Disclaimer: Crepúsculo es de Stephenie Meyer, la historia de LyricalKris, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.

Disclaimer: Twilight belongs to Stephenie Meyer, this story is from LyricalKris, I'm just translating with the permission of the author.

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Jacob no regresó de comprar café.

Bella: ¿Dónde diablos estás? No se tarda tanto en comprar café.

Jacob: No pueden haber acabado ya. El hombre tiene que tener más resistencia que eso.

Bella: ¿De qué estás hablando?

Jacob: Oh, mi dulce niña inocente. Chica. Salta sobre ese hermoso hombre barbudo. Muéstrale que no es el único que puede erigir cosas. O mejor aún, sube al mostrador y dile que tú eres el desayuno.

Bella casi deja caer el teléfono. La gráfica imagen mental hizo que todos los nervios de su cuerpo se pusieran firmes mientras el calor enrojecía sus mejillas. Ella chilló y se tapó la boca con la mano libre.

Bella: ¡Jake!

Jacob: ¿Qué? Créeme. La quemadura de barba entre los muslos se siente muy bien.

―Oh, por… ―Esta vez, Bella dejó su teléfono con cuidado sobre la mesa de la cocina y se cubrió la cara con ambas manos. Ella sacudió la cabeza, sintiéndose demasiado tonta. Jacob estaba bromeando. No había ninguna razón para que actuara como una chica de catorce años que todavía gritaba de vergüenza cuando alguien decía algo sobre sexo. Jacob estaba bromeando. Ella era dolorosamente obvia sobre su pequeño y ridículo enamoramiento, y él estaba cumpliendo con su deber como su desagradable mejor amigo, y le estaba tomando el pelo. Pero eso no debería haberla irritado así: su piel hormigueaba, su mente fija en los pensamientos que Jacob había puesto en su cabeza.

Bella: Tus pequeñas fantasías son ridículas.

Ja. La olla llamando negra al cazo.

Jacob: La quemadura de barba no es ficticia. Es justo lo que pasa cuando cabalgas la cara de un tipo barbudo.

Jacob: La fricción es tu amiga.

Jacob siguió ese último texto con una serie de emojis de berenjena y fuego.

Bella se golpeó la cabeza contra la mesa y la apoyó en sus brazos cruzados.

―¿Estás bien?

La cabeza de Bella se levantó tan rápido que se escuchó un crujido. Tanto ella como Edward hicieron una mueca. Dio un paso hacia ella, con la mano extendida, antes de que pareciera contenerse. Se balanceó sobre sus pies y dejó caer la mano a su costado.

Cuando sus miradas se encontraron, el aire volvió a cobrar vida. Él quería tocarla. Ella podía sentirlo. ¿Quiso él frotarle el cuello... sólo para detenerse cuando se dio cuenta de que eso no era profesional? Por eso Bella se tuvo que morder la lengua varias veces cuando el impulso de coquetear la había asaltado. Él estaba trabajando. Éste, para él, era un lugar de trabajo.

Pero si ambos quisieran hacerlo...

Bella se aclaró la garganta y extendió una mano hacia atrás para frotarse el cuello.

―Sí, yo... estoy bien. Estoy bien. Sólo, eh... un cliente. Siendo difícil.

―Ah. Sí, he tenido una buena cantidad de esos. Un cliente difícil hará que cualquiera quiera golpearse la cabeza contra la mesa. ―Inclinó la cabeza, considerándolo―. Hace algunos años, Emmett hizo un agujero en la pared cuando golpeó la cabeza contra ella.

Los ojos de Bella se abrieron como platos.

―¿En serio?

―Tienes que saber... mi hermano tiene una cabeza terriblemente dura.

Ella sonrió.

―Ah. Bueno, supongo que una lesión cerebral grave explicaría cómo terminó con todos esos niños.

Él se rio y su sonrisa se amplió.

―Seis son muchos niños. Pero les funciona. Todos son geniales.

―Al menos si te gustan más que los televisores, supongo ―agregó bromeando.

Él volvió a reír.

―Niños pequeños ―indicó simplemente, y sacudió la cabeza.

―¿Tienes hijos? ―La pregunta solo salió, dicha con aire de indiferencia, antes de que pudiera pensar en lo que estaba preguntando y por qué. Miró atentamente la pantalla de su computadora durante los insoportables segundos que le tomó a Edward responder.

―No. Aún no tengo hijos. ―Un latido―. Hasta ahora no he tenido una relación seria con alguien como para tener hijos.

―Tiene sentido ―musitó fácilmente.

Entonces estaba soltero. Eso era algo que ella sabía ahora.

