NOTA DE LA AUTORA: Queridos lectores, ¿cómo están? Espero y se encuentren de lo mejor y bueno, llegamos al penúltimo capítulo de esta secuela que espero estén disfrutando tanto de leerla como yo de escribirla. Hoy veremos a nuestro héroe rubio favorito luchar contra un gran enemigo y claro contra sus demonios internos, como ya es costumbre.
Bien, creo que ya hablé demasiado y con ustedes les dejo la actualización.
Como anuncio adicional les comento que el final de esta historia será publicado en una semana, es decir, el día 17 de junio del presente año, para que lo agenden. :) Así es, el final ya está escrito.
RECOMENDACIÓN MUSICAL:
-"Walk" de Foo Fighters.
RESPUESTA A REVIEWS.
Lexugim Greyrat: ¡Hola! Gracias por tus comentarios, jajaja, vaya, lo yaoi del juego respecto a Piers creo que depende de la perspectiva de cada quién porque bueno yoo no lo noté así, pero bueno, ese es otro tema. ¡Disfruta la actualización!
GeishaPax: Hermana, ya casi nos acercamos a ese cap del mal! 3:) Espero y te guste este episodio.
Tresk Cobain: ¡De nada! ¡Disfruta el episodio!
ruth: ¡Hola! ¡Espero disfrutes la actualización!
manu: ¡Hey! Ojalá y este nuevo cap te guste.
"You keep alive a moment at a time,
But still inside a whisper to a riot,
To sacrifice but knowing to survive,
The first to climb another state of mind,
I'm on my knees, I'm praying for a sign,
Forever, whenever
I never wanna die!
I never wanna die!
I never wanna die!
I'm on my knees!
I never wanna die
I'm dancing on my grave!
I'm running through the fight
Forever, whenever
I never wanna die!
I never wanna leave!
I never say goodbye!
Forever, whenever!
Forever, whenever!"
—"Walk", Foo Fighters.
CAPÍTULO 11: UNA DAMA LLAMADA ADA WONG
Tatchi era una de las ciudades más prósperas y avanzadas de China, pero ahora de eso no quedaba más que el recuerdo. En pocas horas se había convertido en una montaña de escombros. El virus C, a diferencia de los demás brotes, ahora se propagaba en forma de gas, por inhalación de la víctima, lo cual era potencialmente más peligroso, ya que el contagio era infinitamente más rápido. Y sólo era la punta del iceberg.
Llegar hasta la Torre Quad, había sido una hazaña, pero aún no pasaba lo peor. Había demasiado silencio, demasiado para mi gusto.
De repente, el sonido de unos pasos arrastrándose interrumpieron la escena; ¿Era acaso una pesadilla o una broma de mal gusto?
—Y otra vez…
Simmons estaba de regreso, o al menos lo que quedaba de él después de la batalla en las vías del tren.
Mientras nos miraba con odio, a mí y a mi compañera un helicóptero se posó sobre él y lo alumbró directamente.
— ¡Sé lo que hiciste, Ada! —Reclamó con voz potente el moribundo Consejero.
Un momento… ¿Ada?
— ¡Me desobedeciste! ¡Te llevaste al hijo de Wesker!
Helena y yo nos miramos mutuamente. ¿Jake? ¿Ada? ¿Wesker?
¿Acaso no se suponía que Jake estaba en la petrolífera con Sherry y que Ada estaba muerta? ¿Qué carajos estaba pasando? ¿Era una treta? ¿Qué tenía que ver Simmons con Wesker?
Eran demasiadas preguntas y las respuestas eran escasas e incluso me atrevo a decir que nulas.
— ¡Has utilizado la sangre de ese bastardo para hacer el virus más fuerte! —Escupió Dereck, conteniéndose por mutar.
Pero no lo pudo contener más, y en medio de un grito de dolor, su cuerpo volvía a fragmentarse.
Está bien, necesitábamos respuestas, pero no podíamos darnos el lujo de obtenerlas de Simmons. Era preciso acabar con él.
—Espero que tengas amigos en el otro barrio. Aquí nadie te echará de menos. —Sentencié apuntando hacia él.
