¡Hola! Un poco retrasada con la actualización pero aquí me tienen de nuevo. Como algunos ya saben, les debía muchos capítulos a los lectores de "Mala Sangre" que ya está en la recta final y tuve que ponerme al corriente antes de actualizar esta secuela. Una disculpa por ello.

Por cierto, ¡estrenamos portada! Una pequeña edición hecha por GeishaPax con mucho cariño para nuestro fic. ¡Gracias hermana!

Mando un saludo y agradecimiento especial a las lectoras GeishaPax, Frozenheart7, Rose y MISSHARPERREDFIELD por la presión para que yo escribiera rápido y este capítulo pudiera desarrollarse. Las odio chicas, jajaja broma!

También un saludo especial al resto de las hermanas malvadas, Addie Redfield y Zhines que me ayudan inmensamente apoyando mis locuras.

Sin más que decir, ¡a leer!


GeishaPax: hermana del mal el stalkeo dio frutos por lo que la actualización está aquí y tendrás tu dosis recomendada de Cleon. Espero que te guste!

Frozenheart7: Hermana a estoy al corriente, por lo que espero que detengan el stalkeo ya que sólo les debo Deja Vú jajaja En esta ocasión Leon no va a ser un cretino o al menos va a tratar de no serlo y respecto a Ada sabremos de ella más adelante, todo a su tiempo… No dejaré respuestas largas esta ocasión por la premura de tiempo pero prometo organizarme mejor para ya no retrasarme tanto en las actualizaciones. Espero te guste el cap hermana, te quiero!

xIfYouSaySox: Mujer te creíamos desaparecida! No sé quien estaba más perdida aquí si yo con el fic o tu por la comunidad! (Frozen y Geisha me contaron que ya no estabas por aquí) espero y para cuando veas esta actualización puedas volver a rondar por aquí a este pequeño universo malvado. Ahora al cap. Los flashbacks son esenciales aquí. Por lo pronto habrá sólo ternura y amor ya lo verás aquí. Gracias por leer querida!

Diaraguila: Hola! Otra vez un gusto leerte! En efecto Leon tiene una fuerza de voluntad inquebrantable ya que si él fuera otro no hubiese resistido dormir con la mujer de sus sueños en la misma cama. Pero bueno es parte de su karma, digamos que no se portó muy bien en "Te Perdí" jaja ¡Saludos!

Susara K1302: Amiga! Creo que todos amaron la parte en que Leon busca en Yahoo respuestas jaja pero vamos todos alguna vez en nuestras vidas hemos hecho algo así (me incluyo) y a veces no es tan malo. Odiar a Simmons es normal y amar el Creva es mi misión jajajaja! Un abrazo fuerte amiga!

Shyzu-Jyo: Hey! Muchas gracias, me alegro que te haya gustado la secuela, pero Piers está de misión! O: No me odies a mí, culpa a Capcom por enviarlo tan lejos y ponerlo en situaciones peligrosas. Veremos qué pasa más adelante. ¡Muchos saludos!

Rose: Hola! Espero y tu corazón cleonista esté resucitando después del duro golpe que todos sufrieron en "Te Perdí" Leon está en su tarea de redimirse y lo está haciendo bien, mi tarea en esta secuela es que todos los lectores perdonen al agente de ojos azules. Espero lograrlo. Muchos saludos y espero esta entrega te guste.

Guest: Owwww tomare ese eewww como un cumplido. Espero y te guste el episodio de hoy:

Kiss: Veo que mi trabajo de redimir a Leon va por buen camino ya que estoy empezando a ablandar los corazones de los lectores después de que los cabreara por todas las tonterías que cometió en el fic anterior. Leon es un hombre arrepentido y quizás merezca una segunda oportunidad. Aclaro quizás! El capítulo de hoy también será muy cute y quizás les saque uno que otro owww. Espero y les agrade.


"She's got eyes of the bluest skies

as if they thought of rain

I hate to look into those eyes

and see an ounce of pain.

