N/A: ¡Hola a todos! ¿Extrañaron a papi JkAlex? Porque yo sí los he extrañado.
Damas y caballeros... ¡Comencemos con la segunda temporada!
Capítulo 29
Regreso a casa
En lo profundo del bosque, se podía escuchar un constante golpeteo de algo impactar contra el tronco de un árbol. El fresco aire de la mañana era revitalizador y los rayos del sol que comenzaban a asomarse en el horizonte señalaba el inicio de un nuevo día.
Sentada a los pies del árbol, Annie parpadeó, confundida. Este lugar le resultaba familiar, el claro en el bosque, la disposición de los árboles, incluso la hierba bajo sus pies. Había frecuentado este lugar innumerables veces desde que comenzó su entrenamiento en la tropa de reclutas 104.
Un quejido llamó su atención y volteó a observar a un chico sosteniendo su espinilla con una mueca de dolor en su rostro.
—Maldición, esto duele... —se quejaba él, sobando su pierna herida—. ¿Estás segura de que esta es la única manera, Annie?
— ¿Qué...? —musitó ella, sintiéndose extrañamente desorientada.
El chico volteó a mirarla y, por alguna razón, ella no pudo ver su rostro, solo una mata de cabello negro esponjoso, oscurecido por la sombra de los árboles y el reflejo de las gafas que el chico tenía.
—Que si es la única manera en la que pueda ser más fuerte—repitió el chico—. ¿Cuándo me enseñarás tus movimientos?... Obviamente, estoy hablando de tus movimientos de lucha.
Annie recordaba esto. Recordaba este momento, esta escena. La manera en la cual el chico se acercó a ella y le sonrió, con los rayos de luz del sol iluminando el rostro de Victor, permitiendo que viera aquellos ojos tan únicos detrás de sus lentes.
—Vamos, dijiste que me ayudarías a ser más fuerte, ¿no?
Él le tendió la mano y Annie quedó anonadada al ver su sonrisa. Ella recordaba muy bien aquella sonrisa.
Annie despertó de manera súbita cuando agua fría fue arrojada a su rostro, sacándola abruptamente de su sueño. Alzó la cabeza y, a través de sus mojados mechones rubios, pudo ver a Levi sosteniendo un balde de metal y dándole su característica mirada impasible, pero a la vez imponente.
—Se acabó la siesta, Leonhart—dijo él, dejando el balde en el piso—. Es hora de que hables.
—No tengo nada que decirte—gruñó ella entre dientes, fulminándolo con la mirada.
—Contaba con que dijeras eso.
Levi se hizo a un lado y Annie sintió un frío miedo recorrer por su espina, y no era por el agua. Detrás de Levi, había una mesa que tenía distintos tipos de herramientas como pinzas, cuchillos, sacacorchos, martillos, estacas de hierro... herramientas que solo podían llegar a ser utilizados para una cosa en este momento; tortura.
El bastardo tenía planeado torturarla para hacer que hable.
—Ahora, nunca he torturado a nadie para hacer que escupa lo que quiero saber—dijo Levi, colocándose un delantal y par de guantes de látex—. Soy bastante nuevo en esto, así que puedo ser bastante... brusco.
Él agarró una pinza y lo cerró fuertemente, causando un chasquido que resonó por toda la celda.
Annie endureció sus facciones, haciendo un gran esfuerzo en no estremecerse, incluso cuando Levi colocó la pinza frente a su rostro.
—Entonces, ¿me dirás las identidades del Titán Acorazado y Colosal? ¿O podremos a prueba aquí y ahora que tan buena es tu habilidad de regeneración?
Annie mantuvo la boca cerrada y miró con furia a Levi, dispuesta a no decirle nada.
—Bien. No digas que no te di la oportunidad.
Levi agarró bruscamente la cara de Annie y la obligó a abrir la boca. Ella forcejó, pero no pudo evitar que Levi le abriera la boca a la fuerza y metiera la pinza dentro de su boca, sujetando uno de sus dientes.
Annie comenzó a hiperventilar y abrió los ojos con creciente pánico cuando sintió a Levi sujetar con fuerza uno de sus dientes con la pinza. Ella comenzó a retorcerse, pero fue inútil. Fue entonces cuando el sonido de pasos apresurados fuera de la celda lo detuvo.
— ¡Levi! —gritó Furlan, abriendo la puerta de la celda—. ¡Informe de Mike! ¡Hay una brecha en el lado suroeste de Wall Rose! ¡Los titanes han entrado!
Levi abrió los ojos con sorpresa y, para el alivio de Annie, sacó la pinza de su boca.
— ¿Hace cuando tiempo? —preguntó él.
—Thomas dijo que Mike vislumbró a los titanes hace dos horas, pero no sabemos con exactitud hace cuento tiempo ocurrió la brecha en la muralla. Podría ser mucho más tiempo... Levi, ¿qué hacemos?
"¿Reiner y Bertolt han decidido actuar?" pensó Annie, "¿Por qué? ¿Encontraron una oportunidad para capturar a Eren? ¿Sus identidades fueron expuestas? ¿Descubrieron que me capturaron? ¡Maldita sea, no sé qué está pasando fuera de esta celda!"
Ella quería creer que habían hecho una brecha para causar una distracción y así rescatarla, pero dudaba mucho sobre ello. A pesar de tener la misma misión y el mismo objetivo de volver a casa, no era muy cercana a sus "compañeros guerreros". Especialmente luego de los acontecimientos en la batalla de Trost.
Levi guardó silencio por unos segundos, pensando en la situación en la que se encontraban mientras Furlan lo miraba de manera expectante. Luego, súbitamente, se volteó y le propinó una patada a Annie en la cabeza con tal fuerza que la dejó inconsciente y le arrancó un diente. Coincidentemente, era el mismo diente que tenía pensado arrancarle.
— ¿Levi...? —inquirió Furlan, una clara confusión en su rostro al verlo liberar a Annie de las cadenas que la aprisionaban.
—Por más que me gustaría dejar a esta mocosa aquí a su suerte, nos vale más viva que muerta—dijo Levi, atándola de manos y pies—. Tenemos que trasladarla. Erwin y Hange están en Stohess, preparando la trampa para los posibles traidores. Debemos de reagruparnos allí antes de decidir que curso de acción seguiremos.
Levi salió de la celda, cargando a Annie sobre su hombro con Furlan siguiéndolo.
— ¿No enviaremos refuerzos al escuadrón de Mike? El mensajero dijo que no había ningún cambiaformas entre los reclutas de la 104° y que debemos de reagruparnos en el castillo Utgard. Necesitarán ayuda si quieren mantener a raya a los titanes y defender la brecha.
—El escuadrón de Mike es más que capaz de defender esa posición. Y, en caso de verse abrumados, retrocederán. Él lo sabe, es por eso por lo que envió un mensajero para evacuar a los civiles a Wall Sina. ¿Enviaste un mensajero para evacuar a los pueblos cercano y al distrito de Karanese?
—Estaba por hacerlo.
