NOTA DE LA AUTORA: Lectores, muy buenas madrugadas. Después de todo mi caos laboral académico pude darme un espacio para darles un pequeño capítulo de las aventuras de nuestro agente enamorado favorito. Perdonen la tardanza, no me justifico pero este fic es particularmente complicado ya que hay que hilar varios sucesos acontecidos a lo largo de toda la saga de Resident Evil y eso toma un poco de tiempo. Les pido nuevamente paciencia, ya verán que va a valer la pena. Nunca abandono fics y con menos razón abandonaría este, que es uno de los más importantes. Como última petición les pido un poco de comprensión, muchos de ustedes me han pedido que no relate en demasía la campaña de Leon en RE6, que créanme he tratado de hacerlo en muchos sentidos, pero en verdad es necesaria para la historia, además de que sirve de antecedente de todo lo que va a pasar y lo que pasó a lo largo de toda la relación pasada entre Leon y Claire. Bueno, creo que ya estuvo bien de charla, así que a lo que vamos.
Espero y disfruten este nuevo capítulo.
¡GRACIAS A TODOS POR SU PACIENCIA!
RESPUESTA A REVIEWS:
Xaori: ¡Hola! Muchas gracias por tus comentarios, en verdad me alegra que el fic te guste y que se apegue a la campaña de nuestro querido Leon. Esta campaña es muy importante para la historia así que espero puedas disfrutarla junto con todos los momentos "profundos" que agregue. ¡Felices pascuas!
GeishaPax: Hermana, prepárate para el bombardeo de nostalgia, allí te va un poco de la buena. Te quiero sista!
Lexugim Greyrat: ¡Hi! Gracias por tus comentarios, después de la espera aquí está y en verdad deseo que este capítulo sea de tu agrado.
Darkmatter Black: Holi, gracias por tu crítica, en verdad me anima saber que le puedo sacar una sonrisa a alguien con lo que escribo y espero que sea tu caso. Ojalá y te guste este episodio.
ruth: ¡Hola! ¿Cómo estás? No iba a abandonar este fic, para nada, sólo que a veces me saturo de mis ocupaciones y no puedo dedicarle el tiempo que quisiera a la escritura además de que no quiero dejar abandonados otras historias que tengo por allí. Sólo tenme un poco de paciencia y verás que todo sale. Espero y el capítulo de hoy te guste ruth.
"Come as you are, as you are
as I want you to be
as a friend, as a friend,
as an old enemy.
Take your time, hurry up,
the choice is yours, don't be late
take a rest as a friend as an
old memorie..."
—Nirvana, Come as you are.
CAPÍTULO 8: UNA NOCHE DE PESADILLA
Vaya noche. Ya había pasado de todo y aún no daban las doce de la madrugada. La ciudad entera enloqueció y la psicosis social no se hizo esperar. Las palabras de Hunnigan aún resonaban en mi cabeza.
—El virus ha infectado al 90% de la población de Tall Oaks. Podríamos decir que tenemos setenta mil enemigos. También sabemos que una organización llamada "Neo-Umbrella" se responsabiliza del ataque.
— ¿Neo-Umbrella? —Repliqué atónito a la información de Hunnigan.
—Sé lo que piensas.
—Es igual que en Raccoon City otra vez. —Completé sintiéndome poco resignado.
—Eso es todo lo que sé. —Explicó Ingrid y agregó: —Ahora, te toca ayudarme. Necesito saber lo que hay en esa catedral. Los jefazos quieren información.
"Jefazos"... Adam estaba muerto, así que sólo podía haber una persona interesada en obtener datos sobre el asunto.
— ¿Jefazos?
—En específico, Dereck C. Simmons, Consejero de Seguridad Nacional.
Lo sabía, sabía que ese bastardo aprovecharía para meter las narices de lleno en mis asuntos. No, no y no. Ni muerto iba a darle gusto a ese imbécil de acceder a mis archivos privados.