Her hair reminds me

of a warm safe place,

where as a child I'd hide

and pray for the thunder

and the rain

to quietly pass me by"

Guns N' Roses, Sweet child O' mine


CAPÍTULO 3: EN LA SALUD Y EN LA ENFERMEDAD


Aún estaba profundamente dormido cuando sentí una pequeña mordida en mi labio inferior que me hizo sonreír. Abrí los ojos con pereza y miré a Claire encima de mí con su sonrisa traviesa, besándome por sorpresa.

Buenos días. —Saludó ella con voz musical.

Buenos días. —Contesté mientras apartaba un mechón pelirrojo de su frente.

Voy a tomar una ducha, ¿quieres venir? —Me propuso seductoramente dedicándome una mirada felina.

Era una invitación a la que obviamente no me iba a negar, pero tenía ganas de hacerme el difícil y esperar qué sucedería.

Entonces giré en la cama y simulé que seguiría durmiendo.

Está bien. Entonces iré a ducharme. —Dijo con fingida indignación y se levantó de la cama.

En cuanto se levantó sólo la fina tela de las sábanas envolvían su cuerpo que yo discretamente miraba por el rabillo del ojo. La pelirroja se dio cuenta de mi escrutinio y se puso de pie frente a mí para quitarse la sábana que la envolvía y lanzármela encima.

Creo que la necesitarás más que yo.

Diciendo esto, se dio media vuelta y empezó a caminar totalmente desnuda por la habitación, contoneando sus caderas anchas en su andar, dirigiéndose al cuarto de baño. En cuanto decidió pasearse sin ropa frente a mis ojos, automáticamente ella había ganado la batalla.

Esperé a escuchar el sonido de la regadera caer en el azulejo de la ducha para levantarme de la cama e irme a seguirla. Me acerqué sin hacer ruido hasta el baño y con cuidado abrí la puerta corrediza de la regadera para poder colarme en su baño rápido.

La Redfield ya se había dado cuenta de mi presencia pero fingió no notarlo y continuó con los ojos cerrados mientras lavaba su hermosa melena pelirroja que le llegaba hasta la mitad de la espalda. Como si fuese una fiera que va al ataque de su presa, la aceché lentamente apoderándome de su pequeña cintura, para después depositar un beso suave en su hombro. La chiquilla se estremeció con mi tacto y cariñosamente tomó con una de las palmas de sus manos mi mejilla para después depositar en ella una pequeña caricia.

Creí que querías seguir durmiendo. —Comentó la niña en tono burlón.

Ya no. —Respondí mientras me colocaba frente a ella tomando su rostro entre mis manos para después besarla con avidez.

El agua de la regadera caía tibia sobre nuestros cuerpos, pero no se comparaba con la temperatura corporal que generábamos Claire y yo.

No pasó mucho tiempo para que la chica de cabellos rojizos y yo abandonáramos los besos tiernos y los cambiáramos súbitamente por caricias furtivas y apasionadas.

Sigue así y vamos a llegar tarde al trabajo. —Le dije con la voz cortada, mientras la sostenía entre mis brazos y ella se aferraba más a mí, envolviendo sus piernas en mi cintura.

¿Ahora es mi culpa? —Se quejó ella mientras enterraba sus uñas en mi espalda, acostumbrándose al ritmo de mis embestidas.

Fue tu idea. —Contesté mientras deslizaba mis labios en su cuello mojado.

Pudiste haberla rechazado. —Se defendió a la vez que pasaba sus dedos finos entre mi cabellera.

No debiste tentarme.

La pelirroja iba a decir algo para defenderse cuando de repente su voz se sustituyó por un gemido ahogado al sentir mis labios sobre su pecho, haciendo que se retorciera entre mis brazos. Ella sabía muy bien cómo ganarme una discusión, pero yo también tenía mis trucos para silenciarla y salirme con la mía.

En ese momento no importaba ni la hora, ni mi trabajo, ni nada que no fuera ella…


Las primeras luces de la mañana comenzaron a filtrarse a través de la tela de las cortinas blancas en las ventanas de mi habitación. Iba a moverme cuando de repente un brazo que se colgaba de mi cuello me lo impidió, y un olor conocido a champú de fresas me hizo caer en la realidad. De repente recordé todo de golpe.

