¡Hola a todos! ¿Cómo están mis estimados lectores? Creo que esta vez si me tarde un poco en actualizar pero de antemano les agradezco la paciencia y espero les agrade el capítulo de hoy. Creo que hoy tendrán una pequeña alegría, no les adelanto nada, pero quizás. :)
Bien, ahora a responder sus reviews.
Pily-chan: Hola Pily, me alegra que te haya gustado la historia. Sí, estoy consciente de que hice sufrir mucho a Leon, pero de alguna forma tiene que pagar su karma por todo lo que le hizo a Claire, pero estoy segura que a todos los cleonistas les gustará o al menos les dará una pequeña alegría el capítulo de hoy. Espero y lo disfrutes. :D
Lxugim Greyrat: Hola, muchas gracias por haberte tomado la molestia de escribir un comentario, son sus reviews los que mantienen vivo el ánimo de los autores, es un gusto. Si ya sé, Piers no es un mal chico, pero bueno gran parte de culpa de esto la tuvo Leon, aunque creo que Claire quiere perdonarlo del todo, todo puede pasar. Espero y te guste el episodio de hoy.
Romel: Hola Romel, ¿cómo estás? He leído tu review y apuesto a que el capítulo de hoy te gustará mucho, algo me lo dice. :) Espero y lo disfrutes.
Nero cleon: Hola Nero, bienvenido seas al fandom. Me alegro que te haya gustado la primera historia y que le hayas dado una oportunidad a la secuela, espero no defraudarlos, haré mi mejor esfuerzo por sacar adelante este fic, aunque tarde un poco en actualizar. Disfruta la entrega de hoy.
Rose: ¡Querida! Un gusto volver a leerte, a ti y a tus reviews épicos. Jajajaja me matan de risa tus comentarios malvados, ya sé Leon a pesar de todo es un tipo adorable, tierno y calenturiento, justo como debe de ser jajaja. Perdón la tardanza, mis múltiples ocupaciones me han tenido ocupada pero prometo no abandonar la historia, el cleon es amor y vida y no puede terminar. Ya me contarás de lo que piensas del episodio de hoy. ¡Saludos!
Tresk Cobain: Me halagan mucho tus palabras, mi estimada, en verdad valoro mucho que te guste mi trabajo y espero estar a la altura de sus exigencias con este fic, prometo cada día hacerlo mejor. :) Espero y disfrutes el capítulo de hoy.
"It might not be the right time
I might not be the right one
But there's something about us I want to say
Cause there's something between us anyway…
I need you more than anything in my life
I want you more than anything in my life
I'll miss you more than anyone in my life
I love you more than anyone in my life."
—Something about us, Daft Punk.
CAPÍTULO 6: PROMESA
Nunca me había costado tanto trabajo levantarme de la cama como hoy, pero tenía que hacerlo. Moría por quedarme unas horas más en los brazos de la mujer de mi vida pero en esta ocasión el deber lo impedía por más que lo lamentara. Me moví despacio y aparté con cuidado los brazos de Claire que descansaban en mi pecho y la acomodé con ternura en la almohada. Volví a cobijarla y a recostarla para que continuara soñando tranquila. Después de cerciorarme que la Redfield seguía en los brazos de Morfeo, fui al baño de la habitación a vestirme. Cuando terminé de abrochar el último botón de mi camisa, salí de a habitación y tomé la PDA que estaba sobre la mesita de noche. Había un correo de Hunnigan; revisé y quería que me comunicara con ella cuanto antes. Justo estaba a punto de establecer comunicación cuando entró una videollamada de Ingrid, dibujándose su rostro en la pantalla.
— ¿A qué se debe tanto misterio? —Dije sin rodeos.
—El presidente quiere consultarte para tomar una decisión importante. —Contestó ella sin limitaciones.
— ¿Qué anuncio?
—Quiere dar a conocer al mundo lo que verdaderamente ocurrió en Raccoon City.