No habían pasado ni cinco minutos cuando nos dimos cuenta que eliminar a ese bastardo no iba a ser tarea fácil.
El maldito había adquirido una forma muy parecida a la de un Tiranosaurio-Rex por lo cual estábamos en clara desventaja. Esta batalla iba a ser difícil.
Después de varios intentos en vano por destruir a ese cabrón, ya había agradecido mil veces la extinción de los dinosaurios. Unos soldados de la B.S.S.A. terminaron por ayudarnos con camiones militares equipados con torretas, con las que Helena y yo intentamos debilitar al mutante, pero no pasó mucho antes de que este con su fuerza titánica lograra derribar los camiones y aplastar a los pocos sobrevivientes.
Repetí la fórmula de darle una golpiza a Simmons en los escasos lapsos en los cuáles recuperaba su forma humana, pero no tenía la certeza de cuánto tiempo podríamos resistir.
—Creo que lo hemos cabredo. —Mencioné mientras la bestia rugía furiosa ante nosotros.
— ¡Concéntrate! ¡Podemos derrotarlo! —Alentó mi compañera.
A pesar de que la batalla parecía dura y no podía percatarme demasiado de lo que sucedía a nuestro alrededor, detecté que el helicóptero misterioso continuaba atacando a la abominación desde los aires. Por un momento me pregunté si… No era bueno hacerme suposiciones por ahora, no era seguro.
Miré unos tanques con material explosivo justo detrás de las patas traseras del monstruo con forma de dinosaurio. La oportunidad era única y no la iba a desaprovechar.
Disparé un par de tiros a los tanques y una detonación fuerte hizo arder en llamas a Simmons, quien después de un potente rugido se dejó caer derrotado. El plan había funcionado.
Nos acercamos al presunto cadáver de la abominación cuando la aeronave desconocida descendió a tal punto que el ruido de las hélices era insoportable, deslumbrándonos a ambos. Sin embargo, al distinguir la identidad del piloto, pude confirmar lo que mis sospechas ya me avisaban.
Divisé la imagen de Ada conduciendo el helicóptero, quién al vernos a salvo se marchó de allí, elevando la nave.
—Se dirige a la azotea.
—Espero que el ascensor todavía funcione. —Dijo mi compañera, indicando que me seguiría.
Escuché lejanas las palabras de Harper, y continué mirando la dirección en la que unos momentos antes había estado la aeronave.
Me alegraba tan de sobremanera que Ada estuviera viva, me era satisfactorio en medio de tanta tempestad. El no haberla perdido en medio de la calamidad era reconfortante. Después de todo lo que habíamos pasado, no deseaba que terminara así. No ahora, ni aquí.
— ¿Qué pasa? —Interrogó la más joven sacándome de mis pensamientos.
—Nada. En marcha.
El transcurso en el ascensor fue un silencio incómodo y en actitud taciturna de mi parte. En verdad no sabía cómo sentirme a causa de todo lo que había pasado.
— ¿Es algo más que una amiga, verdad? Sientes algo por ella.
Me quedé mirándola por un momento. Harper era intuitiva, y casi daba en el blanco. Casi. En este momento no sabía si Ada y yo éramos amigos o si quiera si aún sentía algo por ella.
No tuve tiempo de contestar nada cuando una detonación dio justo en el elevador. Esa mierda iba a caerse, debíamos actuar rápido.
Helena y yo saltamos hacia la parte posterior del elevador de junto a la vez que tratábamos de averiguar ahora qué carajo estaba pasando. Decidimos trepar por el grueso cable que lo sostenía, ya que el segundo ascensor también estaba a punto de soltarse.
— ¡No te recomiendo que mires hacia abajo! —Indiqué a Helena que escalaba delante de mí, mientras buscábamos un lugar seguro.
—No iba a hacerlo.
¡Maldita sea! Había detonaciones por todas partes y los cristales de las ventanas del edificio salían volando de todos lados como pequeñas armas punzocortantes.
—Crucemos los dedos para que no suceda nada más. —Murmuró la mujer mientras se cubría de la lluvia de pequeños vidrios.