Cuando Levi y Furlan salieron del sótano que servía como prisión, vieron a todos los miembros del Escuadrón Levi esperándolos, incluso estaba Bucky, el perro mascota. El único que estaba notablemente ausente fue Erd, quien había sido internado en el hospital militar de Trost debido a la gravedad de sus heridas.
Eren fue el primero en acercarse a Levi y Furlan, con evidente preocupación en su rostro.
— ¡Capitán! Recibió las noticias, ¿no es así? ¡Tenemos que ir al castillo Utgard y ayudar a los demás!
—No—dijo Levi—. Lo que debemos hacer ahora es llevar a Leonhart a Stohess y reunirnos con Erwin. Isabel, alerta a los demás y prepara los caballos.
La mujer pelirroja asintió y miró a Bucky.
—Andando, amigo.
El perro dio un ladrido y siguió a Isabel a los establos, su pierna de metal repiqueteando cada vez que golpeaba el suelo.
— ¡Pero tenemos que cerrar la brecha antes de que entren más titanes! —replicó Eren con vehemencia—. Con mis poderes de titán, seguro que podré...
— ¿Qué? ¿Cerrar la brecha? ¿Cómo?
Eren se vio algo inseguro mientras respondía.
—Pues... entre todo nosotros podemos ir a la brecha y...
—Eren, ahora mismo no tenemos manera de acercarte a la brecha sin pasar por una horda de titanes y mucho menos encontrar una manera en la que puedas sellarla como lo hiciste en Trost—explicó Furlan—. Todos los Exploradores se encuentran en Stohess preparando la emboscada para los posibles traidores, por lo que nuestras fuerzas están dispersas.
—Nuestra prioridad ahora es trasladar a Leonhart para evitar que sus compañeros usen esta distracción para liberarla—agregó Levi—. Cuando nos reunamos con Erwin y Hange en Stohess, decidiremos qué hacer.
A Eren no pareció gustarle mucho la idea de tener que dejar a sus compañeros sin apoyo, pero admitió que el Capitán Levi tenía razón. En estos momentos, actuar precipitadamente sin un plan sería más prejudicial que cualquier otra cosa.
Reconociendo la inquietud del joven soldado, Furlan puso una mano en su hombro.
—Descuida, Eren. Si Mike se ve abrumado, no dudará en retroceder. No pondrá la vida de jóvenes y prometedores cadetes en peligro. Por ahora, debemos evacuar a los civiles y reagruparnos en Stohess.
Aunque se sentía inseguro y preocupado por sus compañeros, especialmente Armin y Mikasa, Eren asintió a regañadientes.
—Lo que nos lleva a otro punto—dijo Levi, captando la atención de todos—. Petra, Gunther, Auruo. Ustedes tres alertarán sobre la evacuación a todos los pueblos del este hasta Karanese. Cuando lleguen allí, escoltarán a los civiles hasta Stohess. Nos reuniremos allí y actuaremos de acuerdo con el plan que Erwin haga para la situación de mierda que tenemos entre manos.
— ¿Eh? ¿Nos dividiremos? —inquirió Petra, sonando incrédula—. ¿Qué pasa con la prisionera? ¿Y si intenta escapar?
—Furlan, Isabel, Eren y yo seremos más que capaces para mantenerla bajo control. Además, ustedes aún están recuperándose de sus heridas de la expedición.
Petras, Gunther y Auruo tuvieron distintos grados de disgusto en sus rostros, pero terminaron asintiendo ante las órdenes de su capitán.
Isabel llegó en ese momento, anunciando que todos estaban listos para partir.
Levi ató un paño alrededor de la boca de Annie para evitar que se muerda la lengua y colocó una bolsa para cubrir su cabeza antes de subirla a un carruaje que sería conducido por Isabel y escoltado por varios Exploradores.
— ¡Andando! —ordenó Levi, azotando las riendas de su caballo.
Eren volteó sobre su hombro, mirando en dirección al oeste donde habían aparecido los titanes.
"Por favor, chicos. Aguanten un poco" pensó él, antes de azotar las riendas de su caballo y seguir a los demás.
Sasha observó con impresión a un Explorador veterano llamado Erik impulsarse hacia la nuca de un titán de 10 metros. Un corte certero en el cuello fue todo lo que necesitó para derribar al enorme monstruo.
Ella, junto a dos Exploradores veteranos, habían ido en dirección al norte, alertado a todos los pueblos de la cercanía sobre los titanes que se habían infiltrado en Wall Rose. Habían llegado justo a tiempo para ver a dos titanes atormentar a un pequeño pueblo. Sus habitantes huían despavoridos, intentando escapar de los titanes, hasta que llegaron los Exploradores y se encargaron de ellos rápidamente.
—Bien, ese fue el último—dijo Erik, envainando sus espadas antes de mirar a su compañera veterana—. Eda, ¿cómo están los civiles?
—Hubo dos bajas antes de que llegáramos—informó ella con una expresión amarga en su rostro—. Una madre y... su hijo. Si hubiéramos llegado un poco antes...
—No pienses en eso—interrumpió Erik, endureciendo sus facciones—. Sé que es duro, pero ahora debemos poner a esta gente a salvo.
Eda apretó los dientes con frustración e ira, pero asintió ante las palabras de su compañero, reconociendo que este no era el momento de dejarse llevar por sus sentimientos.
—Evacuaré a esta gente hasta el distrito de Yarckel, hay suficientes caballos para llevarlos a todos—dijo Eda.
—Muy bien—asintió Erik antes de voltear a mirar a Sasha—. Blouse, dijiste que tu pueblo se encuentra cerca de aquí.
—S-sí, señor—respondió Sasha.
—Entonces llévanos hasta allí. Debemos asegurarnos de evacuarlos a tiempo.
Sasha asintió, viéndose preocupada por las personas de su pueblo, especialmente su padre.
No pasó mucho tiempo para finalmente llegar a su pueblo. Por suerte para ellos, no se encontraron con ningún titán en su camino.
— ¡Puedo verlo! —anunció Sasha, apuntando adelante—. ¡Es el pueblo de allí!
— ¿Ese es el último pueblo? —preguntó Erik.
—No. Mi aldea se encuentra un poco más adelante, en lo profundo del bosque. Yo iré.
Erik la miró, algo inquieto, pero al ver la mirada decidida en el rostro de la joven, reconoció que estaba preocupada por su aldea.
—Muy bien—asintió Erik—. Yo me encargaré de este pueblo, tú ve al tuyo y evacua a todos los civiles. Nos encontraremos en la entrada.
— ¡Sí, señor!
Se separaron y Sasha tomó el camino que iba al bosque, dirigiéndose a su aldea, el cual no había visto desde hace más de 3 años. Al galopar, su corazón latía con fuerza en su pecho, reflejando la preocupación que sentía, pero a su vez también la esperanza de que todos en su aldea habían evacuado a tiempo.