Esto sí que era una novedad. Se suponía que por el bien de la seguridad internacional lo que había sucedido en Raccoon City era considerado un secreto de Estado, aunque claro, así era el nombre elegante que llevaba el incidente de esa ciudad cuando en realidad lo que se trató de proteger en ese momento fue la corrupción e ineptitud del gobierno de los Estados Unidos en ese entonces. Pero bueno, Adam era un hombre bastante sensato y conocía las consecuencias de revelar un secreto de ese calibre y si ya había tomado esa decisión, era porque seguramente los resultados de seguir ocultándolo iban a ser peores.
—Algo bastante jodido debe estar pasando. —Intuí después de lo que acababa de escuchar.
—El asunto de la guerra en Europa se está saliendo de control. Ahora China también está involucrada en el asunto y si no actuamos a tiempo esto se convertirá en una catástrofe mundial.
¡Dios! Las cosas estaban peor a como imaginé.
— ¿Me enviarán a la guerra? —Pregunté.
—Esperemos que no.
Jamás le había tenido miedo a la guerra ni a la muerte, pero en esta ocasión me preocupaba mi seguridad, no por mí, sino por Claire. No quería dejarla sola, y menos en el estado tan vulnerable en el que se encontraba, pero ya no dependía de mí.
—Bien, voy para allá. Estaré cuanto antes en Washington.
—Entendido.
Terminando la videollamada coloqué la PDA en el bolsillo de mi pantalón y tomé con una mano mi maleta. Antes de irme, me acerqué a la menor Redfield que continuaba durmiendo con expresión angélica.
—Volveré pronto, pequeña. —Murmuré en voz baja y deposité un beso suave en su frente a manera de despedida.
Después de haber manejado el Mustang por unos minutos y dejarlo aparcado en mi sitio exclusivo de la D.S.O. me entrevisté por última vez con Hunnigan para aclarar detalles sobre mi visita a la Casa Blanca y me indicaba cuál sería la nave que me llevaría hasta allá. Al finalizar todo ese trámite caminé hacia la pista donde el piloto ya me esperaba.
Había poca luz debido a que aún no amanecía pero sería cuestión de minutos para que saliera el Sol. Estaba a punto de llegar hasta la aeronave cuando de repente escuché una voz llamándome.
— ¡Leon! ¡Leon! ¡Espera, por favor!
Volteé de inmediato, esa sin duda era Claire pero, ¿qué hacía aquí?
El piloto salió a mirar el por qué no me daba prisa en abordar, le hice una seña de que me diera unos momentos más, accedió y corrí hacia la chica pelirroja.
—Claire, ¿qué haces aquí? —Dije cuando la alcancé cuestionándola por qué me había seguido hasta aquí.
Ella no respondió, en cambio, se abrazó fuerte a mi torso y ocultó su rostro en mi pecho, como si fuera un niñita asustada. ¡Cuánto me conmovió esa escena! Tome con cuidado su cara con ambas manos y la obligué a mirarme a los ojos.
— ¿Qué pasa?
—No quiero que te vayas, Leon. No quiero que me dejes. —Confesó con un hilo de voz que amenazaba con quebrarse.
"No quiero que me dejes", con esa frase ya me tenía totalmente a sus pies. Era como un milagro. La sentía tan mía, que era imposible resistirme.
—Cariño, no voy a dejarte. —Le dije hablándole dulcemente.
—Van a enviarte a la guerra. —Murmuró casi para sí misma con sus ojos suplicantes.
Ahora me daba cuenta de que la menor Redfield no estaba totalmente dormida cuando había tenido la videollamada con Ingrid y ahora mi mujercita estaba enterada de todo.
—No es así, mi niña. Iré a Washington a ver al Presidente y enseguida me tendrás de regreso.
—No es cierto. Te enviarán al matadero a ti también. Primero fue a Chris, luego a Piers, —guardó silencio por unos instantes y luego alzó sus manos para colocarlas en mi mandíbula, —pero a ti, no soportaría perderte.
Me quedé en shock después de esa confesión. Ella no quería perderme, no lo soportaría. Fue entonces que nació en mí la esperanza. Muy dentro, sabía que ella no había podido arrancar de golpe lo nuestro, los buenos momentos, las risas, los besos, las caricias… Por lo menos una vez tuvo que haber calado dentro de ella la semilla de lo que tuvimos así como yo la tenía tatuada en la piel. Quizás y después de todo Claire me extrañaba aunque sea un poco de lo mucho que yo a ella. Yo me porté como un imbécil, un hijo de puta sin remedio, pero si había algo que no se podía poner en duda, era lo mucho que amaba a esa mujer. Algo dentro de mí comenzó a arder y nada me importó, nos necesitábamos y este era nuestro momento. Y lo intenté.
