NOTA DE LA AUTORA: Hola mis estimados lectores, esperando que se encuentren muy bien y trayéndoles su regalo del día del niño (en México hoy celebramos esta fiesta), en esta historia que casi se nos acaba, así es amigos, con ustedes el antepenúltimo capítulo de mi primera secuela que realicé como autora y también de este fic al que le tomé muchísimo cariño, espero que lo disfruten. Sólo les pido paciencia para todo lo que se viene, ¿vale?

Ya sabe, cualquier cosa que quieran decir, duda, crítica o sugerencia, son libres de expresarse en los reviews, estaré al pendiente.

Sin más, a leer.

Nuestra recomendación musical de hoy es un clásico; "November Rain" de Guns N' Roses. ¡A armar la playlist chicos!


RESPUESTA A REVIEWS

I Took a Pill in Ibiza: Gracias por tu mensaje en verdad me alegra que estés disfrutando esta reducida campaña de Leon, pero vamos, es crucial para esta historia, aunque entiendo que también es un poco soso estar detallando luchas contra zombis y perros mutantes, pero vamos, se hace lo que se puede, y me satisface que estén conformes con ello. Se vienen cosas emocionantes, lo prometo, pero como dije, para entender a Leon, hay que conocerlo cómo piensa y cómo reacciona ante las demás situaciones para imaginarnos sus posteriores reacciones. Espero disfrutes el episodio, un saludo.

Darkmatter Black: ¡Hola! Gracias por tu mensaje, espero y estés disfrutando la campaña, aunque te recomiendo que si tienes la oportunidad de jugarla, no dudes en hacerlo, ayuda mucho a ponerte en los zapatos del personaje y a conocerlo un poco más. Disfrutarás mucho más las historias sobre Leon entre más lo conozcas. ;) ¡Saludos!

Xaori: ¡Qué tal! Me halaga que mi escritura te guste, significa mucho para mí. Es bueno que te gusten los monólogos internos de Leon ya que son parte fundamental para sus futuras acciones que veremos aquí, el fic se nos acaba y les prometo un intenso y emotivo desenlace. ¡Un abrazo!

ruth: Gracias por tus mensajes, sólo pido un poco de paciencia, esta historia tiene que tener sentido y ni puedo brincarme partes fundamentales.

manu: Servido, aquí tienes la actualización. ;)

Lexugim Greyrat: ¡Hey! Gracias por tomarte el tiempo de dejar una crítica, valoro mucho sus comentarios. Espero el capítulo de hoy te agrade y en cuanto a la acción, verás un poco más de ello en este cap y sobre todo el que sigue. ;)

Tresk Cobain: ¡Hola! De nada mi estimado lector, espero y disfrutes este capítulo.


VIVIR POR ELLA


"Because nothing lasts forever

And we both know hearts can change

And it's hard to hold a candle

In the cold November rain

We've been through this such a long long time

Just trying to kill the pain

But lovers always come and lovers always go

And no one's really sure who's letting go today

Walking away

If we could take the time

To lay it on the line

I could rest my head

Just knowing that you were mine

All mine

So if you want to love me

Then darling don't refrain

Or I'll just end up walking

In the cold November rain…"

—November Rain, Guns N' Roses.


CAPÍTULO 10: EN CRISIS

Sentí de repente como mi cuerpo volaba por los aires a causa de la explosión junto con el de mi compañera. Aún no asimilaba lo sucedido cuando nuestros cuerpos impactaron directamente sobre el parabrisas de un auto, sintiendo como los cristales se incrustaban en mi espalda a pesar de la ropa.

Emití un leve gemido pero enseguida me levanté con sobresalto, no vi a mi pareja por ningún lado. Mierda.

Con la visión borrosa la busqué de entre los escombros y la miré en los restos de lo que quedaba de un coche. Me adelanté a tomarla en brazos, estaba inconsciente. Eché su cuerpo en mi hombro y con la otra mano tome mi pistola, apuntando al helicóptero que en esos momentos nos iluminaba por completo. Si esa aeronave me mataría, estaba dispuesto a morir de pie. Pero de repente el aeroplano se fue.

Respiré sintiendo alivio por unos momentos, estábamos a salvo… Por ahora.

Puse de pie a la mujer que me acompañaba usando mi cuerpo para apoyarla y arrastrarla a un lugar seguro.

—Esto aún no ha acabado, aguanta Helena. —Murmuré para tratar de reanimarla mientras la arrastraba de entre las ruinas de esa calle.