Después de salir huyendo de Tall Oaks en un autobús escolar que posteriormente se volcó y por alguna extraña razón, Harper y yo salimos con vida, continuamos por el camino del cementerio, para llegar a la famosa Catedral. Esta situación era tan inquietante… Me recordó demasiado a las vivencias pasadas en España donde tuve que ingresar igualmente por un panteón para acceder a la capilla de "los Iluminados" para poder rescatar a Ashley. Quise calmarme a mí mismo y ser más analítico con el asunto; estos no eran ganados sin ninguna duda, no había a ninguna hija del presidente qué rescatar y tampoco estaba una dama de la cual prefería no acordarme. No me apetecía seguir rememorando mi aventura por el viejo continente y mucho menos pensar en Raccoon City, pero eso era inevitable.
Entrar a la vieja iglesia en verdad fue un logro. Luego de una lucha encarnizada con monstruos mutantes de aspecto calavérico y perros cerberus, finalmente los que aún estaban vivos nos dejaron entrar a la Catedral, aunque adentro tampoco había mucha esperanza. Algunos murmuraban para consolarse y depositaban sus esperanzas en la B.S.A.A. Si tan sólo supieran que desde hace meses la dependencia antiterrorista iba perdiendo la batalla, creo que estas personas hubiesen recurrido al suicidio colectivo al no hallar una posible solución a esto. En fin.
Siempre me pregunté por qué los dementes tenían la manía de utilizar recintos sagrados para esconder sus porquerías y demás asuntos terroristas de los ojos del mundo. Quizás era porque bajo lo que parecía un centro religioso nadie sospecharía todo lo que una bandada de locos tramaba bajo sus instalaciones. Estos malditos no respetan nada. Después de algunos acertijos y trampas al más puro estilo de James Bond, bajo el altar de la gran Catedral había un verdadero centro de investigación y algunas celdas donde se planeaban quién sabe qué tantos proyectos maquiavélicos ligados por supuesto con el bioterrorismo. Claro, llegar a este punto no fue fácil, porque tanto Harper como yo tuvimos que acabar primero con una especie de bicho que terminó infectando a todos los pobres sobrevivientes que se refugiaban en la iglesia. En verdad me sentía inútil de no haber podido salvar a ninguno.
Mientras exploramos ese misterioso complejo experimental, donde había todo tipo de excentricidades, encontré una vieja cinta de VHS que llamó particularmente mi atención.
— ¿Ada?
"Happy Birthday, Ada Wong." Rezaba el nombre de la cinta, que inmediatamente coloqué en la videocasetera que estaba en la mesita, para que proyectara el contenido en la vieja televisión.
Después de que la pantalla por unos segundos se quedara paralizada en chispas de tonos negro y gris junto con sonidos de interferencia, apareció poco a poco la imagen de lo que parecía ser una crisálida, dentro de un cuarto totalmente oscuro y abandonado, seguido de una leyenda que decía;
"C-Virus Experiment 12235, Project Ada…"
De repente, el capullo comenzó a eclosionar, en un espectáculo bastante desagradable. Como si fuese algún tipo de insecto naciendo, se reveló la imagen de una mujer desnuda que desvanecida cayó al suelo.
Harper observaba con desagrado y sorpresa la escena, mientras yo miraba pasmado lo que estaba pasando. La mujer que yacía en el suelo levantó ligeramente el rostro, mostrando unas facciones que yo conocía perfectamente. Se trataba de Ada Wong.
¿Qué demonios acababa de ver? No alcanzaba a comprender absolutamente nada de lo que estaba pasando, pero como me temía desde que llegamos a la Catedral, Ada estaba metida en esto, no sabía hasta qué punto, si como víctima o victimaria. Como sea, me puse furioso. ¿Por qué alguien estaría interesado en mostrarme una cinta donde evidentemente, la protagonista es Ada? Es cierto, desde el último encuentro que tuve con ella que no fue nada amigable, no habíamos tenido contacto alguno, pero esta artimaña estaba seguro que no había podido ser ideada por ella, simplemente no era su estilo, y me daba la mala sensación de que Harper sabía más de esto. Ya estaba harto de misterio.
— ¿Esto es lo que querías mostrarme? —La cuestioné mirándola colérico.
—No, creía… —Expresó ella aturdida, bastante perturbada por mi reacción.
Necesitaba respuestas y las quería ya, pero mirando a mí alrededor vi que no podíamos permanecer mucho tiempo aquí. Era mejor largarnos.
— ¿Así que conoces a esa mujer o lo que quiera que sea? —Me preguntó mi acompañante al darse cuenta de mi confusión.
