Capitulo IX

"El regreso del país de Nunca Jamás"

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"Nunca digas adiós, porque decir adiós significa irse lejos, e irse lejos significa olvidar"

Peten Pan

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Se asomó por la puerta de la habitación de su hija, sólo para observarlas sin que la vean. Había una química entre ellas, que hacía pensar a cualquiera que habían sido las mejores amigas todos esos años. Escuchó con atención lo que la niña le contaba a su hija.

-Entonces, ¿en ese mundo no existe la nieve? - preguntó Fuumi

-Ni siquiera hace un poco de frío. Todo es perfecto, esas tres guerreras, las representantes de los dioses, hacen que todo así sea.

-¿Y no hay una princesa en ese mundo mágico?

-Claro que si… la guerrera del viento se casó con el rey de aquel mundo y tuvieron una hija… la princesa…

Kuu abrió los ojos con sorpresa, al oír de la boca de Himeko las palabras "guerrera del viento"

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Entonces, la guerrera del viento, la guerrera del agua y la guerrera del fuego, salvaron a Céfiro y volvieron a su mundo, con la promesa de que algún día volverían. Se acercó a ellas, Fuu se sorprendió al verlas, no se había dado cuenta de que la escuchaba.

-Qué bonita historia, Fuu… ¿Es una historia china?

-Es una historia que inventó mí mamá… Tía Kuu…- intervino la pequeña de cabellos dorados. - Lástima que las heroínas tienen que volver a su mundo y no pueden quedarse en Céfiro…

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-Céfiro…- dijo Kuu, mientras entraba a la habitación. Himeko levantó la vista para observarla, con esos tristes ojos miel. - Es la historia que siempre te contaba Fuu, al parecer siguió haciéndolo… y tiene continuación… ¿Las heroínas si pudieron volver? - Himeko sonrió, le sorprendía que ella aún recuerde esa historia.

-Si, claro que sí, porque ellas lo desearon con todo su corazón, y en Céfiro, el corazón manda.

-Vaya imaginación que tiene Fuu… Pero, entonces… ¿ellas ya no volvieron a su hogar nunca más?

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-Es aquí…- dijo Umi, deteniéndose frente al alto edificio. Los demás se detuvieron detrás de ella.

-¿Estás segura de que seguirá tal y como lo dejaste? - preguntó Fuu, preocupada por lo que estaban a punto de hacer.

-El único que supo de este departamento fue Brandon, lo compre con mí primer sueldo de actriz, de modo que mis padres no supieron de él. La llave y las escrituras están en una caja fuerte en un banco de Inglaterra, a la que nadie más que yo puedo acceder, ni siquiera él. De todos modos, si él realmente es la persona que he conocido, estoy segura de que ha dejado este departamento tal y como estaba.

-Entonces, ¿Estamos aquí solo suponiendo que aún eres la dueña de este departamento? – preguntó Fuu.

-¿Tiene una mejor idea, su majestad? - dijo Umi, con ironía. Fuu se encogió de hombros. La verdad es que era la única idea que tenían para permanecer en Mundo Místico en lo que encontraban a su hija.

-Bueno… podemos entrar de una vez…- se apresuró a decir Ferio. - ¡Hay demasiado ruido aquí!

-Por supuesto, entremos. - Umi se apresuró a entrar, luego miró para ambo lados, buscando el elevador. La realidad era que nunca había estado allí, lo había comprado estando en Inglaterra, y de todo el papelerío se había ocupado Brandon. Cuando pudo divisarlo, se acercó a él. - es en el décimo piso, debemos subir. - dijo, presionando el botón que hizo que el elevador abriera sus puertas.

-¿Subir? ¿En esa cosa? – preguntó Ascot, sorprendido. - ¿Dónde están las escaleras?

-Es que así es más fácil, y no te cansas. - Hikaru, Umi y Fuu subieron en seguida, mientras Ascot y Ferio se miraban con cierta desconfianza.

-Vamos suban. - los hombres hicieron caso a la orden de la pelirroja. Entonces, la puerta del elevador se cerró detrás de ellos. Umi presionó el botón del número 10 y el elevador comenzó a moverse hacia arriba. Eso los desestabilizó un poco, y les causó cierto temor.