Con firmeza tomé su rostro entre mis manos y puse sus labios entre los míos. Me correspondió con inseguridad pero al final terminó acercándose más a mí, colocando sus brazos alrededor de mi cuello. No podía creer lo que estaba pasando, estaba besando a la mujer de mi vida y ella estaba respondiendo. Por un momento creí que esto era un sueño y en cualquier instante iba a despertar; pero fue una grata sorpresa darme cuenta que no era así cuando ella se colgó más a mí, como si temiera que me apartara. Por instinto coloqué una de mis manos en su cintura, mientras la otra acariciaba su espalda con dulzura, sintiendo al tacto nuevamente esa piel suave, tan lejana pero tan familiar a la vez. El beso poco a poco se fue haciendo más agresivo y la pelirroja seguía muy bien el ritmo, mi boca estaba reclamando con hambre lo que le había pertenecido en el pasado y quería recuperar el tiempo perdido. Si esto hubiese sucedido en mi departamento y no aquí en el hangar de la D.S.O., juro que me hubiese llevado a la Redfield a la cama. La amaba, la deseaba, la necesitaba. Por mí, Nivans, el Presidente, el piloto, todo el mundo se podía ir derecho al infierno y no me importaría.
—Te amo, Claire. —Murmuré en medio del beso, siendo las palabras más sinceras que había pronunciado en mi vida.
Ella no me correspondió y honestamente no esperaba que lo hiciera. Era una confesión unilateral que deseaba hacerle sin importar el resultado. Sin embargo ella continuó con su faena, explorando mi boca con pasión.
Después de unos minutos, tuvimos que separarnos muy a regañadientes para tomar aire, pero aún sin soltarnos del abrazo que nos unía. Di un vistazo a su rostro y vi sus ojos azules brillando, sus mejillas rosadas y los labios de cereza estaban ligeramente hinchados. Nuestra respiración agitada me confirmaba que ambos necesitábamos esto y no había sido una mala decisión.
—No te vayas. —Suplicó bajito abrazándose aún más a mi cuello.
—Debo hacerlo, mi amor. —Contesté con voz suave y acariciando con el dorso de la mano una de sus mejillas. —Pero te prometo que voy a volver.
—Júrame que vas a vivir, Leon. Júramelo por favor. —Pidió con insistencia y desesperación, ya que el avión estaba a punto de partir.
Tome una de sus manos y la bese con dulzura y mirándola directamente a los ojos, respondí;
—Te lo juro, Claire. Voy a vivir, por ti.
Estaba en la oficina del presidente Benford ubicada en la casa blanca, mientras me mantenía recargado en la pared, pasando una mano por mis labios, aún recordando lo que había sucedido con la Redfield durante la alborada de ese día.
Todavía estaba embriagado en mis pensamientos cuando Adam entró al recinto y me saludó gustoso.
—Leon, que bueno que viniste.
—Señor Presidente. —Me limité a decir estrechando su mano para saludar.
—Siéntate por favor.
Obedecí y por la seriedad de su rostro, pude leer que se trataba de un asunto delicado, así que esparcí de mi mente todo recuerdo que pudiese alterarme los nervios y la testosterona. Acto seguido Adam empezó a hablar.
Por primera vez, pude notarlo verdaderamente tenso en todo el tiempo que llevaba de conocerlo.
—Las armas bio-orgánicas son una amenaza global y la culpa es nuestra en parte. Colaborar con el resto del mundo es nuestra obligación. — se interrumpió por un momento y fijó su vista en la ventana para mirar al exterior como si aún dudara de lo que fuese a decir. Finalmente se puso de pie, y quedándose al lado de la bandera de los Estados Unidos, resopló y habló con decisión. —Voy a contarlo todo.