Cuando trepaba traté de encontrarle una explicación al nuevo desastre, entonces detecté una silueta conocida en forma de perro mutante.
— ¡Simmons!
—Sigue vivo… —Susurró ella al verlo atacar a alguien en una estructura saliente del edificio vecino.
Al agudizar un poco más la vista me di cuenta de lo que se trataba, Simmons estaba luchando contra Ada.
—No debería haberse deshecho del helicóptero. —Solté pensando en voz alta, al ver que la dama de rojo estaba en clara desventaja. — ¡Ada!
— ¡Ha subido! —Señaló Harper al ver como la asiática ascendía bajo el uso de su lanzagarfios.
— ¡Ya basta de trepar! —Expresé bastante cabreado.
— ¡Vas a caer, Simmons!
Tanto mi compañera como yo nos colocamos en un lugar seguro y nos pusimos a ayudar a la espía desde nuestra posición, disparando al mutado consejero nuestros rifles. De repente, la estructura metálica en la que nos manteníamos comenzó a tambalearse y era momento de volver a escalar.
— ¡Vamos, Leon! ¡Date prisa!
—Siempre me toca ir con las mandonas. —Solté en un afán de darle un toque de humor ácido en esta situación nefasta. — ¡Mierda, cuidado!
Una lluvia de mobiliario de oficina cayó sobre nosotros y por poco nos derriba. Por fortuna —o un milagro—, logramos resistirla, pero no nos podíamos detener ahora. Y para colmo de nuestros males, el bastardo de Simmons nos detectó y comenzó a darnos cacería.
— ¡Ada! ¿¡Me oyes!? ¡Dispárale, ahora! —Habló Helena a través del intercomunicador.
La misteriosa mujer escarlata había escuchado a la más joven y nos estaba ayudando a contener al infeliz Consejero hasta que pudimos quedarnos en un piso seguro. Pero inmediatamente después, la bestia fue por la femme fatale.
— ¡Ada!
Ella no iba a poder sola contra ese monstruo, debía tomar una decisión ya.
— ¡Helena, cúbreme!
Sin previo aviso, salté hacia la saliente donde estaban la espía y Simmons, aterrizando con dificultad, para ver a la asiática derrumbada en el suelo. Inmediatamente corrí en su dirección.
— ¿¡Ada, me oyes?!
Mierda, maldita sea. Otra vez había llegado tarde.
— ¡No puedes acabar así!
Carajo, me negaba a dejar morir a la mujer de rojo. ¿Por qué la vida me estaba poniendo en este tipo de situaciones? No podía dejar que la vida se le escapara si en mis manos estaba impedirlo. Ella me había salvado la vida en reiteradas ocasiones y yo no podía permitir que nada la dañara, y menos por causa Dereck Simmons.
— ¡Aléjate de ella, Leon! ¡No eres lo suficiente hombre para ella!
Era oficial, iba a matar a ese bastardo. ¿¡Con qué autoridad se sentía para decidir quién podía y quién no acercarse a Ada!? Actuar de manera posesiva hacia mi antiguo amor me había cabreado de sobremanera y le iba a demostrar que tan hombre era mandándolo al otro mundo.
Tomé mi rifle y lo cargué, le iba a llenar la cabeza de plomo.
—Ven conmigo, amor mío. ¡Estaremos juntos para siempre!
Al escuchar las palabras insanas de Simmons, ahora comprendía un poco más lo que estaba pasando. Ese malnacido estaba enamorado, o mejor dicho, obsesionado con Ada y si mi intuición no fallaba, todo este desastre lo había causado en nombre de los sentimientos enfermos que sentía hacia ella. Menudo infeliz.
—No si puedo evitarlo.
De ninguna forma iba a permitir que esa abominación dañara o se apropiara de la asiática. Ella era libre de elegir lo que deseaba y era evidente que no había deseado estar al lado de un megalómano como él. Y ¿cómo iba a aceptarlo? Sólo alguien igual de desquiciada quisiera permanecer al lado de un enfermo como el ex Consejero.