Al transitar por el sinuoso sendero del bosque hacia su pueblo, Sasha no pudo evitar rememorar la vida que tenía en su aldea antes de enlistarse en la tropa de reclutas. La manera en la cual rechazaba a todas las personas que no sean de su pueblo, culpándolas por su carencia de comida y el hambre que los atormentaba. A su vez, también los culpaba porque, debido a las necesidades de aquellas personas, su aldea tenía que dejar atrás sus tradiciones y las enseñanzas de sus antepasados.
Dejarían de ser cazadores, aquellos que los definía, y pasarían a ser granjeros o cuidadores de caballos. Y eso molestaba a Sasha en sobremanera. Le molestaba que tenían que dejar de ser quien era para el beneficio de aquellas personas que se burlaban de ellos.
Y no fue hasta que convivió 3 años con aquellos extranjeros, aquellas mismas personas que ella repudió, que entendió lo que su padre una vez le dijo.
"El mundo está conectado"
Y tenía razón. En su tiempo de recluta, Sasha aprendió que, incluso si todos veníamos de diferentes lugares, e incluso hablan ligeramente diferentes, todos estaban conectados de alguna manera. Y no había nada de malo en ser diferentes a los demás, es más, eso los hacía especiales, únicos.
Eso fue lo que le dijeron sus amigos.
Sasha aún recordaba ese día con claridad. Tenía el deber de llevar agua del pozo a la cocina usando cubetas. Una labor bastante simple, pero había aprendido por las malas que incluso si hacía una labor simple no debía bajar la guardia con el Instructor Shadis, ya que no toleraba ningún tipo de negligencia.
Fue cuando cargó una cubeta de agua y se dispuso a llevarla a la cocina que Ymir se acercó a ella con una expresión ceñuda en su rostro.
—Oye, tú, ya comienzas a hartarme—dijo ella.
— ¿Disculpa? —inquirió Sasha, algo vacilante.
—Estoy hablando de esa manera estúpida y formal en la que hablas. ¿Por qué eres así incluso con tus compañeros?
Sasha apartó la mirada, sintiéndose algo incómoda ante la mirada de Ymir.
—Uh, pues verás... la cuestión es que...
—Espera, déjame adivinarlo—Ymir sonrió de manera burlona—. Tú te avergüenzas del acento del lugar de donde vienes, ¿no es así? Tú, ¿acaso eres estúpida? Eres una cazadora que caza todo tipo de bestias salvajes, pero te asusta lo que la gente piensa de ti.
Sasha no respondió, simplemente bajó la mirada con una sonrisa incómoda. Ymir no estaba del todo equivocada.
—Seguramente tampoco tendrás una gran razón para ser un soldado—siguió Ymir—. A lo mejor tus padres...
— ¡Oye, Ymir! —dijo Krista en un tono de reproche—. Te estás pasando...
Ymir la interrumpió, recostándose sobre ella sin dejar de mirar a Sasha con seriedad.
—Sasha, ¿acaso vivirás para siempre actuando solo porque te preocupa lo que los demás piensen de ti? Eso es una estupidez. ¡Solo tienes que ser tú misma! ¡Y habla de la manera que quieras!
Una leve sonrisa estiró de los labios de Sasha, sintiéndose algo conmovida por las palabras de Ymir, incluso si eran algo duras.
—Yo... agradezco tus palabras... Es amable de tu parte... —dijo Sasha, causando que Ymir se inclinara hacia ella con un gruñido de molestia—. Lo siento, yo... todavía no me siento cómoda en cambiar la forma en la que hablo...
—Entonces no lo hagas.
Las tres chicas voltearon para ver a Victor cargar una cubeta de agua, y colocarla en el pozo para luego comenzar a bajarla. Por aquellos tiempos, Victor aún tenía el cabello largo y esponjoso, como la lana de una oveja y siendo la razón por la que se había ganado su apodo de "recluta oveja".
—Si quieres hablar con formalidad, entonces hazlo—dijo él—. No tienes que cambiar la manera en la que hablas solo porque alguien gruñón e insensible te lo dice—él miró directamente a Ymir al decir eso antes de mirar a Sasha y darle una sonrisa confortante—. Además, a mí me gusta la manera en la que hablas. Demuestra que te esfuerzas en tener modales, a diferencia de una mujer con pecas que conozco.
— ¿Qué dijiste, maldita oveja? —gruñó Ymir, frunciendo el ceño con fuerza—. Tú no eres el más indicado para darme una lección sobre modales. Eres quien más groserías dice de todos nosotros.
—Ella tiene algo de razón, Victor—concordó Krista—. Eres bastante mal hablado. Y tus comentarios siempre pueden malinterpretarse.
Victor se cruzó de brazos y apartó la mirada.
— ¿Ah, sí? Si estás tan segura de eso, sosténmelo y pruébalo...
Las tres chicas no dijeron nada, solo lo miraron fijamente, aunque Krista y Sasha tenían un ligero rubor en sus rostros.
—Está bien, tal vez tengas algo de razón y culpo a mi hermano por ello—concedió Victor—. Pero el punto es que Sasha no tiene que cambiar su forma de hablar si no quiere hacerlo. Sin importar la forma en la que hable, Sasha sigue siendo Sasha, la chica patata, nuestra compañera recluta y nuestra amiga.
—Tiene razón—apoyo Krista, sonriéndole a Sasha—. Debes de decidir por ti misma quién quieres ser. Tus palabras son solo tuyas, ¿verdad? A mí me gustas, así como eres.
—Supongo que también puedes verlo de esa manera—dijo Ymir con un resoplido—. Aunque cambiar tu forma de hablar no te hará menos molesta.
—Tranquila, Sasha. No le hagas caso. No todo el mundo es tan insensible y amargada como Ymir.
— ¿Q-qué? Krista, tú...
—Krista tiene razón. A ti todo te molesta, Ymir—replicó Victor, recogiendo el balde lleno de agua—. Es como si siempre estuvieras en tu periodo.
Ymir apretó los dientes y le gruñó, tampoco ayudó en nada que Sasha diera un resoplido antes de comenzar a reír.
— ¡Oye! ¡¿De qué te ríes tú, maldita pueblerina?!
Sasha inmediatamente dejó de reír cuando Ymir volteó a mirarla con un fuerte ceño fruncido.
—D-de nada... P-perdón...
"¿Qué sucede conmigo?" pensó Sasha con una sonrisa nostálgica "¿Por qué ahora recuerdo eso?"
Era un recuerdo trivial, pero para Sasha era uno valioso porque fueron ellos quienes la motivaron a mostrar quién era realmente. A no avergonzarse de sí misma ni de dónde venía.
Fue cuando continuó galopando por el camino en dirección a su aldea cuando se percató de algo que le heló la sangre. En el camino de tierra, pudo ver enormes pisadas que solo podían pertenecer a un tipo de criatura; titanes.
"No puede ser... ¿Ya llegaron hasta esta parte del bosque?"
Con pánico, Sasha azotó con más fuera las riendas de su caballo. Luego de finalmente atravesar el bosque, ella abrió los ojos con sorpresa cuando vio que una nueva aldea se había construido a las orillas de un río. Sin perder el tiempo, cruzó el puente de madera, el cual estaba ligeramente alzado, y se adentró en la aldea.