-¿Qué está pasando? - dijo Ferio asustado.

-Solo estamos subiendo… ¿Su majestad puede luchar contra monstruos gigantes, pero le asusta un ascensor? - río Umi. Ferio le lanzó una mirada fulminante. En ese momento, el elevador se detuvo y las puertas se abrieron.

-Llegamos al piso 10, ¿Ahora donde Umi? – preguntó Hikaru.

-Es el departamento C.- dijo, saliendo al pasillo, caminaron unos cuantos metros y lo encontraron. Umi se detuvo delante de la puerta. Jamás pensó que estaría allí, después de tantos años de aquel día, cuando había decidido comprarlo.

-¿Y ahora qué? ¿Cómo entraremos? No tenemos la llave.

-No necesitamos llave… Cuando compre esta casa, decidimos instalar un sistema de llave por huella digital.

-¿Huella digital? – preguntó Fuu, sorprendida. Había escuchado sobre las nuevas tecnologías con huellas digitales, pero, hacía 10 años, apenas estaban empezando a aparecer. Claro, para la Diva Japonesa no era nada difícil acceder a las tecnologías más avanzadas.

-¿Qué significa eso, Umi? – preguntó Ascot.

-Significa que está puerta se abrirá mágicamente cuando yo coloque mí dedo aquí. - dijo, apoyando su dedo índice en lo que era la cerradura de la puerta.

En ese momento, la puerta se abrió, tal y como Umi lo había dicho. El departamento, tenía una pequeña sala de estar, con un sofá de tres piezas y un sillón pequeño. La sala daba a un balcón de unos dos metros de ancho. Hacia la derecha, en un ambiente separado, una cocina. Hacia la izquierda, una habitación con una cama de dos plazas y un baño en suit. Era algo pequeño, pero muy acogedor, suficiente para su estadía en Mundo Místico que, esperaban, no sea muy larga.

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Recostada sobre la cama, observaba el techo de aquella habitación. Tenía una blancura perfecta. En el centro, un plafón rectangular, cuya luz permanecía apagada. Suspiró. Miró a su alrededor. La habitación estaba delicadamente decorada en distintos tonos de rosa. Había algunas repisas con juguetes, un escritorio a un costado, con algunos libros y materiales de escritura y, a su lado, colgado de la pared, ese extraño aparato que su prima había mencionado que era una televisión. Tenía vagos recuerdos de lo que era una televisión, pero estaba segura de que no la recordaba tan grande y, a la vez, tan delgada.

Metió la mano en el bolsillo de sus pantalones y sacó el trozo de papel en el que Kuu le había escrito con ese número telefónico. Ni siquiera sabía porque lo había guardado en ese momento, cuando ya tenía decidido regresar a Céfiro. Pero, ahora que seguía allí, agradecía haberlo hecho. ¿Lo llamaría? ¿Lo haría?

Bajó a la sala, buscando el teléfono del que Kuu le había hablado. Lo encontró en una pequeña mesa, justo al lado del sofá. Jamás en su vida había usado ese aparato, aunque si había visto a su madre hacerlo. Tampoco podía ser tan difícil. Tomó el tubo, notó que tenía unas teclas con números. Volvió a mirar el papel. Quizás, lo único que tenía que hacer era teclear ese número allí. Suspiró. Estaba nerviosa. ¿Qué iba a decir, si podía comunicarse con él? Trató de no pensar. Marcó el número y puso el teléfono en su oreja. Escuchó el tono que le indicaba que estaba llamando.

-¿Hola? - se escuchó del otro lado, tras un par de minutos. Se le estremeció la piel. Era su voz. Jamás pensó que podría reconocerla después de tanto tiempo. No pudo contestar, no supo que decir. Las palabras, simplemente, no salieron de su boca. Se apresuró a cortar. Algunas lágrimas cayeron de sus ojos. ¿Por qué? ¿Por qué lo había hecho? Necesitaba hablar con él, necesitaba que sepa que estaba bien. Necesitaba decirle cuánto lo amaba. Tomó valor y volvió a marcar. Una vez más, él contestó.

