El perro guardián, la dueña y el perro rabioso

Gazef Stronoff contempla un campo de hombres mutilados y gemidos de sufrimiento y dolor; y un hombre bestia en medio de la masacre, sosteniendo entre sus manos a un hombre. Sin que diera una orden, él y sus hombres desenvainaron sus espadas. Se pusieron en guardia en un instante, muestra de sus años como guerreros.

Gazef desmonta de su caballo y se acerca con cautela con la espada en posición defensiva. Sus hombres montados corren y rodean al hombre bestia y al carruaje adyacente a él. Por experiencia, saben que las bestias humanoides pueden saltar arriba de los carruajes e impulsarse para escapar. Por eso se mantienen lejos de la criatura, confiando en el capitán guerrero en encargarse en solitario.

Con los caballos quietos pueden observar detenidamente la situación. Están en el camino de tierra que conecta la última aldea destruida con la aldea más cercana a la frontera del Imperio Bahamut. Estuvieron persiguiendo a los imperiales invasores por días y siempre llegaban tarde. Decenas de aldeas destruidas en cuarenta días sin poder ayudar antes por la burocracia del Reino.

Ahora esos imperiales que causaron tantas matanzas en territorio del Reino de Re-Estize, se encuentran sin algún brazo o pierna en el suelo sufriendo. Lo más seguro es que se encontrarán con el hombre bestia en su camino hacia la aldea y comenzarán una batalla. Se puede observar como tres docenas de soldados resultaron heridos, todos con el símbolo del Imperio Bahamut. Aunque su capitán sea el más fuerte, el vice capitán no pudo detenerse en decir:

—¡Tenga cuidado, capitán! Esa bestia es fuerte.

El Capitán Guerrero no asiente o dice algo al grito de su subordinado. No quiere distraerse en ese momento. En el pequeño transcurso que tardó en dar cuatro pasos, analizó el campo de batalla y a su oponente llegando a una conclusión. Ese hombre bestia era muy hábil para el combate. Los cortes realizados en los imperiales son muy limpios y pudo cortar a través de armadura pesada. Una hazaña que no se puede realizar con fuerza bruta. Es habilidad, maestría marcial y control corporal. Una combinación peligrosa en una especie que posee una fuerza superior a la humana. Aunque lo más preocupante es su equipamiento. Está armada.

Los humanos pueden luchar contra los hombres bestias gracias a las armas y armaduras. Usarlas hace que los humanos superen la desventaja racial y puedan derrotar los músculos, colmillos y garras. Un hombre bestia capaz de usar las herramientas de los humanos, es mucho más peligroso que pelear contra cincuenta hombres, según la experiencia de Gazef. Por eso, él está midiendo la distancia. Calmando los latidos de su corazón. Relajando los músculos. Mirando cada movimiento del hombre bestia que desenvaino su espada.

Parece un perro de pelaje marrón con hocico alargado y flacucho. Una mancha blanca cubre el pelaje desde la mandíbula superior hasta el cuello. Dos orejas de pelaje largo y rizado caen sobre ambos lados de su rostro. Una armadura de placas adornadas por detalles en oro le cubre el torso hasta los tobillos, dejando las garras de las patas traseras sin protección. Perfecto para poder moverse libremente como hace su especie. Sus manos enguantadas sostienen una espada cuya hoja reluce de naranja, amarillo y rojo, dependiendo el ángulo que es iluminada por el sol; y un robusto escudo redondo en su mano izquierda.

—Detente, por favor. No quiero tener más problemas— dice el hombre bestias de manera fluida, un acento raro adornando cada palabra, como dientes golpeándose entre sí.

—Ya que podes hablar nuestro idioma, deja que me presente. Mi nombre es Gazef Stronoff, el Capitán Guerrero del Reino de Re-Estize. Exijo una explicación de lo que sucedió aquí— exclama con autoridad haciendo que el hombre bestia de un pequeño brinco.

—Si, si… ahí te explico…eh, lo que paso… bueno, yo estaba tirando el carruaje y estas personas aparecieron a gritarme cosas feas. Todo esto es un pequeño malentendido— explica señalando alrededor, como si personas mutiladas no fuera la gran cosa.

—Muy difícil de creer que uno de tu clase solo esté paseando. Hombre bestia, ¿Cual es tu objetivo al ingresar en territorio del Reino?