Traté de quedarme tranquilo con un rostro inescrutable. Al parecer Hunnigan no mentía y el Presidente estaba decidido a revelar el secreto que podría costarle el lugar al país su sitio privilegiado en las Organización de las Naciones Unidas. Si de algo estoy seguro, es que esta decisión no había sido precipitada. No era el estilo de Adam.
—Hay que empezar desde cero. Estoy consciente que revelar lo que realmente sucedió en el incidente de Raccoon City podría crear más problemas de los que resuelva, pero debemos asumir la responsabilidad. La guerra de Europa se está saliendo de control y es preciso que la ONU, la OTAN y las diversas organizaciones mundiales sepan a lo que se están enfrentando.
Me quede en silencio. Tal como lo pensé, Adam no se había sacado de la manga esta decisión.
—Di algo, hombre. ¿Qué es lo que opinas?
Resoplé y di un suspiro hondo, este era un tema delicado.
—Si tomando estas medidas podremos evitar una catástrofe como la que sucedió en Raccoon, no veo porque dudar.
Adam se quedó pensando nuevamente sin decir una sola palabra, volviendo a mirar al exterior.
—Siempre he valorado tu amistad, Leon. Hoy más que nunca.
Asentí ante el cumplido. Era bueno con la retórica pero había ocasiones en que quedarse callado era una mejor opción.
No había nada más que hacer, Adam estaba decidido y era una orden que se debía de respetar, aunque seguramente el costo político que esta revelación ameritaría sería muy alto. Caerían muchas cabezas, de eso no había duda, pero si la seguridad del mundo estaba en juego, valdría la pena. Al que seguramente no le agradaría ni un poco la noticia sería a Simmons, porque era casi un hecho que sería muy cuestionado y puesto en juicio su trabajo como Consejero de Seguridad Nacional. Debo decir que en el fondo me alegre, si descubrían algo turbio en la gestión de ese infeliz muy probablemente quedaría fuera de la nómina. Ya tenía un problema menos.
Acto seguido Adam se marchó hacia la Universidad de Tall Oaks. En el auditorio principal que era bastante grande iba a dar el anuncio ante un tumulto de intelectuales, estudiantes y sobretodo la prensa sensacionalista. Ya casi podía imaginar los titulares amarillistas que abarcarían todos los puestos de periódicos al día siguiente.
Uno nunca sabe cuándo se va a tener un día de mierda. Corrijo, día de mierda se queda muy corto. Suena bastante cotidiano como dejar las llaves dentro del auto con los seguros puestos, que el jefe te deje haciendo guardia en día festivo, el maldito dolor provocado por las bolas azules… Eso es lo usual para describir un mal día para una persona ordinaria, pero para los parámetros en gente como yo, eso era un juego de niños. Mi vida podía pasar a convertirse en una pesadilla con una facilidad increíble y en tiempo récord. Y era lo que estaba a punto de suceder.
Sentía que la cabeza iba a estallarme en cualquier momento, me estaba costando mucho asimilar todo lo que había pasado. Estaba tenso por el zafarrancho que seguramente se iba a armar con el anuncio de Adam, tenía la tensión de la situación de guerra y la posición que yo tendría al respecto, pero sobretodo, no podía dejar de pensar en ella y lo que había sucedido en la mañana. Me sentí angustiado, ansioso, estaba preocupado por Claire. Por primera vez temí por mi vida ya que ahora sabía que la pelirroja me necesitaba, la Redfield se había convertido en mi mundo. Quería regresar a casa con ella cuanto antes, sentía una urgencia tremenda por ello.
No quise pensar más en nada, la situación me estaba estresando de sobremanera y quizás me estaba adelantando demasiado. Por un instante me vi tentado a fumar un cigarrillo para calmarme pero al final me resistí, asumí que sería capaz de controlarme sin necesidad de nicotina en mi cuerpo. Me quedaría un día o quizás dos más en Washington, el alboroto que seguramente se armaría en la Casa Blanca iba a requerir de mi atención pero no totalmente como para que dejara abandonados mis asuntos pendientes en la D.S.O. Quise suponer que no me enviarían a Edonia con todo lo malo que se venía para el Gobierno de los Estados Unidos, así que dejé mis preocupaciones de lado y dentro de muy poco volvería a estar nuevamente al cuidado de mi pequeña niña de ojos azules. Desgraciadamente me había creado expectativas muy rápido.