Su teléfono sonó y entonces realmente tenía un cliente difícil al teléfono. Ella dijo "ajá" apropiadamente, pero en su mayoría, estaba considerando el texto final que Jacob había enviado; uno que no había leído por estar hablando con Edward.

Jacob: En serio, no puedo volver a casa hasta que lo folles. La tensión sexual no resuelta es demasiado injusta para mí, que soy desgraciadamente célibe.

Y en serio… ella no era tan despistada. La forma en que Edward la miraba, la forma en que se sentía el aire a su alrededor cada vez que se miraban el uno al otro: cargado y caliente y... sí.

Pero él estaba trabajando.

Sus ojos se posaron en él, mirándolo subir a un taburete y estirar el cuello mientras escondía delicados cables a lo largo del borde interior de la barra de café. Estaba instalando luces en la parte inferior del estante superior. Era lo último en la agenda antes de que el proyecto pudiera considerarse completo.

Bella pasó un dedo por el cordón de la sudadera de Edward, considerándolo.

En sus veinticinco años de vida, ella había sido a la vez seducida y seductora. Sabía su propio valor y cómo conseguir lo que quería. Aún así, si ella realmente lo consideraba, él estaba fuera de su alcance. Era mayor, consumado y exitoso: con un doctorado, por el amor de Dios.

Y ese pequeño enamoramiento la hacía sentir aún más juvenil: impetuosa y tonta, como una adolescente que pega carteles de revistas pop en sus paredes, soñando con figuras gigantescas y soñando despierta con la vida que podrían tener si tan sólo pudieran conocerse.

Pero ésta era la vida real y este hombre no era un cartel en su pared. Era un ser humano normal, con fortalezas y debilidades, buenas y malas cualidades.

Él tenía más que perder si daba el primer paso y las cosas se ponían duras, sin doble sentido. La construcción del apartamento para el que él y su equipo fueron contratados debía reanudarse después de Navidad. Todavía podría ser despedido de ese trabajo. Pero si Bella daba el primer paso, él no estaba obligado a pasar más tiempo en su presencia. Sería mortificante tener que volver a verlo después de haber sido rechazada, pero ya había sobrevivido a otros eventos mortificantes desde que se conocieron. ¿Qué importaba uno más a estas alturas?

Bella pasó la mayor parte de una hora observando subrepticiamente a Edward mientras se acercaba más y más a terminar. Mientras lo observaba, conspiró.

Al final, se decidió por un enfoque indirecto pero difícil de pasar por alto. Le daría una salida. Si él no quería corresponder a sus avances, todo lo que tenía que hacer era desearle felices fiestas mientras salía por la puerta.

Mientras lo observaba apretar la última lámpara, Bella se puso de pie. Su corazón latía salvajemente, pero estaba decidida.

Fue hacia la caja de tazas que esperaban ser colocadas en su nuevo hogar en los estantes que Edward construyó. Bella sabía que la taza que buscaba estaba escondida. No quería que Edward la viera accidentalmente. Era de ella; un regalo de Jacob, porque por supuesto que era de Jacob. Como lo demostraba la taza de teta, Jacob tenía un sentido del humor que fácilmente podría rivalizar con el de cualquier niño de trece años.

La taza en sí era de un simple color piel, excepto donde se encontraba con la parte inferior del asa. Allí estaban pintados un puñado de rizos negros, como un nido.

El mango era una polla grande y venosa.

Bella se quedó congelada después de sacarla de la caja, preguntándose si realmente estaba a punto de hacer esto. Y luego, después de recordar la mirada en sus ojos cuando la vio con su sudadera. Estas últimas horas, ella revisó y re-evaluó obsesivamente sus recuerdos de las dos veces que él la vio con su sudadera. Si realmente no pensaba que ella era rara y hubiera aprovechado la primera oportunidad que tuvo para volver a ponerla en su sudadera...

Pensó que era posible que a él le gustara verla usando su ropa.

Entonces, respiró hondo y ensayó sus primeras líneas nuevamente. Ella llamaría su atención preguntándole si era seguro guardar su colección de tazas. Le guiñaría un ojo y susurraría con complicidad cómo iba a aprovechar la oportunidad de ser la que estuviera aquí cuando el trabajo estuviera terminado, para poder conseguir el mejor lugar.

Y mientras mantenía esta conversación, acariciaría la punta del mango del pene inocentemente, distraídamente. Y lo miraría a los ojos. Y luego…

Su línea de pensamiento se descarriló cuando escuchó un ruido discordante: una rápida inhalación, el raspado del taburete contra el piso y el sonido del cuerpo de Edward impactando después de una caída. Estaba tendido de espaldas. Ella apenas tuvo la oportunidad de dejar su taza antes de lanzarse hacia él. Mientras lo hacía, Edward gimió y se tapó los ojos con una mano.

