NOTA DE LA AUTORA: Estimados lectores, ¿cómo están? Es para mí un gusto y un placer traerles el desenlace de una historia muy querida para mí, la secuela de "Te Perdí" ese cleon que nunca pensé que llegaría a conquistarme tanto a nivel de convertir a Leon en mi personaje favorito de la saga y actualmente el que más disfruto de redactar. Todos tienen una magia especial, pero todo este proceso que he llevado para tratar de reflejarlo tal como es, me hizo enamorarme del personaje y comprenderlo aún más. En verdad es emocionante poder traerles la última hoja de este fic que vengo trabajando desde ese lejano 2015. Y todo gracias a ustedes, muchas gracias por aceptar esta historia, por su paciencia y apoyo para conmigo. Es en este pequeño universo donde yo salgo un poco del mundo abrumador de afuera y si mi trabajo les puede alegrar el día, con eso ya me doy por bien servida.
Bien ya me estoy poniendo sentimental y eso es algo que nadie quiere ver ni leer, y menos hoy que estamos de fiesta, en México celebramos el día del padre así que muchas felicidades a todos sus progenitores y si hay algún papá por aquí, felicidades también. Pero lo mejor de todo ¡Ganó México, wey! ¡Ay, ay, ay, ay canta y no llores! Partido épico amigos, los que aman el fútbol y son mexicanos como yo, entenderán este júbilo. ¡Fics y cervezas para celebrar, yo invito! ;)
Ok, ya me emocioné mucho, entonces a lo que vamos, los dejo con este último episodio y de nuevo, gracias a la Hermandad Malvada, a los chicos del grupo Resident Evil: Behind the Horro y a ustedes, queridos lectores.
¿Listos? Here we go!
RECOMENDACIÓN MUSICAL
-"Vivo por ella" de Andrea Bocelli.
Si no conocen esta canción, búsquenla. Muy, muy recomendable para el capítulo y el fic en general.
RESPUESTA A REVIEWS:
clau: ¡Hola! Muchas gracias por tus comentarios, espero y el capítulo final te agrade.
manuel: ¡Hola! Espero te guste la actualización.
manu: Gracias por dejar review. Espero y el final te agrade.
Lexugim Greyrat: Hola, gracias por tomarte la molestia de dejar review, ¿qué te digo? También tengo muchas emociones encontradas, me he encariñado mucho con esta historia y no creas, la extrañaré. Respecto a Chris y a Piers, se notaba que eran muy amigos, pero nunca noté en RE6 que fuera más allá de eso, de hecho, Piers me recordaba mucho a Chris en su juventud, la admiración y respeto que tenía por su capitán era muy similar a la devoción que en un principio Chris tenía por Wesker. Pero de ahí en fuera, mmm no, no veo una posibilidad Yaoi entre alguno de ellos, simplemente creo que se queda en amistad, pero, ya me darás tu opinión cuando leas el capítulo, ;) ¿vale? Espero te guste.
Rose: ¡Rose! ¡Cómo estás! Es un gran gusto leerte, por supuesto que no te olvido, una de las lectoras más fieles. :') Lo sé a veces la vida pasa muy rápido y el mundo de afuera y las responsabilidades nos consumen mucho, pero es bueno que te hayas podido dar una vuelta. Gracias por tus palabras, en verdad me inspiran mucho, creo que apenas quedó como anillo al dedo la historia combinada con los recuerdos de RE2 a la par del anuncio de este remake, que al igual que muchos, me emocionó muchísimo, ya quiero que sea enero ¡joder! En fin, no os preocupeís, confío en que el episodio te gustará, prometo no hacerlo tan cardiaco como el de "Te Perdí" ni hacerlos sufrir tanto… ¿o sí? Muahuahua… Ya lo veremos. ¡Nos estamos leyendo!
"Vivo por ella sin saber
si la encontré o me ha encontrado,
ya no recuerdo como fue,
pero al final me ha conquistado.
Vivo por ella que me da
toda mi fuerza de verdad.
Vivo por ella y no me pesa…"
—Andrea Bocelli, Vivo por ella.
"VIVIR POR ELLA"
CAPÍTULO 12: VIVIR POR ELLA
La sede de la B.S.A.A. nos recibió en Japón a mitad de la madrugada donde fuimos atendidos de emergencia. Helena tenía un cuadro serio de deshidratación por lo que fue llevada a una habitación donde checarían su presión arterial y ritmo cardíaco para enseguida someterla a tratamiento a base de suero. Increíblemente yo solo tenía vestigios de golpes en el cuerpo, lo más grave era una luxación en la muñeca izquierda pero nada que un vendaje y una férula no arreglaran. Kennedy tenía más vidas que un gato, pero tenía un cansancio del demonio y mi cuerpo ya me demandaba dormir unas buenas horas de sueño. Eran aproximadamente las tres de la madrugada cuando me tiré en mi cama para dormir. Sí que necesitaba descanso, las catorce horas seguidas que dormí lo avalaban.
