NOTA DE LA AUTORA: Hola a todos, trayéndoles ahora el capítulo nueve de esta historia, actualizando un poco más rápido de lo acordado, ya que demoraré un poco en actualizar en algunos capítulos futuros debido a que me desconectaré un poco de estos lares, deberes académicos me llaman, pero no se asusten, no me iré para siempre ni durará meses, sólo un par de semanas, nada de preocuparse. Espero puedan tenerme paciencia si de repente desaparezco, pero no se preocupen no será para siempre, como diría Leon: "No se librarán de mí tan fácil."
Como ven, la historia de RE6 es fundamental y clave, ya que prácticamente esta secuela, es la historia de Leon, por tanto me es un poco complicado saltarme la campaña, pero prometo que es un "mal necesario" si lo quieren ver así, aunque trato de redactarlo lo más llevadero posible. Espero les agrade.
Ya no dejo mensajes posteriores al fin del episodio así que haré aquí todos los avisos ¡ja!
Uno de ellos es para promocionar mi colaboración con mi querida GeishaPax "Ordainetan" donde podrán encontrar más de nuestros queridos Claire, Leon, Sheva, Chris, Helena y sobretodo nuestros galanes Carlos y Billy. Espero puedan darle una oportunidad. La historia está en el perfil de Geisha. Igual para los amantes del cleon les recomiendo leer "Infiel" historia escrita por la talentosa Geisha y beteada por su servidora.
La recomendación musical para este capítulo es "King and Lionheart" de Of Monsters and Men que espero puedan disfrutar.
Finalmente cualquier queja, duda o sugerencia pueden hacerla a través de los reviews o mis redes sociales; ya sea en Deviantart donde encontrarán lindas imágenes de nuestros personajes favoritos, mi perfil en Wattpad y mi página de Facebook donde me pueden encontrar con el mismo alias "Light of Moon 12".
Bien, creo que es todo, espero lo disfruten.
RESPUESTA A LOS REVIEWS.
GeishaPax: Holi, ¡ups" Lamento eso hermana, pero bueno como dije esta es una historia de Leon y bueno, no puedo saltarme tantas partes, pero paciencia, todo es para un fin bueno. Espero te guste el cap.
Darkmatter Black: Hola, me alegra que te haya gustado el episodio, Ada tendrá una participación importante aquí, así que no dudes que sabrás más de ella. Saludos.
manu: Gracias.
ruth: ¡Hola! Tranquila, nunca abandono historias. ;) Disfruta la actualización.
Frozenheart7: ¡Lion Jelp!
Tresk Cobain: De nada. Espero disfrutes las novedades. :D
VIVIR POR ELLA
"And as the world comes to an end,
I'll be here to hold your hand,
'Cause you're my king and I'm your lion-heart.
A lion-heart, a lion-heart, a lion-heart, a lion-heart.
A lion-heart, a lion-heart, a lion-heart, a lion-heart…"
—Of Monsters and Men, King and Lionheart.
CAPÍTULO 9: KING AND LIONHEART
No era un hombre quejumbroso, pero en mi situación hasta el más paciente llega a maldecir su suerte. Después de la acusación de Simmons hacia nosotros, salir de aquella mina plagada de trampas y excentricidades fue un logro, por suerte el anillo de Ada fue de gran utilidad para continuar en nuestro camino; era el símbolo de identificación de "la Familia" a la cual el Consejero de Seguridad pertenecía. Salir vivo no fue tarea fácil tras el ataque de múltiples enemigos y una jodida sardina gigante que intentó comerme varias veces. Después de todo eso aún había Kennedy para rato.
Y ahora estaba aquí flotando en quién sabe dónde con la ayuda de un tronco junto con Harper, mirando como unos misiles de largo alcance, pasaban sobrevolando el lugar en dirección a la ciudad.
—Está esterilizado la zona. —Dijo Helena cuando llegamos a la orilla.
—Y destruyendo las pruebas. —Completé bastante molesto, mirando como Simmons utilizaba la misma artimaña que todos los culpables cuando quieren salir bien librados.
— ¿Cómo?
Mi P.D.A. comenzó a sonar.
—Gracias a Dios, ¡estás vivo!
— ¿Dónde está Simmons? —Le pregunté directamente a Hunnigan, demandando el paradero de ese bastardo.
—Tras hablar con ustedes se ha ido muy de prisa.