El lugar estaba completamente desolado, Sasha no pudo ver ni a una sola persona mientras recorría las calles, buscando alguna señal de vida. Se alegró de no encontrar rastros de sangre o cadáveres, significaba que los aldeanos habían logrado evacuar a tiempo.
Cuando llegó al borde del pueblo, volvió a ver las mismas pisadas en la tierra. A juzgar por su tamaño, eran las de un titán pequeño, tal vez 4 metros, aunque muchas veces era engañoso debido a lo deforme que eran sus cuerpos.
Sasha bajó de su caballo y lo amarró a un árbol. Sacó sus espadas y siguió las pisadas hasta una pequeña casa hecha de piedra. La puerta estaba abierta y, a través de ella, pudo ver al titán que se habían infiltrado en la aldea. Estaba encorvado, dándole la espalda. Sasha podía escuchar el sonido de carne siendo masticada, junto con los gemidos de dolor de una persona.
Rápidamente, se adentró a la casa y observó con pavor como un titán de 3 metros masticaba lentamente la pierna de una mujer, quien gemía con dolor. Sasha no dudó en atacar, blandió sus espadas con fuerza y con un grito de esfuerzo cortó la nuca del titán, quien inmediatamente se desplomó en el piso. Su inerte cuerpo comenzó a humear, dando a entender que estaba muerto.
Sasha envainó sus espadas y se acercó a la mujer, quien seguía gimiendo de dolor mientras sujetaba su pierna. La gran cantidad de sangre que había la preocupó, pero hizo todo lo posible para que su voz no flaqueara al hablar.
—D-descuide, señora... estoy aquí—dijo ella, intentando sonar segura para confortar a la mujer—. La... la llevaré junto a un doctor. Se pondrá bien.
—Mi... mi hija... —musitó la mujer de manera adolorida, mirando hacia el otro lado de la habitación.
Sasha volteó a mirar y se encontró con la mirada inerte y perpleja de una niña, quien había visto a su mamá ser devorada lentamente frente a ella. La niña se encontraba debajo de la mesa, sin mover un solo músculo mientras miraba sin parpadear.
—Por favor... sálvala...
La mujer cerró los ojos y su respiración se detuvo. Sasha observó a la mujer con gran pesar. Si hubiera llegado un poco antes...
Ella sacudió la cabeza, recordando las palabras de Erik. No tenía que pensar en eso. Ahora, lo importante era poner a esa niña a salvo. Cuando se acercó a la niña, ella aún seguía mirando el inerte cuerpo de su madre. Ni siquiera levantó la mirada cuando Sasha se arrodilló frente a ella.
—Tranquila, todo estará bien—le dijo Sasha con una voz suave.
La niña alzó levemente la mirada, sus ojos se veían nublados y distantes. Sasha había visto esa misma mirada en algunos de sus compañeros soldados luego de la batalla de Trost. La mirada de alguien que había visto el infierno.
— ¿Qué cosa...?
Sasha apretó los labios ante la falta de emoción en la niña.
—Te llevaré a un lugar seguro—dijo, tomándola de la mano y saliendo de la casa, llevando hacia el caballo—. No tienes que preocuparte. Todo estará bien.
Cuando llegó al caballo, Sasha se alarmó al escuchar pasos. Volteó para observar a dos titanes de 6 metros, aparecer de entre las casas y acercarse a ellos.
Sabiendo que tenía que poner a la niña a salvo, Sasha rápidamente corrió hacia el caballo que había amarrado a un árbol, pero cuando lo liberó el caballo salió corriendo con pánico.
— ¡E-espera, por favor! ¡Vuelve, caballito! —gritó Sasha, con creciente pánico.
Se llevó los dedos a la boca con la intención de llamar al caballo, pero no volvió, dejándola a ella y la niña sola a merced de los dos titanes que se acercaban lentamente.
—N-no hay necesidad de preocuparse. Tu tranquila, yo nerviosa—farfulló Sasha, en un intento de tranquilizar a la niña—. Por favor, solo espera un segundo. Estoy segura de que volverá.
— ¿Por qué eres tan formal al hablar...? —preguntó la niña, aun con la misma voz carente de emociones.
Sasha no respondió. Intentó volver a llamar al caballo, pero al ver como los titanes se acercaban cada vez más agarró la mano de la niña y comenzó a correr.
— ¡Vamos, tenemos que irnos! —exclamó Sasha, corriendo hacia el puente por donde había venido—. ¡Todo saldrá bien!
— ¿Por qué?... Todos ya se fueron—musitó la niña con voz quebrada—. Nos dejaron... La gente de la aldea sabía que mi mamá no podía caminar muy bien... pero nadie la ayudó. Y yo... solo me quedé mirando...
—Yo... Lamento mucho lo que le sucedió a tu madre. Desearía haber llegado un poco antes para poder evitarlo.
Cuando llegaron al puente, Sasha ayudó a la niña a cruzarlo. Los titanes le pisaban los talones y pronto los alcanzarían. Si se adentraban en el bosque, tal vez podrían perderlos, pero considerando su tamaño fácilmente podrían verlos y alcanzarlos en cuestión de segundos.
Sasha miró el pueblo. Había un enorme molino a un lado del rio que podría utilizar como soporte para enfrentar a los titanes y, con un poco de suerte, ellos se enfocarían más en ella.
—Oye, escúchame bien—le dijo a la niña—. Sigue corriendo por ese camino y estarás bien. Si sigues adelante, estoy segura de que encontrarás a alguien que te ayude. Te lo prometo. Tal vez no lo encuentres de inmediato, pero lo harás si sigues corriendo. ¡Ahora, ve!
Sasha volvió a desenvainar sus espadas, dispuesta a enfrentarse a aquellos titanes para que la niña pudiera escapar, pero ella se quedó estática en su lugar, sin mover un músculo.
Los titanes estaban cada vez más cerca y Sasha apretó el agarre sobre sus espadas.
— ¡Corre! —bramó ella con fuerza.
La niña pareció volver en sí y comenzó a correr lo más rápido que pudo.
Sasha se alegró al ver aquello. Esa niña aún tenía deseos de vivir y ella haría todo lo posible para asegurarse de que al menos ella sobreviviera.
Cuando los titanes estuvieron lo suficientemente cerca, ella disparó sus ganchos al molino, impulsándose con un chorro de gas. Los titanes se acercaron a ella con la intención de agarrarla, pero Sasha se impulsó aún más alto en el molino y se quedó incrustada allí, fuera de su alcance.
"Bien. Solo tengo que mantenerme aquí y ganar el suficiente tiempo para que aquella niña escape"
Parecía un buen plan, pero con lo que no contó fue que, a lo lejos, un grupo de personas comenzaban a acercarse al pueblo montando caballos. Viéndose atraídos por el mayor número de personas, los titanes ignoraron a Sasha y fueron directo hacia aquellas personas.
— ¡¿Qué?! ¡Esperen! —gritó ella en un intento de llamar su atención—. ¡No vayan por allá! ¡Estoy justo aquí!