Desperté sobresaltado y respirando agitadamente, mirando hacia todos lados. Me recliné sobre la cama y por un momento no reconocí el lugar, hasta que de repente todo se vino de golpe a mi memoria. El peligro había pasado, la pesadilla había terminado y el mundo ya no corría peligro. Di un suspiro tranquilo, el despertar de repente y con temor era parte de las secuelas que dejaban las experiencias traumáticas.
Estábamos a salvo, pero ahora venía la parte difícil; el recuento de los daños.
Había muerto mucha gente, aún había asuntos que aclarar pero confiaba en que poco a poco las cosas irían fluyendo y seguirían su curso, hasta volver a la realidad, aunque no tenía idea qué sería de mi vida. Me imaginaba que por el asunto del presidente, sería suspendido hasta que se aclararan las circunstancias de su muerte y se comprobara mi inocencia y la de Helena, aunque supongo que al menos sería un proceso más sencillo gracias a Ada y a la información que me había proporcionado. Supongo que con eso estábamos a mano; yo la había salvado de Simmons y ella me había salvado de la cárcel, era un trato bastante justo. Quizás tuviera que hacer un informe detallado de todo lo que había sucedido e ir a declarar a varias instituciones y hablar en conferencias de prensa, lo usual. Pero en cuanto a mi vida personal, no sabía que iba a suceder, o mejor dicho, no quería saberlo.
Lo primero que llegaría a hacer es disculparme con Claire por haberme hecho pasar por muerto pero quería pensar que terminaría por comprender mis razones cuando se diera cuenta de que eran por demás justas. Me agradecería todo el apoyo que le brindé en esos días oscuros y en el mejor de los casos, me ofrecería su más sincera amistad. Y nada más. Sabía que esto iba a pasar, pero no imaginé que me fuera a doler tanto. Me dolía bastante saber que tendría que despedirme para siempre de la pelirroja, pero en esta ocasión no iba a comportarme como un maldito egoísta y renegar mi suerte. En esta ocasión haría lo correcto; Claire Redfield volvería al lado de su esposo para continuar con su vida y ser feliz y yo… Yo haría lo mismo. Continuaría con mi vida, exactamente como lo venía haciendo antes de que ella volviera a mí en ese frío veinticuatro de diciembre, donde su compañía fue mi mejor regalo de nochebuena. Aunque me convirtiera en el mismo miserable de siempre, en verdad me alegraba que la mujer de mi vida no corriera con el mismo destino. Claire iba a ser feliz otra vez y me alegraba de corazón. Ya había aprendido de la manera más dura que la vida tenía para enseñarme lo que significaba amar a alguien. Y estaba bien, supongo. El karma es una perra.
Cuando me levanté me di una ducha y me cambié de ropa para después ir a preguntar por Helena. Aún estaba durmiendo y preferí no interrumpir, al menos sabía que estaba bien. Me quedé en el pasillo y mi estómago reclamaba algo de alimento, así que me fui a la cafetería a pedir una hamburguesa con doble queso y mucho tocino. Al carajo con la comida de hospital, me negaba rotundamente a comer fruta picada, sopa de verduras y el horrible té sabor a calcetín tan característico de los centros médicos.
Me senté en una de las mesas y una empleada se acercó rápidamente a atenderme. Pedí mi grasosa hamburguesa con doble porción de papas fritas junto con una botella de té verde. Era una bomba a mis arterias pero mi estómago lo estaba pidiendo a gritos. Permanecí mirando el menú en mi asiento, pensando que quizás aún hubiera espacio para un postre cuando vi a una figura conocida ingresar al comedor.
Caminando con dificultad vi la figura de Chris Redfield buscando una mesa para sentarse. Parte de mi itinerario del día, consistía en buscar al Capitán de la B.S.A.A. para organizar una junta y realizar el recuento de los daños, pero si podía agilizar esa parte en privado, iba a hacerlo. Sabía que era mejor hablar con el ex S.T.A.R.S. la versión real de los hechos, antes de que tuviera que censurarse para la versión oficial ante la junta de consejo.
Le hice una seña para que se acercara y llamar su atención y él accedió caminando a paso lento.
Si yo me veía jodido, el se veía aún más desmejorado. Me preguntaba por qué tanto habría pasado mi ex cuñado para que se viera aún peor que yo.
— ¿Cuántas fracturas, Redfield? —Le pregunté cuando se sentó a mi lado.
—Ninguna, pero la mitad de mi cuerpo es una hematoma gigante. —Dijo a la vez que una mesera se acercaba para tomar el pedido.