Miré hacia abajo para comprobar que no lo había soñado y efectivamente, nada era producto de mi imaginación retorcida. Claire estaba dormida en mi cama, abrazada a mi cuello, acurrucada contra mi cuerpo, produciendo una temperatura agradable con nuestra piel tan cercana, en ese mañana fría de veinticinco de diciembre.

Apenas y podía creerlo. Hacía tanto que había renunciado a la idea de volver a ver a Claire Redfield despertar a mi lado, que ahora tenerla tan cerca parecía irreal, aunque las circunstancias no fueran precisamente las que yo quisiera. Pero tenerla aquí junto a mí era más de lo que podía aspirar.

Suspiré profundamente, inhalando lo más que podía de su fragancia natural tan dulce. No quise moverme por temor a despertarla y decidí disfrutar el momento, cerrando los ojos y relajándome mientras la mujer de mi vida se abrazaba a mi cuello.

Habían pasado pocos minutos cuando repentinamente Claire comenzó a removerse inquieta y con pesadez comenzó a despegar sus párpados pero sin soltarse de mi cuello. Sus pequeñas joyitas color azul miraron la habitación confundida, hasta que fijó su vista en mi y cayó en la cuenta de lo que había pasado.

Como si estuviese tocando fuego, la Redfield se soltó rápidamente del abrazo de mi camisa y se sentó rápidamente sobre la cama alejándose de mí, totalmente avergonzada con las mejillas sonrosadas.

— ¡Leon, lo siento! —Exclamó la mujer muy apenada.

—Claire, tranquila. —Dije alzando las manos para calmarla. —Te quedaste dormida en el sofá de mi cama y te traje a la habitación para que estuvieras más cómoda. No pasó nada, tranquila.

—Perdóname, Leon. Arruiné tu navidad.

¿Esta mujer se estaba disculpando por "arruinar" mi navidad? Si supiera que su compañía era el mejor regalo al que podía aspirar esa mañana de 25 de diciembre… Pero no iba a decírselo, no iba a actuar como un idiota y arruinarlo todo… Otra vez.

—No digas eso. Al contrario, me siento feliz de que me hayas acompañado. No pensaba celebrar de hecho. ¿Tienes hambre? —Pregunté en afán de distraerla.

—Un poco… —Admitió la pelirroja sonriendo bajito.

—Perfecto. Iré a calentar la cena que preparé anoche. —Propuse levantándome enseguida de la cama, yendo rápidamente hacia la cocina.

Dejé a Claire un momento a solas en la habitación dándole su espacio para que cepillara su cabello o lavara su cara, mientras yo me ocupaba de servir el desayuno.

Metí la lasaña al horno y coloqué un poco de pasta y vegetales en un tazón. Mientras esperaba a que la lasaña se calentara revisé mi PDA que estaba sobre la encimera de la cocina, esperando recibir noticias sobre el paradero de Chris y Piers Nivans.

Revisando los mensajes noté que tenía un nuevo mensaje de correo electrónico. Y no eran para nada buenas noticias.

Al parecer, había ocurrido un incidente en el ayuntamiento ubicado en el pueblo de la guerra civil donde todo el Alpha Team había sido abatido a causa del virus C. Había una lista con los nombres de los soldados caídos, entre ellos Finn Macauley, Carl Alfonso, Andy Walker y Ben Airhart. Los nombres de Chris y el esposo de Claire no figuraban en la lista de los militares muertos, sin embargo, me informaban que no se tenía ninguna noticia de ellos por lo que las posibilidades de que estuviesen con vida, eran mínimas.

Dejé de leer rápidamente la PDA cuando noté la presencia de la pelirroja irrumpir en la cocina, disimulando mi expresión de incertidumbre por una de serenidad para infundirle un poco de confianza a la mujer de ojos azules. No pretendía inquietarla ahora que había amanecido más tranquila, aunque más tarde tendría que idear una forma de darle el peso de las noticias graves sin que se derrumbara. No iba a ser una tarea para nada sencilla.