—Sí, más o menos. —Respondí a regañadientes tratando de no sonar grosero con una dama. Si ella no quería darme respuestas, yo tampoco tenía por qué contarle nada.
Las cosas no mejoraban, lejos de eso, cada vez se veían más complicadas. No sabía de dónde habían salido tantos hostiles de una instalación que parecía ser "secreta", estábamos rodeados. Por suerte logramos encontrar una salida, por un pasadizo donde depositaban residuos como si fuese una especie de tobogán. La señorita misterio a lo largo del camino no dejaba de mencionar el nombre de una tal "Deborah" que nombraba incesantemente, al parecer la estaba buscando. No quería sonar insensible ni mucho menos intolerante a la preocupación de mi nueva compañera, pero debía mantenerme frío y ajeno a toda emoción si quería salir vivo de esta, y yo ya tenía demasiados problemas. Primero y más importante, Claire. Me afectaba en demasía haberla dejado sola después de todo esto y le había prometido salir vivo de aquí, aunque la misión cada vez se ponía peor. Y en segundo, Ada. Independientemente de todo lo que había pasado entre nosotros en el pasado, no es como que pudiera portarme apático con lo que le sucediera. A pesar de todo, la espía había sido importante en mi vida y siempre existía reciprocidad digamos "profesional", entre nosotros, por lo cual ahora la asiática también estaba en mi lista de pendientes. Además yo no era un patán, había sido muy cabrón lo admito, pero estaba tratando de cambiar. Fue por ello que no me concentré demasiado en averiguar quién era Deborah y qué lugar ocupaba en la vida de Helena, aunque eso me intrigaba bastante.
Esto era totalmente irreal. Al parecer bajo las instalaciones de la Catedral donde se ocultaba el centro de experimentación conectaba también con una mina, que era donde me había conducido la encargada de seguridad del Presidente Benford.
— ¿Por qué no me lo cuentas todo? —Insistí al ver el rostro de angustia de la fémina.
—Porque no me creerías. Por eso quiero enseñártelo. Y cuando lo haga tendrás todas las respuestas y pruebas que necesitas.
No quise decir más. Me preguntaba por qué a estas alturas la chica no confiaba un poco en mí. Yo tampoco confiaba en ella, pero después de haber estado a punto de morir varias veces y ver criaturas que parecían ser sacadas de una bien producida película de terror, ¿creía que aún me podía dar el lujo de ser un escéptico imbécil? Si había tanta tensión y asperezas entre ella y yo esto no iba funcionar. Trataría de ser un poco menos duro y quizás más conversador con ella, tal vez con eso ganaría unos puntos extra e información que me hacía falta.
—Entonces… En el laboratorio… Ese video… —Cuestioné tratando de no sonar evidente en mi creciente interés sobre la cinta de Ada.
— ¿Con tu amiga? ¿Qué pasa con ella?
Vaya, vaya, esa chiquilla era astuta. No quería responder mis preguntas y sin embargo ella sí se atrevía a interrogarme y a pedir informes. Doña mandona no vino, pero en su lugar llegó Helena Harper. Tenía "colmillo" a pesar de su juventud, probablemente por eso Adam se había fijado en ella para contratarla. Bien jugado, jovencita.
—Mira, si quieres respuestas tendrás que darme tu alguna antes. —Respondí con franqueza, negándome a darle pistas.
—Tienes razón. Es justo, supongo.
No llegué a ningún lado. Prefirió no indagar más sobre mí y Ada a contestarme al menos la razón que nos tenía metidos en las profundidades de quién sabe dónde. ¿Qué diablos estaba escondiendo esa mujer?
Llegamos a donde estaban los rieles de transporte para las minas y a lo lejos pude distinguir una figura femenina tumbada sobre una plataforma, pero con la poca luz, no pude determinar si estaba viva o era una de "ellos".
— ¡Deborah! —Gritó Helena al reconocerla adelantándose para ayudarla.
Me acerqué detrás de ella para mirar que efectivamente se trataba de una mujer que era humana todavía y estaba medianamente consciente. Era una jovencita, mucho menor que Helena no cabía duda. Era rubia y de piel blanca, cabello lacio y largo. A pesar de estar en mal estado y vistiendo únicamente un camisón de dormir, no podía negar que la chica era bonita.