—Un café americano, sin azúcar. Por favor.
— ¿Algo más?
—Nada más.
La chica se marchó a traer el café americano de Chris y nuevamente nos quedamos solos.
— ¿Por qué esa falta de apetito? Después de todo ese "paseito" yo necesito urgentemente comida grasosa que tape mis arterias. —Dije con humor al Capitán que sonrió sin ganas ante el comentario.
—No sé cómo manejar esto, Leon. —Confesó después de dudar unos segundos y encogerse de hombros.
En ese momento, la mujer trajo el café americano de Chris y mi comida. Me llevé una patata frita que me supo a gloria y después pregunté con seriedad.
—¿Qué es lo que pasa?
—Mi equipo murió en la batalla.
Sabía la lamentable situación por la que había pasado la B.S.A.A. durante su travesía en Edonia y en China, pero vamos, eso era parte de nuestra vida. Todos estábamos en constante peligro de morir, y al parecer Redfield iba a empezar con querer cargar la responsabilidad completa en sus hombros.
—Tanto tú como yo pudimos haber muerto. —Solté sin rodeos lo que a mi juicio era la realidad. —Es parte de nuestro trabajo.
—No me estás entendiendo. —Detuvo el mayor y me miró con ojos sombríos. —Piers Nivans está muerto.
Sentí como si una descarga eléctrica me hubiese quemado todo el cuerpo.
—¿Piers Nivans qué…?
—Lo que oíste, Leon. Está muerto.
Me llevé una mano a la cabeza y me tomó unos segundos procesar lo que Chris Redfield había dicho. ¿Cómo pudo haber pasado algo así? Antes de formarme una hipótesis en mi cabeza mis pensamientos se desviaron a otra parte.
— ¿Cómo está, Claire? ¿Ya lo sabe?
En ese momento, nada me importaba más que ella.
—Aún no lo sabe, viajaré hoy mismo por la noche a Estados Unidos para decírselo personalmente. —Mencionó abatido el antiguo piloto de la Fuerza Aérea.
Contrario a lo que todos pudieran pensar, esa noticia no me alegraba ni un poco. ¿Cómo era posible que Piers Nivans hubiera muerto faltando tan poco para que la guerra terminara? No daba crédito, no quería creerlo. No voy a salir con patrañas o arrepentimientos hipócritas sólo por remordimiento causado por la muerte del soldado, pero tampoco iba a festejar el suceso. A pesar de que en vida Nivans y yo nunca nos llevamos bien y nos consideramos rivales en potencia, reconocía su destreza en el campo de batalla; para ser tan joven era un virtuoso con las armas y sabía tomar decisiones, el tipo era un líder nato, es por ello que me sorprendía a tal grado su deceso, además, aunque me doliera aceptarlo, ese individuo era la felicidad de Claire. Era lo que más me preocupaba ahora. ¿Qué pasaría con ella? ¿Cómo lo iba a tomar? Me afectaba imaginar su dolor cuando lo supiera.
—Por eso me atrevo a pedirte que te hagas cargo de todo. Mi hermana va a necesitarme. —Pidió con desánimo
—Claro, yo me quedo a cargo. —Dije inmediatamente aceptando el encargo. —Pero Chris, ¿cómo pasó eso?
Suspiró y agachó el rostro, era bastante duro para él.
—Murió por mi culpa, un maldito monstruo gigante estuvo a punto de matarme, y para impedirlo se puso enmedio y la abominación lo atacó. Lo arrojó contra uno de los muros de la petrolífera y le arrancó el brazo. —Relató con el dolor marcado en la mirada, como si nuevamente estuviera reviviendo la escena.
Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo al imaginar la magnitud del umbral de dolor por el que tuvo que haber pasado Nivans. ¡Esa cosa lo había mutilado!
—No pude defender por más tiempo mi vida y la de Piers yo solo, y buscando una solución desesperada, Piers se inyectó una dosis del virus C.
Entre más avanzaba el relato más increíble me parecía. Sabía de antemano que ese chico tenía agallas, pero no imaginaba a qué grado. Esos sí que eran cojones.
—Piers mutó, su apariencia era muy similar a la de un J'avo y el virus lo había dotado de fuerza y con la capacidad de disparar ráfagas eléctricas. Gracias a él pudimos detener al HAOS pero él se negó a salvarse… —Se interrumpió para dar un respiro y continuó; —Me dijo que había hecho todo esto por la B.S.A.A., por el futuro, y yo le prometí que saldríamos bien de esta, tendría que haber un maldito antídoto, Jake Muller iba a ayudarnos. —Comentó apretando lo puños. —Pero el virus poco a poco lo iba debilitando aunque luché con todas mis ganas por llevarlo junto conmigo a la cápsula de escape, la base submarina se estaba hundiendo. Ya habíamos llegado a las cápsulas ¡maldita sea! Acababa de programar la ruta de evacuación cuando… Cuando Piers ya no quiso seguir.