— ¿Puedo ayudarte en algo, Leon? —Preguntó con voz suave mi invitada.

—Tengo todo bajo control, Claire. Tú sólo toma asiento y enseguida serviré el desayuno.

La pelirroja asintió y tomó asiento en una de las sillas laterales del comedor quedándose totalmente en silencio mientras jugueteaba con uno de los adornos de flores artificiales que decoraban la mesa por el centro.

Cuando la lasaña estuvo caliente, tomé una de las toallas de cocina para sacar con cuidado el recipiente teniendo la astucia de no quemarme las manos y quedar como un idiota frente a la Redfield. Tomé uno de los cuchillos y una espátula para cortar un buen trozo de la lasaña y ponerlo en un plato para colocar también una porción de vegetales y pasta. Repetí la misma operación con otro plato hasta que tuvieron una presentación agradable además de oler bastante bien.

Enseguida, puse la mesa con los vasos y cubiertos para después buscar de entre el refrigerador una botella grande de limonada que era lo que solía beber cuando no deseaba tomar agua simple. Cuando la mesa estuvo lista, puse ambos platos en nuestros respectivos lugares, con mi huésped y yo sentados frente a frente, mirando orgulloso mi trabajo culinario.

—Se ve muy bien el desayuno, Leon. Lamento quedarme dormida anoche y haberme perdido de la cena. —Comentó la pelirroja que insertaba en un tenedor un champiñón de su ensalada.

—No te preocupes, Claire. Podemos comer ahora que es lo importante. Espero que te guste.

—Gracias.

Mi ex compañera en Raccoon City comenzó a cortar con los cubiertos un bocado de su lasaña a la vez que yo disimulaba mi escrutinio, mirando con nerviosismo, esperando que la comida tuviera un sabor agradable.

Al mirar que mi acompañante no hizo ningún respingo ni algún ademán que indicara que quería vomitar o escupir, me sentí confiado de mi humilde platillo y comencé a comer yo también. Y para mi sorpresa, mi lasaña estaba deliciosa.

—Leon, ¿has tenido noticias de la BSAA? —Preguntó la pelirroja rompiendo el silencio.

Masticaba un pedazo de lasaña que por suerte me dio unos segundos para mantener la boca cerrada y pensar qué podía contestar. Decirle la verdad en estos momentos a la Redfield no era una opción viable y debía postergar la noticia el mayor tiempo que me fuera posible, al menos no hasta que estuviera seguro que su hermano y esposo continuaban con vida. Entonces opté por maquillar un poco la verdad.

—Hasta ahora no se han tenido noticias. Se seguirán las investigaciones.

Noté cómo la decepción y la tristeza volvió a reflejarse en esos ojos aguamarina. En verdad odiaba ver un solo atisbo de dolor en esas pupilas azules.

—No me rendiré hasta averiguar su paradero, no pierdas la fe, Claire.

La mujer de cabellos de hoguera alzó un poco su vista y me miró nuevamente con ese destello de inocencia en sus orbes turquesas. Ese brillo que me volvía loco y me había robado el sueño varias noches.

—Muchas gracias. —Agradeció sincera sin bajar la mirada, quedándome como un imbécil perdido en sus facciones.

Me puse nervioso cual adolescente estúpido enamorado de la chica bonita de la clase y no encontré algo mejor que hacer más que llevarme a la boca una buena tajada de pasta, y evadir decir cualquier otra palabra que arruinara el momento.

—Leon, abusando de tu amabilidad, ¿crees que podrías llevarme hoy a casa de Chris? Sheva al igual que yo, ayer se puso muy mal y me gustaría saber si se encuentra bien.

Abusar de mi amabilidad… Ella podía abusar de mí en todos los sentidos posibles si así lo quería y yo no iba a oponerme.

—Por supuesto. Si gustas terminado el desayuno podemos ir.

Continuamos degustando nuestros alimentos hablando de trivialidades como el clima y nuestros empleos para poder distraernos un poco de la tensión y al terminar de comer, limpiamos la mesa y lavamos los platos.