—Deborah, ¿me oyes? —Insistió la de cabello oscuro moviéndola con suavidad.
Poco a poco, la menor fue reaccionando y abrió lentamente los ojos
— ¿Helena? —Dijo con voz débil reconociendo a la otra mujer.
Ahora que podía apreciar su rustro con más claridad, noté que los ojos de Helena y los de ella, eran los mismos. Entonces deduje que probablemente eran familia. Nunca he sido de mente cerrada por lo que un abanico de posibilidades habían desfilado ante mí sobre la famosa Deborah y el interés de mi compañera en ella, así que una de las posibilidades que pensé, fue que tal vez se tratara de su pareja. Ya veo que no.
— ¡Gracias a Dios! —Exclamó dándole un abrazo estando a punto del llanto.
La interpelada comenzó a quejarse y a llevarse una mano a la cabeza, seguramente tenía mucho malestar. Helena ya había encontrado a Deborah y ya tenía lo que quería, por lo que determiné que era momento de exigir respuestas.
—Oye, ya está bien de misterios. ¿De qué va todo esto? —Demandé pidiendo pistas ahora.
—Saquémosla de aquí. Después te lo contaré todo. —Me respondió con ojos de súplica ayudando a la otra chica a levantarse. Te lo prometo.
Bien, a pesar de que estaba perdiendo la paciencia, no iba a ser un hijo de puta como para estallar y no portarme a la altura en circunstancias sensibles. Después de todo no iba a salir con vida solo y le había prometido a Claire sobrevivir. Y necesitaba a Helena para lograrlo.
— ¡Aguanta Deborah! —Pidió la muchacha a la más débil, cargándola sobre su espalda.
—Tu cuida de ella, yo me encargo de los enemigos. —Sentencié para cubrirlas a ambas, yo seguía siendo un caballero y aunque no subestimé jamás la fuerza de una mujer, me sentía con la responsabilidad de protegerlas.
Iba a ser difícil luchar solo, pero debía intentar. Siempre he creído que las buenas acciones en el mundo en el futuro tienen su recompensa, algo así como un karma benéfico, y si alguna de las mujercitas importantes en mi vida estuviera en peligro me gustaría que alguien luchara por protegerlas. Quería con toda intensidad que si por una circunstancia ajena, —que por supuesto no deseaba—mi pelirroja se encontrara en dificultades y yo no estuviera para ayudarla, existiera alguien dispuesto a protegerla.
Tenía los nervios de punta. Antes de perder la comunicación con Claire había escuchado una detonación y el tal Frederic Downing me daba mala espina, aunque sus intenciones parecían buenas. Quizás el tipo se veía como un caballero refinado de vestimenta elegante pero no lo conocíamos lo suficiente. Y no me gustaba como miraba a la chica Redfield. Muy a pesar de sus modales me daba cuenta de su escrutinio a la pelirroja. Pedazo de cabrón. Ok, acepto que estaba muy celoso de ese hombre que acababa de invitar la ex motociclista a "tomar el té". Marica.
Me separé de Angela Miller para investigar el domo, ya que varias secciones estaban bloqueadas. Como siempre, tenía todo en contra. Entré rápidamente por un pasillo oscuro que prácticamente estaba en ruinas, no quería bajar la guardia, en cualquier momento podría haber infectados.
—Leon…
El corazón me dio un vuelco al mirarla al otro extremo del corredor, manteniéndose de pie con dificultad y escasamente armada con un trozo de madera de algún mueble destruido.
—Claire, ¿qué pasó? ¿Dónde está Frederic? —Pregunté a la vez que me aseguraba que estuviéramos bien.
—Estaba diciéndome que encontró una bomba de tiempo en el nivel cuatro, cuando…
Se interrumpió de repente para emitir un quejido y no pudo continuar manteniéndose de pie. Fue entonces que me di cuenta que tenía una herida terrible en una de sus pantorrillas.
Durante años había estado en miles de situaciones de riesgo y trataba de mantenerme lo más sereno posible. En el camino había visto cosas espantosas que harían entrar en crisis a cualquier otro mortal; Ada a punto de morir, la muerte de todos mis compañeros del departamento de policía de Raccoon City, la sangrienta muerte de Luis Sera… Pero ver a Claire Redfield herida me estaba volviendo loco. Si algo malo le sucedía, me encargaría de no descansar hasta descubrir al responsable de esto para después asegurarme personalmente de enviarlo al infierno.