— ¡Vamos despierta! —Insistí, mientras sostenía en brazos a la mujer inconsciente.
"Nena eres más fuerte que esto." Pensé para mí mismo, rogando mentalmente para que pudiera despertar y saliéramos juntos de esta, como tantas veces lo habíamos logrado en el pasado.
—Si de verdad eres Ada, sé que puedes salir de esta. Los dos podemos.
El can gigante, al ver la comprometedora escena, se cabreo y comenzó a lanzarnos una especie proyectiles en nuestra dirección, por lo que utilicé mi cuerpo como escudo para proteger a Wong. Entonces, ella despertó.
—Solo estaba descansando la vista. —Pronunció al verme a su lado, sin dejar su enorme ego por un momento y apartando su mano de mi hombro.
—No se puede dormir en el trabajo.
Me adelanté unos pasos para proteger a Ada y descargué mi rifle sobre ese cabrón, ella se incorporó rápidamente e hicimos la dupla de combate que siempre nos había funcionado. Afortunadamente, Helena desde la distancia nos estaba dando una mano que nos dio un punto de ventaja.
Siempre habíamos funcionado de manera excelente en equipo, nos habíamos dado una mano mutuamente, había demasiado pasado que nos unía y teníamos al parecer una historia juntos que aún no se concluía. Eran demasiadas cosas las que nos unían como para que valiera mucho la pena arriesgar el pellejo en aras de salir juntos bien librados de esta.
En medio de una pirueta salí volando por los aires y quedé colgando con una sola mano de la saliente sobre la cual nos encontrábamos luchando.
— ¡Leon!
Simmons en su forma humana, se acercó a mí. Con esfuerzo logré sostenerme con ambas manos pero con un pisotón, el bastardo dándome una patada, logró que sólo me sostuviera con una sola.
— ¿Quieres vivir? —Preguntó con sorna el enemigo en común. —Entonces suplica por tu vida.
Ya parecía que me iba a doblegar ante ese imbécil, antes prefería morir.
—Yo paso. —Solté con orgullo y mirándolo con desprecio.
—No siempre se consigue lo que se quiere, Simmons. —Determinó la espía que con una flecha de su ballesta, atacó por la espalda al Consejero, clavándole la flecha por un costado, atravesándolo de lado a lado.
— ¡No! ¡No! —Gritaba con odio el despreciable asesino.
—Digamos que este es el fin. —Sentenció la dama de rojo sosteniéndolo por los hombros y dejándose caer con él al vació, para luego, sacar su lanzagarfios y terminar soltando al traidor a la deriva. —Deberías haberlo superado, Simmons. —Finalizó haciendo alusión al rechazo que en su momento le mostró a ese loco.
— ¿Qué eres? —Pregunté directamente a la espía en cuanto estuve a salvo, mirándola a unos metros de distancia. — ¿Por qué nos ayudas?
No sabía si me estaba escuchando, pero un mensaje de texto llegó a mi PDA.
"Me gustaría quedarme, pero tengo que irme. Te dejé un pequeño regalo de despedida en la azotea. Nos veremos, Leon."
Cuando terminé de leer el texto, ella me miró y se despidió con la mano, para luego darse la vuelta y desaparecer.
— ¡Ada! —Grité para detenerla pero fue inútil.
— ¿Qué estás esperando? Ve tras ella. —Dijo la voz de Helena a través del radio, que observaba a lo lejos toda la escena.
Correr tras ella. Era lo que había hecho durante toda mi vida desde que la conocí. Correr tras ella me había traído hasta aquí, y me tenía a la expectativa de lo que podría suceder. Desde nuestro último encuentro en la vida cotidiana que no había sido nada agradable, no tenía ni idea qué éramos ella y yo ahora, pero con su mensaje, me daba a entender que esto no había terminado… Aún. Pero que ya faltaba poco. Correr tras ella me había costado muy caro en el pasado, y a pesar de que estaba confundido como el carajo respecto a mis sentimientos y qué iba a pasar conmigo cuando este caos terminara, había algo que si tenía claro y que ya había decidido, casi desde que esta misión empezó. Y ya no iba a dar marcha atrás, pasara lo que pasara.