—Mierda…
Esa rata seguramente ya se había escapado.
— ¿A dónde habrá ido? —Divagó mi compañera.
—Mientras salía hablaba con alguien por teléfono, no parecía muy contento.
— ¿Algún modo de averiguar a dónde ha ido? —Preguntó la castaña, caminando en círculos como si fuese una fiera enjaulada.
—Es igual, lo tengo controlado. Va de camino al aeropuerto donde lo espera su jet privado para volar a China.
— ¿China?
¿Por qué querría largarse a China?
—Sí, echen un vistazo.
Tome la P.D.A. y revisé la información que Ingrid había enviado. Se trataba de una serie de fotografías de una ciudad en desastre; llamas por doquier, autos volcados y decenas de muertos.
— ¿Qué ha pasado? —Cuestionó Helena con espanto.
—Otro atentado bioterrorista. La B.S.A.A. ha confirmado que es el mismo virus que utilizaron en Europa del este hace seis meses, el virus C.
—Virus C…
No podía creerlo, no quería creerlo. La historia de Raccoon City se estaba repitiendo nuevamente, pero esta vez a gran escala.
—Hemos visto capullos como estos aquí.
—Hay que parar a Simmons y arrestarlo cuanto antes. —Le dije a la mujer detrás de la pantalla. Ese demente iba a provocar una catástrofe.
—No tenemos pruebas. Y ahora mismo ustedes dos son los principales sospechosos. —Advirtió Ingrid señalando los puntos que teníamos en contra.
—No… —Susurró mi compañera con impotencia.
Estábamos atados de pies y manos y el tiempo se agotaba. Simmons había planeado todo perfectamente y sabía que en cuanto pusiéramos un pie en la D.S.O. o en cualquier lugar donde pudieran reconocernos Helena y yo seríamos capturados para ser encerrados en prisión y condenados a cadena perpetua, si bien nos iba. Pero si no intentábamos detener al Consejero, él provocaría un ataque bioterrorista a nivel mundial donde seguramente infectaría a todo el globo o si no a la mayoría, y la B.S.A.A. no podría contra eso. Simmons a los ojos de los demás era del equipo de los buenos y sólo Harper y yo podíamos tirarle su teatrito. Tenía que tomar una decisión y tomarla ya. Sabía que si optaba por decir la verdad a la D.S.O. nadie nos creería ya que todo nos incriminaba por lo tanto, ir por ayuda con los nuestros no era una opción viable. Ir detrás de Simmons, era lo mejor, aunque sabía que eso era suicidio. Tenía que ponderar.
Le había prometido, le había jurado a Claire regresar, vivir por ella, pero mi promesa se estaba haciendo cada vez más difícil de cumplir. Si me quedaba a esconderme y observar cómo el mundo se iba al carajo, todos estaríamos perdidos; la B.S.A.A. sería emboscada sin problemas debido al número de enemigos, lo que significaba la muerte inminente de Chris y de Piers Nivans. Recordé en las imágenes de mi mente lo rota que había estado la menor Redfield el día que volvió a mi lado; asustada, aturdida, temblando como una niña pequeña, llena de terror porque algo le hubiera pasado a su hermano o a su esposo. Por más que me dolía, era testigo de lo mucho que amaba a su hermano y lo muy enamorada que estaba de mi rival. Cada que él le llamaba por teléfono, notaba como su rostro se iluminaba, su humor mejoraba considerablemente, suspirando por el anhelo de volverlo a ver, tal y como… Tal y como lo hacía conmigo cuando ella me amaba. Y lo peor de todo, es que en el fondo sabía que ese imbécil también la amaba, quizás con la misma intensidad que yo. Es cierto, Claire me había besado antes de venir aquí, pero tal vez era porque estaba desesperada, y tenía miedo de perder lo único que le quedaba que era yo, suponiendo que al darme un poco de esperanza, tendría una motivación para volver. Y estaba funcionando. Era momento de aceptarlo, en esta historia de amor entre Claire y Nivans, el que salía sobrando era yo, ya había perdido desde hace mucho. Si las cosas salían bien, Chris Redfield volvería a casa con su esposa y su hija, y Nivans haría lo mismo con Claire, ella estaría eternamente agradecida por todo, no lo dudaba, pero volvería al lado de su esposo, como debía ser, y yo… Yo volvería a estar solo. Me lo merecía, me lo merecía por cabrón, por imbécil, pero si había que decidir, elegía que Claire fuera feliz, aunque eso significara que yo volviera a ser el mismo miserable de siempre. Hoy más que nunca, sabía lo mucho que la amaba.