Con la fuerza que le quedaba me lanzó hacia adentro de nuestra vía de escape y cerró la portezuela, programando él mismo la evacuación. En ese momento pensé en todo y en nada… Pensé en la B.S.A.A., en todos nuestros compañeros fallecidos, en la amistad que tenía con él, en su familia y sobre todo en mi hermana. Le pedí que no lo hiciera, se lo pedí como amigo e incluso se lo ordené como Capitán. —Relató lleno de frustración. —Pero no lo hizo. Programó mi escape y cuando la cápsula salió disparada, al parecer el maldito monstruo que nos había atacado no había muerto, pero alcancé a mirar como Piers le daba el golpe final a través de potente descarga eléctrica. Enseguida la instalación petrolífera explotó.
Chris bajó la mirada y se encorbó en su asiento. Esto había sido sumamente difícil para él. No podía negarlo, Nivans se había portado como todo un héroe.
—Tenía tanto potencial, tanto futuro… Él iba a ser Capitán, mi sucesor cuando yo me retirara de las armas. —Se lamentó y prosiguió: —Ahora, ¿con qué cara voy a ver a mi hermana a los ojos y decirle que su esposo está muerto por mi culpa?
Se notaba a leguas el sufrimiento de Chris y cuánto le preocupaba cómo tomaría Claire el peso de la noticia. Pero si de algo estaba seguro es que la decisión de Nivans no había sido por culpa de Redfield.
—No lo tomará bien. —Solté sin mentirle a mi compañero. —Pero estoy seguro que no te culpara de esto.
— ¿Cómo estás tan seguro?
—Porque conozco a Claire, y ella estaba tan preocupada por ti como lo estaba por su marido. Lo vi.
— ¿Qué quieres decir con eso? —Me interrogó prestando más atención.
Ahora era mi turno de contarle al Capitán todo lo que había sucedido en su ausencia.
—El día que fueron atacados en el ayuntamiento de Edonia, el veinticuatro de diciembre, Claire fue a la D.S.O. a buscar ayuda.
El mayor me miró fijamente.
—Estaba desesperada, en la B.S.A.A. no le daban noticias y en Terra Save no pudieron hacer más. Le ofrecí mi ayuda, y durante esos seis meses, me hice cargo de ella, y Jill de tu esposa que estaba en estado de gravidez.
—Sheva… —Murmuró en voz baja como si deseara pedir perdón. —Me porté como un imbécil todo ese tiempo que desaparecí sin importarme nada, ni siquiera ella y mi hijo. Mi esposa debe odiarme.
—Hija, y Sheva no te odia. —Corregí.
— ¿Qué?
—Durante todo ese tiempo, Claire vivió conmigo, pero no pienses mal, jamás me aproveché de ella ni de su dolor. —Aclaré con la mayor sinceridad que tenía. —Estuvo delicada y muy mal a causa de los nervios por tu desaparición y yo no podía dejarla sola. A pesar de todo, tu hermana siempre estuvo al pendiente de tu esposa, y la visitabamos cada que podíamos. También se mantenía al pendiente de tu aparición, ya que gracias a la D.S.O. podía comunicarse constantemente con Piers. El día que nos enteramos que apareciste, a tu esposa se le rompió la fuente y tuvimos que llevarla al hospital de emergencia, fue una odisea. —Expliqué con una media sonrisa, recordando la travesía que habíamos pasado en mi auto. —Pero finalmente cuando llegamos a la clínica, Sheva tuvo a una niña sana y hermosa.
—Una niña… —Replicó él con brillo en los ojos. —Ya soy padre.
A pesar de la tempestad, el piloto retirado no pudo evitar sonreír y perderse por unos instantes en sus pensamientos. Tal vez imaginaba en su mente el rostro de su hija y que ya estaba a punto de conocerla. Por un momento me detuve a pensar en lo que se sentiría ser padre al lado del amor de tu vida, pero inmediatamente abandoné esa idea porque probablemente jamás lo sabría.
Después del ápice de júbilo, nuevamente la consternación volvió a invadir a la eminencia de la B.S.A.A.
— No sé cómo voy a explicarle lo que pasó a mi hermana.
—Yo creo que te perdonará. Aunque no lo parezca, ella es una mujer fuerte, comprensiva y extraordinaria. —Insistí después de dar un suspiro.
—Daría lo que fuera, por evitarle este dolor a Claire.
—Yo también. —Dije casi de manera involuntaria.
