¡Hey! ¿Cómo están? Esta vez me he programado muy bien para la actualización y estoy puntual con la entrega, que está cargada de drama y emociones.

Debo decirles que este es el penúltimo capítulo de la historia y que estoy a punto de comenzar a redactar el capítulo final que espero y sea de su agrado.

Bueno, esta vez sin nada más que decir, los dejo con este episodio. ¡Disfruten!


GeishaPax: ¡Qué fuertes declaraciones! Leon debió leer ese consejo! Tarde o temprano se le iba a caer el teatrito al hombre, y bueno ya fue. Respecto a Piers, hoy verás más sobre él, y nuestra querida Claire, ambas amamos hacerla sufrir, de eso no nos podemos quejar. En Mala Sangre habrá actualización pronto, va a iniciar la tercera parte, que es la última y ya va a comenzar a arder el mundo. Este es el penúltimo capítulo de la historia y la secuela está en fase de planeación pero de eso ya tendrás noticias en su momento, ya verás. Primero necesito avanzar en Mala Sangre. Ahora te dejo con este episodio que espero y te agrade! Abrazos mexicanos!

Frozenheart7: Querida, sabes que amo ver arder el mundo, pero no tanto como para matar a Leon jajaja! ¿Por qué acabar así con su vida cuando puedo hacerlo sufrir? Jajaja! Amiga mía, en serio deberías ser vidente, tienes buen ojo para predecir lo que pasa en mis historias, ya lo verás hoy! Mala Sangre ya tuviste actualización, así que espero y no me golpees con la tabla, estoy escribiendo el capítulo 23. Como dije, la naturaleza es sabia al no permitir que GeishaPax, tú y yo no vivamos en la misma ciudad. ¡ya habríamos volteado al revés todo un país! ¡Jajaja! Espero y te guste el episodio de hoy amiga mía!

Rose: Oww todas las playas de México son bonitas, o al menos la mayoría y recordarlas ufff! En especial esas del Caribe! No puedo dejar de plasmar algo de mi México en las historias. Malditos todos, está vez todo se salió de control tanto Leon por fácilote, Ada por enredarlo y Claire por llegar antes! Te diré, esta vez Leon la tiene muy difícil para que lo perdonen, pero veamos que pasa, aunque verlo sin camisa sea un espectáculo por demás agradable. ¡Gracias por seguir la historia!

xIfYouSaySox: Hola! Creo que logré mi objetivo de llenar de drama el capítulo. Es en esta parte donde odiamos a Leon, y efectivamente, Piers ya le lleva mucha ventaja. Ya veremos que pasa con el destino de este triángulo amoroso. Espero y te guste el capítulo de hoy!

Susara K1302: Amiga, tú que amas el Aeon, te dije que esto iba a gustarte. Jaja ya sé que te derrites por Leon y quién no mujer!? Jajaja ya verás que en el capítulo de hoy el hombre pagará caro lo que hizo. ¡Nos estamos leyendo!

Diaraguila: Un gusto verte por aquí otra vez, mi querida crack del fanart! Concuerdo contigo en cuanto a la personalidad de Casanova de Leon, es inherente a él, pero esta vez una pelirroja lo ha flechado y quizás ya es algo tarde para él, la tiene difícil! ¡Espero y te guste este episodio!

Kiss: Leon lo arruinó todo! Pobre Claire, esta vez si le rompieron el corazón y muy feo. Sólo te diré que esta vez Leon tendrá muy difíciles las cosas y tal vez ya no les pueda poner remedio. Ya veremos. ¡Gracias por leer y por el review!


And if I show you my dark side

Will you still hold me tonight?

And if I open my heart to you

And show you my weak side

What would you do?

Pink Floyd, The final cut.

CAPÍTULO 7: EL PRECIO DE LOS ERRORES

— Sí. La matricula es LA1158…Señorita, no me estoy equivocando… Repito, si estoy llamando aquí es porque me urge localizar a esa persona… ¡Es mi esposa, joder!... Si supiera donde está, no estaría haciendo esta llamada… Gracias por nada.

Furioso colgué el teléfono, totalmente molesto de que no pude obtener la información que necesitaba sobre el taxi. Maldito "servicio eficiente de seguridad de pasajeros".

No sabía hacia donde se había dirigido Claire, y me preocupaba mucho que anduviera por la ciudad estando tan afectada emocionalmente.