Entonces tomé una decisión.
—Oye Hunnigan. Necesito que finjas nuestra muerte, ¿puedes hacerlo?
Helena me miró como si hubiera enloquecido.
— ¿Qué? —Me cuestionó la castaña.
—Por supuesto, pero pronto descubrirán la verdad. —Dijo la morena después de dudar unos instantes. — ¿Qué vas a hacer?
—Nos vamos a China.
"Claire por favor perdóname por el dolor que esto va a causarte."
Me había superado a mí mismo… Para mal. Ya había estrellado varias patrullas de policía, volcado un bote, pero nunca había estrellado un avión. Supongo que siempre hay una primera vez para todo y aquí estaba, sobreviviendo a un "aterrizaje" de avión que yo mismo había piloteado. ¡Genial!
Todo a mi alrededor estaba en llamas, como si estuviéramos en un pedazo de infierno, teníamos que seguir a pie mientras Hunnigan nos daba nuevas instrucciones.
— ¡Leon!
Una voz conocida me llamó de entre los escombros.
— ¿Sherry?
De todas las personas, Sherry Birkin era la última que pensaba encontrar. Mi antigua pupila se encontraba aquí mismo junto con otro chico que no reconocí.
— ¿Qué estás haciendo aquí? —Le pregunté.
—Le estoy escoltando. —Respondió señalando al chico de al lado.
Le di una mirada al desconocido y no parecía un sujeto que necesitara de escolta. Era un joven de casi dos metros de estatura, fornido, pelirrojo, de amenazantes ojos grises. Extrañamente familiar.
—Ya me dijeron que eres agente. —Contesté recordando la nueva profesión de la pequeña Birkin.
— ¿A qué has venido? —Me preguntó la rubia.
—A buscar al culpable de todo. El Consejero de Seguridad Nacional, Simmons.
Al escuchar mi declaración, las facciones de la hija de los Birkin se contrajeron en una mueca preocupada.
— ¿Qué? Debe tratarse de un error. Estoy a sus órdenes.
Lo sabía. Ese bastardo se estaba haciendo pasar por uno de los buenos para salirse con la suya.
— ¿Es tu superior?
—Ahora mismo vamos a reunirnos con él.
— ¿Dónde está? —Le exigí a mi antigua tutorada. Era prioridad encontrar a ese malnacido y detenerlo cuanto antes.
Pero al parecer, Sherry no estaba convencida de eso. Se quedó callada sin dar crédito a lo que oía.
— ¡Dímelo!
Sentí una mano en el pecho impidiéndome dar un paso más hacia la menor. El chico desconocido me miraba a manera de advertencia.
— ¡Jake! —Lo detuvo ella para evitar una pelea, ya que Helena también estaba dispuesta a patear traseros por mí. Efectivamente, después de todo lo sucedido, la relación entre mi compañera y yo había mejorado considerablemente.
—Yo me ocupo de esto. —Relató la de cabellera rubia a su acompañante.
—Creí que las órdenes eran evitar contacto con cualquiera. —Reclamó el tal Jake a Sherry.
—Leon no es cualquier persona. —Aclaró ella haciendo énfasis de la relación estrecha que había entre nosotros. —Me salvó la vida en Raccoon City.
El varón me dirigió una mirada despectiva antes de contestar.
—Entonces, bien.
En esas estábamos cuando un grito de Helena nos alertó. ¡Nos acababan de arrojar un auto encima!
— ¡Leon en el avión!
Como si fuese una aparición infernal, una abominación salía de entre las llamas del planeador destruido.
— ¿Otra vez él? —Se quejó el compañero de Birkin.
— ¿Amigo tuyo? —Contesté con sarcasmo.
—Es como una ex novia, no sabe cuándo rendirse.
El tal Jake comenzaba a agradarme.
—Bienvenido al club. Al final te acostumbras. —Respondí con el mismo humor negro mientras esa cosa nos examinaba para matarnos.