—Es una herida grave, te sacaré de aquí. —Dije sin dudarlo ni un minuto, apresurándome para ponerla de pie.
—Estoy bien, estoy bien. —Repetía mientras manoteaba para llamar mi atención. —Escúchame. Curtis estuvo aquí, yo lo vi y salió del nivel cuatro donde tenían el virus G.
Tal como creíamos, el hermano de Angela tenía una enorme participación en esto, pero toda esa información me parecía irrelevante al lado de mi prioridad de mantener a salvo a la ex motociclista. Pero muy a mi pesar ella tenía razón; el protocolo decía que debíamos acabar con todo el maldito caos primero. Aunque yo no lo quisiera.
Se negó a que la llevara en brazos, por lo que sólo le serví de apoyo para caminar hasta el ascensor. Claire Redfield, mujer tozuda, peligrosamente valiente y con espíritu de súper heroína al grado de poner primero el bienestar de los demás que el propio. Y yo aquí, su fiel compañero haciéndole caso en todo, algo así como un Jason Todd, pero más imbécil y ella un Batman pelirrojo y necio. Eso era para Claire, un amigo y fiel compañero de aventuras mortales, pero para mí, ella ya significaba más que eso.
"Claire, por favor cuídate mucho." Rogué mentalmente esperando que mi pequeña Redfield no fuera a quebrarse en mi ausencia.
Un sonido proveniente de la parte superior de la mina comenzó a oírse. Maldita sea, ¡un jodido derrumbe! Debíamos salir de allí, ya.
— ¡Leon, Helena! ¿Dónde están? —Resonó la PDA mostrando a una angustiada Hunnigan. — ¡No puedo determinar su posición! ¿Qué diablos está…?
— ¡Hunnigan! ¡Cambio! ¡Maldita sea! —Me quejé al perder la comunicación.
Finalmente, después de mucho batallar, llegamos a un sitio seguro, pero Deborah parecía no aguantar mucho más.
—Deborah, aguanta, ya casi estamos. —Rogó la agente del Servicio Secreto mientras la otra se revolvía de dolor en el suelo.
—Deborah no te vengas abajo. —Continuó alentándola.
Pero la más joven no resistió.
En medio de un escenario surrealista, la muchacha ardió en llamas. A pesar de todos los años de práctica nunca se está lo suficientemente apto como para no sorprenderse. ¿Cómo era posible que de la nada una persona pudiese desprender fuego de su humanidad? ¿Qué era esto? Si lo hubiese visto en un alguna película me hubiera carcajeado por lo estúpido que resultaba, pero verlo en vivo y a todo color, era escalofriante.
Con un movimiento rápido logré apartar a Helena de la chiquilla en llamas, antes de que pudiera hacerse daño.
— ¡Deborah, no!
Quien había sido una jovencita linda unos instantes antes se había convertido en una crisálida en forma humanoide, como si fuese apenas el inicio de una escultura de barro representando a una silueta reclinada.
—No, no puede estar pasando. —Dijo mi compañera zafándose de mi agarre y negándose a creer lo que ambos habíamos visto en medio de lágrimas.
El capullo que había cubierto a la mujer joven estaba lleno de una sustancia de consistencia pegajosa de color verde pálido, como si fuese algún fluido extraño y desagradable. Esa crisálida era parecida a la que había visto en el video donde presuntamente Ada había salido. Comencé a tener un mal presentimiento.
El capullo empezó a eclosionar. Preparé mi arma, algo malo iba a pasar.
Lo que sea que fuera comenzó a moverse débilmente y se acercó a Harper, sin tener la certeza si era para tocarla o… Atacarla. Pero antes de que cualquiera pudiera reaccionar, el sonido de un flechazo retumbó a nuestras espaldas y una flecha dio directo en la frente de la ahora mutada, Deborah. Helena se echó a llorar ante el cuerpo y yo volteé a mirar quién era el responsable.
Esta noche no iba a dejar de asombrarme. A nuestras espaldas en vivo y a todo color, caminando con su elegante andar y finos modales, la inigualable Ada Wong.
— ¿Ada?