—Estoy diciendo la verdad. Solo estaba tirando del carruaje. Es el primer camino que vemos en días y tenía la esperanza de llegar sin problema a una ciudad— responde nervioso sin bajar la espada y escudo. Sus ojos van de un lado a otro entre los guerreros y Gazef—. Pueden hacerme el favor de apartarse del camino. Me falta mover a tres hombres más para poder continuar.

Gazef ahora comprende las marcas rojas de arrastre y la pila de soldados al costado del camino.

—No te irás a ninguna parte. A mis ojos, tú comenzaste a atacar a esta gente.

—Ellos me atacaron primero. Yo me defendí. Incluso no maté a nadie. Eso debe valer algo— el silencio mortuorio y la mirada penetrante de Gazef fue la respuesta—. No me digas que eran tus amigos. Si es así, lo siento mucho. Tal vez podría reconectar los brazos y piernas. Todavía no he intentado usar la magia de curación, pero podría funcionar.

—Cállate— ordena el Capitán Guerrero al verlo divagar. Está en una encrucijada. Puede intentar dialogar con el hombre bestia para convencerlo que deje el Reino inmediatamente o pelear aquí y ahora. Los heridos son imperiales, no deberían estar en territorio del Reino. Ellos deben ser los culpables de las aldeas destruidas. Herirlos en defensa propia no conlleva crimen alguno. Dejar irse a la bestia y evitar una pelea innecesaria, que puede acabar con sus hombres muertos, es la prioridad. Con su nueva resolución, baja la espada, pero sus sentidos están completamente alerta—. Deja estas tierras y no vuelvas. Puedes continuar tu camino. No te detendremos.

—¿Alla hay una ciudad?— pregunta dubitativo siguiendo con los ojos, la espada de Gazef que apunta al norte.

—¿Eso importa?

—Bueno, si es importante. Ella, nosotras, queremos dormir en una cama y saber dónde estamos.

—...¿No saben donde estás?— prosigue a suspirar luego de ver la confirmación del hombre bestia—. Te encuentras en la frontera del Reino de Re-Estize. Has entrado de forma ilegal en territorio del Reino. Como Capitán Guerrero es mi deber capturarte y entregarte a los guardias, pero no lo haré— no se inmuta bajo las incrédulas caras de sus subordinados. Sabe que se están preguntando por qué lo está dejando ir—. Fuiste atacado en nuestras tierras y por imperiales que entraron ilegalmente. Es nuestra culpa al no proteger eficazmente nuestras fronteras. Y detuviste a estos criminales de atacar otra aldea. Tienes mi agradecimiento— termina en tono serio. Quiere agachar la cabeza y demostrar su sinceridad, pero el hombre bestia no es humano y todavía entró de forma ilegal. No puede mostrarle respeto así nada más. Si llega a los oídos de los nobles que se inclinó ante un no-humano, será un arma más contra su rey.

—Eh, de nada. Aunque hay un problema— Gazef levanta una ceja ante esas palabras y aprieta con más fuerza el mango de su espada—. Algunos de estos "imperiales", como los llamaste, se escaparon hacia donde apuntaste…y acaban de regresar con amigos. Estamos siendo rodeados.

Gazef y los demás humanos voltean disimuladamente, intentando contemplar los alrededores sin quitar al hombre bestia de su campo visual. Están en un campo abierto rodeados de soldados heridos y gritos ahogados de agonía.

—¿No los pueden ver, verdad?— comenta de manera casual la bestia. Gazef lo ve girar la cabeza mientras huele el aire. Su hocico se arruga en consecuencia—. Hay casi un centenar de ellos. Huelo armaduras de metal, caballos y ¿de algo quemándose?

—¿Por qué debemos creerte? Bien puede ser una treta tuya o una trampa de los tuyos.

—Si me hubieras permitido seguir mi camino, no estaríamos en esta situación. Ay no, será mejor que tomes toda la responsabilidad de ser el causante de su mal humor— se queja de forma infantil después de guardar la espada y apuntarle con un dedo enguantado. Gazef no tiene palabras que pronunciar ante esta situación. El hombre bestia poderoso y guerrero habilidoso, ahora parece un adolescente nervioso esperando un regaño de sus padres sabiendo que recibirá. Una comparación rara, pero vio muchos cadetes novatos intentando impresionar a sus padres/superiores en servicio para identificar ciertos movimientos corporales.