-¿Yie?- preguntó, asustada.

-Si, con él habla. ¿Quién es?

-Yie… soy… Himeko… ¿Me recuerdas? - dijo, con su voz entrecortada. Un silencio se produjo del otro lado. - ¿Me escuchas?

-Si es una broma, es de muy mal gusto.

-No es una broma, papá… de verdad soy yo, tu princesa. ¿Recuerdas cuando me buscabas a la salida del jardín y me llevabas a comer un helado, sin que mamá sepa? – dijo, tratando de contarle algo que sólo él sepa, para que, de ese modo, él sepa que realmente era ella.

-No… no puede ser…- titubeó el hombre. Ella pudo sentir sus sollozos a través del teléfono.

-Lo siento, realmente lo siento… No sabes cuánto te extraño. Jamás he dejado de amarte…

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Observaba, sentado en las escalinatas de la entrada, como Dylan y Nahim jugaban en el parque, con un balón. Ellos se habían vuelto muy buenos amigos, desde muy pequeños. Claro, eso tenía mucho que ver con la relación de Umi y Ascot. Al otro lado del parque, Nerea juntaba flores. Suspiró ¿Cómo estarían las cosas en Mundo Místico?

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-¿Adónde irás mamá? - preguntó la niña, con cierta tristeza en su mirada. Estaba sentada en la mesa de la sala comedor, junto a su hermano mayor, en frente de ellos, se encontraban sus padres.

-Pues… iré al mundo del cual provengo.

-¿A Mundo Místico? Pero ¿por qué?… ¿Es que Himeko está allá?

-Mamá, creí que el portal a Mundo Místico estaba cerrado y que ya nunca se volvería a abrir.

-Si, Dylan, el portal estaba cerrado, pero ha vuelto a abrirse… y Himeko ha encontrado la manera de pasarlo. - explicó Gurú Clef.- Por eso su madre y sus tías, Hikaru y Fuu, irán a buscarla.

-¿Y cuánto van a tardar en regresar?

-No lo sé, Nerea, ojalá encontremos pronto a Himeko.

-¿Podemos ir contigo?

-Mundo Místico es un lugar muy diferente a Céfiro, allí hay muchos peligros que aquí no existen… Por eso, ustedes se quedarán aquí con su papá…

-Pero… ¿Y si descubres que extrañas mucho vivir allí y deseas quedarte?

-Eso no pasará nunca Nerea. Los amo demasiado como para no regresar. - Umi colocó su mano sobre la de su esposo. Sabía que su hija la invadiría con preguntas, en ese sentido, era muy parecida a ella. Pero le preocupaba lo callado que estaba su hijo mayor.

-¿Qué piensas, Dylan? - el niño desvío la mirada, como no queriendo verla a los ojos.

-¿Es necesario que tú también vayas? - preguntó con los ojos llorosos.

-Claro que sí, somos familia… si fuera al revés, y se tratara de uno de ustedes, yo sé que ellas estarían conmigo.

-No debes tener miedo, Dylan. Mamá estará bien, y estará de regreso más rápido de lo que piensas. - Clef sabía que su hijo tenía un carácter muy parecido al suyo, siempre tratando de no demostrar lo que sentía.

-No tengo miedo… es sólo que…

-Yo también te voy a extrañar mucho Dyl… a los dos. Pero estaremos en contacto. - dijo Umi, tratando de contener sus lágrimas. - Con esto. - levantó su mano derecha, enseñando el anillo que alguna vez había pertenecido a Clef.- Así se hará más corta la espera.

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Cómo si fuera tan simple. Apenas se habían ido en la mañana y ya la extrañaba con tanta intensidad que sentía que no podría sobrevivir ni una hora más.

-¡Tío Clef!- la vocecita de Aine lo hizo sobresaltar. La niña lo saludó con un abrazo. Luego, recibió otro de Luz.

-¿Cómo han estado, pequeñas? - preguntó con una sonrisa en su rostro, tratando de ocultar, así, su preocupación.