—No. —Dije con determinación. —No nos separaremos.
Volví a donde estaba Helena, al fin y al cabo ella era mi compañera y no iba a abandonarla, de este embrollo saldríamos juntos.
Ambos seguimos las indicaciones de Ada y nos dirigimos a la azotea donde había un helicóptero a nuestra disposición, pero las cosas no se nos venían fáciles; una horda de hostiles quedaba en medio de nuestra meta.
—Ese es nuestro billete de salida, si llegamos. —Mencioné a Harper que ya apuntaba su arma hacia nuestros múltiples enemigos.
De repente, una especie de tentáculos comenzó a perforar a los no- muertos y a utilizar sus cuerpos para formar una especie de masa gigante. Rápidamente, ambos nos dimos cuenta de quién se trataba.
— ¿No se rinde nunca, verdad? —Preguntó la de ojos oscuros.
—Hasta aquí hemos llegado.
Parecía que el hijo de puta de Simmons tenía más vidas que un gato. Ahora en forma de una mutación similar a un insecto, ese malnacido venía por nosotros.
—Ahora recibirás tu merecido, Simmons. —Dije a la vez que le lanzaba una granada de mano.
—Seguro que en el infierno hay un lugar para ti. —Amenazó la castaña a la vez que sacaba su escopeta para dispararle.
Ese infeliz estaba bloqueando la salida, pero para nuestra buena suerte unos infectados se lanzaron hacia él, y era nuestra oportunidad de oro para escapar al helicóptero.
— ¿Se ha ido? —Cuestionó Harper al no mirarlo por ningún lado.
—Eso pensábamos la última vez.
Después de haberlo visto revivir tantas veces, creía posible que ese bastardo aparecería en cualquier momento.
Cada vez estábamos más cerca, nos íbamos a salvar.
Ahora en forma de una especie de mosca gigante, la mutación del Consejero comenzó a perseguirnos y a lanzarnos objetos pesados, haciendo que cayera sobre una plataforma en forma de vagón de tren.
— ¿Te gusta jugar duro, no?
Ya estaba harto de ese cabrón, iba a mandarlo al inframundo, sí o sí. Saqué la magnum y lancé varios tiros a su cabeza, ese maldito iba a morir. Finalmente Helena logró sacarme de esa canasta de metal pero ahora debíamos enfrentarnos a los hostiles que quedaban para poder llegar a nuestro destino. Ya habíamos luchado tanto que no nos íbamos a rendir ahora. Pero Simmons, era persistente. ¡Ese insecto hijo de puta, otra vez nos estaba bloqueando el camino!
Sus afiladas tenazas amenazaban con matarnos pero no nos rendíamos, el punto débil era su cabeza, pero el muy infeliz nos la estaba poniendo complicada y los zombis no estaban ayudando.
A este paso no duraríamos mucho y las afiladas pinzas de ese bicho terminarían por atravesarnos de lado a lado, como si fuéramos un trozo de carne. La tormenta estaba amenazando, así que tuve una idea.
Un enorme trozo metálico de punta afilada estaba en medio de los escombros, quizá al final tendríamos una oportunidad. Tomé el pincho y lo inserté a un hostil que estaba cerca de las tenazas de ese maldito.
Si mi plan funcionaba, nos íbamos a salvar.
Tal como lo sospeché, la abominación tomó al hostil entre sus pinzas, aprisionándolo. La tormenta cada vez estaba más cerca y no tardó mucho en que el pincho fungió como pararrayos y una potente descarga eléctrica cubrió a la mutación, dejándolo fuera de batalla.
"Trágate eso, hijo de perra" Pensé en mi mente al verlo aparentemente derrotado.
Sin perder tiempo, ambos corrimos por las escaleras para ir por la aeronave que ya nos esperaba. Finalmente llegamos al helipuerto de la azotea.
Fiel a su estilo y oportunamente, Ada nos había dejado un lanzacohetes.
Lo que quedaba de esa mosca gigante, venía para seguir dando batalla, pero ya estábamos listos.
"Es hora de que te marches al infierno".