El hombre bestia se acerca lento y con pasos medidos hacia el carruaje bellamente decorado de madera pulida y algunas joyas en las esquinas. No encuentra ninguna bandera o símbolo de identificación. Lo más extraño es la parte frontal. Donde deberían estar los caballos amarrados, solo hay una soga negra con una barra de metal en el medio. Tal vez sus caballos corrieron en la emboscada se pregunta mentalmente aunque sigue sin averiguar el uso de la soga. El golpeteo del guante de metal contra la fina madera es opacado por los lamentos de los imperiales. Tres golpes a la puerta del carruaje bastó para conseguir una respuesta ante lo cual, el hombre bestia se para recto levantando ambas orejas. Una queja disfrazada de pregunta es gritada desde el interior del vehículo.

—¡Sabrina! ¡¿Por qué no nos estamos moviendo?!— Gazef identifica la voz como femenina y por el nombre dado, la bestia también lo es.

—Chloé, surgió un pequeño, pequeño, pequeñisimo problema.

—Pues resuélvelo.

—...Es un problema de socialización. Parece que fuimos encontradas por el jefe militar de este país y puede beneficiarte, beneficiarnos, que tengas una plática social con él.

La charla terminó ahí y por un minuto, ningún sonido salía del carruaje. El hombre bestia, Sabrina, espera sin moverse, la espalda recta y las manos en sus costados. Los subordinados de Gazef comienzan a impacientarse. Los imperiales seguían heridos. Mientras su capitán se encargaba de la situación, pudieron observar con calma el campo de batalla y averiguar el porqué de la poca cantidad de sangre derramada. Los hombres fueron mutilados y sus heridas cauterizadas. Una capa de carne quemada cubría los muñones haciendo que muy poca sangre se filtre de la herida. No están en peligro de muerte, pero morirían si su herida es infectada y todavía necesitan interrogarlos de sus acciones y motivos. Dejarlos morir no es una opción. Aunque los soldados del Reino saben que primero necesitan resolver el problema de la bestia humanoide en acorazada.

Gazef se hartó de esperar y dio un paso adelante, al mismo tiempo que Sabrina dio un paso. Rápidamente él hace una posición defensiva con espada en mano. Sabrina ni voltea a mirarlo; en un movimiento rápido ella desenfunda su espada haciendo un arco bajo, como si quisiera cortar los pies a un enemigo invisible, y enfunda con el mismo movimiento de muñeca. Por un momento, Gazef no pudo darle sentido a lo que sucedió. Nunca bajó la guardia. Está vigilando cada detalle del no-humano. Por eso no puede razonar que casi pierde el hermoso movimiento de espada que acaba de presenciar. Sabrina realizó un ataque de tajo bajo y cortó en una sola acción pudiendo poner la espada en su funda con el mismo movimiento. Habilidad marcial del más alto nivel. Gazef está tan impresionado por lo sucedido, que ignoró el lodo del camino, ahora endurecido donde pasó la espada y pequeños vapores salían de las grietas de la tierra.

Inmediatamente después, Sabrina abre la puerta y estira la otra mano con la palma hacia arriba. Una mano con uñas pintadas de amarillo es apoyada en la palma extendida y la usa de soporte para bajar del carruaje.

—Todo un caballero de tu parte.

—Siempre es un placer ayudarte, Chloé.

El Capitán Guerrero comprende de manera instintiva la situación. Él hace un gesto a sus tropas. Ellos comprenden la orden y bajan sus armas. Gazef entiende perfectamente lo que es servir a una persona. También a dónde llegarás para mantener a esa persona segura si lo ves amenazado. No se mentira al decir que esperaba que su maestro sea otro hombre bestia y no una joven humana. Cada hombre bestia sigue un código de servidumbre diferente o la información de la Teocracia y aventureros están mal. Se promete estudiar las costumbres de esa raza para futuros encuentros.

Contempla a la mujer delante de él. Seguro es hermosa para sus subordinados, con la piel apenas tocada por el sol, sin marcas de heridas o la tenue capa de maquillaje pómulos y ojos. Para él que vio a muchas mujeres y sus hijas nobles, la tal Chloé podría decirse que su aspecto es promedio. Gazef no es alguien que juzga el aspecto de una mujer y es un maestro en lo estético, pero vio en primera persona a la princesa dorada del Reino y supo lo que es la verdadera belleza. El vestido negro de falda larga y su cabello como el sol no le impresiona. Lo más destacable es su tamaño; apenas llega a sus hombros, pero no se dejó engañar. Sus rasgos faciales le indican a Gazef que no es una niña. Siendo consciente de eso y lo que averiguo de la interacción de las dos, prosigue a presentarse.