-Papá nos trajo para jugar con Nerea…- dijo la más pequeña.

-Pues, ¡qué bien!… ella está allá. - dijo señalando a la niña. - Creo que está bastante aburrida, Dylan y Nahim no hacen más que jugar con el balón. Las niñas corrieron hacia donde estaba la pequeña heredera de Seres. Entonces, el mago reparó en el recién llegado. El espadachín se sentó en las escalinatas a su lado.

-¿Cómo lo llevas?

-Pues… sobrevivo... Hacerme cargo de los niños, de los asuntos de estado y del reinado… no será tarea sencilla. Kahamla se ha ofrecido a ayudarme con ellos, pero tampoco quiero abusar...- Latis suspiró.

-¿Qué has sentido?

-No lo sé… no estoy seguro… Esa energía, es extraña… nunca antes había sentido algo similar…- Latis guardó silencio, le preocupaba que algo pudiera llegar a pasar en Mundo Místico. - Había olvidado lo agotador que podía resultar gobernar…

-¿Estás seguro de que dejarlo ir fue lo correcto?

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-Quizás debas ir, Ferio. - dijo de repente el mago, al frente de la improvisada reunión en la sala del trono. El rey se sorprendió ante aquellas palabras. Estaba seguro de que Gurú Clef intentaría impedir que él vaya en buscar de su hija.

-Clef… ¿Estás seguro? - preguntó.

-Si fuera alguno de mis hijos, lo único que querría sería ir a buscarlo…

-Pero… y ¿Céfiro?

-Latís y yo nos encargaremos de gobernar. - dijo, mirando a su hombre de confianza, quien hizo una pequeña reverencia con la cabeza, como aceptando la propuesta. - En caso de ser necesario, diremos que tuvieron que hacer un viaje por asuntos de estado.

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-Es su hija, está preocupado por ella… ¿Qué más podía hacer? – Latis meditó unos segundos. Si, claro. Si alguna de sus hijas fuera la que estuviera pérdida en Mundo Místico, poco le importaría la opinión de Ferio, Clef o del mismísimo Lexus, iría a buscarla sin pensarlo dos veces. Pero, claro, gobernar tampoco era lo suyo, no le gustaba hacerlo.

-¿Quieres que nos mudemos al palacio en lo que regresan?

-Sería grandioso… - Latis miró hacia donde sus hijas jugaban con la hija de Clef.

-¿Y el portal…?

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Habían llegado a la colina de Neo Cizeta a borde de Fyula. Una vez allí, todos se pusieron en el lugar exacto en donde habían visto en portal, días atrás, Umi y Hikaru. Clef permaneció alejado, observando.

-Ustedes pueden, deben concentrarse en Mundo Místico, imaginen que están allí…- dijo, para intentar guiarlas. Ellas cerraron los ojos y, entonces, el mago pudo notar la energía que las rodeaba. Paralelamente, esa otra energía extraña comenzó a aparecer en el ambiente. Observó como un intenso viento comenzó a soplar, levantando polvo y tierra en su camino.

El mago se apresuró a levantar su báculo, con un rápido movimiento creó un escudo de poder que los rodeó todos. ¿Por qué parecía que la energía del portal estaba ligada a esa otra energía? Sintió que la tierra empezó a temblar bajo sus pies. Un terremoto, cada vez más intenso. Al mismo tiempo, el viento soplaba más y más fuerte y aparecieron esos extraños insectos, que nunca había visto en su vida. Suspiró. Necesitaba resistir, mantener el escudo hasta que ellas logren pasar al otro lado.

Observó como la luz dorada comenzó a hacer más y más intensa, hasta que llegó un momento en que ya no pudo ver más nada por la intensidad de su brillo. Después de eso, la intensidad comenzó a disminuir, hasta desaparecer por completo. Ellos ya no estaban allí. Lo habían logrado.

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-Fue extraño, en el mismo momento en que el portal comenzó a abrirse, esa energía apareció. Quisiera saber lo que está pasando…

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No había pegado un ojo en toda la noche. Estar de regreso no era sencillo, aquel departamento le traía demasiados recuerdos.