Esto me estaba costando mucho esfuerzo. Mi cuerpo ya estaba débil y aunado al peso de otra persona me estaba debilitando demasiado. De repente no me di cuenta de unos cuantos trozos de madera producto de un tejado que estaban en el suelo y sin fijarme, resbalé con ellos, provocando una caída estrepitosa, con Helena cayendo a mi lado.

—No haré más que ralentizarte, márchate. —Dijo ella con voz agónica, ya sin fuerzas para seguir.

—No te vas a librar de mí tan fácilmente. —La animé extendiéndole una mano, no pensaba dejarla abandonada a su suerte.— ¡Vamos!

En estos días había aprendido a encariñarme con Helena Harper. Eran necia, testaruda y mandona, pero en el fondo era una mujer muy dulce. Era una gran persona que necesitaba mi ayuda y yo no iba a negársela. A pesar de nuestras diferencias iniciales, ya éramos compañeros e iba a salir de esta junto con ella, sí o sí. No permitiría que se rindiera.

Nuevamente la levanté y pasé su brazo por mis hombros, la ayudaría a caminar.

—Después de todo lo que hemos pasado, sería un desperdicio rendirse ahora. —Comenté para reconfortarla, ya habíamos sobrevivido al infierno como para darnos por vencidos a estas alturas.

Con dificultad llegamos al fondo del callejón y empujé la puerta que estaba contra la pared. Al parecer estaba atascada, alguien lo había hecho, pero eso no me iba a detener. Con ayuda de una barra metálica empecé a tirar del seguro improvisado de madera, haciendo uso de toda la fuerza que me quedaba. Después de tres tirones al fin cedió.

Entramos a rastras a un inmueble abandonado y esperé a que los helicópteros de búsqueda dejaran de sobrevolar cerca. Debíamos salir de su campo de visión cuanto antes. Remolqué a la más joven hasta lo que parecía ser una salida al patio trasero y encontré allí un camión militar en donde los pasajeros ya habían pasado a mejor vida.

—No puedo ver morir de esa forma a grandes soldados. —Murmuré al ver los cadáveres de los héroes caídos.

En la cabina trasera, había medicamento. Era nuestro día de suerte.

De un codazo rompí la cristalería y tomé la medicina cuando escuché la voz de Hunnigan llamarme.

— ¡Leon! ¿¡Estás ahí?!

— ¡Hunnigan!

—Me alegro de oír que estás vivo. ¿Dónde está Helena?

—No está muy bien, necesita atención médica. —Dije preocupado al mirar a mi compañera haciendo esfuerzos sobrehumanos por mantenerse consciente.

— ¿Quedan plantas?

—Algunas pero no sé si le servirán de ayuda.

—Vale, escucha y sigue mis instrucciones. —Me dijo la chica de F.O.S. y yo escuché con atención.

Hunnigan me indicó paso a paso cómo debía de realizar la mezcla de medicamentos para realizar un analgésico potente que ayudara a reanimar a mi compañera. Rezaba a mis adentros que esto fuera a funcionar.

"Aguanta, Helena."

—Ya han muerto demasiados agentes hoy. —Le hablé agachándome hasta su cara, para tratar de reconfortarla. —Tú no serás la siguiente. —Sentencié.

—Leon… —Murmuró con ojos llorosos y una mirada aterrada apuntó en dirección a la puerta de la cual nos habíamos escabullido.

Un militar mutado venía hacia nosotros. No iba a permitir que nos lastimara y menos a ella. Le di tres tiros certeros en la cabeza pero esto no parecía ser suficiente. Y para colmo me había quedado sin municiones. ¡Maldita sea!

Empecé a forcejear con el no muerto y me derribó en el suelo hasta que saqué mi cuchillo de combate y lo clavé en su cráneo. Me había quedado sin aliento, pero al menos ya no corríamos peligro. Ahora debía apresurarme para curar a Harper.

—¿Cómo te encuentras? —Le dije después de suministrarle la cura.

—Creo que me recuperaré. Gracias. —Agradeció con sinceridad al ver que no estaba dispuesto a dejarla morir.

—Leon, ¿Qué estás haciendo? ¡Tienen que salir ya! —Habló Ingrid a través del intercomunicador.

—Nos dirigimos a la Torre Quad.

—¡Qué! —Exclamó la morena al escuchar mi decisión. —¡No, es muy peligroso!

—Hay agentes de la B.S.A.A. con supervivientes. No puedo abandonarlos.

—Déjame ayudarte. Te conduciré por la ruta más segura.

A estas alturas ya no había vuelta atrás. No había equipos entre la B.S.A.A. o la D.S.O., todos éramos un equipo que teníamos un objetivo en común; acabar de una vez por todas con el bioterrorismo. Esta guerra iba a terminar, ya.