—Mi nombre es Gazef Stronoff, el Capitán Guerrero del Reino de Re-Estize. Se encuentran en territorio del reino.— dice con autoridad mostrándose fuerte. Sabrina tomó una posición de escolta atrás de Chloé. Gazef la ve perfectamente ya que ella es dos cabezas más alta que su maestra. Siente sus ojos sobre él. Cualquier palabra mal dicha, puede causar un conflicto… odia la política. Por lo menos, las espadas nunca le mienten.

—Mi nombre es Chloé Bourgeois. Como capitán, sabrás llegar a la ciudad más cercana. Da las indicaciones a Sabrina y partiremos de inmediato. También, te conviene hacer mejor tu trabajo. Estos hombres quisieron asaltarnos. Si no tuviera prisa, escribiría una queja para tu jefe sobre lo mal que defendes la carretera. Y pongan carteles, la gente se perderá sin indicaciones. El alcalde debe estar más atento a la infraestructura, sino perderá las siguientes elecciones.

—Rey, Chloé.

—¿Cómo?

—El alcalde de un reino se le llama rey y no necesita de votos para estar en el poder. Es hereditario.

—...Lo que sea.

Gazef y sus tropas no entendían del todo la interacción entre ellas dos, pero si comprendieron que fueron cuestionados por su capacidad en su deber. Está de más decir que estaban furiosos. Defender una frontera tan grande que se tardaría semanas a caballo en recorrerla al completo, es imposible. Ataques aislados suceden cada semana y tardan más tiempo en llegar la noticia a la capital. Es lógico no tener patrullas 24/7 en las fronteras. Es sentido común. Y que un extranjero con un hombre bestia de escolta, venga a decirles "Son deficientes en la protección de sus tierras", es normal el enojo de los orgullosos guerreros del rey. Su Capitán Guerrero es el primero en calmarse.

—Pido disculpas por permitir que estos criminales atacarán los caminos de su majestad. Dicho eso, usted está invadiendo territorio del rey, trajiste un hombre bestia a su dominio y sos sospechosa de ser miembro de una organización criminal— antes que la susodicha pregunte o exprese una queja, Gazef la mira con tenacidad deteniéndose de hablar. Nadie dejó pasar el aumento de fuerza en el agarre de Sabrina sobre su espada—. Es extraño que una mujer en solitario viaje por la frontera con solo un guardia. No cuestiono la fuerza de su escolta, pero no portas ningún símbolo o marca de representación de su nobleza u organización. Y no creo que tengas una carta de presentación de un noble o comerciante extrangero para justificar tu estadía en el Reino de Re-Estize, sino ya me lo hubieras mostrado. Usando el poder otorgado por el Rey Ramposa…

—¡Ya callate!

Todos se sorprendieron por lo repentino del grito. Gazef dejo de hablar por lo fuera de lugar de la situación en cuestión. Nadie le hizo callar, nadie desde que fue Capitan Guerrero. Incluso los nobles debían escucharlo, aguantando la molestia de escuchar a un plebeyo. Técnicamente él es un noble gracias a su posición como mano derecha del rey, pero los nobles, con largas generaciones detrás, no aceptan ese hecho. El haber detenido sus palabras, hizo creer a Chloé que es dócil y manipulable. Eso piensa Gazef para darle sentido a lo siguiente que escucho.

—¿Cuánto quieres? …no me escuchaste ¿Cuánto oro quieres para dejarnos pasar? Tengo cientos de monedas de oro en mi bolso. Agarra un par de cientos, danos la indicación de la ciudad más cercana y olvídate de lo sucedido. Sabrina, ya lo resolví. La próxima vez ¡usa el maldito oro y no me molestes!

Chloé agarra con ambas manos la mandíbula perruna intentando aplastarla sin éxito. Sabrina le explica la situación actual, intentando comunicarle sin lastimar con sus colmillos las manos impolutas. Se muerde un par de veces la lengua. "Mejor mi lengua que arrancarle un dedo" piensa mientras traga la sangre generada de su herida autoinfligida. En los pocos días en ese mundo, reconoce su fuerza física superior. Recuerda perfectamente las primeras cuarenta y ocho horas practicando controlar su fuerza muscular. Decenas de horas viendo como Chloé se volvía loca y no pudiendo darle un abrazo con temor de romperle las costillas o peor.

—¿Se escaparon? ¿Nos rodean? ¡¿Qué clase de guardaespaldas sos?! ¡Eres ridícula, totalmente ridícula! Tú… ustedes, a todos ustedes les hablo. Les daré doscientos de oro a cualquiera que me escolte hasta la siguiente ciudad…

—¡Silencio!