Estaba por llegar a la Universidad de Tall Oaks, decidí ir en auto en lugar de viajar con el Presidente porque quería pasar un breve tiempo a solas, cuando la PDA empezó a vibrar en el bolsillo de mi pantalón. Orillé el auto alquilado ya que aquí las multas de tránsito eran bastante elevadas y cuando me estacioné me dispuse a atender la videollamada.
— ¿Qué pasa, Hunnigan? —Pregunté al ver su rostro reflejado en la pantalla.
—Leon un brote acaba de invadir la universidad de Tall Oaks.
Me quedé pasmado por una fracción de segundos, no era posible lo que acababa de escuchar.
— ¿¡Qué?! ¿¡Pero qué estás diciendo?! —Repliqué sin poder creerlo.
—Al momento nos ha reportado a cinco personas infectadas. Aún no sabemos quién lo causo ni cómo, pero es preciso sacar al Presidente de allí, el Servicio Secreto nunca se ha enfrentado a una amenaza así y es posible que no logren proteger a Adam. —Informó la morena con premura.
Me limité a depositar la PDA al lado de la palanca de velocidades sin siquiera despedirme o colgar la videollamada. Inmediatamente pisé el acelerador y tomé la carretera para formarme en el carril de alta velocidad, era cuestión de minutos para que otra pandemia como Raccoon City se hiciera realidad nuevamente.
Llegué en tiempo récord al campus y miré que sería imposible accesar por la entrada frontal. Como lo había supuesto ya había un caos y pánico en el ambiente; gente corriendo por todos lados, ambulancias y la policía tratando de contener a la multitud asustada. Giré el volante hacia la entrada trasera, era la única manera de ingresar a la Universidad.
Estacioné el auto cerca de los laboratorios y me llevé del auto la PDA guardándola en el bolsillo y saqué mi arma para colocarle un cartucho. No sabía a ciencia cierta si esto se saldría de control, pero lo que si era seguro es que necesitaría hacer uso de las balas.
Adam estaría en la rectoría del centro de estudios, así que dirigí mis pasos hacia el edificio principal que estaba a varios metros de distancia. Maldita sea, sólo esto me podía pasar a mí, estar solo en medio de una contingencia apocalíptica.
Entré al inmueble de rectoría y estaba completamente solo en apariencia, al parecer ya habían evacuado a todos, pero lo más probable es que lo hayan hecho porque sabían que el Presidente Benford estaba allí y en caso de que hubiere un infectado no se propagara con las demás personas. Era más fácil neutralizar a un par de hostiles a tratar de atacar a hordas de ellos. Estaba empezando a oscurecer y para colmo de mis males, la luz también se había ido, así que debía de darme prisa, la oficina del rector estaba en el quinto piso de la construcción y como no estaba al cien por ciento seguro de que los elevadores servirían decidí ir por las escaleras. Agradecí profundamente mi buena condición física y sobretodo no haberme fumado ese cigarrillo después de mi reunión con Adam, hacerlo seguramente me hubiera dificultado la carrera.
Llegué con la respiración agitada al lugar y lo primero que vi fue un enorme pasillo. En las paredes había un señalamiento indicando que la oficina principal estaba en el fondo del corredor hacia la izquierda y corrí hacía allá sin miramientos. Cuando me dirigía al lugar, algo estaba mal, jodidamente mal. Las ventanas estaban rotas y había señales de violencia en el mobiliario, una corazonada me advirtió que quizás ya había llegado demasiado tarde. En mi camino encontré un bulto cubierto por una de las cortinas desgarradas que había en el suelo, lo descubrí para analizar y me llevé la desagradable sorpresa que se trataba del cadáver de uno de los hombres del Presidente, estaba totalmente bañado en sangre y con heridas notables en el cuerpo.
— ¡Maldita sea! ¡Adam!
Corrí a gran velocidad a la oficina principal y abrí la puerta de una patada, y ahora ante mí, una de las escenas más crudas de mi vida.
Parecía que un tornado había atrofiado el lugar, mobiliario partido en dos, la alfombra con manchas de sangre y tapizada de documentos, jarrones rotos y demás desastre.