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-¿Comprar un departamento en Tokio? Creí que no querías volver allá.

-No deseo hacerlo, pero… no lo sé, el tiempo cambia tantas cosas. Y me gustaría tener un lugar adónde ir si algún día siento deseos de regresar…

-En ese caso, podrías comprar una casa o, incluso, alquilar. ¿Por qué la prisa de comprar ahora?

-Mi carrera no es como la tuya, Brandon. Algún día, quizás, deje de ser una opción para las productoras, sólo quiero estar resguardada.

-Si eso llegará a pasar, me tendrías a mí… Prometo que nunca en la vida te faltará nada.

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¿Quién hubiera imaginado que aquella decisión le sería de tan ayuda algún día? Se levantó de la cama y observó a su alrededor, Hikaru y Fuu dormían en la misma cama, de dos plazas y media. ¿Qué sentido tenía seguir acostada si no podía dormir? Decidió levantarse, no quería despertarlas, en especial a Fuu, que llevaba días sin dormir. Salió a la sala, dónde Ascot y Ferio compartían el sillón de dos cuerpos. Luego, salió al balcón, para observar el amanecer. Hacía el este, podía verse la cima de la Torre Tokio. El cielo comenzaba a tomar un color rojizo, indicando que el sol comenzaba a asomarse por el horizonte. La luna aún era visible en el cielo. Luna Llena. Otra vez. Observó la última estrella que aún era visible, allá, cerca del lugar en donde el sol saldría de un momento a otro.

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-¿Has visto la última estrella visible en el cielo terrícola? Justo al este, cuando el sol comienza a asomarse.

-La estrella de la mañana…

-Así es… esa estrella que se ve en el cielo terrícola es el Astro Rey. - Umi abrió los ojos con sorpresa. Jamás en su vida hubiera imaginado que el astro que orbitaba Céfiro era visible desde la Tierra

-¿Lo dices en serio?

-Cuando te sientas sola, sólo busca esa estrella… Recuerda que siempre estaré contigo… pase lo que pase…

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-Desearía que estuvieras aquí, conmigo…- susurró, y una lágrima cayó por su mejilla.

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La tarde se aleja
El cielo esta gris
La noche aparece sin ti
Callado en la playa
Te lloro en silencio otra vez
Me ahoga esta pena
No puedo vivir
Las olas no me hablan de ti
Sentado en la arena
Escribo tu nombre otra vez (*)

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Despertó con una sensación extraña en el corazón. Sudaba. Había estado soñando, soñando con ella, de nuevo. ¿Por qué? ¿por qué aún después de 10 años no podía dejarla atrás? Suspiró. Miró hacia la ventana, aún estaba oscuro, la luz de la luna se colaba por la ventana. Entonces, tomó su celular para ver la hora. 3:00 am, "la hora del insomnio", como sus amigos la solían llamar. Había tiempo que las pesadillas no lo dejaban en paz. Los pensamientos que atormentaban su cabeza desde hacía tiempo, no lo dejaban dormir tranquilo.

Se levantó de la cama. Llevaba sus cabellos cortos. Alguna que otra cana comenzaba a asomar. Su mirada cansada, comenzaba a mostrar unas pequeñas patas de gallo, además de esos círculos oscuros debajo de sus ojos. Los últimos 10 años los había dedicado íntegramente al trabajo, al punto de que era toda una eminencia, el líder de uno de los estudios contables más prestigiosos del país, aunque ni siquiera llegaba a los 40 años. Se acercó al balcón de su dormitorio. Observó el cielo estrellado. Las noches despejadas no eran abundantes en Londres. Pero esa noche, no había una sola nube en el cielo, la luna brillaba en el medio del cielo. Luna Llena, como aquella noche de noviembre. Siempre había pensado que la Luna Llena tenía cierta magia. No pudo evitar que las lágrimas escapen de sus ojos. Quizás, en algún lugar del mundo, ella estaba observando la misma luna.