Esta vez, el que grita es Gazef y Chloé cierra la boca intimidada. Esa palabra carga toda la autoridad y poder del mejor guerrero del Reino de Re-Estize. Asustaría a cualquiera.

—No solo nos faltaste el respeto, sino insultaste al rey al intentar sobornar a sus fieles y leales seguidores. Soy el Capitan Guerrero, la mano derecha del rey y su espada. Entrégate sin resistencia y prometo que tu juicio no terminará en condena a muerte. Resístete y me obligas a usar la espada.

Sabrina da un paso al frente, cubriendo a Chloé de la visión de Gazef con su cuerpo. Espada de hoja naranja y escudo de madera negra en sus firmes manos. Las tropas levantan sus espadas en respuesta. Gazef ni se inmuta.

—Mejor que te tragues tus palabras. No eres nadie para amenazarla. Súbete a tu caballo y cabalga lejos de nosotras. Es la única oportunidad que les daré— un gruñido gutural hace vibrar el ambiente, enfriando los cuerpos de los humanos por el miedo generado. Los imperiales heridos,cansados y agotados mentalmente,sucumben por paros cardiacos. Las tropas del reino intentan, con resultados variados, no dejar caer la espada o tirar de las riendas para huir. Gazef activa su arte marcial fortaleciendo su poder mental contra el miedo y agarra su espada, dada por el rey, con ambas manos. Piensa que Sabrina utilizó un arte marcial para generar el miedo momentáneo que sintió. Un hombre bestia usando un arte marcial solo lo escucho en las leyendas y otras veces en rumores de aventureros del Reino Santo de Roble. No se sorprende si sabe artes marciales. Es lo mínimo para alguien de su habilidad marcial. Luchar contra ella será un desafío como ningún otro. Y se mentiría si dijera que no se siente un poco emocionado como un guerrero que vive en el camino de la espada.

También es un hombre que sigue el camino de la lealtad. No puede permitirse ver como alguien que sigue su mismo camino de protector, se desvíe de su camino de una manera tan deshonrosa.

—Sabrina, ¿verdad? Te aconsejo que bajes tu arma por tu bien— dice calmado Gazef. Ella muestra una fila de blancas dagas preparadas para destrozar huesos y metal.

—No me genera ninguna satisfacción combatir. Aunque acabo de descubrir que se hacerlo. Nos defendí antes y volveré a defendernos. ¿Crees que me intimidas? Solo tienes una espada de acero, una armadura deficiente y un puñado de hombres a caballo. He aplanado una meseta a puñetazos. He vencido a treinta y seis soldados al mismo tiempo. Da un paso adelante y les mostraré el poder de un nivel cien.

El silencio gobierna el camino de tierra que conduce al Pueblo de Carne. Sabrina toma una posición agachada, preparada para saltar en cualquier dirección, a cualquier incauto que se acerque a ella. La tierra es agrietada bajo la presión ejercida de las patas traseras. Los instintos forjados por décadas usando la espada, les advierten que no se acerquen. No hay victoria, solo muerte. Gazef es el único que piensa que puede ganarle en un enfrentamiento. Un combate evitable gracias a las siguientes palabras del Capitán Guerrero.

—Lo repito: baja el arma y cálmate. No miento cuando digo que es por tu bien. No quieres ver a Chloé herida. Pero eres tú la que la estas lastimando. ¡Voltéate y mírala! Tu acción causó esto.

Sabrina extrañada por aquellas palabras, cae en cuenta que no oyó otra queja de su amiga. Levanta sus orejas y se enfoca en los sonidos detrás de ella; escucha una respiración dificultosa. Gira la cabeza y ve a Chloé tirada en el piso esforzándose por respirar. De inmediato, deja caer la espada y escudo, y la sostiene en sus brazos. Piensa en decenas de escenarios que pudieron causar este resultado… Es su culpa. Activo el aullido de miedo III; un efecto de área sin distinción de amigo y enemigo. Casi mata a la única compañía del viejo mundo. Se insulta en su cabeza por ese descuido. Pudo ser fatal. Chloé apenas es nivel tres. Y en este nuevo mundo, los niveles tienen importancia. Sin preocuparse de que la vean, abre su bolsillo dimensional y agarra una hierba violeta.