Sin pensarlo dos veces disparé el arma letal hacia Simmons que al caer al vacío volvía a fragmentarse hacia su forma humana, muriendo finalmente atravesado por un asta de la torre, quedando su cuerpo hecho trizas.
—Eso por lo de mi hermana. —Murmuró Helena al ver el cadáver de quien fuera el asesino de Deborah Harper.
—Vamos al helicóptero. —Dije tomándola suavemente por el hombro.
Esta mierda había terminado, al fin.
En cuanto abrimos la puerta de la aeronave, encontramos en el asiento del piloto un pequeño estuche de maquillaje de color perla.
— ¿Es de Ada? —Preguntó mi compañera.
Lo tomé con suavidad, y al suponer que se tratara de un objeto perteneciente a la espía, dudé que fuera un simple artículo de maquillaje olvidado. Como lo sospeché había un microchip adentro.
Coloqué el dispositivo dentro de la PDA y al descubrir su contenido encontramos archivos y fotografías que incriminaban a Simmons de todo lo que había sucedido. Ada Wong, nos estaba dando la llave de nuestra libertad.
—Leon, esto es…
—Pruebas que demuestran que Simmons es culpable.
—Y eso demostrará tu inocencia. —Comentó Harper en automático.
—Nuestra inocencia. —Corregí apeando a la buena fe de ambos.
—No la quiero. —Determinó bajando la mirada con tristeza.
Mierda, Helena aún se sentía muy culpable por lo que había pasado con Adam.
—Helena…
Iba a insistir cuando una llamada de Hunnigan nos interrumpió.
—Buenas noticias, Leon. Ya sabemos cómo combatir el virus.
Al fin algo bueno estaba pasando pero las explosiones de los edificios colapsando a nuestro alrededor no eran buen augurio.
—Recibido, vamos de camino. En marcha.
Helena subió al asiento del piloto y yo me acomodé en el lugar del copiloto, no deseaba agregar un helicóptero a la lista de vehículos que he estrellado a lo largo de mi carrera.
Poco a poco, nos íbamos alejando de ese infierno que por poco nos mata, salir a salvo parecía surrealista. Una vez más había burlado a la muerte.
Cerré los ojos un momento y una lluvia de recuerdos atascó mi mente.
Después de la gigantesca detonación del tren, la mutación de William Birkin había muerto, y junto con ella, lo que un día habíamos conocido como Raccoon City.
—Por fin se terminó. —Exclamó la pelirroja cuando estuvimos a salvo en las afueras de la ciudad. —Sherry, tienes una pinta horrorosa. —Dijo a la vez que acariciaba una mejilla a la más pequeña que se había llenado el rostro de lodo y cenizas.
—Igual que tú, Claire. —Respondió entre risas la rubia.
Me quedé observando a ambas y a pesar de todo lo que había pasado conmigo, estaba sumamente feliz de haber salido con vida al lado de la pequeña Sherry y de Claire Redfield.
Claire, había sido mi compañera en esta pesadilla y después de todo habíamos logrado sobrevivir. Había un enorme lazo que ahora nos uniría de aquí en adelante y que sería para siempre.
Sentía unas ganas enormes de abrazarlas a ambas y decirles en lo importantes que se habían vuelto en mi vida, pero no era el momento.
—Hay que irnos.
— ¿Y ahora qué pasa? —Preguntó la hermana menor de Chris Redfield con consternación. — ¿Nos está siguiendo alguien?
—Tenemos que irnos. —Insistí. —No hay tiempo que perder.
—Ir, ¿a dónde?
— ¡Hey! Es cosa nuestra destruir a Umbrella.
Sonriendo de medio lado, Claire tomó de la mano a la pequeña Sherry Birkin y luego con la delicadeza de no lastimarme se aferró a mi brazo, sintiendo una calidez que no había sentido antes y recibiendo la sonrisa más sincera que no me habían dedicado jamás.
No pude evitar devolverle el gesto a la chica Redfield, ignorando todo lo que nos esperaba por vivir juntos más adelante.
Mejor dicho, toda la historia, que nos esperaba por delante.