¿Aun la amaba? La amaba, como el primer día. El corazón se le había roto en mis pedazos el día que desapareció. Aun dolía. Lo que más dolía era la incertidumbre de no saber de ella. No saber si estaba viva o no, si era víctima de trata, si la habían hecho sufrir, si había preferido desaparecer. Dolía el no tener certezas de nada. Hubiera preferido que encuentren su cadáver y poder hacer su duelo, como corresponde. Pero la incertidumbre no lo dejaba continuar. ¿Cómo? ¿Cómo iba a continuar? Si aún conservaba la esperanza de que ella vuelva un día. Seguía preguntándose que pasaría si volviera y se encontrara con que él había rehecho su vida... y nada menos que con ella.

Recordó esa mirada triste que ella siempre tenía. Siempre supo que ella le ocultaba algo de su pasado, algo demasiado grande e intenso. Siempre había sentido que ese secreto había tenido algo que ver con su desaparición. Hubiera sido mejor que ella lo dejara. Que se enamorara de otra persona y lo dejara. Todo era mejor que la incertidumbre. Siempre pensó que, algún día, ella se cansaría de un tipo tan aburrido y monótono, que se enamoraría de alguna estrella de Hollywood y, simplemente, lo dejaría. Después de todo, eran de mundos diferentes. Ella era de Venus y él de Marte. Ella siempre lo decía. Eso nunca les había impedido ser felices, amarse con locura. Pero ¿cuánto tiempo más podía amar a alguien tan diferente?

Volvió a ingresar a su cuarto, con esa sensación de soledad que lo invadía. Observó la macbook sobre su escritorio. Otra vez esa necesidad de revisar sus redes, como si fueran a estar activas después de tanto tiempo. Otra vez esos deseos de chequear el registro de ingresos a su departamento, el mismo que no tenía movimientos desde que la cerradura digital había sido instalada.

Se sentó, puso la contraseña para ingresar a la macbook y volvió a entrar a su Facebook, desde allí buscó su cuenta. Seguía tal cual había quedado desde hacía 10 años. Después de todo, ¿Por qué iba a ser diferente ese día? Chequeó la última conexión a WhatsApp. 15 de noviembre de 2013. En poco menos de un mes se cumplirían los 10 años. Suspiró. Ingresó a la web desde la cual chequeaba los ingresos al departamento de Tokio. Era algo que solía hacer, cuando menos, una vez a la semana. Cómo si algo fuera a cambiar, después de 10 años, como si ella volviera a aparecer, de la misma extraña manera en que desapareció, y fuera allí, a ese lugar al que no deseaba regresar. Enorme fue su sorpresa al descubrir que aquel registro tenía movimientos, después de casi 15 años de que había sido instalado. Se le heló la sangre, su corazón comenzó a latir con fuerza. Repasó el registro una y otra vez. Un ingreso al departamento, hacía poco más de 24 horas. Luego, un par más. No podía ser cierto, no era posible. Aquella cerradura sólo podía abrirse con su huella digital, era imposible que alguien más la abriera. Eso sólo podía significar una cosa. ¿Es que acaso estaba soñando? No daba crédito a lo que sus ojos veían. Era ella. Realmente lo era. Pero ¿Cómo? Si la habían buscado, literalmente, por todo el mundo. Había contratado a los mejores detectives e investigadores, hasta había recurrido a los médiums más prestigiosos. Y nada, ningún rastro de ella. Y ahora, así de la nada, cuando, simplemente, había dejado de buscar, había decidido rehacer su vida…

Se levantó de prisa. Le temblaba todo el cuerpo, sudaba frío, tenía un nudo en la garganta. Necesita volar a Japón, cuanto antes posible.

Busco su celular y marco su número. Ella debía saber lo que estaba pasando…

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N/A: Bueno, aquí vimos un poco los sentimientos y pensamientos de Brandon. Tal como aquella parte en la que Kuu tomaba protagonismo, estas líneas las tenía escritas desde hace rato, desde que terminé la primera parte, cuando la idea era enfocar la historia desde otro lado. Mi idea de hacia dónde quiero que vaya esta historia cambió rotundamente, pero quise incluir estas líneas porque, realmente, me gustó mucho como quedaron.

(*) Fragmento de la canción "Noviembre Sin Ti" de Reik.