Miles de pensamientos se aglomeraron en mi mente que no pude hacer más que musitar su nombre. Recordé todo lo vivido con ella, Raccoon City, España, nuestros encuentros y amoríos, incluido ese último donde me abofeteo por haberla llamado Claire en la cama. De acuerdo, eso último me lo merecía, pero ella sabría superarlo, Ada era fría y eso sólo fue un golpe a su ego más que a sus sentimientos. Dejando de lado todo eso, estaba realmente preocupado por ella, mi peor temor era que a estas alturas la espía hubiese corrido con la misma suerte de Deborah y sería una B.O.W. más a la que no tuviéramos otra opción que eliminar.
—Parece que vieron un fantasma. —Mencionó con su misma despreocupación de siempre. Al parecer ya había olvidado nuestro pequeño "incidente".
En algún momento, Harper se puso de pie y cargó su arma. Furiosa estaba apuntando a Ada y no dudé un segundo que iba a dispararle. Aunque Helena no lo reconociera, Deborah ya no era una humana y mantenerla con vida sin saber lo peligrosa que podía convertirse, no era una buena decisión.
Ada la miraba sin miedo, sólo limitándose a estudiarla. Por mucho, la dama de rojo tenía muchos más pantalones que muchos militares y policías que había conocido a lo largo de mi carrera, si algo le sobraba a esa mujer, eran agallas. Con la mejor diplomacia que tenía, tomé la pistola de la castaña y la bajé, asumiendo que entendía el mensaje.
Harper captó la indirecta y se tumbó a llorar al suelo, mientras la asiática permanecía en silencio, estudiando todo.
—Ada, ¿qué demonios está pasando?
—Es complicado. —Respondió con voz tranquila.
El mundo cayéndose a pedazos y ninguna de las dos mujeres podía decirme que mierdas estaba pasando. Nunca lograba entender por qué ese afán de darle tanto misterio a esto.
Aún estaba en mis cavilaciones cuando nuevamente la estructura del lugar en el que estábamos se volvió a debilitar.
—Y no es el momento ni el lugar. —Terminó la espía de rojo al mirar que el techo iba a aplastarnos. —Estas pasarelas no aguantarán, hay que llegar a los niveles inferiores.
—Lo siento mucho Deborah, todo esto es culpa mía. —Sollozaba la otra mujer ignorándonos campalmente a mí y a Ada, abrazándose al cuerpo de Deborah.
Para colmo de nuestros males, la mujer empezó a mutar.
— ¡Helena, aléjate de ella!
Más tarde en apartar a la empleada del finado presidente que en sentir el golpe de uno de los poderosos tentáculos de la mutada Deborah. ¡Esa chica sí que pegaba fuerte!
Helena pedía a gritos que no le disparáramos pero era una solicitud imposible.
—Si tienes compasión deberías acabar con su sufrimiento. —Decía Ada en un intento de que Helena dejara de llorar y nos ayudara.
La B.O.W. era implacable y su fuerza era sobrehumana. Con uno de sus golpes derribó una de las columnas que sostenían el lugar que nos sacó volando a los tres, apartado a Harper de un lado y a mí junto con la espía en otro. Si no queríamos morir aplastados debíamos detener a la chica mutada.
Regularmente prefería trabajar en solitario que acompañado, pero trabajar con Ada era la excepción. Era ágil, fuerte y demasiado calculadora como para saber tomar las decisiones correctas. Ella no era la típica damisela en peligro, era una femme fatale.
Con agilidad, me lanzó algo pequeño que yo pude atrapar sin dificultad.
—Ten.
Di un vistazo rápido y se trataba de una joya.
— ¿Un anillo?
—No te confundas. Más adelante lo entenderás.
¡Ja! Eso fue una patada en las pelotas a mi arrogancia. Creo que Ada aún no me perdonaba mi "pequeña confusión" en mi departamento. Esta vez no iba a tomarlo a mal, yo había herido su ego primero.
—Vale…
Cuando nos reencontramos con mi compañera ella seguía en las mismas de querer intentar calmar a la B.O.W. mientras nos movíamos en un carrito de la mina para intentar salir de allí.
—No me digas que sigues llorando. Está intentando matarte. —Soltó la espía con frialdad para hacer entrar en razón a la agente y nos diera una mano.
No hacía falta que yo dijera nada, Ada estaba haciendo el trabajo duro que era decirle la realidad a Helena.