Tal y como se lo había prometido, al terminar de desayunar partimos hacia la casa de su hermano, aprovechando que las calles estaban despejadas de tráfico debido al día del "recalentado internacional", pero aún estaba la dificultad de que las avenidas estaban llenas de nieve por todos lados y eso nos complicaba un poco las cosas.

En unos cuantos minutos llegamos a la residencia Redfield donde pude aparcar el coche justo en la entrada de la casa que yo conocía muy bien. Salí contra la ventisca para abrirle la puerta a mi acompañante, dispuesto a llevarla hasta la entrada y esperarla en el auto.

— ¿Vas a quedarte en el auto? —Preguntó la chiquilla pelirroja al suponer mis intenciones.

—No tengo ningún problema con hacerlo, puedo esperar aquí. —Repuse en un intento de no hacer sentir incómoda a la Redfield.

—Por favor no quiero que te quedes aquí sólo mientras yo estoy con Sheva, no me sentiría bien. Acompáñame.

Justo como sucedía en nuestros mejores años, a las peticiones de la motociclista jamás podía decir que no.

Me coloqué a su lado para caminar juntos hacia el porche de la casa para después tocar el timbre de la entrada. Fue hasta el tercer timbrazo que la puerta comenzó a abrirse y era nada más y nada menos que Jill Valentine la que salía a recibirnos.

—Claire, Leon, qué… sorpresa. —Saludó nuestra anfitriona claramente extrañada por mi presencia en la casa de los Redfield y enseguida agregó: —Pasen por favor.

Pasamos enseguida al recibidor de la casa y las dos mujeres se pusieron a conversar, sintiéndome totalmente ajeno.

— ¿Cómo está, Sheva? —Interrogó la pelirroja con genuina preocupación.

—Mejor. En cuanto me enteré de lo que había sucedido vine enseguida para apoyar a Sheva.

—Gracias, Jill.

Aún estaban hablando las dos féminas sobre la estabilidad de la esposa de Chris cuando de repente la susodicha salió de su habitación, vistiendo una pijama holgada de color púrpura y caminando con dificultad.

—Claire, Leon. Buenos días. —Saludó amablemente la chica morena, sorprendiéndome que se acordara de mi nombre después de la única vez que nos habíamos visto.

—Buenos días, Sheva. —Saludé con cortesía a la dueña de la casa que se acercaba lentamente hacia nosotros, mientras la Redfield y Valentine seguramente se preguntaban cómo es que la esposa de Chris y yo nos conocíamos.

En cuanto la jovencita estuvo lo suficientemente cerca pude verificar lo cambiada que estaba. Se seguía viendo joven aunque en su expresión por más de que denotara amabilidad, se reflejaba en sus ojos una sombra de angustia y preocupación inminente, resaltada por un par de ojeras bien marcadas. En su rostro había unas pequeñas pecas que no recordaba que tuviera. Su cabello lo llevaba suelto hasta la cintura y pude notar que su cuerpo atlético estaba comenzando a desaparecer gracias a un vientre que comenzaba a hincharse, producto de los primeros meses del embarazo.

—Sheva, vuelve a tu habitación, debes descansar. —Regañó suavemente la ex teniente de los S.T.A.R.S. que tomaba de la mano a su amiga.

—Jill estoy embarazada, más no estoy lisiada. Puedo caminar perfectamente, no te preocupes por mí. —Se quejó la más joven haciendo un pequeño puchero que de haber estado en otras circunstancias menos tensas, me hubiese sacado una carcajada. —Claire, ¿sabes algo de tu hermano y Piers?

La pelirroja bajó la vista sin saber qué responder. Sheva se llevó una mano al vientre suponiendo que quizás su cuñada no le traería buenas noticias.

—Aún no sabemos nada de ellos. Leon está ayudándome a conseguir información y lo mantendrán al tanto en cuanto tengamos novedades.

—Entiendo. —Respondió decepcionada la agente de la BSAA con sus ojos que comenzaban a cristalizarse.