Desenrolló sus cables para bajar más, quedando a la altura del alcance de los titanes, pero ellos aun así la ignoraron y fueron al puente. Las personas que iban a caballo se detuvieron y observaron con pánico como dos titanes se acercaron a ellos.
— ¡Aléjense! —gritó Sasha—. ¡Salgan de aquí!
Las personas observaron a Sasha impulsarse hacia los dos titanes y cortar las piernas de uno de ellos, haciendo que trastrabillara.
— ¡¿S-Sasha?!
Ella miró sobre su hombro para ver al hombre que iba a la cabeza del grupo. Vestía una chaqueta de piel de lobo y un sombrero sobre su cabeza que ocultaba parcialmente su rostro, pero Sasha lo reconoció al instante.
—Pa... ¿Padre? —dijo ella, incrédula de ver a su papá allí.
—Sasha... —musitó su padre, sorprendido de ver a su hija allí—. ¿Q-qué estás...?
El fuerte rugido de uno de los titanes hizo que todos voltearan a verlo, acercándose a ellos.
Sasha se puso frente a todos, con sus espadas listas, aunque temblaba visiblemente al ver a la enorme criatura acercarse.
— ¡T-tienen que salir de aquí! —gritó ella—. ¡No los alcanzarán en caballo! ¡Vayan al norte!
— ¡Sasha, no voy a dejarte aquí! —protestó su papá.
Ella volteó a mirarlo sobre su hombro y darle una sonrisa que, aunque algo temblorosa, era decidida.
—Soy un soldado. Es mi deber enfrentarme a los titanes para que ustedes sobrevivan. ¡Ahora, váyanse!
—Sasha...
— ¡Que se vayan!
Sin esperar una respuesta, Sasha se abalanzó hacia los titanes, esquivando sus intentos de agarrarla, pero ella demostró una gran maniobrabilidad al mantenerse fuera de su alcance.
El padre de Sasha miró con gran temor a su hija enfrentarse a aquellos monstruos. Se veían tan diferente de la última vez que la había visto hace más de 3 años. Ya no era la niña cobarde y retraída que había sido, ahora era toda una espléndida mujer. Y verla enfrentarse a los titanes para que un grupo de personas que no conocía pudieran escapar lo llenó de un gran orgullo y a la vez preocupación.
Apretando los dientes, viró las correas de su caballo y retomó el camino por el que habían llegado.
— ¡Ya oyeron al soldado, tenemos que irnos! —ordenó él, azotando las riendas de su caballo.
—Pero, Sr. Blouse... es su hija—dijo uno de los hombres que iba a su lado.
—Lo sé—dijo él, apretando el agarre que tenía en las correas de su caballo—. Y no quiero nada más que ir con ella, pero en estos momentos solo sería un estorbo. Sasha es un soldado, pero, sobre todo, también es una cazadora. Sus instintos son mucho más afilados que los míos. Ella sabrá cómo sobrevivir.
Fue entonces cuando escucharon el sonido de cables siendo retraídos y el gas a alta presión siendo liberados. Todos voltearon para ver a Sasha usar su EDM3D para alcanzarlos y aterrizar en el mismo caballo donde iba su padre.
—Sasha... —musitó él, viéndola manchada de sangre que comenzaba a evaporarse.
—Descuiden, no nos perseguirán—aseguró ella, mirando las empuñaduras vacías que sostenía—. Les clavé las hojas en los ojos y se las dejé incrustadas... Un movimiento que me enseñó un amigo...
La pequeña sonrisa triste que tenía su hija preocupó al Sr. Blouse, pero se alegró inmensamente de ver a su hija sana y a salva, quien miraba con alivio, pero a la vez con tristeza a la pequeña niña que había salvado.
—Esa niña nos dijo que un soldado se quedó atrás para que ella pudiera escapar. Jamás hubiera pensado que fueras tú—dijo él, mirándola sobre su hombro con un brillo de orgullo en sus ojos—. Sasha, has crecido tanto... ahora eres toda una mujer.
—Papá...
Sasha sonrió levemente, sintiéndose conmovida y sorprendida por las palabras de su padre, recordando cuáles fueron sus últimas palabras, de que no volviera hasta que fuera una persona respetable y de provecho. Pero ahora, mirándolo a los ojos, ella pudo ver el orgullo brillar en ellos, junto con la sonrisa amorosa que no había visto en mucho tiempo, tanto tiempo que casi la había olvidado.
—Ya estoy en casa... —habló ella en un susurro, abrazando a su padre mientras cabalgaban hacia el norte.
Dirigiéndose hacia el sur, un grupo de Exploradores iba a caballo tan rápido como podían. A la cabeza, un poco más adelante, Connie los guiaba, ya que conocía esta región debido a que su aldea, el lugar donde había nacido y crecido, estaba solo un poco más adelante, el mismo lugar de donde los titanes habían venido
Detrás de él iban Mikasa, Armin, Reiner y Bertolt, junto con los Exploradores veteranos del Escuadrón de Mike, Gelgar y Lynne.
— ¡Espera, Connie! —gritaba Reiner, cabalgando detrás de él mientras intentaba alcanzarlo—. ¡Tienes que calmarte! ¡No sabemos de dónde pueden aparecer los titanes!
Connie lo ignoró y, cuando finalmente llegaron a los límites de su aldea, él no detuvo su caballo mientras se adentraba en el abandonado lugar. Buscó frenéticamente por los alrededores, observando las casas demolidas y las enormes pisadas en el suelo, un claro indicio de que los titanes habían estado allí.
—No puede ser... —dijo Connie, con los ojos abiertos con pánico al ver el estado de su aldea, de su hogar—. Alguien... ¡¿Hay alguien aquí?! ¡Soy yo, Connie! ¡Regresé!
Su desesperado llamado fue respondido por nada más que un silencio sepulcral.
Connie sintió un creciente pánico inundar su corazón hasta que se percató de algo que lo preocupó aún más.
—Mi casa...
Viró las riendas de su caballo y comenzó a recorrer el camino que lo llevaría a su casa. El mismo camino que había recorrido incontables veces en su niñez, mientras sus pensamientos iban su familia.
"Papá... Mamá... Sunny... Martin..."
—Por favor... —suplicó él—. Estén a salvo...
Pero cuando finalmente llegó a su casa, detuvo a su caballo tirando bruscamente las riendas y abrió los ojos con total conmoción al ver lo que se encontraba delante de él.
Justo en medio de su destruida casa, tirando boca arriba, había un titán que lo observaba directamente. Sus ojos ámbares lo miraron sin pestañear.
Connie quedó paralizado al observar aquella criatura, incapaz de creer lo que veía.
— ¡Connie, retrocede! —gritó Reiner, finalmente alcanzándolo y jalándolo del brazo para alejarlo del titán.
—Es mi casa... —musitó Connie en un tono tembloroso, sin apartar la vista del titán—. Es mi...
Connie no pudo terminar de hablar, demasiado abrumando ante la implicancia de lo que significaba que un titán esté en medio de su casa destruida.
— ¡Cadetes, retrocedan! —exclamó Gelgar, acercándose a ellos con su espada desenfundada.