El monstruo era rudo. Tenía fuerza descomunal y parecía nunca cansarse. Por suerte, Jake y Sherry eran buenos luchadores, sobre todo él, que luchaba bastante bien cuerpo a cuerpo. El tal Jake era un hueso duro de roer. Para que esa criatura nos dejara en paz fue necesario echarle un camión encima, mi especialidad. Una antena gigante cayó en medio de nosotros y entonces el cuarteto volvió a quedar dividido, con Jake y la menor Birkin de un lado, Helena y yo de otro.
Antes de separarnos definitivamente la rubia me dijo que irían al edificio Kwulung cerca de Koocheng y allí se reuniría con Simmons.
Llegar a ese edificio, fue en verdad problemático, gracias a unas criaturas asquerosas que prefiero no recordar.
En uno de los edificios contiguos, que tenía el aspecto de almacén abandonado, Harper y yo vimos ingresar a una mujer que entraba sospechosamente por la entrada trasera. Inmediatamente la reconocí;
—Ada…
—Sigámosla. —Dijo Helena adelantándose.
No sabíamos qué intenciones o porqué la espía estaba allí, pero no podía asegurar que estábamos en libertad de confiarnos.
Enseguida escuchamos detonaciones y la asiática salió huyendo con su lanza garfios.
— ¡Ada!
— ¿Qué demonios está pasando? —Habló mi compañera al notar la actitud evasiva de la femme fatale.
No tenía ni la menor idea, pero lo mejor era seguirla para encontrar respuestas. La puerta por la que la habíamos visto entrar ahora estaba bloqueada. A lo lejos vimos un ascensor que estaba a punto de subir al nivel superior.
Todo se iba poniendo más extraño, ahora Ada nos estaba atacando y burlándose de nosotros. No estaba seguro que ella estuviera de nuestro lado, pero ese comportamiento no era usual. Sea lo que sea, no tenía tiempo para juegos de misterio.
Una vez en el nivel superior Harper y yo fuimos encerrados en una habitación llena de prototipos explosivos y Hunnigan no podía desencriptar el código de seguridad para abrir la cerradura de la puerta. Así que lo mejor era probar desde los monitores de la sala cero para intentar salir. Y lo hicimos.
—A alguien no le interesa que pillemos a Ada, tal vez no trabaja sola. —Comenté a la mujer que me acompañaba para indicarle que nos diéramos prisa.
Si Ada Wong quería jugar sucio, eso iba a ser.
La vi al otro extremo de la plataforma en el nivel superior y corrí a toda velocidad para alcanzarla, con Helena cuidándome las espaldas.
— ¡Ada! ¡Tenemos que hablar!
—Lo siento, no tengo ganas de cháchara. —Respondió y continuó huyendo en dirección opuesta.
SI ella no quería ceder, yo tampoco iba a hacerlo.
—Ha sido divertido. Adiós. —Se despidió mientras volvía a sacar su lanza garfios y se escapó al otro extremo de la bodega, posando junto a un enorme ventanal.
Esto no se iba a quedar así.
— ¡No la pierdas! —Gritó una voz masculina a otra persona que al parecer estaba dentro del inmueble junto con nosotros.
—No lo haré. —Respondió.
A pesar de escuchar lejanas aquellas voces, me eran bastante conocidas. Pero aquí lo importante, era que alguien más además de Harper y yo estaban persiguiendo a la espía. Y la persecución no parecía nada amable.
— ¡Ada! —Insistí para que se detuviera, ya que de lo contrario, si alguien más la atrapaba y descubrían que estaba metida en esto, no serían compasivos con ella.
—A tu amiga le gusta hacerse la difícil. ¿Siempre ha sido así? —Comentó mi socia moderando la respiración para aguantar la carrera.
— ¡Allí! ¡Córtale el paso!
— ¡La tengo!
Al parecer, eran militares quienes estaban detrás de la dama de rojo quienes armados hasta los dientes, venían por ella. No lo podía permitir.
Independientemente de que Ada fuera o no culpable de todo el desastre que estaba pasando, era una pieza clave para entender lo que sucedía o quién estaba realmente detrás de todo esto, además de que ella al igual que Helena y yo conocía mejor que nadie las artimañas de Simmons y cómo podíamos detenerlo. Por otra parte, no podía permitir que la dañaran. La mujer escarlata ya me había salvado el trasero varias veces y en distintas ocasiones, de no ser por ella, yo estaría muerto desde hace mucho. Le debía un favor, vida por vida. Si era culpable no me iba a oponer a que fuera entregada ante la justicia, pero si era inocente, de mi cuenta corría que no le tocaran un sólo cabello.