Después de una larga pelea con Deborah, esta pareció debilitarse y a punto de caer al vacío, la castaña la sostuvo con todas sus fuerzas por un momento;
— ¡Helena! —Grité para que se alejara de ella y la dejara ir. Por Deborah ya nada podía hacerse sin embargo, Harper no podía morir.
—No lloraré más, hasta que logre vengar tu muerte. —Expresó entre sollozos la de cabello castaño ignorándonos campalmente a la dama de rojo y a mí. —Por favor, perdóname.
Diciendo esto, dejó que Deborah cayera al vacío.
Ada y yo nos miramos sin decir palabra, sintiéndonos un par de fisgones en medio de una calamidad.
—Pagará por lo que ha hecho…
Fue después de todo esto, que Helena Harper dijo toda la verdad. Deborah Harper era la hermana de Helena, y Dereck Simmons la había secuestrado como chantaje para forzar a la mayor de las Harper a colaborar para sortear la seguridad del presidente y así, este fuera infectado. El Consejero de Seguridad no era de mi agrado, estaba seguro que era un cabrón, un hijo de puta sin escrúpulos, pero, ¿por qué querría afectar al presidente? ¿Qué intereses tenía para que la vida de Adam le resultara un estorbo?
—Sí, es muy propio de Simmons. —Expresó la asiática dándole la razón a la agente.
Al parecer, Ada Wong estaba bien informada del caso, como siempre un paso adelante.
— ¿Por qué querría hacer algo así?
—Es una larga historia. —Respondió la femme fatale.
De repente su dispositivo de comunicación empezó a sonar.
—Nos enfrentamos a la gente que controla el país de verdad. —Habló la mujer de rojo sin atender la llamada. —Es un juego peligroso y si no jugamos bien nuestras cartas…
Antes de poder preguntarle algo más, tomó su garfio y se marchó de la escena.
Mi PDA comenzó a sonar.
—Leon, ¿dónde están?
— ¿Está Simmons allí? —Pregunté primero a Hunnigan antes de contestar. No pensaba darle ningún tipo de información si ese bastardo estaba rondando.
—Sí.
—Hunnigan, ten cuidado. Creo que él es el culpable de to…
Aún no terminaba de hablar cuando ese hijo de puta se integró a la videollamada.
— ¿Alguien me llama?
¡Maldito y mil veces maldito cínico!
—Simmons… —Intervino Helena mirándolo con odio.
—El presidente hablaba muy bien de ti, agente.
—Dijo que eran buenos amigos. —Le contesté siguiendo su mismo jueguito idiota.
—¿Es cierto que eran los únicos que estaban presentes cuando murió?
Ya sabía a dónde quería llegar este mequetrefe.
—¿Qué insinúa? —Le pregunté sin rodeos.
—Bueno, supongo que son conscientes de que son sospechosos de este ataque.
—¡Qué! —Exclamó la castaña con rabia.
—Agente Harper, en el momento del ataque habías abandonado tu puesto, dejando al presidente sin protección. —Habló el pedazo de escoria culpando a Helena de la muerte de Adam. —Un comportamiento ciertamente sospechoso.
— ¡Hijo de perra! ¡Lo tenías todo planeado! —Soltó Helena al punto de las lágrimas de resentimiento.
— ¿Con qué pruebas puedes fundamentar semejante acusación? —Se defendió sin alterarse el servidor público. —Soy el Consejero de Seguridad Nacional, mi función es prevenir ataques terroristas, no causarlos.
— ¡Mentiroso!
—Helena… —La llamé para tratar de calmarla. Este hijo de puta era astuto y no dudaba que todo lo que dijéramos lo iba a usar en nuestra contra.
—Si tan seguros están de su inocencia, no tendrán inconveniente en entregarse. —Terminó para finalizar la llamada, dejándonos nuevamente sin comunicación.
—Me las pagará por eso.
—Parece que las cosas se han puesto feas. —Dije tratando de calmarme y Harper bajo la mirada.
El bastardo de Simmons esta vez había rebasado el límite. No sólo había causado la muerte del Presidente Benford y ahora nos culpaba por ello, sino que también había utilizado a Helena para lograrlo. Y la pobre había tenido que ceder.