Odiaba hacer uso de mis influencias en la D.S.O. para asuntos que no tuvieran que ver con el trabajo, pero ya se estaba haciendo de noche y necesitaba encontrar a la pelirroja cuanto antes.

Saqué la PDA que estaba en mi bolsillo y pulsando un botón me comuniqué con Hunnigan.

—Hunnigan, necesito que rastrees vía satelital la ruta de un vehículo con matrícula LA1158… Sí, aquí en Los Ángeles… Envía el informe a mi PDA, es urgente… Gracias.

Otra de las virtudes que debía de destacar de Ingrid Hunnigan, era que jamás cuestionaba mis decisiones y sólo se limitaba a hacer su trabajo. Una mujer simplemente eficaz y eficiente.

Unos minutos más tarde recibí la información de la ruta que el taxista había recorrido el día de hoy. ¡Maldita sea! ¡Ese hombre había recorrido más de media ciudad!

Imprimí la información y con un marcador comencé a remarcar las direcciones en las que el taxista se había dirigido y cuando terminé de trazar el recorrido, tomé las llaves de mi auto y salí en dirección al garaje.

Probablemente me tomaría toda la noche recorrer los destinos de hoteles en los que el chofer había dejado pasaje, pero no me detendría hasta encontrar a la pelirroja y asegurarme de que estaba a salvo. Afortunadamente el tanque de mi Mustang estaba lleno y me ahorraba la visita a la gasolinera.

La noche ya estaba entrada y era mejor darme prisa.

Desde que era muy joven, tenía la virtud de necesitar pocas horas de sueño, y cuando estaba en misiones, podía pasar algunas noches enteras sin dormir y mantenerme en perfecto estado. Tal vez era la adrenalina lo que lograba mantenerme despierto y alerta. Pero en esta ocasión, me sentía jodido. Conducir no era de mis actividades preferidas y para colmo de mis desgracias mi estado emocional no estaba ayudándome demasiado. Eran casi las 8:00 am y habiendo recorrido poco más de la mitad de toda la ciudad, no encontraba rastro de Claire. Comenzaba a preocuparme que ella quizás haya decidido abandonar su transporte antes de tiempo, suponiendo que la buscaría y hubiese decidido tomar otro vehículo y huir del estado. La cabeza me estallaba por falta de descanso y el estrés al que había estado expuesto, pero no me detendría hasta encontrarla.

Eran las 8:45 am cuando llegué a un hotel llamado "California" que era uno de los últimos destinos a los que el conductor del transporte público se había dirigido. Cuando llegué allí, estacioné mi auto en el aparcamiento y me dirigí sin preámbulos a la recepción.

Al acercarme a la joven recepcionista esta me miró de arriba abajo, muy probablemente a causa del mal estado que aparentaba. Probablemente lejos de parecer un agente entrenado contra catástrofes biológicos, me parecía más a uno de esos no-muertos a los que estaba acostumbrado a combatir.

—Buenos días. —Saludó amable la empleada.

—Buenos días. —Contesté en automático.

— ¿Necesita una habitación?

—No. —negué enseguida. —Estoy buscando a una persona y necesito saber si está hospedada aquí.

La mujer me miro con desconfianza y enseguida supe que su respuesta sería negativa.

—Señor, lo siento mucho. Pero por políticas de la empresa y cuestiones de seguridad tenemos estrictamente prohibido dar información a extraños sobre nuestros huéspedes.

Como ya dije, odiaba hacer esto, pero era necesario. Muy a regañadientes saqué mi placa de identificación de la D.S.O. y tuve que darme a conocer.

—Soy Leon S. Kennedy, agente de la División de Operaciones de Seguridad de los Estados Unidos de Norteamérica y por razones de seguridad nacional, necesito me brinde esa información urgentemente.

La recepcionista se sorprendió al descubrir que yo era un agente de tal calibre, ya que supongo que por mi aspecto no lo imaginaba ni un poco. Me sentí un poco mal al mentir diciendo que necesitaba la información del paradero de Claire en aras de la seguridad del país, pero en parte era cierto. Si yo no encontraba a la pelirroja, seguramente me volvería loco, y en tal estado de interdicción yo no podría seguir sirviendo a la nación; y si algo malo pasara, el mundo no contaría con uno de los agentes más experimentados para salvar el planeta porque estaría por ahí con una camisa de fuerza, gritando a todo pulmón el nombre de mi novia… Está bien, quizás exageré un poco, pero era necesario.