— ¡Ackerman, ayúdame a vigilar los alrededores! —ordenó Lynne.
— ¡Sí, señora! —respondió Mikasa, azotando las riendas de su caballo, siguiéndola hacia los límites de la aldea.
—Un momento... —dijo Armin, observando detenidamente al titán y percatándose de algo—. Este titán... no puede moverse. Miren sus extremidades.
Connie dejó de mirar su casa destruida y miró detenidamente al titán. Armin tenía razón. Sus brazos y piernas eran demasiado pequeños y desproporcionados para su enorme cuerpo, serían incapaces de poder sostener su peso. Lo que plantaba una incógnita entre todos los presentes.
¿Cómo había llegado ese titán allí?
El sol ya había comenzado su lento descenso para cuando el grupo de Exploradores se habían acercado a la región más suroeste de Wall Rose.
Los Exploradores veteranos Nanaba y Henning lideraban la formación, con Krista, Ymir y Jean en la parte trasera. Habían estado cabalgando durante horas, evacuando a todos los pueblos cercanos e incluso entrando en combate con algún que otro titán rezagado.
A pesar de haber evacuado a todos los pueblos, ellos no se detuvieron mientras avanzaban hacia las altas murallas que se veía cada vez más cerca.
—Estamos cerca de la muralla—informó Henning—. Esta es una región no poblada.
—Parece que hemos cumplido con la misión de evacuación antes de lo esperado—comentó Nanaba, dándole una leve mirada de reojo a los novatos—. Bien, sigamos hacia el sur.
— ¿Por qué? —cuestionó Ymir—. No hay más personas hacia el sur.
—Debemos encontrar el agujero de la muralla—explicó Nanaba, mirándola sobre su hombro—. Lo buscaremos pegados a ella, dirigiéndonos hacia el este.
—El sur debe de estar repleto de titanes—señaló Jean—. ¿Qué hacemos si nos topamos con ellos antes de encontrar la brecha?
—Subiremos al muro y buscaremos desde allí. Amarraremos los caballos en un lugar seguro y volveremos a por ellos una vez que encontremos la brecha.
— ¿Y si cae la noche antes de encontrarla?
Nanaba lo miró fijamente por unos segundos antes de responder:
—Entonces será una larga noche.
Los novatos no dijeron nada más y siguieron cabalgando con dirección a la muralla.
Cuando pasaron por un lago, Krista pudo ver a un grupo de ovejas pastar a las orillas de él. Entre el grupo de ovejas, pudo ver uno de ellos que era diferente. Una oveja negra que se encontraba apartada de las demás. Cuando pasaron cerca, la oveja negra levantó la cabeza y baló audiblemente al verla antes de volver a pastar.
Una pequeña y triste sonrisa divertida estiró de los labios de Krista ante la curiosa imagen mientras se llevaba una mano a los goggles que colgaban de su cuello y les daba un leve apretón.
Mirándola sobre su hombro, no fue difícil para Ymir saber qué estaba pensando. O más específicamente, en quién.
—Krista... —llamó ella por lo bajo para que los veteranos no pudieran escucharla—. Si las cosas se ponen feas, no dudes en huir.
Krista volteó a mirarla con ligera sorpresa.
— ¿Qué? ¿Quieres que huya? —preguntó ella, incrédula—. Ymir, ¡toda la humanidad está pasando por un momento crítico ahora!
— ¡Y es precisamente por eso que por lo que tú debes hacer todo lo posible para salvarte! —replicó Ymir con vehemencia en un susurro—. ¡Ahora no es el momento para hacerse del héroe!
Cerca de ellos, Jean las miró de reojo mientras escuchaba su conversación, pero no dijo nada.
—Ymir... yo quiero hacer todo lo posible aquí—dijo Krista—. Esa es la razón por la cual decidí enlistarme. ¡Esa es la razón por la cual me uní a los Exploradores! Pero tú no lo hiciste por ti misma, sino por...
— ¡¿Uh?! ¿Acaso insinúas que lo hice por ti?
— ¿Entonces por qué estás aquí? ¿Por qué...? —Krista apretó los labios, los cuales temblaron levemente, reflejando la tristeza que sentía—. ¿Por qué no aceptaste la propuesta de Victor de unirte a la Tropa de Guarnición y trabajar para su padre? Si lo hubieras hecho, no estarías aquí en primera línea enfrentándote a los titanes. Tú intentaste convencerme tanto para unirme contigo a la Tropa de Guarnición, pero no dudaste en unirte a los Exploradores cuando yo decidí hacerlo.
Ymir guardó silencio por unos segundos mientras seguía cabalgando, sus ojos se posaron por un segundo en los goggles que Krista tenía colgado en su cuello antes de mirar al frente.
— ¿Por qué haces tanto por mí? —presionó Krista.
"¡Ymir! ¡Asegúrate de mantenerla a salvo! ¡Sin importar qué!"
—Porque se lo prometí... —respondió Ymir en voz baja antes de voltear a mirarla y hablar con seguridad—. Tranquila, Krista. Estoy aquí por mi propia voluntad. Todo lo que he hecho hasta ahora, lo que hecho porque quería hacerlo.
—Ya veo... —dijo Krista por lo bajo, con una sonrisa aliviada en su rostro—. Eso suena como algo que tú harías. Me alegro por ello. Me alegro de que, a pesar de todo, tú sigas siendo tú.
Ymir no supo como responder a aquello. Miró a Krista, sintiéndose desconcertada.
"¡Asegúrate de mantenerla a salvo! ¡Sin importar qué!"
Ella apretó fuertemente las riendas de su caballo. Sus palabras resonaron en su mente, casi como si lo hubiera escuchado una vez más. Incluso con los titanes amenazando la humanidad, en estos momentos, solo había una vida que a ella le importaba. Ella era lo único que le quedaba, y se aferraría a ello.
Sin importar qué...
El distrito de Karanese era un absoluto caos.
La anarquía reinaba en las calles mientras los ciudadanos huían despavoridos hacia la puerta interior, dejando atrás todas sus pertenencias. Lo único que les importaba en este momento eran sus propias vidas.
Petra no podía culparlos. Después de todo, hace menos de 15 minutos que ella junto con Gunther y Auruo habían dado la alerta que causó pánico entre todos ellos.
Wall Rose había caído.
Ese había sido el mensaje que Thomas, un compañero Explorador, les había dado en el Cuartel General hace cinco horas. Desde entonces, ellos habían recorrido todos los pueblos por los alrededores hasta llegar al distrito de Karanese, donde se habían quedado a supervisar la evacuación de los civiles y luego escoltarlos al distrito de Stohess en Wall Sina. Con un poco de suerte, considerando el gran número de personas que se movilizarían, llegarían para el anochecer.
Desde su posición en la cima de la muralla, ella observó con inquietud el horizonte. Solo que, en lugar de mirar hacia el territorio de Wall Maria, miraba al territorio perteneciente a Wall Rose, expectante por si viera algún titán. Era algo improbable, considerando que el Líder de Escuadrón Mike había informado que había visto a los titanes en el lado suroeste, pero aún sí se mantendría alerta. No había sobrevivido varios años con los Exploradores por su optimismo.