Hunnigan nos indicó atravesar la ciudad en llamas, aunque eso significara pisar el infierno otra vez. Teníamos que pasar el edificio oeste y abandonarlo mediante las escaleras de seguridad. Cuando abrimos la puerta, no podíamos creer lo que veíamos; la ciudad china en su gran mayoría se había infectado. El espectáculo era indescriptible.

—¡Leon, mira!

Un jet militar estaba cayendo en picada sobre el inmueble contiguo, directo a estrellarse frente a nosotros.

—¡Corre! —Ordené a mi compañera, considerando que era cuestión de segundos para que éste explotara.

La detonación fue jodidamente impresionante. Manchas de fuego detrás de nosotros estaban consumiendo todo a su paso y avanzando a buen ritmo, haciendo estallar casas, negocios, y vehículos que estallaban y se hacían pedazos a nuestras espaldas.

—¡Rápido, por aquí! —Nos indicó un soldado de la B.S.A.A. que ya nos esperaba con un helicóptero.

Helena alcanzó a subir primero pero yo me quedé colgando del estribo gracias a un hostil que se enganchó a mi pierna por causa de un auto que por poco nos aplasta.

—¡Mierda! —Maldije al sentir a ese hijo de puta tirando de una de mis extremidades.

Lo sacudí y pateé lo más fuerte que pude hasta que ese bastardo terminó por caer y hundirse en las llamas, mientras el helicóptero tomaba altura y yo podía incorporarme.

Me tomé unos segundos para dar un respiro. En ese momento mi corazón bombeaba noventa y nueve por ciento adrenalina y uno por ciento de sangre. Pero creo que eso fue un lujo que no debí aceptar.

De repente el helicóptero perdió balance por unos segundos e inmediatamente sabíamos que algo estaba saliendo mal.

—¡No me…! ¡Mierda!

Las sirenas de alarma de la aeronave comenzaron a sonar. Tal y como había pasado en el avión de camino a Lanshiang, el piloto se había infectado, el virus había podido con él. ¡No podía creer tanta maldita mala suerte!

No tenía otra opción, el helicóptero estaba dando vueltas en el aire, y debía pilotearlo. Helena se encargó del infectado y yo de la nave.

—¡Joder! No sube… ¡Vamos! —Insistí cuando la palanca dejó de responder.

En la travesía estábamos golpeando anuncios espectaculares y las paredes de los rascacielos. Era cuestión de minutos para estrellarnos.

—¡Asciende!

Tiré de la palanca con todas mis fuerzas y finalmente logré desatascarla, logrando que paulatinamente comenzáramos a subir.

—¡Venga, venga… Asciende!

—Esto no va a aguantar mucho más. —Indicó mi compañera agarrándose de los asientos.

—¡Solo unas cuantas manzanas más! —Respondí sin quitar la vista del parabrisas. El edificio Quad ya estaba cerca.

El cuerpo que yacía en la parte trasera del helicóptero, de manera inexplicable se levantó después de dos tiros que Helena le había propiciado, comprobando así la maldita resistencia de ese virus. El mutado se lanzó contra Harper.

—¡Helena! —Exclamé cuando miré que ese cabrón la tenía sujeta por la espalda.

No, no lo iba a permitir. Ya había perdido a mucha gente hoy, y Helena no formaría parte de los caídos esta noche. No si yo podía impedirlo.

Tomando con una sola mano la palanca de mando, con la otra tomé mi arma y apunté directo a ese infectado. Acerté tres tiros que lo debilitaron y la mujer de un empujón lo tiró al vacío. Pero eso nos había costado perder el control de la aeronave.

—¡Agárrate! —Ordené a la castaña cuando nuestro medio de transporte se empezó a impactar contra todo lo que había a su paso. El tren rápido pasó rozando el flanco izquierdo de la nave, sacando chispas en el trayecto.

Terminamos atravesando las ventanas del edificio Quad y el helicóptero se incrustó en una torre de anuncios publicitarios. No tengo una explicación para entender cómo carajos habíamos salido con vida. Si existía alguna deidad que estuviese viendo todo esto, creo que estaba bastante entretenido con nuestra aventura y supongo que fue por ello que no le apeteció que mi compañera y yo pasáramos a mejor vida.

—¿Estás bien? —Le pregunté a la agente después de esquivar una estructura gigante.

—Sí.

Ya estábamos cerca.

Pateamos la puerta metálica y vimos la superficie octogonal vacía, algo no andaba bien. Decidimos echar un vistazo para verificar. Al acercarnos había varios cuerpos de militares tumbados en el suelo. Al comprobar su pulso, nos dimos cuenta que estaban muertos.