―Santo infierno. ¿Edward? ―Por segunda vez ese día, Bella se encontró de rodillas con Edward en el suelo. Sus manos flotaron en el aire esta vez, y al menos no estaba a horcajadas sobre él―. ¿Estás bien?

Le tomó un minuto darse cuenta de que el rápido movimiento hacia arriba y hacia abajo de su pecho y hombros era una risa silenciosa. Él suspiró (un sonido irónico pero lleno de humor) y ella se dio cuenta de que se estaba riendo. Él levantó el brazo y la miró.

―Sabes, soy una persona muy coordinada. He mantenido el equilibrio en posiciones muy precarias, muy en alto, sobre trozos de madera o de ladrillo muy estrechos. Y no quiere decir que nunca me haya caído; todos nos hemos caído. Pero Dios. Maldita sea. Esta es la segunda vez hoy que me tiras al suelo.

―¿Yo? Estaba hasta allá.

Él se sentó, levantando las rodillas para poder descansar un brazo sobre ellas mientras se inclinaba hacia delante, con los ojos fijos en los de ella. Su voz era baja y ronca mientras hablaba.

―Dime que lo estabas haciendo a propósito.

―Estaba haciendo… ―Los ojos de Bella se abrieron como platos cuando se dio cuenta―. Oh, mierda.

No era inusual que una persona ensayara lo que iba a decir antes de poner su plan en acción. Pero se suponía que debía ser algo rápido cuando estuviera frente a la persona a la que debía decirle lo ensayado.

El problema era que Bella se había congelado, y había necesitado un poco de persuasión para calmar sus nervios. Al final demoró demasiado.

Y el error que cometió fue ensayarlo frente a él mientras imaginaba lo que le diría en su cabeza.

―Me viste y por eso te caíste ―intuyó, juntando ambas manos sobre su cabeza con horror.

Los ojos oscuros y lujuriosos de él se volvieron cautelosos.

―Entonces... no lo hiciste a propósito.

―¡No! Quiero decir, sí. Bueno. No era mi intención en ese momento, pero iba a hacerlo a propósito, pero, ya sabes… con más delicadeza y… ―gruñó, se tapó los ojos con las manos, dejándose caer de espaldas―. Mierda ―gimió, sacudiendo la cabeza―. Esto es imposible. No puedo dejar de hacer el ridículo delante de ti.

Ella sintió su cercanía primero. El bajo zumbido del aire cargado a su alrededor se convirtió en un zumbido que vibraba debajo de su piel. Entonces, sintió sus dedos en su mano. Su piel estaba áspera, endurecida por el trabajo, pero no se sentía mal.

No. Ella estaba más que emocionada por su toque.

Con las manos rodeando sus muñecas, las apartó de su cara. Él no la soltó, pero movió ambas manos por su brazo, sujetándola mientras la ponía de nuevo en posición sentada.

Bella contuvo el aliento, sorprendida al encontrar su rostro tan cerca del de ella.

―Me caí de un taburete, Bella. ―Su tono era suave pero ronco; las palabras eran incongruentes: demasiado ligeras para igualar la intensidad de su voz. Él levantó una mano y sus ojos siguieron sus dedos mientras le retiraba un mechón de cabello del rostro―. Tal vez no tenga el mismo contexto para las personas que no están en mi línea de trabajo, pero no nos caemos de taburetes. O de los escalones, para el caso. ―Él sacudió la cabeza, pero sus dedos trazaron la línea de su mejilla y su mandíbula. Tragó con dificultad―. Mi hermano se reiría durante días si lo supiera.

―¿Lo haría? ―La voz de Bella era tan ronca como la de él. Su respiración adquirió un ritmo entrecortado.

―Ajá. ―Le puso un dedo bajo la barbilla y le levantó la cabeza. Él se inclinó, su barba lo suficientemente cerca como para hacerle cosquillas y excitarla mientras se quedaba quieto, su aliento caliente sobre su piel. Justo cuando Bella estaba segura de que se volvería loca si él no lo hacía, él inclinó la cabeza y la besó.


Al fin, el momento tan esperado ha llegado.

En el grupo comparto adelantos, imágenes de las tazas que se mencionan en la historia, y también hay un álbum con las futuras traducciones. El enlace está en mi perfil, pero pueden buscarlo como: Tradúceme un Fic.

Estaré actualizando diario para terminar la historia en noviembre, para subir las navideñas en diciembre.