuando está devastada, quién la conforta diciéndole que "todo estará mejor" cuando nota tus desdenes y la poca atención que le das, quién aprecia sus pequeños logros cotidianos. Soy quien valora todos los minutos a su lado, mientras tú le regalas sólo las miserias de tu tiempo… Soy esa persona. — Contestó Nivans alzando la voz.
Fue un golpe bajo. A pesar de que estaba perdiendo los estribos por la ira, en el fondo sabía que ese pusilánime tenía razón. Había descuidado demasiado a Claire y él sacó ventaja de la situación. Si bajaba un poco más la guardia, el militar iba a ganarme la partida.
— ¡Piers, basta! — Gritó molesta la menor, pidiéndole que se callara.
— No es mi problema si te gusta ser el paño de lágrimas. Yo siempre he estado al pendiente de ella.
Y en cierta forma era cierto, a pesar de todos mis defectos, siempre trataba de ser atento con la Redfield. Ya fuera por interés, por preocupación o hasta por celos.
— Leon, por favor, vámonos. — Rogó mi compañera volviendo a tirar de mi brazo.
— Llámame como quieras, pero cuando te equivoques ten presente que estaré allí para Claire. Y ahora que sabe que tiene otra opción, quizás reconsidere el seguir contigo.
¿Qué era eso? ¿Una amenaza? ¿Una advertencia para mí o un mensaje para la pelirroja? En otras circunstancias estas palabras me hubieran importado un bledo y quizás hasta me hubiese reído de su astucia, pero ahora, con mis cabales al límite, fue demasiado para mí.
Sin previo aviso, me solté del agarre de la chica de cabellos de fuego y le propiné un puñetazo con todas mis fuerzas a ese bastardo, impactando directamente en la sien.
— ¿¡Leon, estás loco!? — Gritó la menor mirando como sangre espesa que empezaba a escurrir de la ceja de su amigo.
Sin inmutarse, el agente de la BSAA correspondió a mi ataque intentando lanzarse sobre mí, que por suerte logré esquivarlo, pero en su travesía, había logrado golpearme en la comisura de los labios. Y en una lluvia de puños y patadas, fuimos a dar al suelo, tratando de hacernos el mayor daño posible, como si fuéramos dos perros rabiosos.
— ¡Por Dios, deténganse! — Continuaba suplicando la Redfield en sus intentos vanos por separarnos.
En algún momento, alguien debió de haber escuchado los gritos importunados de la pelirroja, ya que de repente sentí un par de brazos aferrándose a mi espalda, sacándome de aquella batalla campal.
Para cuando me di cuenta, estábamos rodeados de un tumulto de gente que miraban con ojos curiosos y también asustados el caos que Nivans y yo habíamos protagonizado. Escuchaba sonidos inarticulados que no podía distinguir a causa de la cólera invadiéndome pero pude distinguir a mi cuñado Chris Redfield sosteniéndome de los brazos inmovilizándome, y del otro lado a Barry Burton que hacía lo propio con el chico.
— ¡¿Pero qué demonios pasa con ustedes?! — Preguntó Chris mirándonos a ambos con el traje hecho trizas y con heridas notables en el rostro.
Ninguno de los dos pronunció palabra después de eso y miré por primera vez los estragos en ambos combatientes. El agente de la BSAA tenía el ojo derecho inflamado que comenzaba poco a poco a hincharse y su camisa verde olivo estaba manchada de sangre que probablemente pertenecía a la que escurría de su nariz. Aunque no podía mirarme a mí mismo estaba seguro que mi labio inferior estaba roto y sangrándome a diestra y siniestra, ya que comencé a sentir el sabor metálico de la sangre en mi boca y los borbotones del líquido carmesí escurriéndome por el cuello.
— Largo de aquí todos, aquí no hay nada que ver. — Anunció Barry Burton haciendo que el pequeño público se largara del balcón. — Vámonos, chico. — Dijo enseguida en voz baja llevándose hacia otro lado a Piers Nivans.
Cuando la zona comenzó a despejarse, Chris me soltó de su agarré. Estando libre comencé a buscar a Claire por el lugar y no la encontré por ningún lado.
— ¿Dónde está Claire? — Pregunté a su hermano que me miraba desconcertado.
— Estaba muy alterada por tu "discusión" y Jill la llevó a casa.
Al menos la pelirroja estaba bien. Sinceramente me sorprendió demasiado la actitud pasiva de Chris que al mirar aquél espectáculo juraría que por lo menos le daría una que otra palabra de corrección poco amable a su subordinado y también a mí me reprocharía ese comportamiento en un evento de esa magnitud, siendo yo un representante de la D.S.O. Esta noche Redfield estaba tranquilo y guardaba la prudencia, aunque estoy seguro que averiguaría el fondo del asunto y escucharía la versión de su hermana. Al menos ya no habría más alboroto ni discusiones acaloradas por hoy.
Sin decir una sola palabra me marche del balcón y miré que todos los invitados se estaban yendo, quedando sólo la novia de Chris, algunos agentes de la BSAA, meseros y la familia Burton con Moira mirándome con cara de pocos amigos, . Al parecer no sólo le habíamos arruinado la noche a la pelirroja, sino también a los demás invitados. Supongo que dentro de las próximas semanas o quizás meses, Claire, Nivans y yo seríamos la comidilla y cotilleos más populares de los pasillos de Terra Save y la BSAA.
Llegué en una pieza al estacionamiento y conduje en silencio dirigiéndome a casa, pensando más en la situación anímica de la mujer que me esperaba allí que en cómo se desarrollarían las cosas en los días siguientes.
A/N: Ya empezaron los problemas y ahora Leon tiene confirmado que Piers va con todo para luchar por Claire. ¿Y Claire? ¿Qué hay de ella? ¿Echará mano de la oferta de Piers? Pobre pelirroja, fue la más afectada de este pleito y la más inocente. Ya veremos que pasa en los capítulos posteriores.
Como saben su opinión para mí cuenta demasiado así que no duden en expresarse en los reviews o si así lo prefieren también respondo mensajes privados.
¡Muchas gracias por leer!