Realmente me sentía frustrado. Había luchado tanto, tanto. Todas mis acciones eran en nombre de la felicidad de la pelirroja, al grado que ya no me importaba no volver a verla nunca y saberla en los brazos de otro, con tal de que ella fuera dichosa. Estaba dispuesto a pagar el precio que fuera por la felicidad de la mujer que amaba, aunque el costo fuera sacrificar la mía. Y ahora, eso de nada había servido.
El Capitán me miró de reojo y después de analizarme, preguntó:
— ¿Aún estás enamorado de mi hermana, verdad?
Me encogí de hombros, no tenía sentido negar lo evidente.
—Nunca dejé de estarlo.
Chris me tomó por el hombro y dio una ligera palmada.
—Gracias. En verdad, nunca podré terminar de agradecerte todo lo que has hecho por Claire y ahora también por mi esposa e hija. No imagino lo difícil que fue para ti el tener que mantenerte allí para ella, a sabiendas de que estaba enamorada de Piers. —Agradeció con solemnidad el hermano de la mujer de mi vida.
—En realidad, se lo debía, Chris. Si ella se fue con Nivans, fue por mi culpa, me porté como un imbécil con ella y la verdad me merecía todo eso y más. —Confesé finalmente dispuesto a contar toda la verdad, ya estaba harto de máscaras.
—Lo sé. Sé todo lo que pasó con Ada y aunque no lo justifico, no estoy menos agradecido contigo por todo lo que has hecho.
Esto no me lo esperaba. ¿Chris sabía todo lo que había pasado y no me odiaba?
—Los hombres somos idiotas muchas veces. —Mencionó después de dar un suspiro, como si también hablara de sí mismo. —Pero creo que ya te redimiste.
El Capitán era un hombre reacio, obstinado y sobreprotector con la gente que amaba, pero debía reconocer que también era justo.
Hablamos un par de palabras más con respecto a los asuntos que había que resolver aquí y después se marchó a preparar sus cosas para partir de regreso a América. Le esperaba un largo viaje.
Después de la merienda pasé a ver a Helena, que ya estaba despierta y se veía mucho mejor.
— ¿Cómo estás?
—Hinchada por tanto suero, pero creo que bien. —Respondió la castaña que permanecía recostada en su cama.
Tomé asiento en una de las sillas que había en la habitación y me acomodé a su lado.
— ¿Tú cómo estás?
—Vivo, y creo que eso es algo bueno. —Respondí en automático.
—No pareces muy convencido de ello.
—No lo estoy.
— ¿Qué pasa agente? —Ánimo Helena Harper para conversar.
—Es una historia larga. —Evadí tratando de no pensar más en todo lo ocurrido.
—Dormí dieciséis horas, creo que va a pasar un buen rato antes de que me dé sueño otra vez. —Declaró con astucia.
Supongo que no tenía escapatoria ante Helena "mandona" Harper. Tal vez, hablar de ello me ayudaría a sentirme mejor.
Le conté todo a mi compañera, absolutamente todo. La relación que había tenido con la hermana de Chris Redfield, mi aventura con Ada Wong y nuestro antecedente, lo sucedido con Nivans… Todo, no me guardé nada. Al final, sentí como si me hubiera quitado un gran peso de encima. Helena tenía el don de escuchar.
— ¿Y ahora qué piensas hacer?
—Volver a Norteamérica. —Respondí mientras me recargaba en una orilla de la cama.
—No me refiero a eso. —Contestó pillando mis evasivas. — ¿Qué va a pasar contigo y con Claire?
No quería pensar en ello. Pensar ahora en el tema de Claire y yo me causaba problema. La mujer de mi vida era viuda y yo soltero… Una parte de mi mente me traicionaba y me ofrecía una tentadora posibilidad. Pero, inmediatamente mi ética frenó lo que mis demonios internos intentaban expresar. En esta ocasión, no me iba a comportar como un hijo de puta insensible. Nivans estaba muerto, muerto por una causa justa, y aunque en vida el soldado no me agradaba, reconocía que se había comportado como un héroe y eso ya merecía todo mi respeto. Además, aún estaba de por medio el dolor de la pelirroja, pasaría por un duro proceso de duelo y yo estaría para ella, pero de ninguna forma, trataría de hacer leña del árbol caído, le daría su espacio. Así que, no era el momento ni las circunstancias para pensar en algo más con la menor Redfield. Aunque muriera de ganas por hacerlo.
—No lo sé. —Contesté con sinceridad y agregué; —Ahora tengo algo urgente que hacer llegando a América.
— ¿Qué es? —Preguntó intrigada.
—Limpiar mi nombre.
Vivo por ella que me da
todo el afecto que le sale,
a veces pega de verdad,
pero es un puño que no duele.
Vivo por ella que me da,
fuerza, valor y realidad,
para sentirme un poco vivo...