— Permítame un minuto, señor Kennedy.

La mujer tomó su teléfono para marcar la extensión de la gerencia y enseguida un hombre de baja estatura y traje elegante llegó a la recepción.

Le expliqué la situación al que se decía ser el gerente y en cuestión de minutos buscaron en su base de datos el nombre de Claire Redfield para darme una respuesta.

— La señorita Redfield estuvo aquí, llegó ayer por la tarde y se hospedó en la habitación 126 en el segundo piso. Me informan que sólo pasó aquí la noche y se retiró hoy muy temprano, aproximadamente a las 7:00 am.

¡Genial! Claire había estado aquí, pero ya se había ido. Este karma era demasiado jodido.

—Gracias. —Respondí abatido y con cierto fastidio que haya perdido la última pista de la pelirroja, pero al menos sabía que estaba bien.

— Por nada. Que tenga bien día, agente Kennedy.

Me marché cuanto antes de ese lugar y subí a mi auto sin tener ni puta idea hacia dónde dirigirme para continuar con mi búsqueda.

Tomé mi teléfono celular y llamé a las oficinas de Terra Save, pensando que probablemente Claire estaría allí.

— Buen día, habla Leon S. Kennedy. ¿Podrían comunicarme con Claire Redfield?... ¿Aún no ha reportado el regreso de su viaje?… Entiendo… Muchas gracias.

Supuse que algo así pasaría. Era obvio que la hermana de Chris Redfield pensara que iría a buscarla a su trabajo y no se equivocó. Nuevamente me llevaba un paso de ventaja.

Sólo había un lugar en el que no había buscado y probablemente Claire estaría allí. Me dirigí hacia el sur de la ciudad y conduje hacia uno de los barrios familiares de Los Ángeles.

Me estacioné en la entrada de una casa de dos pisos y un jardín agradable. Bajé enseguida del auto y toqué la puerta dos veces, con muy pocas esperanzas de encontrar a alguien, ya que por la hora, era realmente difícil.

Para mi sorpresa, enseguida abrieron la puerta y miré extrañado a una mujer joven que aunque no sabía su nombre, al menos la conocía de vista.

—Hola. — Dijo ella con una sonrisa.

—Hola. —Respondí en automático.

—Tú debes ser Leon, el novio de Claire ¿no?. —Supuso ella mirándome de arriba a abajo.

—Sí, y tú eres…

— Sheva Alomar, la prometida de Chris. — Se presentó la joven de ojos avellana.

Prometida. Vaya, parece que lo de mi cuñado con esa jovencita va muy en serio. Sí que era una novedad que Chris haya decidido sentar cabeza. Al mirarla con detenimiento, me doy cuenta que ella en realidad es mucho más joven de lo que pensaba. Me pregunto cuántos años le llevará de ventaja mi cuñado a su prometida, tal vez trece o quizás quince años… Creo que al final, Chris Redfield no pierde su tiempo como pensaba.

— Un gusto, Sheva. Leon S. Kennedy a tus órdenes. — Me presenté saludándola con un apretón de manos. — ¿Chris se encuentra en casa? — Dije al pensar que era mejor preguntar primero por mi cuñado que por su hermana.

—Chris no está en casa, se fue al trabajo desde temprano. En teoría yo también debería de estar ahora en la BSAA, pero hoy es mi día de descanso. —Informó la chica y prosiguió, — Pero pasa, por favor, Leon.

La última vez que entré a la casa de Chris, debió ser hace más de dos años, en la última Navidad que pasamos allí. Recuerdo perfectamente el desorden que había por todo el lugar con ropa sucia regada por los rincones, documentación por todos lados, cajas de pizza fría y latas de cerveza inundando la barra de la cocina… Su hermana lo reprendió duramente por la falta de orden en su casa y desde entonces decidió que todas las festividades se realizarían en nuestro hogar. En cambio, ahora toda la casa estaba limpia y ordenada con un olor a lavanda impregnado en el ambiente. Creo que a Chris le sentó perfectamente la compañía femenina.

—Siéntate por favor. —Pidió Sheva invitándome a tomar asiento, — ¿gustas algo de beber?

— Un café americano, por favor. —Pedí a la cuñada de Claire, con mi cuerpo estando al borde del colapso por el cansancio y necesitando urgentemente una dosis de cafeína.

— Enseguida.