Debido a la oscuridad del almacén no alcanzaba a ver todo el escenario con claridad, pero pude distinguir un par de siluetas de varones que tenían rodeada a la mujer. Uno de ellos estaba listo para atacar.
Lo empujé por la espalda haciendo que tirara su arma al suelo y algunas balas se dispararan por inercia, el sujeto comenzó a atacarme. El militar era muy fuerte pero yo era más ágil. Debido a su resistencia me inmovilizó y me propinó un par de golpes en el abdomen. Logré zafarme de su agarre dándole un codazo en la cara que lo apartó para luego acertar otro puñetazo en la quijada, pero como toro en brama se lanzó nuevamente sobre mí intentando tirarme en el suelo; me sujeté de sus hombros para arrastrarlo junto conmigo al piso si ese era su plan. Nos quedamos luchando unos instantes más cuando me lanzó por los aires, pero yo era rápido, casi tan ágil como cuando estaba en mis mejores años; las peleas que protagonicé durante mi temporada de ebrio en la cantina habían dado sus frutos. Me puse de pie y tomé mi arma apuntando hacia él, el soldado hizo lo mismo.
De repente, un resplandor proveniente del exterior iluminó todo el ventanal. Con la claridad pude distinguir la identidad de mi enemigo, y me llevé una rotunda sorpresa.
— ¿Chris?
— ¡Leon! ¿Qué haces aquí?
Mierda, acababa de echarme a golpes con mi ex cuñado. En parte no me sorprendía que Chris estuviera aquí, Hunnigan me había contado antes que la B.S.A.A. estaba cerca, pero muy seguramente Redfield si se preguntaba qué carajos hacía yo allí. Y para completar el cuadro, Piers Nivans se encontraba a espaldas de su cuñado, sosteniendo un AK-47, y mirándome a mí y a Helena con cara de pocos amigos. Mi compañera también se puso a la defensiva. Esto se iba a poner bueno.
—Baja el arma, Chris. —Le pedí cuando me di cuenta que observaba con desdén a Ada. —Es una testigo clave, la necesitamos. —Insistí tratando de justificarme para que la dejara en paz.
— ¿Una testigo? —Escupió el Capitán con odio. — ¡Ella es la causante de todo esto!
No tenía idea de qué había pasado entre ellos y la espía, pero si algo me constaba era que el culpable era Simmons, y no iba a permitir que incriminara a otros de sus fechorías.
—No, no ha sido ella. Ha sido Simmons. El Consejero de Seguridad Nacional. —Acusé directamente sin bajar mi arma. Muy aparte de la relación de familia que habíamos tenido en el pasado, Chris me conocía bien y sabía que al realizar una afirmación así, era porque tenía bases para sustentarla.
— ¡He perdido a mis hombres por su culpa!
— ¡Y yo he perdido a más de setenta mil personas y al presidente, por culpa de Simmons!
Si Chris no iba a entender razones, yo tampoco lo haría. Mi ex cuñado estaba furioso pero al notar que yo también lo estaba y que tampoco bajaría la guardia, intentó ser él quien guardara la prudencia en esta ocasión.
—Trabaja para Neo-Umbrella. ¿Sabes lo que significa?
¡Maldita sea! Todo, absolutamente todo estaba acusando a mi antiguo amor imposible y no tenía armas para defenderla más que mi voluntad estúpida y la culpabilidad de Simmons. Lo más seguro es que Chris si contara con pruebas para culparla y yo, en ese momento sólo contaba con mi palabra y el testimonio de Helena.
—Sí, lo sé…
— ¿Y aún así quieres proteger a esa mujer?
Las palabras de Chris Redfield me estaban afectando. Siempre había tenido cierto respeto por el hermano de Claire, y había mutua admiración por nuestra respectiva trayectoria en este negocio. Pero además de eso, era el hermano del amor de mi vida, y estaba seguro que ya sospechaba o al menos imaginaba lo que había sucedido entre Ada y yo, y eso le daba razones de sobra para pensar mal de mis intenciones por protegerla.