—Vamos a encontrarlos, Sheva. No debemos perder la fe. —Insistió la Redfield tomando a la de ojos avellana por las manos. —Anda, te acompañaré a tu habitación.

Las damas caminaron lentamente hasta el aposento de la más joven, mientras Claire alentaba a la futura madre a no perder la esperanza. En verdad me sorprendía profundamente la entereza de mi ex mujer; ella estaba a punto de perder a su familia en esa misión suicida y trataba de mantenerse positiva para fortalecer a la esposa de su hermano que se encontraba en estado. Esa mujer era tan generosa, tan valiente, tan perfecta… Sin duda, cada día encontraba un nuevo motivo para estar más enamorado de ella.

— ¿Estás ayudando a Claire? —Preguntó Jill Valentine sacándome de mi ensoñación.

—Ayer por la tarde vino a pedirme mi ayuda para encontrar a Chris y a Piers, y acepté. —Expliqué sin más a la mujer castaña.

—Muchas gracias, en este momento necesitamos ayuda, ya que la BSAA no logra restablecer contacto con el Alpha Team y el apoyo de la D.S.O. no está de más.

—Jill, —Hablé pronunciando su nombre con lentitud, pensando que era lo mejor informarle de las novedades del asunto a ella antes que a las otras dos mujeres. —Esta mañana recibí información acerca del Alpha Team.

— ¿De verdad? —Cuestionó la de ojos grises con bastante interés.

—Sí, pero no son buenas noticias.

De repente las facciones de la fémina se comenzaron a contraer, señal de que esperaba escuchar lo peor.

—El Alpha Team tuvo un altercado ayer en el cual la mayoría miembros del equipo fueron abatidos confirmando ya la identidad de los cadáveres. Entre la lista de los caídos no figuran los nombres de Chris ni de Piers, pero aún no se tiene noticia de ninguno de ellos.

—No puede ser… —Exclamó Jill en voz baja negando con la cabeza y conteniendo unas lágrimas. — Pero ¿quieres decir que aún hay esperanza para Chris y Piers?

—Sí, aunque la posibilidad es muy baja. Es muy probable que también hayan muerto.

En ese momento el rostro de Jill se quebró. Sabía lo mucho que estimaba a Chris y le dolía cualquier cosa que pudiese pasarle a alguno de sus compañeros. Pero si algo se podía destacar de esa mujer, era su objetividad para actuar y tomar decisiones.

—No creí prudente contarle todo esto a Claire, ya que ayer que fue a buscarme a la D.S.O. estaba muy alterada y no quiero importunarla más, y ahora menos que sé que la esposa de Chris está embarazada y puede afectarle.

—Has hecho bien. Aunque Claire se haga la fuerte por reconfortar a Sheva, sé que está destrozada por dentro y tarde o temprano va a colapsar. Desde que Piers y Chris partieron a Edonia no come ni duerme bien, además de sufrir crisis de angustia constantes. —Dijo la ex teniente dándome la razón y agregó: —Escucha, Leon. No sé qué pasó entre Claire y tú en el pasado, pero lo cierto es que ahora te necesita más que nunca. No puedo hacerme cargo de ella porque tengo que cuidar de Sheva y de su hijo, pero tú, sé que puedes cuidar de Claire en estos momentos, te pido que por favor no la dejes sola. Sé que es tozuda y obstinada y que seguramente se va a resistir a tu protección, pero tú la conoces mejor que yo y sabrás cómo convencerla. Por favor, Leon. Ella nos necesita ahora.

Al escuchar la ansiedad en la voz de Jill sabía que en verdad necesitaba mi apoyo, aunque en realidad ella no hubiese tenido que pedirme nada para que yo aceptara gustoso hacerme cargo de la pelirroja. No iba a portarme como un imbécil tratando de conquistarla para que al final la Redfield terminara huyendo de mí. No obstante; si Claire me necesitaba en ese momento, me tenía, aunque eso implicara el sacrificio de ver día a día mi amor ya no correspondido.

—Entendido. —Acepté con seriedad mi próxima misión.