La también agente de la BSAA se trasladó hacia la cocina y sacó una taza de su alacena para servirme un poco de café directo de la cafetera, mientras trataba de iniciar una conversación amable.

— ¿Y cómo está Claire? ¿Ya volvió de su viaje?

Cuando la chica de ojos avellana hizo esta pregunta, confirmé mis sospechas. Al parecer nadie más sabía nada del regreso de la pelirroja, y mucho menos de lo que había sucedido entre nosotros. Conocía perfectamente a Claire y sabía que odiaba que terceras personas se inmiscuyeran en sus asuntos, y sobre todo, era una mujer que si sus problemas personales pudieran acarrearles dificultades a terceros, preferiría sufrir en silencio, sin contarle nada a nadie, y si tenía que hacerlo, minimizaría la gravedad del asunto. Seguramente la Redfield supuso que si le contaba la verdad de lo que había pasado entre ella y yo a su hermano, él se pondría furioso y tendría una discusión acalorada conmigo, que traería como consecuencia problemas entre el convenio de seguridad y cooperación mutua entre la DSO y la BSAA.

—Bien, supongo que llegará hoy o pasado mañana, tal vez. —Mentí mientras la prometida de Chris me entregaba mi taza de café.

— Me da gusto. ¿Necesitabas hablar urgentemente con Chris? —Preguntó la chica mientras yo le daba un gran sorbo a mi taza de café.

— No tan urgente. Era sobre un asunto para solicitar el acceso al archivo privado de la BSAA. Pasaba por aquí y quise probar suerte consultándolo a él primero, antes de dar una visita a la organización. — Respondí con falacias sobre mis intenciones de esa visita.

—Entiendo. Entonces, ¿no hay nada más en lo que pueda ayudarte? —Preguntó ella con cortesía.

—Supongo que no. Con el café basta, eres muy amable. —Dije a la vez que le daba el último trago a mi café, entregándole el recipiente a la joven. — Muchas gracias por el café, Sheva. Ahora debo irme para volver al trabajo.

Me puse de pie y enseguida caminé hacia la entrada.

— ¿Quieres dejar algún recado para Chris? —Preguntó antes de que me retirará.

—Ninguno. Probablemente lo vea más tarde. Gracias y ten buen día, Sheva.

La mujer asintió deseándome un buen día y cerró la puerta hasta que yo estuve en mi auto otra vez. Ahora comprendía porque Chris se tomaba tan en serio su relación con Sheva. Era joven, bonita y muy amable. Una chica bastante agradable que contrastaba con el carácter serio y taciturno de mi cuñado. En fin.

Continué sin pistas y sin información sobre el paradero de la pelirroja, y seguí cuestionándome sobre en qué lugares probablemente podría encontrarla. Pensé que tal vez y podría estar en casa de alguna de sus amigas, pero fui descartándolas una a una. Jill Valentine era la primera. Quise intentar ir a buscarla allí, pero sabía que si Claire recurría a su amiga de la BSAA seguramente ella no le guardaría el secreto e iría inmediatamente a contarle a Chris lo que estaba pasando. Así que la agente Valentine quedaba fuera de mi lista. La segunda era Moira Burton, pero recordé que esa chiquilla aún vivía con sus padres y la pelirroja jamás se hubiera permitido darles alguna molestia a Barry Burton y a su esposa. Mi tercera opción era Sherry Birkin, pero caí en la cuenta que ella ya llevaba dos meses viviendo en el extranjero y era poco probable que estuviese con ella.

Al haber descartado todas las posibilidades, decidí que lo mejor era volver a casa. Claire aún mantenía allí sus cosas y su auto, y en algún momento decidiría volver por sus pertenencias. No podría permanecer toda la vida con los escasos cambios de ropa que llevaba en sus maletas, destinado a sólo unos días de viaje.

Llegué a casa más rápido de lo que esperaba y estacioné el Mustang en el garaje, notando que el auto de Claire aún permanecía en su sitio.

Cuando estuve dentro de la casa, me dejé caer en el sillón de la sala, totalmente jodido y cansado tanto físicamente como emocionalmente. ¿Por qué había sido tan estúpido como para arruinar de esa manera mi felicidad?

Finalmente me rendí en uno de los sillones de la sala principal, y me quedé sumido en la inconsciencia del sueño.

Perdí la cuenta de todo el tiempo que había dormido. Desperté con el cuello y los omoplatos adoloridos por haberme quedado tanto tiempo en una mala postura. Miré por la ventana antes de comprobar la hora, y me di cuenta que ya estaba anocheciendo. ¡Maldita sea!