En el sitio estaba una mujer que ya había visto antes, una chica joven de cabello castaño, piel blanca y ojos oscuros. Si la memoria no me fallaba, esa joven estaba con el Presidente el día de la cena de beneficencia en Beverly Hills. Aquí estaba esa muchacha, pero, ¿dónde estaba Adam?
De repente en una esquina vi la escalofriante figura de un hombre erguido que vestía un traje sastre que yo conocía muy bien. Al advertir mi presencia, se quedó mirándome y me di cuenta que como lo había supuesto, ya era demasiado tarde. El Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica Adam Benford, estaba infectado.
No había ninguna duda que era él. Eran sus mismas facciones, su misma ropa sólo que ahora tenía esa piel grisácea y podrida tan característica de los no muertos. Sangre escurría de su boca señal de que ya había atacado a alguien y sus movimientos torpes indicaban que él ya no era un humano. Y ahora venía directamente hacía donde me encontraba yo y la chiquilla de cabello castaño.
—No se mueva. —Amenacé apuntando con mi arma, con la esperanza de intimidarlo o de que aún quedara un poco de raciocinio en él, pero al parecer mis palabras no hicieron efecto alguno.
— ¡Señor Presidente! —Volví a amedrentar alzando la voz, y a cambio recibí un gruñido gutural por el que en algún momento fue el mandatario de una de las potencias mundiales.
Al escuchar el rugido emitido por el infectado, la mujer pareció asustarse y también apuntó hacía él con evidente nerviosismo. Noté como apretaba los labios a la vez que en sus ojos destellaba el miedo al punto de las lágrimas.
—No me obligue a esto. —Dije voz alta cuando vi que Benford pretendía atacar a la desconocida.
Por su parte, la occisa seguía sin soltar su arma pero su agarre no era firme, retrocedió un paso y temblaba de pies a cabeza. Y entonces sin previo aviso, se lanzó sobre ella.
Todo sucedió muy rápido, en una fracción de segundo venían a mí las imágenes de mi entrañable amistad con Adam Benford, ya que no sólo era mi superior, sino que también yo era una persona de su entera confianza, con quien había compartido grandes momentos y también enseñanzas, pero ahora, estaba consciente de que esa figura no humana ya no era más el Presidente. Él había muerto desde que el virus mutó en su cuerpo. Maldije mi suerte mil veces, porque a pesar de que era cierto el hecho que Adam ya no sería más el hombre que todos conocimos y nadie pudiese hacer nada ya por salvarlo, ¿Por qué tenía que ser yo el que acabara con lo que quedaba de su existencia? No tuve opción, por él ya no podría hacer algo aunque lo intentara, y sin embargo aún podía salvar a esta chica.
— ¡Adam!
La bala impactó directamente en la sien con un tiro certero, dejando al Presidente tendido en el suelo en un charco de sangre, la chica comenzó a sollozar y yo me quedé inmóvil contemplándolo todo. Yo, Leon S. Kennedy, me había convertido oficialmente en el asesino del Presidente Adam Benford, el mismo que momentos antes, me había llamado "su amigo".
…..
A/N: Creo que fue un capítulo bastante cargado para Leon, muchas emociones en poco tiempo y aún no asimila ninguna, pero vamos es parte de su vida como agente ¿no? ¿Les gusto su caramelo de cleon amigos? Por supuesto que Claire no iba a dejar pasar la oportunidad de expresarle a Leon lo mucho que aún le importa a pesar de todo, a sabiendas de que es probable de que no vuelva a verlo. Fue una escena muy dulce, no puse más porque vamos aún tiene un poco de pena nuestra querida pelirroja por su ausente esposo. Ya veremos que pasa en acontecimientos siguientes, ya que por exigencias del canon la historia se centrará dentro de unos capítulos más exclusivamente en Leon. Pero les prometo no dejarlos con los demás personajes tan ausentes.
Como ya saben su opinión es importante para mí, así que cualquier crítica, duda o comentario no duden en expresarlo en los reviews o si lo prefieren, también respondo mensajes privados.
Recomendaciones musicales:
-Something about us/Daft Punk
-The Only Exception/Paramore.
¡Muchas gracias por leer! ¡Los estaré leyendo en la próxima!