En ese momento, la chiquilla de melena roja salió de la habitación indicando que Sheva se había quedado dormida.

Las mujeres platicaron un rato más y finalmente mi ex novia y yo nos retiramos para dejar descansar a Jill, quedando en comunicarnos con ella en cuanto tuviésemos alguna novedad. Nos iríamos ahora a mi departamento esperando que más tarde reabrieran de nuevo las calles cubiertas de nieve y pudiera llevarla a su casa.

En cuanto estuvimos en el auto, encendí la calefacción para compensar la fría temperatura del clima y maneje despacio para evitar cualquier incidente estando el asfalto congelado. Desde que salimos de la casa de su hermano, la Redfield había permanecido totalmente callada, nuevamente con la misma actitud tensa del día anterior. Permanecí en silencio para dejarla un momento sola con sus pensamientos hasta que observé por el rabillo del ojo, que una lágrima fina se resbalaba por su mejilla.

—Claire, ¿estás bien?

La pelirroja alzó la vista y vi sus ojos azules totalmente cristalizados, evitando a toda costa dejar salir el llanto que la afectaba.

—No.

Me orillé en una de las esquinas, hasta quedar estacionado al lado de un pequeño parque que estaba totalmente cubierto de nieve, pintando un bonito paisaje blanco. Cuando me estacioné apagué el motor y giré en mi asiento, iba a averiguar qué era lo que le sucedía a la Redfield.

— ¿Qué pasa?

—Me siento terrible, Leon. Me es muy difícil asegurarle a Sheva que todo va a estar bien cuando ni siquiera yo tengo la certeza de que así sea. Ya han pasado más de veinticuatro horas y no se han tenido noticias de mi hermano ni mi esposo y yo… No quiero que estén muertos…

Claire no pudo más y se soltó a llorar desconsoladamente. Instintivamente me acerqué a ella y la tomé en un abrazo protector, acunándola contra mi pecho, dejándola llorar todo lo que necesitaba. Me partía el corazón verla así; triste, asustada, vulnerable… No se parecía en nada a la chica alegre, obstinada y rebelde que yo conocía, esa mujer se había esfumado con las circunstancias.

—Tranquila. Ellos no están muertos, Claire. Tu hermano es un gran soldado muy experimentado, seguramente está en algún lugar en donde no puede comunicarse y está buscando ayuda junto con tu esposo. Por favor, no puedes dejarte vencer ahora.

La mantuve abrazada a mí todo el tiempo que fue necesario para que se consolara, hasta que su llanto se convirtió en leves gemidos y suspiros hondos. Cuando estuvo lo suficientemente tranquila, volví a encender el auto y conduje hacia el departamento.

Algunos minutos después estuvimos en el complejo departamental en el que yo vivía, para rápidamente adentrarnos en la recepción y no llenarnos de nieve que caía a copos.

Apenas estábamos por subir al ascensor, cuando noté que mi compañera se llevó una mano a la frente y comenzó a cerrar los ojos involuntariamente.

— ¿Claire, Claire…?

No tengo certeza la velocidad en que me moví para que la pelirroja no se estrellara contra el suelo. Se había desmayado en mis brazos y no respondía.

— ¡Claire, Claire, despierta! —Repetí con impaciencia dándole pequeños golpecitos en las mejillas.

Saqué rápido mi móvil para llamar a una ambulancia, pero en las condiciones en que se encontraban las calles, tardarían una eternidad en venir, así que revisando sus signos vitales, pude notar que estaba estable y subí con ella en brazos rápidamente hacia mi departamento. Llegando hasta mi piso en tiempo récord, la coloqué con suavidad en el sillón, para correr rápidamente hacia el botiquín de emergencias y empapar un algodón en alcohol para colocarlo en su respiración.

—Vamos nena, despierta…

Poco a poco, la Redfield fue abriendo sus ojos lentamente hasta que con la vista perdida fue enfocando poco a poco su atención en mí y habló con dificultad.

— ¿Qué pasó?

—Me diste un buen susto. Te desmayaste en la recepción y te traje hasta el departamento para intentar despertarte.