Me levanté como un resorte del sillón, moviéndome como un histérico de un lado a otro, hasta que me dirigí a la habitación principal y con premura comencé a revisar todos los cajones y puertas del clóset. Suspiré aliviado cuando descubrí que las pertenencias de Claire permanecían intactas, pero aún debía comprobar una cosa. Llegué a la cochera y su auto también estaba allí. La pelirroja no había vuelto lo cual era malo, porque aún no sabía nada de ella, pero a la vez me daba cierto alivio, teniendo la tenue esperanza de que tuviera que regresar a casa.

Llamé de nuevo a Terra Save pidiendo información sobre el número de habitación en donde supuestamente la Redfield se hospedaba, y haciendo las preguntas necesarias, obtuve la información que requería; ella se había comunicado con su organización en el transcurso del día, lo que significaba que estaba bien. Al menos físicamente hablando.

Pero la incógnita seguía resonando en mi cabeza: ¿Dónde estaba Claire?

Después de pasar otra mala noche bebiendo café y alimentándome de pastas instantáneas, —tan horrendas como masticar poliuretano —, finalmente amaneció.

Iba camino a la regadera para poder darle un momento de relajación a mi cuerpo y a mi mente que estaban fatigados para posteriormente, iniciar una nueva búsqueda de la pelirroja, aunque no tenía idea ni de dónde empezar.

De repente, justo cuando estaba preparando la ducha, alguien tocó a la puerta. Por un instante me ilusioné de pensar que probablemente se trataba de mi aún novia que volvía a la casa, pero el gusto me duró poco cuando recordé que ella tenía llaves y no tenía necesidad de llamar a la puerta. ¿Quién diablos podía ser a esta hora?

Y cuando fui a abrir, definitivamente, era la última persona a la que pensaba encontrar.

— ¡¿Tú?!

— Vine por las pertenencias de Claire.

Definitivamente, odiaba a ese sujeto. Para acabar de joder mi día, frente a mis ojos vi la figura petulante de Piers Nivans. "Vine por las pertenencias de Claire" ¡Pero qué mierdas le pasaba a este imbécil! ¡Quién coño se creía para venir a mí casa a decirme que se llevaría las cosas de mi mujer!

— ¡¿Pero quién carajo te crees para venir a llevarte las pertenencias de mi mujer?!

— Ella misma me lo pidió. —Respondió con seguridad el militar.

— ¿Qué clase de estupidez estás diciendo? —Pregunté sin poder creer las palabras de ese soldado de quinta.

— Lo que escuchas, Claire está conmigo y me lo contó todo. No quiere volver a verte y me pidió que viniera por sus cosas.

Esto parecía ser una pesadilla o un chiste mal gusto. La Redfield había estado con Nivans en este tiempo, que seguramente no desaprovechó para acercarse a ella lo suficiente y ganarse un cariño lastimoso. Bastardo, mil y un veces bastardo. La sangre me estaba hirviendo.

— ¡¿Y crees que voy a permitir que te lleves las cosas de mi mujer?!—Grité enfadado haciendo énfasis cuando pronuncié "mi mujer".

El muy imbécil parecía regocijarse con mi reacción, como si esta fuese su revancha de la pelea de aquella noche en el balcón.

— Está bien, no haré nada por la fuerza. Sólo quiero recordarte que te lo advertí, Leon. En algún momento ibas a equivocarte y yo estaría allí para Claire. Entérate, ella no está sola. —Me amenazó con cierta obstinación que me fastidió hasta la médula.

—Vete al infierno. —Respondí mirándolo a los ojos y dándome media vuelta para cerrar la puerta con un fuerte golpe.

Me estaba llevando el demonio.

Ese infeliz de Nivans estaba sacando ventaja de la situación. Como era su maldita costumbre de perdedor, se estaba prestando como paño de lágrimas de la pelirroja, para poder ganarse de esa manera tan patética un poco de su cariño. Piers codiciaba el amor que la Redfield sentía por mí, así que no dudo que en estos momentos, él estuviera luchando con sus ganas para poner robar un poco de ese afecto que me pertenecía.