Piers Nivans me miraba con recelo. Si alguien conocía el drama protagonizado entre Claire, Ada y yo, era él. Había visto de cerca cómo arruiné mi relación con Claire por mantener un romance clandestino con la espía, y gracias a eso él ahora estaba con la pelirroja. Seguramente el muy imbécil creía que hacía todo esto por proteger a mi amante, cuando ni siquiera pasaba por su cabeza que todos mis actos, eran en nombre de lo que sentía por Claire.
Siguió mirándome con arrogancia y me estaba cabreando. Si en el pasado me hubieran dado la oportunidad de enfrentarme en una batalla a muerte con Piers Nivans como en este momento, no hubiera dudado ni un segundo en decir que sí. Lo odiaba, el muy bastardo se había robado a la mujer que más amaba en el mundo y con ello había destruido mi vida. Pero después de todo lo que había pasado, terminé por aceptar que Nivans no me había robado nada, yo lo perdí todo por imbécil. Y por más que no lo soportara, ese estúpido soldado de pacotilla era la felicidad de Claire. Aunque me hirviera la sangre y me carcomieran los celos, Piers Nivans no era mi enemigo. Ya no.
Tomé aire y respiré hondo, tenía que controlarme.
—Sí. —Le respondí con la mayor firmeza que pude.
Chris se quedó de piedra. No quería dejar ir a Ada Wong, pero también quería darme el beneficio de la duda. A pesar de todo, aún existía esa reciprocidad y respeto entre mi ex cuñado y yo. Nivans se quedó observando todo en silencio pero a leguas se notaba su inconformidad.
— ¡Capitán! —Gritó el esposo de Claire para llamar nuestra atención.
Ada lanzó una granada cegadora en el piso, que aprovechó para despistarnos y salir huyendo. Piers Nivans no desperdició la oportunidad de ir tras de ella a punta de tiros, con toda la intención de matarla, pero la espía logró escabullirse.
— ¡Maldita sea! —Se quejó en voz alta el subordinado de la B.S.A.A. y me dedicó una mirada envenenada.
Al parecer, Nivans también odiaba a la asiática, y tenía razones de sobra para hacerlo, pero supongo que la más fuerte, era porque ella junto conmigo éramos los dos causantes del dolor de su esposa. Me dolía aceptarlo, pero ese idiota amaba mucho a la pequeña Redfield, casi tanto como yo.
Como una flecha, el marido de la pelirroja salió corriendo en dirección a donde había huido la dama de rojo y Helena se lanzó tras de él.
— ¡Helena! —Llamé para detenerla.
— ¡La va a matar!
Chris iba a unirse a la persecución cuando lo detuve.
—Chris espera.
El interpelado se detuvo y al parecer si tenía una buena disposición para escucharme.
—Los dos queremos lo mismo.
—Muy bien. —Concedió el mayor de la B.S.A.A. y agregó. —La B.S.A.A. se encargará de Ada. Ustedes de Simmons.
Al decir esto, se dio la vuelta para marcharse pero antes tenía que apelar otra vez al buen juicio del Capitán.
—Chris. Sé que harás lo correcto.
— ¿Seguro que podemos confiar en él? —Preguntó Helena Harper cuando este se marchó.
—Lleva en esto tanto tiempo como yo. Confío en él.
Si algo podía destacar de Chris Redfield, era de su rectitud y su amplio sentido de la justicia. Me importaba una mierda lo que Nivans pensara de mí, lo importante era que tanto Chris como yo estuviéramos en sintonía. No iba a permitir que dañaran a Ada de ninguna forma, pero si era culpable no me iba a oponer en que fuera llevada ante la justicia.
—Muy bien. Vamos por Simmons.
— ¿Quién eres?
Debo admitir que para ser sólo un par de años mayor que yo se veía bastante imponente. Lo conocía por rumores; ex piloto de la fuerza aérea, batidor de élite en S.T.A.R.S., excelente luchador en combate cuerpo a cuerpo… Estaba frente a un superdotado. Por un momento lo imaginé pelirrojo al igual que su hermana pero eran muy distintos; a diferencia de Claire que era de pequeña estatura y facciones de muñeca, este era un tipo rudo, ligeramente más moreno, de cabello oscuro y expresión seria. Pero compartía los mismos ojos azules de la pelirroja Redfield. Toda la fachada de un militar americano, pero también con todos los atributos que vuelven temible a un cuñado, de esos a los que no es conveniente hacer enojar.