—Oiga, chicos... —habló Gunther, algo vacilante, llamándo la atención de sus compañeros—. ¿Ustedes creen que el capitán Levi ya no confía en nuestras capacidades?
Petra y Auruo lo miraron, confundidos.
— ¿Por qué crees eso? —preguntó Petra—. Es obvio que aún confía en nuestras capacidades. Somos el Escuadrón Levi por una razón.
— ¿Entonces por qué no confió en nosotros para escoltar al Titán Hembra a Stohess? ¿Fue porque perdimos contra ella?
— ¡Yo no perdí contra ella! —gruñó Auruo, cruzandose de brazos—. Solo... me golpee la cabeza.
—Al igual que yo—señaló Gunther en un tono amargo—. Acéptalo. No fuimos capaces de vencer al Titán Hembra... Fuimos más una carga que ayuda. Tal vez por eso el capitán nos envió aquí, a escoltar civiles en lugar de escoltar al mismo enemigo al que no pudimos hacerle frente.
A Petra y Auruo no les gustó las palabras de Gunther, pero no podía negar de que tal vez tenía algo de razón. A pesar de ser miembros del Escuadrón Levi, el escuadrón de élite de los Exploradores, no pudieron vencer al Titán Hembra.
Los tres Exploradores guardaron silencio luego de eso, vigilando los alrededores desde la cima de la muralla.
—Esto es horrible—comentó Petra, observando a las personas evacuar—. Tantos civiles dejando sus hogares... No creo que Wall Sina sea capaz de albergar a todos. Y mucho menos tener la suficiente comida.
A su lado, Auruo chaqueó la lengua.
—No es como si tuviéramos elección—dijo él—. Los titanes han hecho una brecha en Wall Rose. La humanidad tiene los días contados.
Petra le frunció ceño con molestia.
— ¿Te mataría ser un poco más positivo? La humanidad ahora cuenta con la ayuda de Eren. Gracias a él, Trost no cayó hace un mes. Si encontramos la brecha y la despejamos, Eren podría volver a cerrarla.
—Eren ha demostrado ser un aliado valioso—asintió Gunther en señal de acuerdo—. La logrado retomar Trost y, gracias a su ayuda, incluso capturamos a un espía cambiaformas.
— ¿Y cuantos soldados tuvieron que morir para que eso sucediera? —cuestionó Auruo con un tono duro—. ¿Cuántos soldados más tendrán que morir para recuperar Wall Rose?
— ¡Auruo! —lo reprendió Petra con dureza.
Él apartó la mirada, chasqueando la lengua molestia, aunque sus ojos delataban el arrepentimiento inmediato que sintió por lo que dijo.
—Todo soldado reconoce que hay momentos en que los sacrificios son inevitables, incluso sacrificarse a sí mismo de ser necesario—dijo Gunther solemnemente, captando la atención de sus compañeros—. Antes de cada expedición, siempre tengo en mente que podría ser el último, que podría no volver a casa con mi familia. Y yo... pensé que moriría en aquel bosque cuando nos enfrentamos al Titán Hembra. Pero el teniente Alphonse me salvó. Nos salvó. Y ayudó a capturar al Titán Hembra, quien podrá darnos las respuestas que hemos estado buscando todos estos años.
Sus compañeros se vieron reflexivos y algo tristes antes sus palabras mientras recordaban a su teniente. Aquel hombre que los había recibido con los brazos abiertos cuando ser unieron al Escuadrón Levi.
—Y planeo usar la vida que él salvo para que la humanidad sobreviva, incluso si es solo un segundo más—continuó Gunther, con determinación—. Entregaré mi vida sin dudarlo si eso significa recuperar Wall Rose. Es lo mínimo que le debo.
Petra y Auruo lo observaron, asombrados por su ferviente determinación.
Auruo se cruzó de brazos y apartó la mirada.
—No intentes hacerte el genial, amigo. Aun te queda un largo camino si deseas ser tan buen soldado como yo.
Petra le dio a Auruo una mirada plana.
— ¿Aún sigues intentando imitar al capitán Levi? Acéptalo, Auruo, nunca serás como él.
—Cielos, Petra, deberías dejar de mirarme tanto. Sé que estás enamorada de mí, pero ahora no es el momento. Tenemos un asunto serio entre manos.
— ¡Entonces compórtate como tal! —espetó ella con impaciencia y molestia—. ¡Este no es momento para tus delirios de grandeza!
Mientras Petra y Auruo seguían discutiendo, el sonido de ganchos siendo incrustado en la muralla, junto con el característico silbido de gas a alta presión siendo liberado llamó la atención de Gunther. Volteó para observar a dos soldados subir al muro. Juzgando por la capa verde que tenían, ambos eran compañeros Exploradores.
Gunther arqueó una ceja en señal de confusión, ya que no esperaba respaldo para una tarea de evacuación en esta parte de los muros, considerando que ellos estaban allí. Pero cuando los dos soldados se acercaron, abrió los ojos con total conmoción.
—No... No puede ser... —jadeó él, reconociendo al alto hombre de cabello rubio—. Te... teniente Alphonse...
Petra y Auruo inmediatamente dejaron de discutir y voltearon para luego abrir los ojos en total conmoción al ver al teniente Alphonse Dreyse y su hermano menor Victor acercase a ellos.
—T-teniente... —musitó Auruo con evidente incredulidad.
—Usted... Está vivo... —dijo Petra, con voz temblorosa mientras una sonrisa comenzaba a formarse en su rostro al observar a ambos—. Ustedes sobrevivieron...
El teniente del Escuadrón de Operaciones Especiales se veía como si hubiera vuelto del infierno. Su uniforme estaba maltratado, lleno de mugre y tierra. Se veía pálido y tenía ojeras debajo de sus ojos, como si no hubiera dormido desde hace días. No sería extraño, considerando que había estado en territorio de titanes por dos días.
—Eso está por verse... —murmuró Alphonse, mirando sobre su hombro a los civiles que evacuaban—. Parece ser que hemos llegado en un momento bastante... ajetreado. Chicos, aunque me alegro de verlos bien, ¿pueden decirme que carajos está pasando?
Siendo el primero en recomponerse, Gunther dio un paso al frente.
—H-hemos recibido un informe del Líder de Escuadrón Mike—informó él, aun viéndose sorprendido de ver a su teniente con vida—. Durante su entrenamiento con los novatos, ha avistado titanes en la región suroeste de Wall Rose. El capitán nos ha ordenado evacuar a los civiles hacia Wall Sina.
—Espera, ¿los novatos? —inquirió Victor, dando un paso al frente—. ¿Te refieres a la recién graduada tropa 104?
Gunther observó a joven cadete por un segundo, quien se veía peor que el teniente Alphonse. Su capa estaba hecha jirones y sus pantalones estaban algo rasgados. Su rostro estaba lleno de raspones, pero el corte que tenía sobre su ojo izquierdo era lo más notorio, ya que se veía bastante profundo.