Una vibración en el suelo, seguida de un rugido nos alertó y nos pusimos en guardia. Helena miraba con ojos aterrorizados lo que estaba frente a nosotros, a estas alturas, yo ya había perdido el miedo. No tenía nada que perder.

—Y otra vez…

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—¡Me han dicho que estuvo implicado en el ataque. ¿Es cierto? —Interrogó Sherry Birkin con la decepción marcada en los ojos.

—¿Es que van por las calles gritándoselo a quién esté escuchando? —Respondió enfadado Dereck Simmons, dirigiéndose a Helena y a mí.

—¡Contésteme! —Insistió la más joven.

—¡Es por el bien de los Estados Unidos y la seguridad mundial! —Se defendió el maldito cínico.

—No veo cómo matar al presidente pueda ser bueno para el país. —Espeté.

Al escuchar esto, la joven Birkin se sobresaltó.

—¿El presidente está muerto?

—Eso se lo podemos agradecer a Leon. —Contestó culpandome el muy hijo de puta.

—¡Maldito seas, Simmons! —Le gritó Harper a Dereck.

—Acaben con ellos. —Ordenó a sus hombres que inmediatamente nos comenzaron a acribillar.

Mi compañera y yo nos apartamos rápidamente y afortunadamente el joven pelirrojo hizo lo mismo con la hija de los Birkin.

—¡Alto al fuego! Esos dos todavía nos sirven. —Frenó el servidor público a sus subordinados refiriéndose a los más jóvenes.

—¡Deberían ser más prudentes! —Hablé regañando a mi antigua tutorada por su imprudencia.

—Vale, vale, ¿cuál es el plan héroe? —Interrumpió Muller para ahorrar el sermón.

No había muchas opciones, ese infeliz nos tenía acorralados. Sólo había una alternativa.

—¿Puedes llegar a esa puerta? —Le pregunté al chico señalando la salida trasera.

—¿Por qué no vamos a por ellos? —Cuestionó indagando el por qué no les hacíamos frente a nuestros enemigos.

—Porque solo tú puedes cuidar de Sherry. —Respondí dándole implícitamente una orden a Jake.

Sherry me importaba demasiado. La había protegido y visto crecer por muchos años y esa niña ya era como de mi propia familia, aunque no hubiese lazo biológico. Confiaba en que el tal Muller podía hacerse cargo.

Los disparos comenzaron de nuevo su faena. No teníamos mucho tiempo.

—¿Podemos acabar? —Dijo Simmons con fastidio tratando de matarnos a la primera oportunidad. —Tengo mejores cosas que hacer.

—¿Y qué van a hacer ustedes? —Interrogó Birkin preocupada.

—Eliminar a Simmons. —Contestó Harper con determinación.

De uno de sus bolsillos, la menor sacó una tarjeta microchip.

—Aquí hay información que podría detener el virus C, Simmons la quiere. —Explicó la chiquilla entregándome el pequeño dispositivo.

—Gracias. Llamaré a F.O.S. y solicitaré protección. ¡En marcha! —Ordené indicándole a los novatos que se marcharan ya.

Helena y yo nos lanzamos sobre Dereck y sus hombres, no caeríamos sin dar batalla primero. Pero alguien lo atacó por la espalda.

—Me ha pillado. —Musitó lanzando algo que habían incrustado en su cuello. —Bien jugado.

—¡Se escapa! —Alertó mi compañera cuando miró que a pasos débiles, el culpable de todo esto huía de la escena.

—¡Vamos!

Se había dejado caer sobre uno de los vagones del metro, pero eso no nos detendría. Sin pensarlo dos veces, ambos también saltamos al vagón.

El interpelado se sostenía con dificultad mientras que con una mano recibía una llamada. Por su expresión, se notaba a leguas que no estaba contento con lo que sea que estuviesen diciéndole. Terminó por romper el teléfono móvil con el puño.

—Ríndete, Simmons. ¡Ya eres nuestro! —Dije dándole la oportunidad de rendirse.

—¿Cómo pueden venir por mí cuando esa mujer anda suelta?

—¿Qué mujer?

—La traidora, Ada Wong. Dios sabe qué se trae entre manos. —Se excusó para salirse por la tangente, pero no caeríamos tan fácilmente.

—Otro equipo va tras ella. Pero tu, Simmons, tú eres todo nuestro. —Aseguré para que le quedara claro que no lo dejaríamos ir.