Pasé saliva, no sabía cómo iba a tomar el mensaje que iba a darle.
— ¿Quién eres? —Me volvió a preguntar al verme allí parado, afuera de la puerta de su departamento en el complejo parisino.
—Leon S. Kennedy, ex policía de R.P.D. en Raccoon City. —Le contesté con la mayor seguridad que la voz me permitió.
— ¿Raccoon City? ¿Cómo diste conmigo? —Cuestionó escéptico.
—Te explico más adelante. Ahora tengo un mensaje importante para ti. —Dije bajando la voz como precaución por si alguien me hubiera seguido.
— ¿De qué se trata? —Preguntó inmediatamente poniéndose serio.
—Claire. Me pidió que te buscara.
Se sobresaltó en cuanto escuchó el nombre de su hermana y sacó las llaves de su departamento para abrir la puerta. Miró a ambos lados del pasillo y me habló en voz baja.
—Escucha, es posible que me estén buscando. No es seguro que hablemos aquí afuera, así que entra.
A pesar del modulado volumen de su voz, por el tono me di cuenta que eso era una orden.
Cerró la puerta detrás de él y nos quedamos en el recibidor. Me invitó a sentarme pero yo preferí permanecer de pie.
— ¿Qué está pasando con mi hermana? ¿Cómo es que la conoces? —Me interrogó de manera demandante.
El motivo por el que estaba aquí era delicado, pero si no le explicaba al mayor Redfield lo que había pasado, probablemente no me creería y terminaría por estrangularme. Esta era una situación urgente así que debía de ser breve pero preciso.
—Estuvimos en Raccoon City. Era mi primer día en R.P.D. cuando sucedió la catástrofe. —Chris pasó saliva, no imaginaba que yo fuera un testigo directo. —Estaba patrullando para encontrar sobrevivientes y fue cuando encontré a tu hermana, que estuvo a punto de ser mordida por un zombi.
El mayor padeció por su mente probablemente pasaba lo peor.
—Al ver que éramos de los pocos humanos que quedábamos en la ciudad, decidimos hacer equipo para huir juntos de allí. Me contó que había llegado a Raccoon a buscar a su hermano y me habló de ti. Nos escondimos temporalmente en el departamento de policía donde encontramos tu oficina, y tu bitácora de apuntes. Fue allí donde Claire descubrió que ya no estabas en la ciudad y que ya no tenía caso seguir aquí. Al final logramos huir pero nos separamos; yo estaba herido y tu hermana quiso seguir en tu búsqueda. Hace unos días me mandó este email, me pidió que te buscara y te entregara esto.
Saqué del bolsillo de mi chaqueta una hoja de papel doblado, que era el mensaje de la menor Redfield para su hermano.
Chris se apresuró a leerlo y enseguida se llevó una mano en la cabeza.
—Dios mío…
—Lamento no poder hacer más por ella, pero en este momento me tienen bajo estricta vigilancia debido a lo de Raccoon pero logré ingeniármelas para encontrarte y venir hasta aquí para buscarte. Además, tú eres el experto en este tipo de situaciones, yo apenas soy un novato. —Admití encogiéndome de hombros, ya que a pesar de que acababa de unirme como agente especial del gobierno aún estaba bajo riguroso entrenamiento y tenía miedo de no correr con tanta suerte como en Raccoon City y no poder rescatar a Claire de esa isla maldita.
—Debo ir por ella, cuanto antes. —Determinó guardando la nota con las coordenadas de la isla.
—Si puedo ayudar en cualquier otra cosa, actualmente soy agente en entrenamiento por parte del gobierno estadounidense. —Ofrecí mi más sincera ayuda a Chris. Estaba realmente preocupada por la pelirroja.
— ¿Eres agente del gobierno? —Preguntó sorprendido.
—Aún estoy en entrenamiento.
— ¿Qué edad tienes?
—Veintiuno. —Contesté con determinación.
El mayor Redfield asintió y yo avancé para retirarme pero me detuvo por el hombro con una mano y me palmeó ligeramente la espalda.
—Leon, gracias por salvar a mi hermana. En verdad, nunca terminaré de agradecerte por ello.
Fue así, como conocí al Capitán Chris Redfield, y que desde entonces nació el respeto y la admiración mutua entre dos hombres que nos habíamos encontrado en circunstancias desafortunadas.