—Lo siento. —Dijo ella con desgane.

—No te disculpes. Ahora mismo vamos con el médico. —Hablé extendiéndole mi mano ayudándole a incorporarse.

—Pero, Leon…

—Sin peros, nos vamos ahora mismo, señorita.

Tomé las llaves de mi departamento y cerré nuevamente para volver a mi Mustang que estaba en el estacionamiento. Era toda una suerte que hubiera una clínica cercana a mi domicilio y que estuviese abierta las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año.

En cuanto llegamos una enfermera nos atendió y llevó directamente a Claire con el médico, entrando a uno de los consultorios mientras yo aguardaba en la sala de espera junto con algunos otros pacientes. Empecé a golpetear el piso con un pie signo de mi notable ansiedad, cuando pasaban los minutos y la chica pelirroja no volvía de la consulta ni los doctores salían a informarme algo.

Estuve a diez minutos de agotar mi paciencia, cuando de repente un hombre mayor con bata blanca se acercó a decir un anuncio en voz alta.

—Familiares de Claire Redfield.

Me puse de pie casi de un salto y el doctor me indicó que lo siguiera. Traté de comportarme lo más sereno posible, aunque por dentro me estaba llevando el carajo.

— ¿Cómo está ella, doctor? —Pregunté en cuanto nos detuvimos afuera de una habitación.

—Su esposa se encuentra bien, señor.

Al parecer, el doctor había creído erróneamente por más que yo lo lamentara, que Claire era mi esposa. Y a pesar de que el hombre de ciencia tenía una percepción equivocada, no quise corregir el error de parentesco.

—Físicamente sólo encontré algunos problemas relacionados con la falta de descanso, y mala alimentación, además de severas crisis de estrés y ansiedad que provocaron el desmayo de su esposa. No son problemas graves como le repito, pero si se descuidan a largo plazo podrían traer consecuencias serias como problemas cardiovasculares y gastrointestinales. Es por ello que le daré una lista de alimentos y cuidados especiales para su esposa, que tendrá que seguir rigorosamente.

—Entendido. ¿Puedo verla ahora?

—Seguro. En este momento está durmiendo. Le suministramos un sedante para que descansara y se recuperara más rápido, pero tendrá que pasar una noche en el hospital.

Asentí a la vez que el doctor abría la puerta para dejarme pasar a la habitación donde yacía mi presunta esposa, que dormía cual bella durmiente sobre la cama blanca.

Me acerqué lentamente hacia ella y sin poder evitarlo acaricié su mejilla con el dorso de mi mano, mientras veía embelesado como dormía por segunda vez, vigilando su sueño tranquilo.

—No te puedes rendir ahora pequeña, te necesitamos fuerte. Me encargaré de que no te rompas, Claire, te lo juro. —Susurré suavemente contra su oído y en un acto atrevido deposite un beso suave en su frente, limitándome en demasía en todas las muestras de amor que había contenido durante todos estos meses.

En ese instante, supe que yo haría cualquier cosa por mi dulce mujercita.


A/N: Hola amigos, deseo de todo corazón que este episodio les haya gustado y ahora comiencen a amar poco a poco a Leon y perdonarlo después de todo lo que hizo. Vaya ahora Claire está un poco delicada de salud, y Leon tendrá que hacerse cargo de ella… Eso será interesante. Ya veremos si no lo arruina y termina comportándose como un cretino, esperemos que no.

Trataré de actualizar al ritmo más regular posible, tengo algunas ocupaciones que me consumen demasiado tiempo y no puedo dedicarle el esfuerzo y minutos que yo quisiera a mis historias, pero haré lo posible. Solo pido un poco de comprensión.


Recomendaciones musicales

-Sweet Child o' mine/Guns N' Roses

-Me estás atrapando otra vez/Andrés Calamaro


Como siempre lo digo, su opinión es valiosa para mí, así que cualquier duda, queja o sugerencia son libres de expresarse en los reviews o si lo prefieren por MP.

¡Muchas gracias por leer chicos, nos escribimos pronto!