— ¿Has venido a vengar al Presidente? ¿Es eso? Idiota. Si hubiera revelado la verdad sobre Raccoon City, los Estados Unidos habrían perdido toda su autoridad y el equilibrio político mundial se habría ido al garete.

El sujeto ya estaba empezando a desvariar. Desde un inicio, creía que Simmons era un imbécil; un tipo pedante, engreído y demasiado autoritario y violento, para el puesto que desempeñaba, pero nunca pensé que fuera un sociópata, un desequilibrado mental.

— ¿¡Así que para evitar una posible catástrofe has creado otra!? —Replicó Helena sin poder creerlo. — ¡¿Sin importar cuánta gente muera!?

— ¡Tenía que detenerlo! ¡Iba a llevar a mi país y al mundo entero hacia el caos más absoluto! —Continuó argumentando a su favor.

Ya estaba harto de escuchar sandeces, mi paciencia estaba llegando al límite. Este bastardo había causado una tragedia en aras de mantener un poco de poder. Me asqueaba ese tipo de gente tan despreciable.

El Consejero comenzó a quejarse de dolor mientras su cuerpo iba cambiando, se llevó una mano a la nuca y se encorvó.

—Esa mujer… —Masculló entre quejidos. —¿Cómo ha osado hacerme esto?

Y soltando un potente alarido, Simmons ardió en llamas, justo como había sucedido con Deborah Harper, mutando en un ser cuadrúpedo de tamaño colosal. Ese cabrón no la iba a poner sencilla.

Helena y yo corrimos a una distancia prudente adentrándonos en el tren, era necesario guardar una distancia prudente si no queríamos que Dereck nos hiciera puré de un solo golpe.

— ¡Malditos! ¡Malditos sean! ¡Los mataré con mis propias manos!

Todo parecía indicar que el virus C no bloqueaba del todo la capacidad de razonamiento del infectado tal y como sucedía en la mayoría de los casos en las mutaciones. El Consejero aún podía razonar e incluso amenazarnos.

Era demasiado fuerte y rápido, así que mi socia decidió atacarlo para distraerlo y yo trepé´otra vez a la parte superior del metro.

Colocando bombas a control remoto, tuvimos un punto de ventaja, descubrimos que cuando heríamos a Simmons considerablemente, volvía de nuevo a su forma humana.

—Se escabullen como cucarachas, ¡débiles y asustadas! —Dijo para amedrentarnos.

Le demostraría que no teníamos miedo.

Sin darle tiempo a nada me lancé sobre él y le di un par de puñetazos en la mandíbula atinando a todos. Nunca había disfrutado tanto darle una tunda a alguien.

Pero inmediatamente después, el bastardo volvía a su forma de mutación.

Al descubrir que esa era la fórmula para vencerlo, ni Helena ni yo dimos marcha atrás y repetimos la operación las veces que pudimos, hasta que nuestro enemigo quedó inconsciente encima de uno de los vagones.

— ¿Lo hemos matado? —Preguntó Harper al mirar que no se levantaba.

Le acerqué para comprobarlo cuando ese malnacido me tomó por el cuello y me lanzó hacia el segundo tren.

— ¡Leon! ¿Estás bien?

Me puse de pie rápidamente cuando el infeliz volvió a mutar y ahora iba tras de mí, escuchando a mis espaldas los gritos de mi compañera que intentaba ayudarme.

—Insectos despreciables e ignorantes, ¡los voy a hacer pedazos!

Agradecía infinitamente mi buena condición física, ya que de lo contrario, Dereck me hubiera matado sin ningún problema.

Salté en cuanto tuve la oportunidad al vehículo donde se encontraba mi socia, pero aún teníamos a esa B.O.W. pisándonos los talones.

—¿Qué tal si te mando con tu hermana agente Harper? —Provocó el monstruo con una voz casi demoníaca, buscando sacar de sus casillas a la mujer y enseguida hizo lo mismo conmigo. —¿Seguro que no eres capaz de hacerlo mejor, Leon?

Ese hijo de puta era inteligente. Quería desconcentrarnos a como diera lugar para así matarnos.

Otro tren rápido venía de frente sobre los rieles en los que el mutado consejero venía corriendo y lejos de tocarlo, lanzó el metro por los aires. ¡Increíble!

—¡Final del trayecto! —Sentenció quedándose en el carril de nuestro tren para descarrilarlo y volcarnos. — ¡Leon!

Solo tenía una oportunidad y no podía fallar. Tomé el rifle y apunté con la mirilla directamente hacia su cara. Matar o morir.

Al acertar los dos tiros, Simmons volvió a su forma humana aterrizando en la parte superior de nuestro tren. Harper y yo volvimos a apuntarle para acabar de una vez con su miserable vida mientras débilmente se acercaba hacia nosotros.