—Sí, ellos fueron los primeros en avistar a los titanes. Supongo que estarán haciendo de primera línea de defensa.
—Eso, si es que ya no han sido aniquilados por los titanes—agregó Auruo, ganándose un codazo por parte de Petra.
Victor abrió los ojos con pavor para luego fruncir el ceño con fuerza.
—Tenemos que ir a ayudarlos—dijo él—. Debemos frenar el avance de los titanes el mayor tiempo posible para que los civiles evacúen con seguridad al interior de Wall Sina.
—Victor... —dijo Alphonse con suavidad, colocando una mano sobre el hombro de su hermano—. Entiendo tu preocupación por tus compañeros, pero el capitán ha dado una orden. La prioridad es evacuar a los civiles.
— ¡De nada servirá si los titanes llegan antes de que todos evacuen a los distritos interiores! —replicó Victor con vehemencia—. La mayor parte de los civiles se movilizan caminando, serán una presa fácil para los titanes.
—Y es precisamente por eso por lo que debemos supervisar su evacuación. No sabemos si los titanes ya han llegado hasta este punto de la muralla, pero no debemos confiarnos y bajar la guardia cuando tantas vidas dependen de nosotros. Es por eso por lo que decidiste convertirte en soldado, ¿no es así? Por el bien de las personas, de la humanidad.
Victor frunció el ceño, pero no negó las palabras de su hermano ya que eran verdad. Como soldado, su deber era proteger a los civiles, servir a la humanidad. Pero también era un compañero y, por sobre todo, un amigo. Se preocupaba por sus amigos de la 104 que se encuentran batallando en primera línea. Él debería estar allí con ellos.
—Los titanes aparecieron en el suroeste, ¿verdad? —inquirió Alphonse, mirando a los miembros del Escuadrón Levi presentes—. Entonces la brecha en Wall Rose estará allí.
—Sí, eso fue lo que nos informó Thomas—asintió Petra—. También nos dijo que Mike y su escuadrón se asentarán en el castillo Utgard como un puesto defensa.
—Conociendo a Mike, intentará defender ese lugar hasta que reciba apoyo o tenga que retirarse... —reflexionó Alphonse—. Y sospecho que Erwin intentará usar los poderes de Eren para cerrar esa brecha lo antes posible como en Trost. ¿Dónde se encuentra el comandante ahora?
—En Stohess. El capitán Levi ordenó reunirnos allí.
— ¿Stohess? —inquirió Victor, confundido—. ¿Por qué allí? El distrito Ehrmich está más cerca.
—Porque... es en Stohess donde el comandante Erwin y Hange han ideado un plan para capturar a los titanes Acorazado y Colosal.
Victor y Alphonse abrieron los ojos con sorpresa.
—El... ¿El espía ha revelado sus identidades? —inquirió Victor, sonando algo vacilante—. ¿Dónde está ella ahora?
Auruo chasqueó la lengua con molestia.
—No, ella no ha dicho nada—dijo él, con evidente disgusto—. Y no te molestes en ocultar su identidad, mocoso. Sabemos que esa perra titán es tu noviecita. Lo cual, si me lo preguntas, es bastante sospechoso.
Victor frunció el ceño de manera sombría y dio un paso al frente.
— ¿Qué demonios estás insinuando?
—Solo digo que es una gran coincidencia el hecho de que la Wall Rose haya caído y los titanes hayan entrado un día después de que capturáramos al Titán Hembra. Y ahora tú estás aquí, su novio, interesado en saber dónde está. Vaya coincidencia, ¿no lo crees, mocoso?
Victor apretó los puños con fuerza y frunció el ceño con furia.
—Auruo, te estás pasando—reprendió Petra—. No hay manera de que Victor tenga algo que ver con todo esto, o que esté aliado con el Titán Hembra. ¿Acaso olvidas que fueron él y el capitán Levi quienes la capturaron?
—Sí, ¿acaso no recuerdas eso? —inquirió Victor, para luego sonreír con sorna—. Oh, cierto, no lo recuerdas. Después de todo, fui yo quien la sacó de su titán mientras tú estabas ocupado tomando una siesta.
Auruo definitivamente no esperaba esa respuesta del joven cadete.
— ¡Pequeña mierda...!
—Suficiente—intervino Alphonse, mirándolos a ambos con severidad—. Auruo, entiendo tu escepticismo, pero Victor no tiene nada que ver con este ataque, sin importa el tipo de relación que haya tenido con el Titán Hembra. Después de todo, él y yo nos las pasamos los últimos dos días en territorio de titanes mientras luchábamos por volver al muro.
—Más bien yo luchaba mientras tú te escondías—señaló Victor por lo bajo, aunque todos alcanzaron a escucharlo.
—Tu cierra la boca, enano insolente—espetó Alphonse con irritación antes de mirar a los miembros del Escuadrón de Levi con seriedad, especialmente a Auruo—. Si dudas de la lealtad de mi hermano pequeño, entonces también estás dudando de la mía.
Auruo retrocedió, bajando la cabeza con una mueca agria en su rostro.
—Lo... Lo siento, señor.
—Bien. Ahora no es momento para discusiones, ni acusaciones. Debemos de evacuar a todas estas personas a Stohess y reunirnos con Erwin y Levi. Una vez que lo hagamos, sabremos cómo procederemos ante esta amenaza. Erwin ya habrá ideado algún plan para cuando lleguemos. Así que necesito que se enfoquen y trabajen juntos.
Petra y Gunther asintieron sin dudar, sientiendose felices de volver a tener su teniente. Victor y Auruo se miraron de reojo, aún algo molestos con el otro, pero terminaron asintiendo a regañadientes.
—Bien, en marcha.
Los Exploradores siguieron las ordenes de su oficial superior hacia la puerta interior, donde todos los civiles ya habían comenzado a evacuar hacia los muros interiores, movilizándose ya sea en carruajes, caballos o a pie. Cuando subieron a los caballos, los soldados comenzaron a avanzar con la mayor rapidez posible, yendo por el flanco izquierdo, ya que si los titanes llegaran a aparecer sería por el oeste.
Victor no esperaba encontrar tal situación al llegar finalmente a los muros. Había salido de un infierno para entrar a otro, pero no había tiempo para descansar. Sentió su corazón latir con preocupación al pensar sus compañeros, sus amigos, que se encontraban en primera línea.
Solo esperaba llegar a tiempo para poder ayudarlos.
...
..
.
¡Y eso es todo por ahora, mis queridos lectores!
¿Qué les ha parecido el incio de la segunda temporada? Con esto damos inicio al arco de Choque de Titanes, espero que estén emocionados.
El capítulo final de Attack on Titan me ha inspirado a comenzar a escribir al segunda temporada, junto con la insistencia de algunos lectores más entusiastas de mi historia. Los amo chicos.
Como siempre, le invito a dejar un comentario o enviarme un mensaje por Discord, mi nombre de usuario es jkalex5085#0.
En fin, sin nada más que decir... ¡Hasta la próxima, guapos y guapas!