En el ambiente se respiraba una atmósfera de paz y silencio. De vez en cuando los sonidos de la naturaleza interrumpían el ambiente callado y el soplar del viento removía unas cuantas hojas que revoloteaban en el pasto recién cortado.
—Es hora de asumir mi responsabilidad. —Dijo Helena con solemnidad después de depositar un ramo de azucenas sobre la lápida de Deborah Harper.
Poniéndose de pie, caminó en dirección hacia donde nos encontrábamos Hunnigan y yo.
—Gracias. —Murmuró sincera al haberla dejado venir al cementerio para visitar esa última morada de su hermana.
Volteó a mirar a lo lejos y observó a los agentes del gobierno que ya nos esperaban junto al coche.
—Lista.
Extendiendo las manos, la joven estaba preparada para entregarse.
Ingrid dio un asentimiento y yo me acerqué para tomar una de sus muñecas y proceder.
Con cuidado, le entregué su arma en las manos.
— ¿Qué? Pero yo colaboré en el ataque. —Expresó confundida cuando miró que no íbamos a arrestarla.
Giré hacia la mujer de F.O.S. para que ella le explicara.
—La Comisión ha revisado las pruebas y cree injusto responsabilizarte por el crimen de Simmons. Parece que tampoco van a hacer públicas sus conclusiones.
—Pero… —Objetó Harper.
—El presidente haría lo mismo. —Añadí para convencerla.
Helena sonrió. Había dado en el blanco.
Cuando llegamos a Estados Unidos, entregamos a las autoridades la evidencia que nos deslindaba a mí y a la hermana mayor de Deborah de todos los crímenes de Simmons, pero ella no deseaba comprobar su inocencia. Respeté su decisión de no intervenir para buscar su absolución, pero eso no quería decir que yo me quedara de brazos cruzados y no hiciera nada para limpiar el nombre de mi compañera. También hice lo mismo con Ada, aunque convencer a Chris de lo contrario y que la culpable era la clon de Ada, Carla Radamés, fue la parte realmente difícil.
—Muy bien, ¿nos unimos al equipo? —Sugirió la morena, señalando al auto.
Harper asintió y caminó detrás de Hunnigan, dedicándome una sonrisa.
—Leon.
Con agilidad, atrapé el objeto que mi compañera acababa de lanzarme.
—Para cuando vuelvas a verla.
Reconocí el estuche de maquillaje y sonreí.
—Mujeres…
Ingrid y Helena se marcharon con los escoltas del Servicio Secreto y yo quedé de alcanzarlas más tarde, ya que llevaba mi propio auto.
En cuanto se marcharon, continúe mirando el pequeño artículo de belleza femenina. Ada… Este era un pequeño recuerdo de nuestra última travesía juntos y de que quizás nos volveríamos a ver. Lo sostuve unos momentos más en mis manos y luego lancé lejos el pequeño estuche de colorete.
No necesitaba más esto, la espía y yo ahora estábamos a mano y era momento de cerrar una etapa de mi vida. A diferencia del pasado, yo ya sabía lo que quería.
"Adiós, Ada."
Después de mi improvisado ritual de despedida caminé al otro extremo del panteón hasta donde se encontraba una mujer que vestía una gabardina color crema y gafas oscuras, que permanecía cabizbaja observando una tumba rodeada de flores frescas.
Me acerqué sin hacer ruido y me quedé observándola unos momentos a sus espaldas, escuchando como sollozaba bajito y murmuraba palabras inaudibles.
Su cabellera roja ondeaba en una coleta sencilla, como si fuese parte natural de esa tarde de otoño. Era increíble cómo a pesar de su pena, no dejaba de ser hermosa.
Al percatarse de mi presencia, volteó hacía mi para quitarse las gafas oscuras y mirarme con sus ojos azules inundados de lágrimas. Me partía el alma verla así.
Sin explicación se echó a llorar a mis brazos, abrazándose a mi torso como si fuese una niña pequeña. Correspondí con cuidado a su gesto, consolándola en silencio.
—Me hiciste creer que tú también habías muerto. —Susurró en tono de reclamo sin despegar su rostro de mi pecho.
—Perdón, fue un mal necesario. —Dije disculpándome por haber fingido mi muerte para poder trasladarme a China. —Te prometí que volvería.
—Gracias.
Claire Redfield, continuó sollozando como una chiquilla desconsolada ante el sepulcro de su marido, y yo me limité a reconfortarla en silencio.
No iba a interferir ni a hacer comentarios de su pena, era su dolor y yo no debía meterme en su duelo. Sólo respetaría la decisión que tomara y estaría allí para ella si así lo deseaba.