—No… No tienen ni idea… ¡De lo que pasará si yo muero! —Masculló mientras volvía a transformarse de una forma brutal.

— ¡El mundo sería un lugar mejor! —Contesté sin ningún temor, listo para luchar otra vez.

Dereck no iba a resistir un segundo asalto. Y lo sabíamos.

Un helicóptero comenzó a sobrevolar el área y al parecer era bastante conocido para nuestro rival.

— ¡Déjénlo! —Ordenó un desconocido que yacía abordo de la nave.

—¡No! ¡¿Cómo me han podido abandonar mi propia familia!

¿Familia? ¿Era su familia o se trataba de un clan?

Sin darnos tiempo a sacar conclusiones, la abominación se dejó caer sobre las vías del tren cayendo directamente en las ruedas que comenzaron a triturarlo sin piedad, pero debido a la fuerza, el tren se iba a descarrilar.

— ¡Salta!

A lo lejos, vimos como helicópteros y camiones de bomberos atendían el puente que acababa de destruirse e intentaban sacar los vagones del agua. Nuevamente y por mero instinto, Helena y yo nos habíamos salvado por un milagro y ahora nadábamos hacia la orilla del muelle.

Agitados, y sumamente cansados, ambos caminamos hacia tierra, al parecer todo había terminado.

—Central aquí equipo Echo. Cambio. —Dijo una voz a través de una bocina a un volumen alto. —Escoltamos a los civiles de Tatchi a un lugar seguro.

— ¿Lo matamos?—Cuestionó la castaña, al mirar todo el caos que dejábamos atrás.

—No sé, pero hicimos lo que pudimos. —Respondí suponiendo que ya todo había acabado.

Y eso era lo que creía. Los dos vimos como lo que quedaba de Simmons quedaba bajo las ruedas del metro, como si fuera una goma de mascar masticada por horas. Era difícil que haya sobrevivido. Aunque a estas alturas, todo era posible.

—¡Eh! ¡Tú! ¡No salgas de la fila!

Algo estaba sucediendo al otro lado de la civilización y supuse que se trataba de una evacuación forzosa. Esas cuestiones siempre causaban disturbios.

—Aquí no hay indicios de infección por virus C. —Continuaba el sujeto a través del megáfono. — ¿A qué viene la evacuación?

Camiones de la B.S.A.A. y la armada local organizaban civiles y los escoltaban, era una operación de urgencia, pero todo se encontraba tranquilo. Algunas personas se resistían a salir sin sus pertenencias, así que cargaban sus objetos de valor en cajas, las autoridades no tenían oposición en ello.

— ¿Se acabó?

—Sí… —Contesté a mi compañera, cuando ambos mirábamos el desalojo de las masas. —Se acabó.

En ese momento, entró una llamada de Hunnigan para ambos.

—Leon, hay un problema. Han secuestrado a Sherry y a su compañero. Se les sitúa en una petrolífera submarina a unos ciento treinta kilómetros de tu posición.

¡Maldita sea! Esto no iba a terminar.

—Secuestrados, ¿por qué?

—Los archivos. ¡Los que nos dio! —Dijo Helena en medio de un golpe de intuición.

Por un instante me había olvidado de ese detalle importante, esa información era la respuesta a este desastre. Tomé el chip de mi bolsillo y lo puse en la P.D.A., los datos empezaron a reflejarse en la pantalla.

—Un momento, —comentó mi compañera llamando mi atención, —esta es la clave para acabar con el virus C, es…

—Jake.

Esto no me lo esperaba, ¿Jake era la cura para la infección?

Conocía los antecedentes de Sherry Birkin y su capacidad de regeneración gracias al virus G al que fue expuesta por sus padres en Raccoon. Si Jake también era "especial", significaba que ya había tenido alguna experiencia previa con alguna cepa de virus que haya provocado el desarrollo de anticuerpos en su organismo. Pero al verificar un poco más la información, descubrí que la realidad era otra; Jake Muller era el hijo de Albert Wesker. Esta revelación me tomó con la guardia baja, toda la historia había dado un giro inesperado. Nunca imaginé que el fallecido virólogo tuviera un hijo y mucho menos que su descendencia fuera la clave para salvarnos. Tenía sentido, Wesker se había expuesto a demasiados agentes patógenos en su vida volviéndose un superdotado y seguramente había heredado sus buenos genes en su hijo. Quien iba a decir que el hombre que había intentado tantas veces destruir la humanidad que conocemos, ahora indirectamente iba a salvarlo gracias a su genética.