Gazef observa el cuidado y gentileza de los movimientos de Sabrina hacia Chloé y suspira ante eso. Guarda la espada mientras revisa la condición de sus subordinados. Están asustados, pero nada más. Luego de esta misión, les dará una semana de descanso. Encontrarse con un oponente que cause ese sentimiento de muerte segura, no es algo que se olvide fácil. Vuelve a enfocar su vista en Sabrina. Sigue agachada sosteniendo a su maestra y susurrando palabras que no llega a escuchar. Con Chloé en ese estado, su escolta no se arriesgará a un enfrentamiento.

Sonidos de caballo y choque de metal viniendo detrás de él lo distraen. Con una mano en la empuñadura, gira hacia el sonido y ve a su subordinado cabalgando hacia su posición. Siempre deja uno para vigilar la retaguardia en caso de emboscada.

—Cálmate. Ellas no son una amenaza, por ahora. ¿Cual es la emergencia?— pregunta al soldado. El jinete está inseguro en decirlo delante de extraños, pero sigue la orden.

—Estamos rodeados por decenas de soldados imperiales. Aunque algo no cuadra. Tienen ángeles con ellos. Angeles con alas de plumas y fuego. ¿Una alianza entre el Imperio Bahamut y la Teocracia, tal vez?— Gazef niega con la cabeza.

—El Emperador de Sangre nunca haría una alianza con la Teocracia para invadir el reino. Y la Teocracia nunca entregaría sus ángeles. Esto debe ser obra enteramente de la Teocracia. Usaron el símbolo del imperio para distraernos y poder llevarnos a una trampa. ¿Cuántos ángeles invocaron?

—Pude ver una docena, pero debe haber más en las otras direcciones.

—Entiendo. Si nos quedamos en esta posición, seremos atacados por todos los flancos y perderemos. ¡Tropas! Haremos la formación Punta de Flecha. Atravesaremos por un lado y escaparemos de la emboscada. Luego nos dirigiremos hacia E-Rantel y nos reagrupamos— al escuchar la confirmación de sus soldados, se dirige a las mujeres. Sabrina sostiene entre sus brazos a Chloé, que duerme plácidamente. Evoca el recuerdo de ella avisando de la emboscada minutos antes... Se mentaliza y toma una decisión—. Yo, Gazef Stronoff, Capitán Guerrero, pido tu ayuda contra los invasores. Como recompensa, tendrán permiso en nombre del rey para viajar por su reino. La mano del rey así lo promete… ¿Qué decidirás? Tu maestra no puede tomar la decisión. Espero que elijas la mejor opción, si no para ti, para ella.

—...Un golpe bajo. Más amenaza que pedido sincero— réplica Sabrina caminando hacia el carruaje, depositando a Chloé en su interior.

—Lo sé, el deber a veces nos hace realizar acciones que no haríamos de otra forma. Tu sabes de eso— Gazef no duda en sus palabras.

—...Acepto el trato. Lucharé en su pelea. Luego nos dejaran en paz. No la metan a ella en sus problemas políticos. No la quiero ver sufrir otra vez por eso— cierra la puerta y se dirige a la parte frontal. Levanta la espada y escudo para posteriormente dirigirse a la soga—. Siganme. Sé el lugar con menos hombres. Debe ser la posición defensiva más débil… no se queden atrás.

Sabrina coloca la barra de metal entre sus dientes afilados y sus manos sin guantes, aprietan las riendas. Gruesos dedos terminados en garras curvas tiran del carruaje. El vehículo comienza su marcha.

Gazef ordena seguirlas.

Un pensamiento invade su mente.

Un sentimiento recorre su cuerpo.

Los ignora para concentrarse en salir vivo, con sus hombres, de esta situación.

Luego meditara sobre la sensación de dejar correr libre a Sabrina por las tierras de su majestad, fue la peor decisión de su vida.

El Reino pagará en el futuro está elección del Capitán Guerrero, la persona encargada de protegerlos.

Fin


La verdad, no sé qué decir. En vez de escribir: Una Reina en Japón o Neo Genesis Miraculous, estuve dos semanas escribiendo este oneshot.

Fue largo. Pensé que no superaría los 1200 palabras y terminó en más de 4k. Y eso que eliminé una pelea casi terminada entre Gazef y Sabrina. Eso eran otros 1k de palabras.

Culpa mía por escribir un oneshot y no continuar mis demás historias, pero sentía que debía escribir algo con Sabrina como la protagonista. Darle un cambio a mis historias.

Acepto cualquier crítica.

Nos vemos en la siguiente actualización de mis historias.

PD: El título no tiene sentido. Lo sé.

PD: Escucho sugerencias para una posible continuacion.

¡Larga vida a la Reina!