Dentro de toda esa mierda, había algo bueno; la chica de cabellos rojizos quería volver por sus pertenencias, y al haberle negado esa petición a través de su fiel vasallo, seguramente ella vendría personalmente a llevarse sus cosas, aunque tuviera que llevarse el mal momento de verme. Conocía a la hermana de Chris Redfield a la perfección y estaba seguro que eso iba a pasar. Y no me equivoqué.

Habían pasado dos días completos en que mi novia había salido huyendo de mi a bordo de un taxi, —no hace falta decir lo mal que la pasé en esos momentos, — y al tercer día de infierno a una hora muy temprana, alguien abrió la puerta.

Estaba tumbado sobre el sillón principal, que se había convertido en mi lugar de descanso durante esos días, para estar al pendiente del teléfono y la puerta de entrada, y entonces la miré.

Después de todo este tiempo, la prófuga pelirroja había aparecido en la casa. Cruzó rápidamente la entrada sin mirarme y se dirigió directamente hacia la habitación que hasta hace poco era nuestro dormitorio.

— Claire…— Pronuncié su nombre a la vez que me ponía de pie para ir tras ella.

La susodicha me ignoró y siguió su camino por la alcoba para sacar del armario un par de maletas que colocó sobre la cama.

— Claire, por favor, espera. Tenemos que hablar. —Insistí mientras la Redfield continuó sacando su ropa de los cajones y colocándola en las valijas.

— Claire…— Dije tomándola del brazo y forzándola a que me mirara a los ojos.

Una punzada de dolor me taladró el pecho cuando mis ojos se encontraron con los de la chiquilla. Esas pupilas que siempre habían reflejado amor y ternura ahora solo mostraban odio y sobre todo tristeza, una tristeza muy profunda.

Con un movimiento rápido, se zafó ágilmente de mi mano que aprisionaba su brazo y se plantó de pie frente a mí, mirándome altiva, con la cara en alto.

— ¿Qué es lo que quieres que hablemos, Leon? ¿Vas a explicarme cómo le hacías el amor a Ada en mi cama?

A pesar de la rudeza del reclamo, detecté la tensión de su voz, que en cualquier momento amenazaba con quebrarse.

— Por favor, te ruego que me escuches, déjame explicarte como pasaron las cosas. — Rogué.

— Yo no tengo nada que hablar contigo.

— Claro que sí, tenemos mucho de qué hablar. Fui un imbécil, un completo estúpido, pero tienes que saber cómo pasaron las cosas.

— Lo de imbécil y estúpido no lo pongo a discusión. —Espetó la pelirroja con enfado. — Pero no necesito explicaciones para cuestionar lo que vi. Mis ojos no me mienten, Leon. Tú sí.

No eran las palabras duras de Claire lo que me afectaban, sino lo que veía en sus ojos. Ella estaba rota, yo mismo lo había hecho.

La pelirroja siguió empacando sus maletas y yo seguí insistiendo. No quería que ella me abandonara, y no iba a permitir que se fuera. La casa era de ambos, y no era justo que ella se marchara por un error que sólo yo había cometido.

— Claire, no tienes que irte. En todo caso, quien tiene que irse soy yo.

— No quiero quedarme aquí. — Contestó a la vez que cerraba su última maleta. — No quiero estar cerca de los lugares que me recuerden a ti y a tu traición. —Determinó tomando sus maletas con ambas manos caminando fuera del dormitorio.

— Claire, por favor, no te vayas. Dame una oportunidad de explicarte.

— Ya has tenido demasiadas.

Entonces adelantándome hacia la puerta, me puse frente a ella, sin disponibilidad de moverme hasta que no me escuchara.

— Fuera mi camino, Leon. —Ordenó ella con agresividad.

— No puedes irte sin escucharme primero.

La pelirroja se enfadó. Y soltando sus maletas caminó hacia la cocina, con intenciones de salir por la puerta trasera. Seguí detrás de ella para detenerla y volví a interponerme en su camino.

— Te lo ruego, Claire… —Supliqué con voz trémula clavando mi mirada en la suya.

— Debo irme, Leon. Me están esperando afuera.

Un momento. ¿Alguien estaba esperando a Claire? ¿Quién demonios acompañó a la pelirroja hasta aquí?

— ¿Quién te está esperando? — Pregunté sintiendo como un escalofrío comenzaba a formarse en mi espalda, a causa de la rabia que se estaba acumulando.

— No tengo porqué explicarte. — Respondió con ferocidad.

— ¿Se trata de Nivans, cierto? — Pregunté furioso y continué: — Había olvidado el pequeño detalle que ese bastardo ahora es tu perro faldero.