Esa era mi elección; estaría allí para Claire Redfield sin importar las circunstancia, ocuparía el papel de la persona que ella necesitara en su vida; el de un compañero, un amigo, un hermano, o lo que sea… Eso era lo que quería para mi vida; vivir por ella.
Dicen que para amar se necesitan dos. Pero yo la amaba tanto, que con mi amor bastaba para intentar curar su corazón.
Vivo por ella y nadie más
puede vivir dentro de mi.
Ella me da la vida, la vivo
si está junto a mí,
si está junto a mí...
Habían pasado trescientos sesenta y cinco días desde aquella tarde en que se había desatado la tragedia. Me había puesto un traje negro elegante y había intentado acomodar mi cabello que estaba un poco más largo. Ahora como titular y Director General de la División de Operaciones de Seguridad, debía encabezar el evento en conmemoración del aniversario luctuoso del presidente Benford y decir unas palabras en el homenaje póstumo. Nunca me habían gustado los reflectores ni la formalidad pero hoy el evento lo requería. En el pasado, jamás hubiera aceptado algo así, pero ahora me constaba que la gente cambia, y que todo puede pasar en un año. Hoy Helena ocupaba mi antiguo puesto y yo usaba una oficina más grande, que no sólo implicaba mayor confort y mi propia máquina de capuchino, también era señal de más responsabilidades. Hunnigan continuaba siendo el cerebro de F.O.S. y en la B.S.A.A., Chris Redfield seguía fungiendo como Capitán y desempeñando su cargo con honor y seriedad, aunque poco a poco se iba retirando del campo de batalla; Sheva y su pequeña hija Elizabeth, eran sus motivos para querer permanecer a salvo. Me alegraba mucho por él.
Después de la muerte de Piers Nivans, Claire decidió marcharse de aquí y pidió su cambio a la Sede de Terra Save de Francia, en París. Debido a su currículum, el cambio no fue ningún problema para la dependencia y como ella misma lo dijo antes de despedirse "necesitaba sanar sus heridas", decisión que apoyé y respeté.
Todos le dimos su espacio y desde entonces no había vuelto a verla y aunque me dolía como el infierno su ausencia, sí era lo mejor para ella, no importaba nada más.
Después del homenaje en el auditorio de la institución y que toda la prensa dejó de acosar a los miembros de la D.S.O. para aglomerarse en la mesa de bocadillos gratis, caminé de regreso a mi oficina. Odiaba las corbatas y sentía que el pedazo de tela color rojo anudado a mi cuello me estaba asfixiando.
Helena se quedó a cubrirme, así que tenía unos minutos para deshacerme de esa estúpida corbata.
Mientras caminaba por el pasillo iba aflojando la elegante tira de seda para limitarme a lanzarla en el perchero y de inmediato volver a la reunión. No me entusiasmaba el volver a rodearme de gente de todas las esferas sociales, pero esos canapés y los bocaditos de salmón, prometían bastante. En la reunión pasada, habíamos contratado el mismo servicio de coffee break y los emparedados mini junto con los bisquets de mantequilla no nos defraudaron. Seguramente, hoy también sería un servicio excelente.
Al llegar a mi despacho, me di cuenta que la puerta no estaba cerrada con llave, cosa que me sorprendió momentáneamente porque juraba que había puesto el seguro de la entrada, pero en fin. Seguramente fue un descuido por la presión del evento.
En cuanto logré liberarme de la corbata, abrí la puerta para disponerme exclusivamente a lanzar por allí ese incómodo accesorio, cuando de repente, miré a alguien dentro de mi oficina.
En medio de mi alfombra persa, yacía una mujer que me miraba expectante, como imaginando mi reacción. No sabía cuánto tiempo llevaba allí, pero en sus manos sostenía una foto que descansaba en mi escritorio; se trataba del retrato de Sherry, Claire y mío, que mostraba cuando éramos más jóvenes, posando felices en una feria local, que relataba nuestra pequeña celebración del cumpleaños número trece de la entonces pequeña Birkin.
Se sonrojó un poco al descubrirla invadiendo mi despacho, sosteniendo mi retrato y avergonzada mencionó;
—Perdona, no recordaba cómo lucía con quince años menos.