—Hunnigan, ¿puedes mirar si la B.S.A.A. tiene alguna unidad cerca de la plataforma?

—Un momento. —Pidió para poder investigar mi petición.

— ¿Qué es eso? —Murmuró la más joven mirando al cielo pero en ese momento Ingrid volvió a hablarme.

—Tengo a Chris Redfield en línea. Te comunico con su aeronave.

Esperé unos instantes en la línea, urgía hablar con Chris para rescatar a ese chico de inmediato, aunque no sabía cómo iba a tomar la noticia sobre el parentesco de Jake con Wesker. El padre del chico y el Capitán habían sido rivales acérrimos.

— ¿Chris Redfield? —Pregunté para confirmar la identidad del sujeto que me atendía.

— ¡Leon! ¡Leon! ¿Dónde estás? —Respondió mi ex cuñado al reconocer mi voz.

—Chris, estamos en las afueras de Tatchi, ¿por? —Lo cuestioné al notarlo alarmado.

— ¡Salgan pitando de allí!

Helena y yo nos miramos. Algo muy, muy, muy jodidamente malo iba a suceder.

Entonces todo ocurrió muy rápido.

Un misil sobrevoló hasta el corazón de Tatchi y una detonación inundó toda la zona. Acto seguido una vibración en el suelo se hizo presente y una nube en forma de hongo cubrió los rascacielos y todo a su paso. En medio de un espectáculo impactante y aterrador vimos como una ciudad completa estaba al borde del colapso. Creo que era a esto a lo que Chris se refería.

— ¡Leon! ¡Leon! ¿Estás bien?

El sonido del hablar de Chris nos sacó del estado de shock en el que nos habíamos perdido Harper y yo.

—Sí… —Contesté sin dejar de mirar el lío. —Pero la cosa se ha puesto fea, muy fea.

Multitudes corrían en medio de gritos aterrados, en una atmósfera de paranoia total. La bomba se trataba de una descarga del virus C y toda la población se estaba contagiando.

— ¡Joder! —Maldijo el Capitán.

No podía dejar que la impresión nos venciera. Si teníamos alguna esperanza esa era salvar a Jake y ahora más que nunca era vital rescatarlo.

—Chris, escúchame. Necesito que rescates a dos rehenes de una plataforma petrolífera. La agente Sherry Birkin y Jake Muller, el hijo de Albert Wesker.

No había tiempo de maquillar la realidad, esto era una emergencia y tenía que contarle al mayor Redfield la verdad tal cual era sin censura.

El hombre al otro lado del radio se había quedado mudo por unos segundos. Como imaginé, la noticia le había caído como un balde de agua fría, tanto como a mí.

— ¿Wesker?

—Chris, tiene los anticuerpos del virus C. —Indiqué para que comprendiera lo importante que era mantener a salvo a ese chico.

El hermano mayor de Claire volvió a quedarse mudo, yo me quedé a la expectativa.

—Entendido, voy para allá. —Deliberó finalmente, aceptando la misión.

—Bien, gracias.

—Leon, espera. Tengo que decirte algo.

Un presentimiento empezó a invadirme. Chris no era un hombre que se anduviera por las ramas y estaba haciendo antesala para dar un mensaje. Me sonó a tragedia, pero no me anticipé hasta escucharlo.

—Ada Wong ha muerto.


—No lo puedo creer. —Dije al mirarla apuntarme con un arma y pidiéndome la muestra del virus G. —Annette tenía razón. ¡En todo!

No podía creerlo. Me estaba llevando una gran decepción de la mujer que tenía enfrente, me había utilizado y yo como un imbécil había caído. ¿Por qué? ¡¿Por qué, maldita sea, por qué?!

—Por esto te dije que te fueras sin mí. —Me respondió fingiendo frialdad, pero se notaba que mis palabras la estaban afectando. —¡Pero no me quisiste escuchar! ¡Dámelo! No me obligues a dispararte. —Amenazó para intentar hacerme razonar.

—No puedes hacer eso. —Contesté en otro intento desesperado por persuadirla.

Sus ojos estaban al punto de las lágrimas, le estaba costando mantenerse firme. Bajo el arma para hablar, pero en ese momento un disparo a sus espaldas la alcanzó. Una bala desconocida la había herido y su cuerpo ahora colgaba con dificultad sobre el barandal del puente.

— ¡Ada!

Corrí rápidamente a auxiliarla, y la tomé firmemente del brazo antes de que cayera.

— ¡Ada! ¡Estoy contigo! ¡No te rindas! —Supliqué al verla tan cerca de la muerte.