— Eso es algo que no te importa. — Dijo en voz baja y dándose media vuelta para irse.

— ¿¡Es que acaso no ves las intenciones de ese infeliz?! ¡Sólo está buscando la oportunidad para aprovecharse de ti!

—No todos son como tú.

Y mientras continuó ignorándome ella volvió a tomar sus maletas, y caminó rumbo a la entrada por segunda ocasión.

— ¡Claire, detente! ¡Claire! — Gritaba en una psicofonía de miedo y cólera.

Entonces la puerta de entrada se abrió y para terminar de completar el cuadro, apareció Nivans, para ayudar a la chica con sus maletas.

Cuando vi a ese idiota ayudando a la pelirroja a alejarse de mí no pude contenerme más y atravesé la casa con la misma furia de un toro en medio del ruedo, con toda la intensión de embestir al torero, que en este caso, era ese ridículo soldado de la BSAA.

— ¡Claire espera! — Proliferé poniéndome a su lado, a la vez que la tomé fuertemente por el brazo.

— ¡Suéltala! —Respondió agresivo ese hijo de puta, dándome un empujón para que liberara a la Redfield.

El codazo logró tambalearme un poco, pero rápidamente recuperé el equilibrio y le devolví el gesto, dándole un puñetazo en la mandíbula.

Piers, totalmente furioso, estaba a punto de arremeter contra mí, cuando la pelirroja se puso en medio para obstruir su camino.

— ¡Ya basta! —Ordenó a ambos, atrayendo toda nuestra atención. — No quiero volver a presenciar otra pelea de ustedes dos.

Ella se dio media vuelta y se dirigió esta vez al militar.

— Piers, no vale la pena. Vámonos por favor.

Esas palabras, me dolieron más de lo que esperaba.

— Claire… ¿vas a irte con él? —Pregunté ya no con furia, ahora hablaba con dolor.

Ella volteó y me miró con una expresión que era inescrutable.

— Una vez me decidí por ti y me fallaste. No voy a equivocarme otra vez.

— Está bien. Si quieres irte con él, respetaré tu decisión. — Contesté apretando los dientes tratando de esconder todo el dolor que ese hecho me causaba, bajo una falsa máscara de dignidad.

— Me alegro que lo hagas.

Y dándose media vuelta, la pelirroja me abandonó para irse del lado de Nivans.

Me quedé parado a mitad de la casa por un buen rato, tratando de luchar con todas mis fuerzas contra todas las emociones que me abatían. No me gustaba admitirlo, pero la partida de la pelirroja me estaba doliendo más de lo que estaba dispuesto a admitir. Estaba herido en el orgullo por el hecho de que Piers Nivans me haya ganado la partida, pero a pesar de mi cólera, el dolor me estaba sofocando. Sentía un dolor agudo en el pecho, como si estuviese caminando con un cuchillo clavado en el corazón.

Después de todo lo que acababa de pasar estaba aturdido sin saber qué hacer o qué pensar. Fue que en tal estado, me subí a mi auto para conducir sin rumbo, o al menos hasta que se me ocurriera una nueva idea de hacia dónde dirigirme.

Anduve por las calles hasta que me decidí dirigirme hacia a uno de los barrios residenciales que estaban en las afueras de la ciudad. Me estacioné afuera de una casa amplia y agradable para después ir directamente hacia la puerta. Aún sin saber muy bien lo que hacía llame dos veces a la entrada y al tercer timbrazo alguien salió a abrirme.

Una dama que vestía un elegante vestido rojo salió a mi encuentro y mirándome de arriba abajo me dedicó una de sus miradas seductoras.

— Leon, sabía que ibas a volver.


A/N: Leon, no se cansa de arruinar más las cosas. Toma malas decisiones sin pensar en las consecuencias y aquí se muestra un poco de lo que tendrá que pagar el rubio por su error.

Piers Nivans, siempre tan tierno y atento, él merece estar con Claire aunque ella ahora lo tome como un consuelo.

¿Leon? ¿Qué hará al respecto? ¿Dejará de luchar? ¿Va a rendirse?

Todas las respuestas las tendrán en el desenlace de esta historia que será el siguiente episodio.

Ya saben su opinión para mí es importante, así que cualquier duda o crítica, no duden en expresarse mediante los reviews o mensajes privados si así lo prefieren.

¡Muchas gracias por leer!