Me quedé mirando sin decir palabra. A diferencia del flequillo en la cara, los pantalones rotos, botas rudas y chaqueta de cuero que dibujaba a la joven pelirroja de veinte años, hoy se veía totalmente diferente, pero no menos perfecta; vestía unos pantalones ajustados en color negro, zapatillas de tacón alto, blusa roja de cuello tortuga y una cazadora negra, un atuendo sencillo pero que favorecía bastante a sus contorneadas curvas. Su cabello lo llevaba más largo; la melena le llegaba hasta la cintura y caía libremente por toda su espalda. Y su rostro, no podía parecerme más hermoso; sus ojos azules realzaban su belleza con un ligero maquillaje oscuro que le daban la mirada de toda una mujer, pero esas pequeñas pecas en sus mejillas no dejaban de ocultar ese toque infantil que siempre me había enloquecido. Los labios cereza seguían siendo los mismos y en su sonrisa continuaba vigente el poder de iluminar los días más oscuros. Seguía siendo tan hermosa como siempre, pero no era eso lo que me estaba haciendo perder el piso, sino, todo lo que me transmitía; ya no era la Claire rota y lastimada, ya no era ese pajarillo de las alas rotas, sino todo lo contrario, era como una gaviota que vuela alto; parecía ser la misma Claire de siempre, la divertida, la optimista, la chica musical que tenía la magia de convertir lo cotidiano en extraordinario. Era mi Claire.
—Volviste. —Murmuré quedándome estático en mi sitio, mientras ella se acercaba a mí con paso seguro.
—En realidad, llegué anoche a casa de Chris. —Explicó con una media sonrisa. —No sabía que hoy era el aniversario de Adam. —continuó en tono de disculpa. —Creo que no vengo vestida para la ocasión.
—Te ves hermosa. —Solté sin dejar de mirarla y quedarme de pie frente a ella.
Me dedicó una sonrisa radiante.
—Gracias. Tú también te ves muy guapo. Te ves bien sin la corbata. —Mencionó a la vez que notaba que aún sostenía en mis manos ese pedazo de tela que yo un poco apenado lancé hacía uno de los sillones de estar.
Nos quedamos mirando mutuamente sin saber qué decir. Yo estaba tan sorprendido de tenerla aquí, de verla tan cerca, que estaba totalmente aturdido, como un adolescente idiota cuando al fin logra cruzar palabra con la chica bonita de la escuela.
Permanecimos así unos instantes más hasta que la tensión se hizo más que evidente. Entonces, Claire tomó la iniciativa y sin soportarlo más se echó a mis brazos, dándome un abrazo repentino que yo no me negué a recibir.
—Te extrañé tanto… —Murmuró al punto de las lágrimas.
Sentí que el corazón me iba a estallar en el pecho o probablemente me iba a romper una costilla. La mujer que amaba estaba aquí, frente a mí, diciéndome que me había extrañado. Era tan irreal, que ni en mis sueños más alocados, creí que esto llegaría a pasar, parecía un milagro.
—Shhh… No digas nada por favor. —Susurré acomodando uno de los mechones de su cabello detrás de su oreja, sin dejar de abrazarle tiernamente contra mi pecho.
No era un hombre que expresara emociones, o al menos que no supiera controlarlas. Pero en esta ocasión al tener tan cerca algo que creía perdido, la ocasión lo ameritaba. Sin quererlo sentía como una lágrima de emoción se resbalaba de mis ojos, sin poder evitar la felicidad que sentía.
En medio de la efusividad, la menor Redfield levantó el rostro y se acercó más a mí, pidiendo lo que ambos queríamos.
Sin pensarlo dos veces, la besé como jamás lo había hecho antes; le estaba entregando todo lo que tenía, como una liberación con las cadenas del pasado. Y ella me estaba correspondiendo de igual manera.
—Te amo, Claire.
—También te amo, Leon.
Vivo por ella que me da,
noches de amor y libertad.
Si hubiese otra vida,
la vivo por ella también...
NOTA DE LA AUTORA: Si alguien necesita pañuelos, pueden tomar uno aquí.
¿Qué les pareció? ¿Fue lo que esperaban? ¿El final estuvo a la altura de lo que esperaban para una secuela? La redención de nuestro querido Leon a mi parecer, estuvo completa y al final obtuvo el resultado de sus acciones, tal como en "Te Perdí", nuestro héroe ha vuelto a ser héroe.
Antes de recibir las rechiflas, botellazos y críticas, quiero decirles que esperen unos segundos antes de golpearme como en el final de "Te Perdí" jajajaja. Esto aún no ha terminado… *Léase con voz de Wesker*
Así es amigos, si sintieron que faltaba un poco más de sazón a este final, en los próximos días estaré publicando el epílogo de esta secuela, donde sabremos qué pasó después de este reencuentro de nuestra pareja favorita. No les puedo decir una fecha exacta, pero siempre cumplo lo que prometo y les prometo que será en los próximos días, estén muy al pendiente. ¿Va?
Fue un gusto estar con ustedes, y no se despeguen de aquí, que aún hay más.
Cualquier duda o sugerencia en los reviews, MP, o pueden seguirme en mi página de Facebook, Wattpad y Deviantart. ¡Ojo en esta última página! Quizás haya uno que otro fanart hecho por su servidora que les guste.
¡Nos estamos leyendo!