Sentí una verdadera pena por ella. Su desesperación, su insistencia por querer salvar a su hermana a costa de todo, denotaba la fuerza de su carácter y el amor incondicional que profesaba por su sangre. La miré de reojo una vez más y nuevamente volví retroceder en el tiempo.
Después de un camino infructuoso y abrir varias puertas del departamento de policía al fin encontré el recinto sagrado que en algún momento le había pertenecido al escuadrón de élite de los S.T.A.R.S.
Los S.T.A.R.S. eran la crema y nata del gremio, sólo los mejores podían estar allí. Después de pasar por varios filtros donde demostrarían su fuerza, su resistencia y su determinación para finalmente pertenecer al equipo del capitán Wesker, el oficial más respetado y quizás el más virtuoso en todo Raccoon.
¿Cuántas veces no soñé con entrar aquí y algún día poder formar partes de sus filas? Siempre creí que si llegaba a conocer este lugar sería porque terminaría siendo aceptado aquí, y no porque la ciudad terminara infestada de zombis y esta oficina fuera clave para encontrar pistas. Ah, y todo esto en mi primer día de trabajo. Después del octavo zombi que había intentado matarme ya me había lamentado mil veces de no haber escuchado a mamá y no haberme largado a Canadá para estudiar finanzas allí. Ya era tarde para arrepentimientos.
El lugar estaba hecho un desastre. Papeles tirados por todos lados, escritorios desordenados, computadoras sin funcionar… Busqué en la estantería y no había nada de utilidad, hasta que en uno de los casilleros encontré una escopeta y munición que me iban a servir de mucho para más adelante. De repente en uno de los escritorios, encontré algo que parecía ser un cuadernillo de apuntes.
"Diario de Chris.
8 de agosto.
Hoy he vuelto a hablar con el jefe, pero se ha negado a escucharme. Estoy seguro de que Umbrella realizó investigaciones del T-Virus en esa mansión. Cualquiera que resulte infectado se convierte en un zombi. Pero la mansión entera desapareció en aquella explosión; junto con cualquier prueba incriminatoria. Como Umbrella da trabajo a tanta gente en la ciudad, nadie quiere hablar del incidente. Parece que me estoy quedando sin opciones.
17 de agosto.
Hemos estado recibiendo muchos informes locales sobre apariciones aleatorias de extraños monstruos por toda la ciudad. Esto debe ser obra de Umbrella."
Revisando más a profundidad la bitácora de Chris, en una de las páginas indicaba que el hermano mayor de Claire se había marchado de Raccoon, por lo cual la visita a la ciudad de la muerte de la pelirroja, había sido en vano.
— ¡Leon!
Había llegado a la oficina mi compañera involuntaria en este suicidio.
—Me alegro de ver que todavía estás entre los vivos. —Le dije con humor a la chica que también se alegraba de verme. Después de todo lo que habíamos pasado, ver a un humano era más que reconfortante. —Parece que después de todo, no vamos a encontrar aquí a tu hermano.
Diciendo esto, le entregué el diario a Claire que sorprendida lo tomó entre sus manos y lo empezó a revisar con detenimiento. Noté como sus ojos comenzaron a crisparse con una emoción extraña en ellos. Al juzgar, quizás le alegraba saber que su hermano ya no estaba en esta ciudad peligrosa, pero el problema era averiguar a dónde se había marchado exactamente. Pobre, se había esforzado tanto buscándolo, arriesgando su propia vida siendo prácticamente una novata, aún más que yo, una simple estudiante luchando contra el mundo. En ese momento, comencé a admirar a Claire Redfield, que caminaba sin miedo en medio de la tempestad, únicamente con el amor de su hermano para impulsarla. "
Por más que luchaba por mantenerme concentrado, todo me recordaba a ella. Ese espíritu valiente, ese corazón noble, la valentía de Helena al querer luchar por Deborah me recordaba en demasía a la joven Claire que conocí aquella noche en Raccoon City, que luchaba incesantemente por encontrar a su hermano. En esas circunstancias, fue que comencé a sentir más empatía por Harper y a entender un poco más todas sus razones. El recuerdo de la pelirroja, pesaba más en mí que mi propia cordura. Ahora no sólo iba a ser compañero de Helena porque convenía a mis propósitos, en verdad deseaba ayudarla.
No necesitábamos más contratiempos, era hora de continuar.