De reojo alcancé a mirar a la agresora de la dama de rojo, desvanecerse en el suelo musitando con sus últimas fuerzas el nombre de su virus.

—Leon, se acabó. —Habló la espía con voz débil, mientras las alarmas de autodestrucción no dejaban de alertarnos que debíamos salir de allí echando leches. —Déjame irme.

—¡Cállate! ¡Vas a superarlo!

Estaba desesperado, demasiado desesperado. Me negaba, me rehusaba a que Ada se dejara vencer, por Dios que no lo quería.

—Es demasiado tarde, Leon. Los dos lo sabemos.

Sentía como un nudo en la garganta comenzaba a formarse, y amenazaba con ahogarme en cualquier momento.

—¡No! ¡Te prometí que escaparíamos! —Recriminé al punto de las lágrimas. —Tienes que ayudarme a salir de aquí.

—Yo… Yo quería de verdad… —soltó un gemido de dolor y continuó, —Escapar contigo, Leon. Escapar… De todo.

Me quedé mudo. El dolor me estaba matando y la sinceridad de su confesión iba a romperme.

Soltando una lágrima fina por su mejilla, Ada me miró a los ojos y pronunció una última palabra.

—Adiós.

La mujer que amaba se había dejado vencer.

—¡Ada!

La miré desaparecer en el vacío y me dejé caer de rodillas en el suelo, llevándome ambas manos a la cabeza.

Era absurdo, ridículo, una verdadera estupidez que me hubiera enamorado como un idiota de una mujer que apenas acababa de conocer, esto no le pasaba a la gente normal. Pero desde Raccoon City yo ya no era una persona normal y no había conocido a Ada en circunstancias normales. Nos habíamos ayudado mutuamente para sobrevivir de este lío, éramos equipo y habíamos prometido huir juntos. Bajo esa tesitura confiaba en ella como si la conociera de toda mi vida y había formado un lazo muy fuerte hacia la dama de rojo. La joven espía había logrado volverme loco como un imbécil y cómo no iba a hacerlo; era hermosa, atractiva, elegante, valiente y sumamente hábil y entrenada para las situaciones de riesgo. Tenía todo para enloquecer a cualquier hombre con sangre en las venas y al darme esperanzas, había logrado hacer conmigo lo que le viniera en gana.

Es cierto, Anette tenía razón en cuanto a que era una espía, una traidora, pero eso me importaba una mierda. Había visto sinceridad en sus ojos y con eso me bastaba para meter las manos al fuego por ella. Pero ahora la había perdido.

Lloré y golpeé el suelo con los puños, lleno de rabia e impotencia por no haber logrado salvar a la chica que más me importaba en ese infierno.

—No, no…


Durante todo el trayecto había tratado de mantenerme frío, pero la vida me estaba dando una paliza. Al parecer para el karma no era suficiente el hacerme saber que cuando terminara todo esto perdería a Claire para siempre, situación que trataba de no pensar para poder mantenerme sereno, sino que también ahora me arrancaba mi pasado de un solo golpe. Me estaba saliendo muy caro el precio de salir de esta con vida.

Helena me miró en cuanto escuchó la noticia que me había dado Chris Redfield, estando a la expectativa de mi reacción. Yo ya no era el novato ingenuo enamorado de lo que yo me imaginaba que era Ada Wong, pero ahora estaba en la misma situación. Al igual que hace quince años yo no sabía si la asiática era culpable o no, pero creo que no estaba preparado para recibir esta noticia. Sabía que no la amaba, pero si tenía ciertos sentimientos por ella y estaba consciente de todo lo que había significado para mí durante mucho tiempo. En el pasado, no la conocía y sufría por la expectativa que yo tenía de la mujer de mis sueños, pero ahora que conocía perfectamente a Ada, y sabía sus defectos y sus fallas, no dejaba de dolerme su partida. No había podido salvarla, otra vez. Maldita sea.

—Recibido. —Contesté después de haberme callado por unos instantes, sopesando la noticia. —Sherry y Jake te necesitan. No los defraudes.

Terminé la comunicación con el militar de la B.S.A.A. y me mantuve cabizbajo. Me olvidé que estábamos en medio de una catástrofe y me concentré únicamente en mi pena.

—¿Estás bien? —Preguntó Harper, consternada.

Había terminado por perder lo último que me quedaba. Sólo me quedaba hacer lo que me correspondía y cumplir la promesa que le había hecho a Claire. Ahora tenía un nuevo y único propósito en mente; acabar de una vez por todas con este caos y entre más pronto lo lograra, más rápido le devolvería su vida normal a la pelirroja.

—Encontremos a los supervivientes y larguémonos de aquí.